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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.279 La Habana ene.-jun. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 


Impactos del programa de rehabilitación en la calle Mercaderes del Centro Histórico de La Habana

 


Impacts of the Rehabilitation Program in Merchants Street, the Historic Center of Havana City

 

 

Limbania Mariela Torres Simón


Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana, Cuba.

 

 

 


RESUMEN

La restauración arquitectónica de los centros históricos ha estado definida por el principio de la innovación. Este fundamento es emprendido con una profunda determinación por la Oficina del Historiador de La Habana, quien lleva a cabo un proceso integral de rehabilitación en el Centro Histórico de la Ciudad, como uno de los lugares de mayor centralidad. Si bien es cierto que entender el modelo de gestión en el territorio, otorga una percepción notoria del panorama general, es preciso profundizar a un nivel más delimitado para comprender las peculiaridades de la estrategia de cualificación de las áreas. Esta escala es la calle Mercaderes, que permite la generación de propuestas directas al concentrar un conjunto de valores emblemáticos.

PALABRAS CLAVE: impacto, restauración arquitectónica, rehabilitación integral.


ABSTRACT

The architectural restoration ofthe historic centers, has been defined by the principle of innovation. This foundation is undertaken with a deep determination by the Office of the Historian of Havana, who conducted a comprehensive rehabilitation process, in the Historic Center of the City, as one of the most central locations.While they understand the model of management in the country, gives a remarkable perception of the picture, we must deepen a narrower level to understand the peculiarities of strategy skill areas. This scale is the Merchants Street, which allows the generation of direct proposals to concentrate a set of symbolic values.

KEYWORDS: impact, architectural restoration, comprehensive rehabilitation.


 

 


Introducción

Dentro de los numerosos proyectos y programas de rehabilitación en el Centro Histórico que son emprendidos por la Oficina del Historiador de La Habana, resalta la intervención de la calle Mercaderes por su simbolismo, valor histórico, riqueza cultural y potencialidades. Esta se caracteriza por la utilización del espacio público como plataforma de actividades culturales, escenario, museo, exposición; se propone crear lazos entre generaciones y culturas; mejorar la calidad de vida de los habitantes; incidir en el desarrollo de la alianza con el sector privado, donde los usos residencial, comercial, cultural o de servicios se entremezclan para generar equilibrio y oportunidades.

Trascendencia del programa de rehabilitación por la Oficina del Historiador

En el Centro Histórico de La Habana(1) las acciones de protección al patrimonio están determinadas por la política cultural del país al más alto nivel, conducidas por una reconocida y acreditada institución: la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, institución fundada en 1938 por el entonces historiador de la ciudad, Emilio Roig de Leuschenring, y consolidada por Eusebio Leal Spengler, quien ha recibido incontables reconocimientos como líder de esta entidad, la cual se ha distinguido por su profunda orientación humanista, modelo de autofinanciamiento, colaboración de diversos actores que implican la institución, el territorio y el gobierno. La organización de eventos nacionales e internacionales, articulados con el conocimiento a través del Colegio Universitario San Gerónimo de La Habana, escuelas taller y las aulas museo. Muestra una intensa actividad cultural reflejada en la radio, la televisión, la producción de una editorial, la redacción de un boletín digital y la revista Opus Habana.

El resultado de su gestión se ha adaptado a otras realidades del país a través de la Red de Ciudades Patrimoniales de Cuba; ha despertado asimismo el interés de asesorías por algunos países entre los que destacan Brasil, Chile, Ecuador, Honduras, México, Panamá y Venezuela. Todo ello ha generado un alto reconocimiento internacional, marcado por el ascenso de la cooperación extranjera, y los significativos premios y menciones recibidos por parte de prestigiosas instituciones, entre las que se destaca el del Sistema de las Naciones Unidas.

Insertada en este original e integral entorno de rehabilitación en el Centro Histórico, se presenta la intervención de la calle Mercaderes, como resultado de una remodelación a nivel medioambiental, estético, económico y social.

Ubicada dentro de la zona de intramuros y clasificada como uno de los núcleos urbanos revitalizadores, Mercaderes constituye un hito urbano estratégico en el que confluyen diferentes ascendencias genuinas, cargadas de sólidos significados culturales e identitarios. Es conector directo de dos de las cinco plazas principales: la de Catedral (al norte) y la Plaza Vieja (al sur) (figura 1).



.

Su nombre estuvo afín con la actividad esencial original: en ella se establecieron las principales familias habaneras y casi todos los comerciantes, con las mejores casas de la villa.

En Mercaderes se hallan edificios significativos como el Palacio de los Capitanes Generales, la Casa del Marqués de Arcos -más tarde Liceo Artístico y Literario- y el convento de San Juan de Letrán, que sería la primera universidad cubana: la Real y Pontificia de San Gerónimo, entre otros inmuebles de gran valor patrimonial.

Sin embargo, con el siglo XX comenzó la decadencia de la zona, desplazada como núcleo civil, debido al éxodo de los residentes con mayores recursos, el establecimiento de negocios incompatibles con el entorno, tráfico pesado, hacinamiento en las viviendas, que eran vendidas y devenidas en casas de inquilinos, falta de mantenimiento, deterioro del entorno, inseguridad, espacios sin dinámica de uso y precariamente equipados.

Intervenciones propuestas para la calle Mercaderes

Desde esta mirada general a la problemática del Centro Histórico de La Habana, pero asumiendo que es uno de los lugares que reúne la mayor cuantía de valores culturales y simbólicos de la ciudad, con un repertorio de épocas, códigos estilísticos y modos de edificar; la Oficina del Historiador generó una propuesta de intervención urbanística para revertir el proceso de deterioro físico y social del área, sobre la base de un proyecto urbano; acción que, por su integración, tiene un profundo impacto en el desarrollo de la ciudad, al recuperar un punto y el área a su alrededor de una forma integral. Mercaderes proporcionaba el potencial necesario para la rehabilitación de las centralidades afectadas tanto por el patrimonio edificado, como por la trama urbana.

Según Leal: "La estrategia es recuperar una ciudad vital, definitivamente coherente con el entorno físico de las edificaciones, plazas, parques y hasta sus esencias menos tangibles: mar, luz, color y la filosofía de sus habitantes que, a partir de un fuerte componente de universalidad, perfilan en ella los rasgos identificadores de la nacionalidad cubana".(2)

Partiendo de este acierto en la zona central, el proyecto de intervención en la calle Mercaderes, fue respuesta al interés de:

  • La preservación de las áreas urbanas que han mantenido sus características originales con valores artísticos e históricos.
  • La existencia de un conjunto de potencialidades para poder llevar a cabo una rehabilitación de carácter socioeconómico.
  • La convicción de que esta iniciativa, sumaría a otras que ya estaban desarrollándose en el intento por recuperar y rehabilitar el Centro Histórico de La Habana.

La propuesta, asumida mediante acciones y proyectos concretos, fue signada por un conjunto de regulaciones, disposiciones y leyes conforme a su singularidad, expresado en los grados de protección de acuerdo a "su valoración, estado constructivo, su relación con el medio y demás factores que determinen su interés social y cultural".(3)

Recalificación del contexto urbano

En la actualidad, todos los edificios que conforman esta calle se recuperan y consolidan a partir de estudios históricos y técnicos previos. Una dimensión estética renovada entró a formar parte destacada del patrimonio cultural integrada por la diversidad de códigos estilísticos adoptados en el eje desde el siglo XVIII hasta el XXI. Del conjunto de inmuebles erigidos destacan exponentes del barroco, neoclásico, eclecticismo, art deco, art nouveau, neocolonial y el movimiento moderno.

Mercaderes refleja el pensamiento de don Fernando Ortiz cuando escribió: "La Habana devino un verdadero y muy criollo ajiaco [….] un ajiaco arquitectónico".(4) Esta riqueza estilística, heredada de un pasado en el cual la coexistencia definió la estética de la calle, permitió que al momento de acometer la restauración pudiera considerarse como válida la introducción de nuevos códigos como el posmoderno.

Tales edificaciones se encuentran en Obispo 160 (Colegio de San Gerónimo); Mercaderes 112 (Sala de Exposición y Maqueta del Centro Histórico); y Mercaderes 116 (Dirección de Arquitectura Patrimonial). Estos inmuebles han sido concebidos para dar expresión al lugar y la calle. La preferencia por el diseño contemporáneo sugiere un enfoque moderno respecto a ventanas, planos y formas, sin afectar la coherencia estética del conjunto.

El proyecto del Colegio de San Gerónimo se concibió luego de investigar y documentar las características espaciales y el lenguaje arquitectónico del inmueble (figura 2). A partir de una idea central se identificaron los códigos para ser reconstruidos, recreando la imagen desaparecida con un lenguaje contemporáneo que cambió por completo la percepción del espacio donde está ubicado, lo que confirió mayor valor urbano-arquitectónico al lugar, con una transformación no traumática en el propósito de "recrear" espacialmente partes del antiguo convento, tales como la reproducción de la portada barroca de 1777, como punto de interés y referencia histórica.



La torre, reinterpretada en forma, dimensiones y tratamiento del material, está abierta y transitable a nivel de la calle. Esta se encuentra adosada al volumen superior acristalado, que repite "virtualmente" el entorno urbano.

Otro elemento novedoso en la edificación es el muro que permite crear un "corredor peatonal" continuo entre las calles Obispo y O' Reilly, que culmina en la torre campanario.
El principio rector del proyecto fue la creación de una edificación moderna en alianza con los códigos del pasado, que aplica los conocimientos jurídicos relacionados con la protección del patrimonio histórico-cultural.

Para mejorar la imagen negativa de algunas de las edificaciones demolidas se previó el establecimiento de varios parques. Entre los más importantes se encuentran:

  • Parque Simón Bolívar.
  • Parque Rumiñahui.
  • Jardín Ecológico Hans Christian Andersen.

La iniciativa modificó la tipología urbana de la zona, pero se ganó en espacios verdes, tan importantes para el medio y la población; lo que sin dudas constituyó un aporte positivo. El disfrute de estas áreas eleva la calidad ambiental de la ciudad, a la vez que genera confianza y amistad cívica, al potenciar su uso como espacio de intercambio cultural, social y comunitario (figura 3).


Se ha demostrado que el equilibrio y desarrollo armónico del entorno urbano es un componente clave para la percepción del lugar. La finalidad de hacer más amable la vida diaria de los que viven o acuden al Centro Histórico por diversos intereses estimula la confianza y la cohesión social, que se tornará en recursos e inversión y, por lo tanto, en expectativas para el desarrollo.

Las edificaciones de más de dos siglos de construidas, en exteriores conservaban destacados componentes arquitectónicos, sin embargo, las áreas interiores estaban devastadas o habían desaparecido. El criterio a seguir fue el de la restauración parcial, es decir, la consolidación o restitución de los elementos arquitectónicos en la fachada, salones principales, zaguán y patio central, para proceder a la renovación total del área interna con diseño y técnicas contemporáneas.

Entre algunos inmuebles de carácter patrimonial que se encuentran en ese caso está Mercaderes 315, antigua casa de don Francisco Franchi-Alfaro. El proyecto de restauración (1985) diseñó la restitución de todos los elementos decorativos y espaciales que aún se conservaban, así como la reconstrucción de los que se habían perdido, pero de los que existía una documentación pormenorizada. En la portada principal se aplicó el criterio de restauración integral, mientras que en la zona posterior, cuya fachada limita por la calle Muralla, se proyectó una nueva construcción, que siguió el ritmo, proporciones y líneas generales del diseño de la fachada original existente, creando una integración armónica.

Impulso del desarrollo social, económico y cultural

La intensa labor de revalorización del patrimonio arquitectónico fue acompañada por una eficaz atención a los problemas sociales, un mejoramiento de la calidad de vida de la población que reside, trabaja, o transita por la calle y el crecimiento progresivo de las actividades económicas. Para ello, se trabajó en la seguridad pública con la participación ciudadana y se renovaron los fondos habitables, el transporte, el sistema peatonal, la vialidad y los espacios públicos urbanos.

Se emprendieron programas de atención a grupos poblacionales vulnerables: niños, adultos mayores, discapacitados, adolescentes y embarazadas (Hogar materno Leonor Pérez). Además, se laboró en la adecuación de edificaciones patrimoniales para usos sociales, culturales, comerciales, administrativos, educativos, de salud y de servicios turísticos (Casa del Museo del Tabaco y Taller de Papel Artesanal, Museo de la Obra Pía, Perfumería Habana 1791, Tienda Savon de Marseille, Restaurante La Dominica, Librería Boloña, Casa de las Infusiones, Fototeca, Sala de la Maqueta, Cinematógrafo Lumière, Hotel Ambos Mundos, Planetario).

A través de la integración creativa de diferentes actividades culturales, se favorece el desarrollo económico y social de la zona. Las renovadas edificaciones han perdido su carácter exclusivamente habitacional a favor de nuevos usos, aunque el original se mantiene en varias construcciones.

En los inmuebles de Mercaderes las familias viven en los niveles superiores y se diseñan varias modalidades de servicio en las plantas bajas, lo que incrementa las funciones utilitarias. Así se generaliza el acceso a los espacios públicos y se ofrecen mejores condiciones y oportunidades para la inversión privada (figura 4).


Esta orientación a los servicios es una de las características que mantiene la calle desde su surgimiento. Como explicara la arquitecta Madeline Menéndez: "Debido a la centralidad cada vez más fuerte del territorio y a la consolidación de su estructura urbana, se independizan las funciones estrictamente residenciales de aquellas otras de carácter comercial y/o productivo -mezcladas inicialmente en la amplia casona colonial-. Dentro de este proceso surge una solución que tomaría un peso dominante en el territorio: los edificios mixtos".(5)

El patrimonio cultural, en la actualidad, requiere acciones que indiquen su funcionalidad, por tanto, Mercaderes muestra un equilibrio entre los atributos y el uso de sus bienes culturales. En una sociedad donde la cultura es un integrante de peso, para prevenir riesgos sociales, favorecer la participación social, la sustentabilidad, la equidad y la identidad ciudadana; la calle es un prototipo de programas culturales por los museos, aulas, salas de exposiciones, talleres y estudio de pintura.

Fortalecimiento institucional

La capacidad de formular y ejecutar políticas e inversiones para el desarrollo urbano, la promoción económica, la provisión de servicios sociales, la difusión de programas, la participación local y la cooperación público-privada para el desarrollo de las capacidades, permite el fortalecimiento de la entidad líder, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que ha sido "pionera en los avatares de la salvaguarda patrimonial y en la defensa de la identidad nacional, [.…] haciendo prevalecer su rol de vanguardia intelectual".(6)

Conclusiones

La riqueza acumulada en el espacio de La Habana intramuros es de gran valía. A pesar de las múltiples transformaciones a lo largo de los siglos, se reconoce como un repertorio altamente conservado. A los valores arquitectónicos se les suman los intangibles, derivados de las tradiciones y las manifestaciones culturales que las hacen merecedoras de protección como testimonio sociocultural.

La fuerza y el dinamismo ?cualidades inherentes al Centro Histórico en general, y a la calle Mercaderes en particular? estarán garantizados siempre que la rehabilitación de las edificaciones se regularice. Así como el reconocimiento tipológico, en correspondencia con su uso, contribuirá a mantener su vigencia sin la afectación de sus valores.

La actual capacidad funcional de las edificaciones destinadas a fines culturales, socioeconómicos, educativos, turísticos, recreativos y de viviendas, presenta a Mercaderes como una calle viva, un espacio de compromiso social, por su impacto de gestión integral.

El criterio sustentado para la restauración de las construcciones existente, se apoyó en el respeto a la autenticidad histórica de los componentes arquitectónicos y a la conservación de las construcciones en buen estado. Se logra, en consecuencia, una integralidad en cuanto a los altos valores expresivos desde la visibilidad y la difusión, que promueve la participación de los diversos participantes. La población, parte indisoluble del proceso de restauración, toma conciencia de un sentido de pertenencia y protección de los valores culturales.

Definitivamente, en la calle Mercaderes se verifica un valor elevado como unidad urbanística, centro turístico, cultural y comercial del Centro Histórico. Sin embargo, queda mucho por hacer en un proceso tan diverso y en plena ejecución como el que tiene lugar en el Centro Histórico, destinado a la rehabilitación y preservación del patrimonio edificado.

Entre los propósitos u objetivos a valorar resaltan:

1. Proseguir implementando las regulaciones urbanísticas.
2. Continuar la formación de los equipos multidisciplinarios que intervengan en el proceso de rehabilitación de los inmuebles de valores culturales y patrimoniales.
3. Persistir en la participación comprometida de la ciudadanía, con la asesoría técnica presente en todo el proceso.
4. Realizar estudios similares en otras zonas y calles de la ciudad como parte de los análisis previos en futuras obras de restauración.

En medio de condiciones difíciles y como reflejo de los cambios que ocurren en nuestra nación, es innegable el aliento de escenarios esperanzadores en el rescate de este patrimonio de inestimable valor.
Mercaderes, por su significado y recursos, ha logrado que la sustentabilidad económica se revierta en el financiamiento de su rehabilitación y el desarrollo social de sus habitantes, mediante la puesta en vigor de sus valores culturales, patrimoniales y el rescate de su memoria histórica.

La conservación y preservación de toda acción urbanística o de tipo constructivo que se realiza en el Centro Histórico de La Habana tiene como premisa respetar los valores esenciales que la caracterizan y por los cuales fue declarado Monumento Nacional y Patrimonio Cultural Mundial, al eliminar factores que causen su respectivo deterioro.

Al respecto, Eusebio Leal refiere: "El arte de la restauración está en saber respetar el paso del tiempo en sucesivas etapas que puedan haber dejado huellas de valor, aquellas que conservan la identidad o personalidad de los edificios y las cosas".(7)

Si bien este quehacer ha sido valorado de manera justa en el ámbito internacional, nuestra labor se ha realizado ante todo, por la ciudadanía y la nación cubana, ya que uno de los objetivos principales del programa ha sido promover y defender la identidad cultural del lugar y de las personas; además de crear conexiones entre los grupos, entendidos como relaciones intergeneracionales, e interculturales de convivencia e igualdad. Y es que el desarrollo de espacios innovativos que satisfagan necesidades y generen inclusión social intensifica la credibilidad de la obra, incrementa las alianzas y multiplica impactos favorables.

 

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


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RECIBIDO: 22/6/2014

ACEPTADO: 4/7/2014

 

 


Limbania Mariela Torres Simón, Oficina del Historiador de la Ciudad, La Habana, Cuba. Correo electrónico: lim@planmaestro.ohc.cu

 

 

NOTAS ACLARATORIAS


1. El territorio posee una extensión de 214 hectáreas, ocupa el 50 % del actual territorio municipal de la Habana Vieja. Está compuesto por dos zonas diferenciadas desde el punto de vista urbanístico: la oriunda ciudad intramuros y la aledaña, conocida como extramuros, urbanizada al derribo de las murallas y edificada entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del xx.

2. Eusebio Leal Spengler: Para no olvidar: Testimonio gráfico..., p. 22.

3. Oficina del Historiador de la Ciudad: Regulaciones Urbanas del Centro Histórico de La Habana. Municipio Habana Vieja, p. 100.

4. Fernando Ortiz: "Los factores humanos de la cubanidad", p. 161.

5. Madeline Menéndez García: La casa habanera. Tipología de la arquitectura doméstica en el Centro Histórico, p. 66.

6. Patricia Rodríguez Alomá: La recuperación de los centros históricos y su desarrollo integral, p. 1.

7. Eusebio Leal Spengler: Para no olvidar: Testimonio gráfico de la restauración del Centro Histórico de la Ciudad de La Habana, p. 53.


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