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Universidad de La Habana

On-line version ISSN 0253-9276

UH  no.284 La Habana July.-Dec. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Los fulgores de Octubre en las estepas centroasiáticas

 

 

Impact of the October Revolution on the Steppes of Central Asia

 

 

 

Oscar Julián Villar Barroso

 

Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana, Cuba.

 

 

 

 


 

RESUMEN

Mirada crítica al proceso revolucionario que permitió a los pueblos de Asia Central superar el régimen despótico-feudal y transitar vertiginosamente desde la Edad Media a la modernidad del siglo xxi en solo 74 años. El abordaje historiológico del fenómeno permitió describir de qué manera esas culturas aprovecharon todas las potencialidades existentes y desarrollaron otras insufladas por el sistema soviético. Este análisis desmontó el mito de que el socialismo fue un fracaso histórico de épocas pasadas, ya superadas por los tiempos.

PALABRAS CLAVE: Asia Central, poder soviético, Revolución de Octubre, rusificación, socialismo, sufismo.


ABSTRACT
This paper critically examines how central Asian peoples were able to destroy the despotic feudal regime and quickly go from the Middle Ages to the 21st century modern age in just 74 years. It describes, through historiology, how these cultures made good use of all their potential and developed the potential offered by the Soviet system. This analysis contradicts the myth that socialism was an historical failure that is past now.

KEYWORDS: Central Asia, Soviet Power, October Revolution, Russification, Socialism, Sufism.

 


 

Introducción

En el 71er periodo ordinario de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en septiembre de 2016, Barack Obama pronunció un discurso fiel a su propio estilo. Él no es un ignorante como su predecesor en el cargo, todo lo contrario, por ello no deja de ser llamativo que al arremeter contra el socialismo lo catalogara como un fracaso histórico de épocas pasadas, ya superadas por los tiempos. A su vez, Robert Bridge, un experto estadounidense en temas políticos, al analizar ese mismo discurso del mandatario de su país alegaba que: "las palabras de Obama son un "camuflaje retórico" y una "cortina de humo" para "distorsionar la realidad"" (Bridge, 2016). El socialismo no fue un fracaso y, mucho menos, ha sido superado por los tiempos. El terrible escenario del mundo actual y los éxitos innegables del socialismo en su corta existencia, como tiempo histórico, desmienten las afirmaciones de Obama.

A pesar de ser Asia Central -Kazajstán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán- el escenario más complejo de los tantos donde se desenvolvió el socialismo soviético, son innegables los éxitos logrados. Asia Central era un territorio donde en 1917 no solo aún no nacían las relaciones capitalistas de producción, sino que, además, constituía la periferia más atrasada e inculta del vetusto imperio de los zares. Sin embargo, para 1991, al derrumbe de la URSS, contaba con una base industrial bastante considerable y un capital humano, en general, bien desarrollado.
Aún en la actualidad el abordaje histórico de lo que hoy es el espacio postsoviético de Asia Central, se sigue haciendo desde un enfoque unilateral, fragmentado, reduccionista y hasta descalificador. Por lo cual, demostrar lo contrario de tales enfoques supone el centro de estos análisis. En vísperas del centenario de la Revolución de Octubre, urge retomar el tema y poner en conocimiento del lector el impacto de este proceso, que dejó una impronta innegable en el desarrollo de la región. Asia Central se ha convertido, durante la posguerra fría, en una de las áreas focales de los intereses en pugna de las potencias mundiales y de las corporaciones transnacionales, empeñados todos en controlar su riqueza energética y cualidades geopolíticas, con lo que ha devenido escenario de uno de los eventos geopolíticos más delicados de la época contemporánea, el "Colosal Juego".(1)


Allí se fundieron a lo largo del tiempo grupos humanos de origen túrquico con los mongoles de Gengis Kan, en su vertiente sur con pueblos indoeuropeos persófonos, en estrecha relación con China y, desde el siglo viii, con el Islam, hasta que entre los siglos xviii y xxi, la presencia dominante de Rusia se sumó a la peculiar mezcla que caracteriza a la región y que la convierte en un extraordinario y apasionante mosaico.


Asia Central hasta 1917


Desde el punto de vista geográfico, este territorio constituye el puente natural, físico y cultural de Eurasia, por ello ha sido un punto al que fluyen, y donde confluyen, las más diversas experiencias civilizatorias. Sobre Asia Central han actuado indistintamente las influencias helenística, persa, india, china, arabo-turca, europea y rusa, y ella misma ha influido sobre las otras. Por ello, cuando se piensa en ese espacio, de alguna manera también se está hablando de un gran viaje, de un peregrinar, de una búsqueda del camino entre estepas, desiertos y oasis, aunque según Hambly (1986): "la romántica identificación de Asia Central con una vasta extensión de desiertos y estepas no es en ningún modo inexacta, aunque requiera ciertas modificaciones y, como afirmación general, se puede decir que allí donde la estepa y el desierto den lugar a un paisaje diferente, allí termina Asia Central" (p. 4).


Por otra parte, Asia Central ha mantenido presencia y, en algunos momentos, una alta significación en el devenir histórico. Ciudades tan antiguas como Samarcanda, Bujará, Tashkent, Jiva, Qoqand, Osh, Merv, Shimkent o Taráz fueron muy conocidas, algunas desde hace más de 3 000 años. Muchas eran testigo y sostén del incesante paso de las caravanas de la Ruta de la Seda, en su transporte de seda, especias y piedras preciosas, pero también como puente de cultura y conocimientos científicos.


Asimismo, esta región fue la patria chica de algunos de los más importantes sabios del mundo medieval. Nombres como los de Al-Jwarizmi, Al-Farabi, Al-Biruni y Avicena, figuran entre los más grandes científicos cuyas obras han trascendido hasta la actualidad.


El Islam irrumpió en Asia Central aproximadamente en el siglo viii, primero por las peregrinaciones de misioneros a Bujará y Samarcanda, para seguir adelante después de la célebre Batalla de Talas en el año 751. Lo más interesante, en materia religiosa, es que el Islam se sincretizó con otras prácticas místicas y se particularizó debido a su adaptación a la base cultural y religiosa preexistente, propiciando desde el inicio una variante diferente a la de los otros centros árabes e iraníes. Esto hizo que en la región se configurara una identidad religiosa donde el Islam cobró gran importancia, pero, a su vez, mantuviera rasgos muy particulares que permitieron que continuara siendo una zona donde los preceptos religiosos, las leyes y costumbres islámicas y la democracia, se mostraran compatibles, lo que se puede explicar a partir de argumentos válidos expresados en seis elementos propios de su religiosidad. Lo anterior supone entender que las relaciones culturales eran mucho menos conservadoras y más constructivas que las de otros sitios (directamente relacionado con el sufismo, su base filosófica) (Villar, 2016). Los seis elementos referidos ad supra son:


1. Ausencia de tradición árabe
2. Marcada influencia del sufismo(2)
3. Impronta de la Escuela Hanafí(3)
4. Desarrollo en la región de movimientos de renacimiento reformista: jadidismo(4)
5. Costumbres locales, que toman como base la democracia tribal turca
6. Herencia rusa y la secularización, con su alto grado de educación e instrucción científica

Caracterizado en casi toda Asia Central por la intimidad de los creyentes en su práctica, con excepción de los antiguos centros de Samarcanda y Bujará, de tradición conservadora, el Islam local es menos institucional que en otros lugares en su vinculación con la deidad a través del clero, y aunque caló profundamente en la tradición nacional de cada pueblo, lo hizo sin ningún viso de fundamentalismos. No obstante, la conquista violenta e imposición de elementos extraños a sus sociedades propiciaron la aparición de algunos conatos de separatismo y resistencia y, en ciertas partes, llegó a alcanzar determinadas formas de extremismo religioso, lo que se podría ver asociado a la resistencia por la introducción de los valores eslavos durante la dominación del imperio zarista y ruso-soviético.


El proceso de evolución de la política local tiene sólidas y muy remotas raíces. Hasta el momento de la colonización rusa se había desarrollado de forma natural a partir de la praxis y por medio de la creación de macro etnias, que se articulaban por el reconocimiento de una lengua común, acompañada a veces por una misma religión y otros elementos importantes. Sin embargo, no llegaron más que a constituir proto Estados del tipo de los kanatos, más pequeños y menos complejos que las actuales repúblicas y que estuvieron gobernados por la nobleza uzbeca, como estructura despótica superior, luego que estos derrotaran a los descendientes de Tamerlán, a finales del siglo xv.


Las relaciones de poder en este escenario se habían basado, a diferencia de otros lugares, en un modelo signado por la lealtad al poder de una dinastía, y desde el siglo ix, en la fidelidad al Islam. Se sustentaban económicamente en la agricultura, la ganadería y el comercio con las caravanas de la Ruta de la Seda, a las que acogían con singular hospitalidad. Pero aún así, se tuvieron que enfrentar la pretensión de ser conquistados por otros grupos humanos, como los oirates de Zungaria, situación que se hizo enconada durante los siglos xviii y xix. Esto llevó a que algunos clanes asumieran su incorporación al Imperio ruso como un mal menor, que evitaría los ataques de tribus mucho más agresivas, porque en su cosmovisión consideraban al aliado como una "tribu superior".(5) Fue entonces cuando los modelos autóctonos de desarrollo en Asia Central quedaron truncos y dejaron de evolucionar en su forma natural.


Los rusos impusieron a estos pueblos su concepto de Estado y equivocadamente desestimaron muchas de las experiencias locales. Sin embargo, cabe recordar que los rusos que llegaron y ocuparon Asia Central, durante más de 200 años estuvieron supeditados a las hordas de Gengis Kan y adquirieron no pocos rasgos de los pueblos de la estepa. Es decir, al llegar a Asia Central la sociedad rusa ya había sido alterada profundamente por el efecto del vasallaje a los kanes mongoles en una relación de diálogo cultural.


A esto debe agregarse que Rusia, luego de la expulsión de mongoles, polacos y suecos de sus tierras, se vio inmersa en una serie de procesos que produjeron en ese país importantísimas transformaciones. Las reformas impulsadas por Pedro I y Catalina II cambiaron de manera sustancial al Estado y la sociedad rusos. Aún así conservó algunos rasgos de sus conquistadores de antaño, por lo que los rusos que llegaban a Asia Central no le eran totalmente ajenos a la población local. Por esa razón se inició entre ellos una nueva relación que duró más de dos siglos y que no concluyó con el derrumbe soviético.


También los rusos en su avance, a diferencia de otros colonialismos imperialistas de los siglos XVIII y XIX, ni expulsaron ni aniquilaron a los pobladores locales, sino que trataron de integrarlos a su sociedad, incluso, hasta se mezclaron con aquellos, lo que diversificó la situación del mundo local.

Pero lo cierto es que la experiencia de vida ruso-soviética de Asia Central, como les separó de sus esencias, al desmontarse la URSS los dejó en una situación muy difícil y maleable. Esto explica los vacíos y disfuncionalidades que se presentaron a partir de entonces y que las autoridades postsoviéticas han tratado de superar, no siempre con objetividad. Un ejemplo de ello fue tratar de "inventar" lo que no fue o de copiar de forma acrítica y mecánica otras experiencias políticas foráneas, fundamentalmente europeas y norteamericanas, sin renunciar a continuar aplicando algunos elementos y prácticas del modelo soviético.(6)


Aún así, se suele culpar a la URSS de todas las dificultades actuales de Asia Central, lo que no es correcto. Tampoco se puede asegurar que todo fue negativo para estos pueblos desde la llegada de los rusos, ya que en principio, estos últimos aseguraron la defensa ante el peligro de total aniquilación de algunos de esos grupos humanos. Además, Moscú promovió el acercamiento centroasiático a Europa y al modelo ruso, con lo que se introdujeron las relaciones capitalistas en una región cuyos modelos tenían más que ver con otro orden social en aparente declive.(7)

El poder soviético en Asia Central


Cuando triunfa la Revolución de Octubre y se comienza a crear el Estado soviético, sus dirigentes se encontraron que en todo ese inmenso territorio colonial habían existido de manera prolongada otras formaciones estatales y sociales organizadas sobre la base de relaciones clánico-patriarcales y político-culturales propias de sus experiencias civilizatorias, modeladas por la costumbre turca y persa, que en distintos momentos habían sido realmente importantes. Tampoco había tradiciones del ideal socialista entre sus pueblos.

Aquellas estructuras fueron las que el régimen zarista comenzó a desmontar y las que los soviéticos suprimieron en un errático proceso que pretendió sustituir lo tradicional. Al imponer modelos distintos a sus formas consuetudinarias de vida, les acarrearon a estos pueblos no pocas dificultades para su funcionamiento coherente en fecha posterior a 1991. Aunque a favor de Stalin hay que decir que nunca imaginó que la URSS se desmoronaría alguna vez.


Con la imposición en Asia Central de las estructuras asumidas por la revolución, el gobierno de la URSS insufló la base de la vida republicana soviética a esos pueblos. Esto sirvió de cimiento para la construcción de nuevas sociedades.


El método que se empleó en la URSS para desmontar un tipo de Estado como el de los nómadas, fue censurable. Es cierto que había sido válido para el funcionamiento de sociedades muy precisas durante muchos años, pero resultaba incoherente con la contemporaneidad y el proyecto de desarrollo emprendido en la Unión Soviética. Se optó por hacerlo mediante un proceso de sedentarización y destribalización forzosa, lo que dejó muchos sinsabores en la población, y se consumó al costó de no pocas víctimas.


La construcción por parte de Rusia en 1895 de un ferrocarril desde Oremburgo hasta Tashkent trajo a la ciudad uzbeca a los primeros obreros de dicho sector, muchos de los cuales venían con una bien definida conciencia de clase y estaban adoctrinados por bolcheviques, mencheviques y eseristas de izquierda. Estos obreros eran a su vez portadores de las nuevas ideas revolucionarias y serían, junto a los revolucionarios desterrados, los protagonistas del derrumbe del zarismo en el Turquestán.


Algunos años más tarde, en 1916, en la "aldea" centroasiática, al igual que en el resto del Imperio ruso, existía una crisis total como consecuencia de las sistemáticas derrotas de los ejércitos zarista, empantanados en la I Guerra Mundial. Toda la región fue sacudida por un intenso movimiento de resistencia popular en contra de los ocupantes, quienes cobraban impuestos impagables y reclutaban a la fuerza a los campesinos locales para servir en las filas del ejército.


Para sofocar la resistencia, las tropas de ocupación rusas se excedieron en su crueldad y solo a costa de un elevado número de víctimas consiguieron sofocar el conato de rebeldía. Los sobrevivientes tuvieron que huir y refugiarse en las montañas o continuar a China y a otros territorios;(8) ello explica por qué las revoluciones de febrero y octubre de 1917 pasaron inadvertidas para los lugareños. La revolución de los rusos no fue asumida por ellos como un acto de liberación, sino que la vieron como algo lejano y ajeno, por lo que en las acciones para la toma del poder en Tashkent participaron, inicialmente, solamente revolucionarios de origen europeo.


Sin embargo, no más se desmoronó el zarismo en Rusia, los antiguos protectorados de la zona, los de Jiva, Bujará y Qoqand, así como los pueblos del valle de Ferganá, declararon su independencia del Imperio Ruso, aunque el hecho secesionista no se consumó. En Tashkent, un grupo adepto a los bolcheviques estableció en 1918 un soviet desde el cual se propusieron implementar el poder soviético en todo el Turquestán, lo que era contrario a las aspiraciones de las élites locales, que deseaban librarse de la incómoda tutela rusa. Aprovechando el contexto estos sectores poblacionales se levantaron en contra del naciente poder soviético y se unieron a la intervención de 14 potencias foráneas y a las tropas contrarrevolucionarias en la guerra civil.

Para enfrentar la insurrección, Moscú organizó una gran campaña militar con las tropas del recién formado Ejército Rojo, al frente de cuyas unidades en Asia Central estuvo el legendario Mijaíl Frunze. Los rojos llamaban basmachi(9) a las tropas antisoviéticas locales, término que fue adoptado con orgullo por ellos, ya que mientras los bolcheviques lo empleaban de forma despectiva para describir a un bandido, el término tenía en las lenguas locales una profunda connotación positiva.


Los triunfos iniciales correspondieron a los basmachi, pero en 1920 las tropas soviéticas, reforzadas con tártaros del Volga y cosacos del Kubán, sobrepasaron sin resistencia las líneas defensivas al oeste de Uzbekistán en el centro turkmeno y arribaron a Tashkent. Desde allí se lanzaron a la conquista del Valle de Ferganá, guiados por Mijaíl Frunze, que era oriundo de Pishpek.(10) Luego continuaron la ofensiva al norte, penetrando a las regiones kirguizes y la estepa kazaja y concluyeron la guerra con el sostén de divisiones suplementarias, las que en algunos momentos estuvieron apoyadas por las primeras unidades soviéticas de aviación y paracaidistas.


Sin embargo, a partir de la década del 20, un factor de origen extra militar condujo al fin de la resistencia antisoviética: la implementación de la Nueva Política Económica (NEP) estructurada por Lenin. La NEP se hizo acompañar, además, por importantes inversiones,(11) un justo proceso de redistribución de las tierras a favor de sus originales dueños y contempló, también, el otorgamiento de garantías religiosas, con lo que en el periodo subsiguiente comenzó a decrecer el movimiento insurreccional y fueron incrementándose los éxitos y el apoyo al Ejército Rojo. Los basmachi dejaron de recibir apoyo de la población, que comenzó a apreciar las ventajas del nuevo régimen, mientras que los jefes rebeldes, inmersos a su vez en pugnas por los cargos de dirección según líneas étnicas, vieron erosionada su autoridad y, con ello, la asistencia material.


La justa crítica leninista, producto de estudiar las causas de algunos levantamientos antisoviéticos, surtió un efecto positivo. Se constituyó la Comisión del Turquestán para Asia Central, que tomó en sus manos el control del territorio e integró a sus filas, en calidad de asesores, a intelectuales y personalidades sociales de la región, enmendándose el craso error de marginar a la población local de los cargos de dirección en beneficio del "Gran Ruso".(12)


Lenin, a pesar de que en lo personal no conocía el Turquestán, comprendía que las cosas debían estar allí peor que en cualquier otra parte de Rusia, por lo que le prestó especial atención aún cuando para esta época ya estaba gravemente enfermo y muy limitado para el trabajo. Infelizmente, falleció en enero de 1924 y su sucesor, José Stalin, luego de purgar el partido y afianzarse en el poder, tomó otro camino. A partir de 1928 nuevamente se privó a estas sociedades de toda autonomía y sus líderes fueron perseguidos y separados de los cargos gubernamentales. Stalin y la dirección bolchevique, que eran excesivamente centralistas, no fueron capaces de entender la importancia que suponía para las comunidades locales que se respetase su identidad, y que mientras más sufre y discriminado es un sector social, más necesidad de autoafirmación y de soberanía siente.


Mientras tanto, como parte de la institucionalización soviética, y en los marcos de la Constitución de 1924, se establecieron las estructuras nacionales y estatales en Asia Central. Se pretendió respetar el principio esbozado por Lenin de organizar "un territorio para cada nación", lo que ni fue posible alcanzar en su totalidad ni tuvo una aplicación acertada. Su diseño no fue consecuente con la disposición y ubicación histórica de las etnias asentadas en cada área, siendo el ejemplo más evidente los valles de Zeravzhán y Ferganá,(13) donde los uzbecos fueron favorecidos sobre los tayikos.

En 1928, con el afianzamiento de la corriente estalinista, se inició en lo político una nueva etapa en la URSS, al abandonar el sueño de la revolución mundial por el de construir el socialismo en un solo país. Se estableció la estrategia de la industrialización acelerada y la revolución cultural, que para Asia Central constituyó la imposición de otro paquete de patrones ajenos: la religión local fue conjurada, se incorporaron al agro nuevos cultivos y modos de labranza desconocidos, y el uso de la lengua rusa se hizo obligatorio para todos.


Entre 1925 y 1936, de acuerdo a la política de Stalin, se llevó a cabo el proceso de formación de los Estados nacionales en la URSS y en Asia Central,(14) lo cual representó fuente de conflictividad étnico-territorial y fue el desencadenante de uno de los más grandes dilemas regionales durante la época soviética y postsoviética. El nombre del país se correspondió con el grupo étnico mayoritario, las minorías se vieron obligadas a adoptar relaciones de igualdad y fraternidad. Estas fronteras hasta 1991 eran líneas formales, sin ninguna regulación. La resistencia de los pobladores de estos territorios se hizo nuevamente presente.


No obstante, con la Constitución de 1936 las autoridades de la URSS se propusieron su propia construcción de la nación soviética. Aunque en cierta medida tomaron en cuenta algunos elementos que señalaba Stalin en su concepto, el proceso se desarrolló de la misma manera que en otros lugares donde se habían inventado los Estados nacionales.


Sin embargo, vale consignar que con la implementación de la Constitución de 1936, al menos en lo formal, las cinco repúblicas socialistas creadas fueron incorporadas a la URSS en calidad de Estados constituyentes y con los mismos derechos del resto, incluida Rusia, y esto significó un importantísimo salto, pues las personas procedentes de Asia Central adquirieron la ciudadanía de la URSS y fueron ciudadanos soviéticos en todo derecho.


En lo económico, se obligaba a la interdependencia entre todos y de todos con el resto de la URSS, proceso que se articulaba a través del centro moscovita, lo que sería un incuestionable elemento persuasivo ante el menor brote de escisión y nacionalismo, pues esta dependencia condenaba al fracaso cualquier intento separatista. La experiencia postsoviética también lo ha demostrado.
Lo primero que se realizó en Asia Central una vez que concluyó la guerra civil, fue la reconstrucción de la infraestructura y el desarrollo de nuevos objetivos económicos. En el XIV Congreso del Partido Comunista, celebrado en diciembre de 1925, se aprobó el curso del desarrollo de la URSS, que apostó por iniciar un proceso de industrialización acelerada de todo el país, que con el tiempo transformaría de manera sustancial esa región. Este proceso se inició con un levantamiento geofísico territorial para identificar los potenciales recursos

.
Otro objetivo importante fue la construcción del ferrocarril Turk-Sib, de 1 445 kilométros, que enlazó los territorios de Siberia y Asia Central. Iniciado en abril de 1927, se ejecutó a pasos agigantados, casi sin emplear maquinaria y con el apoyo entusiasta de la población. Se concluyó en 1930, un año y medio antes de lo previsto, toda una proeza laboral de alcance estratégico.


Se iniciaron las inversiones industriales, principalmente en Kazajstán, y en alguna medida en Uzbekistán. Fueron ejecutadas en el sector extractivo de la metalurgia ferrosa y no ferrosa, el carbón y el petróleo y en menor volumen en la industria alimentaria y química. Algunas de las fábricas edificadas en aquella época en Karaganda, Shimkent, Baljash, Ust-Kamenogorsk, Petropavlosk y otras ciudades, serían de las más grandes de toda la URSS. Este proceso de industrialización estuvo encaminado a la producción de materias primas y algunos productos semielaborados.


El programa de electrificación, que tuvo como base el Plan Leninista de Electrificación Estatal de Toda Rusia (GOELRO),(15) se desarrolló de forma creciente en Asia Central, donde partió prácticamente desde cero. Se construyeron centrales termo e hidroeléctricas. Kazajstán, la más industrializada de las repúblicas, pasó a la vanguardia de la producción industrial dentro de la URSS, convirtiéndose en la segunda fuente de abasto de metales ferrosos y tercera en la extracción de petróleo y carbón, mediante un programa que era defendido por algunos líderes locales del partido bolchevique y rechazado por otros.


En la agricultura se evidenciaron también importantes cambios en la década de los años 20 y 30. En 1927 se celebró el XV Congreso del Partido Comunista, conocido como el Congreso de la Colectivización, que se propuso transformar para la primavera de 1932 todo el sector agropecuario soviético mediante la conversión de la pequeña propiedad individual en una gran propiedad colectiva. Este cambio de paradigma fue el que reconoció la sedentarización y colectivización de la vida rural y la modificación de los hábitos de la población campesina de Asia Central, que era superior al 90 % del total, y por extensión, también de su vida económica. El principal desacierto de este programa fue que se hizo de forma violenta y no todos soportaron los cambios, se calcula que no menos un millón y medio de nómadas murieron y la masa ganadera decreció considerablemente.


En ese contexto fueron desposeídos los terratenientes tradicionales de Asia Central, los llamados bey, que eran los kulaks locales.(16) Fueron expropiadas cerca de medio millón de cabezas de ganado, entregadas a las nuevas estructuras koljosianas, que de paso, se convirtieron en complejos agrícolas, pequeños, pero innumerables, y tuvieron que asumir la realización de producciones no tradicionales como el azúcar, granos, algunas frutas y vegetales desconocidos para el campesinado local, y hasta la producción de carne de cerdo, un producto rechazado por el Islam.


En 1929 la capital de los kazajos fue trasladada desde Kzyl Orda a Alma Ata, que era una ciudad que crecía en torno a una guarnición militar rusa y por tanto, estaba desligada del pasado histórico y cultural regional. Lo mismo ocurrió con la capital de Uzbekistán. En 1930 Tashkent asumiría esa condición, que hasta entonces había tenido Samarcanda, lo que se hizo teniendo en cuenta las mismas razones que con los kazajos. Tashkent, aunque tenía una antigüedad bien considerable, cedía en tradiciones e importancia histórica a su vecina Samarcanda, todo un símbolo para el mundo islámico.


A partir de 1928 se inició un profundo movimiento por la alfabetización, que incluyó la creación del alfabeto para las lenguas que no lo tenían y todas fueron adaptadas al alfabeto cirílico. Este enfrentó dos dificultades, la de convencer a la población nómada de lo importante de esta medida y la de conseguir la autorización familiar para que las mujeres recibieran instrucción, sobre todo en las sociedades más tradicionalistas del sur islámico. Para el ulterior desarrollo del programa fueron creados institutos pedagógicos en Kazajstán y Uzbekistán, los primeros centros universitarios en la región, y se inició la formación de maestros y profesores. La década de 1930 fue en este sentido muy compleja en Asia Central, porque la intelectualidad local fue prácticamente abolida por Stalin.


El inicio de la Gran Guerra Patria constituyó un momento de cambio muy brusco, pero a su vez, una importante oportunidad para la región y para toda la URSS, por cuanto estableció relaciones de hermandad entre todos los pueblos soviéticos, aunque se consiguió a un alto costo. El inicio de la contienda está asociado en el imaginario popular centroasiático con el Maleficio de Tamerlán, al vincular la apertura de su tumba para estudios forenses el 22 de junio de 1941, y su epitafio: "Que el mundo tiemble si salgo de mi tumba", con el inicio de la agresión hitleriana contra la URSS en esa misma fecha.


La guerra alteró la vida centroasiática, muchos de sus hijos marcharon a los frentes, otros cuidaron las fronteras, y el resto trabajó para la victoria. También recibieron, con su hospitalidad tradicional, a la población evacuada que llegaba con las fábricas desarmadas y produciendo sobre las plataformas ferroviarias, para levantarlas en los nuevos territorios, como fue el caso del gigante de la producción aeronáutica Iliushin, relocalizado en Tashkent. Así se aceleró extraordinariamente el proceso de industrialización local y a la región llegaron de todo el país especialistas altamente calificados, muchos de ellos se quedaron para siempre.


Un lugar especial ocupó la solidaridad centroasiática para con el resto de sus hermanos soviéticos. El cruel bloqueo a Leningrado y la heroica resistencia de sus pobladores inspiraron a Yambul Yabáyev, un importante poeta kazajo, a escribir el desgarrador poema "Leningradenses ¡hijos míos!", una oda al heroísmo colectivo de los defensores de esa urbe, entre los que contaban 9 divisiones formadas en Asia Central. Un dato curioso, los hijos de las estepas y los desiertos, también pelearon en los cielos y en el mar, dos elementos que aparentemente les eran bastante ajenos, solo a bordo del crucero Kírov combatieron cerca de 300 marinos centroasiáticos, la mitad de ellos kazajos.


La 316 División de Infantería, una unidad que fue formada con urgencia en las cercanías de Alma Ata, integrada por kazajos y kirguizes que no tuvieron tiempo ni para entrenarse adecuadamente, en el invierno de 1941-1942 se llenó de gloria y reconocimiento mundial. Dirigidos por el General Panfílov, en condiciones dificilísimas, el 16 de noviembre de 1941 frenaron junto a Moscú el empuje de fuerzas muy superiores y derrotaron a los fascistas en toda la línea. Por ello, muchos de sus combatientes fueron condecorados con las más altas distinciones soviéticas y la propia División fue distinguida como 8va División de la Guardia. Su heroísmo fue recogido en dos novelas de Alexander Bek, muy populares en Cuba: La carretera de Volokolansk (1965) y Los hombres de Panfílov (1977).


En Tashkent vivió la "madre heroica", una joven uzbeca que perdió a su esposo en la guerra y se quedó sola con un hijo pequeño, pero en poco tiempo llenó de contenido su vida y de hijos el hogar, al recoger a casi una veintena de huérfanos que llegaban a la ciudad procedentes de la parte europea. Con mucho sacrificio esta ejemplar mujer los crió y dio una educación virtuosa, encaminándolos correctamente en la vida. Sus hijos, que eran rusos, ucranianos, moldavos, bielorrusos, uzbecos y de los países bálticos, fueron educados como hermanos gracias al altruismo y el tesón de esta mujer.
A pesar de los daños que ocasionó, la guerra actuó como catalizador del proceso de hermanamiento de todos los pueblos soviéticos, es lamentable que esta positiva situación no se aprovechara posteriormente, y se retornara a los errores del pasado.


Concluido el enfrentamiento bélico y con el triunfo de la URSS y los aliados, la tarea que se impuso ante los soviéticos fue en verdad titánica, para ellos no hubo Plan Marshall ni ayuda de ninguna índole, más bien todo lo contrario, pues las urgencias de la reconstrucción vinieron acompañadas por las que impuso el inicio de la Guerra Fría, que comenzó con los bárbaros e injustificados bombardeos atómicos contra Japón. Desde ese momento y hasta 1949, cuando la URSS entró de la mano de Kurchatov en la era atómica, estuvo amenazada de ser aniquilada de la misma manera que las masacradas urbes niponas.


Después de la victoria de 1945, las principales inversiones soviéticas se dirigieron a reconstruir lo devastado. Por esos años Asia Central, que durante la guerra había visto crecer considerablemente su capacidad industrial con la evacuación de fábricas y la construcción de otras, continuó aportando los recursos para la reconstrucción y buena parte de sus hijos participaron de esa nueva hazaña.
A la muerte de Stalin el 5 de marzo de 1953, se inició una nueva etapa en la URSS, aunque la tendencia impuesta desde Moscú continuó siendo la misma. Lo más novedoso resultó la implementación del Comité Estatal de Planificación (GosPlan), un nuevo modelo que se sustentaba en la "mentalidad de las toneladas". A pesar de que representaban cambios en las formas de organización y realización de todos los procesos, tanto productivos como socioculturales, siguieron vinculados a la interdependencia territorial y a las bases de la obtención de producciones gigantescas en entidades mastodónticas.

En el breve lapso de tiempo que separa el final de los años 50 hasta inicio de los 70, Asia Central pasó de ser una región agrícola a una agro-industrial y luego avanzó a lo que denominaban un modelo industrial-agrario en expansión, según los modelos oficiales soviéticos de entonces.(17)


La industria continuó creciendo de manera vertiginosa, con énfasis en la rama extractiva, lo que presupuso una aberración en el modelo. La cuenca hullero-metalúrgica de Karaganda, en el centro kazajo, creció tanto que casi se une a otro gigante de su tipo ubicado más al norte, el complejo del Kuzbass de Siberia suroccidental.


La entrada de la URSS en la era atómica en 1949, intensificó la explotación de mineral radiactivo, principalmente uranio y cobalto, que se inició en los yacimientos kazajos, uzbecos y kirguizes de este tipo de minerales.(18) Su extracción y procesamiento en las minas centroasiáticas, y las explosiones en el polígono kazajo Kurchatov, de Semipalatinsk, fueron la base del desarrollo atómico en la URSS.

En la estepa kazaja también, desde finales de los años 40, se comenzaron a desarrollar sistemas de misiles, lo que condujo a la construcción del Cosmódromo de Baikonur, principalísima pieza del posterior programa espacial y balístico soviético. Desde esta instalación, el 4 de octubre de 1957 partió el primer satélite artificial de la tierra, el Sputnik, y el 12 de abril de 1961 se elevó al cosmos en la Vostok I, Yuri Gagarin.(19)


En resumen, como resultado de la puesta en explotación de más de 1 200 grandes plantas para la transformación primaria de la metalurgia ferrosa y no ferrosa, el petróleo, la industria química, etc., entre 1954 y 1964 el paisaje regional se transformó sustancialmente y ciudades como Frunze, Tashkent, Alma Ata, Dushanbe, Asjabad, Temirtau, Aktiubinsk, Tselinograd, Ust-Kamenogorsk, Yambul, Karaganda, Leninabad, Shimkent, Andiyán y otras, crecieron considerablemente. Con ello surgieron otras estructuras empresariales: los Complejos Industriales Territoriales.

Se comenzaron a desarrollar en la región nuevas ramas productivas vinculadas a las industrias ligera y alimentaria. La producción de artículos de consumo encontró muy buena acogida en ciudades como Tashkent y Alma Ata, en las que se abrieron las primeras plantas para la producción de radios, lavadoras y aspiradoras de polvo, y con ello, la comercialización de equipos electrodomésticos, respaldada por el crecimiento de la generación eléctrica. La industria textil se benefició sobre todo en Tashkent, Asjabad, Andiyán, Leninabad, Osh y Shinkent, lugares donde la producción de telas, cuero y seda de altísima calidad se incrementaron a un ritmo acelerado.


La producción de alimentos resultó del crecimiento de las producciones en sovjoses y koljoses y en el gigantesco programa de puesta en producción de las tierras negras en Kazajstán. El propósito de este último fue convertir la "estepa del hambre" en "estepa de la abundancia", mediante la roturación de estas tierras con sistemas de riego, lo que se hizo mediante el desvío de ríos, con su consecuente perjuicio de los ecosistemas locales. El mar Aral desapareció por este concepto.


En cuanto a los koljoses, en esta etapa se produjo una contracción de su cantidad, lo que se tradujo en la ampliación de sus espacios y competencias, convirtiéndose en verdaderos estados dentro del Estado. Con ello se operó un importante crecimiento de la masa ganadera, que alcanzó en pocos años los 70 millones de cabezas, incluso la porcina, de escaso consumo entre los lugareños, y cultivos como el del maíz, desconocido por completo allí. En los sovjoses y koljoses se construyeron plantas de conservas y procesamiento industrial, lo que permitió aprovecharlo todo y ampliar el mercado. Fabricaban piensos para el ganado, conservas de carne, frutas y vegetales de gran aceptación, jugos de frutas y hasta vinos, coñac y vodka, todo de primerísima calidad. Esos resultados se tradujeron en una elevación del nivel de vida de la población.


También es un hecho que el establecimiento y desarrollo de la URSS originó un mercado unitario de inmensas proporciones que posibilitó el tendido de viales, líneas férreas y de comunicaciones, así como la creación de una vastísima base agro-industrial y el desarrollo de una nueva división del trabajo, amén de los contactos lingüísticos, culturales e históricos. Sin embargo, esta integración no se desarrolló sobre las bases leninistas, sino a partir de la fórmula de Stalin. Él tuvo mucha responsabilidad en las deformaciones de la política de las nacionalidades, que entorpeció el proceso de una unión verdadera sobre la base de la igualdad. El proceso de rusificación de la URSS fue lo peor.


Los bolcheviques no fueron los iniciadores de la rusificación, pues fue una política heredada del zarismo y nunca debieron continuarla. A partir de la colectivización, el arribo de eslavos a las zonas de otras etnias se hizo más frecuente y el asunto se transformó en una política de suplantación de naciones y pueblos mediante un proceso de eugenesia etno-nacional, lingüística y cultural. Política encaminada a crear, sobre la base de la ideología del grupo dominante y otros elementos políticos enarbolados por la dirección de la URSS, al Homo sovieticus, un ser desarticulado del resto de los componentes étnico-culturales de sus antepasados y de la mayoría de los pueblos soviéticos, aunque se le insuflaron algunos rasgos de la nación rusa. Ya para los años 60 esto se había consumado en la peor de sus variantes.


En lo político, hasta ese momento se había mantenido la costumbre de alternar en Asia Central a dirigentes locales con eslavos en los principales cargos. Pero como parte de la política de Jruschov, sucesor de Stalin, que fue denominada como "etapa del deshielo", esto comenzó a cambiar, solo que en 1964 se produjo una ruptura del balance en la dirección del PCUS y Jruschov fue apartado del cargo. Él se había propuesto importantes reformas para la URSS, solo que al aplicarlas desde arriba y en ocasiones con un exceso de voluntarismo, no pudo contar con la comprensión y el apoyo popular. Con su caída se retornó a la línea más conservadora y centralizadora en la dirección soviética.


El proceso de crisis y disolución de la sociedad soviética, que muchos asocian con el inicio y ejecución del programa de reformas de la Perestroika, en su aspecto económico comenzó mucho antes en Asia Central. Ese proceso estuvo profundamente relacionado con la incapacidad de la dirección soviética de avanzar dentro del modelo postindustrial de desarrollo que se articuló en el Primer Mundo desde finales de la década de los años 60, para el cual la dirección del país no tuvo ni propuestas ni respuestas. Este periodo del inmovilismo, es en extremo controvertido.(20)


Al frente del PCUS fue designado en 1964 Leoníd Brézhnev y del gobierno, Alexéi Kosiguin, quienes pretendieron, con el empleo de métodos que ya habían dado resultado en la época de Stalin, dar un empujón al socialismo soviético que evidenciaba agotamiento y se estancaba. La URSS había demostrado con creces poseer un potencial de desarrollo extraordinario. Fue el primer país en alcanzar su producción de 1913 después de la I Guerra Mundial, a pesar de la intervención extranjera y la guerra civil. Después consiguió éxitos incuestionables, poniéndose al frente en la producción mundial de varios rubros y en algunas ramas de la ciencia y la técnica, como fue el caso de la producción bélica a finales de la II Guerra Mundial y en la conquista del espacio.


Sin embargo, en las décadas del 60 y el 70, el Kremlin fue incapaz de comprender el cambio de paradigma y continuó apelando al modelo fordista, en su versión soviética, en una época cuando en la URSS trabajaban 1 de cada 3 científicos del mundo. Fueron los soviéticos los primeros en desarrollar la cibernética y en dar los primeros pasos en la Biotecnología e Ingeniería Genética, ramas que, junto a microelectrónica y las comunicaciones, constituyeron el motor impulsor del desarrollo de las sociedades capitalistas, sin embargo, estos resultados científicos no fueron introducidos en su economía.

La dirección soviética consideró este proceso ajeno a la ideología comunista y hasta calificó a estas ciencias de burguesas y de burgueses a los científicos que se dedicaban a su desarrollo en la URSS. Es evidente que no estaban preparados para compartir sus cuotas de poder con los innovadores y los emprendedores socialistas. Ese es el origen de la gran brecha tecnológica, que todavía se mantiene, entre Europa, EE. UU. y Japón y los del espacio postsoviético y sus aliados de entonces.


Ya para mediados de los 70 y durante la década siguiente, la economía soviética se transformó de productora de maquinarias y productos industriales en productora de materias primas y portadores energéticos. Su industria se hizo obsoleta, altamente consumidora de energía e improductiva, lo que redujo los ingresos del país.


A pesar de todos los errores cometidos en su mandato de 18 años, Leoníd Brézhnev era un hombre que estaba realmente entusiasmado con la idea de derrotar al capitalismo en la competencia pacífica que se habían propuesto, también conocía Asia Central, pues había dirigido el PCUS en Kazajstán. Dirigió el controvertido programa de conquista de las tierras vírgenes y hasta se vanagloriaba de haber sido él quien escogiera el lugar para establecer el cosmódromo de Baikonur. Durante sus años en Kazajstán, y después desde Moscú, estimuló las inversiones en esa república.


En el Pleno del Comité Central del PCUS de septiembre de 1965, y en vista a que no se conseguía avanzar en el cumplimiento de los planes de desarrollo económico, se decidió realizar algunas reformas. La línea tecnocrática de corte economicista se impuso sobre la socialista como motor motivacional de la sociedad, pero sin realizar cambios en los paradigmas tecnológicos. El estímulo material se priorizó sobre el moral, lo que se expresó en las resoluciones de dicho cónclave partidista.


La alta dirección soviética apostó, entonces, por elevar la producción para la exportación, pero las producciones industriales acabadas, otrora competitivas, comenzaron a ceder en la competencia con otros productores europeos, de América del Norte y japoneses, quienes habían asumido los nuevos paradigmas tecnológicos que la URSS ignoró, e incluso rechazó. Asia Central continuó exportando materias primas y productos escasamente elaborados. El caos en la URSS era visible desde diferentes aproximaciones y los altos índices de burocratización frenaban el avance de la sociedad.

En lo político ocurría otro tanto, los cambios y el estancamiento de la política de cuadros durante el mandato de Brezhnev sirven para explicar lo que estaba sucediendo. Por primera vez los primeros secretarios del PCUS en las repúblicas eran de origen nacional, pero durante el gobierno de Brezhnev su rol en la dirección se vio disminuido por el incremento de la centralización, con lo que se crearon las condiciones para que la corrupción irrumpiera con fuerza en Asia Central.


Estos dirigentes, gracias a su escaso significado a escala soviética,(21) permanecieron largos años en los cargos y hoy son considerados en muchos escenarios como símbolos de la inercia y de la incompetencia del socialismo. Sin embargo, a diferencia de lo que se puede suponer, en los territorios de sus repúblicas son profundamente respetados y recordados, porque a sus figuras se les relaciona con la existencia de un Estado y un líder nacional. Además, buena parte del trabajo de estos dirigentes frente a sus respectivos países se asocia con las etapas de mayor bonanza económica y de consumo de bienes y servicios por parte de la población.


Este es el momento en que se desmoronaba en la URSS el ideal revolucionario de las masas que construyeron y reconstruyeron ese país y ganaron la guerra contra el fascismo. Todo ello vino acompañando de un discurso marcadamente economicista por parte de sus dirigentes (Guevara, 2006), que era ajeno y contrario a aquel otro que les había permitido ganar dos guerras y recuperarse de sus efectos.


También es tremendamente paradójico otro episodio. La juventud soviética de los años 70 era la que había nacido después de la guerra, recibió una educación sistemática que le permitió acceder a una instrucción de altísimo nivel en su impresionante red de universidades, pero los resultados en la economía continuaban siendo magros y el país continuaba estancado sin avanzar hacia un nuevo paradigma tecnológico. Esto conduce a una deducción ineludible que explica la falla soviética de esos años: a pesar de las evidentes fortalezas y potencialidades que tenía la URSS faltó el espíritu revolucionario, la voluntad de hacer y una coherente planificación y dirección política.


Otra incongruencia inexplicable es que una población que estaba bien preparada, por increíble que parezca, fue enajenada de la vida política por el segmento burocrático, que fue ganando el terreno que en principio perteneció a las masas, estas últimas poco a poco dejaron de participar y dirigir hasta sus propias entidades económicas. Los Complejos Industriales que se habían erigido en Asia Central, quedaron supeditados al nivel central en más del 60 % de los casos, por lo que no aportaban mucho más de un 1 % de sus ganancias a las arcas locales, mientras que contribuían con creces a la contaminación ambiental. Se operó también una marcada contracción de la cantidad de producciones elaboradas que salían de sus fábricas locales y casi un 70 % de bienes de uso y consumo que se vendían en su red de comercio eran confeccionados en otras partes de la URSS, aunque en muchos casos, empleando materias primas de origen centroasiático.


Se incumplieron las metas correspondientes a los IX y X planes quinquenales (70-75 y 75-80) y disminuyó el PIB de todas las repúblicas centroasiáticas. La dialéctica socioeconómica en las cinco repúblicas fue quebrada por la desacertada dirección del PCUS a escala soviética y local. La dirección voluntarista, la enajenación de los productores de los medios de producción y los famélicos resultados jugaron un papel desalentador entre la población. Peor aún fue que las autoridades locales, igualmente enajenadas de la dirección real de sus respectivos territorios por la dirección central, comenzaron por apoderarse paulatinamente, "tras bambalinas", de cuotas de poder y convirtieron sus repúblicas en feudos particulares ante lo que Moscú, incapaz de otra cosa, "se hacía de la vista gorda".


En 1979, por vez primera en muchísimos años, se celebraron manifestaciones antigubernamentales en dos repúblicas centroasiáticas, en Kazajstán y Tayikistán. En la primavera de ese año la dirección soviética, retornando a una práctica de los años 40 y sin una aparente justificación, decidió conformar una nueva entidad político-administrativa en Kazajstán: la Provincia Autónoma Alemana, para reubicar en ella a los ciudadanos de origen teutón que vivían dispersos por Asia Central y en el resto de la URSS luego de que Stalin durante la guerra, y por temor a que apoyaran a los fascistas, les había expulsado de la región del Volga, que era donde habían vivido siempre.


El otro incidente se produjo por una desacertada decisión de política exterior. En 1978 un movimiento militar llevó a establecer un régimen de orientación socialista en Afganistán y la URSS decidió apoyarle e intervino en el conflicto que en ese país se desarrollaba.(22) La irrupción en suelo afgano del Cuadragésimo Ejército Soviético en 1979, y su participación directa en las acciones combativas contra una de las facciones enfrentadas, provocó un profundo rechazo en Asia Central, muy marcado en las repúblicas limítrofes de Uzbekistán y Tayikistán, donde unos y otros son más que vecinos.

En el norte de Afganistán viven más de un millón de uzbecos y unos nueve millones de tayikos, así que en la población centroasiática prevaleció más la solidaridad étnico-cultural y religiosa que una supuesta orientación ideológica. En Dushanbe fueron muy concurridas las protestas frente a la sede local del PCUS, que fueron reprimidas violentamente por las autoridades con la participación directa del ejército, que rodeó, y hasta ocupó, ciudades tayikas como si se tratase de territorio enemigo.


Esto fue una clara manifestación de la quiebra de la legitimidad de las autoridades, en primer lugar, del poder central, unido a las dificultades económicas producto del agotamiento del modelo burocrático y la gestión errática en la conducción de los procesos sustantivos del país. La corrupción a todos los niveles y los privilegios de ese propio segmento burocrático, desconectado completamente de la población, llevaron a las masas a un estado de creciente desencanto y a las primeras manifestaciones antisoviéticas, que fueron en aumento, y que las autoridades enfrentaron mediante la represión de los manifestantes, lo que era un sinsentido en una sociedad socialista, pero ocurrió.


Por otra parte, la creciente debilidad del poder central obligó entonces a Brezhnev a conceder mayores libertades, aunque no poderes reales, a las autoridades locales, lo que fue aprovechado por los propios dirigentes en las repúblicas, que ya no se sentían tan vigilados por las autoridades del Kremlin. Así, ante las carencias materiales y el desabastecimiento de algunos productos en la URSS,
(23) ganaron espacio importantes fenómenos, algunos de estos: la economía sumergida y el blat,(24) que propició el surgimiento de mafias locales, como la denominada mafia uzbeca,(25) una estructura criminal con la que el yerno del propio Brezhnev, el General Churbanov,(26) estuvo muy involucrado.


La muerte de Brézhnev en 1982, llevó al poder en Moscú al exnúmero uno del KGB, Yuri Andrópov, quien estaba consciente del caos y que se propuso adecentar el país y resolver los problemas de corrupción, ineficiencia económica, indisciplina laboral, alcoholismo, etc. En la primavera de 1983 se inició el Caso Uzbeco, que llevó a prisión a muchos funcionarios locales y centrales, y le costó el cargo y la vida a Rashídov,(27) pero a la muerte de Andrópov, en 1984, el programa se enfrió.


Otro incidente lamentable, que se saldó con en una violenta represión, se produjo a fines de 1986 tras la destitución del líder del PCUS en Kazajstán, Dinmujamed Kunáyev. En 1985 similar suerte habían corrido Turdakín Usubalíyev y Mujamednazar Gapúrov, en Kirguizia y Turkmenia respectivamente. Pero en ambos casos fueron reemplazados por dirigentes nacionales y los removidos tampoco tenían el palmarés del tres veces Héroe del Trabajo Socialista Kunáyev, que era muy respetado en su país.


Pero Gorbachov, en otra decisión irracional, presentó para sustituir a Kunáyev a Guennadi Kolbin, un ruso étnico, Secretario del PCUS en la provincia rusa de Ulianovsk, y que no había tenido ningún contacto previo a esta designación con la república kazaja. Ello provocó el estallido de manifestaciones masivas en la capital, contra lo que consideraban como un acto de injerencia de Moscú.

Nuevamente los efectivos del ejército y de las unidades del orden interior arremetieron contra los manifestantes con bastones, palas de infantería y perros entrenados. Fueron detenidas unas 8 500 personas, 99 de las cuales resultaron sancionadas, y 264 profesores universitarios, por participar en las manifestaciones, fueron apartados de su cátedra. Una resolución del CC del PCUS, calificó a los hechos de Alma Ata como una acción antisoviética, de nacionalismo kazajo y de índole reprochable.


Lamentablemente, los errores de principios cometidos en la URSS, contrarios al ideal socialista como la represión y las purgas injustificadas de personas honestas, el encumbramiento en el poder de un sector burocrático, incompetente y parasitario, la proliferación de la doble moral y la corrupción, no solo condujeron a su fin a la experiencia soviética en 1991, sino que llevaron a que el propio término socialismo sea rechazado por la población en el espacio postsoviético, donde se asocia a elementos que necesariamente tendrían que ser contrarios a la esencia del socialismo, pero que fueron introducidos por la dirección en sus diferentes etapas.


Por otra parte, la Perestroika, que pretendió erigirse en mecanismo reformador de las disfuncionalidades soviéticas, concluyó siendo una política destructiva y desintegradora de los pueblos la URSS. Sus consecuencias fueron muy negativas en las sociedades centroasiáticas, aún cuando estas, para protegerse mejor del impacto nefasto que provocaba, se habían alejado de la influencia "renovadora" de los perestroikos, con lo que conjuraron algunos de sus peores peligros. Sin embargo, sus países fueron víctimas de sus propias debilidades, ya que de paso se alejaron unos de los otros y no intentaron enfrentar unidos el proceso de derrumbe, lo que hubiese sido más favorable.


En ello entró a jugar un papel muy negativo los recelos que existían entre los dirigentes de cada una de las repúblicas centroasiáticas en relación con los otros, sobre todo, entre los mandatarios uzbeco y kazajo. El presidente de Kazajstán, Nursultán Nazarbáyev, un hombre sabio y previsor, que gozaba de prestigio en toda la URSS desde antes de la debacle de Bieloviezha, ante lo indetenible, había propuesto mantener la unión a nivel centroasiático, pero no fue escuchado por ninguno de los mandatarios locales, que prefirieron hacerse del control de sus respectivos territorios.


Por otra parte, la prevención contra el contagio caótico y ultra liberal de la Perestroika, unido a otros elementos, se puede tomar como la causa del mantenimiento de algunos de esos mecanismos en el poder en Asia Central, hasta de los propios funcionarios autoritarios de la etapa soviética, durante y posterior al derrumbe. Lo mismo se aprecia en sus políticas ulteriores encaminadas a conservar, en lo posible, la estabilidad en cada uno de los países, aunque fuese con el apoyo de Washington cuando el de Moscú no era efectivo, una creencia ingenua que todavía persiste en algunos sectores locales.

Consideraciones finales


Lo primero a resaltar es que en este escenario de la URSS, a diferencia de cualquier otro territorio soviético, sí se consiguió superar el estadio anterior. En Asia Central fue superado con creces el régimen despótico-feudal precedente, lo que le permitió a sus pueblos transitar desde la Edad Media a la modernidad del siglo xxi en solo 74 años, al aprovechar y desarrollar sus potencialidades, y las que les insufló el sistema soviético, amén de fenómenos ajenos al socialismo como los excesos de Stalin, el voluntarismo de Jruschov o el inmovilismo de Brezhnev.

Estos cinco países no habían existido, tal y como los vemos ahora, en ningún momento de la historia filosófica de sus pueblos y no consta que llegarían a la construcción de estructuras republicanas por sus propios esfuerzos, sin embargo, las que hoy existen allí han comenzado a incorporar a esta forma de gobierno sus propios ingredientes, lo que va siendo válido y esperanzador.

Tampoco se puede dejar de reconocer que a pesar de los errores que se cometieron en la construcción de estas estructuras nacionales, todos los habitantes de Asia Central deben a la URSS la unificación de distintos pueblos en determinados territorios, con lo que avanzaron en la conformación de nuevas naciones, que a decir verdad son más sólidas y menos dispersas y difusas que las de otros países vecinos y postcoloniales.


La construcción de estas estructuras estatales que se realizó en Asia Central soviética con un propósito superador, por su forma, guarda mucha más semejanza con los procesos de construcción de naciones por parte de las potencias europeas en los territorios coloniales de Asia y África. Aunque se impone salvar las distancias entre ambos procesos, también es cierto que el Estado-nación se estableció en cada caso por la acción de un ente foráneo, en este caso el poder soviético que era liderado por Rusia, y a pesar del tiempo y las mejores intenciones, el modelo no consiguió cristalizar completamente, eso es evidente en las dificultades que han enfrentado las autoridades postsoviéticas, sobre todo en Tayikistán y Kirguistán.


En Asia Central, como en el resto de la URSS, el socialismo dejó de existir por disímiles causas, en primer lugar, porque con el tiempo dejó de ser eficiente y eficaz desde el mismo momento en que renunció a ser superior al capitalismo, no solo en cuanto a la productividad del trabajo. Igualmente el sistema en la URSS cedió en conciencia socialista, humanista, solidaria e internacionalista. La construcción de un mundo nuevo solo es posible con hombres nuevos, no es con dogmáticos anquilosados, burócratas y tecnócratas lobos del hombre y, mucho menos, con conciencias metalizadas.
No obstante, una de las principales fortalezas que dejó el socialismo a estos pueblos fue el capital humano creado a partir de 74 años de vida soviética, que es de primer mundo en muchas áreas. En los presupuestos centroasiáticos se dedican importantes partidas de recursos a la educación, universal y obligatoria en la enseñanza general, lo que se ha mantenido aún en las difíciles condiciones que siguieron al derrumbe. La enseñanza superior abarca prácticamente toda la gama de la academia contemporánea, y este recurso es más importante que sus substanciales volúmenes de hidrocarburos, a lo que se unen las trascendentales reservas del pasado histórico que atesoran sus pueblos y que los singulariza de una manera muy particular.


Finalmente, aunque no se puede dejar de reconocer que en la formación de la URSS se cometieron innumerables excesos y errores, no es menos cierto que ese país demostró con creces más de una vez la superioridad del proyecto que se había propuesto, tanto en la guerra como durante las etapas de reconstrucción. Hoy se puede afirmar, sin temor de ningún tipo, que la mayor grandeza del malogrado proyecto soviético estuvo precisamente en lo que se había propuesto hacer, aunque no fue poco lo que consiguió, sobre todo en un territorio como el de Asia Central.

 

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RECIBIDO: 25/11/2016
ACEPTADO: 29/12/2016

 

 

 

Oscar Julián Villar Barroso. Facultad de Filosofía e Historia, Universidad de La Habana, Cuba. Correo electrónico: villar@ffh.uh.cu

 

NOTAS ACLARATORIAS

1. "Nuevo Gran Juego" o "Colosal Juego": Competencia político-militar por el dominio de Asia Central que recuerda, por sus métodos, al "Gran Juego" del siglo XIX. Se utiliza el término 'colosal' por sus dimensiones, ya que participan un grupo de Estados y organismos internacionales como EE.UU., Rusia, China, la Unión Europea, Turquía e Irán, que interactúan con los estados locales. A estos se suman actores transnacionales como el sector corporativo, las ONG y hasta el terrorismo internacional.

2. El sufismo en Asia Central, al igual que ocurre en otras zonas no árabes, es muy popular. Su culto a los santos (wilaya), su carácter esotérico y místico, así como la adaptación a las costumbres locales, hacen que tenga una especial aceptación entre la población. En Asia Central se pueden encontrar las principales órdenes sufíes. La Naqshbandiyya fue creada en Bujará por Bahoudin Naqshband Bujari (1318-1389), de quien se dice que sus raíces se remontan al primer Califa Abu-Bakr, a la familia del Profeta (Ishans) y a los santos locales (tura). Se caracteriza por la sobriedad en su quehacer diario.

3. La Escuela Hanafí fue calificada por Louwe (2007) como: "la más elevada y sublime realización de que el Islam haya sido capaz" (p. 19). Esta corriente se ha caracterizado por su adaptabilidad a las condiciones locales sin considerarlas contrarias al Islam, y por su falta de interés por los asuntos políticos.

4. Encabezado por importantes intelectuales en los siglos XIX y XX, tuvo un marcado acento cultural que influyó profundamente en las sociedades locales. Fue violentamente suprimido por Stalin a pesar de que sus principales exponentes estaban vinculados a la construcción de la nueva sociedad soviética.

5. Todavía se percibe algo similar en su relación con Rusia, aunque no se debe confundir el respeto que les inspira Moscú con sentimientos de inferioridad, algo que no es propio del carácter de los pueblos de Asia Central.

6. Uzbekistán es un botón de muestra, aunque todos se han creado sus mitos. Sobre los uzbecos, el historiador, geógrafo y analista español Higinio Polo (2006) señaló:

Con la proclamación de la actual república, que cuenta con 25 millones de habitantes, el nuevo poder impulsó una política de invención del pasado: construyeron nuevos monumentos, como el del emperador Tamerlán, en uno de los lugares más céntricos de Tashkent; sustituyeron la estatua de Lenin por un globo terráqueo con Uzbekistán en el centro, reescribieron la historia. Todos los símbolos que recordaban a la URSS fueron retirados. La creación de un nuevo patriotismo necesitaba ensuciar la memoria de los años soviéticos y a esa tarea se dedicó con empeño el nuevo gobierno. El converso Islam Karímov (que había sido dirigente comunista uzbeco) llegó al extremo de fundar un Museo de Víctimas del Colonialismo, donde se identifica la historia de la Rusia zarista y la URSS, como si ambos sistemas políticos hubieran formado un mismo núcleo imperialista para sojuzgar a los uzbecos, y ha insistido en que los problemas que hoy tiene el país forman parte de "la herencia totalitaria soviética". Sin embargo, la mayoría de la población uzbeca añora la URSS.

7. Califatos, kanatos y emiratos que durante siglos florecieron en la región. Se trataba de Estados a la usanza asiática que alcanzaron un altísimo grado de desarrollo en la cultura, la ciencia y la filosofía.

8. A esto se debe la importante presencia de tayikos, uzbecos, kazajos, azeríes, etc., en los países vecinos.

9. Término que proviene del turco y hace referencia al verbo atacar: basmak.

10. Nombre dado por los rusos a la ciudad kirguiz de Bishkek. En los años 80 del siglo xx llevaba el nombre de Frunze, se le llamaba Pishpek solo a la región norte, la más antigua de la ciudad.

11. Consistieron en obras de riego, crédito barato y entrega de semillas y herramientas.

12. Término acuñado por Lenin. Sus escritos referentes a estos temas vieron la luz entre 1921 y 1922. En estos critica la política empleada en relación a las nacionalidades no rusas. El término no está relacionado con el de "nuevos rusos".

13. En el valle de Zeravshan se encuentran las ciudades de Samarcanda y Bujará, históricamente un lugar de asentamiento de la etnia tayika. Estas tierras fueron ocupadas por pueblos túrquicos en tiempos de Tamerlán, más tarde por los uzbecos, aunque la población mayoritaria continuaba siendo tayika. Otro tanto ocurre en Ferganá, donde se encontraban mezclados diversos pueblos a los que los rusos consideraron como uzbecos pero que, aunque cercanos a estos, no lo eran.

14. En 1920, se formó la República Socialista Soviética Autónoma (RSSA) del Turquestán, que comprendía parte de lo que hoy es Uzbekistán, Kazajstán, Tayikistán, Turkmenistán y Kirguistán, así como las Repúblicas Populares Soviéticas de Bujará y Corasmia (Jiva). En 1924 en el área de los límites actuales de Kazajstán, se organizó una entidad que en 1925 pasó a llamarse RSSA Kirguiz, hasta que en 1936 se convirtió en república constituyente de la URSS con el nombre de República Socialista Soviética (RSS) de Kazajia. Por otra parte, el área donde hoy se encuentra Kirguistán primero existió la Provincia Autónoma Kara-Kirguiz, en 1925, Provincia Autónoma Kirguiz dentro de la RSFSR y, desde 1936, la RSS de Kirguizia. Asimismo, en 1924 la RSSA de Turquestán fue dividida en dos, la RSS de Turkmenistán y la RSS de Uzbekistán al incluírsele los territorios de las antiguas repúblicas autónomas de Corasmia y Bujará. Por su parte el actual territorio de Tayikistán se convirtió en una república autónoma dentro de Uzbekistán, hasta que más tarde recibió de esta la región de Joyend en Ferganá y en 1929 se establece como RSS de Tayikistán.

15. Lenin había asegurado que la construcción del comunismo se aseguraba implementando la fórmula Poder Soviético + Electrificación de toda Rusia.

16. Kulak: campesino rico en Rusia. En esta época se acuñó el término razkuláchivat, que se traducía como la acción de desposeer por la fuerza las producciones agrícolas y la propiedad de los kulaks en interés del Estado. Lamentablemente, muchas veces estas acciones se realizaron empleando una violencia innecesaria y, en no pocos casos, sin fundamentos reales.

17. Esta era una forma muy soviética de diferenciar el grado de participación en la economía de los distintos sectores.

18. Entre los tres países tienen en la actualidad más del 22 % de las reservas mundiales de uranio.

19. Sin embargo, el primer cosmonauta de origen kazajo, Toktar Aubakirov, voló al espacio en octubre de 1991.

20. Modelo articulado sobre la base del uso intensivo de la ciencia y las nuevas tecnologías e ideológicamente se sustentó en el neoliberalismo. Nuestra crítica a la dirección soviética está relacionada con la falta de respuestas coherentes desde el modelo socialista que controlaban, sobre todo el del socialismo real, pues muy bien que pudieron aprovechar el potencial de cada uno de los países del CAME para articular desde el socialismo un proyecto que utilizando estas tecnologías superara los métodos extensivos en los que siguieron empantanados hasta el colapso.

21. Con excepción del kazajo Kunáyev, único miembro del Buró Político que era oriundo de esta región. El uzbeco Rashídov gozaba también de cierto reconocimiento, fue precisamente este dirigente el que presidió la delegación soviética que le propuso a la dirección de la Revolución cubana la instalación de los cohetes nucleares en Cuba en 1962.

22. El término "orientación socialista" aquí se emplea para designar a los Estados, que sin tener una estructura socialista, se alineaban en la órbita moscovita.

23. Sin embargo, los productos fundamentales para llevar una vida digna no faltaban. A los rusos lo que más les preocupaba era que en los estantes de las tiendas no había ropa de mezclilla ni de la que llamaban "de marca" u otras cosas similares.

24. Vocablo ruso que empleaba la población para referirse a la adquisición de determinado producto o servicio por vías irregulares a través de relaciones, favores o cosas similares.

25. Rashídov, el líder uzbeco del PCUS, por complacer a Brézhnev y no parecer un incompetente, según unos; para salvar a su país y mantener el favor de Moscú, a decir de otros, prometió triplicar los volúmenes de producción de algodón, crecimiento que se debía materializar en un complejo agroindustrial ubicado en el Valle de Ferganá. Para poder cumplir ese plan solicitó apoyo financiero a Moscú, partidas de dinero que el Kremlin entregó a Rashídov y este a Adylov, el director del complejo, quien una vez que recibía los recursos financieros los invertía en el mercado negro y no en la producción de algodón, obteniendo ganancias paralelas que luego eran repartidas entre sus acólitos de Tashkent y Moscú. De esta manera se creó un Estado dentro del Estado uzbeco. Con parte de ese dinero se corrompió y se compró la complicidad y el silencio de muchos funcionarios, mientras tanto se remitían a Moscú informes falsos sobre supuestos éxitos productivos y se engañaba a Brezhnev, que tampoco hacía nada por verificar lo que le informaban.

26. Hoy se conoce mucho sobre la corrupción en el entorno de Brézhnev. El General de la KGB Alexéi Pimanov lo publicó en un libro titulado Los secretos palaciegos de la época de Leoníd Brezhnev, llevado al cine por el propio autor del texto.

27. Rashídov fue destituido y falleció mientras se tomaban las primeras providencias del Caso Uzbeco. Hay versiones de que se suicidó por la vergüenza o el temor a las represalias, otras versiones aseguran que murió de un ataque cardiaco.


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