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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.286 La Habana jul.-dic. 2018

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

 

El Atlas Lingüístico de Cuba: un proyecto finalmente concluido

 

 


The Linguistic Atlas of Cuba: a Project Finally Concluded

 

 

 


Elisa García González


Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana, Cuba.

 

 

 


 

RESUMEN
El Atlas Lingüístico de Cuba (ALCu) concluyó en diciembre de 2013 después de veinte y siete años de iniciado y como consecuencia de dos proyectos de investigación realizados en el Instituto de Literatura y Lingüística de Cuba "José Antonio Portuondo y Valdor". El primero, denominado "Caracterización geolingüística del español de Cuba", fue realizado entre los años 1986 y 1996, y, el segundo, "Elaboración del Atlas Lingüístico de Cuba (ALCu)", se llevó a cabo entre los años 2009 y 2013. En estos momentos es una ingente obra terminada que atesora, en sus cinco volúmenes en formato DVD, una abundante y valiosa información sobre las semejanzas y diferencias lingüísticas existentes en la variedad cubana de la lengua española.

PALABRAS CLAVE: semejanzas y diferencias lingüísticas, variedad cubana de la lengua española, geografía lingüística.

ABSTRACT
El Atlas Linguístico de Cuba (The Linguistic Atlas of Cuba, ALCu, according to its abbreviation in Spanish) was finished in December, 2013, 27 years after it was started, and as a result of two research projects undertaken at Instituto de Literatura y Lingüística "José Antonio Portuondo y Valdor" (Institute of Literature and Linguistics "José Antonio Portuondo y Valdor". The first one, called "Geo-Linguistic Characterization of Cuban Spanish", was conducted from 1986 to 1996, and the second one, "Development of The Linguistic Atlas of Cuba (ALCu)", from 2009 to 2013. This five-volume Atlas in DVD format is an enormous work already done that has plenty of valuable information on linguistic similarities and differences in Cuban Spanish.

KEYWORDS: Linguistic similarities and differences, Cuban Spanish, Linguistic geography.


 

 

 

 

El ALCu dentro de la dialectología hispánica
En España, es la lengua catalana la que cuenta primero con un atlas lingüístico, el Atlas Lingüístic de Catalunya, de A. Griera, que comienza a publicarse a partir de 1923. Este fue hecho desde el principio a imagen del Atlas linguistique de la France (ALF). Aproximadamente en la misma franja temporal se inician los trabajos del gran atlas nacional, el Atlas Lingüístico de la Península Ibérica (ALPI), promovidos por Ramón Menéndez Pidal y dirigidos por Tomás Navarro Tomás, pero fueron interrumpidos por la Guerra Civil. Solo se llegó a publicar en 1962 un tomo de 75 mapas, fundamentalmente fonético. No obstante, tuvo gran importancia gracias a los trabajos que los encuestadores iban publicando y que permitieron adelantar estudios sobre aspectos concretos como las áreas de conservación y de aspiración de la 'f' inicial, las zonas de ceceo y seseo, entre otros fenómenos que permitieron establecer algunas isoglosas.

Sin embargo, la falta del atlas de gran dominio no impidió la realización de los atlas españoles regionales, los cuales fueron dirigidos por Manuel Alvar. Así, aparecieron entre los más representativos: el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía (ALEA), publicado en los años sesenta; el Atlas Lingüístico y Etnográfico de las Islas Canarias (ALEICan) (1975-1978); el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Aragón, Navarra y Rioja (ALEANR) (1978-1983); el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Cantabria (ALECant) (1995) y, por último, el Atlas Lingüístico y Etnográfico de Castilla-La Mancha (1995).

En Hispanoamérica la geografía lingüística siempre ha seguido el modelo europeo. En 1948 Tomás Navarro Tomás publica el pequeño Atlas Lingüístico de Puerto Rico, para el que diseña y aplica el Cuestionario Lingüístico Hispanoamericano. Después le suceden otros atlas como: el Atlas Lingüístico y Etnográfico del Sur de Chile (ALESuCh, I, 1973), el Atlas Lingüístico de Colombia (ALC, 1981-1983), el Atlas Lingüístico de México (ALM, 1990), entre otros.

De manera que, tomando como base esta tradición de estudios dialectológicos en el ámbito hispánico, un grupo de lingüistas cubanos, en la segunda mitad del siglo xx, comienza a pensar seriamente en la posibilidad de contar con un atlas lingüístico del territorio cubano.

Primera etapa de trabajo del ALCu (1986-1996)
Teniendo en cuenta numerosos antecedentes en la historiografía lingüística cubana que daban cuenta de la existencia de diferenciaciones lingüísticas en relación directa con la geografía, y dada la envergadura de una obra de esta índole para la cultura e historia de la nación cubana, José Antonio Portuondo y Valdor, director fundador del Instituto de Literatura y Lingüística, promueve la realización del atlas cubano en dicha institución hacia 1965. Como primer paso, le encarga al lingüista rumano Marius Salas la redacción de un cuestionario dialectológico que sirviera de base para la futura empresa.(1)

Dicho cuestionario preliminar constaba de 338 preguntas; de ellas 51 eran sobre datos generales (lugar, informante y lenguaje), 66 sobre fonética, 26 sobre morfosintaxis y 192 sobre léxico. Las últimas hacían alusión a temáticas como: cuerpo humano; parentesco de familia y relaciones de amistad; ropa y vestimenta; vivienda, mobiliario y útiles domésticos; comidas y bebidas; agricultura, floricultura, caza, pesca y similares; manantiales, corrientes fluviales y accidentes geográficos, geológicos y atmosféricos; vías y rutas; entre otras.

En 1967 un grupo de investigadores del propio instituto practicó la encuesta en localidades de Mantua y San Juan y Martínez, ubicadas en la provincia más occidental del país, Pinar del Río. De esta etapa solo se conservan cinco cuestionarios manuscritos en los fondos documentales del Departamento de Lingüística de la institución.

Se inicia, entonces, en 1986 la primera etapa de trabajo del ALCu, prevista fundamentalmente para la confección del cuestionario y la recolección del material dialectológico; esta se extiende hasta el año 1996. En tal proyecto, la directora de esta primera etapa, Raquel García Riverón, siguiendo los postulados de anteriores especialistas, reconoce que dentro de la unidad del español cubano hay cierta variabilidad que permite caracterizar subregiones lingüísticas. En consecuencia, se propone identificar y caracterizar las principales regiones lingüísticas del territorio nacional desde el punto de vista fonético, morfosintáctico y léxico, a partir de los presupuestos metodológicos de la geolingüística y la sociolingüística. También se plantea la descripción de la variabilidad, a nivel nacional, del lenguaje gestual y la entonación.


Para el diseño del ALCu y entrenamiento inicial del equipo se tuvo la posibilidad de contar con el valioso asesoramiento de los dialectólogos Manuel Alvar López y Antonio Quilis, quienes entre los años 1984 y 1989 aplicaron en el país el cuestionario del Atlas Lingüístico de Hispanoamérica (ALH). Entrevistaron a dos informantes (hombre y mujer) en veinte localidades urbanas, ubicadas en las principales capitales de provincia del territorio cubano.


El estudio de la variabilidad territorial del español de Cuba exigía metodológicamente la recolección de los datos mediante la aplicación de un cuestionario idéntico en todos los puntos seleccionados. Por tanto, la primera tarea desempeñada por el grupo de trabajo fue la confección del cuestionario definitivo del ALCu.

Para esto se examinaron algunos atlas lingüísticos de América y España con el propósito de coordinar el quehacer del ALCu con el del resto del mundo hispánico. La revisión fue iniciada por Raquel García Riverón; labor a la que se sumó posteriormente el equipo de trabajo. Como resultado del cotejo de los atlas, en el cuestionario del ALCu se incorporaron aquellas preguntas que aparecían en tres o más atlas de los examinados.

Las obras lexicográficas cubanas fueron analizadas con la finalidad de que el cuestionario del ALCu quedara enriquecido con hechos lingüísticos propios de nuestra modalidad de habla y, en particular, con aquellos marcados por su uso local o regional.

De manera que, el cuestionario diseñado, de carácter onomasiológico, contenía los ítems recogidos de forma constante en los atlas anteriores consultados, así como los más representativos de la realidad lingüística cubana registrada en los repertorios lexicográficos revisados.

Finalmente, el cuestionario del ALCu quedó diseñado con 2 761 preguntas. De ellas 230 estaban destinadas a obtener información de tipo fonética (por ejemplo, sobre la pronunciación de /s/, /r/ y /l/ distensivas en 'casco', 'amor', 'piel'), 370 de tipo gramatical (por ejemplo, sobre la vacilación en el empleo de sufijos colectivos como -al /-era: platanal, tomatera) y 1 980 de tipo léxica, reagrupadas en 21 campos léxicos que se relacionan a continuación: el cuerpo humano; enfermedades/medicina; defectos físicos; calificaciones y conducta; la familia/ciclo de vida; formas de tratamiento; vestido y calzado; vivienda; alimento; el pueblo; transporte/comunicaciones; la banca; el comercio; instituciones/vida religiosa; el tiempo cronológico/el tiempo atmosférico/geografía/accidentes topográficos; animales domésticos y de corral; aves silvestres; otros animales silvestres; oficios y profesiones; agricultura; ganadería; el mar/embarcaciones/pesca/peces.

En 1989 comienza la recolección de los datos dialectológicos mediante la aplicación del cuestionario definitivo del ALCu, la cual se prolonga hasta el año 1995. En cada punto poblado los investigadores entrevistaron a tres hablantes como mínimo, preferiblemente de diferente sexo, edad y nivel de escolaridad. Los grupos de edades establecidos para la selección de los informantes fueron: de 18 a 29 años de edad (1.er grupo etario), de 30 a 49 años de edad (2.º grupo etario) y de 50 años o más (3.er grupo etario).

En cuanto a la escolaridad se distinguieron dos niveles: nivel bajo, que incluía a los informantes de hasta seis grados de estudio, y nivel medio, que comprendía a los de siete a nueve grados de estudio. La forma de hablar del entrevistado debió ser representativa de la localidad en cuestión, para ello se exigió que fuera oriundo de la localidad, al igual que sus padres preferiblemente, o, en su defecto, hubiera vivido la mayor parte de su vida en ella.

Vale aclarar que en ocasiones un cuestionario fue completado por más de un hablante. En el caso de que el encuestado no se considerara apto para responder las preguntas de un determinado tema, se procedió a la selección de otro informante nativo de la zona para el relleno del cuestionario en cuestión.

Por lo general la encuesta fue aplicada en la casa de los informantes. Casi siempre se comenzaba la entrevista por la parte del léxico con apoyo de diversos medios indirectos como láminas, dibujos, objetos, etc., para que resultara más ágil y dinámica. Luego se practicaba el cuestionario gramatical y, por último, el fonético, ya que, como debía ser grabado, había que esperar a que el entrevistador ganara la confianza del entrevistado. De esta forma se lograba que accediera sin recelo a responder con la mayor naturalidad posible las preguntas de fonética así como a conversar libremente sobre un tema afín durante aproximadamente quince (15) minutos.

Concluida la etapa, y sin haberse logrado la cartografía de los datos, todo el material dialectológico recopilado quedó archivado en el Departamento de Lingüística del Instituto de Literatura y Lingüística.

El estudio e interpretación de parte de los materiales dialectológicos acopiados permitió la confección de diversos trabajos monográficos, entre ellos, el Glosario del léxico regional y rural de Cuba y la obra compilatoria Visión geolectal de Cuba. Los estudios reunidos en Visión... patentizan la variabilidad del español en la geografía cubana. Registran fenómenos lexicales, gramaticales y fonéticos que definen principalmente tres áreas geolectales en el territorio: Occidente, Centro y Oriente.

Segunda etapa de trabajo del ALCu (2009-2013)
En enero del 2009 se comienzan en el Instituto de Literatura y Lingüística las labores de procesamiento y cartografiado automático del material geolingüístico recolectado durante los años 1989 a 1995, mediante la ejecución del proyecto de investigación "Elaboración del Atlas Lingüístico de Cuba (ALCu)", dirigido por Lourdes E. Montero Bernal, previsto para cinco años de labor, de 2009 a 2013.

La primera exigencia del proyecto fue la creación de la aplicación web para la entrada o vaciado de los datos dialectológicos recolectados, así como para la consulta o exportación de estos en mapas u otros formatos. Ello requirió largas horas de trabajo conjunto entre especialistas e informáticos para lograr de mutuo acuerdo un diseño capaz de representar los datos dialectológicos en la geografía cubana de forma inteligible.

En el 2009 se logra el diseño de la aplicación web con dos módulos fundamentales: el de entrada de datos (vaciado de la información) y el de consulta de datos en diferentes versiones. Gracias al primero se pudo introducir digitalmente toda la información plasmada manualmente en los cuestionarios y, con el segundo, es que se logra finalmente obtener una visión cartográfica de los diferentes fenómenos lingüísticos investigados (figuras 1 y 2).

Como en la recolección del material dialectológico se tuvo en cuenta el cumplimiento de determinados parámetros sociales, para el trazado de los mapas del ALCu se tomaron como referencia elementos de representación de la geografía lingüística tradicional y de la pluridimensional. Así, la representación de la información lingüística en los mapas del ALCu según los indicadores sociales considerados quedó de la siguiente manera:

Parámetro sexual: mediante símbolos (o para la información de la mujer y o para la del hombre).
Parámetro educacional: mediante la coloración de los símbolos indicados (amarillo para el nivel bajo y rosa para el nivel medio).
Información lingüística: mediante letras colocadas dentro de los símbolos señalados (por ejemplo: a. cotorra, b. perico).

Del total de entradas del cuestionario procesadas, se cartografiaron 1 314 entradas léxicas, 345 gramaticales y 100 fonéticas, de ellas 20 sobre entonación. Específicamente en la parte léxica se documentan 16 450 denominaciones, que se ofrecen en forma de índice para facilitar la búsqueda de las voces registradas en los mapas; todas ellas organizadas en cuatro volúmenes, de los cinco que constituyen el ALCu (tabla 1).


Todos estos volúmenes se organizan en siete secciones, cada una de las cuales puede ser explorada por el usuario para ir creando, de una manera dinámica e interactiva, aquellos mapas que sean de interés para el investigador que los emplea.

El "Inicio" incluye una breve presentación del atlas cubano en lo relativo a los antecedentes de su aparición. En la sección siguiente, "El ALCu", se exponen las cuestiones histórico-metodológicas concernientes a la realización de la obra en sus dos grandes etapas de trabajo. En "Datos" se relacionan las preguntas del cuestionario del ALCu, así como las localidades encuestadas con su ubicación exacta en el mapa y los datos de cada uno de los entrevistados.

Por su parte, "Mapas" ofrece al usuario la posibilidad de adentrarse en el cartografiado de las respuestas a partir de la confección de dos tipos de mapas: los sociolingüísticos y los lingüísticos; así como también permite conocer la metodología empleada en el procesamiento de las respuestas. Los mapas lingüísticos permiten visualizar la totalidad de respuestas ofrecidas a determinada pregunta distribuidas por todo el territorio nacional; y, los sociolingüísticos, como su nombre lo indica, agregan a esta información lingüística su relación con las variables sociodemográficas tenidas en consideración (sexo, nivel de escolaridad y grupo etario). Cada uno de estos mapas hace visible también la pregunta exacta que se empleó en el terreno, el cotejo con los otros atlas hispánicos y, si la interrogante lo requería, la lámina empleada para apoyar la encuesta.

En "Índice" se enumeran en orden alfabético todas las denominaciones registradas en los mapas con un hipervínculo que lleva directamente a la localización geográfica exacta de la voz o frase en cuestión. "Ayuda" brinda la guía de uso de la aplicación del ALCu. Y, por último, en "Acerca de" aparecen los créditos, es decir, la relación de todas las personas que participaron en la elaboración de la obra.

Algunos resultados preliminares relacionados con la formación de palabras en el ALCu
Existen disímiles procedimientos de creación léxica empleados por los informantes para dar respuesta a las preguntas incluidas en el "Cuestionario del Atlas Lingüístico de Cuba". En esta ocasión solamente se hará referencia a aquellos procesos que fueron usados para responder a las nociones apreciativas y colectivas, es decir, que sirvieron para formar los llamados "apreciativos" (diminutivos, aumentativos y peyorativos) y los "colectivos". De manera que en este acápite me propongo caracterizar aquellos recursos lingüísticos empleados en la derivación apreciativa y colectiva en el ALCu, sus valores y su distribución en el territorio nacional. Se tomaron como muestra las preguntas correspondientes al apartado "Derivación" del cuestionario de morfosintaxis del ALCu, recabadas en el volumen V.

Apreciativos
Luego de presentar y analizar la formación de los apreciativos en la sección de derivación del Cuestionario del ALCu, se puede afirmar, de manera general, que los diminutivos y aumentativos en el español cubano, además de expresar las dimensiones físicas del objeto al que designan, manifiestan las dimensiones expresivas, afectivas y sensitivas del hablante en relación con el referente al cual aluden. Así, aparecen una serie de sufijos que ofrecen un repertorio amplio de posibilidades para formular junto al tamaño, la actitud ponderativa o denigrativa hacia ciertos fenómenos de la realidad.

La sufijación mediante diminutivos es la más productiva en el habla no universitaria de Cuba, distanciada, en uso, de la sufijación mediante peyorativos y aumentativos. El sufijo diminutivo que aparece con mayor frecuencia en la totalidad de la muestra es -ito/-ita, lo que corrobora su plena vitalidad en nuestra norma; le siguen entonces -illo/-illa y luego -ico/-ica.

De los matices expresivos presentes en los sufijos diminutivos, el valor eufemístico es el predominante, en tanto disminuye el carácter negativo que tienen algunas cualidades, entendidas como defectos, tal es el caso de gordito, trabadita, barrilito, taponcito, porroncito, piloncito, tanquecito, taruguito, calientico, trompito y pipita.

No solo se empleó la derivación para expresar las nociones diminutivas, aunque esta fue la principal opción en las preguntas dirigidas, sino también que se emplearon recursos sintácticos. Estos últimos fueron del tipo: sustantivo + adjetivo, donde el adjetivo siempre tuvo la significación de tamaño pequeño como piedra chiquita, piedra rebijía, pan chiquito, pan chiquitico, dulce chiquito, buey chiquito, buey enano; y sustantivo + preposición + sustantivo encabezadas por unidades léxicas con nociones de disminución que, además, son reforzadas con derivaciones diminutivas, así están: poquito de leche, gotico de leche y poquito de frío.

Las preguntas "dulce", "frío" y "buey" presentaron un mayor por ciento de no respuestas que el resto, debido a que al parecer la formación de sus diminutivos resulta difícil en algunos hablantes y exige un mayor conocimiento de la lengua materna.

La forma más fructífera de sufijo aumentativo encontrada en toda la muestra fue -ón/-ona, aunque -azo/-aza y -ote/-ota también tuvieron una elevada presencia.

Otros recursos para la expresión de los aumentativos que rebasan el nivel morfológico fueron: los lexemas únicos sin huellas de derivación que en su significado llevan intrínseca la noción de aumento de la cantidad como "millonario" o "maceta"; la flexión en número plural de la propia palabra por la que se preguntó (ojos y manos); las composiciones como boquigrande, ojigrande, manigrande, barbilargo, cabecigrande, panzigrande y los sintagmas nominales con las estructuras de sustantivo + adjetivo, adjetivo + sustantivo, sustantivo + adverbio + adjetivo, sustantivo + preposición + sustantivo.

De las cuatro estructuras precedentes predominó la de sustantivo + adjetivo, mayoritariamente con el adjetivo grande como: árbol grande, mata grande, boca grande; aunque se registraron otros adjetivos en estas mismas estructuras con un sentido de ampliación del tamaño unido a una valoración aun más positiva como en árbol alto, árbol frondoso, hombre alto, hombre gigante, hombre grandote, muchacho alto, mujer alta, ojo hermoso, voz alta, voz fuerte, voz gorda, voz gruesa.

En cuanto a la construcción adjetivo + sustantivo la mayoría de las veces se formó con el adjetivo específico "tremendo" y en menor uso con el pronombre exclamativo "qué", como se ve en tremendo árbol, qué árbol, tremenda boca, qué boca.

El sintagma nominal sustantivo + adverbio + adjetivo se basó en el empleo de los grados comparativo de superioridad y superlativo en los adjetivos: árbol muy grande, mata más grande, boca más grande, hombre muy grande, mujer muy hermosa, ojos más grandes, hombre muy rico, manos más grandes, voz muy alta, nalga muy grande.

El mayor grado de complejidad sintáctica lo alcanza la estructura sustantivo + preposición + sustantivo, unas veces encabezada por el sustantivo "clase" con un claro significado despreciativo: clase de voz, clase de fondillo, clase de barriga y clase de panza y, otras, expresando extensiones metafóricas como: voz de trueno, torrente de voz, boca de refugio y pichón de tiburón.

No faltaron las respuestas en las que se combinaron la derivación con los recursos sintagmáticos para expresar la noción aumentativa: caserón muy grande, cabezón grande, tremendo barrigón, tremenda nalgona, clase de barrigón, panzón grande, tremendo panzón, clase de panzota.

Respecto a los peyorativos se registra el sufijo -ista con este sentido, a pesar de no aparecer recogido en la bibliografía con dicha noción, como en los ejemplos: bronquista, extranjerista, pleititista, conversista. Asimismo aparece -oso/-osa que además de denotar "condición o abundancia" también revela desprecio y sentido de desafecto como sugieren estas respuestas: guaposo, riñoso, hablansioso, facultoso, molestosa, bretoso, aspavientoso y sabichoso.

Atendiendo a la distribución geográfica existen sufijos y recursos empleados con similar porcentaje de aparición en relación con las otras estructuras en todas las regiones, algunos que aparecen con mayor por ciento en una sola región, así también los que son compartidos por dos de ellas. Fueron registrados en toda Cuba los sufijos: -ero, -illo/-illa, -ito/-ita, -ón/-ona, -oso/-osa y las "No respuestas" para las nociones diminutivas, las composiciones para la noción aumentativa y las unidades pertenecientes a un registro popular o vulgar.

Como recursos más escogidos de entre todos en Occidente están los sufijos -acho/-acha, -ísimo, -oria, -ote/-ota, las unidades léxicas sin marcas derivativas y las "No respuestas" para la noción aumentativa. En Oriente, el sufijo -ista, la elisión de la 'd' intervocálica (-úo/-úa), las combinaciones de sustantivo + adjetivo para la noción diminutiva, las formas apocopadas y las creaciones metafóricas para la noción aumentativa. El mayor número de "No respuestas" pertenece a la zona más occidental de Cuba. Las creaciones metafóricas también son más prolíferas en la región oriental, pues son propias de la zona respuestas como: boca de refugio, torrente de voz y voz de trueno.

Por último, como recursos que tuvieron una mayor presencia compartida por dos de las zonas están: la preferencia de uso de -azo/-aza, -udo/-uda e -ín en Occidente y Centro; -ico y las combinaciones léxicas del tipo sustantivo + adjetivo y sustantivo + preposición + sustantivo para la noción diminutiva en Centro y Oriente.

Colectivos
En el caso de los colectivos la mayoría de las respuestas fueron construidas a partir de recursos morfológicos y, en menor medida, de recursos léxicos y sintácticos. El sufijo que más se empleó fue -al y le siguen en orden de frecuencia los sufijos -era/-ero y -oso/-osa respectivamente. Un mismo sustantivo pudo formar uno o más colectivos, según el sufijo que se le adicionó, ejemplo esto de sinonimia dentro del grupo de los sufijos, pues el hablante escoge entre varias posibilidades y forma diferentes colectivos con significados semejantes: muchachero, muchachera, muchacherío, muchachada.

Dentro de los otros mecanismos diferentes a la sufijación se encuentran los siguientes: "léxicos", donde están las "unidades léxicas sin marcas derivativas" con su significado intrínseco de colectividad, "sintácticos", dentro de los cuales se encuentran los siguientes sintagmas: sustantivo + adjetivo, adjetivo + sustantivo, verbo + sustantivo, sustantivo + preposición + sustantivo, adjetivo + preposición + sustantivo, pronombre + preposición + sustantivo, adverbio + preposición + sustantivo. Dentro de todos ellos el recurso lingüístico de este tipo usado con mayor frecuencia fue la combinación léxica: adjetivo + sustantivo y le siguieron las construcciones sustantivo + preposición + sustantivo y adjetivo + preposición + sustantivo.

En estos recursos sintácticos los sustantivos, adjetivos y pronombres que encabezan los sintagmas tienen siempre presente un significado exclusivo de colectividad y van acompañados de otras unidades léxicas que sí presentaron procesos derivativos. Ejemplo de ello se puede observar en: grupo de muchachos, bando de mujeres, muchas cucarachas, qué de pulgas, gran cantidad de mujeres, manera de haber negros, etc.

A partir de las "No respuestas", que solo representaron el 2 % del total de respuestas dadas por los informantes, se puede concluir que la gran mayoría de los hablantes sí utilizan y conocen estos recursos lingüísticos existentes para la formación de los nombres colectivos.
Después de un análisis de la formación de los nombres colectivos en todo nuestro territorio nacional, se puede afirmar que aparecen recursos con similar frecuencia de uso en las tres grandes regiones del país; estos son los sufijos: -al, -ar, -eda/-edo, -era/-ero, -ento, -ería/-erío, -ada/-ado, -oso/-osa; "elisión de la 'd' intervocálica"; las "unidades léxicas sin marcas derivativas" y las construcciones sintácticas del tipo: adjetivo + sustantivo, verbo + sustantivo, sustantivo + preposición + sustantivo, adjetivo + preposición + sustantivo .
También se hallaron recursos que se utilizaron reiteradas veces más en una zona que en otra y con notable diferencia en relación con los porcentajes obtenidos. Entre ellos se encuentran el sufijo -al, con un 47,56 % en el Oriente del país y un 28 % y 24,36 % en Occidente y Centro; los sufijos -era/-ero, con un 60,39 % en Oriente también y 23,16 % y 16,43% en el Occidente y Centro; están los sufijos -ería/-erío con un 52,33 % en el Occidente y 13 % y 37 % en Centro y Oriente.

Por otra parte, se encontraron otro grupo de recursos que son privativos de una sola zona geográfica, estos son: en el Centro la combinación léxica sustantivo + adjetivo y en Oriente los sufijos -alla, -uzo y la construcción léxica pronombre + preposición + sustantivo.

Conclusiones
El estudio del enorme archivo de datos contenidos en el Atlas Lingüístico de Cuba permite ampliar los conocimientos sobre la variante cubana del español, su variedad y riqueza. Así, por ejemplo, en la utilización de la derivación apreciativa y colectiva, aunque predomina mayormente la uniformidad, se dan ciertas tendencias regionales a lo largo del país. Se pueden vislumbrar en este sentido algunas inclinaciones o preferencias por determinadas estructuras en determinadas zonas. Podría afirmarse que todos estos sufijos y construcciones sintagmáticas constituyen marcas de nuestra identidad. Comprender estos recursos gramaticales, así como los presupuestos implicados a través de ellos y de su uso, son una manera de conocer mejor nuestra realidad y específicamente nuestra lengua materna.

La ilustración del patrimonio lingüístico constituye una enorme contribución al saber general sobre la identidad cultural de comunidades de la Isla y, por ende, de la nación cubana. Por tal motivo, este atlas tiene no solo una repercusión en el ámbito nacional sino también internacional: llena un vacío en los estudios de orientación geolingüística en Cuba, además de completar la geografía del español de América, y en particular del español del Caribe.

En suma, como expresara Pilar García Mouton (1996): "es innegable el hecho de que los atlas proporcionan, ordenadas, grandes masas de datos dialectales vivos y homogéneos, recogidos con una metodología rigurosa, que permite un trabajo comparativo. A partir de ello las monografías se pueden hacer con muchas más garantías" (p. 70).

 

 

 

 

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA


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RECIBIDO: 15/1/2017

ACEPTADO: 4/3/2017

 

 

 

 

Elisa García González, Instituto de Literatura y Lingüística, La Habana, Cuba. Correo electrónico: egg@ceniai.inf.cu

 

NOTAS ACLARATORIAS
1. Para una mayor información sobre este tema puede consultarse la historia del proyecto que aparece en cada uno de los volúmenes publicados y de la cual se tomaron muchas de las ideas de este acápite. Su redacción estuvo a cargo principalmente de la directora del ALCu, Lourdes Montero Bernal, con la colaboración de otros miembros del proyecto, entre los que me encuentro.

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