Introducción
Ainsworth et al. (2015) consideraron la sensibilidad, la cooperación, la aceptación y disponibilidad física y psicológica comportamientos de las madres y los padres claves para la atención de las necesidades de sus hijos y para el desarrollo de su apego seguro. Cada una de estas manifestaciones fueron descritas en Escalas de Cuidado Materno (Maternal Care Scales) de Ainsworth (1969).
De todas las dimensiones del cuidado parental descritas por la autora, la sensibilidad ha sido una de las más estudiada y, efectivamente, más documentada. En parte, porque ha habido confusión en su utilización por diferentes autores. Como bien explica Halty (2017) se le ha denominado escalas de sensibilidad materna y, por ende, se han tomado las cuatro escalas como medidas de sensibilidad o algunos investigadores han considerado a la sensibilidad como un constructo que engloba las restantes dimensiones. Además, su creadora, desde sus primeros estudios, le concedió mayor importancia a esta manifestación.
Estudios longitudinales recientes constatan efectos negativos del comportamiento insensible o intrusivo materno en el desarrollo y bienestar de los niños en sus primeros años. Heidemarie et al. (2017) encontraron que los hijos de las madres con estas manifestaciones muestran elevados niveles de cortisol durante y después de la exposición a situaciones de estrés en los tres primeros años de vida; mientras que Swingler et al. (2016) hallaron que perturba el desarrollo de la atención infantil en el primer año.
A pesar de que múltiples estudios (Ainsworth et al., 2015; Verhage et al., 2016) evidencian que la sensibilidad parental constituye un importante predictor de la seguridad en el apego de los infantes se ha descubierto que la asociación es más bien moderada que fuerte. Dando lugar a lo que se reconoce como brecha transmisional del apego; es decir, la sensibilidad no explica completamente esta transmisión (Behrens et al., 2016; de Wolff et al., 1997; Verhage et al., 2016). De ahí que sea necesario considerar otras manifestaciones parentales o factores de influencia en el desarrollo del apego infantil.
Además, si bien es cierto que Ainsworth (1969) precisó desde 1967 que los infantes utilizaban también a sus padres como personas de apego y ha sido constatado en diversas investigaciones (Lamb, 1977; Lamb et al., 1978; Parke et al., 1981); aún son muy pocos los estudios sobre los padres, desde la perspectiva del apego, en comparación con los de las madres (Fagan, 2020). Ahnert y et al. (2020) evidencian que en 20 años apenas se dispusieron de 16 estudios relevantes al respecto.
Tomando en consideración la influencia de las manifestaciones parentales en el desarrollo de la relación afectiva más importante de los primeros años del ser humano -el apego- y las limitaciones de los estudios sobre las mismas, el presente trabajo propone el objetivo general de caracterizar las manifestaciones parentales de un grupo de parejas de progenitores cubanos durante el primer año del desarrollo del apego de su hijo.
Métodos
Caracterización de la investigación
La investigación es de tipo descriptiva y longitudinal, se basó en una metodología cualitativa con enfoque de estudio de casos múltiples. La misma se realizó en tres etapas. En la primera se crearon condiciones para el trabajo de campo. En la segunda se recogieron las informaciones empíricas necesarias durante 12 meses (desde abril de 2017 hasta abril de 2018) en 3 fases, siempre a finales de los periodos de formación del apego: entre las 8 y 12 semanas del infante, las 24 y 25 y las 48 y 49. En la tercera etapa se completó el procesamiento y análisis de los datos. En esta última, se procedió a realizar la revisión individualizada por caso mediante el análisis de contenido de las informaciones obtenidas mediante diferentes métodos y fuentes y su triangulación en los tres cortes diagnósticos. Luego se buscó obtener una comprensión grupal de la categoría de análisis.
Se siguieron las siguientes consideraciones éticas: consentimiento informado escrito, comunicando a ambos progenitores sobre contenidos, objetivos y metodología de la investigación; protección de la información, resguardo de la confidencialidad a cada participante y ofrecimiento de orientaciones y recomendaciones psicológicas para quienes manifestaron esta necesidad.
Participantes
La población la constituyeron las parejas de madres y padres de Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba con un hijo o una hija en primer año de vida. De estas se seleccionaron nueve parejas de progenitores de acuerdo a una estrategia de muestreo por conveniencia y saturación de categorías.
Los criterios de inclusión fueron: hijo con edades entre los 2 y los 4 meses, nacidos a término -entre las 37 y 42 semanas de gestación-, con adecuado peso (>2500 g) y APGAR superior a 8. Convivieran juntos como pareja, hubiesen alcanzado al menos nivel medio de escolaridad y tuvieran edades superiores a los 20 años.
Los criterios para su exclusión fueron: hijo con riesgo biológico, nacido pretérmino, los progenitores no convivieran juntos como pareja, tuvieran menos de 19 años o manifestaran expresamente no querer participar en la investigación.
Dimensiones de la categoría de estudio
En el análisis de las manifestaciones parentales se tuvieron en cuenta la sensibilidad, la cooperación, la aceptación y la disponibilidad física y psicológica de la madre y el padre en la interrelación con su hijo. Estas dimensiones de la categoría de estudio se concibieron de la siguiente manera:
Sensibilidad: posibilidad para percibir e interpretar de manera precisa las manifestaciones de proximidad, comunicación y desregulación emocional de su hijo y responder adecuadamente ante estas.
Cooperación: posibilidad para colaborar con el hijo/la hija en una relación de ayuda que reconozca y respete deseos, necesidades, iniciativas y estados emocionales del infante y sean útiles para el desarrollo de sus acciones, actividades e interrelaciones.
Aceptación: posibilidad para asimilar las manifestaciones e individualidad de su hijo, en general, y sus emociones negativas, en particular, sin que afecte el desarrollo de un concepto positivo sobre el mismo ni sus posibilidades para equilibrar emociones negativas y positivas que surgen en la relación con su infante.
Disponibilidad física y psicológica: posibilidad para manifestar accesibilidad a su hijo, proveerle atenciones y protección y priorizar la satisfacción de sus necesidades.
Técnicas e instrumentos
Se utilizaron diversas técnicas, principalmente la observación y la entrevista, las cuales favorecieron la triangulación de datos. Se consideraron diferentes fuentes de información, pero los infantes y sus progenitores fueron las principales.
Las observaciones se realizaron a los progenitores del estudio, a sus infantes y el contexto en que desarrollan sus interrelaciones, en situaciones naturales y experimentales, predominando las primeras mencionadas. La observación natural se efectuó en cada visita al hogar para obtener varias informaciones, las que se consideraron en este trabajo fueron principalmente las relacionadas con las manifestaciones de sensibilidad, cooperación, aceptación y disponibilidad física y psicológica de la madre y el padre en diversas situaciones y momentos de la interrelación con su hijo; por ejemplo: proximidad, contacto, separación-reencuentro y presencia de persona extraña. Las mismas tuvieron aproximadamente entre 1-3 horas de duración. El registro lo realizó siempre el miembro del equipo que podía ocuparse por entero de esta tarea mediante una guía previamente confeccionada. Las entrevistas a las madres y a los padres del estudio se realizaron en tres sesiones diagnósticas y exploraban diversos aspectos, para los resultados que se exponen se consideraron especialmente las informaciones vinculadas a su participación en actividades de atención y cuidado del hijo, sus comportamientos ante manifestaciones de comunicación del infante, desregulación emocional, búsqueda de proximidad o intentos de mantenerla y en la relación con personas desconocidas. Además, se tuvieron en cuenta sus percepciones sobre características individuales de su hijo -preferencias, logros y comportamientos; así como expectativas sobre su persona y su desarrollo-. Todas se realizaron a ambos progenitores individualmente y tuvieron una duración aproximada de 60-90 minutos. Al médico o la enfermera que atiende a los infantes del estudio en el área primaria de salud se le aplicó el Cuestionario Perfil de Riesgo Psicosocial de la Familia, con el objetivo de identificar indicadores de riesgo psicosocial de las familias de los infantes. Aborda varias dimensiones: la organización familiar, historia personal y características de los padres, relaciones familiares, pautas educativas y redes de apoyo.
Resultados
Características sociodemográficas de las madres y los padres participantes
Las madres del estudio tenían al iniciar el estudio 27 años como edad promedio, muchas habían alcanzado nivel superior de escolaridad, casi todas trabajaban vinculadas al sector estatal y se acogieron a la licencia completa de maternidad. Los padres tenían edad promedio 29,7 años, la mayoría había alcanzado nivel medio superior, laboraba en el sector cuentapropista y casi todos eran primerizos. La mayoría de las parejas de progenitores estaban casadas, tenían más de cinco años de relación antes de iniciar su parentalidad y muchas vivían en familia extensa.
Características personales de sensibilidad, cooperación, aceptación y disponibilidad de los progenitores del estudio en la interrelación con el hijo
La mayoría de las madres y de los padres lograron en la interrelación con su infante a lo largo del primer año captar y responder adecuadamente a sus expresiones de comunicación, proximidad y desregulación emocional. Colaborar con su hijo fundamentalmente en la interacción con objetos, las acciones, los movimientos, las relaciones sociales y durante las actividades. Mostrarse afectuosos, pacientes, satisfechos y respetuosos de su individualidad, sus comportamientos y logros. Reconocer y destacar las posibilidades de su infante, mantener un concepto positivo sobre el hijo a lo largo de su crecimiento y valorar favorablemente el incremento de su nivel de actividad. Mantenerle en su campo de conciencia y perceptual, priorizar la satisfacción de sus necesidades y ofrecerles protección física.
Aunque esta fue la tendencia, unos progenitores -dos madres y dos padres- presentaron algunas dificultades para lograr expresar de manera estable y frecuente las manifestaciones parentales, principalmente en relación con la sensibilidad en los primeros periodos de formación del apego, otros -tres madres y un padre- afrontaron múltiples dificultades para alcanzar adecuado desarrollo en las manifestaciones parentales:
Obs. 1: Caso No 12 (1, 1, 27). El niño casi corriendo se desplaza hacia diferentes direcciones de la habitación, mientras el padre permanece sentado en el piso y comienza a llamarle la atención sobre varios objetos dispersos. El niño continúa sus movimientos sin reparar en su padre, quien le propone jugar con el perro de juguete. El niño mira el objeto y se acerca al juguete que toca su padre. En el momento en que el niño comienza a «dar de comer al perro de juguete» como le había sugerido varias veces su padre hacer, le propone realizar acciones con otro objeto que toma del piso «vamos a ver el librito».
En relación con las dificultades en las manifestaciones parentales, se deben destacar dos cuestiones. En primer lugar, las dificultades asociadas a la sensibilidad reflejan que, si bien se expresaron en más madres que padres, podía suceder ante unas manifestaciones de su infante más que a otras; por ejemplo, a la proximidad y la comunicación y no a la desregulación emocional de su hijo. Además, muchas de estas progenitoras lograron superarlas antes o durante el inicio del segundo semestre del primer año. En segundo lugar, a pesar de que la mayoría de los progenitores que afrontaron múltiples dificultades para alcanzar adecuado desarrollo de las manifestaciones parentales las mantuvieron, pasó inadvertido para los familiares más cercanos y para los ejecutores de los programas nacionales Educa a tu Hijo y el Materno-Infantil (PAMI).
Diferencias de género entre madres y padres del estudio respecto a sus manifestaciones parentales
Los progenitores evidenciaron diferencias de género en las cuatro manifestaciones parentales estudiadas. Las de sensibilidad y cooperación resultaron más evidentes en el periodo de preapego. Las de aceptación se percibieron más a partir del periodo de formación del apego, mientras que las de disponibilidad a lo largo del primer año.
En cuanto a la sensibilidad las madres en el preapego, manifestaron como tendencia percibir y atribuir valor comunicativo y de búsqueda de proximidad a mayor cantidad de manifestaciones de su infante que los padres, como se muestra en la figura. Además, respondían más rápido y durante más tiempo a las expresiones comunicativas de su hijo. Igualmente, se acercaban, cargaban y hablaban más que los padres cuando este buscaba proximidad y realizaban acciones directas para propiciar la regulación emocional completa. Los padres, en esa situación mostraron como tendencia que cargaban a su hijo poco tiempo, lo «pasaban» a la madre para que se ocupara de calmarle -fundamentalmente «le dé teta en ese momento»- o lo separaban de su cuerpo antes de que el niño se hubiese regulado completamente. A partir del periodo de apego en formación con mayor frecuencia las madres y los padres apelaron a recursos diferentes para apoyar la regulación emocional de su hijo. Las primeras utilizaban como apoyo los objetos o las acciones con estos y, los segundos, los juegos sin objetos -elevarlo en brazos, el tope tope, aplaudir-.
Respecto a la cooperación, durante el preapego las madres solían proponer más acercamiento y acciones con objetos a su infante que los padres, quienes proponían más las acciones o los juegos sin objetos. Asimismo, los padres, hasta el periodo de apego en formación, tendían a ofrecer más apoyo indirecto a su hijo en la interrelación con la persona extraña que la madre, es decir miraban y sonrían a su infante o interactuaban en el momento que la extraña se acercaba o durante los primeros minutos de ese encuentro con ella, mientras las progenitoras le pedían a su infante que realizaran ante la desconocida o con ella acciones, juegos o fungían como intérpretes en esta comunicación; por ejemplo, elaboraban para su hijo el mensaje verbal que respondía la pregunta que le hacía la persona extraña. Por último, los padres solían sonreír y hablar menos que las madres, cuando intentaban estimular emocionalmente a su hijo durante las acciones o actividades.
En relación con la aceptación, las madres se manifestaron más críticas que los padres ante comportamientos y características de su hijo asociados a la actividad de sueño o de alimentación a partir del periodo del apego en formación; aunque mantenían una percepción predominantemente positiva y aceptante del niño. Al mismo tiempo, fueron ellas quienes más elogios dirigían a su infante, comportamiento que manifestaron de manera más evidente en el periodo de apego.
Las manifestaciones de disponibilidad en los padres eran evidentes, sobre todo cuando quedaban a cargo de la atención y los cuidados de su infante. En esta situación, buscaban ubicarse a una distancia, altura y dirección favorable para que su hijo pudiera acceder a él y trataban de mantenerles en su campo visual. Las madres, sin embargo, procuraban estar accesibles a su hijo casi siempre, aun cuando estaban bajo los cuidados de otros familiares. Ellas realizaban acciones para seguir su estado, entre las más frecuentes se encontraron: explorarle el cuerpo cuando le percibían agitados e inquietos o verificar cómo se encontraban mientras dormían en la habitación y ellas realizaban otras actividades. También creaban condiciones para asegurar su monitoreo y permanecer atentas a sus manifestaciones y necesidades.
La mayoría de las madres y casi todos los padres no se manifestaron distraídos o disociados de su infante. Expresaron posibilidades para alternar su atención entre su hijo y otras actividades; por ejemplo, compartían sus recursos atencionales con el niño y la investigadora. En el caso de los padres, esta posibilidad la manifestaron más a partir del periodo del apego en formación.
Obs. 2: Caso No 6 (0, 2, 13). Se comienza a hablar en la entrevista sobre el niño y el padre de inmediato interrumpe la conversación, va al cuarto y le recuerda a su compañera que ese día deben pesar al niño con la doctora en el consultorio de la familia. Luego regresa y continúa la entrevista.
La mayoría de las madres y todos los padres realizaron acciones para procurar protección física a su infante. Este comportamiento de cuidado se expresó sobre todo a partir del período del apego en formación, momento en que los infantes presentaban un mayor desarrollo de su motricidad y por tanto de sus movimientos y desplazamientos.
Obs. 3: Caso No 9 (1, 0, 6). El padre se dispone a desplazarse hasta el cuarto, pero antes le dice a la investigadora «doctora mírela un momentico ahí». Cuando obtiene la confirmación de ella sale de la sala.
La influencia de las manifestaciones parentales en el desarrollo del apego del hijo en el primer año de vida
Casi todos los progenitores propiciaron el apego de su hijo con ellos. La madre y el padre que no lo favorecieron se distinguieron por ser los que en el grupo manifestaron menos sensibilidad, cooperación, aceptación y disponibilidad en la interrelación parental-filial y, de igual modo, más dificultades para reconocer las necesidades y posibilidades comunicativas de su infante, a lo largo del primer año de vida.
Obs. 4: Caso No 10 (0,2,15). La madre habla con la investigadora (I), la niña dirige su mirada hacia la madre al escuchar su voz. En ese momento se encuentran de frente madre e hija y hacen contacto visual, sin embargo, la madre vuelve su mirada a la I sin dirigir comunicaciones a su hija (…). La niña grita tres veces seguidas, la madre la mira, pero continúa respondiendo la pregunta que le hizo la I. En la cuarta ocasión, la madre mira a la niña y le pregunta «¿qué pasó mamá?», y de inmediato vuelve la vista a la I y le comenta a esta «bueno ella dirá bueno y aquí ¿qué pasa?»
Otro hallazgo de interés se obtuvo respecto a las relaciones entre las manifestaciones parentales y el desarrollo del apego de los infantes. El primero, reflejó que dos de los tres infantes del estudio, cuyas madres presentaban múltiples dificultades para lograr adecuado desarrollo de sus manifestaciones parentales, alcanzaron apego con ellas y hasta expresaron características de un estilo seguro. Al respecto es necesario considerar que, en esas díadas, las progenitoras se implicaban en la interrelación materno-filial, a diferencia de la madre a quien no se apegó su hija.
Discusión
Los indicadores diagnósticos que se obtuvieron respecto al desarrollo que los progenitores podrían alcanzar en sus manifestaciones parentales contribuyen a reconocer qué madres y padres necesitarían orientaciones preventivas y de promoción y quiénes precisarían intervenciones psicológicas correctivas o compensatorias, como sucede con los que presentan múltiples dificultades para lograrlo de manera adecuada. Sin embargo, resulta necesario contribuir a la sensibilización y preparación del personal de salud encargado de ejecutar importantes programas nacionales en la atención a la salud y la educación en la primera infancia, para que puedan identificar esto de manera oportuna.
Los resultados orientan sobre algunos contenidos y métodos a tener en cuenta en programas de intervención en apego con madres y padres cubanos. Como sucede con la sensibilidad, que al ser una de las manifestaciones en las que más progenitores presentaron dificultades para lograr adecuado desarrollo en los periodos iniciales de formación del apego de su hijo es recomendable considerarla como la primera manifestación sobre la cual influir en trabajos de este tipo. En esa línea, resultaría provechoso propiciar el desarrollo de la autoconciencia sobre la sensibilidad y las vías para incrementarla. De este modo, se facilitaría la transferencia de conocimientos y habilidades de la madre y el padre en la respuesta sensible a diferentes situaciones diádicas o necesidades del hijo, como las de comunicación y búsqueda de proximidad que van surgiendo. Empero, debido a que los progenitores pueden presentar dificultades para mostrarse sensible a unas manifestaciones de su hijo y a otras no, se sugiere en futuras investigaciones refinar más el análisis para determinar las de mayor impacto para el desarrollo del apego.
La desigual participación de ambos progenitores en la regulación emocional del infante y la tendencia de los padres a ofrecer respuestas incompletas ante este comportamiento amerita incluirlo también en los contenidos de las intervenciones en apego. El hecho de que las parejas tiendan a aceptar que las madres ocupen durante el primer año de vida del infante el centro de su situación social del desarrollo condiciona el mantenimiento de esta dificultad en esa etapa y la existencia de necesidades de aprendizaje para lograr un desarrollo más temprano de la sensibilidad y la disponibilidad del padre en la relación con su hijo y de la coparentalidad.
Las diferencias de género encontradas en el estudio han de tomarse con cuidado, debido a algunas características metodológicas del mismo. Por ejemplo, la elección de la observación natural como vía fundamental para la recogida de datos sobre la participación y los comportamientos parentales en la interrelación con el hijo, pudieron llevar en algunos casos a diferencias en la robustez de las informaciones obtenidas con ambos progenitores. Los padres del estudio cuando realizan actividades en el hogar o son entrevistados suelen delegar en su compañera la responsabilidad de la atención y el cuidado de su hijo o ella asume esta tarea. Además, los papás tienden a limitar sus expresiones emocionales y comportamentales en la interrelación con el hijo en presencia de personas extrañas. Sucede que, al realizarse las sesiones diagnósticas como visitas programadas, la madre y/o el padre se preparan para ser entrevistados y tratan de no estar ocupados en ese momento con otras actividades. Esto supone una revisión de la estrategia metodológica para que la recogida de datos sobre los padres se equipare al de las madres.
En el presente estudio se confirma que el desarrollo de las manifestaciones parentales determina el desarrollo del apego en los infantes de la muestra durante su primer año, como obtuvieron otros autores (Bowlby, 1976; Ainsworth et al., 2015). Asimismo, refleja la relación existente entre los indicadores diagnósticos sobre el desarrollo de las manifestaciones parentales y el desarrollo del apego de los infantes, lo que confiere a los primeros un valor de pronóstico sobre los segundos. No obstante, resulta necesario realizar estudios de seguimiento para analizar el impacto que tienen las dificultades maternas y paternas en la persistencia de la seguridad del apego.
Se concluye que la mayoría de las madres y de los padres logran adecuado desarrollo de sus manifestaciones parentales en el primer año de vida de su hijo. Se manifiestan diferencias de género respecto a las características de sensibilidad, cooperación, aceptación y disponibilidad y el desarrollo de sus manifestaciones parentales propicia el desarrollo del apego de su hijo con uno u otro durante su primer año.