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Universidad de La Habana

On-line version ISSN 0253-9276

UH  no.284 La Habana July.-Dec. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

 

Schafik Hándal: la Democracia nueva popular y los desafíos contemporáneos de la izquierda en el gobierno

 

 

Schafik Hándal: The New Popular Democracy and Current Challenges Faced by the Left in Government

 

 

 

Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz

 

Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de la Habana, Cuba.

 

 

 

 


 

RESUMEN

La comprensión de Schafik Hándal sobre el proceso de construcción democrática en El Salvador se desarrolla en el contexto de la búsqueda de los caminos para impulsar los cambios necesarios. Primero, como parte del proyecto político que guiaba la lucha revolucionaria y, luego, a través de la firma de los Acuerdos de Paz, en la intención de impulsar la transformación del sistema capitalista desde adentro. De cada uno de estos análisis derivaron elementos como las particularidades a tener en cuenta para concebir una democracia para todos, las necesidades de cambio en los mecanismos de funcionamiento de la democracia burguesa para hacer realidad tal visión. Asimismo, los desafíos para encauzar los cambios y transformar el sistema, con miramiento a lo mejor de la experiencia socialista, pero también, proponiéndose sortear los obstáculos que se le presentaron. A explicar tales elementos va encausado el presente estudio.

PALABRAS CLAVE: democracia nueva popular, gobierno, partido, pueblo.


ABSTRACT

The Salvadoran left-wing leader Schafik Hándal struggled for establishing democracy in El Salvador. His struggle had, however, two stages. First, he wanted to make necessary changes to society by means of revolutionary armed struggle. Afterward, he supported the Peace Agreements with the aim of changing capitalist system from the inside out. In this process, he always took into consideration such aspects as how to establish a democracy for everyone by necessarily changing the bourgeois democracy in his country and considering experiences gained by other countries in establishing socialism, and avoiding mistakes they made therein. This paper is aimed at examining such aspects.

KEYWORDS: New Popular Democracy, Government, Political Party, People.

 

 


 

Introducción

Tal y como señala Benítez Rubio:

desde hace siglos se viene discutiendo sobre si la democracia es la mejor forma de gobierno, pero en la modernidad tardía el debate ya no gira tanto en torno a si democracia sí, o democracia no. El debate gira sobre el eje de qué modelo de democracia es el más idóneo, qué contenidos debe tener la democracia para que los Estados sean gobernados de la mejor manera posible (Benítez, 2014, p. 2).

Los diferentes modos de comprensión de la democracia en el ejercicio y la lucha por el poder se revelan cuando gobiernos de distinta naturaleza, con orientaciones políticas e ideológicas diferentes, y en algunos casos opuestas, se han auto-identificado como regímenes políticos democráticos. Está claro que el debate en torno a lo que realmente constituye un modelo democrático forma parte de algo más abarcador: la producción teórica para fundamentar y orientar, es decir, cómo mantener o construir la hegemonía, alrededor de sentidos políticos que persiguen objetivos diferentes, y, en muchos casos, opuestos. No son pocos los objetivos políticos que representan también intereses económicos antagónicos, así como valores y culturas contrapuestas.

Desde el siglo XX, con continuidad en el XXI, en América Latina se construyen procesos democráticos de especial importancia para enriquecer el debate sobre el tema antes planteado. Particularmente, para contribuir a desarrollar las nociones y referentes de cómo transformar el modelo democrático burgués en el contexto del ejercicio y la lucha por el poder, hacia una democracia que responda a los intereses del proyecto social que la izquierda se propone impulsar. Como señalara Moldiz (2013):

los procesos constituyentes en varios países se han traducido en la incorporación a sus respectivas Constituciones de otros tipos de democracias: participativa, deliberativa y comunitaria, lo cual no solo es la apertura de nuevos espacios para nuevas formas de participación política, sino un aporte a la teoría política en general. Es reconocer que no hay una sino varias democracias, cada una de ellas portadoras de intereses de clases distintos (p. 90).

Las transformaciones referidas abren, incluso, nuevas formas de participación social y económica en los ámbitos regional, nacional y territorial. Sin embargo, un balance de la realidad latinoamericana de los últimos años pareciera apuntar a que aún es insuficiente lo que se ha logrado para transformar, de forma efectiva, el modelo cultural y de acción social instaurado desde la democracia burguesa liberal. De la situación antes expuesta se erige la necesidad de profundizar en las diferencias entre aquellos modelos democráticos cuyas características han derivado, indistintamente, de la adecuación a las exigencias de los procesos de la reproducción ampliada del capital a escala transnacional, o de las exigencias de la inclusión del pueblo como sujeto protagónico en la transformación de sus condiciones materiales y espirituales de vida a escala nacional y regional.

Los desafíos que se presentan ante el modelo democrático que se propone desarrollar la izquierda en América Latina revelan la vigencia del pensamiento de Schafik Hándal sobre la complejidad de los procesos de transformación del sistema capitalista y, especialmente, de su sistema democrático. Un pensamiento en el que se exponen nociones enriquecedoras sobre cómo transformar la democracia desde la lucha por el poder y su ejercicio, con particularidad en los roles y las formas de articulación de gobierno, partido y pueblo organizado, en los espacios de acción política, económica y social.

El objetivo de la presente reflexión es contribuir a la recuperación de los aportes teóricos que realizó Schafik Hándal a la fundación y el enriquecimiento de la visión sobre una nueva forma de hacer gobierno y una forma enriquecida de hacer política, desde el despliegue de un modelo democrático participativo.


En aras de cumplir el propósito declarado, el estudio se estructura alrededor de tres ejes temáticos: las diferentes nociones sobre la democracia como marco teórico referencial para la contrastación y posible integración de las ideas de Schafik, la concepción de nueva democracia popular elaborada por el político salvadoreño y los procesos inherentes a la construcción de este tipo de democracia. De base analítica para estas reflexiones han sido utilizadas su obra escrita, especialmente la condensada en los tres tomos de Legado de un Revolucionario, y los invaluables testimonios que sobre su labor han sido recogidos a través de entrevistas de compañeros de la dirección del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Las nociones sobre la democracia: intereses sociales y visiones contrapuestas

Desde el siglo XIX existe diversidad de visiones sobre la democracia, así como variedad de criterios para clasificar y valorar las formas de gobernar.

Una muestra argumentativa de tal postulado es la sistematización de las visiones sobre la democracia realizada por Felipe Barrueto y Patricio Navia (2013) que, en síntesis, plantean:

Existe una diversidad de usos para el concepto democracia. Algunos diferencian las formas de gobernar, distinguiendo entre democracias presidenciales y parlamentarias (Linz y Valenzuela, 1987; Rehren, 1992; Mainwaring y Scully, 1995; Chasquetti, 2001, y Garrido, 2003). Lijphart (2000) distingue entre democracias mayoritarias y consensuales. O'Donnell (1994 y 1997) distingue entre democracia delegativa y representativa a partir de la presencia de accountability horizontal. Held (1997) usa una perspectiva histórica para identificar ocho modelos democráticos desde las concepciones republicanas, liberales y marxistas. Held clasificó a diferentes pensadores como partidarios de la democracia clásica, protectora, desarrollista, directa, elitista, pluralista, legal y participativa (Held, 1997). A partir de características minimalistas y procedimentales, otros estudian el grado de cumplimiento con los requisitos democráticos, puesto que ahí hay mayor variación entre países (Vanhanen, 2000; Altman y Pérez-Liñán, 2002; Hagopian, 2005; Levine y Molina, 2009). De forma similar, instituciones como Freedom House han usado indicadores para medir la calidad de la democracia (pp. 265-266).

Ante tal diversidad de visiones, pareciera muy importante tener en cuenta qué criterios y prácticas incluir y desarrollar, o excluir / transformar, para la deconstrucción de la cultura y el accionar derivados de la hegemonía del modelo democrático burgués.

La democracia burguesa: variantes

Una valoración de la democracia liberal, desde el análisis de su historia, concluye que incorpora dentro de su ideario de valores algunos rasgos de la ?????????? antigua, aunque su organización y acción política (relaciones de poder gobernantes-gobernados) se fundamenta en los principios centrales del liberalismo político, a saber, el establecimiento de libertades negativas e individuales que limitan el poder del Estado y la participación política de carácter representativo. El vehículo o vocero de la sociedad civil ante el gobierno es el partido político.

La participación política negativa, calificada como representativa y defensiva, se presenta como propia de los Estados modernos liberales y de los movimientos y organizaciones no gubernamentales. En tal sentido se destaca que:

Tanto la apuesta por condiciones de vida más dignas como la apuesta por la institución autónoma de las sociedades (desencadenadas por las democracias moderna y antigua respectivamente), parecen diluirse tras las condiciones crecientes de exclusión, pobreza y marginalidad generadas por las dinámicas de reducción del estado de bienestar y de privatización de los bienes sociales, así como por la visión miope que identifica en la práctica electoral (y en muchos casos en el proselitismo político) el único espacio de concreción de la participación política democrática (Ariza, 2007, p. 156).

Las características contemporáneas que asumen los modelos de gestión de la democracia liberal han sido sistematizadas por investigadores como Felipe Barrueto y Patricio Navia (2013). Autores que clasifican las visiones teóricas existentes sobre las modalidades de implementación de la democracia representativa en cuatro tipologías: minimalista, procedimental, resultadista y maximalista.

  • DEMOCRACIA MINIMALISTA: es la que tiene en cuenta el sufragio. Un modelo entendido también como democracia formal en tanto se reduce, según Castoriadis (1994), al mero ejercicio de salir a elegir cada cierto tiempo a un gobernante.
  • DEMOCRACIA PROCEDIMENTAL: se interesa por el funcionamiento institucional. Es decir, las instituciones deben salvaguardar las elecciones libres y competitivas, el derecho a votar, el derecho a competir por un apoyo electoral, el derecho a ser elegido para un cargo público, la libertad de asociación, la libertad de expresión y la libertad de acceder a diferentes fuentes de información. A partir de estos derechos, se resguarda la competencia y la participación política de la ciudadanía en un modelo que se concentra en la lucha por el poder y que se fundamenta en la Teoría de las élites.(1)
  • DEMOCRACIA RESULTADISTA: plantea que la estabilidad del régimen está determinada por su capacidad para redistribuir y satisfacer las necesidades de las clases sociales.
  • DEMOCRACIA MAXIMALISTA: describe un sistema político que favorece las relaciones sociales. Constantemente la tipología maximalista pregunta ¿qué necesita la democracia para solucionar problemas sociales? En esta tipología se inscribe la democracia ciudadana, cuya importancia destaca el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La democracia no se reduce al acto electoral, sino que requiere eficiencia, transparencia y equidad en las instituciones públicas. Asimismo, debe tener una cultura que acepte la legitimidad de la oposición política, reconozca y abogue por los derechos de todos (PNUD, 2004, p. 25). En la tipología maximalista existen derechos y deberes más amplios que en la democracia procedimental. Los gobernantes no solo tienen que dirigir democráticamente, sino también tienen la obligación de transparentar sus acciones. Desde la perspectiva del PNUD, todos los ciudadanos son iguales, el régimen debe ser inclusivo y debe garantizar la justicia y la participación sociopolítica.

La cultura y el accionar derivado de las concepciones sobre la democracia se insertan en un proceso cognoscitivo en el cual se han complementado visiones, agregado nuevas condiciones y creado límites para definir el régimen. Sin embargo, investigaciones realizadas en el año 2013 en 16 países de América Latina sobre la percepción de la ciudadanía alrededor del proceso democrático, revelaron que la tipología procedimental es la definición más prevalente de democracia en la región (Barrueto y Navia, 2013, p. 285).

La democracia procedimental, como vía de cooptación de los mecanismos y espacios de participación social ha sido analizada por autores como Hugo Quiroga (2000), Pablo González Casanova (2002), Jaime Preciado Coronado (2014), y otros. Entre sus principales resultados destacan la monopolización de la representación, la exclusión de la soberanía popular de los asuntos económicos de todos, la minimización del Estado en lo social y la maximización para el traslado de recursos financieros hacia el Estado corporación mundial-local. Este modelo democrático pretende convertirse en antídoto contra el autoritarismo y fuente de un futuro desarrollo prominente. Empero, sus resultados se han caracterizado por un conflictivo triángulo Estado-sociedad-mercado, donde la imposición de un modelo de organización política y un sistema de valores homogéneo anglo-eurocéntrico, promovido como democracia global, ha derivado en desigualdad y exclusión.

En la construcción de un modelo democrático participativo

Los desafíos para la construcción democrática en América Latina en los últimos años se han planteado la necesidad de revalorizar la capacidad reguladora del Estado, una mayor capacidad de negociación frente a la apertura y la liberalización comercial y financiera, el cuestionamiento del modelo económico dominante, la necesidad de potenciar el tema de la justicia social y la redistribución del ingreso y, en un lugar especial, actualizar el pacto social mediante nuevas relaciones entre movimientos sociales y gobierno. En suma, construir un orden postneoliberal, a decir de Emir Sader (2013).

Algunos de los aportes teóricos contemporáneos más significativos en torno a la crítica de la democracia liberal fueron desarrollados por Cornelius Castoriadis y Boaventura de Souza Santo, quienes plantean la necesidad de apostar por la emergencia de una democracia radical, con el sentido de profundización de la participación directa y efectiva en la toma de decisiones políticas de sujetos y colectividades. En esta línea también emergen, desde la obra de diversos autores, otros conceptos como democracia social, democracias emergentes, democracia sustantiva, democracia radical, democracia postmoderna.

  • DEMOCRACIA SOCIAL: es definida por oposición a la democracia liberal como aquel modelo en el que no solo es el partido político el vocero de la sociedad civil ante el gobierno, sino también, todas aquellas organizaciones libres que el pueblo se da a sí mismo, sean cámaras, asociaciones profesionales o sindicatos. Son los cuerpos orgánicos reconocidos por su representatividad social los que participan en la construcción de la decisión política (Buela, 1987, p. 51).
  • DEMOCRACIAS EMERGENTES: incorporan aquellas expresiones de participación social que se desarrollan desde los años 60 del siglo XX en Europa y América Latina (Ariza, 2007).
  • DEMOCRACIA SUSTANTIVA: se define por oposición a la democracia procedimental, enfatiza en que los procedimientos no se deben agotar en sí mismos y que la legitimidad del poder político debe descansar sobre la creación y la defensa de un orden justo que responda a las necesidades de los ciudadanos (Quiroga, 2000).
  • DEMOCRACIA RADICAL: se caracteriza esencialmente por dos rasgos. El primero, la posibilidad de que las sociedades y los sujetos pongan en cuestión las leyes e instituciones sociales vigentes. El segundo, la posibilidad de transformar tales leyes e instituciones y, sobre esta base, crear unas nuevas desde la participación política positiva (efectiva y directa) (Castoriadis, 1994).
  • DEMOCRACIA POSTMODERNA: un importante aporte al desarrollo de la visión sobre la democracia es realizado por Boaventura Dos Santos (1998) con la conceptualización de esta tipología. La explica como el cuestionamiento de la verticalidad y exclusión tejida en las relaciones de poder de tales ámbitos y su transformación en "relaciones de autoridad compartida", en las que enfatiza que sean relaciones de poder horizontales que den cabida al ejercicio ampliado y profundizado de una ciudadanía participativa y directa.

Para lograr articular la subjetividad y la ciudadanía por la vía de la emancipación, sin descartar la regulación, Dos Santos plantea que se debe accionar no solo en los campos y contextos que se han considerado tradicionalmente políticos, las políticas formales del Estado, sus funciones, funcionarios e instituciones, sino también, en todos aquellos espacios de la vida social en los que los que se tejen relaciones de poder verticales y autoritarias, considerando, además, el espacio doméstico, el espacio social del trabajo, el espacio mundial o transnacional.

Los modelos democráticos antes referidos, conceptualizados fundamentalmente desde la última década del siglo XX, entroncan con las concepciones sobre el poder popular y el poder dual. Concepciones que parten de la posibilidad del gobierno del pueblo organizado, de su capacidad para transformar las formas tradicionales del Estado y de la institucionalidad, en articulación con el mismo. Es en esta línea de pensamiento pueden insertarse las presentes contribuciones al pensamiento de Schafik Hándal, especialmente, su concepción sobre la democracia nueva popular.

Democracia nueva popular vs. democracia liberal

Schafik Hándal, en el empeño de que "la democracia y el bienestar no pueden ser indefinidamente atributos exclusivos de una parte minoritaria de la humanidad", deslindó las diferencias entre la concepción y el modelo de democracia que el FMLN debería proponerse impulsar y los cánones establecidos en el país por la variante de la democracia burguesa impuestos históricamente. Todo ello con el objetivo de no reproducir estos últimos y potenciar el desarrollo de una "democracia de nuevo tipo", que denominó "democracia nueva popular" (Harnecker, 2014, p. 80).

Los elementos para distinguir la democracia nueva popular del modelo existente, Schafik los presenta a través del carácter que debería asumir el proceso democrático, así como de los rasgos esenciales que deberían orientar su forma de gestión. Ya desde el año 1991 planteó que lo fundamental de esta nueva democracia popular sería su "carácter participativo consecuente" (Harnecker, 2014, pp. 80-81) y distinguió que no se trataba del acceso del pueblo a una democracia ya existente, de minorías, sino de un proceso que daría la oportunidad al pueblo trabajador de participar en la toma de decisiones sobre las líneas estratégicas que regirían el destino de la nación.

Su visión sobre qué considerar líneas estratégicas para desarrollar la "democracia nueva popular" tiene mucha coincidencia con los espacios a transformar que plantea Boaventura Dos Santos con la conceptualización de la democracia postmoderna. A este espíritu aportó Schafik cuando consideró un amplio espectro de líneas estratégicas que incluía, desde la participación del pueblo en la creación, la ejecución y el control de las acciones necesarias para la solución a los problemas cotidianos, hasta el diseño y la puesta en práctica del proyecto político general.

La riqueza de esta visión también se expresó en la capacidad de apreciar la multidimensionalidad del proceso en sí, incluyendo los espacios de la práctica cultural, económica y social junto a la política, en la concepción del ejercicio de la nueva democracia. En tal sentido Hándal expresó:

La tarea democrática todavía está pendiente en una medida importante. Hay que profundizarla, hay que pasar a la democracia. No solo perfeccionar la democracia representativa y abrirle espacio a la participativa y a la descentralización, sino que se debe también democratizar el sistema económico, la educación cada vez más exclusivista, la salud pública y el crédito, que hoy solo está en función de las ganancias exorbitantes de los dueños de los bancos (Hándal, 2014, p. 107).

La concepción de Hándal sobre la democracia nueva popular, y las particularidades que habría de tener su ejercicio, incluyó la consideración de los múltiples espacios y mecanismos de dominación del capital, así como las exigencias de enriquecimiento de las dimensiones de acción, los medios y las estrategias a emplear en aras de la transformación de su fundamento estructural.

El impacto de la complejidad que iba asumiendo progresivamente el sistema de dominación capitalista en El Salvador no escapó de los análisis del líder revolucionario. Schafik destacó especialmente la necesidad de crear espacios de construcción y difusión de pensamiento, ideología, cultura, modos y sentidos de vida que pudieran fundamentar la lucha contra el sistema corporativo que promovía el modelo neoliberal. Un modelo cuya complejidad subrayó al mencionar la multiplicidad creciente de actores que lo componen:

el aparato civil y militar del Estado, la oligarquía financiera, las transnacionales, parte de los principales medios de comunicación, las más importantes universidades, sus llamados "tanques de pensamiento", en fin, todos los sujetos y componentes que ponen en marcha la así llamada globalización bajo la hegemonía de los intereses y decisiones de la élite del gran capital monopólico, especialmente petrolero, productor de armas y financiero (Hándal, 2014, pp. 121-122).

Teniendo en cuenta estas realidades enfatizó:

Es indispensable distinguir con cuáles tendencias nadamos a favor y frente a cuáles, en contra. No es fácil distinguirlas pero debemos hacerlo obligatoriamente: por un lado, para no hacerle juego al imperialismo y a los enemigos de toda idea de socialismo; por el otro, para obtener las lecciones de las crisis del socialismo, capacitarnos, dar a nuestros proyectos revolucionarios un carácter profundamente democrático en aras de contribuir al futuro libre de la humanidad, a la renovación teórica y a la cristalización práctica de un nuevo socialismo (Hándal, 2014, p. 45).

Desde el análisis de su obra, se pueden identificar siete rasgos que Schafik Hándal definió como cualificadores del nuevo modelo democrático popular:

1. Combinar los mecanismos de la democracia participativa y de la democracia representativa.

2. Dar libertad a quien no la había tenido: al pueblo trabajador, "sin despojar de sus libertades a los sectores sociales tradicionalmente dominantes, excepto la libertad y la posibilidad de volver a despojar al pueblo de poder y democracia por la vía de la conspiración y la guerra" (Harnecker, 2014, p. 80).

3. Ser una democracia política y, a la vez, una democracia social en desarrollo.
4. Compaginar intereses y la libertad colectivos e individuales.

5. Ser pluralista en lo político y lo ideológico.

6. Promover el respeto a los derechos humanos.

7. Impulsar el respeto a las creencias y tradiciones de la gente.

Desde la expresión de estos rasgos se delinean en la obra de Schafik las características que debería tener el mecanismo de gestión democrática que requería El Salvador en su generalidad y el rol del partido, el gobierno y el pueblo para impulsarla.

La transformación del modelo de gestión democrática para El Salvador

El modelo de gestión para la construcción de la "democracia nueva popular" que propone Schafik, debía concretarse en tres ámbitos: el político, el social y el económico. Cada uno de ellos directamente relacionado con el desarrollo nacional y con una clara definición de las funciones del partido, el gobierno y el pueblo en el poder, para impulsar, complementándose, el ejercicio de la democracia.

La democracia nueva popular se desagregaría para su gestión en: democracia política, democracia social y democracia económica. La relación que Hándal estableció entre los tres ámbitos de construcción democrática fue una especie de carrera de relevo: la democracia política en el comienzo sería más avanzada que la social, iría adelante, despejando el camino, pero serían inseparables. A su vez, la democratización de la economía solo sería posible desde el fundamento construido por la avanzada de la democratización política y social.

En trabajos como "El FMLN tras los Acuerdos de Paz. Diferencias ideológicas" (2014), "Renovación del socialismo" (2014) y otros, se ofrecen importantes elementos sobre la importancia de la labor del partido en la conducción de la democratización política. Asimismo, aparecen ideas sobre cómo concretar su función para garantizar la democracia social y la económica. Para Schafik el partido es la fuerza que debe orientar, facilitar y potenciar de manera integral los tres ámbitos de democratización de la sociedad, así como su complementación.

La construcción democrática en el ámbito político es presentada por Schafik como el proceso que garantizaría la democratización del ejercicio de la política a través de la renovación del modo de actuar del partido. La democratización social se presenta como el modo de garantizar el respeto a los derechos humanos, enfatizando en las luchas populares y su cualificación continua como medio esencial para lograrlo.

El tratamiento de la democratización de la economía como una necesidad, muestra la amplitud de la visión de Schafik sobre las necesidades para la transformación del modelo democrático salvadoreño. La visión sobre cómo habría de ser considerado el ejercicio de democracia en el ámbito económico se delinea en algunos de sus trabajos cuando señala que:

Para gobernar se necesita una convergencia de fuerzas, una alianza muy amplia dispuesta a romper el modelo neoliberal, crear estructuras económicas y sociales que faciliten la reactivación de la economía, la prosperidad y la justicia social. En esas alianzas es necesario junto a los estímulos económicos poner en el centro a la persona humana, elaborar un modelo de economía que no esté basado en el cálculo frío de las ganancias donde la persona está abandonada a merced del mercado (Hándal, 2014, p. 72).

Destaca entre los rasgos que deben marcar el nuevo modelo: el humanismo y su capacidad de subsumir la fuerza reguladora del mercado, lo que a través del apoyo del Estado hace patente una diferencia esencial con los objetivos y la naturaleza del sistema a transformar. Schafik señala que todo ello solo será posible si el ejercicio democrático en la economía se garantiza desde un entorno político adecuado, que propicie el despliegue de la participación activa de la ciudadanía en cada uno de los procesos de desarrollo social, como cualidad innata del sistema político que debía fundamentar los procesos generales de democratización.

La renovación del partido para orientar los múltiples esfuerzos democratizadores debía tener como norte la búsqueda de los modos idóneos para orientar e impulsar la transformación del sistema desde adentro. Esta acción incluiría la transformación del mecanismo de la democracia representativa, la democratización del funcionamiento del poder público, así como el acompañamiento al pueblo en la construcción de poder popular.

La transformación del sistema desde adentro: la democracia representativa

Resulta muy conocida la frase de Schafik: "Luchar contra el sistema dentro del sistema es mucho más difícil que declararle la guerra con las armas, porque esto último es más riesgoso para la vida, pero es más simple de entender" (Hándal, 2014, p. 102). Hándal alertaba sobre los peligros de la entrada al sistema de la democracia representativa, pero a la vez fue capaz de vislumbrar las posibilidades que este mecanismo brindaba para crear las bases de un proceso de transformación del sistema capitalista desde adentro.

Respecto a los riesgos que se corría al entrar en la lucha electoral señalaba: "Ahora bien, concebir la participación de la izquierda en la vía electoral, no para cambiar el sistema, sino para acomodarse a él, no resuelve el problema. Solo convierte a la izquierda en administradora del capitalismo neoliberal dependiente en un momento que ya no es de éxito, sino de fracaso" (Hándal, 2014, p. 90).

El líder revolucionario pautó algunas líneas a seguir para que la izquierda trascendiera el papel de simple administradora del sistema al servicio del capitalismo neoliberal. Entre estas líneas destacó: la necesidad de construir un pensamiento estratégico, la elaboración y promoción de proyectos transformadores alternativos conforme con las realidades de cada uno de nuestros países, la necesidad de compaginarse con el movimiento social y llevar a determinados sectores sociales a pronunciarse por sus demandas y necesidades.

Para concretar esta acción destacó la necesidad de transformar el mecanismo electoral para unir partido y pueblo en la formación de poder popular. Sobre las posibilidades que en tal sentido ofrecen los contextos electorales apuntaba Schafik:

Creemos que es necesario participar en los procesos electorales porque son una gran oportunidad para divulgar las propuestas revolucionarias entre la gente. Abren un gran escenario para la lucha de nuestras ideas contra el capitalismo neoliberal por una sociedad justa. A la vez, son un gran instrumento movilizador y organizador del pueblo, consolidan las alianzas antineoliberales, multiclasistas, multisectoriales. Se convierten en una fuente de acumulación de fuerzas y de construcción de poder popular, condición necesaria para cambiar la correlación de fuerzas y llegar al gobierno para hacer los cambios revolucionarios que caben bien en las condiciones actuales (Hándal, 2014, p. 86).

Ligado a los presupuestos anteriores asume una posición respecto al debate reforma-revolución:

"Nada pues autoriza hoy planteamientos dogmáticos sobre la vía de la revolución. Todas son posibles si las fuerzas revolucionarias, el partido de la revolución, logra ganar el corazón y la mente del pueblo y si lo sabe organizar y conducir con acierto. Ello exige un partido fiel a su misión y un liderazgo experto y lúcido" (Hándal, 2014, p. 137). La democratización del poder público y la formación de poder popular también constituyen importantes pautas en ese accionar.

La democratización del poder público

La democratización del ejercicio del poder público, según Schafik, debería garantizarse a través de un mecanismo de regulación que incluiría la contraloría política, la contraloría administrativa y la auditoría externa.

Especial énfasis realiza Hándal en la contraloría política. En "La renovación del socialismo" (Hándal, 2014) para definir la función de la misma señala que, el partido revisaría cómo el gobierno está aplicando la plataforma política, qué se le ofrece a la gente y cómo se garantiza el compromiso con su problemática, si la gente está participando o no y qué grado de participación hay. En tal sentido destaca que para que el proyecto político se legitime de manera creciente, cuando se ofrece algo al pueblo y luego no es posible ejecutarlo: "hay que participarle a la gente, plantearle el problema, discutir qué se puede hacer y que se tomen decisiones. Lo que no debemos permitir es ignorar a la gente y no cumplirle" (Hándal, 2014, pp. 145-146).

Hándal le concedió una gran importancia a los procesos de socialización como entornos fecundos para la realización de la democracia. En el caso específico aquí analizado, destaca su concepto de "socialismo socializado": proyecto de transformación social en manos de la sociedad, basado en la gestión de la economía, en múltiples formas de propiedad y autogestión social, con un correlato en la organización y la forma de funcionamiento del sistema político (Hándal, 2014). Sus alusiones a la manera en que un sistema político verticalista puede frenar el desarrollo de las fuerzas productivas formaron parte de su argumentación, por lo que implicaba en relación al bloqueo de la autonomía y a la represión de la iniciativa, la movilización y la participación de las masas desde abajo en la toma de decisiones. Su argumento esencial fue: "En la medida en que el sistema esté en manos de la sociedad, ella necesitará, como exigencia vital, influir directamente en el curso de todos los asuntos sociales y públicos. Esta es una diferencia de fondo con la democracia burguesa, limitada sobre todo por los intereses de clase de los grandes capitalistas" (Hándal, 2014, p. 167).

Según Schafik estos rasgos de la democracia son la base para que el proyecto sea adoptado plenamente por las masas, tanto porque ayuda a la solución de sus problemas cotidianos, como porque asegura directa y voluntaria participación en el proceso de transformación y desarrollo del país.

Sobre la base de las ideas anteriores insiste en la necesidad de mantener la separación entre las funciones del Partido y el Estado en aras de que el primero pueda cumplir de manera eficaz sus objetivos como contralor político. En tal sentido, resulta de especial interés cómo separa la contraloría política de la contraloría administrativa. Esta última, en su criterio, tiene que ver con la parte de la relación laboral, con la honestidad en la utilización y eficiencia en el manejo de los recursos (Hándal, 2014, p. 61). Mientras respecto a la auditoría externa destacó: "En lo que se refiere a la parte económica y manejo financiero, yo creo que debería haber una auditoría externa con gente experta. Esas son las cosas a diseñar" (Hándal, 2014, p. 61).

A través de sus reflexiones sobre estos temas Schafik aportó posibles indicadores a incluir en la creación de una metodología para medir la eficacia política de la gestión pública y de los avances en la construcción de poder popular. Elementos a tener en cuenta para contrarrestar el desarrollo de los instrumentos que fueron creados como parte del aparato de la democracia liberal procedimental, para reducir la visión y el ejercicio de la participación política ciudadana al ámbito electoral y cuya expresión más reciente se concretó en el Índice de Participación Política Ciudadana que la USAID lanzó a la luz pública en el año 2005.

El trabajo del partido en la construcción de Poder Popular

La construcción de poder popular se presenta, en el pensamiento de Schafik, como el antídoto contra la posibilidad de que la izquierda sea subsumida por las prácticas del sistema capitalista y, por tanto, como el fundamento ineludible de su transformación.

Como elementos esenciales para que la construcción de poder popular llegue a ser un hecho concreto, desde una correcta conducción de los procesos políticos por el partido, Schafik señaló que lo determinante era ganar la batalla de ideas, el corazón y la mente de la inmensa mayoría del pueblo, transformarlo en fuente organizada revolucionaria. Destacó, además, la importancia de trascender la formalización, la instrumentalización de las formas de participación asociadas al desarrollo de la democracia liberal, y no repetir los problemas de burocratización que padeció el modelo de socialismo centralizado europeo del siglo XX.

Para el despliegue de un modelo de acción popular, que pudiera servir como garante del respeto a los derechos humanos, desde el impulso a la transformación de las condiciones histórico-concretas adversas a ellos, el líder revolucionario esbozó elementos como:

1. La necesidad de impulsar la coincidencia entre intereses individuales y colectivos, preámbulo para garantizar una efectiva participación del pueblo en la solución de los problemas, tanto cotidianos como nacionales. En tal sentido señaló que: "el colectivo no debe relegar y mucho menos aplastar al individuo. Sus ideas, opiniones y aspiraciones deben ser tomadas en cuenta" (Harnecker, 2014, p. 81).

2. La importancia de estimular la iniciativa individual y la creatividad de las personas para dar solución al "sinnúmero de problemas que jamás serían resueltos por la administración central del Estado" (Harnecker, 2014, p. 81).

3. La urgencia de orientar el trabajo para la transformación social como medida radical que garantice, de forma sustentable y sostenible en el tiempo, el respeto a los derechos humanos.

Entre los medios señalados que deben aplicarse para que el individuo aprenda a integrar sus ideas, opiniones e iniciativas en el colectivo y a luchar junto con él, se realza el debate y la labor educativa que el partido debía realizar con las bases sociales.

Sobre el debate destaca que es un momento imprescindible para lograr los ajustes entre individuo y colectivo y debe realizarse "sin inhibiciones, censuras, autocensuras o prohibiciones" (Harnecker, 2014, p. 81). El respeto a las creencias y tradiciones de la gente es otro aspecto fundamental para el líder revolucionario, al destacarlo como fundamento para el logro de los indispensables entendimientos y consensos populares, que asegurarían la realización del proyecto revolucionario en todas sus fases y etapas; así como la cohesión del pueblo para la defensa de la revolución. La labor educativa es explicada como un acompañamiento en la lucha que el partido debía realizar con las bases sociales pero desde una visión de la educación, enriquecida a través de la práctica política. En tal sentido apuntaba: "La única manera de enseñar a la gente es llevarla a hacer su propia experiencia. En eso consiste el arte de la política revolucionaria" (Hándal, 2014, p. 32).

Especial importancia otorgó al trabajo con los jóvenes, los sindicatos y las organizaciones comunales. Suponía una necesidad que el partido se preparara para poder establecer los enlaces con cada una de estas fuerzas sociales y desarrollara los procesos de orientación política y de acompañamiento de sus luchas. Todo ello siguiendo el principio aconsejado por Lenin: "el partido no debe decretar las formas de lucha: estas surgen del movimiento, las crea la gente. El partido debe unirse a esas formas de lucha, apoyarlas y tratar de perfeccionarlas" (Hándal, 2014, p. 36).

En sus postulados resaltaba el trabajo con la juventud que por no haber vivido los años de la lucha revolucionaria, los años de la guerra, podía creer en las mentiras dichas sobre la izquierda. Mientras que en igual sentido, respecto a los sindicatos señaló que la misión de la lucha reivindicativa no está clara para la gente que por no tener conciencia sobre las causas de los problemas y solo enfocarse en el problema mismo, se apegaban a aquella fuerza política que les diera solución de la forma más rápida posible.

En esta visión aparece reflejada la influencia de la experiencia vietnamita, que constituyó otro de los referentes esenciales en la obra de Schafik. Sobre la misma señala que, según los vietnamitas, lo que el partido debe hacer siempre es: "organizar el paso de formas de lucha inferiores a superiores, cuando surgen en el curso de la lucha misma; pero si el partido se opone a eso, se convierte en una palanca de mantenimiento del sistema: deja de ser revolucionario" (Hándal, 2014, p. 36).

En la reflexión sobre cómo impulsar el desarrollo de estas luchas y llevarlas a un plano central, válido para incidir en la transformación del Estado y, por ende, la transformación del sistema desde adentro, Hándal destaca como una de las vías posibles para ello la conversión de cada tema de la agenda de luchas en propuestas, organizando delegaciones de comunidades que vayan a algún ministerio o a la Asamblea Legislativa a presentar sus demandas, considerando estas acciones también como formas de lucha (Hándal, 2014, p. 36). Esta visión dio lugar a nuevas prácticas impulsadas desde los representantes del FMLN en la Asamblea Legislativa, que abrieron nuevos caminos de lucha social y política en El Salvador. Parte del legado de Schafik se concreta en la actualidad en la forma en la que se relaciona la facción del FMLN en la Asamblea Legislativa y los movimientos sociales que existen en el país.

El testimonio de Norma Guevara ofrece claridad en ese sentido al referir:

Ahora tenemos la lucha del agua, si esto lo viéramos estrictamente como lucha parlamentaria no tiene futuro, pero tampoco es posible que por muy radicales y certeros y científicos que sean los planteamientos de los movimientos sociales que defienden el derecho humano del agua, sin parlamentarios que representen ese pensamiento puede lograrse, esta es una caracterización necesaria de las luchas de la izquierda hoy (Vázquez y Argueta, 2014).

El reconocimiento de la cimiente de estas ideas en el pensamiento de Schafik fue declarado por la actual diputada cuando recuerda su tesis: "La asamblea dentro de paredes no transforma" (Vázquez y Argueta, 2014). Tesis a partir de la cual se incorporaron las tribunas parlamentarias para informar al pueblo de la labor desde la Asamblea Legislativa, entre otros mecanismo para contribuir a transformar el sistema desde adentro.

Schafik concebía diferentes espacios y direcciones de trabajo en las que se debía incorporar al pueblo, como espacios de construcción de Poder Popular, pero insistía en la adecuación del partido para llevarlas adelante, en la profundización de la relación del partido con la base social, en una adecuada comunicación que hiciera efectiva esta relación y en un proceso de educación permanente como espacio de desarrollo para la organización y la participación popular. La construcción colectiva de las fórmulas de lucha fue ubicada por el líder salvadoreño como uno de los ejes alrededor de los cuales establecer y consolidar la relación entre el partido y las bases sociales. Al respecto apuntaba:

La ruta del partido, para seguir acumulando fuerzas y dar un salto, consiste en mantener su lucha fuera de sus propias fronteras y relacionarse lo más directamente posible con la gente: convertir esta labor en algo permanente e ininterrumpido -que no esté relacionado exclusivamente con momentos electorales-, escuchar las opiniones de las personas sobre la problemática de cada momento, saber lo que les preocupa y discutir juntos como luchar (Hándal, 2014, p. 29).

En el análisis de las características que debía asumir la comunicación entre el partido y el pueblo, Hándal destacó lo que denominara la dialéctica de las dos concertaciones: "La concertación popular y la concertación nacional [...] -y enfatizó- en este binomio dialéctico, la determinante es la concertación popular, en ella tenemos que poner el mayor énfasis, al mismo tiempo debemos estar en las mesas de concertación" (Hándal, 2014, p. 143).

El trabajo de organización, y especialmente la formación de los comités de base, cimiento necesario para poder impulsar esta relación dialéctica de comunicación y trabajo conjunto, fue entendido por Schafik como elemento central para la transformación del sistema desde adentro. Insistió que se debía asegurar la vinculación con las masas, formar los comités de base con un doble carril, para generar el intercambio de información del partido hacia la gente y de la gente hacia el partido, como antídoto contra la estrategia de hacer cambios para que nada cambie.

En sentido general, la visión de Schafik sobre los desafíos a enfrentar en ese proceso se fundamentó, entre otros elementos, en el análisis de la experiencia de lo que llamó expaíses socialistas. Argumentó que la causa principal del fracaso del socialismo en la URSS se debió a que la dirigencia anuló la democracia, redujo a cero las opiniones de la sociedad, instauró el verticalismo y el burocratismo alejándose así de su carácter revolucionario:

En ese socialismo de Estado el sistema político, económico y social, la actuación de las organizaciones sociales y el mismo partido de la revolución, estaban en manos del Estado y no de la sociedad, como debía ser [...] El modelo de socialismo no era democrático y no podía serlo en un sentido estructural. La democracia no era necesaria para el funcionamiento del sistema. Este funcionaba desde el Estado (Hándal, 2014, pp. 157-158).

La génesis de este problema fue identificada por Schafik en la conciliación entre las funciones del partido y las del Estado que, a su juicio, condicionaron una separación contradictoria entre el partido y el pueblo. Entre sus principales preocupaciones al respecto explicaría:

Los partidos del socialismo, al fundirse con el Estado, se separaron de las masas (me estoy refiriendo a los expaíses socialistas), se colocaron por encima de ellas, se infestaron de corrupción y se desprestigiaron desacreditando al socialismo. Esto deja un enorme espacio a fuerzas de diversos matices, incluso contrarrevolucionarias, para que confundan y atraigan a las grandes masas" (Hándal, 2014, p. 48).

Al considerar esto último, Schafik insistía en la necesidad de profundizar el conocimiento de las estrategias y mecanismos de acción de la derecha, para no perder el rumbo y construir formas efectivas para impulsar la transformación de la sociedad, que permitieran, además, superar los problemas que limitaron el desarrollo del llamado socialismo real.

En sentido general, desde las consideraciones antes expuestas, Schafik aporta elementos para la superación de las nociones inherentes a la democracia burguesa y su mecanismo representativo. En tal sentido destaca la necesaria relación del partido con el pueblo para lograr la eficacia en la construcción de la nueva democracia, con justicia social ilimitadamente participativa, lo que significa superar el esquema de la democracia formal, puramente representativa y limitada por los intereses de la burguesía y del imperialismo. Todo ello sería posible solo "desde la indisoluble unión con las masas, promoviendo su iniciativa, su autogestión, aun cuando la revolución hubiera triunfado y tenga el poder en sus manos" (Hándal, 2014, p. 58).

Las ideas antes expuestas muestran la importancia que le concedió Schafik al apoyo del partido en la gente para convertirse en una fuerza política poderosa, en aras de darle continuidad a los resultados alcanzados por la lucha armada y generar un movimiento político fuerte, de primera línea (Hándal, 2014). Sus nociones sobre la democracia social y sus críticas al modelo de la democracia liberal, trazaron un camino hacia el entendimiento de cómo impulsar el avance de ese modelo democrático con justicia social ilimitadamente participativa.

Conclusiones

En la obra de Schafik Hándal se puede identificar una concepción sobre el proceso de construcción democrático que expresa coincidencias con las ideas implícitas en las concepciones sobre democracia social, democracias emergentes, democracia sustantiva, radical, postmoderna, participativa y participativa directa.

El redimensionamiento de la consideración sobre los espacios de hacer política se destaca entre esas coincidencias, a la vez que estas visiones son enriquecidas por el revolucionario salvadoreño desde las exigencias de transformación que plantea las características específicas de la realidad nacional.

Entre sus principales aportes se encuentra la conceptualización de las nociones democracia nueva popular, socialismo socializado y contraloría política.

La democracia nueva popular se sustenta en principios humanistas y fundamenta una nueva lógica en los procesos del ejercicio del poder para integrarse a la batalla por el progreso nacional. Este concepto muestra la integralidad de los procesos a impulsar para lograr el desarrollo en El Salvador, en el contexto de los cuales la democratización se constituye en uno de los cimientos para la integración del actuar de los hombres y mujeres del país, desde sus valores proverbiales, a la creación y multiplicación de la riqueza necesaria.

El socialismo socializado expresa la importancia de los procesos de democratización de todos los espacios de transformación social en el socialismo, considerados a la vez como espacios de construcción de poder.

La contraloría política, revela las maneras idóneas de relacionamiento del partido con el Estado, en aras de garantizar la transformación de su naturaleza dominadora.

Los conceptos antes valorados y su visión sobre la construcción de poder popular como ámbito esencial para la concreción de los procesos de construcción democráticos, forman parte de los elementos que develan la riqueza de la concepción de Schafik Hándal. Al atender a las demandas de análisis y solución de las problemáticas contemporáneas que vive la izquierda en América Latina y en El Salvador se evidencia la incuestionable vigencia de los estudios realizados por político salvadoreño.

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RECIBIDO: 28/8/2016

ACEPTADO: 1/11/2016

 

 


Yazmín Bárbara Vázquez Ortiz. Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU), Universidad de la Habana, Cuba. Correo electrónico: yazminbarbara@cehseu.uh.cu

NOTAS ACLARATORIAS

1. Teoría basada en tres postulados esenciales: la imposibilidad de la democracia, en el sentido etimológico de 'gobierno del pueblo', la inevitabilidad de la dominación de las minorías y la visión de la democracia, en su sentido clásico, como utopía.


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