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Universidad de La Habana

versión On-line ISSN 0253-9276

UH  no.286 La Habana jul.-dic. 2018

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

 

La construcción ruso-china del orden euroasiático. Cooperación vs. competencia

 


The Russian-Chinese construction of the Eurasian order. Cooperation vs. Competition

 

 


Sunamis Fabelo Concepción


Centro de Investigaciones de Política Internacional, La Habana, Cuba.

 

 

 


 

 

RESUMEN
La reconfiguración de orden internacional tiene en el contexto euroasiático uno de sus principales manifestaciones. Ha sido impulsada por Rusia y China con la puesta en marcha de importantes mecanismos de asociación, cooperación y concertación, entre los que se destaca la Organización de Cooperación de Shangai como ente articulador de la dinámica regional, a partir del desarrollo de dos importantes proyectos euroasiáticos: el megaproyecto chino Nueva Ruta de la Seda y la iniciativa rusa Unión Económica Euroasiática. El presente ensayo analiza algunos los factores que intervienen actualmente en el redimensionamiento de la dinámica de esa región.

PALABRAS CLAVES: Eurasia, Multipolaridad, Multilateralismo, Rusia, China.

ABSTRACT
The change in the world order is most evident in the Eurasian context. It has been promoted by Russia and China through significant coordination, cooperation, and association mechanisms, such as the Shanghai Cooperation Organization which determines the regional dynamics by means of two major Eurasian projects -China's most ambitious megaproject, New Silk Road, and Russia's initiative, The Eurasian Economic Union. This assay examines some of the factors that are currently influencing the reshaping of the dynamics in this region.

KEYWORDS: Eurasia, Multipolarity, Multilateralism, Russia, China.


 

 

 

 

 

La historia es una respuesta a las cuestiones que el hombre de hoy se plantea por necesidad [...].Cada época construye su representación del pasado según sus preocupaciones. La historia busca y da valor en el pasado a los hechos, los acontecimientos, las tendencias, que preparan el tiempo presente, que permiten comprender y que ayudan a vivir [...] se construye el pasado que ella necesita.
Lucien Febvre

La desintegración de la URSS y el fin de la bipolaridad motivaron un nuevo reajuste en el sistema internacional. Dos objetivos destacables fueron cerniéndose desde entonces en el corazón de la debacle socialista mundial: la reorientación del orden bipolar hacia uno multipolar, y la búsqueda de alianzas entre potencias emergentes a fin de modificar el funcionamiento del sistema de relaciones internacionales. Se hizo evidente cada vez más la emergencia de importantes economías y la concertación de intereses en alianzas estratégicas y diversos marcos de integración a distintos niveles, donde, sin dudas, las áreas de influencia no solo continuaban existiendo en las lógicas de poder, sino que habían cobrado mayor importancia. En este contexto, tuvo una gran significación el retorno de Eurasia a los mapas y debates sobre competencia geopolítica.

En la historia y las ciencias políticas, numerosas referencias sitúan a Eurasia como gran enclave del poder mundial y han afirmado que quien controle el corazón del continente (heartland-Asia Central) controla el mundo. Entre los tantos ejemplos que demuestran esa afirmación es oportuno recordar la milenaria Ruta de la seda, puente comercial de larga distancia, que no había tenido precedentes en la historia y que cambió el modo de entender el comercio a escala "internacional"; así también el texto de Halford John Mackinder (1861-1947) El pivote geográfico de la Historia (1904), donde el autor planteó su teoría de que el heartland o corazón de la tierra, conformada por el centro norte de Eurasia, sería finalmente el centro del poder político que dominaría el mundo frente a las potencias, pues su fuerza reside en el control del rimland, o sea, los mares y espacios circundantes,(1) establecía un eje o pivote sobre el que giran las relaciones de poder internacionales fuertemente condicionadas por el entorno geográfico de las rutas de la seda. Posteriormente, Zbigniew Brzezinski recupera la teoría del heartland de Mackinder para afirmar que la primacía global de los Estados Unidos depende directamente de por cuánto tiempo y cuán efectivamente puedan mantener su preponderancia en el continente euroasiático.

Por su parte, las concepciones propiamente "euroasiáticas" desarrolladas desde Rusia presentan al "Eurasianismo", como una corriente intelectual, con importantes ribetes geopolíticos, que ha transitado por diversas etapas y devenido en profundos debates sobre el paneslavismo o la idea de que Eurasia es un continente separado tanto de Europa como de Asia, o con la noción de hacer coincidir a Eurasia con las fronteras de la URSS.(2) Sus exponentes fundamentales fueron Piotr Savitski y el príncipe Nikolai Trubetskoi.

El renacimiento eurasianista fue promovido por el historiador y antropólogo Lev Gumilev y su teoría de la "etnogénesis", que establecía que el factor determinante de los grandes cambios en la historia no era la raza ni la clase social, sino un tipo particular de "pasión étnica y emocional" capaz de aglutinar a personas de orígenes diversos. El eurasianismo representaría, a su juicio, una inyección de esta pasión que permitiría crear un "superethnos" por encima de diferencias fenotípicas o culturales. Gumilev criticó la equiparación entre rusos y soviéticos al considerarla un escollo para la formación de una futura unión de naciones, lo que le valdría las críticas del nacionalismo ruso más conservador, que defendía la pureza de la raza y no estaba dispuesto a admitir su ascendencia mongol, huna o tártara.(3)

La versión más radical y actual del eurasianismo ha estado presente en el debate político de la mano de Alexander Dugin (1962). A partir de la presidencia de Vladimir Putin, estos presupuestos han sido hiperbolizados y radicalizados por los seguidores de Dugin, tomando en consideración que el mandatario ruso retomó la idea de unos valores rusos tradicionales y del orgullo por la grandeza histórica de Rusia como soporte de su política de gran potencia euroasiática, en consonancia con una cierta recuperación del eurasianismo original, íntimamente ligado a la idea de "mundo ruso" (russkiy mir).(4)

Otro elemento a tener en cuenta es la referencia al término "Gran Asia Central" propuesto por el académico S. Frederick Starr. La noción propone la conceptualización de una región más amplia que vincule Asia Central y Meridional y la promoción de las infraestructuras y el comercio como vía de estabilización y prosperidad con Afganistán como centro regional destacado. Esta propuesta fue percibida con suspicacia por los especialistas, al entenderse que "arrastrar" la región hacia el sur implica "alejarla" del norte (Rusia) y el este (China) (Pedro, 2015).

Estos debates, ciertamente polarizados, han limitado de una u otra manera el problema en cuestión, descuidando, en su plenitud, la importancia de los vasos comunicantes que ha desarrollado esta gran masa continental a través de la historia. En las nuevas circunstancias, lo euroasiático ha adquirido otros matices, por ejemplo, los pueblos turcófonos de Asia Central y el Caspio y los de origen persa, se encuentran de regreso a sus raíces después de la desintegración de la URSS.

Así, tampoco podrían pasarse por alto las estrechas relaciones entre ese mundo túrquico y el persa, donde las separaciones fronterizas resultan prácticamente imposibles. Lo mismo sucede con China, en la cual estos legendarios pueblos, durante la oleada mongola entre los siglos xiii y xiv, tuvieron su centro en Pekín y compartieron influencias culturales y religiosas.

Sin dudas, este escenario, caracterizado por una especie de retorno a los orígenes en busca de la rearticulación euroasiática, a través del rescate de la historia más legendaria, construcción nacional, el espíritu nómada de la región, la búsqueda del hilo conductor en los orígenes étnicos, clánicos, tribales; matiza y amplía un concepto tradicional, que se ha ido complejizando como parte de la evolución histórica del entorno regional, allí donde las fronteras físicas son constantemente cuestionadas y derribadas por la historia.

Desde el punto de vista pragmático, dos actores protagonizan esta experiencia: Rusia y China. El entorno centroasiático supone un tablero de competencia geopolítica sumamente movedizo. En él rivalizan las grandes potencias, desarrollando lo que se conoce como "Nuevo Gran Juego". En este contexto de confrontaciones y luchas por la primacía, es particularmente interesante la evolución de las relaciones ruso-chinas. Ambas potencias comparten el entorno geopolítico centroasiático y disputan esta área como esfera de influencia histórica y natural.

Sin embargo, algunas cuestiones fundamentales tornaron esta situación de rivalidad en alianza. Se trataba del enfrentamiento hacia las potencias occidentales, dígase Estados Unidos y la Unión Europea. Ambos polos de poder disputaban el posicionamiento en el área, asociado fundamentalmente a la desconexión total de Rusia de su histórica área de influencia y a los esfuerzos por contener el ascenso de China.

Por otra parte, el embargo de armamentos impuesto por Occidente tuvo un efecto contraproducente para Estados Unidos y sus aliados: contribuyó a una mayor cercanía entre Pekín y Moscú, al inclinar a China hacia el mercado de armamentos de Rusia y la Comunidad de Estados Independientes (CEI). En 1992, la cumbre celebrada en Pekín inauguró en las relaciones bilaterales un lenguaje marcado por la condena a la unipolaridad en el sistema internacional, la necesidad de ejecutar acciones concertadas contra el hegemonismo estadounidense, la condena a la expansión de la OTAN hacia Europa Oriental y el rechazo a la alianza atlántica, por considerarla carente de contenido en el contexto de la posguerra fría.

En este contexto, el estrechamiento de relaciones diplomáticas entre China y Asia Central se hizo evidente. Es importante tener en cuenta que las relaciones de vecindad entre los países centroasiáticos con el resto del área estuvieron fuertemente marcadas por el fortalecimiento de las corrientes de pensamiento y los nacionalismos extremos de finales del período soviético. De ahí, que el tratamiento de la vecindad con China fue uno de los elementos esenciales desde ese momento.

La disposición de Pekín de incluir a las repúblicas centroasiáticas en un diálogo multilateral con vistas a fomentar la cooperación estuvo mediada por intereses económicos y geopolíticos. El ascenso económico de China requería la consolidación de su influencia en un territorio cercano, rico en recursos naturales y energéticos, con un mercado superior a los sesenta millones de personas, que la cercanía a Rusia no alcanzaba a saturar. De esta forma quedaban zanjadas dos cuestiones acuciantes para las prioridades estratégicas de China: primero, el acceso a nuevas fuentes de recursos naturales y energéticos; y, segundo, la búsqueda y consolidación de nuevas rutas, más seguras y económicas, para la expansión de su comercio y la entrada de las materias primas provenientes del exterior.

Por otra parte, uno de los objetivos que persiguió Pekín con este acercamiento fue evitar que los conflictos centroasiáticos y afganos se difundieran hacia la región autónoma de Xinjiang,(5) ya que gran parte de sus habitantes comparte un origen étnico y religioso común. La frontera entre Xinjiang y las repúblicas de Asia Central amenazaba con convertirse en un importante factor de inestabilidad en territorio chino, cuando desde Afganistán, y a veces procedentes de Occidente, comenzaron a infiltrarse grupos terroristas de la propia etnia uigur.

Teniendo en cuenta este escenario, en la primera mitad de los noventa Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán se integraron a China y Rusia en un diálogo multilateral para asuntos fronterizos, económicos y de seguridad. Pronto este foro pasó a llamarse Grupo de los Cinco o Quinteto de Shangai, por haberse celebrado en esta ciudad la primera cumbre de presidentes, el 27 de abril de 1996. La entrada en vigor de los acuerdos suscritos entre los Cinco de Shangai constituyó un hito en la política exterior de Pekín hacia Asia Central. Estos convenios tenían como objetivos fundamentales el desmantelamiento de los arsenales obsoletos tras el fin de la Guerra Fría, el combate contra el tráfico ilegal -principalmente de personas, armas y opiáceos- y mantener bajo control las múltiples organizaciones extremistas y separatistas que proliferaban en el territorio de los países miembros.(6) Igualmente, desmilitarizar la línea fronteriza, hasta entonces una de las más densamente militarizadas del mundo.

En junio de 2001 se efectuó la cumbre anual de presidentes del Grupo de Shangai, en la cual tuvo lugar el ingreso especial de Uzbekistán. En ese marco fue proclamada la creación de la Organización de Cooperación de Shangai (OCS), y quedó inaugurada así una nueva etapa en las dinámicas regionales. En esa misma Cumbre, la Convención de Shangai contra el Terrorismo, el Separatismo y el Extremismo -conjuntamente referidos como los "Tres Males"- se erigió en uno de los documentos rectores de la organización y expresión del compromiso de los Estados miembros con la seguridad regional. La OCS estableció como objetivos cardinales de su existencia: la promoción de la cooperación política, comercial, económica, científico-técnica, cultural, educativa, energética, medioambiental, turística y en el área de las comunicaciones y el transporte; el fortalecimiento de la confianza mutua y las relaciones de buena vecindad entre los Estados miembros; el mantenimiento y aseguramiento de la paz, seguridad y estabilidad regional a través de los esfuerzos conjuntos, en aras de establecer un orden internacional justo, democrático y racional, tanto en lo económico como en lo político.

Para 2004 la OCS había definido el status de los posibles Estados observadores, ante la propensión mostrada por algunos países por incorporarse en esa calidad a la organización. Estados como Afganistán, India, Mongolia, Pakistán e Irán manifestaron tal interés, lo que le otorgó un redimensionamiento de sus capacidades regionales e internacionales.

A partir de entonces quedó marcada la intencionalidad por parte de la OCS de desarrollar políticas de cooperación económica, sin que ello indicase renunciar al objetivo esencial de mantener la seguridad, pero se firmaron acuerdos dirigidos al mejoramiento de índices de desarrollo humano en los Estados miembros y, también, se creó el plan de acción para la puesta en marcha de un mecanismo financiero interestatal, que proyectara a la organización y disminuyera las dependencias externas a fuentes de financiamiento occidentales.

En su artículo "La Organización de Cooperación de Shangai: promesas y decepciones", el profesor, investigador y diplomático cubano Juan Sánchez Monroe (2012) expone lo siguiente:

Con la aparición de esa problemática [la económica] se ha empezado a hablar de la OCS como de un organismo de integración. Cosa que no nos parece tan cierto, porque los volúmenes de los intercambios dentro de sus miembros son inferiores o tienen ritmos de desarrollo más bajos que los de sus diferentes integrantes con Estados que están fuera de la organización [...]. El problema está en que los proyectos que caloriza la organización, más que económicos, son de seguridad económica: energética, alimentaria, acuática, comunicacional, informática, financiera. De manera que los proyectos económicos refuerzan el carácter de la OCS como una organización de seguridad en el sentido más amplio.

En realidad, esta dimensión económica no solo consolidó a la organización como un importante instrumento de seguridad regional y concertación euroasiática frente a la competencia occidental en la región, sino que propició el desarrollo de otros proyectos regionales que venían desplegándose al margen de la OCS y otros que pronto se gestarían en este marco y que, lejos de rivalizar, aprenderían a coexistir y se apoyarían en aquellos puntos convergentes, dándole mayor fuerza y coherencia a las alianzas estratégicas, los fundamentos integradores y las asociaciones.

La Nueva Ruta de la Seda y La Unión Económica Euroasiática: ganar-ganar vs. enfoques de suma cero
En septiembre de 2013, el presidente chino Xi Jinping realizó una gira que incluyó Turkmenistán, Kirguistán, Kazajstán y Uzbekistán. Como resultado de esta, Pekín elevó al rango de "asociación estratégica" sus relaciones bilaterales con Ashjabad y Bishkek, algo que ya había logrado con Kazajstán y Uzbekistán. En ese contexto, la capital kirguisa acogió la XIII Cumbre de Jefes de Estado de la OCS, marco propicio donde China alcanzó un consenso entre sus socios centroasiáticos y Rusia en lo referente a la estrategia para la creación de la llamada "Nueva Ruta de la Seda". Formalmente, el proyecto se denomina "The Silk Road Economic Belt and the 21st Century Maritime Silk Road", también conocido como "One Belt One Road" (Un cinturón una ruta). Se trata de una estrategia de China por la que persigue el desarrollo e integración para la masa continental llamada Eurasia, basado en un sistema de comunicaciones y cooperación.

Como su nombre lo indica, el proyecto consta de dos partes, una terrestre y otra marítima. La parte terrestre, en su vertiente meridional, abarca la antigua Ruta de la Seda, que atravesando Asia Central, Asia Occidental y Oriente Medio, llega finalmente a Europa. Por otra parte, dentro de esta misma ruta terrestre existe una segunda vertiente septentrional que une a Pekín-Astaná-Moscú-Minsk y que pretende extenderse, primero hasta Berlín, para luego seguir a París y llegar hasta Madrid.

Esta iniciativa se propuso la integración económica de la región por la que atraviesa, para constituir una compacta área económica, mediante obras de infraestructura, fomentando el comercio, así como los intercambios culturales. Sin embargo, este cinturón terrestre muy pronto se extendió para incluir el Sudeste Asiático y el Asia Meridional o Subcontinente Indio. De esta forma, el proyecto general Nueva Ruta de la Seda ganó en consolidación y coherencia, puesto que a través de esta ampliación hacia el Este se conectó con la Ruta Marítima del propio proyecto.

La ruta marítima consolida el proyecto chino, a partir de la creación de un importante sistema de puertos desde Pekín a través del Mar del Sur de China, el Estrecho de Malaca, el Índico, la India, Kenya, el Mar Rojo, el Canal de Suez y el Mediterráneo hasta Italia. Se trata de un enlace comercial entre China y Europa, que pasará por un sistema de libre acceso a los puertos y a la que a la vez se podrá acceder por tierra a partir de un potente sistema de infraestructura desarrollado en el cinturón económico, a partir de los corredores terrestres.

En la dimensión marítima se mantiene la ruta actual, que va desde los puertos chinos hasta Europa, pasando por el Pacífico Occidental y el Océano Índico, antes de llegar al Mar Mediterráneo. Así también aparece una conexión con Kenya, donde empresas chinas están construyendo varias infraestructuras para mejorar las conexiones domésticas, y con países vecinos sin costas como Etiopía, Sudán del Sur, Uganda, Ruanda y Burundi.

De manera general, la lógica de la ruta marítima está, por una parte, muy relacionada con un fuerte nivel de interrelación con las conexiones por tierra y, por otro lado, tiene más que ver con una cuestión de seguridad para China. El funcionamiento de la economía china es muy dependiente de importaciones (fuentes de energía y materias primas) y exportaciones de larga distancia que pasan, en muchos casos, por rutas que ni controlan ni pueden controlar. Esto genera vulnerabilidades estratégicas para China si algunos puntos estratégicos, como el estrecho de Malaca, quedasen cerrados para las importaciones y las exportaciones del Gigante Asiático.

China tiene la particularidad de que podría acceder por tierra, tanto al Golfo como al Índico, si el entorno geopolítico de las rutas estuviese estable. Sin embargo, son disímiles las inestabilidades territoriales cultivadas.(7) De ese modo, el Gigante Asiático se ha visto forzado a sortear estos obstáculos a partir del comercio por mar, estableciendo enclaves seguros en el Índico y corredores comerciales terrestres para acceder a su territorio, diversificando su suministro, aliviando así la enorme densidad de su flujo comercial en Malaca.

Esto también significó buscar la salida al mar, específicamente al Índico, de los países centroasiáticos a través de Irán, Afganistán, Pakistán e India, lo cual resultaría altamente provechoso en una situación de alianza estratégica o cooperación como propone el proyecto chino, o en el marco de la OCS, al que en 2015 también se incorporaron India y Pakistán.

En resumen, dentro de lo que es la ruta terrestre quedaron diseñados distintos cinturones como son: el Cinturón Septentrional, el Cinturón Central y el Cinturón Meridional. El Cinturón Septentrional atraviesa Asia Central, el sur de Rusia y llega a Europa por las estepas eslavas. El Cinturón Central atraviesa Asia Central y Asia Occidental hasta llegar al Golfo Pérsico y alcanzar el Mediterráneo. El Cinturón Meridional parte de China hasta el Sudeste Asiático y continúa hasta llegar al Subcontinente Indio y el Océano Índico. El Cinturón Meridional forma parte de la Ruta Marítima. De esta forma, el proyecto Nueva Ruta de la Seda contempla una integración progresiva de las economías regionales entre los distintos países por donde pase la Ruta. El proyecto chino consiste en integrar los distintos mercados y economías mediante una amplia cooperación, que involucre la infraestructura local y regional, hasta alcanzar un desarrollo adecuado.

Todo ello ha supuesto una reestructuración productiva de los Estados implicados, así como la diversificación de sus economías. Asimismo, entre sus objetivos se manifestó la erradicación de la pobreza, el empleo y la educación. En ese sentido, al margen de la cooperación económica, los Estados implicados también expresaron su voluntad de seguir el espíritu de la antigua Ruta de la Seda, la cual constituyó un auténtico foro de diálogo interétnico, interreligioso e intercultural. Ello previó un incremento de los intercambios académicos, culturales y científico-técnicos a nivel bilateral.

En el orden político, una particularidad significativa del proyecto es que se erigió sobre bases de coordinación intergubernamental. Cabe destacar la oportunidad que brinda este escenario para tejer alianzas constructivas que favorezcan tanto la estabilidad como la seguridad entre los miembros y a nivel regional. La diplomacia cultural y de vecindad, que en los últimos tiempos ha venido desarrollando China, es una pieza esencial que contribuyó de modo claro a sortear las tensiones y discrepancias, al hacer prevalecer los intereses comunes.
En opinión del sinólogo Xulio Ríos (2014):

El proyecto reúne tres continentes y realza la posición central de China en el mundo. Es el regreso actualizado del pasado y revela la enorme impronta de la historia y la cultura en el imaginario chino. El desarrollo de la infraestructura -ferrocarriles y puertos-, del comercio, la conectividad, la integración monetaria, etc., debe dar paso a una efectiva comunidad de intereses que tendrá en la explotación de los recursos energéticos su columna vertebral.

Este proyecto se puso en marcha amparado en un marco institucional de la OCS, con instrumentos complementarios importantes(8) como el Nuevo Banco de Desarrollo, que agrupó a las cinco economías BRICS -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica-, y el recién creado Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras (BAII).

Al BAII se sumaron en total 57 países en la forma de Prospective Founding Members (PFM), 20 de ellos, países no asiáticos. Quedaron fuera Estados Unidos, Canadá y Japón. Este último por ser el país dominante del Asian Development Bank (ADB). Otros, como Corea del Norte y Taiwán, no fueron aceptados a participar en esa unión financiera. La creación de este Banco señaló el inicio de una nueva era en el sistema financiero internacional, en la que las potencias tradicionales ya no llevan la iniciativa a la hora de adaptar el sistema a los cambios estructurales que se están produciendo en la economía global. Resultó relevante, en este contexto, la incorporación de Reino Unido al BAII, como miembro fundador. La nueva posición británica arrastró a otros países europeos (Alemania, España, Francia e Italia), de Asia-Pacífico (Corea del Sur y Australia) y emergentes (Brasil, Rusia y Turquía) a participar en el accionariado del BAII.

Este escenario está vinculado a la proyección internacional de Pekín, en aras de contribuir a generar una mayor integración económica tanto dentro de Eurasia, como entre Eurasia y África. La estrategia china está en consonancia con las líneas generales de la su política exterior, para la cual la asociación o alianza estratégica es un tipo de vínculo que establece relaciones de complementariedad con otros Estados, a través de las cuales se maximizan las ganancias y se reducen las diferencias. Se trata de un punto de encuentro entre estas concepciones y el Nuevo Enfoque del Desarrollo.(9)

Asia Central es la región principal a partir de la cual se desarrolló el proyecto Nueva Ruta de la Seda. La región tiene en ella una pieza más en la competencia comercial y por los abundantes hidrocarburos. De ahí, el desarrollo de numerosos proyectos de ductos desde los países centroasiáticos hacia China. En este contexto, Rusia tiene un papel fundamental, por su gran influencia en la región en lo que a las nuevas tendencias de "nacionalismo energético" se refiere.


El debate sobre la consolidación del eje Pekín-Moscú trasciende el plano energético o los vínculos contraídos en el marco de la OCS. Por otra parte, el acercamiento entre ambas potencias en este escenario está más allá de lo que algunos especialistas han resaltado como puntos de desencuentros o debilitamiento del eje, en lo que se refiere a la competencia regional y los recelos que pudiera despertar en Rusia el ascenso del Gigante Asiático en los vecinos comunes.

Recientemente, los presidentes Xi Jinping y Vladímir Putin firmaron una declaración conjunta de cooperación en proyectos de construcción entre el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la Unión Económica Euroasiática (UEE). La UEE es una iniciativa propuesta por el presidente kazajo Nursultán Nazarbáyev. Desde la propia creación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), Nazarbáyev propuso la idea de una integración a distintos niveles y con distintas velocidades, la cual se materializó en el proyecto Unión Euroasiática, planteado por él en 1994, que se ha concretando gradualmente a partir del desarrollo de la Unión Rusia-Bielorrusia; la Comunidad Económica Euroasiática; el Espacio Económico Único entre Rusia, Bielorrusia y Kazajstán; la Unión Aduanera Rusia, Bielorrusia y Kazajstán; y, finalmente, la Unión Económica Euroasiática.

Para la Rusia de Putin, cuya política exterior estaba fuertemente orientada al rescate de las áreas de influencia históricas de Rusia, el proyecto UEE resultó particularmente atractivo. Sus proyecciones geopolíticas pasaban precisamente por el reposicionamiento ruso en esta importante área y el desplazamiento de Occidente. Es así que esta iniciativa fue retomada desde el 2010 por el mandatario ruso y el 3 de octubre de 2011, el entonces Primer Ministro V. Putin, publicó un artículo sobre las perspectivas de este proyecto y su posición respecto a otras organizaciones internacionales como la Unión Europea (UE). Se trata de un acuerdo de integración que comenzó a dar sus primeros pasos en el orden económico, aprovechando las potencialidades geopolíticas con que está dotada la región, la privilegiada situación de Rusia, la potente industrialización de Bielorrusia y la favorecida posición kazaja en la rivera del Caspio, fundamental para el poderío energético y geoestratégico.

Vladímir Putin explicó que el modelo de integración económica propuesto por Rusia no tiene nada que ver con la URSS, aunque se constituya sobre los "mejores valores de la Unión Soviética": "Es ingenuo intentar restaurar o copiar algo que forma parte del pasado. Sin embargo, los tiempos que corren exigen una integración nueva y estrecha con una base política, económica y de valores" (Markedónov, 2011).

Al mismo tiempo, hizo hincapié en que el Espacio Económico Único está basado en el principio de las fronteras abiertas para sus integrantes. Más aún, si fuera posible establecer alguna comparación no sería con la URSS, sino con el modelo de integración europea y la UE. Asimismo, destacó la necesidad no solo de estudiar detenidamente esta experiencia, sino también de establecer una cooperación efectiva entre la nueva unión postsoviética y las principales economías occidentales y orientales. Por lo tanto, no hay nostalgia por los tiempos soviéticos ni una postura de confrontación respecto a otros países o proyectos de integración. "En su tiempo, los europeos necesitaron cuarenta años para hacer el camino desde la Comunidad Europea del Carbón y del Acero hasta la Unión Europea de pleno valor. El desarrollo de la Unión Aduanera y el Espacio Económico Único va a un ritmo mucho más dinámico, ya que tiene en cuenta la experiencia de la UE y otras uniones regionales" (Markedónov, 2011).

En tal sentido, la concreción de la Unión Aduanera conformada por Rusia, Bielorrusia y Kazajstán constituía un elemento fundamental para la consecución y consolidación del proyecto euroasiático que se proponía Putin, para quien el proyecto respondía a objetivos de la geopolítica rusa. Es por ello, que era fundamental lograr la entrada de Ucrania y de esta forma reeditar el denominado "mundo ruso". O sea, que inicialmente lo que pretendió impulsar Putin tenía más que ver con el eurasianismo, reconfigurando en su entorno la parte eslava de las repúblicas postsoviéticas, donde lo túrquico y musulmán quedaba relegado a un segundo plano, sobre todo porque esto era incompatible con la ortodoxia cristiana que el patriarca ruso Kiril representaba, una de las figuras más influyentes en el rescate de ese "mundo ruso". Conviene tener presente que en el imaginario nacionalista ruso Ucrania constituye el corazón cultural y ancestral de la cultura eslava. Algunos politólogos resaltan, además, la preeminencia de Ucrania en el tablero geopolítico euroasiático al apuntar su importancia, precisamente, porque puede escoger su camino. Su elección entre la integración con Europea o el retorno a la esfera rusa tiene un efecto vital en el equilibrio de poder en el conjunto de la región euroasiática. De ahí el importante debate suscitado entre su aproximación a la Unión Europea o la participación en la UEE, dado su emplazamiento privilegiado como "cabeza de puente", según Brzezinski, en el margen europeo del heartland.

Finalmente la UEE echó a andar en 2015 según lo previsto, pero sin Ucrania y, por tanto, reorientada hacia el Sur y Este de Rusia. El 8 de mayo de 2015, el presidente ruso, V. Putin, y el líder de China Xi Jinping, firmaron un decreto sobre la cooperación destinada a vincular la evolución de la UEE con el proyecto Nueva Ruta de la Seda. En la misma reunión, ambos líderes rubricaron varios acuerdos energéticos, comerciales y financieros, dirigidos a fortalecer los lazos económicos entre ambos países. Después de la cita, Putin dijo que la integración de los proyectos de la Unión Económica Euroasiática y Ruta de la Seda significa el alcance de un nuevo nivel de asociación y, en realidad, implica un espacio económico común en el continente (Markedónov, 2011).

La convergencia de ambos proyectos en función de un redimensionamiento de la dinámica regional, resulta uno de los elementos esenciales a la hora de analizar la construcción de un enfoque euroasiático multilateral. Los vínculos entre China y Rusia en el desarrollo de la UEE y el cinturón económico de la Ruta de la Seda significa un nuevo nivel de cooperación y, de hecho, supone la creación de un espacio económico único en el continente, a pesar de que la región centroasiática constituye una evidente área de influencia donde prevalecen y evolucionan los interese rusos y chinos.

De esta forma, los puntos de coincidencia y cooperación en la consolidación de un eje euroasiático resultan tan solo puntos de partida de lo que se vislumbra un fenómeno interesante que, sin dudas, marcará pautas importantes en el terreno económico y geopolítico. Este hecho adquiere un matiz más atractivo aún si se suma la presencia y entusiasmo de Alemania en el proyecto Nueva Ruta de la Seda, lo cual ha sido traducido por algunos especialistas, no solo como un elemento importante para las relaciones UE-China y un redimensionamiento de la política exterior de Bruselas hacia la región, sino también como la posibilidad de consolidación del eje euroasiático Pekín-Moscú-Berlín. En ese sentido, en julio de 2013 quedó inaugurada la línea de ferrocarril entre Chengzhou, en la provincia de Henan, y Hamburgo, en Alemania. Esta nueva vía de transporte reduce la duración del viaje entre China y Europa de cinco semanas a tres. Sin embargo, pone de relieve la magnitud del proyecto, en cuanto a las posibilidades que ofrece en el ámbito comercial a partir de la cooperación. La capacidad de acercar a la UE a la región desde estos proyectos, fundamentalmente la Nueva Ruta de la Seda, con fines de cooperación más que de competencia, son aspectos esenciales a tener en cuenta.

Este escenario demuestra el estado de concordancia de estas iniciativas en tres niveles fundamentales: el fortalecimiento de la seguridad regional a través de la cooperación y la acción diplomática bilateral y multilateral, como eslabón imprescindible dentro de la preservación de la seguridad nacional y el desarrollo económico y social; procurar el acceso a las fuentes no renovables de energía, ofreciendo, en cambio, un programa de inversiones y ayuda financiera en condiciones ventajosas; y la desarticulación del entramado de vínculos de todo tipo que Estados Unidos ha fomentado desde la caída de la URSS y, por tanto, contrabalancear su influencia en la región.

En tal sentido, la Nueva Ruta de la Seda es un proyecto ambicioso que se desarrolla a la par de otra importante iniciativa china: la Asociación Económica Integral Regional (RCEP).(10) Ambos implican un rebalance regional, a nivel euroasiático, frente a otros megaacuerdos occidentales que han surgido en este mismo período y que, obviamente, intentarán mover las reglas del juego, tanto en Europa como en Asia: la Asociación Transpacífica (TPP)(11) y El Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones (TTIP).(12) Estas últimas encarnan visiones opuestas a las propuestas china sobre cómo debe evolucionar el sistema de comercio, inversiones y normas regulatorias en la región de Asia-Pacífico y a nivel global.

Evidentemente, la Nueva Ruta de la Seda muestra entre sus valores geopolíticos la capacidad de asimilar o metabolizar, a la vez que se complementan y se consolidan, iniciativas como la UEE. Se trata de esquemas o mecanismos de integración o concertación que para nada son excluyentes, sino que tienden importantes vasos comunicantes que les complementan y, en última instancia, tejen las coordenadas de un nuevo orden regional y mundial, donde lo euroasiático tiene, sin dudas, un importante espacio en una versión moderna de integración del mundo asiático y postsoviético, y donde Asia Central continúa siendo percibida como una importante área de influencia en disputa.

Justamente allí donde han crecido recelos o desconfianzas entre Rusia y China se ha tejido una especie de alianza muy particular. Estas potencias han abandonado "la ley de la selva" para desarrollar el arte de la convivencia y coexistencia pacífica, en la que priman los principios del multilateralismo y la multipolaridad, para lograr una relación ganar-ganar en una región de tanta competencia geopolítica.

En consecuencia, Eurasia se erige nuevamente como "pivote geográfico de la historia", sobre el que giran las relaciones de poder internacional, fuertemente condicionadas por el factor geopolítico. En tal sentido, la reedición contemporánea de la Ruta de la Seda, en un nuevo capítulo del Gran Juego, significa un regreso actualizado del pasado, por cuanto cada época construye su representación de este juego según sus preocupaciones.

 

 

 

 

 

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA


Centro de Prensa Internacional (2016): "El panturquismo ayer y hoy", <http://eu.eot.su/2016/02/27/el-panturquismo-ayer-y-hoy> [30/5/2016].

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RECIBIDO: 17/6/2017

ACEPTADO: 1/9/2017

 

 

 

 

 

Sunamis Fabelo Concepción, Centro de Investigaciones de Política Internacional, La Habana, Cuba. Correo electrónico: fabelo@infomed.sld.cu.

 

NOTAS ACLATORIAS
1. Mackinder afirmó que quien domine la Europa oriental dominará el heartland, quien domine a este dominará, a su vez, la Isla Mundial y, quien domine la Isla Mundial, dominará, finalmente, el mundo. Esta teoría tenía por objetivo esencial prevenir a los políticos y diplomáticos británicos del poderío ruso y, sobre todo, contra una eventual alianza ruso-alemana. Muchos tratados y políticas exteriores subsiguientes se basaron en esa doctrina. Por su parte, el holandés nacionalizado estadounidense, Nicholas John Spykman (1893-1943) defendió la tesis opuesta: quien controle el rimland regirá a Eurasia y el que rige a Eurasia controlará los destinos del mundo.
2. Según Trubetskoi, incluiría a los rusos junto con pueblos ugro-fineses y túrquicos del Volga, Siberia y Asia Central. Esto coincide con el territorio del antiguo Imperio Ruso, dejando fuera sus regiones más occidentales y "europeas", como Finlandia, el Báltico o Polonia. Otros teóricos eurasianistas como Piotr Savitski, identificaron a Eurasia con las fronteras de la URSS. No obstante, al contrario que los paneslavistas, Trubetskoi rechazó una restauración del imperio zarista, ya que consideró que la civilización euroasiática es multicultural, por lo que los rusos no pueden atribuirse el papel de nación dominante.
3. Otro elemento importante a tener en cuenta son los resultados de las investigaciones del antropólogo e historiador turkmeno Shohrat Kadyrov quien afirma que las sociedades centroasiáticas están integradas por tribus de segunda generación, subetnos. No son como las tribus de la comunidad primitiva, sino que utilizan la ideología de la solidaridad tribal con fines políticos, son sustratos étnicos. La tendencia de la politogénesis en estas sociedades (comunidades) se basa inicialmente en la organización de la dirección acorde a los principios de kanatos tribales y confederaciones amorfas, mientras la antítesis cultural nosotros o ellos dirigida básicamente hacia el interior del etnos, a diferencia de lo que hacen las sociedades-naciones. Las tribus vivieron de forma compacta durante siglos en áreas relativamente aisladas unas de otras. La cohesión gentilicia compite con la territorial y, por ello, es frecuente que dentro de cada área la integración intertribal se reduzca a la incorporación. La endogamia y los prejuicios etnoraciales se emplean arbitrariamente para explicar la procedencia de las viejas élites y en calidad de instrumento para organizar su jerarquía. La autoidentificación étnica general se conjuga con la autoconciencia tribal. Las viejas leyendas sobre la edad de las tribus (léase la subordinación de unas a otras), no solo se restablecen, sino que se redactan tendenciosamente acomodándose a la coyuntura del mercado político (Sánchez, 2013).
4. En este punto hay que tener en cuenta la influencia del nacionalismo ruso en dicha tendencia. La existencia del "mundo ruso" que es un concepto muy amplio desde el punto de vista cultural, étnico, nacionalista, imposible de ser abordado en toda su extensión en este marco, pero puede decirse de manera muy general y sucinta que se refiere a la división de los eslavos orientales en rusos, bielorrusos y ucranianos. Durante el imperio lo que existía era este mundo ruso y posteriormente se dividieron en "gran ruso" (rusos), "pequeño ruso" (ucranianos) y "rusos blancos" (bielorrusos). El factor preponderante en ese mundo era el religioso, o sea, el cristianismo ortodoxo. Ese "mundo ruso" a los rusos les era necesario porque con él eran mayoría dentro del imperio y, por tanto, podían ser quienes decidieran los destinos del imperio. Pero en factores matemáticos, si se les quitaba a los ucranianos, es decir los pequeños rusos, y los bielorrusos o rusos blancos, entonces los gran rusos eran minoría dentro del imperio.
5. Conocido también como Turquestán oriental o Turquestán chino.
6. En detalle, el Grupo de Shangai hizo importantes aportes a la reducción de las tensiones entre los Estados centroasiáticos y sus vecinos. Documentos como el Tratado para la Construcción de Confianza en el Área Militar de las Zonas Fronterizas (1996) y el Acuerdo de Reducción Mutua de Fuerzas Armadas en Zonas Fronterizas (1997), establecieron la desmilitarización de fronteras y la creación de controles mutuos y otras medidas de construcción de confianza. Gracias a estas últimas, se logró delimitar permanentemente la línea fronteriza entre China y Kirguistán, así como entre China y Tayikistán (Villar Barroso, 2011).
7. Xinjiang, Tíbet, Cachemira, Waziristán, Baluchistán, Afganistán, Vietnam, Filipinas, a lo que se suman diferencias fronterizas virtualmente con todos los países de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) a causa de su reivindicación de soberanía sobre una porción amplia del Mar de China meridional.
8. Entre estos instrumentos se destaca el Fondo de la Ruta de la Seda, dotado con 40 000 millones de dólares y fundado conjuntamente por las reservas de divisas chinas, la Corporación de Inversión de China (el fondo soberano chino más importante), el Banco de Exportación-Importación de China y el Banco de Desarrollo de China; otras, como el propio Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, el China-ASEAN Investment Cooperation Fund y el China-Eurasia Economic Cooperation Fund, pueden financiar proyectos que se engloben dentro de la nueva Ruta de la Seda, aunque tienen un marco de actuación más amplio.
9. Las ideas básicas de la Nueva Seguridad aparecen también contenidas en el Nuevo Enfoque del Desarrollo, concepción que respondió a una perspectiva novedosa, integral, coordinada y sostenible sobre el tema. La interdependencia creciente de China con el resto del mundo hizo evidente el hecho de que el país no podía desarrollarse en el aislamiento o en detrimento del exterior; a partir de tales consideraciones, el Nuevo Enfoque del Desarrollo significa, en el ámbito de las relaciones internacionales, que todos los Estados obtengan ganancias y beneficios mutuos en su búsqueda del desarrollo; se trata de promover la apertura, en lugar del aislamiento; de disfrutar las reglas del juego limpio, en lugar de obtener beneficios a expensas de los otros.
10. Tiene como objetivo multilateralizar los TLC de la ASEAN y sus socios (ASEAN + 1), resolver problema del noodlebowl: armonizar e integrar estándares menos exigentes. Acuerdo más moderno, integral y recíproco.
11. Según el propio Barack Obama el TPP permitiría que los EE. UU., y no otros países como China, escriban las reglas de la carretera en el siglo xxi, lo cual es especialmente importante en una región tan dinámica como Asia Pacífico. En pocas palabras, el TPP reforzará el liderazgo norteamericano en el extranjero y promoverá buenos empleos a Estados Unidos.
12. El TTIP (Transatlantic Investment Partnership) es una iniciativa bilateral entre EE. UU. y la UE lanzada en junio de 2013. Con una población parecida a la del TPP, abarca el 45 % del PIB mundial, el 40 % de las exportaciones. De manera formal, la negociación es llevada, por la Comisión Europea en representación de la UE, quien tiene el mandato de las negociaciones; y, de la otra, el propio Gobierno de EE. UU. Sin embargo, desde su origen, son los grandes lobbies empresariales de un lado y otro quienes presionan y participan de manera activa en ellas, particularmente, en el marco del comercio intrafirmas. El incremento en el comercio exterior y desarrollo inversionista entre los dos polos centrales se producirían a costa del aumento del poder de las transnacionales.

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