SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número279Diez lecciones sobre los retos y desafíos del socialismo cubano. Un análisis desde el discurso del Comandante en Jefe Fidel, el 17 de noviembre de 2005Este ahora de ahora es un ahora sin precedente índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.279 La Habana ene.-jun. 2015

 


ARTÍCULO ORIGINAL

 

"Necesitamos muchas ideas bien claras"

 

"We Need Many Dear Ideas"

 

 


Darío Machado Rodríguez


Instituto Internacional de Periodismo José Martí, La Habana, Cuba.

 

 

 


RESUMEN

El artículo que se presenta analiza las ideas del discurso realizado en 1995 por el Comandante en Jefe Fidel Castro en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Sus palabras, dirigidas a los jóvenes, alertaban acerca de la necesidad de generar ideas bien claras y de encontrar fórmulas que preservaran el legado revolucionario. Estas constituyen un llamado no solo al deber de asumir la responsabilidad histórica que corresponde a la juventud, sino al de reclamar la atención acerca de la imperiosa necesidad de nuevas ideas, que dispersas e inconexas poco significarían para asegurar la viabilidad del socialismo en Cuba y con ello la defensa de un proyecto propio de Nación, la defensa de la independencia y de la soberanía nacional, la protección de los intereses del pueblo. Se trata entonces de la necesidad de trabajar y desarrollar los fundamentos teóricos de la construcción socialista en Cuba desde la praxis misma.

PALABRAS CLAVE: cultura, juventud, nación, revolución, socialismo.


ABSTRACT

The article presents analyzes the ideas of speech by the Commander in Chief Fidel Castro in the auditorium of the University of Havana in 1995, words to young people warning about the need to generate very clear ideas, find ways to preserve the revolutionary legacy, not only constitute a call to duty to assume the historic responsibility that corres-ponds to the youth, but calling attention to the urgent need for new ideas, that would mean little scattered and unconnected to ensure the viability of socialism in Cuba and thus the defense of its own national project, defending the independence and national sovereignty, protecting the interests of the people. It is then the need to work and develop the theoretical foundations of socialist construction in Cuba from the praxis itself.

KEYWORDS: culture, youth, nation, revolution, socialism.


 

 

La cubana es una nacionalidad relativamente reciente. Si tomamos como punto de inflexión el inicio de las guerras por la independencia en 1868, cuando las aspiraciones de libertad que expresaban la presencia de una nacionalidad consciente de su identidad cristalizan en el filo del machete mambí y los cubanos supieron, ya desde la Guerra de los 10 años, defender el territorio libre, podemos afirmar que en los 146 años de vida como nación la impronta ideológica y política de Fidel Castro ha estado presente y ha marcado la historia del país por casi 70 años, es decir, prácticamente la última mitad de nuestra vida nacional.
A lo largo de esa ejecutoria, Fidel Castro ha desarrollado una actividad y una pedagogía revolucionarias que tienen su sello indiscutible, y cuya influencia en la vida de los cubanos deberá ser objeto de estudios que todavía no han sido hechos con el rigor y profundidad que ello reclama, lo que no obsta para reconocer que nunca ha faltado su presencia orientadora en los momentos más importantes de la de la historia contemporánea del pueblo cubano.

Tal es el caso de su intervención en 2005 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, donde abordó ?desde la confianza en la juventud, el realismo y el optimismo revolucionario? numerosos temas de carácter nacional e internacional, entramado desde el que me propongo hacer algunos comentarios. Para esto parto del concepto de revolución que Fidel expuso cinco años antes, enlazando elementos de ese concepto con lo planteado en el Aula Magna, seguido por un abordaje del desafío que impone la actual coyuntura al pensamiento revolucionario, en particular el tipo de Estado que debe emerger de los cambios en curso en la sociedad cubana y cierro con una aproximación a dos temas de fundamental importancia: la participación popular y el papel de la juventud cubana.

Sobre el concepto de revolución

Cinco años antes de este trascendental discurso, y en ocasión de la celebración del primero de mayo de 2000, Fidel había expuesto ante el país -en un párrafo hoy a menudo reproducido- el concepto de lo que para él es la revolución:

Revolución [dijo entonces] es sentido del momento histórico; es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional; es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio; es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; es luchar con audacia, inteligencia y realismo; es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas. Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo.(1)

Muchas veces se hace alusión a la noción de cambio que incluye en esta definición: revolución "es cambiar todo lo que debe ser cambiado", ángulo sin dudas de capital relevancia y que abre interrogantes como ¿qué es lo que debe cambiarse? y ¿cuándo y cómo debe cambiarse?

Con menor frecuencia se menciona la frase que le antecede y que establece que revolución "es sentido del momento histórico", es decir, tener conciencia del contexto en que deben tener lugar esos cambios. Pero muy pocas veces se profundiza sobre la parte en la que Fidel se refiere a que revolución "es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional", lo que conduce de inmediato a la pregunta de cuáles son esas "poderosas fuerzas dominantes".

Cuando se piensa en el ámbito internacional, esas fuerzas, al menos las principales, están claramente identificadas: el imperialismo norteamericano, el bloqueo económico y comercial contra Cuba, el neoliberalismo, las trasnacionales, los efectos de la crisis mundial, la guerra propagandística de los medios de comunicación hegemónicos.

Sin embargo, en el ámbito nacional no ocurre lo mismo. Fidel nos habla de "poderosas fuerzas dominantes", es decir, lo que la Revolución tiene que desafiar en el orden interno para realizarse, porque constituyen obstáculos, frenos; no son tendencias o fenómenos débiles o de mediana intensidad, sino fuerzas poderosas. ¿Cuáles son esas poderosas fuerzas dominantes que debe enfrontar el proceso revolucionario?
No pretendo en este breve artículo ofrecer una respuesta acabada a un tema que es evidentemente muy complejo, solo hacer algunas puntualizaciones con la finalidad de abordar con mayor claridad el significado de su intervención cinco años después en el Aula Magna.

Lo primero es que al enfocar esas "poderosas fuerzas dominantes" debemos reconocer que, si bien estas se realizan a través de las acciones de individuos y en el contexto de estructuras establecidas, sería limitado reducir su expresión a estructuras o personas determinadas, o a grupos de personas, sino que es preciso verlas como fenómenos sociales complejos en los que interactúan diferentes tendencias y elementos con mayor o menor cercanía entre sí.

Desde esta óptica, primero es preciso incluir entre esas "poderosas fuerzas dominantes" a las tendencias burocráticas, la inercia y el conformismo, la incapacidad de enfrentar las nuevas realidades, la mediocridad, el acomodamiento a las formas acostumbradas de analizar, discernir y procesar los problemas, y a las estructuras rígidas, las prácticas y las relaciones personales que generan nudos de lealtades, intereses creados que obstaculizan "cambiar lo que deba ser cambiado". Esas tendencias burocráticas desarticulan la institucionalidad, la lentifican, reducen y anulan la capacidad de reacción ante errores y deficiencias, y dejan en la ciudadanía un sentimiento de frustración.

Los que están involucrados en esas tendencias burocráticas se presentan a menudo desde una doble moral en nombre del proceso revolucionario, de su defensa, pero en el fondo se defienden del cambio, de lo que ello implica, no solo por no compartirlos o no entenderlos, sino por el temor que genera en aquellos que no tienen la capacidad para cambiar y que, por tanto, se verían obligados a ceder el lugar a quienes sí puedan hacerlo. Raúl se refirió en 2010 precisamente a la importancia que tiene dejar el espacio a quienes estén en capacidad de aplicar los cambios que necesita el país: "Hoy lo verdaderamente revolucionario y honesto es al revés, cuando un cuadro de cualquier nivel se sienta cansado, o incapaz de ejercer su cargo a cabalidad, o de cumplir con las nuevas orientaciones que estamos dando, lo correcto es solicitar, en ese caso, su renuncia, con dignidad y sin ningún temor, lo que siempre será preferible a ser destituido".(2)

Pero aun entendiendo la necesidad de cambiar lo que debe ser cambiado, la inercia de las prácticas verticalistas, la no inclusión y la minimización, cuando no el menosprecio a la participación social, conspiran contra esos cambios que podrán tener éxito solo si cuentan con la más amplia y sostenida contribución del pueblo, lo que implica analizar colectivamente, informar, consultar, escuchar. Como Fidel Castro ha alertado en más de una ocasión, las consecuencias de los errores de quienes tienen más autoridad pueden ser muy graves; el mejor antídoto para evitarlas es la participación popular en esas decisiones, el debate, el análisis, la consulta.

Es difícil decidir cuál de esas poderosas fuerzas internas resulta más nociva para el futuro del país, pero probablemente entre las más letales están los intereses creados y las redes de diferente envergadura donde se reproduce el fenómeno de la corrupción. Tanto la que pone en peligro los intereses de toda la sociedad al generar beneficios corporativos espurios, particularmente aquellos que puedan poner en peligro los intereses nacionales en las relaciones con los inversionistas extranjeros, como la más reducida, tienen una impronta negativa en la nación.

Por sus intereses particulares a estas redes se asocia un proceso de separación y alejamiento de los deseos de las grandes mayorías ciudadanas, y no solo por el hecho de tener una situación económica mejor. Esos nodos de intereses ilegítimos se separan cada día más de los ideales de justicia social que encarna la Revolución y serían fácilmente funcionales a la restauración del capitalismo en Cuba.

Junto con lo anterior, la costumbre de esperar que decidan otros, de esperar que "bajen las orientaciones", se convierte en una poderosa fuerza retardataria de los cambios que el país necesita. La ausencia de iniciativa, sin embargo, puede ser también el resultado de fórmulas de distribución del poder de decisión y del estado de las estructuras organizativas que deben ser revisadas para crear las condiciones adecuadas para su ejercicio.

Fidel en el Aula Magna

Entre los asuntos fundamentales que constituyen hoy una desventaja o un déficit en el propósito de cambiar lo que debe ser cambiado para avanzar en el proceso socialista, está la falta de una concepción integral, de una fundamentación teórica que sirva de referencia y que ponga los límites a los cambios en curso. En el Aula Magna de la Universidad de La Habana, Fidel hizo una clara alusión a esta carencia en dos ocasiones: "una conclusión que he sacado al cabo de muchos años: entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo".(3) Y luego en ese propio discurso retomó este planteamiento: "Fue por eso que dije aquella palabra de que uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo".(4)

Al volver sobre esa idea la señaló como un error a lo largo de la Revolución, no como un problema coyuntural. Y ciertamente es preciso analizar esta arista de su eminente intervención frente a los estudiantes universitarios, sobre todo atendiendo a lo que el propio Fidel les dijo más adelante: "Hoy tenemos ideas, a mi juicio, bastante claras, de cómo se debe construir el socialismo, pero necesitamos muchas ideas bien claras y muchas preguntas dirigidas a ustedes, que son los responsables, acerca de cómo se puede preservar o se preservará en el futuro el socialismo".(5)

Estos importantes contenidos de ese propio discurso fueron dichos en un contexto, en el que el líder histórico de la Revolución Cubana también se preguntó y preguntó a los estudiantes:

¿Es que las revoluciones están llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ¿Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Podía añadirles una pregunta de inmediato. ¿Creen ustedes que este proceso revolucionario, socialista, puede o no derrumbarse? ¿Lo han pensado alguna vez? ¿Lo pensaron en profundidad?(6)

Y recalcando más adelante el planteamiento expresó:

Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción, que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario?, ¿cuáles serían las ideas o el grado de conciencia que harían imposible la reversión de un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros, al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos.(7)

Y añadió más adelante con meridiana claridad: "Este país puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra".(8)

Es de rigor recordar que en el mundo académico cubano el tema de la reversibilidad del camino socialista era objeto de discusión y análisis. Hay referencias importantes en el Instituto de Filosofía de la Academia de Ciencias, aspecto al que hice alusión en el primer capítulo del libro ¿Es posible construir el socialismo en Cuba?(9)

Aquellas palabras dirigidas a los jóvenes alertando acerca de la necesidad de generar ideas bien claras, de encontrar fórmulas que preserven el legado revolucionario, constituyen un llamado no solo al deber de asumir la responsabilidad histórica que corresponde a la juventud, sino reclamando la atención acerca de la imperiosa necesidad de nuevas ideas, que dispersas e inconexas poco significarían para asegurar la viabilidad del socialismo en Cuba y con ello la defensa de un proyecto propio de Nación, la defensa de la independencia y de la soberanía nacional, la protección de los intereses del pueblo. Se trata entonces de la necesidad de trabajar y desarrollar los fundamentos teóricos de la construcción socialista en Cuba desde la praxis misma. Tan importantes son estos temas, que un quinquenio después del encuentro, el propio Fidel los retomó, no sin antes afirmar: "Confieso que me sorprendió la actualidad de las ideas expuestas que, cinco años después, son más actuales que entonces, ya que muchas se relacionaban con el futuro".(10)

Sobre los desafíos

Entre las fortalezas que mantiene la sociedad cubana, generadas por el profundo cambio cultural que significó la revolución socialista, está la comprensión de la importancia de la unidad nacional, del patriotismo e internacionalismo, del antimperialismo, la solidaridad y la justicia social, como fundamentos del modo socialista de vida.

Sin embargo, las diversas formas de organizar el metabolismo socioeconómico de la sociedad cubana en los diferentes momentos del proceso revolucionario no contribuyeron en la medida necesaria a generar adecuados niveles de organización, laboriosidad, eficiencia y calidad en el desempeño económico.

El socialismo cubano no lograba encontrar la fórmula para generar un funcionamiento económico eficiente. El Estado cubano era capaz de organizar, con buenos resultados, importantes aspectos de la vida de la sociedad: el sistema educacional, la salud pública, la seguridad social, la seguridad ciudadana, la defensa del país, la actividad deportiva, la actividad cultural, pero no lograba lo mismo en el terreno económico donde se acumulaban las ineficiencias, el desperdicio de recursos, baja calidad en la producción, insuficiencias en los servicios, graves deficiencias en el mantenimiento, entre otros problemas.

Las fórmulas practicadas para organizar el funcionamiento socioeconómico de la sociedad cubana dentro de las finalidades del socialismo no dieron el resultado necesario. Después de la primera década que fue de consolidación ideológica y política del proceso y del poder revolucionarios, fueron ensayadas dos vías para hacerlo: la política de construcción paralela del socialismo y el comunismo, fundada en la exclusividad del estímulo moral, que fracasó y fue seguida por la aplicación del sistema de dirección de la economía vigente entonces en la URSS y otros países socialistas, proceso durante el cual ?como dijera Fidel? "copiamos bien lo malo y mal lo bueno".

Tanto en una como en otra tentativa hubo avances, crecimiento y en algunos aspectos desarrollo, y la ideología revolucionaria salió fortalecida,(11) se mantuvo el predominio casi total de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción y servicios y demás propiedades socializadas, la planificación como un principio fundamental del socialismo y el papel del Estado en la regulación del proceso económico, pero no se lograba organizar eficientemente el metabolismo socioeconómico del país.

El proceso que se dio en llamar "de rectificación de errores y tendencias negativas" inició un camino que buscaba encontrar la eficiencia a partir de las experiencias concretas en la producción y los servicios, mediante una lucha contra el burocratismo y la corrupción administrativa, sin la camisa de fuerza de un plan preconcebido de cambios, sino privilegiando la experimentación y hacerlo mediante una amplia participación popular.

El proceso de rectificación movilizó al país, tanto para identificar las deficiencias como para proponer las vías de solución y para la acción positiva, en particular la dirigida a superar la deuda social(12) que se acumuló durante la copia del sistema de dirección de la economía vigente entonces en la URSS. Devino también proceso de fortalecimiento en el plano ideológico y ético y en ese orden, preparó a la Revolución para enfrontar el difícil escenario que estaba por producirse.

En el momento en el que se iniciaba la madurez de aquel proceso y comenzaban a generarse fórmulas e ideas que habrían podido cristalizar en el camino hacia un nuevo modo de hacer el socialismo, comienza la desintegración que condujo a la desaparición del socialismo en Europa oriental y del Estado multinacional soviético, lo que produjo un cambio brusco y radical en las condiciones económicas y sociales de la sociedad cubana, contrayéndose el tiempo y el espacio del proceso revolucionario.

Aquellas circunstancias pusieron en peligro no solo al socialismo y al proceso revolucionario, sino también al país, no por gusto la consigna que entonces levantó Fidel al embanderar la resistencia nacional ante tamaña adversidad fue la de "salvar la patria, la Revolución y el socialismo".(13)

La irrupción desestabilizadora y desintegradora del período especial impactó fuertemente en todo el tejido de la producción y los servicios del país agravando las deficiencias arriba señaladas.

El Estado revolucionario cubano logró preservar la protección universal de toda la ciudadanía aún en condiciones de gran precariedad, pero la magnitud y lo dilatado de ese impacto pusieron en una aguda crisis recesiva la economía del país, una crisis exógena que se asociaba con las deficiencias en el funcionamiento de la economía y se agravaba por los efectos constantes del bloqueo económico de los Estados Unidos, a la par que producía efectos negativos en los valores cultivados por la revolución socialista. Se incrementó el "sálvese quien pueda" y se multiplicó la sustracción ?de las más disímiles maneras? de los recursos del Estado para satisfacer necesidades individuales, así como la corrupción y el soborno.

El camino de la superación del período especial ha sido largo, difícil y costoso. Cuando se produce el discurso del 17 de noviembre de 2005 el país venía cuesta arriba en un lento proceso de recuperación económica sin que llegara a producirse un despegue que pudiera impulsar la economía sustancialmente.

En condiciones de constante emergencia económica parecería imposible dedicar tiempo al pensamiento analítico sobre el rumbo a seguir y, sin embargo, es cuando más necesario resulta. También pudiera aludirse que no es posible desarrollar una teoría de lo que todavía no existe realmente, porque no se cuenta con suficiente evidencia práctica para hacer generalizaciones válidas, útiles para el cambio y capaces de autorrenovación, de superación, pero ¿cómo avanzar en el propósito de cambiar lo que debe ser cambiado si no se tienen objetivos claros, correctamente articulados y argumentados? Al respecto Fidel señala en el discurso en el Aula Magna: "En este mundo real, que debe ser cambiado, todo estratega y táctico revolucionario tiene el deber de concebir una estrategia y una táctica que conduzcan al objetivo fundamental de cambiar ese mundo real. Ninguna táctica o estrategia que desuna sería buena".(14)

Estamos entonces frente a la imperiosa necesidad de articular en un pensamiento teóricamente coherente, el conjunto de argumentos que permitan la fundamentación estratégica de los cambios en curso, con una flexibilidad táctica que posibilite corregir el rumbo y que dé paso a la elaboración de un programa consensuado socialmente en el cual queden definidos la orientación general y los márgenes de las transformaciones en curso. Ello daría mayor coherencia y solidez a los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución hoy en proceso de aplicación y permitiría su mejor valoración crítica.

Si bien no sabíamos nada de socialismo, no es menos cierto que hay dos realidades innegables. Una es que la vida diaria nos demuestra que el fracaso del socialismo en los países de Europa del Este y en la desaparecida Unión Soviética, en modo alguno convalidó la viabilidad del capitalismo en el mundo. La crisis del sistema, los peligros para la seguridad mundial de las guerras promovidas desde los centros capitalistas del poder, la irresponsable depredación de los recursos naturales del planeta, la persistencia del hambre y de la pobreza de cientos de millones de seres humanos, el surgimiento de pandemias, claman por la urgente necesidad de superar la barbarie capitalista. La otra es que si bien no hemos alcanzado un funcionamiento socioeconómico eficiente, sí hemos acumulado un caudal de conocimientos y experiencias que nos ponen en posición de avanzar en una concepción viable para la construcción del socialismo en Cuba.

¿Gorro frigio o bandera roja?

Las transformaciones socioeconómicas, actualmente en curso en el país, ya están generando nuevas leyes y llegará el momento en que será necesaria una reforma constitucional. Esa coyuntura será particularmente decisiva para el desarrollo futuro de la sociedad cubana, ya que será el momento de confirmar en la ley de leyes las conquistas fundamentales de la revolución socialista, en especial el poder político del pueblo trabajador, el sistema político generado por la unidad revolucionaria, el predominio de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción y servicios y demás propiedades socializadas, el papel de la planificación, la independencia y soberanía nacional, las conquistas sociales en particular en el terreno de la educación, la salud pública y la seguridad social.

Junto con ello, el incremento de las relaciones mercantiles en la sociedad cubana impone un especial rigor en todo el entramado jurídico que está fraguando en tanto correlato legal en el camino a un nuevo ordenamiento económico, no solo para resguardar las conquistas fundamentales de la revolución socialista, sino también para superar deficiencias en la organización política de la sociedad, para asegurar una distribución eficiente del poder en los diferentes ámbitos y niveles de la estructura sociopolítica, para asegurar los derechos de la ciudadanía, para lograr un modelo eficiente de comunicación social, así como una real y eficiente participación social y formas eficaces de control popular.

Hubo mercado en el régimen esclavista, lo hubo en el feudalismo y lo hay en el capitalismo, el mercado siempre ha estado asociado a la propiedad privada, pero en ningún lugar está escrito ni convertido en ley que no lo puede haber con predominio de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción de bienes y servicios, como tampoco en ningún lugar está escrito que el mercado es algo eterno. Pero del mismo modo que en diferentes modos de producción el mercado ha existido con reglas diferentes, en una economía de orientación socialista las reglas también deberán ser las propias.

Se trata entonces de una solución de continuidad, no de ruptura. La reforma constitucional que resulte de este proceso de cambios no instaurará una "nueva" república que sería,, como sueñan algunos, una suerte de remedo claudicante del ordenamiento republicano de la etapa neocolonial superada por la Revolución, sino que enriquecerá la actual. No por gusto Fidel dijo a los estudiantes: "Y mientras más ilusiones se hagan ellos y más piensen ellos, más debemos pensar nosotros, y más debemos sacar las conclusiones nosotros, para que jamás la derrota pueda enseñorearse sobre este glorioso pueblo que tanto ha confiado en todos nosotros".(15) Son cambios demandados por los requerimientos de la evolución, reformar es cambiar lo que debe ser cambiado. Las reformas económicas, políticas, jurídicas, organizativas son procesos lógicos necesarios para corregir errores, superar deficiencias, mejorar.

Las reformas son revolucionarias, cuando se hacen con objetivos revolucionarios, con ideas revolucionarias y por revolucionarios, no por reformistas con ideas restauradoras de prácticas y conceptos superados por la sociedad cubana, por su historia.

El incremento de las relaciones mercantiles en la sociedad cubana actual sería un proceso regresivo, no revolucionario, si en el sistema resultante la articulación de las actividades socioeconómica, organizativa, jurídica normativa e ideológica política, terminan permitiendo que sea la jerarquía del mercado la que se reproduzca en el tejido social y si la cohesión política de la sociedad cubana -garantía indispensable para que esa reforma sea una reforma revolucionaria? queda a mediano o largo plazo debilitada o anulada.

Precisamente lo que ha profundizado el neoliberalismo en el mundo es una fragmentación de la sociedad consustancial a la dominación del capital, fragmentación que es sobre todo del tejido humanista, de las conciencias. Un incremento incontrolado del mercado en la sociedad cubana sería congruente con esa función fragmentadora y a la larga letal para el humanismo socialista.

El desafío fundamental es encontrar el equilibrio positivo entre el funcionamiento hoy ineludible de las relaciones mercantiles, los derechos de la ciudadanía y la justicia social, entendida esta en los términos del humanismo socialista, y hacerlo preservando el poder del pueblo. Y eso es algo imposible de lograr sin un ordenamiento jurídico que proteja a la sociedad en su conjunto, respaldado por una voluntad política, inspirada en los objetivos revolucionarios socialistas que encarna la ideología de la Revolución Cubana.

No habrá avance si no hay una genuina participación popular

El proceso revolucionario cubano ha producido episodios importantes de participación popular, que han sido decisivos en materia política e ideológica. Han sido numerosos y no es el caso mencionarlos todos, baste señalar el debate de los documentos de los congresos del Partido, el debate del Anteproyecto de Constitución y posterior referendo de 1976, el debate del Llamamiento al IV Congreso del Partido, los parlamentos obreros en 1994 y más recientemente el debate de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución. Sin embargo, la continuidad de la orientación socialista de la sociedad cubana impone prácticas participativas aún más profundas acompañadas de fórmulas de descentralización y distribución del poder en sus diferentes modalidades y niveles, de una organización eficiente del control popular, de un papel activo del periodismo analítico y crítico, de una transparencia sin tabúes de la información.

Los cambios hoy en curso están generando nuevas preguntas y nuevas rectificaciones, cuyos contenidos son objeto de discusión en sectores de la superestructura política, en medios académicos y grupos de reflexión; pero esta riqueza no confluye suficientemente hacia la opinión pública y no contribuye en la medida necesaria a fertilizar la subjetividad de la ciudadanía. Ya hay nuevas ideas, aunque no han tenido la debida divulgación y promoción en la sociedad.

El propio debate de los Lineamientos, si bien tuvo al final una amplia divulgación de sus resultados, las discrepancias y los aportes, no fue acompañado de una comunicación que proporcionara a la ciudadanía la riqueza de puntos de vista en curso. De igual manera, la aprobación popular de los Lineamientos y la necesidad de concretarlos en la práctica, en modo alguno cerró el debate sobre el presente y el futuro de la sociedad cubana, más bien lo replantea con una mayor profusión de argumentos.

La participación social eficiente implica que el Estado cubano pase a ser un instrumento del cambio social, responsabilidad del pueblo y no solo un aparato subordinado a las decisiones del Partido y del Gobierno, independientemente de que ambos lo representan y defienden sus intereses.

El desafío hoy es de tal magnitud que se pone a la orden del día la obligación de partir de una mirada amplia y de largo alcance, para proponerse entre todos el diseño del futuro del país, algo que no puede ser hecho por un grupo de personas por mejor preparados que se consideren. Es preciso desde las posibilidades de Cuba, resultantes de la obra cultural de la Revolución, darle continuidad con la más amplia participación social y despojados de prejuicios que impidan ver con claridad la complejidad del presente.

Tal es el camino para que las reflexiones, las conclusiones, las propuestas sean razón de cohesión, articulación, fortalecimiento del rumbo socialista, más allá de su necesaria gradualidad, de las tareas que correspondan a cada quien y la necesidad de reaccionar ante imprevistos.

Por esa razón es imprescindible motivar el análisis colectivo, no dejarlo solamente a las iniciativas sectoriales y grupales que obligadamente surgen y surgirán, sino liderarlo desde el sujeto político de la revolución socialista con una visión amplia e incluyente y una política comunicacional que viabilice un eficiente flujo de ideas.

El pueblo en su calidad de sujeto del cambio, de cambiar lo que debe ser cambiado, debe ser generador y a la vez apropiarse de los objetivos y de la institucionalidad que pautan los caminos de esos cambios. De ahí que lo primero es reconocer, no solo el derecho a la educación y la necesidad de la educación como finalidades sociales básicas, sino reconocer que el pueblo tiene la capacidad de investigar y conocer, y no solo de aprender lo que le enseñan, lo que le dicen. De ahí la importancia capital del derecho a una información no solo veraz, sino también suficiente y oportuna.

El hábito es el de apreciar la sociedad y sus procesos desde el conocimiento anterior, como algo "dado" y ello suele ser así, pero una serie de procesos aleatorios se combinan constantemente con procesos determinados y no es ciento por ciento posible afirmar que lo que sigue será igual o de iguales características a lo pasado, aunque sí similares en diferentes contenidos y medida. La realidad cambia, pero el modo de percibirla y entenderla no lo hace con el mismo ritmo. De ahí la necesidad de un constante ejercicio introspectivo que permita descubrir lo que es preciso desaprender.

Tal circunstancia impone al conocimiento de lo social al menos dos precauciones. La primera y fundamental: abrirse con la mayor amplitud a la entrada de información, lo que implica construir conocimiento con los actores; la segunda: hacer una selección más eficiente y rigurosa de los datos, prestando atención a aquellos que pueden significar o producir efectos importantes en los procesos estudiados. La inducción y la deducción no desaparecen, pero tampoco pueden ser practicadas de igual manera.

El proceso de incorporación de la información está requerido no solo de mayor apertura a los datos aportados por la ciudadanía, por algunos negados de oficio por su "falta de profundidad", sino -y junto con ello- de una práctica colectiva, intuitiva y creativa en su interpretación. Por otro lado, los procesos deductivos siguen siendo imprescindibles al formar parte inseparable del conocimiento; precisamente la diferencia entre información y conocimiento radica en el sentido que tiene para el sujeto la información obtenida. En consecuencia, la facultad de conocer y no solo de incorporar lo que otros dicen debe ser reconocida no solo de palabra, sino en la práctica cotidiana, a todos, al sujeto pueblo.

El papel cardinal de la juventud

El 4 de abril de 2010, al clausurar el IX Congreso de la UJC, Raúl Castro dijo a los jóvenes cubanos: "La batalla económica constituye hoy, más que nunca, la tarea principal y el centro del trabajo ideológico de los cuadros, porque de ella depende la sostenibilidad y preservación de nuestro sistema social".(16)

Esa aseveración del Presidente cubano es inapelable, ya que una economía de orientación socialista debe dar respuesta a las finalidades de la ciudadanía dentro de la organización de la economía que propugna; de lo contrario, la consecuencia lógica a la larga será el crecimiento y agudización de la contradicción entre los intereses personales legítimos y las convicciones de acompañar la política del país, con la consecuencia del desprendimiento de individuos y grupos de las pautas, objetivos y tareas que trace el sistema y el derrape hacia estrategias individuales para lograr sus aspiraciones.

Alertó Raúl que el país no podría avanzar sin una economía sólida y dinámica, sin eliminar gastos superfluos y el derroche, sin una agricultura fuerte y eficiente, sin que las personas sientan la necesidad de trabajar para vivir, sin la conformación de un firme y sistemático rechazo social a las ilegalidades y diversas manifestaciones de corrupción, si se mantenían las plantillas infladas. Y concluyó: "En resumen, continuar gastando por encima de los ingresos sencillamente equivale a comernos el futuro y poner en riesgo la supervivencia misma de la Revolución".(17)

La batalla económica en el centro de la actividad ideológica con la finalidad de preservar el sistema social cubano, lo que significa preservar las conquistas sociales de la revolución socialista, fue el mensaje de Raúl a los jóvenes. Meses después, Fidel lo confirma al demandar de los jóvenes "un máximo de consagración y esfuerzo en la batalla ideológica".(18)

Cabe preguntarse quiénes estarán mejor preparados y dispuestos que los jóvenes a emprender los cambios que necesita el país, a participar en el imprescindible replanteo integral que resuma lo mejor de nuestro pasado y presente revolucionario y se proyecte a los desafíos futuros con la misión de preservar las conquistas sociales y culturales de la revolución socialista.

Es fundamental entender que hoy no son viables fórmulas quizá oportunas en las décadas de 1960, 1970, 1980, porque la situación que vive hoy el planeta, el continente, nuestra región y el país mismo, han cambiado sustancialmente. Las condiciones que existieron en aquellos años para el desarrollo social y económico del país, hoy son historia. No es posible asegurar los planes como antes, la sociedad cubana es hoy más culta y exigente ante los planteos de la política.

Por otro lado, varias generaciones de cubanos se han formado en la estabilidad relativa de la planificación, en la cultura de la previsión segura a mediano, e incluso, largo plazo, hoy solo posible en algunos aspectos de la vida socioeconómica. El blindaje financiero para un país subdesarrollado, con una economía precaria y bloqueado por los Estados Unidos, que daría esa seguridad en las condiciones del mundo de hoy, es apenas un propósito a largo plazo. Las relaciones económicas y comerciales internacionales, incluyendo con los estados amigos, tienen, en general, una base mercantil donde opera la ley del valor.
La iniciativa, la experimentación y sobre todo el consenso y la participación de la sociedad son más importantes y necesarios que nunca antes.

De suyo se comprende que una teoría acerca de las bases para una transición socialista en la sociedad cubana tiene que responder a esas realidades o sería apenas un ejercicio teoricista sobre escenarios improbables. De ahí que es pura escolástica la discusión acerca de si lo que se hizo en los años sesenta, en los setenta o en los ochenta era mejor y debe repetirse. El análisis histórico es fundamental sobre todo para no repetir errores, y no es menos cierto que si se producen similares condiciones pueden producirse situaciones similares, pero los cambios en el mundo, la región y el país han sido de tal magnitud que hurgar en el pasado para ver cuáles fórmulas dieron resultado entonces sería una interpretación fallida de la historia, porque en lugar de apreciarla críticamente devendría mirada quimérica, cuando no mezquina disputa sobre quién tenía o no razón. Por otra parte, sacaría la mirada de donde no puede quitarse: de la realidad actual, las potencialidades de la sociedad cubana, sobre todo las culturales, las posibilidades reales del mundo de hoy, y cómo hacerlo mejor en la realidad actual. Por ello es necesario no solo aprender las nuevas circunstancias, sino también desaprender los viejos conceptos y hábitos.

Otro elemento que considero importante es la escasa cultura del pueblo en materia de relaciones mercantiles, contratos, impuestos y litigios legales, así como la necesidad de una disciplina laboral exigente. Si bien es cierto que a lo largo de los diferentes modelos de metabolismo socioeconómico practicados desde que triunfó la Revolución, no se superó la psicología de intercambio de equivalentes que sobrevivió en condiciones de predominio de la propiedad social socialista sobre los medios fundamentales de producción y demás propiedades y recursos socializados, esta psicología se realizaba en el cambio de bienes, pero no en el proceso de producción de esos bienes.

Lo anterior significa que no ha habido una práctica en la que las relaciones mercantiles hayan jugado un papel en la organización de proceso productivo, obviamente junto con el papel regulador de la planificación, sino que la planificación, el modo en que se ha practicado en el país, ha dominado durante décadas todo el proceso productivo, en el que participaban individuos con una psicología de intercambio de equivalentes. En un momento en que se amplían las relaciones mercantiles, no existe en la sociedad cubana una práctica que permita asimilarlas en el propio proceso de producción de bienes y servicios con un sentido práctico y crítico.

Las condiciones económicas y sociopolíticas en las que tiene lugar el actual proceso de reformas -a la que el apelativo en uso de "actualización" queda pequeño- no son nada sencillos, tenemos un país con una agricultura que apenas asoma los primeros pasos hacia la eficacia, baja productividad en la industria, una población que envejece, enormes dificultades para obtener crédito en el mundo, falta de experiencia en el manejo de las relaciones mercantiles y de los emprendimientos privados, nos golpea al igual que a todos los países la crisis económica mundial, solo que en nuestro caso se suma el bloqueo económico que por más de medio siglo mantienen los Estados Unidos contra Cuba, entre otras adversidades.

Y aún así, el ideal del socialismo se mantiene como horizonte en la subjetividad de la gran mayoría de los cubanos, no solo porque lo avanzado en la aspiración a construirlo ha traído importantes resultados concretos en la transformación de la sociedad, muchos de los cuales Fidel enumera en su discurso, sino porque a nivel de la conciencia social e individual no habría mejor opción para el país.
La juventud cubana es la principal heredera del legado revolucionario de la generación del centenario encabezada por Fidel, pero como él advirtiera en su concepto de revolución lo primero es tener sentido del momento histórico. Conservar la herencia revolucionaria implica no limitarse a ella, sino avanzar.

El 17 de noviembre de 2005, Fidel se dirigió a los universitarios, pero no solo a ellos, sino también a toda la juventud y a toda la sociedad, ya que el proceso de cambios que es preciso realizar, no puede ser obra y responsabilidad del Estado, del Partido, de los universitarios, o de un grupo de pensadores, sino del pueblo todo, entre cuyas principales esperanzas está la juventud universitaria.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

CASTRO RUZ, FIDEL: "Discurso pronunciado el 28 de septiembre de 1990 en el acto central por el xxx aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución", efectuado en el teatro Carlos Marx, <http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1990/esp/f280990e.html> [17/11/2014].

CASTRO RUZ, FIDEL: "Discurso del 1.ro de Mayo de 2000, Plaza de la Revolución", <http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2000/esp/f010500e.html> [17/11/2014].

CASTRO RUZ, FIDEL: "Discurso pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005", versiones taquigráficas-Consejo de Estado, <http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html> [17/11/2014].

CASTRO RUZ, FIDEL: "Mensaje a los estudiantes universitarios el 17 de noviembre de 2010", <http://www.cubadebate.cu/especiales/2010/11/17/mensaje-de-fidel-a-los-estudiantes/#.VDw6XVchO2c> [17/11/2014].

CASTRO RUZ, RAÚL: "Discurso pronunciado en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas", La Habana, 4 de abril de 2010, <http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/index2.html> [17/11/2014].

CASTRO RUZ, RAÚL: "Discurso pronunciado por el Presidente cubano Raúl Castro Ruz en la clausura del Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular", Palacio de Convenciones, 18 de diciembre de 2010, <http://www.cuba.cu/gobierno/rauldiscursos/index2.html> [17/11/2014].

MACHADO RODRÍGUEZ, DARÍO: ¿Es posible construir el socialismo en Cuba?, Editora Política, La Habana, 2004.

 

 

 

RECIBIDO: 6/9/2014

ACEPTADO: 19/9/2014

 

 


Darío Machado Rodríguez, Instituto Internacional de Periodismo José Martí, La Habana, Cuba. Correo electrónico: dariomachado14@gmail.com

 


NOTAS ACLARATORIAS

1. Fidel Castro: "Discurso del 1.ro de Mayo de 2000, Plaza de la Revolución".

2. Raúl Castro Ruz: "Discurso pronunciado por el Presidente cubano Raúl Castro Ruz en la clausura del Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en el Palacio de Convenciones, el 18 de diciembre de 2010, Año 52 de la Revolución".

3. Fidel Castro Ruz: "Discurso pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005", p. 23.

4. Ibídem, p. 35.

5. Ídem.

6. Ibídem, p. 30.

7. Ibídem, p. 34.

8. Ibídem, p. 36.

9. Cfr. Darío Machado Rodríguez: ¿Es posible construir el socialismo en Cuba?, p. 13.

10. Fidel Castro Ruz: "Mensaje a los estudiantes universitarios el 17 de noviembre de 2010".

11. La ventaja de tener los medios de comunicación social al servicio de los intereses de las grandes mayorías y la prohibición de hacer propaganda contrarrevolucionaria, permitieron mantener los medios al servicio de la cultura política afín al proceso revolucionario. En esos años, a pesar de los ingentes esfuerzos propagandísticos a través de emisoras contrarrevolucionarias, en particular la llamada Radio Martí y de la totalmente fracasada televisión igualmente nombrada, la atención del público cubano nunca derivó significativamente hacia esas ofertas de desinformación y guerra psicológica.

12. La deuda social fue particularmente visible en la escasez de círculos infantiles, la construcción de viviendas, escuelas especiales, entre otros.

13. Fidel Castro Ruz: "Discurso pronunciado el 28 de septiembre de 1990 en el acto central por el XXX aniversario de los Comités de Defensa de la Revolución".

14. Fidel Castro Ruz: "Discurso pronunciado en el acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005", p. 25.

15. Ibídem, p. 45.

16. Raúl Castro Ruz: "Discurso pronunciado en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas".

17. Ídem.

18. Fidel Castro Ruz: "Mensaje a los estudiantes universitarios el 17 de noviembre de 2010".


Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons