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Universidad de La Habana

On-line version ISSN 0253-9276

UH  no.293 La Habana Jan.-Apr. 2022  Epub Mar 03, 2022

 

Artículo original

La teoría intertextual. El estudio de los intercontextos

Intertextual Theory. The Study of Intercontexts

1 Facultad de Artes y Letras, Universidad de La Habana, Cuba.

RESUMEN

El presente artículo se propone considerar el comportamiento intertextual de los textos en su capacidad de ir más allá de sí mismos, una vez puestos en relación informacional, dinámica y variable. En correspondencia, se aborda la cita como procedimiento de interacción entre los textos de partida y los de llegada. Al no quedarse la consideración de lo intertextual circunscrito únicamente al análisis de los discursos puestos en relación, se valora la dimensión de nuevo tipo que podría implicar el expandirse los estudios intertextuales al nivel ampliado de relaciones entre los contextos vinculados. A manera de la intertextualidad, se enuncia el término de intercontextos para las correlaciones entre contextos. Se propone el método de analizar las correspondencias cruzadas entre las dimensiones macro de los intercontextos y micro de los intertextos, a partir de un cuadrado estructural donde los textos y contextos conforman un universo de vínculos entrecruzados en sistema.

Palabras clave: caja de resonancia; cita; relaciones

ABSTRACT

This article aims to consider the intertextual behavior of texts in their capacity to go beyond themselves, once they are placed in an informational, dynamic and variable relationship. Correspondingly, the quotation is approached as a procedure of interaction between the texts of departure and those of arrival. Since the consideration of intertextuality is not limited only to the analysis of discourses placed in relation, the new dimension that could be implied by the expansion of intertextual studies to the expanded level of relations between linked contexts is valued. In the manner of intertextuality, the term intercontexts is used for correlations between contexts. The method of analyzing the cross-correlations between the macro dimensions of intercontexts and the micro dimensions of intertexts is proposed, based on a structural square where texts and contexts form a universe of interwoven links in a system.

Keywords: sounding board; quotation; relationships

INTRODUCCIÓN

Aún persisten creadores, críticos e investigadores, quienes, aunque reconocen de manera confesa la presencia de fuertes vínculos intertextuales en sus obras o las de otros, no creen necesario salirse de la obra para establecer consideraciones acerca de la estructura morfosintáctica y de una apreciable percepción de la semiosis del texto, por considerar que un texto se basta a sí mismo para generar interacciones múltiples de sentidos desde sus elementos internos constituyentes (Broich, 2004).

Ese amurallamiento defensivo del texto puede resultar útil hasta un punto en la medida en que establece una discursividad analítica sustentada en la coherencia o tensión entre sus partes constituyentes y la semiosis generada en el interior de su estructura textual. Aun cuando este procedimiento pueda tener mucho de provechoso, deja a un lado la potencial intervención de una multiplicidad de voces textuales interactuantes, lo que reduce las más amplias posibilidades de interpretación y estudio estructural de los textos. Esto responde a viejas escuelas de pensamiento cultural que acentúan la individualidad autosuficiente del texto.

Esa es la posición que, en sentido general, combate la intertextualidad al insistir teóricamente que los textos no están solos y operan en redes, dentro de las cuales se potencia la capacidad gnoseológica y el disfrute estético en la percepción que portan o promueven las obras de arte.

Puede que a un artista no le interese acentuar tanto las interrelaciones textuales de su obra con otras, aunque haga uso implícito de esa manera de concebir y construir lo textual y, no obstante, lo oculte porque en el fondo es partidario de la idea del valor propio de las obras como su específica cualidad artística, rasgo estimado de mayor repercusión en la implicación de su trascendencia y distinción cultural. De todos modos, la práctica intertextual demuestra que por lo general, hasta en esos casos de enmascaramiento, logra manifestarse lo intertextual mediante huellas, reclamadoras de la atención del receptor, capaces de despertar asociaciones y de ese modo, potenciar la atracción y expansión hermenéutica del texto.

La obra de arte moderna gustaba permanecer aislada, envuelta en la atmósfera de impenetrabilidad de una acrópolis inaccesible, cuyo ascenso y conquista estaba reservado a algunos pocos, mientras a un número mayor de personas solo le era posible aproximarse a contemplar algunas de sus aristas, sin llegar a tener una visión de conjunto. Esa inaccesibilidad se ha conmovido, pero no en su verdadero trasfondo, ya que sigue aún varada en parte en esa autocomplacencia, no solo por remanencia, sino porque también es posible detenerse en el intento de hacer con ella un análisis centrado en el texto. Por el contrario, el mundo posmoderno ha visto en lo singular algo interdependiente del todo, y considera la formación de un cosmos unido por enlaces invisibles que comienzan ahora a ser cada vez más visibilizados en red. Esa actitud responde al camino seguido por la ciencia en las últimas décadas del siglo xx, vinculado a las visiones filosóficas gestadas en los análisis y procesos de cambio en el pensamiento de esa centuria.

Las marcas puestas por el creador a disposición del receptor, incluido el crítico, pueden ser reconocidas o no, dependiendo de las habilidades asociativas personales y de los saberes sedimentados que disponga. Según sea el caso de su detección, la percepción de la naturaleza estructural y semántica del texto se amplía o comprime abrumadoramente (Broich, 2004).

Resulta frecuente en la actualidad, en especial por parte de diferentes creadores y analistas, la voluntad de visibilizar de manera expresa los acercamientos entre textos de disímiles naturalezas, procedencias geográfico-culturales y temporales. También se presentan otras estrategias reconocedoras del valor de lo intertextual, pero interesadas astutamente en esconderlo, encaminadas sobre todo a jugar y explorar las destrezas y astucias de su contraparte, los receptores, por lo cual se exige una posición más activa de estos como agentes de conocimiento para descubrir las pistas ocultas, los guiños insinuados mediante algún detalle.

De tal modo, procedimientos intertextuales complejos se transparentan o solapan como un recurso provechoso para la ejercitación de las habilidades perceptivas y del razonamiento lógico en un público cada vez más creciente. Es de ese lado en el cual se apuesta por una reconsideración ampliada de las relaciones entre textos, acudiendo a considerar el reclamo de los contextos a participar al unísono en ese entramado de vínculos, a los cuales apuntan los textos y los insertos de citas dentro de estos; y a los reclamos propios de los textos en interacción a demandar de manera activa la develación receptiva de afinidades o contrapuntos entre ellos como posibles interrogantes abiertas a ser formuladas por quienes se acerquen, creadores e investigadores, ampliando las dimensiones sígnicas de los textos y contextos implicados.

DESARROLLO

La sociedad actual, en modo alguno de una manera casual, se ha abierto por una parte al cuestionamiento y la redimensión generalizada de las ideas de unicidad de la obra, y de otra a la idea de la interdependencia permanente de las obras de arte, sobre el principio de dialogicidad horizontal o vertical respecto a su tiempo histórico. Esa es una de las cualidades activadas con énfasis por la sociedad contemporánea; signo de toda una época y no solo de la cultura artística como expresión parcial de ella, pues el manejo de la categoría de texto y de la función intertextual se ha generalizado a una pluralidad de expresiones que desbordan con mucho la limitación a los textos artísticos.

Los autores (entiéndase también entre ellos a las instituciones y grupos creativos o de investigación) son sus motores impulsores. Por otro lado, los receptores, distribuidos en un amplio espectro de público, son sus motores secundarios y se encargan de catapultar los textos. No se restringen a acatar de modo subordinado la postura autoral de estos, entendida como posiciones de poder. Se viven tiempos diferentes. Los receptores ejercen cada vez más su propio poder de reconsideración de todo tipo de textos. Enjuician a estos y sostienen criterios que difieren de las intenciones inscritas en ellos.

Cambios de posturas gnoseológicas acentuados ocurrieron un poco después de mediados del siglo xx en el paso de la época histórica moderna a la posmoderna y pueden ser observados en estudios particulares respecto a determinados procedimientos artísticos. Entre ellos se ve, a manera de ejemplo, cómo ha cambiado la manera de asumirse la idea de plagio. En los tiempos duros de dominio del pensamiento moderno apenas se sospechara y fuera demostrable la presencia de plagio en una obra de la cultura moderna, el estigma sobrevenía implacable y de inmediato sobre el artista.1Sin embargo, la era posmoderna, devenida signo de las notorias transformaciones de la cultura hasta lo avanzado en el presente siglo, permite observar que las antiguas restricciones del concepto de plagio se han resquebrajado y diluido respecto al otrora estigmático acento de descrédito.

En la actualidad la apropiación de partes significativas de otras obras es una tarea intertextual recurrente, estimada provechosa y de muy alto valor cultural. Eso evidencia cuánto han cambiado la valoración y lo que se considera plagio.

Dentro de los procedimientos posmodernos, de manera transformada a como se usara en la época moderna para iluminar ciertas zonas del nuevo texto, el empleo reiterado de la cita posmoderna ha servido con frecuencia para trazar una pluralidad de direcciones asociativas, de redes sutiles entre textos y, a través de estos, de sus contextos culturales. Despiertan en el público inteligente y conocedor la movilización de pistas que de manera frecuente se dejan caer para llamar la atención del receptor avezado, quien percibe el texto ante sí, abierto y expansivo, en cuya apertura él mismo, como sujeto, desempeña un papel fundamental. Se acostumbra a esconder más bien las prestaciones y hacer solo guiños, para obligar al receptor a ser muy activo en su función de interpretante.

La cita explícita o encubierta evidencia por sí misma los contactos entre textos. Es el modo actual de hacer funcionar la comunicabilidad del texto con los receptores y otros textos, estableciendo pequeñas señales dispuestas dentro del tejido de la obra, para en dinámicas intermitencias, en tanto pulsaciones, desplegar el texto hacia dimensiones otras que refuerzan el carácter de ser una obra abierta, cuyos límites no se cierran en el sistema de formas y estructuras que la constituyen.

Rastrear la presencia de la cita es útil, pero no basta identificarla en su expresión dentro del cuerpo textual de la obra, es necesario hacerla refulgir en su pluralidad semántica, en cuanto a su capacidad de iluminar zonas de sentidos ocultos, traslapados. Siempre la cita moderna o posmoderna es selección, fragmento de otra mayor y recolocación en un nuevo contexto textual del cual formará parte no extirpable, sin mutilar en parte la potencialidad informacional del texto de llegada.

En todos los casos, al situarse la cita en tanto fragmento en un contexto otro, crea notorios contactos. Hay muchos tipos de citas, pero aun la más pequeña denota la expansión sígnica del texto asimilador. Acierta notoriamente Heinrich Plett (2004) al decir cuán estrecha correlación guarda el crecimiento del número de enlaces intertextuales con el aumento de las citas, sean explícitas o no, en el crecimiento polifónico exponencial que provoca en el texto. Entiéndase igualmente el término «cita» de una manera amplia, no necesariamente reducible al simple trozo de texto insertado o referido en el nuevo, pues se emplea aquí especialmente en un sentido más abarcador de correspondencias intertextuales entre diversos tipos de flujos comunicacionales, en cuanto a prestación de elementos, de estructuras, alusiones, códigos y estructuras referidas, extraídas o asociables a otros textos.

Se representarán los modelos de análisis mediante la siguiente notación:

  • TC: texto(s) referenciado(s) por la cita.

  • FC: fragmento(s)-cita(s) utilizado(s), o textos-conceptos referidos.

  • TD: texto(s) destino(s) a donde será llevado.

Se establece un enlace intertextual entre el texto referenciado y el texto de destino a través del fragmento citado, el cual, desprendido, arrancado de su origen en TC se transforma en un elemento-puente, mediante un enlace intertextual directo, explícito o semioculto. Se comporta a manera de cápsula concentrada que irradia en diversas direcciones de sentido y no en una única dirección semántica hacia las huellas del texto referido en el texto destino.

Amplía el radio de acción de la obra receptora, convertida en TD, mediante esa interpolación. Actúa FC de fuente emisora de pulsaciones intertextuales, mucho más abarcadora en su potencialidad sígnica, semántica y estructural de la condición de su horizonte de partida, dejando abierto a nuevas producciones de sentido los intercambios en el nuevo texto. Se expande el TD con los FC (uno o varios) incorporados a su estructura (Figura 1).

Figura 1 Nexos intertextuales en sucesión entre TC, FC y TD. 

El germen de explosiones relacionales resultante de la incorporación de la cita llama a considerar las vinculaciones a lo que esa referencialidad podría estar apuntando, pero sus posibilidades estimuladoras crecen más allá de sus orígenes referenciales. Tal vez por lanzar señales de envergadura que desbordan los orígenes, para entrar a través de un entrelazado de asociaciones en red a relaciones con otros textos aparentemente más alejados y tangenciales de la inmediatez referencial. No por eso son despreciables, sino que son susceptibles de ser dignos de consideración, por cuanto amplían y diversifican el universo de relaciones que pudiera sugerir el texto destino, el cual se convierte en punto referencial de partida hacia múltiples direcciones, no intuibles en un primer momento.

Estos procesos de interacción pueden resultar muy efectivos en un análisis de las interrelaciones culturales no solo entre textos, sino por encima de estos, agrupados en miríadas de textos, de estructuras, formas y procesos culturales más extensos, respecto a los contextos en los cuales esos textos operan en una relación más inmediata como cita.

Los procedimientos por hacer evidente el enlace intertextual con el texto o los textos precedentes de donde parte la cita -con frecuencia más de una- no agotan la intertextualidad en esos fragmentos citados. Su función puente contribuye a airear al nuevo texto creado. Lo hace mover impulsado por esos vientos sin pretender en modo alguno restringirse a las ideas de los fragmentos citados, al explorar con amplitud arqueologías más soterradas en sus vinculaciones contextuales.

El carácter intertextual activa la capacidad receptora y emisora de sentidos que desbordan la posición autonómica del texto, fértil en recibir estimulaciones externas que modifican y condicionan su naturaleza estructural y semántica, convierte el discurso en núcleo para la llegada de emisiones con cualidades estructurales y semánticas que lo hacen crecer notoriamente. De ahí la condición expansiva del texto artístico, pero en modo alguno solo de este, pues es una cualidad de todos los textos culturales, cualesquiera estos sean; si bien se hace notoriamente manifiesto en los textos artísticos.

Los FC interpolados tienen un poder de activación al abrir al TD a nuevos enlaces expansivos, al relacionarlos con los abarcadores contextos de procedencia de las obras y autores de donde han sido tomados; o de las normativas de los géneros o segmentaciones socio-histórico-culturales de donde proceden. Lo cual provoca una detonación creciente en el TD, que estalla y se derrama como una lozana fuente, amplía su radio de acción y sus enlaces semánticos, a veces hasta terrenos insospechados por su propio creador, según responda a la sagacidad de analistas e historiadores, quienes se encargan de dar cuerpo ulterior en viables elaboraciones teóricas.

Los FC tomados de TC, al ser situados en TD, desempeñan un papel de primer orden en la naturaleza de lo intertextual. El reciclaje de fragmentos textuales no solo conlleva la huella dejada por TC en el nuevo producto artístico, sino que no puede dejar de señalar continuamente a un proceso de mirada de retorno hacia los textos de partida, los que dejan de ser simples precedentes, pre-textos del nuevo texto. Esto crea en los procesos de la cultura todo un sorprendente ir y venir constante de los textos emisores a los textos receptores, y viceversa. Ese flujo en las dos direcciones de los textos relacionables, que tiende con frecuencia a estudiarse de manera aislada en una sola dirección, la de la acción del TC en la de su texto receptor, se puede redireccionar en una vasta exploración circular de acción gravitacional entre los procesos de intercambios culturales en red, de los cuales ellos son una expresión concreta.

Es ahí donde debe ponerse el acento de la cultura como movilizadora de la memoria cultural. En ese ir y venir de uno al otro lado se crean flujos de comunicación intercultural muy variados y complejos que ameritan estudios detenidos de las relaciones entre los contextos respectivos, para intentar el esbozo de nuevos modos de aproximación en varias capas o niveles, siguiendo modelos que permitan contrastar los resultados de esas relaciones entre contextos con suficiente confiabilidad y rigor.

No se debe pretender normar todos esos modos de interacción entre los textos, reduciéndolos a unos cuantos esquemas, sino encontrar vías provechosas de exploración, abiertas a nuevas maneras en su estudio, en pro de su ampliación en red, conformada por conglomerados de textos. Debe abrirse ese tejido a miríadas de textos conectados que conformen galaxias y agrupaciones de galaxias textuales, dentro de la enormidad del territorio de interrelaciones avizorado. Esto implicaría encontrar múltiples orígenes y derivas, cuyos trazados darían margen a la estructuración de cartografías cruzadas en forma de mallas entretejidas que pongan al descubierto la densidad de flujos informacionales entre disimiles estratos culturales, situados geográfica y temporalmente, cercanos o muy distantes.

Se sostiene la idea de desplazar el fenómeno de transferencias culturales desde la perspectiva donde el pasado era considerado la fuente de inspiración y legado, a ser ahora doblemente un campo de incesante y continuada interacción cultural, bidireccional, por el cual el ayer es revisitado e interpretado no tan solo como iluminador del presente, sino a la vez en su acción inversa, al concebir el hoy en abierta conciencia de ser un principio especialmente activo del pasado o de otros contextos contemporáneos referidos, y no solo un deudor cultural de aquellos.

La postura de hacer depender unos textos germinados a partir del influjo de otros, lo desplazo a relaciones de mutuos moldeamientos que quiebran el aislamiento, la separación y la influencia colonizadora de unos textos sobre otros. Existen en realidad, en la interacción de fuerzas en tensión con acciones gravitatorias mutuas, sin obedecer a una sola dirección, sino a direcciones múltiples.

Los textos culturales, cualesquiera sean estos, están abiertos a la interinfluencia que sufrieron históricamente y a las que receptores en otras circunstancias los ponen en una mesa de juego de potenciales interacciones. Dichos textos intervienen activamente como modos de pensar, y dan pie a otros modos de ser pensados como productores de nuevos sentidos. Reflejan las realidades de interacción que hacen posible sacar a los textos culturales de su aislamiento y determinismo epocal para ser agentes puestos en movimiento, más allá de un anclaje a sus correlatos de imbricaciones históricas. Aunque medie una gran distancia cultural y temporal entre ellos, pueden ser puestos en relación y ofrecer nuevas visiones de unos respecto a los otros, hasta encontrar el nudo de sus fluidas articulaciones.

De tal modo que los TC y TD dejan de estar orientados en su interacción en una sola dirección. Son intercambiables, en la medida que al ponerlos en relación histórica o simplemente analítica de manera inversa, empiezan a revelar signos reveladores de informaciones no contempladas ni sospechadas en la manera de cómo las estructuras expresivas adoptan formas e intenciones a partir de determinados procedimientos y motivos de acentuación, resultado de insertar TC en TD. Se procede a orbitar unos elementos alrededor de otros no de manera aislada, sino a manera de sistemas. El replanteo del orden al hacer ocupar al TD el lugar del inicial TC puede ser muy revelador, en la doble direccionalidad de la mirada intertextual.

Al desjerarquizar la necesaria dependencia de una mirada de orientación historicista hacia la causación de los orígenes intertextuales, haciendo recíprocamente dependientes y derivados unos de otros, surge la posibilidad de considerarlos en sus interacciones gravitatorias, de las cuales no pueden desprenderse ninguna de las partes puestas en relación, en la medida en que hagan emerger nociones y cualidades antes no vistas o no tan esclarecidamente consideradas, que arrojen nuevas luces sobre los modos de establecerse puentes entre los contextos de uno y otro lado en esa cadena comunicativa intertextual en ambas direcciones.

Incluso donde no hubo condicionamiento de enlace causal, pueden hacerse visibles relaciones más profundas que las aparentes en los modos en los cuales han ido emergiendo históricamente los procesos profundos de formación y modificaciones de los textos culturales en sus estructuras formales y en sus maneras de hacer visible los propósitos conceptuales de los cuales han surgido, para luego registrar el transcurso de sus derivas en diferentes textos y épocas, en la disposición de estructuras arborescentes que se aluden mutuamente al realizarse un análisis a fondo. Esos macroanálisis posibilitan ver pautas, similitudes, contrastes y particularidades.

La propuesta de relaciones intertextuales dada en esta consideración responde a que al empezarse a subvertir los valores de originalidad y novedad instituidos por la vanagloriada cultura moderna, ha ido emergiendo como resultante un modelo cultural que se sitúa en una dimensión historicista diferente, al hacer de lo intertextual no la dependencia generatriz únicamente hacia el ayer, sino todo un torbellino comunicacional circular, entre textos receptores y emisores, cuyos enlaces bidireccionales o multidimensionales ponen a los saberes sedimentados en una recirculación orbital que hace de aquellos surgidos con anterioridad o casi paralelamente en otros contextos culturales una fuente de auténtico intercambio iluminador del presente.

Esos saberes dejan de ser solo cosa del pasado para servir al mundo actual al ser sabiduría sedimentada, reciclable, rescatada por la posmodernidad, en parte relegada y solo asumida antes de manera muy selectiva en el menosprecio modernista a lo no novedoso. Se trata de hacer evidente el valor activo de la cultura más allá del marco epocal de su transitoriedad, para desde esos saberes nada despreciables o residuales abrir el horizonte de mirada, profundidad y alcance del presente cultural, con un sentido vital, más abarcador. No importa si ese pasado procede de diferentes contextos geográfico-culturales, pues engrosa el saber susceptible de ser empleado con sumo acierto en el presente, activándolo vitalmente y haciéndolo gestor de nuevos saberes.

Por su parte, los saberes actuales hacen alumbrar a todo ese pasado, al ser mirado desde la percepción contemporánea. Puede constarse que los textos no están solos. Detrás de ellos se engrana un sinfín de otros textos, con los cuales están vinculados directa o muy indirectamente. La intertextualidad trae a primer plano los fantasmas textuales que subyacen de forma cercana o lejana en textos dados. No es solo el mecanismo general de entretejido de los textos con textos precedentes o coetáneos. Es eso, pero la dimensión específica textual se concreta no en una relación abstracta. Se da de manera variable de acuerdo a los textos en interacción. Por lo pronto, sirva de modelo la Figura 2 que manifiesta el carácter circular de las interpretaciones del presente como legado modificado y renovado del ayer, con su correspondiente perspectiva inversa, haciéndose ambos lados claramente intercambiables, al establecerse en oscilación cuáles serán textos emisores y cuáles textos receptores, en la capacidad de ver igualmente con pleno derecho analítico el pasado desde el presente. Los textos receptores no son solo depositarios, ellos mismos actúan a su vez de manera inversa y muy activa, proporcionando nuevas luces sobre los textos emisores.

Figura 2 Vinculaciones recíprocas entre textos emisores y textos receptores. 

La propuesta destaca considerar de un modo circular los flujos comunicacionales en las dos direcciones. Eso dota de igual acción modificadora a los textos situados en los dos polos de la cadena. Desde esta postura metodológica, ambos polos son intercambiables como llegada o destino, según sea dirigida la mirada exploradora del hoy hacia el ayer, o viceversa.2 La Figura 3 muestra cómo los diversos TC y TD se intercambian en sus funciones, envueltos en un proceso de recirculación continua que lanza luces gnoseológicas en ambas direcciones.

Figura 3 Intertextualidad bidireccional entre textos-cita y textos-destino. 

La intertextualidad ha contribuido a favorecer entre las prácticas culturales en uso la de una cultura posmoderna del reciclaje: los textos producidos en cualquier época han dejado de ser vistos en su tránsito a la caducidad, abandonándose la vieja fantasmagoría de la linealidad del desarrollo, afianzada en el episteme moderno que tanta fuerza cobró y mantuvo durante décadas y décadas, por el cual, las culturas pasadas habían quedado superadas no solo y no tanto por pensarlas inferiores a las de momentos históricos siguientes, sino por considerarlas más bien efectivas en su plenitud y vigor en su propia temporalidad. No posibilitando ser tan actualizables de manera abierta y generalizada en momentos posteriores, aparecían sujetas al determinismo de su identidad epocal, en la cual su conservación dejaba entrever -aun en ese espíritu de supuesta estimación y exaltación del patrimonio- una acentuada senectud en su prestigio y valor, jerarquizado por su antigüedad.3 Ese fardo en la valorización del pasado se ha ido desplazando progresivamente hacia su reinterpretación con una finalidad activadora en la vida social y cultural, en la capacidad de seguir aportando activamente para el presente epocal los caudales renovados de sus saberes vitales, articulados con renovada efectividad en función de su reempleo en el presente.

La posmodernidad ha recolocado la mirada en el cuestionamiento tácito de ese presupuesto de obsolescencia y contingencia histórica, a las cuales estarían condenadas la mayor parte de las obras de arte, para reconsiderar su posición en un contexto de desafiante sincronía informacional de todos los textos de la cultura, no importa que pertenezcan a milenios atrás y a culturas no privilegiadas, procedimiento por el cual entran todos a participar en un nuevo modo de relación. No ha de resultar extraño, entonces, que para el teórico francés Roland Barthes (citado en Pfister, 2004) un texto constituyera una cámara de ecos.

Sin embargo, esa potencial actualización de los textos se prefiere definir bajo una nueva noción, la de «caja de resonancias», supuestamente parecida, pero solo aparente. ¿Por qué? Pues el eco pone el acento en la influencia pasiva, no modificadora, en la influencia repetitiva con degradación de la información preliminar de partida. En cambio, la expresión caja de resonancias implica una noción diferente, potenciadora de la información en una reacción provocadora de posibles repercusiones, donde los cambios obtenidos resultan no constituir ruidos, degradaciones informacionales, sino, por el contrario, oportunidades surgidas a ser aprovechadas con nuevos fines creativos, al producir reconsideraciones muy activas a nivel de elementos, de fragmentos textuales en sus cualidades estructurales o sígnicas.

El nuevo contexto donde intervienen esos textos pertenecientes al pasado o a culturas alejadas es modificado intencionalmente por la acción agente de los sujetos emisores de mensajes (creadores, críticos, historiadores y público especializado) o por el resultado propio de la estimulación inevitable en el entrecruzamiento relacional de esa confluencia de textos implicados, generado por los ímpetus de esas colisiones.

Caja de resonancias, término aquí introducido, desplaza el centro de atención hacia el polo activador y renovador de la recepción, el cual se convierte en un volcán, cuyo estallido expansivo se derrama hacia otros textos, a veces numerosos, los cuales a su vez desarrollarán nuevos procesos de resonancia en una reacción intertextual creciente, potenciada de antemano en su devenir a la manera de los fuertes impactos entre las bolas en un juego de billar. Como resultado de esas sucesivas colisiones se produce una doble activación informacional que redirige esas incrementadas energías en nuevas direcciones estructurales y semánticas de esos textos y sus respectivos contextos, derramadas en olas expansivas de agitadoras resonancias intertextuales.

El texto sometido a análisis se pone en contacto comunicativo con muchos otros, pero ahí no se detiene porque cada uno de esos conduce a la referencia de un contexto particular. Debieran verse especialmente las interacciones de textos en función de un tránsito hacia el establecimiento más abarcador de las mediaciones entre los contextos puestos en relación, razón que estimo primordial y hacia la cual se considera debería apuntar el redimensionamiento de los estudios intertextuales, sin excluir los análisis particularizados de textos.

La naturaleza profunda de lo intertextual debe ser desarrollada bajo la óptica teórica de no bastar la interrelación de textos, porque en sus nexos arrastran consigo, inevitablemente, a sus respectivos contextos. No obstante, los textos también admiten aislarse de sus contextos para su análisis. Aunque esta formulación relacional aislada puede resultar muy provechosa, los contextos reclaman también su consideración, en la medida en que amplían y precisan los modos de intercambio de esas relaciones textuales.

Por supuesto, interrelacionar los contextos, y no simplemente los textos aisladamente, condiciona al estudio a una envergadura mucho mayor que implica distinguir y establecer una red de otras conexiones textuales con todo un conjunto de informaciones asociadas. Tiene este proceder tal energía y proyección potencial que detenerse en los textos, por valioso y útil que sea, algo legítimo de hacer y disfrutar, es, sin embargo, relegar la oportunidad de explorar además los discursos en una dimensión de su irradiación más extensa, con complejidades nuevas.

Sería provechoso que la teoría intertextual se encaminara hacia el desborde de los estudios aislados de textos para dirigir la atención hacia el enfoque de los vínculos entre sus contextos. A medida que se sistematizara metódicamente, tal vez este estudio permitiera desarrollar una posible teoría de los intercontextos, sumamente compleja por abarcadora, provechosa y gratificante, para tener la oportunidad de establecer galaxias de significaciones y correlaciones contrastantes entre los contextos culturales, a manera de redes de tejidos complejos.

Su complejidad ha de ser, en cambio, aprovechada en el esclarecimiento de las articulaciones entre esos contextos, en cuánto estos se acercan, modifican y separan. En ese caso, los estudios de textos se mostrarían fértiles en dar señales de su naturaleza específica y de su no extrema singularidad; en comprender los nexos de orden macro que los envuelven en la madeja de los entrecruzamientos culturales epocales y de sus autores, al poner en interacción a los contextos correspondientes para abarcar de un modo más integral las maneras de concebirse la intertextualidad.

Los textos pueden convertirse en un vórtice de atracción, capaz de provocar en su derredor todo un torbellino estremecedor y una reacción en cadena, al potenciarse la expansión hermenéutica del texto a través del empleo del procedimiento intertextual de las citas, directas o veladas. Los textos-cita y el texto-destino no quedan constreñidos a un proceso unidireccional de relaciones, sino, al contrario, a una recirculación continua donde se iluminan mutuamente. Se genera con eso el despertar de direcciones asociadas reclamadoras potenciales de la atención del receptor, conformando un trazado de redes sutiles entre textos y, a través de estos, de sus respectivos contextos culturales, que pasan a intervenir, arrastrados necesariamente con ese acercamiento, en una imbricada red de flujos comunicacionales recíprocos. Las relaciones entre los contextos pasarían a mostrarse en esa nueva condición en una madeja entretejida de flujos muy estrechos, propiamente el intercontexto, resultado de la mediación entre aquellos en su entrecruzamiento recíproco.

Se enuncia al intercontexto como el resultado conjunto del trenzado de interrelaciones textuales múltiples entre contextos, a partir del entrecruzamiento recíproco e interdependiente de parte de sus textos. Ese intercontexto particular debe estar abierto (siempre específico en cada caso relacional) a un estudio detenido y minucioso, no de forma aislada por términos, sino en el cruce recíproco de los flujos informacionales entre esos contextos y los textos seleccionados de estos.

Con esa finalidad se propone el empleo del siguiente modelo de un cuadrado estructural (Figura 4), dispuesto en dos zonas de interacción mutua e inseparable, conformando propiamente lo que se he denominado el estudio del intercontexto, que comprende a los contextos (A y B) en mutua interacción, y a la zona de enlaces intertextuales entre los textos pertenecientes a esos contextos, pero sin independizarse en el análisis unos y otros, porque se trata de establecer un sistema relacional interdependiente, a ser estudiado de modo entrelazado y no separadamente. Estas zonas en relaciones de interdependencia se ven involucradas en asociaciones de diverso tipo a través de los vínculos que enlazan los textos entre sí y los contextos correspondientes, como resultado del cruzamiento en red entre esos textos, puestos en relación de análisis con sus contextos de procedencia.

Figura 4 Entrecruzamiento recíproco en el intercontexto entre los textos y sus contextos. 

El cuadrado propuesto se concibe como un sistema dinámico de fuerzas e interdependencias. Arrojaría sistemas cruzados de correspondencia o separación entre los elementos ocupados por los vértices del modo siguiente: relaciones entre el intercontexto A-B con texto(s) pertenecientes a B; relaciones del intercontexto A-B con texto(s) pertenecientes a A; relaciones recíprocas entre el contexto A y los textos pertenecientes a este; relaciones recíprocas entre el contexto B y los textos pertenecientes a este; relaciones entre los contextos A y B entrelazados en un intercontexto; y para cerrar la enumeración, las relaciones entre textos de A y de B.

No se trata de estudiarlos por separado, sino en la dirección de la compleja dinámica de flujos de sus múltiples y recíprocas articulaciones en la conformación de un gran sistema de interrelaciones en red, conformado por el entrecruzamiento múltiple entre diferentes capas relacionales de la zona de contextos A-B y las capas de la zona de textos A-B. No implicaría una manera única de ver a ese macrosistema de relaciones textuales y contextuales interdependientes, pues dependerá de las contingencias en su actuar particular de correlaciones y de la conjunción del actuar solicitante y productivo de los investigadores, en la consideración de cuáles textos intervienen y de cómo se organizan las influencias entre los contextos. De esas correlaciones proyectadas en el modelo se partiría para adentrarse en el análisis sistémico del comportamiento de esos anudamientos en el intercontexto resultante, dispuestos en una madeja de interconexiones posibles, según la perspectiva de análisis considerado de acuerdo a la selección de textos establecida en el proceso investigativo.

Al efecto, el estudio íntimamente correlacionado entre esas dos zonas o niveles de interacción, el micro de los textos considerados y la macrodimensión abarcadora de los contextos específicos en juego, sería propiamente el contexto de acción del intercontexto. Este abarca una agrupación de textos y contextos en mutuas interdependencias, variables de acuerdo a las visiones proyectadas sobre estos por creadores e investigadores en sus respectivos acercamientos, atendiendo a sus horizontes y perspectivas estratégicas de análisis, según las épocas históricas desde donde sean examinadas. Conformaría un conglomerado muy entretejido de textos interconectados con sus contextos de manera fluida, pues no existe prefijado de un modo dado. Depende de los procesos de asociación y estructuración según la variabilidad de la mirada de los observadores analíticos.

CONCLUSIONES

Al no dejar a lo intertextual circunscrito el análisis aislado de los textos puestos en relación, se propone redimensionar las interrelaciones entre textos de un modo nuevo y más abarcador, al expandir los estudios intertextuales a las estrechas correlaciones de los textos con los contextos vinculados, arrastrados implícitamente en esas interrelaciones. Con ese propósito, se presenta el establecimiento metodológico del modelo de un cuadrado estructural, donde los textos y los contextos representados establecen un universo de vínculos entrecruzados en sistema, que se llaman unos a los otros.

Esos textos se verían sometidos a análisis en consideraciones blandas, no deterministas, a contemplar y participar activamente en ese intercambio con una conciencia organizadora metatextual, en el cual dichos textos empiecen a hablar de maneras insospechadas en el establecimiento de interrogantes respecto a sí mismos y a sus contextos. Se revelarían sujetos de cómo se encaucen las interacciones, a derivas de análisis que a primera vista no se sospecharía pudieran establecerse. La ventaja de la propuesta es que sacaría a relucir los aportes que puede arrojar la conformación de un campo de estudio mucho más complejo, preciso y múltiple, sujeto a diversas valoraciones del funcionamiento en red de los textos culturales, en su tiempo histórico y en sucesivos momentos temporales en los cuales intervienen, acorde a numerosos factores que inciden en las correlaciones.

De acuerdo a las valoraciones exploratorias con que se asuma el intercontexto en su articulación en red de textos y contextos, permitiría no reducirse solo al modo en que se han dado históricamente esas interrelaciones, sino también, de manera creativa, a incursionar, establecer y fundamentar las posibilidades de estrategias de carácter heurístico, y la consiguiente proposición de hipótesis, por las que afloren nuevos vínculos y modos de relación en el intercontexto de esos textos y contextos, respecto a su actuar hasta el presente. Es necesario permanecer abierto a considerar de manera inclusiva otras perspectivas articulatorias y no solo las supuestas históricamente, para ver cuánto de posibles vínculos insospechados brotan en esos estudios a partir de formular nuevas conjeturas viables, que permitan surgir relaciones hasta entonces invisibilizadas o potenciales, las cuales, activadas, pasan a sugerir vías alternativas, fuera del horizonte de análisis conocido hasta ese momento.

El estudio de los contextos en sus nexos recíprocos con sus respectivos textos sería así una experiencia creativa y participativa de interacción, a partir de las intencionalidades relacionales y los alcances proyectivos de quienes intervengan en esa experiencia entre textos emisores y textos receptores. Se observaría cuán tornadiza resulta esa mediación según sea la dotación cultural de quienes intervengan en el análisis, y se lograría poder vislumbrar horizontes nuevos de interpretación de acuerdo con el modo particular en el que se estudien sus posibles vínculos.

El objetivo es abrirse mediante este procedimiento a la tentativa de formulación y proyección de una teoría ampliada donde puedan ser esclarecidos los modos diferenciados en que se establecen los acercamientos, cruces y enfrentamientos entre esos contextos y sus respectivos textos, desde un instrumental de análisis estructurado que permita avanzar con solidez hacia la puesta en valor de esos textos y contextos en sus mutuas prestaciones, integrados en un amplio intercontexto. La desmesura de lo estudiado no debe inhibir a los investigadores ni formular tareas investigativas de tal amplitud que haga inoperante ese acercamiento. Al contrario, se trata de ir aislando propiedades y cualidades significativas, para desde ellas ir trazando, además, y de manera progresiva, mapas conceptuales en ramificadas arborescencias; y cartografías abarcadoras que evidencien la formación de grandes conglomerados culturales interconectados, en los cuales los textos atomizados intervienen, formando parte ineludible de los contextos.

De ese modo, el flujo de entrecruzamientos daría al campo intertextual una notable expansión, complejidad y alcance mayor en sus estudios, generando un entramado de enlaces, conformado por redes de textos y contextos, indisolublemente interrelacionados entre sí. Se trata de encontrar en ese intercontexto resultante la madeja de interconexiones posibles, formada por un ramillete de textos cuyo entretejido deje avizorar la conformación de un universo constituido por conglomerados organizables en sistemas de textos y contextos interactuantes, en flujos de vínculos entrecruzados de manera múltiple y variable, y, a través de estos, de sus respectivas culturas, sean estas cercanas o disímiles en maneras de expresión y época. El estudio de las huellas de los múltiples cruces de contactos a través del tiempo y regiones culturales es una aventura apasionante. Esa andanza del conocimiento en la conformación de grandes conjuntos interactuantes de textos y contextos implicados es lo que se propugna sistematizar con la propuesta del intercontexto.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Broich, Ulrich. (2004). Formas de marcación de la intertextualidad. En Desiderio Navarro (selec. y trad.), Intertextualität 1. La teoría de la intertextualidad en Alemania (pp. 85-105). Criterios. [ Links ]

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Notas aclaratorias

11 Ulrich Broich (2004) refiere, citando a Harold Bloom en su libro Anxiety of influence (1973), que cuando los autores modernos hacían uso de influencias textuales, para evitar el escarnio de ser acusados de falta de originalidad, velaban las huellas con cuidado.

22 La relación se torna un caso particular cuando el texto considerado de llegada no necesariamente es contemporáneo. Siendo del ayer, no importa de qué época o cultura, la cadena de interdependencias intertextuales se abre a la puesta en interacción de los específicos marcos históricos.

33 La historia del arte ha visto en diversos momentos la valorización del retorno de elementos estilísticos, pero aun en esos casos, las apropiaciones de códigos han dejado traslucir valores de algún modo sometidos al rescate de lo antiguo, que, aunque sirvan al hombre actual del momento histórico que lo recupera, pesan sobre todo por lo prestigioso que fueron considerados en su momento.

Recibido: 02 de Octubre de 2020; Aprobado: 23 de Octubre de 2020

* Autor para la correspondencia: robertojmedina168@gmail.com

El autor declara que no existen conflictos de intereses.

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