SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue288A window to the interiority of the poet Julián del Casal author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

My SciELO

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

  • Have no cited articlesCited by SciELO

Related links

  • Have no similar articlesSimilars in SciELO

Share


Universidad de La Habana

On-line version ISSN 0253-9276

UH  no.288 La Habana July.-Dec. 2019  Epub Sep 01, 2019

 

Ensayo

«Raro» y «valioso» libro de Leonardo Sarría

«Rare» and «valuable» book by Leonardo Sarría

José Antonio Baujin1  * 

1Universidad de La Habana

La Habana: Editorial UH 2019

Leonardo Sarría: Raros y valiosos de la literatura cubana decimonónica 

Los aquejados de incurable libropesía -el término es de Quevedo-, los especialistas, estudiantes y lectores de nuestras letras y de nuestra Historia tienen motivo de plácemes en la lectura de un libro «raro» y «valioso» conseguido por la pertinaz obra investigativa de Leonardo Sarría. En el pórtico del volumen, las palabras «Al lector» ofrecen las claves de lectura y prometen lo que cumplidamente encontramos en él: «rareza y valor tienen mucho más que ver aquí con los dominios de la crítica e historia literarias», frente a la posible asociación primera con la particular agrupación que en las bibliotecas distingue los libros y documentos atesorados e identificados con mayor valor patrimonial. Sarría precisa método y propósito: «Viejos periódicos, revistas, manuscritos, cuadernos y volúmenes por lo general desconocidos u olvidados, acarrean necesarios reacomodos, nuevas inquisiciones y sospechas; expanden desde el margen la comprensión de nuestras letras, matizada unas veces, otras estremecida por el hallazgo». La idea de lo raro y valioso se repliega, genera un «bucle», y consigue ir más allá, al orientar el texto como «gratitud hacia aquellos, también bibliotecarios, sin los cuales no habría podido disfrutar de ese placer», una extraordinaria llamada de atención sobre la importancia de esas singulares figuras con vocación de servicio al saber, que son los buenos profesores, investigadores y los bibliotecarios y, por otro lado, sobre la necesidad de salvar de la destrucción, motivada por imperativos del tiempo, el clima, la falta de presupuestos, la indolencia…, a parte esencial de la memoria de la/nuestra cultura, que se encuentra en las bibliotecas y, particularmente, en sus fondos raros y valiosos.

Libro raro y valioso el de Sarría porque se enajena conscientemente de la repetición estéril y acrítica de frecuentes volúmenes, con pretensión de novedad investigativa, que pululan en el panorama editorial. La pereza o la incapacidad intelectual consiguen en muchos casos la trasmisión de datos, nociones, valoraciones que, en realidad, demandan ajustes, si no enmiendas y transformaciones drásticas, como resultado de un estudio profesional y posicionado desde perspectivas teórico-metodológicas actuales.

Se precisa de una crítica de la crítica que ponga en valor, en medio de ese panorama, los estudios notables, a lo que habría que añadir un ejercicio promocional que jerarquice y dé cuenta del grano entre tanta paja. Hace unos años, pocos, en 2014, la cofradía intelectual debió estremecerse con la aparición de un libro en dos gruesos tomos que presenta la obra, rescatada por Olga Portuondo Zúñiga, sobre todo de la prensa del oriente cubano, de Manuel María Pérez y Ramírez,1 uno de los tres Manueles seminales de la poesía cubana. Hasta entonces, era reiterada la idea en historias, panoramas y estudios de que muy pocos ejemplos de sus piezas habían llegado a nosotros. Saltando al campo de la plástica cubana, en otro trabajo que me parece medular, la profesora Luz Merino desenterraba de la prensa del siglo xix la recepción de la obra de Esteban Chartrand para ilustrar cómo aquellos elementos de su poética que la crítica y la historiografía del siglo xx han signado como ajenos a la expresión de la cubanía, los contemporáneos del pintor los identificaban como el sello de lo nacional que el artista «magistralmente» conseguía en sus obras.2 No puedo dejar de mencionar aquí el valioso aporte de Reynaldo González y Cira Romero a la mejor comprensión de ese Quijote nuestro que es Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde, con su edición ampliamente anotada de 2018,3 en la cual, en palabras de Reynaldo, obvian «interpretaciones más inspiradas que investigadas», o, para decirlo de otro modo, restituyen el texto de la edición príncipe de Villaverde, trasmitido con múltiples corrupciones, corrigen lecturas y datos errados asentados en el tiempo, y, tras rigurosa investigación, iluminan notablemente la novela y su campo de significaciones. Sirvan estos tres ejemplos como botón de muestra en torno al imperativo de volver sobre el pasado con ojos avizores porque, como indica la frase de Vitier a cuyo amparo abre su libro Sarría, «también el pasado deviene».

La propuesta de Sarría es heredera de la mejor tradición de estudios cubanos. Resulta modélica, demostrativa de cuánto hay por hacer en zonas de nuestra cultura artístico-literaria que, a primera vista, parecerían más esclarecidas. Su elección ha sido, de modo general, visitar los márgenes, la periferia del canon de las letras cubanas del siglo xix, para dialogar con él, y hasta para modificarlo. En su recorrido, ha desempolvado archivos, generosos en los hallazgos.

La nómina de autores que motivan sus pesquisas es central, lo periférico, lo situado en los bordes, es la franja de la producción que acapara la mirada. De Gertrudis Gómez de Avellaneda, su Devocionario nuevo y completísimo en prosa y verso, impreso en Sevilla en 1867 («La invitación a transitar ese camino de renuncias, votos, ofrendas, recorriendo a su lado las estaciones de la Pasión, los misterios del rosario, bien podía purificar antiguos yerros, descargar el alma próxima ya al instante del “tremendo juicio”; bien podría -superpuesta a la célebre artista, esta doña Gertrudis penitente y ascética- inclinarnos a volver a leerla»). De la propia autora también se atiende el casi desconocido «Álbum de recuerdos sevillanos», eternal monumento a su tertulia en dicha ciudad, que conserva la Biblioteca Nacional José Martí («Si el “Álbum…” nos ayuda a completar la esfera de las relaciones que entabló la Avellaneda en Sevilla, y a comprender mejor los matices y aristas de su personalidad, nos deja a la vez una evidencia de lo que ella significó en la estima y formación de aquel círculo de intelectuales españoles»).

Curiosa y atinada por su actualidad, es la revisitación al costumbrismo cubano, y, específicamente, al tipo ñáñigo, un personaje de amplia presencia en nuestras letras, que en medida considerable fija el articulismo decimonónico. Y con precisión de historiador, en otro texto, Sarría se adentra en la revalorización del Diccionario biográfico cubano, de Francisco Calcagno, así como en la enredada madeja de sus avatares editoriales.

«Modelando a la amada. Las cartas de Juan Clemente Zenea a Luisa Mas» se acerca a las setenta y ocho cartas que historian la progresión del amor de quienes devendrían cónyuges («Amada angelical y esposa madre, polos, emblemas del deber ser femenil literaria y socialmente asentado, se engarzaban a través de una textualidad de dulces deliquios, seductoras beldades y una “noble pedagogía” que solapaban su violencia intrínseca. El “para mí” del imaginario romántico del amor -con los exempla de Pablo y Virginia, Julia y Rafael- entonado por Zenea […] comportaba una rigurosa modelación».

Mientras, «El poeta Esteban Borrero Echeverría», como el título del trabajo advierte, revaloriza con total justicia una parte de la obra preterida del autor de El ciervo encantado: la poesía. De poesía hay más, y aún más raro, cuando Sarría en otro texto toma como objeto de estudio los abanicos autógrafos: «habría que acabar de superar el prejuicio que identifica “menor” con “insignificante”. Para los respectivos abanicos de la autora de “Sensitivas” y de la pianista María Luisa Chartrand se compusieron “A Mercedes Matamoros” de José Martí y “Berenice” de Juana Borrero. Acercarnos a los autógrafos […] nos dejaría ver lo que podas y esquemas jerárquicos impiden: las volubles modulaciones de una literatura y sus frágiles, modestas guirnaldas.»

Debo hacer un aparte con el texto dedicado a «Lecturas iberoamericanas en los libros de recortes de Julián del Casal». Frente a la idea monopolizadora de un Casal atentísimo a las novedades europeas (francesas, en particular) y deslumbrado por el mundo oriental, tan caro al modernismo, la investigación de Sarría aporta, con contundencia, el seguimiento del poeta de Nieve a la producción literaria iberoamericana. Sorprenderá a lectores, e incluso a especialistas, el catálogo de autores y textos recogidos en los libros de recortes del bardo que lo enlazan a su comunidad lingüística. La meticulosa labor de Sarría ordena, por países, escritores y piezas que llamaron la atención de Casal (y suman, al menos, catorce; dentro de ellos, Cuba, México y España como los más representados), pero añade a cada texto el tipo de discurso (prosa o verso), el libro en que se encuentra, y hasta datos de la publicación de la que fue tomado el recorte.

Correcciones de datos errados que parten de confusiones y un hallazgo maravilloso se presentan en el texto «Noticia sobre Alexandre César Moreau de Jonnès». Un artículo de nuestro Faro Industrial de la Habana, de 16 de agosto de 1843, motiva el seguimiento de un texto hermanado a El rancheador de Pedro José Morillas, como se sabe, una narración fundacional en las letras cubanas. Se trata del relato «El arranchador», de Alexandre César Moreau de Jonnès, publicado originalmente en francés, que Sarría nos presenta en edición bilingüe. Pero si este hallazgo es sumamente provocador, no lo es menos la localización y publicación en el libro de un nuevo cuadro de El Mirón Cubano, «Una visita al censor», ¡vaya tema en nuestra atmósfera cultural del siglo xix!

Raro y valioso es este libro también -no puedo dejar de mencionarlo- por la presentación de un discurso crítico, ensayístico, sometido a una notable voluntad de estilo, sobrio y elegante, por parte de Sarría. Lo acompaña el cuidadoso trabajo de edición y, particularmente, de diseño, a cargo de Pilar Fernández Melo (Fermelo), así como una selección de ilustraciones que sellan la concepción del volumen como un sistema coherente.

No quisiera proponer una lectura lineal de este libro. Se trata de una miscelánea, «como las ediciones decimonónicas […con] artículos, adendas, noticias, comentarios», una antología de evidencias de una pasión por escudriñar en zonas poco frecuentadas por los estudios cubanos y exhumar textos iluminadores de una época de fundación, sin cuyo perfil cabal resulta imposible entendernos como cultura. Se trata de una cadena de emboscadas de fragmentos literarios decimonónicos, volumen de referencia para la historia de nuestras letras. Se puede frecuentar al azar, en busca de ese talismán que nos previene de olvido y muerte, que nos hace resistir a la ubicua cultura del entretenimiento y al zapeo mental empobrecedor.

Advertía Sancho Panza, con el auxilio de un refrán: “El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no se debe quejar si le pasa”. Vale la pena hacerle caso al sabichoso de Sancho y disfrutar de este libro de Leonardo Sarría que mucha y buena ventura trae.

Notas aclaratorias

1. Olga Portuondo Zúñiga: Polígrafo cubano. Manuel María Pérez y Ramírez, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2014, 2 t.

2. Luz Merino: «Otra lectura de nuestra crítica de arte en el siglo xix», La Siempreviva, La Habana, n.o 4, 2008, pp. 82-91.

3. Cirilo Villaverde: Cecilia Valdés, edición anotada, Reynaldo González y Cira Romero (eds.), Ediciones Boloña, La Habana, 2018.

*Autor para la correspondencia: baujin@fayl.uh.cu

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons