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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.282 La Habana jul.-dic. 2016

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

¿Dúos en atracción? Una colección numismática romana en Cuba

 

Duos Attracting? A Roman Coin Collection in Cuba

 

 

Mariana Fernández Campos

Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, Cuba.

 

 

 


RESUMEN

Atracción y repulsión son alternativas no siempre tan alejadas entre sí, y este hecho se manifiesta en la cultura humana desde la Antigüedad. El presente artículo revela cómo el amor y la violencia, temas de gran interés para la contemporaneidad, se encontraban en pugna y seducción desde la antigua Roma. A través de un estudio de caso, la colección numismática Dihigo, perteneciente al Museo de Arqueología Clásica fundado en 1919 en la Universidad de La Habana, se dibujan y luego se desdibujan los límites contrapuestos que son, finalmente, caras de una misma moneda.

PALABRAS CLAVE: amor, Antigüedad, colección numismática, moneda, museo arqueológico, violencia.


ABSTRACT

Attraction and repulsion are not so distant alternatives, and that fact became manifest in the human culture since the Antiquity. The current essay reveals how love and violence, nowadays subjects of great interest, were fighting and seducing themselves since the ancient Rome. Through a case study, the numismatic collection Dihigo, pertaining to the Classic Archaeology Museum founded in 1919 at the University of Havana, draws and then blurs the opposing boundaries that finally are face of the same coin.

KEYWORDS: love, Antiquity, numismatic collection, coin, archaeology museum, violence.


 

 

La moneta, cioè, viene considerata [...] come documento storico ed archeologico insieme, come fitta trama nella quale si innestano e si riflettono gli avvenimenti della vita di Roma antica in tutte le sue varie e molteplici manifestazioni, sociali e politiche, militari e religiose: questi avvenimenti sono studiati alla tace del tipo monetale e in questa luce riflessi come in uno specchio.
GIANCARLO ALTERI: Tipologia delle monete della Repubblica di Roma...

I

Sin duda es antigua y relevante la idea de que hechos, nociones, tipos humanos e inmortales contrarios y en oposición nos rodean. Se podría resumir tal dicotomía en la identificación de contrarios en atracción, en seducción constante, en un acercamiento que casi de manera inevitable habrá de conducir a un choque, al encuentro vehemente entre lo que la razón había dicho no debía encontrarse.
El ejemplo natural de esta ley lo hallamos en la atracción magnética de dos imanes: los polos opuestos se atraen, los polos iguales se repelen. El ejemplo cultural de esta ley lo encontramos, como en la naturaleza, en muchísimas partes, incluso en la numismática. Incluso en la colección de monedas romanas del Museo de Arqueología Clásica Juan Miguel Dihigo y Mestre, sito en el edificio del mismo nombre que ocupa hoy la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Una colección casi perdida, casi olvidada y finalmente redescubierta y publicada en el último lustro. ¿Están realmente bajo las fuerzas de la atracción e impelidos al choque las parejas divinas que se representan en esta colección numismática? ¿Resultan contrarias en verdad sus implicaciones? ¿Nos hacen pensar, acaso, en elementos tan divergentes que no podrían ser alguna vez conciliados?

II. Marte y Venus: amor y guerra

El ejemplo más evidente es el de Marte y Venus. En Roma fueron deidades gentilicias asociadas también al culto de Eneas y de Rómulo y, por ende, aparecen con frecuencia en las monedas (figuras 1, 2 y 3). Vemos a menudo a Marte conduciendo una cuadriga, lo que se relaciona con la conducción metafórica de la batalla, de la carrera militar; es simbólica también la supremacía y, en resumen, la victoria, como en los denarios republicanos de Cneo Gelio(1) y de Lucio Postumio Albino (n.os 12 y 17).(2) Así, en el de Lucio Cornelio Léntulo Clodiano (n.o 59) es la alegoría deificada de la Victoria quien conduce el carro, mientras Marte aparece en el anverso. Los atributos del dios son los que se relacionan con su naturaleza guerrera: atuendo bélico, casco, escudo, lanza. Su cabeza imberbe y con un casco corintio está en los anversos de las antiguas series Romano-Campanas y permanece con algunos cambios en el denario de L. Cornelio, donde el casco se adorna con una cresta y el busto del dios aparece de espaldas, mientras vuelve su rostro hacia la derecha. En el Imperio, Marte se representa con los mismos atributos: así aparece en un sestercio de Alejandro Severo y en un antoniniano de Galieno (figuras 4 y 5, n.os 154 y 166). Como afirma la leyenda de la primera moneda, este es el tipo de Marte Vengador (lat. Mars Vltor) con atuendo guerrero, lanza y escudo.

La representación contraria en forma y significado a Marte se halla en Venus. Si Marte aparecía con casco, Venus adornará su cabeza con una diadema, como en el denario de Manlio Emilio Lépido (figura 6, n.o 31).(3) Uno identificado por su armadura y sus armas; la otra con largo peplo como en el denario de Manlio Cordio Rufo (figura 7, n.o 80), mostrando a veces un seno sensual como en el de Publio Sepulio Macer (figura 8, n.o 82).

En el segundo caso vemos la imagen de Venus Verticordia -que transforma los corazones-, deidad tutelar de la gens Cordia; en su hombro se encuentra Cupido alado; lleva cetro y balanza. En el tercer caso también sostiene un cetro, pero Cupido ha sido reemplazado por una Victoria alada y la balanza por un escudo, que descansa a los pies del cetro.

Hasta aquí los contrarios. ¿Qué debemos pensar al reconocer en el denario de los hermanos Lucio y Cayo Memio (figura 9, n.o 62) a Venus? ¿No es esta una perturbadora imagen de la diosa del amor, semejante a la que veíamos en las representaciones de Marte y la Victoria? La carrera, el ímpetu puede ser no solo bélico, sino también amoroso. Confluyen los significados simbólicos en el escudo, que unas veces representa la protección militar y otras la protección pasional.

Y en el caso particular del denario de Sepulio Macer (figura 8, n.o 82), el escudo es ambas protecciones. Es la protección hacia el amor, que ha sido defraudada por la diosa, pues el escudo aparece volteado, y es la protección militar que brinda el líder del pueblo romano, Julio César, quien está representado en el anverso, pero no como general, sino como pontífice máximo. Los atributos completan la lectura simbólica de las monedas. Se integran de este modo complejo y sutil los dos famosos amantes del panteón grecorromano. De un lado el amor, la vida; del otro la guerra, la muerte; en ambos el enfrentamiento, la búsqueda de protección. Coraza, peplo. Lanza, cetro. Escudo.

III. Júpiter y Juno: matrimonio e infidelidad

Pero dejemos por ahora los amores ilícitos y vayamos mejor hacia el matrimonio de la tríada capitolina: Júpiter y Juno.

Semejante a Marte, Júpiter puede ser representado conduciendo un carro, como en el denario de Quinto Fabio Labeo (figura 10, n.o 21), u ocupando el campo protagónico del anverso, como en el de Quinto Antonio Balbo (figura 11, n.o 24).(4) Pero a diferencia del señor de la guerra, el padre de los dioses no lleva coraza ni los demás elementos del atuendo bélico ni armas. Júpiter aparece semidesnudo, en su diestra un haz de rayos y en su siniestra un largo cetro, símbolos de su poder. Lleva barba y una corona de laureles adorna su cabeza.

Si bien, como escribe Alteri (1990), "Il padre degli dei e degli uomini non ha occupato sulla moneta della Repubblica un posto preminete né per numero di tipi, né per la qualità e bellezza di questi ultimi" (p. 58), Júpiter fue adorado por los romanos desde tiempos muy antiguos (Grimal, 2001, pp- 299-300). Se cree que sus atributos son el resultado de la influencia greco-etrusca asimilada al culto de una deidad latina antiquísima, Júpiter Lacial, cuyo recinto cultual estaba en el monte Cavo y pasó después al Capitolio. En Roma se le rindió culto también bajo el nombre de Stator, Feretrius, Tonans, Capitolinus, Elicius y Optimus Maximus. Este último fue el más conocido. Por ser la deidad más importante de la ciudad, a Júpiter estaban dedicados grandes honores; en la República los generales a los que se premiaba con la ceremonia del triunfo, sacrificaban toros blancos a este y dejaban en su templo, como ofrenda sacratísima, la corona triunfal con la que habían sido previamente obsequiados. La tradición cuenta que el primero en rendir tales honores al príncipe de los dioses fue el propio Rómulo, quien en el antiguo altar de Júpiter Feretrio depositó los despojos bélicos arrebatados en el campo de batalla al rey enemigo Acrón.

Esta relación ritual y política entre el triunfo, su alegoría (la Victoria) y una deidad (Júpiter) es típica romana y queda evidenciada en las representaciones del anverso y el reverso que encontramos en los victoriatos (figura 12, n.o 2), monedas que circulaban en las localidades conquistadas, o sea, sobre las que Roma había obtenido el triunfo y el dominio, y a las que recordaba su poder religioso y militar. En este mismo sentido el victoriato fue usado también como un medio más para la romanización de las crecientes localidades bajo el poder latino y un aspecto importantísimo de este proceso lo constituía claramente la religión. Prueba de ello es el hecho de que se construyeran templos de la tríada capitolina en todas las regiones bajo el poder de Roma. Idéntica interpretación puede darse a las representaciones en anverso y reverso del denario de Quinto Antonio Balbo.

Semejante a Venus, Juno viste peplo y porta cetro. La acompaña un pavo real que vuelve con interés su cabeza hacia ella (figuras 13 y 14, n.os 138 y 143). Esta representación de Juno encarna la figura protectora de la familia, el matrimonio, la esposa (Grimal, 2001, pp. 298-299). De ahí que sea preferida en las monedas dedicadas a mujeres.

Resulta así que Júpiter personaliza la vida pública, el poder político; Juno la vida privada, el poder familiar. Pero esta dicotomía nuevamente se disuelve, pues la representación más frecuente en la colección Dihigo de Juno es la conocida como Juno Protectora o Liberadora (lat. Iuno Sospita), también llamada Juno Lanuvina, porque se encuentra en las monedas de las familias provenientes de la ciudad de Lanuvio (lat. Lanuvium), como la Renia, la Thoria, la Rubria, la Procilia. Por ejemplo, el primer denario de Lucio Procilio acuñado en el año 80 a. C. (figura 15, n.o 69) está enteramente dedicado a Juno. En el anverso la vemos cubierta por una piel de cabra y en el reverso conduciendo un carro, con lanza y escudo también de piel de cabra. Esta es una deidad guerrera, que rompe con la tradicional imagen del culto a Juno, y que acerca a la diosa a los atributos y menesteres masculinos.(5) En el otro denario del mismo monetario aparecen Júpiter y Juno, ambos caras de una misma moneda (figura 16, n.o 68).

IV. Minerva-Roma: la Ciudad

Como ejemplo final, es sintomático que la divinización del Estado, Roma, se identifique con Minerva, el tercer miembro de la tríada capitolina. Ella representa el valor, la fuerza, la guerra justa, la inteligencia, la justicia: atributos compatibles con el ideal romano. No resulta entonces sorprendente que uno de los tipos más frecuentes en las monedas republicanas sea el de la cabeza de Roma o Minerva, que se remonta al período del as libral y de las series denariales más antiguas. El motivo de Roma con casco alado, collar de perlas y zarcillo se conserva en la amonedación romana posterior. Su significado, vinculado al culto estatal, es esencialmente político y de alcance nacional (Alteri, 1990). Se atribuyen a esta deidad varios orígenes, todos relacionados con la fundación del primer núcleo de la ciudad en tiempos muy antiguos, época de la que se conservan solo algunos ecos de la mitología histórica. Así, Roma es unas veces compañera de Eneas en su huida de Troya, una joven que alentó a los marinos del príncipe para que quemaran las naves y se asentaran definitivamente junto al Tíber; otras veces es la nieta de Eneas, hija de Ascanio o, en ocasiones, la esposa de este último o bien del primero. Se cree que la adivina que aconsejó a Evandro el lugar en el que debía ser fundada la ciudad tenía el nombre de Roma (Grimal, 2001). Su representación fue común en todos los tiempos del florecimiento y caída de esta civilización, no solo en las monedas, sino también en monumentos, como el Ara pacis, donde la encontramos con los gemelos Rómulo y Remo. Es en rigor también una alegoría, con la que los romanos deificaban el espíritu de la Urbe.



Se explica así el hecho de que encontremos un denario como el anónimo republicano acuñado entre los años 115-114 a. C. (figura 17, n.o 29), que no anuncia el nombre de su magistrado monetario, sino que persigue uno mucho más ambicioso: el de toda la República. No puede olvidarse que la moneda fue también un efectivísimo medio de propaganda, a través del cual los triunviros monetarios divulgaban su nombre para las elecciones del año siguiente; sin embargo, este monetario prefirió no publicar el propio, sino el común a todos los suyos. En el anverso la diosa -¿o las diosas?- con el cabello suelto y pendiente sobre la nuca, casco corintio alado, zarcillo y collar de perlas. En el reverso sedente y de perfil, sobre la cabeza un casco y en los pies sandalias altas como las senatoriales. Viste peplo. Está sentada sobre un escudo y, mientras apoya la diestra sobre su pierna, con la siniestra sostiene una cuerda a la que está atada una loba y bajo esta se ven dos niños: Rómulo y Remo. A derecha e izquierda aparecen dos aves volando.

En la colección Dihigo y en la amonedación romana en general la representación de Roma-Minerva es frecuentísima.(6) Y, aunque parezca contradictorio, si bien Roma puede relacionarse en el panteón romano con Minerva y llegar a identificarse con ella, no sucede siempre lo mismo a la inversa (Grimal, 2001). Esto es: el todo es Roma, la parte es Minerva y la parte no contiene al todo.

La figura de Minerva, tan antigua que se remonta a la época del as libral, aparece poco en las monedas romanas y también en las de la colección Dihigo. Y cuando lo hace, su representación suele ser muy semejante a la de Marte. Este último es el caso de los denarios de Cayo Vibio Pansa (figuras 18 y 19, n.os 56 y 57), donde Minerva aparece conduciendo una cuadriga que avanza hacia la derecha, viste atuendo bélico, lleva casco, lanza y un trofeo de guerra sobre su hombro; así como el de denarios de Domiciano (figuras 20 y 21, n.os 118 y 120). En las dos primeras acuñaciones el carro recuerda las representaciones de Marte y de Júpiter, así como las menos frecuentes, pero también ejemplificadas de Venus y de Juno. En el primero de los denarios de Domiciano, la imagen y el atuendo de la diosa, que avanza hacia la derecha blandiendo con su diestra una jabalina y sosteniendo un escudo en la siniestra, recuerda a Marte Vengador. El segundo semeja a la Venus Verticordia.(7)

Fue Minerva la diosa guerrera que los romanos heredaron de la tradición etrusca y, tal como lo habían hecho ya aquellos, la incluyeron en la tríada capitolina; por lo cual esta diosa ocupó un puesto destacado en el culto nacional y también en los ritos bélicos. En el binomio Roma-Minerva se resumen los principios de lo femenino (Juno) y lo masculino (Júpiter): es la Urbe, la Ciudad.

V

Antes de terminar, volvamos entonces al principio. ¿Será posible concluir que en efecto los contrarios no coexisten sin atracción? Para esto propondré al auditorio un último y atrevido paso: la extrapolación de los caracteres divinos antes descritos a la esfera humana.

Notemos, por ejemplo, la importancia de la representación de la diosa Roma. Roma es la ciudad, es la potencia, pero es también una alegoría de carácter divino y es, de una forma peculiar a través de su retrato, también la mujer romana. Los monetarios ponían el rostro de las mujeres de su familia a las diosas o alegorías de las monedas que acuñaban, y existe, por tal razón, un amplio espectro de deidades con características faciales diversas. Esto se relaciona, por supuesto, con el carácter propagandístico de la moneda y la relevancia de los retratos y también de las inscripciones que le acompañaban. Así, por ejemplo, si comparamos la representación en los anversos de los denarios de Cneo Gelio y L. Postumio Albino (figuras 1 y 2, n.os 12 y 17), veremos que es el mismo el tocado de la diosa, pero los rasgos del rostro son diferentes. Este valor propagandístico está conectado además con el valor conmemorativo, pues al hacer referencia a un hecho ilustre llevado a cabo por el propio monetario o por alguno de sus antepasados, aquel desea enaltecer la relevancia de su familia y en consecuencia la suya misma.

En la época imperial, el procedimiento anterior se radicalizó. Y ya no eran las deidades las que tenían los rasgos humanos, sino a la inversa. Encontramos así a los emperadores identificados con dioses y a las emperatrices con diosas. Este es el caso, por ejemplo, del denario de Galieno (figura 5, n.o 166), donde en el reverso la tipología de Marte Vengador es la asumida para retratar al propio emperador.

Semejantes análisis son propiciados por otras parejas alegóricas -el Sol y la Luna, los gemelos Apolo y Diana, Castor y Pólux-. Pero tal estudio excede el tiempo y la capacidad del presente. Lo anterior se imbrica cuando entendemos cómo cada detalle en las monedas tiene un significado y el análisis debe concatenarse hasta descifrar el sentido del conjunto. Se trata de lecturas teóricamente interminables, donde el rechazo y el contraste finalizan en acercamiento. Los amantes Martes y Venus: él con coraza, ella con peplo; él con lanza, ella con cetro; para ambos el escudo.

Los esposos Júpiter y Juno: él semidesnudo, ella con peplo y manta; él domina con el haz de rayos, ella con el cetro; a él corresponde el águila, a ella el pavo real; en el centro Minerva-Roma, en el centro el plano humano.

Encontramos lo mismo en la literatura, pero mejor no decir más. Si han conseguido estas palabras despertar la curiosidad, el trabajo por ahora ha terminado.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ALFÖLDI, GEZA (1996): Historia social de Roma, trad. Víctor Alonso, Alianza, Madrid.

ALTERI, GIANCARLO (1990): Tipologia delle monete della Repubblica di Roma (con particolare riferimento al denario), Catalogo della mostra Salone Sistino (Studi e testi), Biblioteca Apostolica Vaticana, Città del Vaticano.

CRAWFORD, MICHAEL H. (1984): Roman republican coinage, 2 vols., Cambridge University Press, London.

FERNÁNDEZ CAMPOS, MARIANA (2013): Monedas romanas en La Habana. Redescubrimiento de una colección universitaria, Editorial UH, La Habana.

GRIMAL, PIERRE (2001): Diccionario de mitología griega y romana, Paidós, Barcelona

MATTINGLY, HAROLD; EDWARD SYDENHAM et al. (1930-1994): The Roman Imperial Coinage (RIC), 10 vols., Spink & Son Ltd., London.

SEAR, DAVID (2000): Roman Coins and their Values, 2 vols., Spink, London.

SYDENHAM, EDWARD A. (1952): The coinage of the Roman Republic, Spink & Son, London.

 

 

 

RECIBIDO: 14/1/2016
ACEPTADO: 28/4/2016

 

 

 

Mariana Fernández Campos. Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: marianaf@fayl.uh.cu

 

NOTAS ACLARATORIAS

1. Para Sydenham (1952) está claro que se trata de una representación de Marte; sin embargo, Crawford (1984, p. 265) y Sear (2000) lo ponen en duda.
2. En lo adelante, todas las referencias entre paréntesis remiten al catálogo de la muestra romana Dihigo (Fernández Campos, 2013, pp. 80-224).
3. En este se ha reconocido a Venus en el busto vestido de mujer con diadema, corona de laureles, zarcillo, collar; sin embargo Crawford (1984, pp. 305-306) duda de ello y atribuye la figura a Roma. Esta podría ser una de las poquísimas veces en la que razón parece faltarle a este agudo autor.
4. Para otras representaciones de Júpiter véanse n.os 3, 19, 39, 40, 74, 75 y 157.
5. Para otras representaciones de Juno Sospita véanse n.os 9, 10, 11 y 41.
6. Para otras representaciones de Roma véanse n.os 2, 4, 5, 6, 7, 8, 13, 14, 15, 16, 18, 20, 22, 23, 25, 26, 27, 28, 29, 33, 43, 45, 46, 47, 48, 49, 51, 56, 57, 84, 172 y 173.
7. Para otras representaciones de Minerva véanse n.os 119 y 133.

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