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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.281 La Habana ene.-jun. 2016

 

Reseñas de libros

Un valioso aporte a la lingüística cubana


A valuable contribution to Cuban linguistics

De la valía de la excelente colección de ensayos de Marcia Losada, Entre la mente y el lenguaje. El árbol de carne, merecedora del Premio Editorial UH 2014, dan cumplida cuenta los prólogos de autorizadas voces: los profesores Erick Fernández Hernández y Luis Álvarez Álvarez. Destaco tres grandes méritos: en primer lugar, una voluntad científica que resulta evidente en el tratamiento de los temas, la definición de los conceptos, la precisión de las unidades con las que trabaja y su aplicación práctica. Voluntad científica que la autora reclama permanentemente, intentando un análisis de superación de teorías válidas por sí mismas pero concebidas como compartimentos estancos, como fragmentos de un todo, como miradas parciales que no atienden suficientemente a esa visión de conjunto, a esa imagen abarcadora, concatenada y relacionada que exige la relación entre pensamiento y lenguaje. En segundo lugar, su carácter inter- y transdisciplinar, sin pensar en divisiones o límites de ciencias. Es evidente que la autora sabe que se hace hoy una ciencia lingüística que borra contornos y fronteras esquemáticas y que se abastece de otras disciplinas de lo social que la complementan o se sirven de ella. Y por último, su utilidad. Si bien es un libro destinado a especialistas e interesados, estoy segura de que además de los lingüistas, investigadores de las ciencias de la comunicación, filósofos, sociólogos, biólogos y hasta matemáticos, entre otros, se acercarán con interés a este libro.

Seis ensayos conforman el texto, en los que, con una exhaustiva revisión bibliográfica y una orgánica interrelación de saberes pertenecientes a ciencias distintas pero cercanas, como la filosofía; o la aplicación de la teoría de la complejidad, pocas veces utilizada, para analizar en profundidad procesos lingüísticos; y desde una perspectiva teórica que aúna tradición y modernidad, se aborda la compleja relación entre pensamiento y lenguaje, se ofrecen explicaciones metodológicas y modelos teóricos para dilucidar fenómenos de alta densidad conceptual, como la interpretación del "sujeto silencioso" o los difíciles entramados que intervienen en la morfogénesis de la autoorganización de los niveles de comprensión de un texto, tema de la mayor novedad en el ámbito de los estudios lingüísticos en Cuba. Estos ensayos sirven de pretexto a la autora para abordar, desde una visión original, su preocupación central: el proceso que discurre entre la escritura y la lectura. De ahí la utilidad que, en tanto síntesis y peculiar originalidad en la mirada, se le reconoce a este libro para la enseñanza universitaria.

En este sentido, y para destacar no solo la importancia de la teoría de la complejidad sino la urgencia de un acercamiento científico inter- y transdisciplinar a los temas del lenguaje, la autora afirma que: "La perspectiva compleja permite, por otra parte, no solo descubrir espacios holísticos de funcionamiento de la lingüística con otras ciencias, intersecciones no suficientemente estudiadas, sino también tratar de modelarlos con herramientas científicas integradas". Marcia Losada nos muestra un estructurado pensamiento teórico que le permite conectar elementos a veces un tanto apartados. Y aquí encontramos una de las mayores virtudes de este libro, lograr unir la inteligencia y la creatividad: ofrecernos, en definitiva, una visión personal integradora de los fenómenos lingüísticos. En este sentido, refiere: "Solo la generalización teórica permite el tránsito del conocimiento sensorial al conocimiento humano, pues refleja la comprensión de la esencia de los fenómenos, de sus potencialidades transformativas y de sus leyes".

De la mayor novedad, como reconoce Luis Álvarez Álvarez, resulta el concepto de zona de emergencia y bifurcaciones en tanto propuesta de superación a las limitaciones de la distinción saussureana entre lengua y habla; la perspectiva modal y su trascendencia para el campo del conocimiento y el propiamente lingüístico, así como la definición misma del "sujeto silencioso" en su imbricación con el sujeto social.

Solidez científica, pensamiento original y capacidad de relación, tres virtudes que definen esta investigación y los resultados que nos entrega la autora con Entre la mente y el lenguaje..., un libro concentrado, de hondos significados, que se inscribe, a no dudarlo, como un valioso aporte a las ciencias de la comunicación y muy especialmente a la historia de la lingüística cubana.
Hay que felicitar especialmente a la Editorial UH por acercarnos a un libro que se nutre de lo más valioso de los estudios cubanos de lingüística teórica, que ha contado, para solo referirnos a la segunda mitad del siglo XX , con autores de la talla de Max Figueroa y Leandro Caballero.

Que El árbol de carne germine en nuevos proyectos para dar cuenta del infinito campo de investigación que es la construcción de modelos teóricos, su explicación e ilustración; que El árbol de carne germine en nuevos proyectos para continuar describiendo, explicando y comprendiendo, en todas sus interconexiones, la compleja relación entre el conocimiento y los signos, entre la mente y el lenguaje.

ANA MARÍA GONZÁLEZ MAFUD. Universidad de La Habana. Correo electrónico: anagemafud@gmail.com

 


Cervantes en la cultura cubana


Cervantes in the Cuban Culture(1)

Hace exactamente once años que pisé por primera vez esta hermosa isla, a la que siempre había deseado venir al tenerla en un recóndito, aunque nada oscuro, espacio de la conciencia, con una ilusión y unas espectativas que, sin duda, pertenecían a un universo imaginario y utópico. Circunstancias éticas me lo habían impedido durante años: era por aquel entonces el responsable en mi Universidad de Barcelona de la comisión que había de aprobar o no los intercambios docentes e investigativos entre ella y la Universidad de La Habana, por lo que no me parecía oportuno beneficiarme de la situación.

Acabado aquel periodo -todo es esfímero, afortunadamente (salvo ciertos valores)- y ya fuera de dicha comisión, me decidí a solicitar una de esas ayudas para venir a La Habana, a la Facultad de Artes y Letras, para impartir un curso -a lo mejor es el destino, y no es la primera vez que me sucede- sobre Cervantes y el Quijote, materia de la que me he ocupado durante más de veinticinco años en mi Universidad.

A nadie conocía y mis contactos eran exclusivamente dos: el entonces -y de nuevo actual- decano de la Facultad, el Dr. Rogelio Rodríguez Coronel, y el Dr. José Antonio Baujin, quien, a pesar de mi insistencia, no respondía a mis correos electrónicos. No importa eso ahora. Y no importa porque, tras recogerme en el aeropuerto, fueron largas -y gratas, mucho- las horas hablando como dos viejos amigos que se hubiesen conocido toda la vida y acababan de reencontrarse.

Y si aquellas primeras horas de charla nocturna sobre mil y un temas fueron de un interés extraordinario, este fue en aumento conforme a lo largo de las dos semanas que permanecí aquí impartiendo el curso se iba poniendo de manifiesto el que ambos sentíamos por el autor que hoy nos reune aquí: don Miguel de Cervantes. Supe así -además de sus investigaciones sobre Carpentier y otras áreas-, de sus trabajos sobre el de Alcalá y de su inclinación especial por su teatro, la cual se tradujo en la espléndida edición del Teatro completo -La Habana, 2010- que tuvo la deferencia y generosidad de dedicarme y que quiero agradecer ahora públicamente. Un gozoso y enriquecedor intercambio de ideas y opiniones, en suma, que fue creciendo más aún a lo largo de otros muchos encuentros tanto aquí como en España.

Y supe también del proyecto que más concretamente traía entre manos: la preparación de un volumen donde se recogiese la presencia de Cervantes en nuestra Isla (permítanme hacerla un poco mía y dejen que me sienta un poco habanero: a la postre, soy de Sevilla, hermanada con esta hermosa ciudad y tan habanera como Cádiz a pesar de lo que dijera el malogrado Carlos Cano en letra de Antonio Burgos).

No me extrañó el proyecto, pues es literalmente imposible sustraerse a la presencia de Cervantes y al impacto que esto causa cuando, al pasear por la ciudad, no deja uno de ver magníficas esculturas de don Quijote y Sancho; de admirar cuadros, láminas y grabados antiguos y actuales donde aparecen los dos personajes más famosos de la literatura universal; ojear las viejas y bellas ediciones que de la obra se conservan en la Biblioteca Nacional o adquirir verdaderas obras de arte realizadas por jóvenes artistas contemporáneos. Jamás podía imaginar un culto tan extraordinario a Cervantes y a sus personajes ni creo que exista otra ciudad o país donde esto suceda también. Todo lo cual es evidente que no deja de ser una respuesta colectiva ante un hecho literario que trasciende la propia literatura.

Mas el verdadero choc vino cuando en Barcelona, exactamente en septiembre del 2006, me entregó un ejemplar Del donoso y grande escrutinio del cervantismo en Cuba, aparecido unos meses antes. Si ya el proyecto me había parecido sumamente interesante, esperanzador y útil, el resultado lo superaba: 1 411 páginas en esa primera edición, que ponen en manos del lector interesado -especialmente del estudioso- un inconmensurable material en el que sumergirse con todo rigor y ordenadamente en la huella cervantina y, más específicamente, quijotesca en la cultura cubana en su más amplio sentido. Todo ello fruto de una labor investigadora de primera magnitud y de máximo nivel que nos obliga gozosamente a reconocer al cervantismo cubano como uno de los primeros y más importantes del mundo.

Una atracción por Cervantes y su Quijote que debió nacer muy a principios del siglo XVII, cuando llegan a la Isla los primerísimos ejemplares de la obra a pesar de que estaba prohibido que cruzaran el charco estos tipos de novelas (¡qué hispano: promulgar una ley para no ser cumplida!), y que poco a poco va configurando la personalidad del país a partir de los extraordinarios valores que la obra aporta: libertad, aventura, humanidad, justicia, honor, espiritualidad, lucha por ideales.… hasta que, ya en el siglo XVIII, se toma conciencia de la necesidad de estudiar de manera sistemática el fenómeno justamente como algo definitorio del ser cubano, así como su presencia directa y real en la literatura de la Isla. Desde entonces es posible encontrarnos con autores como Santiago Pita (El príncipe jardinero y fingido Cloridano); la obra de Martí, con quien el Quijote penetra en el discurso social, político e histórico; las publicaciones seriadas (Papel Periódico de la Havana, 1790-1805, que "pone a circular a Cervantes y su obra en la cotidianidad del país"; el periódico Don Quijote, 1864-1865, que pretende "desfacer entuertos en este caso de la sociedad habanera bajo los auspicios del Caballero de la Triste Figura", en palabras del profesor Baujin; las revistas Cervantes, 1925-1946, y Clavileño, 1942-1943); etcétera.

Una presencia ya muy importante, a principios del siglo XX, asentada sin duda en la primera edición cubana del Quijote (1905) y en la obra Cervantes en Cuba (1929) de Manuel Pérez Beato (podría considerarse uno de los fundadores del cervantismo cubano), al que sigue un nutrido grupo de intelectuales entre los que destacan Juan José Remos, Francisco Ichaso, Nilda Blanco…. y que conforman, en palabras del Dr. Baujin, un relato crítico e historiográfico del cervantismo cubano de excelencia hasta nuestros días.

Pero en este devenir histórico, la edición que marca un punto de inflexión es la de 1960, en cuatro volúmenes, primera obra que imprime el gobierno revolucionario a instancias del propio Fidel Castro y a cargo -según se cree- de Carpentier. No deja de ser profundamente llamativo el hecho: se gesta una revolución político-social sin precedentes, triunfa, se plantea una nueva política cultural y se decide que inicie su andadura con el Quijote. ¡Realmente maravilloso! Por el hecho en sí y por todo lo que late en su interior en aquellos momentos y por lo que de simbólico tiene. Una novela de principios del siglo XVII que en su edición de 1960 se convierte en síntesis, destilado y bandera de todo un pueblo que, como el mismo Che, va a caminar sobre Rocinante adarga en mano.

No conozco una literatura, y no soy nada chovinista, que haya ofrecido a la humanidad un ejemplo del calibre del Quijote. Como ya dijera Ambrosio Fornet y subraya acertadamente Baujin, "el Quijote era la primera novela de la Revolución Cubana, puesto que quijotesco era el proyecto que se construía en la Isla y quijotescos los días que se vivían".

Pero estamos hablando de crítica literaria, de ensayismo, de sociología, de antropología, de política cultural…. Podríamos añadir, del interés de toda una sociedad por el teatro o la poesía cervantinas. ¿Y las demás artes? Tampoco conozco un país, ni siquiera el mío, donde la presencia de Cervantes sea tan patente como en Cuba en los aspectos señalados: continuadas puestas en escena del Quijote y otras obras del alcalaíno (Numancia, por ejemplo); decenas de adaptaciones de la novela; el Quijote en décimas o en octavas; miles de versos directamente inspirados en la obra cumbre de Cervantes; zarzuelas, himnos y serenatas que nos remiten de manera inmediata a su producción literaria; comics e historietas inspiradas directamente en el Quijote; cientos de ilustraciones aparecidas en la prensa o marquillas y anillas para el tabaco, entre otras muchas manifestaciones, más allá de las ediciones de las Novelas ejemplares, de los Entremeses o del mismo Quijote.

Simplemente una cantidad tan extraordinaria de material que anonada al más erudito de los especialistas.¿Y cómo organizar todo ello de cara al lector?

Solo con la inteligencia, la sensibilidad y el buen hacer del profesor Baujin y del grupo de colegas por él coordinados (Haydée Arango, Julián Ramil y Leonardo Sarría) en la investigación que soporta la obra que nos ocupa, Del donoso y grande escrutinio del cervantismo en Cuba, aparecida en 2005, y cuya segunda edición presentamos y celebramos hoy, ahora en tres volúmenes (1 700 páginas en total), mucho más cuidada que la anterior, corregida y, sobre todo, ampliada.

Y así, si la de 2005 se abría con un proemio en el que, a modo de ensayo, el responsable del volumen nos ofrecía el mosaico de ese cervantismo cubano inteligentemente analizado ("De la cabalgata cervantina por los caminos de la cultura cubana"), la de 2015 presenta, como era lógico esperar, una segunda "Nota para esta edición" cuyo título ya es revelador: "De cómo no decae el esfuerzo de Cervantes por buscar aventuras en Cuba". Un título que, también al modo cervantino (esto es: juega con nosotros, lectores, aunque no nos engaña nunca), tiene truco, pues desplaza al autor la responsabilidad de "buscar aventuras en Cuba" cuando de lo que se trata es de seguir buscando (los responsables del volumen) las profundas huellas de aquel en la idiosincrasia cubana.

Y a partir de aquí, dos grandes bloques que son los que suponen realmente el titánico esfuerzo de organizar ese inmenso material al que aludíamos antes. De una parte, "Miguel de Cervantes en la crítica y la ensayística". Tras el prólogo "Al lector" con que se abre la edición del Quijote de 1960 (¿Carpentier?), los escritos de 42 autores (6 más que los aparecidos en la primera edición, así como 3 trabajos más de algunos de los aparecidos en aquella) que ocupan los dos primeros volúmenes (más de 1 230 páginas) y que suponen, a la postre, rastrear hasta nuestros días la labor desarrollada por profesores e intelectuales cubanos a lo largo del tiempo hasta hoy. Es así como entran en esta edición los trabajos de Fernando Ortiz, Rogelio Rodríguez Coronel, Carlos F. Martí, Marlen A. Domínguez Hernández, Roberto Méndez y el propio José Antonio Baujin, o se amplían los de autores como Luisa Campuzano, Roberto González Echevarría, Elina Miranda, ya presentes en la primera edición.

El fruto no puede ser más exquisito. Porque lo que nos ofrece la obra es el acceso directo a la formación del pensamiento cubano sobre Cervantes y su obra, su discurrir histórico, a través de decenas de fuentes directas que se ocupan de aspectos muy diversos (literatura, arte, filosofía, antropología, política….) y que nos permiten obtener una idea global de cómo se va conformando gran parte de esa alma cubana a partir no solo de unas obras concretas y específicas, que también, sino -y principalmente, a mi juicio- del espíritu de su autor. Algo que cualquier investigador ha de valorar en grado sumo, así como ha de hacer con el anexo dedicado a la "Bibliografía cervantina cubana" que completa este apartado.

Pido excusas por no detenerme en estos momentos en los diferentes trabajos, pero destacar unos pocos sería un acto de injusticia con respecto al resto y no entender que, más allá de la opinión o visión del tema por cada uno de los autores presentes en la obra que nos ocupa, la grandeza de la misma radica en toda ella en su conjunto en tanto que unidad de variedades.

Por otro lado, el volumen tercero, "Miguel de Cervantes en la creación literaria ficcional y en otras artes", que viene a recoger -total o parcialmente- la presencia de Cervantes en la obra de creación (novela, ensayo poesía, danza.…) de 54 autores (9 más que en la primera edición y, entre ellos, Nicolás Guillén, Francisco Enríquez, Raúl García Dobaño, etcétera). El resultado es sencillamente espectacular, llamando la atención un texto que podría venir a resumir perfectamente la criollización de los personajes cervantinos: De las sin par andanzas de Guajiriquijote y su escudetero Calvipanzón, de José Manuel Espino. Los originales personajes se habían instalado en el Caribe y se habían hecho latinoamericanos, que es lo que, a mi juicio, no ha entendido -o no ha sabido hacer- Andrés Trapiello en su reciente novela El final de Sancho Panza y otras suertes.

Cuatro espléndidos anexos completan la obra: puestas en escena de obras de Cervantes; puestas en escena de piezas tea-trales inspiradas en el mismo autor; algunas obras plásticas inspiradas en el alcalaíno y su obra, y algunas piezas musicales de inspiración cervantina.

Se completa este tercer volumen con un rico testimonio gráfico de esculturas, grabados, vitolas, historietas, etcétera, relativas especialmente al Quijote, al que me gustaría que, en la próxima edición, se añadiesen tres fotografías que brindo a los responsables de la edición: la de un bastón con la cara de don Quijote, la de una pequeña y extraordinaria escultura del mismo, desnudo, y un busto en madera suyo con una mirada tan intensa que es casi imposible de sostener. Tres verdaderas obras de arte adquiridas en las calles de La Habana en mis diferentes viajes y que son una muestra más de la profunda, viva y rica vena cervantina que lleva este hermoso y sabio pueblo en las entrañas.

No estamos, así, ante un libro más de los muchos que se publicaron con motivo del cuarto centenario de la edición de la Primera parte del Quijote ni, ahora, de los muchos que, con seguridad, aparecerán a lo largo de este 2015 para celebrar los 400 años de la aparición de la Segunda. En absoluto. Estamos ante otra cosa: ante la expresión -vía ensayística, literaria, filosófica, escultórica, musical….- del sentimiento de toda una colectividad, ahora recogido en libro, que se inserta en perfecta línea de continuidad en el espíritu con que se imprimió el Quijote en 1960.

Porque, como señala el responsable de la edición (tan carpenteriano, por otra parte), y con ello acabo, el Quijote, per se ypara la humanidad, es "el símbolo de la lucha por la justicia y por la inquebrantable fe en el alcance de la utopía redentora". No en vano justamente ahora, en estos días, en mi país, está siendo reivindicado y enarbolado por una nueva formación política ante tanto entuerto como estamos sufriendo.

Aquí están estos tres volúmenes del Donoso y grande escrutinio del cervantismo en Cuba, con la tinta aún fresca. Saboreémoslos con calma. Felicitemos también al pueblo cubano por haber sabido destilar y paladear ese dulce y vivificador néctar que nos ofrece Cervantes y mis más sinceras gracias y ¡enhorabuena a los editores por su obra!

JOSÉ-MARÍA REYES CANO. Universitat de Barcelona. Correo electrónico: jmreyescano@hotmail.com

 


Sobre El Vedado


About El Vedado

Confieso que cuando tuve en mis manos El Vedado: historia de un reparto habanero, libro basado en la tesis doctoral presentada hace algunos años por Concepción Otero, sentí alegría y nostalgia a la vez. Lo primero porque recordaba la presentación del trabajo inicial como una sesión del Departamento de Historia del Arte de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana particularmente rica en enfoque, desarrollo histórico y despliegue de estilo narrativo, cualidades no siempre presentes en tales actividades. Conchita se mostró totalmente en posesión de sus datos y, más importante aún, con un enfoque abarcador del tema en cuestión. Ahora, al haber transcurrido un tiempo demasiado alargado entre la exposición académica y la concreción impresa, lo escrito por la autora me ha resultado, en verdad, todavía más enriquecedor y preciso en sus planteamientos teóricos que lo que experimenté con anterioridad. A ello se añade un toque de nostalgia porque soy una obstinada vedadeña. Es más, soy de unos doscientos metros alrededor de G y 21, desde mi nacimiento hace más de ocho décadas. Esa pertinencia matiza la lectura de un texto sobre mi Vedado, haciéndome de cierta manera más crítica y exigente. Confieso ahora que el texto me ha resultado aportador al conocimiento de veras de mi reparto.

El libro que ahora atesoro, con el sello de la Editorial UH, consta de unas ciento ochenta páginas, que incluyen el texto, una nutrida bibliografía, un índice alfabético (tan útil de consultar y tan difícil de compilar), así como de numerosas fotografías (algunas realmente proezas de búsqueda) que devienen auxiliares imprescindibles del texto, a más de algunos planos aclaratorios. Debo confesar con toda honradez que, quizás por cierta deformación profesional o, más aún, vivencial, el concepto mismo de la fotografía empleada como portada no me evoca la imagen de El Vedado, objeto privilegiado del profundo estudio que revela el libro todo.

La autora nos conduce, con mano firme y amable, de la "Fundación de El Vedado, circunstancias y significación", hasta el surgimiento de "otros herederos inconformes" que en la actualidad existen en la vecindad del reparto objeto de estudio. Historia y análisis de estilo se van trenzando bajo una mano firme y conocedora, para presentar una evocación que es, al propio tiempo, recuento y minucioso estudio, desarrollo en el tiempo y concordancia con la historia, realidad social y devenir de las preferencias vivenciales, visibilidad del gusto clasista y desarrollo de la nacionalidad.

Esta suerte de pares simbólicos que he esbozado se hace visible a lo largo del trabajo, que deviene de este modo algo más que el historiar de la vida de un reparto capitalino a partir de la segunda mitad del siglo diecinueve. De su origen mismo permanecen algunos nombres propios que se han convertido en señales de las zonas del reparto. El Carmelo, El Vedado, Medina son tres apelativos que me son familiares desde la niñez; perviven aun cuando se hayan olvidado los deslindes topográficos que originalmente señalaron. (Así, el Parque Mariana Grajales, en las calles 23, 25, C y D, siempre fue para mi generación el Parque de Medina, así como el Carmelo ha devenido dos clásicos restoranes y El Vedado señorea para designar el reparto todo.)

La autora despliega un amplio abanico de atención a todos los detalles que conforman y cualifican la especificidad de un reparto tan significativo como el objeto de estudio. El trazado vial se complementa con la planta espacial de las construcciones, la presencia de la vegetación como complemento del ambiente al cual siempre se le concedió importancia, subrayando su proximidad al litoral. La autora resume varios de estos elementos tomados en cuenta desde su surgimiento mismo: "Todos los aspectos que caracterizan la singularidad y el mérito del diseño urbano de El Vedado, su funcionalidad, adaptabilidad.… llevan a la estimación de un proyecto absolutamente avanzado para su tiempo".

Hacia la segunda década del siglo veinte, surgen nuevas tipologías constructivas en el reparto; sin embargo, es notable cómo "se consolida la condición y distinción residencial de El Vedado". De hecho, a lo largo de la minuciosa investigación llevada a cabo por Otero, tal característica se mantiene de diverso grado y en diferentes puntos de convergencia, destacándose como línea distintiva. Edificaciones destinadas a diversos usos comerciales, culturales, hospitalarios o recreativos se integran al ámbito general que le otorga cierta homogeneidad al reparto, y asimila estilos, usos y materiales en un ámbito diferenciado. Con toda razón la autora, tras un acucioso análisis del desarrollo temporal y estilístico, puede "insistir en la importancia de El Vedado como un atractivo núcleo cultural, altamente significativo para el público….".

La investigación plasmada en el presente volumen no se ciñe a los estrictos límites originales de El Vedado, sino que abarca, con igual rigor de examen, "otro vecinos". Con ello, el análisis cobra un renovado ímpetu, al situar el objeto de estudio en un amplio contexto histórico y sociológico. Tal indagación conduce a dos valoraciones con las que concuerdo totalmente y sobre las cuales quisiera detenerme un instante. Por una parte, afirma con razón que "El Vedado pone de relieve la riqueza morfológica de la urbanización capitalina durante el siglo XX". Por otra, que "ha quedado demostrado el valor de El Vedado para la historia sociourbana de la ciudad, dadas las especificidades que distinguen su entramado". Conclusión y síntesis de un ejemplar ejercicio de investigación y, sobre todo, de valoración histórica y estética, este tomo se debe convertir en un obligado referente y, sobre todo, en la lectura de un imprescindible capítulo para el conocimiento de la historia sociomorfológica de nuestra capital.

ADELAIDA DE JUAN. Universidad de La Habana.Correo electrónico:robade@casa.cult.cu

 


Un tema capital para el presente y el futuro de Cuba


A Capital Theme for the Present and the Future of Cuba

¿Qué municipio queremos? Respuestas para Cuba en clave de descentralización y desarrollo local, obra publicada por la Editorial UH con el cuidado y el esmero a que ya nos tiene acostumbrados, es un libro colectivo en el que intervienen veintidós autores, dieciocho de ellos juristas, dos economistas y dos profesionales dedicados al desarrollo local, procedentes de la geografía y la arquitectura y la planificación física; y cuenta con una excelente introducción a cargo de la importante socióloga cubana Mayra Espina Prieto.

Considero que se trata de un texto importante, llamado a convertirse en referente con relación a los candentes temas que aborda. La cuestión de la descentralización y el desarrollo local, como enfoques, herramientas y estilos de desarrollo, ha sido discutida en los espacios de la red de la Universidad de La Habana "Universidad y desarrollo local (UHDEL)" y también en la red nacional "Gestión universitaria del conocimiento y la innovación para el desarrollo local (GUCID)", liderada por el Ministerio de Educación Superior y la Cátedra de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología (CTS+I) de la Universidad de La Habana.

El tema del desarrollo local está ocupando un lugar creciente en la agenda de la educación superior cubana a través de programas de grado y posgrado, investigaciones, publicaciones y el trabajo en redes. Sin duda este libro pasará a engrosar la bibliografía que anima esos empeños académicos y a través de ellos se pondrá al alcance no solo del mundo académico, sino de los gobiernos y otros actores locales. Lo que está haciendo la educación superior al respecto es una contribución modesta pero ineludible al esfuerzo por el cumplimiento de los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución.

Muchos profesionales de las ciencias sociales (economistas, sociólogos, politólogos, juristas, educadores) apreciamos que la descentralización y el desarrollo local son procesos íntimamente vinculados entre sí y que ambos constituyen vehículos imprescindibles para avanzar hacia el Socialismo próspero y sostenible del que nos habla el compañero Raúl. Creemos con firmeza que la descentralización y el desarrollo local son caminos imprescindibles en el avance de las fuerzas productivas y la participación social que permitan el ejercicio de una auténtica democracia socialista. En otras palabras, el tema de este libro no nos parece un tema más, sino uno de la mayor importancia para el presente y el futuro de Cuba.

Estoy seguro de que será un libro leído por muchas personas. No todas por supuesto conceden igual importancia al tema ni lo comprenden de modo semejante. Esa diversidad es perceptible en los numerosos intercambios que sobre esos temas hemos tenido en los últimos años. Aunque sea de modo simplificado, no está de más esbozar algunas actitudes perceptibles con relación a este asunto.
No han faltado compañeros que miran el tema del desarrollo local con cierta sospecha. Lo vinculan con algunas tendencias que el neoliberalismo desplegó, en particular en América Latina, asociadas al objetivo del desmantelamiento del estado-nación. Creen firmemente que la descentralización nos debilita. Percibo que ese tipo de interpretación era más frecuente una década atrás que ahora. Recordemos que incluso revolucionarios de la talla de Hugo Chávez defendieron el ideal de un socialismo de base comunal.

A quienes conservan suspicacias, enfatizo que está claro para las personas que nos dedicamos a las ciencias sociales que el desarrollo exige una articulación inteligente entre lo nacional, territorial, local, con atribuciones y competencias debidamente delimitadas por la ley. Lo contrario, como advierten los autores, fragmentaría al país e incrementaría las desigualdades territoriales. Coincidimos con la mirada sistémica que el libro promueve, la que nos permite defender la autonomía relativa de lo municipal y, a la vez, distanciarnos de un concepto de municipio que lo conciba como autónomo y autosostenible. La idea de autarquía municipal simplemente no es procedente como tampoco lo es la concepción de municipio como receptáculo de decisiones verticales.

Son más frecuentes las personas que aceptan el desarrollo local, pero le restan importancia. Creen firmemente en que solo los grandes programas, dirigidos centralmente, tienen la capacidad de fomentar el desarrollo del país. Incluso cuando promueven iniciativas de desarrollo local las conciben como programas que se generan y dirigen desde los niveles más altos, aunque se desenvuelvan en los ámbitos locales. No conceden especial protagonismo a las comunidades, a los actores locales donde esos proyectos deben echar raíces. A este tipo de actitud la caracterizo como un enfoque centralizador de la descentralización, que tiene entre nosotros una presencia no desestimable. Para esas personas, no es en el desarrollo local donde se "decide el juego". No están mal los proyectos locales pero como complementos menores de las estrategias de desarrollo nacionales.

Otros no ven mal el desarrollo local y la descentralización que puede hacerlo posible, pero lo consideran un tema de futuro, no aplicable en las condiciones actuales. Por ahora hay que seguir centralizando, parecen pensar. Me parece un error grave.

Las personas, muy diversas, que lean este libro podrán confrontar sus visiones del asunto con las propuestas que nos presentan los autores. El volumen contiene un buen inventario de los inmensos obstáculos que enfrenta en nuestro país la descentralización y el desarrollo local/territorial. Obstáculos jurídicos, pero también económicos, sociales, políticos y culturales. Una fuerte tradición centralizadora, un verticalismo probablemente excesivo, asociados al sectorialismo y la debilidad de fórmulas horizontales de integración, se erigen en auténticos muros que frenan el avance.

El objetivo de la descentralización ha estado presente en diversos momentos del programa revolucionario pero su realización plena está pendiente. El día 3 de octubre de 1965, Fidel abordó la necesidad de organizar el poder local y con tal motivo manifestaba que la administración local "el primer beneficio que nos va a traer a nosotros es la descentralización de todas las funciones que deben estar descentralizadas y la administración por las localidades de todas las funciones que pertenecen a la esfera local [...] No hay forma de atender esos problemas desde un organismo centralizado [...] por muy informados que estén los organismos, por muy capacitados que sean los organismos de planificación".

En realidad, la gestión gubernamental local que hoy tenemos carece de una capacidad económica e institucional mínimamente adecuada que favorezca sus esfuerzos por el desarrollo territorial. Como muestran los autores, será necesario modificar sustancialmente los ordenamientos jurídicos, económicos y políticos vigentes para permitir a los gobiernos locales, a los productores de los territorios y a los ciudadanos y ciudadanas que en ellos viven, ser verdaderos protagonistas de las transformaciones. Todos ellos, más que esperar a que esos cambios se produzcan, deben ser promotores de los mismos. El estudio de un libro como este puede proporcionar los argumentos que ayuden a ello.

La obra que comento contiene muchas e interesantes propuestas sobre las transformaciones jurídicas y económicas que sería posible introducir. Al formularlas, se apoyan en varios recursos, entre ellos el estudio de las lecciones que emanan de las tradiciones municipalistas en Cuba, desde la colonia hasta hoy. Confieso mi sorpresa ante los tempranos antecedentes que tiene en nuestra cultura el debate que ocupa al libro. Por ejemplo, la "Ley orgánica de los municipios", de 1908, y la Constitución de 1940, muy avanzada por cierto también en este tema. En particular, me llamó mucho la atención en la Constitución de 1940 la idea de la intermunicipalidad, asunto del cual se viene hablando poco y es básica para favorecer integraciones horizontales. También es sugerente la afirmación de que la Constitución de 1976 y la Reforma Constitucional de 1976 ofrecen márgenes a la iniciativa local que no se realizan en la práctica.

Pareciera que un sentir compartido por los autores reunidos en esta obra, también por la mayoría de los especialistas que conozco, es que el municipio tiene que constituir un espacio legítimo e imprescindible en el diseño y gestión de las políticas de desarrollo. En ese camino se desatarán muchos de los nudos que frenan las fuerzas productivas, se facilitará la integración de actores (públicos, privados, gubernamentales, de la sociedad civil, municipales, entre otros), se incrementará la participación social (hoy sin duda deficitaria), el ejercicio de la democracia socialista y el control social sobre la gestión gubernamental. Con todo ello gana mucho el socialismo cubano.

El libro pone de manifiesto las numerosas fallas, distorsiones y carencias normativas que habitan en los marcos legales vigentes. Pero no se detiene en la crítica sino que presenta alternativas. Incluso llega a proponer una posible "Ley de Municipios" y esboza sus objetivos, principios y principales contenidos.

Este es un libro importante para pensar la Cuba que tenemos y la que queremos, y también para evaluar los experimentos en curso como parte de la puesta en escena de los Lineamientos.… Si ellos no son conducidos y evaluados críticamente (a lo cual puede ayudar esta obra), son susceptibles de reproducir los ordenamientos legales que este libro propone superar.

JORGE NÚÑEZ JOVER. Universidad de La Habana.Correo electrónico: jorgenjover@rect.uh.cu

 


NOTAS ACLARATORIAS

1. Este texto fue leído por su autor en el evento sobre Cervantes y América, realizado dentro del programa académico de la Feria Internacional del Libro de La Habana 2015.


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