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Revista Cubana de Educación Superior

versión On-line ISSN 0257-4314

Rev. Cubana Edu. Superior vol.34 no.2 La Habana mayo-ago. 2015

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Memoria histórica y formación del profesional. Un reto de la Educación Superior cubana


Historical memory and the professional's formation. A challenge facing Cuban Higher Education


 

Aimé Teresa Ortiz Blanco

Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba.


RESUMEN

La formación en el contexto universitario tiene como finalidad la apropiación de conocimientos, habilidades, capacidades y competencias necesarias en el ejercicio de la profesión, en correspondencia con exigencias económicas, culturales y sociopolíticas que se complejizan antes las demandas del mercado laboral. En tal sentido el rescate de la memoria histórica en la formación integral de los estudiantes universitarios constituye un elemento a tener en cuenta para concretar las aspiraciones de la Educación Superior cubana. Solo a partir del sujeto histórico y de su cultura la realidad puede llegar a adquirir sentido, y la esencia humana se convierte en expresión directa de los cambios producidos en la sociedad. En el artículo se analizan estos aspectos y sus debilidades en el contexto de la Educación Superior cubana, junto a la necesidad de integrar formación profesional con la didáctica y la memoria histórica.


PALABRAS CLAVE: apropiación histórica, cultura, formación del historiador, formación integral.


ABSTRACT

Formation in the university context is aimed at taking hold of knowledge, skills, capacities and competences, necessary when practicing profession, in relation with the economic, cultural and socio political requirements that gain in complexity facing the labor market's demands. Thus, the fact of recovering the historical memory in university student's comprehensive formation is an element to consider as to the Cuban higher education's goals. Based on the historical subject and its culture, reality can make sense and the human essence becomes a direct expression of society's transformations. The article analyzes such aspects and their weaknesses in Cuban higher education context, along with the need to integrate professional formation with didactics and the historical memory.


KEYWORDS: historical recovery, culture, historian's formation, comprehensive formation.


 

 

Precisiones teóricas entre formación del profesional y formación integral

El término formación del profesional se emplea para caracterizar procesos importantes en el desarrollo de las universidades. El Ministerio de Educación Superior (MES) ha resumido en varios aspectos la esencia del modelo pedagógico cubano, entre los que se encuentran: la profundidad en la formación académica actualizada y pedagógicamente concebida, el énfasis en la formación de valores y actitudes, y el vínculo del estudio y el trabajo, con una formación laboral que conduzca a una relación entre teoría y práctica desde los primeros años de la carrera.1

La formación de la educación cubana se encuentra estrechamente vinculada a la esencia del modelo pedagógico en su perfil amplio y en la formación integral, donde lo curricular, lo extracurricular y lo investigativo se integran al quehacer universitario. Esto obedece a uno de los objetivos de la enseñanza superior: preparar a los estudiantes para enfrentar los complejos procesos que hoy se debaten en la sociedad contemporánea actual de forma integral y práctica.2

Los cambios paradigmáticos en la formación del profesional de la enseñanza universitaria en el nuevo siglo traen consigo, necesariamente, una concepción diferente de la docencia y de los papeles que desempeñan profesores y estudiantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

De esta manera la concepción del profesor como transmisor y del estudiante como receptor de conocimientos es sustituida por la concepción del docente como orientador, guía que acompaña al estudiante en el proceso de construcción, no solo de conocimientos, sino también en el desarrollo de habilidades y valores asociados a un desempeño profesional eficiente, ético y responsable y del estudiante como sujeto de aprendizaje.3

Esta perspectiva de análisis -con la cual coincido- resume la misión de la formación profesional en la Universidad cubana de hoy, comprometida con el desarrollo social.

La formación académica se desenvuelve en una dialéctica objeto-sujeto, en la que el profesional formado es, a su vez, sujeto que actúa con libertad sobre la base de una motivación profesional, y, en otros contextos, es objeto de nuevas investigaciones y análisis sobre cómo debe ser su formación y para cuáles otras tareas profesionales está preparado. Ello saca a la luz la necesidad de la integralidad en la formación profesional. Es por ello que la formación es "un fenómeno complejo que expresa las potencialidades de la persona de orientar su actuación en el ejercicio de la profesión con iniciativa, flexibilidad y autonomía en escenarios heterogéneos y diversos, a partir de la integración de conocimientos, habilidades, motivos y valores expresados en un desempeño profesional eficiente, ético y de compromiso social".4 Este punto de vista resume todos los aspectos a tener en cuenta para lograr una formación del profesional acorde con el desarrollo científico-técnico, los procesos políticos, sociales y con la demanda de la sociedad cubana actual.

La formación del profesional en general está directamente relacionada con la tradición pedagógica y es un proceso sistémico, consciente y esencial en el desarrollo del hombre. Este proceso es capaz de desarrollar capacidades y habilidades que permitan una inserción, reinserción y actualización social de los profesionales, con el objetivo de adecuar sus conocimientos y las habilidades a las realidades que enfrentan a lo largo de su vida. También tiene como finalidad proporcionar habilidades para la competencia necesaria en el ejercicio cualificado de una profesión que permita establecer una dicotomía entre capacidad y competencia, o sea, entre lo que puede hacer y lo que quiere hacer, donde intereses y deseos se entrelazan con las exigencias y posibilidades reales del mercado laboral y del contexto social en el que se desenvuelve el profesional.

En una comunidad universitaria, el estudiante es uno de los actores principales de la vida y los procesos universitarios, tanto curriculares, extensionistas o investigativos. La unidad de estos procesos es imprescindible para su formación. Por ello la universidad no debe ser considerada solamente una institución encargada de aportar conocimientos y técnicas a través de la investigación y la docencia, también debe desempeñar un papel protagónico en la difusión de posibles soluciones y alternativas a los problemas sociales que enfrentan hoy los estudiantes. Las vivencias y experiencias de las personas pertenecientes a la comunidad universitaria -estudiantes, profesores, personal no docente- son de gran importancia para el desarrollo y construcción de escalas de valores.5

Asimismo, la formación profesional no debe circunscribirse solo a las acciones de sensibilización y concientización, sino estimular aquellas en que se logre participar en la toma de decisiones de nuestros docentes y estudiantes universitarios en general, a través de la construcción de saberes que permitan desarrollar los conocimientos históricos y ser consecuentes con la realidad contextual. Como parte de los principales problemas formativos en nuestras universidades se encuentran los aspectos culturales, éticos y ambientales, entre otros. Esa es la razón por la que hoy necesitamos profesionales integrales capaces de enfrentar los nuevos retos que les impone la realidad. Entre las exigencias de los centros de educación superior cubanos urge la incorporación de un sistema de conocimientos, habilidades y valores consecuentes en función de los objetivos generales del modelo del profesional.

La formación de valores profesionales, el rescate de la memoria histórica desde su propia conservación y las tradiciones históricas de una sociedad, exigen de nuestros docentes y estudiantes universitarios la capacidad de valorar a la universidad como una institución clave que permite brindar una nueva mirada a la formación integral del hombre nuevo.

En este artículo se analiza la formación del profesional de la Historia en la Universidad de Oriente y la necesidad de rescatar la memoria histórica. Ello obedece a que no es habitual que los historiadores universitarios piensen en la importancia profesional de su alumnado para su formación. Esto requiere una valoración de las inquietudes didácticas; educar al profesional para que tome decisiones; y sepa organizar y llevar a la práctica los conocimientos históricos que debe enseñar en un aula de un centro determinado. El alumno debe saber que enseñar historia consiste en preparar a los jóvenes para que se sitúen en su mundo, sepan interpretarlo desde su historicidad, quieran intervenir en él con conocimiento de causa, y deseen ser protagonistas del devenir histórico.

La didáctica de las Ciencias Sociales y de la Historia se ocupa de estudiar las relaciones entre el profesor, el alumno y el saber escolar en el contexto de una clase, de un centro y en un momento histórico dado, e investiga sus orígenes y tradiciones. De esta manera posibilita la elaboración de conocimientos teórico-prácticos que propician el análisis y la comprensión de lo que ocurre cuando se enseña y se aprende Historia en contextos concretos, y también permite concebir alternativas para su enseñanza.

La didáctica y sus saberes constituyen un cuerpo de conocimientos distintos del cuerpo de conocimientos que componen la propia enseñanza de la Historia. Son conocimientos construidos en y desde la práctica por sus protagonistas -el profesor y el estudiante- y dirigidos al estudiantado para comprender qué hace o deja de hacer; qué racionalidad preside su práctica; para poder preparar sus intervenciones y tomar decisiones; así como para poder analizar qué ha ocurrido o qué ha dejado de ocurrir en relación con el aprendizaje, y buscar alternativas para mejorarlo a través propuestas concretas a los planes y programas de estudios. El conocimiento que emana de todas y cada una de estas acciones constituye la razón de ser de la Didáctica de la Historia y la base de su currículo en la formación del profesional. El conocimiento configura una práctica que es también objeto de reflexión e investigación: la práctica de enseñar el oficio de enseñar la Historia y con ello la memoria histórica.6

Se considera hoy que las didácticas específicas, entre ellas la Didáctica de la Historia, constituyen uno de los saberes básicos de la competencia profesional, junto con el conocimiento de las materias y los conocimientos sicopedagógicos y sociológicos más generales. Las relaciones entre estos conocimientos en la formación del profesorado y, en especial, entre los colectivos que se ocupan de ellos, no han sido, ni son, lamentablemente, tan fluidas como se podría desear para innovar estas enseñanzas y ubicar al estudiante ante los nuevos retos de la sociedad cubana de hoy.

La Didáctica de la Historia se nutre de los conocimientos emergentes de la enseñanza de la historia; de las propuestas que han existido y existen sobre la formación inicial del estudiante para enseñar; y de la investigación enfocada en la propia enseñanza e instituciones con las que se relaciona. Es diferente impartir Historia para secundaria básica que para preuniversitario; los estudiantes, sus inquietudes y edades son distintas, por lo que se han de imponer rigores acordes a los propios intereses del alumnado, sin que por ello se abandonen las necesidades sociales. Para lograrlo se precisa de un eje metodológico fundamental, la coherencia entre el currículo y las relaciones interdisciplinarias, para lograr la unidad entre el proceso de enseñanza-aprendizaje y el proceso pedagógico donde ese profesional formado va a ejercer como profesor.

En medio de esta dialéctica objeto-sujeto, estudiante-carrera-profesión se establece un nexo con la formación integral, vista esta como una perspectiva de aprendizaje intencionada, tendiente al fortalecimiento de una personalidad responsable, ética, crítica, participativa, creativa, solidaria y con capacidad de reconocer e interactuar con su entorno para construir su identidad cultural.

La formación integral promueve el crecimiento humano a través de un proceso que propicia una visión multidimensional de la persona, y tiende a desarrollar aspectos como la inteligencia emocional, intelectual, social, material y ética. En ella, el aprendizaje de las profesiones implica, no solo adquisición de los conocimientos específicos y técnicas adecuadas para el ejercicio profesional, sino también internalización de valores, actitudes y formas de comportamiento que contribuyan la participación del estudiante en la transformación y el mejoramiento de las condiciones sociales.

Para cumplir a plenitud con la función docente se requiere analizar la educación universitaria con una visión en la que el profesor y el estudiante se potencien para generar aprendizaje, verdad, conocimiento de sí y del otro, de tal modo que el proceso educativo propicie además el desarrollo de aptitudes y actitudes fruto de la maduración de criterios y valores, para lograr el crecimiento personal y el beneficio colectivo.7

La formación integral busca fomentar la responsabilidad y la justicia social. Ella incluye además los conocimientos y habilidades para el desempeño profesional; el desarrollo de herramientas metodológicas que posibiliten el autoaprendizaje permanente; los elementos para propiciar en los estudiantes la generación de actitudes éticas y de responsabilidad social, para convertirlos en seres creativos, críticos y comprometidos con el desarrollo social de Cuba. Asimismo, también busca la excelencia de los claustros a través de los procesos de acreditación de carreras, los cuales favorecen la estabilidad y la calidad de la docencia impartida, sin abandonar el vínculo profesor-estudiante.

El proceso de formación integral es resumido por las doctoras Rosa María González Tirado y Viviana González Maura: "La formación integral del profesional es posible de ser potenciada en un proceso de enseñanza-aprendizaje en el que el estudiante transita gradualmente hacia niveles superiores de autonomía en el proceso de formación profesional con la orientación del profesor".8

En consecuencia con lo antes descrito, en nuestros días este aspecto se analiza en un plano general y se necesita hacer énfasis en aquellas cualidades de alto sentido humano que puedan contribuir a elevar la facultad humana de nuestros estudiantes, vista desde tres dimensiones principales: el trabajo, la inteligencia, y la propia conciencia. Lo anterior permite interpretar que dentro de la formación integral no solo estamos preparando a nuestros estudiantes para la vida desde lo ético, lo estético y lo social, sino también desde una espiritualidad capaz de potenciar su propia condición humana.
Una de las debilidades apreciadas en la formación integral del profesional de Historia en nuestro país está relacionada con la práctica laboral, que es además compleja por las relaciones interinstitucionales, y que ha dejado de ofrecer modelos innovadores a los futuros profesores de Historia. Predomina una práctica transmisora en la que la comunicación continúa siendo unidireccional -del profesor al alumno-; y en la que las tecnologías de la información y las comunicaciones penetran muy lentamente acorde a la disponibilidad de los centros donde los estudiantes son ubicados en sus prácticas y los que la carrera tiene asignados en la universidad.

Lo anterior conduce necesariamente a la revisión de dichas prácticas y a trabajar una concepción de la Historia en relación con la situación de la enseñanza de esta disciplina a nivel nacional y en las localidades de donde proviene el estudiante en formación. Los procesos educativos promueven la incorporación de un sistema de conocimientos, habilidades, hábitos, comportamientos y valores coherentes con las necesidades profesionales.

El logro del vínculo entre formación integral y formación profesional del estudiante universitario constituye una ardua labor por parte de los docentes de la educación superior. Para alcanzar este objetivo es necesario prestar atención a otro aspecto del proceso de formación: las intenciones curriculares, para preparar de una forma activa y positiva a los egresados para la vida social. Se necesitan integrar de manera coherente conocimientos ideopolíticos con habilidades, actitudes y valores diseñados en el plan de estudio y su relación con el modelo del profesional.

Un referente científico importante para lograr lo anterior y asumir una formación profesional más competente y ajustada a los nuevos tiempos se analiza en la propuesta del análisis holístico-configuracional de la didáctica. Este enfoque permite asumir que todo sistema tiene un aspecto orgánico, por lo cual una acción que produzca cambio en uno de sus elementos producirá cambios en todos sus otros elementos componentes.

La formación profesional y la integral asumen habilidades componentes para lograr un egresado que pueda someterse a las competencias profesionales. Ellas van desde el diseño curricular, el lugar de las disciplinas, la transversalidad de las mismas, el trabajo pedagógico de los colectivos de año y los proyectos educativos, hasta llegar al lugar y preparación de los profesores. Para lograr dicha formación deben prevalecer los contenidos históricos (sin descuidar los sociohumanistas) y el modo de cómo enseñarlos. Así se contribuye a que nuestros estudiantes no solo aprendan contenidos, sino que desarrollen capacidades y habilidades que les permitan asimilarlos de forma consciente, activa y participativa; y movilizar todas las potencialidades intelectuales, físicas y emocionales de su personalidad; en fin, promover su desarrollo total como ser humano.9

También es necesario tener en cuenta que lo sociohumanista en la formación profesional no puede separarse de lo sociocultural. Deben incorporarse un sistema de conocimientos, habilidades, actitudes y valores consecuentemente diseñados y contextualizados que atraviesen todo el plan de estudio y que parta de los objetivos generales del modelo del profesional. El vínculo de lo sociohumanista con lo sociocultural permite acercar el estudiante a la vida en general, ya que facilita el establecimiento de nexos entre lo cultural, lo histórico y el entorno donde radica el estudiante. Se aprecian por tanto criterios con intereses prácticos personales, familiares y sociales que inciden en el aprendizaje y vinculan dicho estudiante con su contexto social.

Debe existir, por tanto, una relación flexible entre proyecto educativo y modelo pedagógico, o sea, una dinámica y una dialéctica entre contenidos, fines y métodos, los cuales, a su vez, integren fundamentos éticos, pedagógicos y políticos que permitan articular el quehacer educativo concebido como un constructor teórico y de interacción en un contexto específico. Esto posibilita la aparición de una perspectiva futura de formación concebida para concretar propósitos e intencionalidades referidas a un proyecto de sociedad, de cultura y de educación, y, con ello, se logrará una formación integral que el estudiante podrá emplear como futuro profesional.

La formación profesional necesita altos índices de sentido humano que puedan contribuir a elevar la facultad humana de nuestros estudiantes. En tal sentido, ocupa un lugar de privilegio el rescate de la memoria histórica como parte de la propia formación integral y profesional de los estudiantes universitarios; este elemento se debe tener en cuenta para concretar las aspiraciones de la Educación Superior cubana. Solo a partir del hombre y de su cultura histórica la realidad puede llegar a adquirir sentido, y la esencia humana se convierte en expresión directa de los cambios producidos en la sociedad; los procesos de apropiación individual se entrelazan con la memoria colectiva y ocurre la apropiación de la memoria histórica.

Si se relacionan de forma coherente los aspectos analizados hasta el momento se puede establecer que la sociedad cubana necesita de un profesional que conozca la disciplina de Historia pero que, a su vez, sea un experto en su didáctica, es decir, en los conocimientos propios de la enseñanza y el aprendizaje de la Historia en diferentes contextos. Este profesional ha de ser capaz de lograr que los futuros profesores de Historia relacionen sus conocimientos con la práctica laboral.

Apropiación de la memoria histórica: un reto formativo

La problemática de la memoria histórica ha sido analizada desde diferentes perspectivas.10 Es necesario, acorde a los objetivos del presente trabajo, destacar la investigación realizada por los doctores Ismael Peñate y Ramón Pla, en la que se analiza la importancia de la Historia. Los investigadores sostienen el criterio de que esta disciplina contribuye a la preservación de la memoria histórica, porque lleva intrínsecamente en su estructura cognitiva un carácter integrador de diferentes ciencias, tiene en cuenta lo político e ideológico, las manifestaciones artísticas el entorno comunitario y contribuye a reforzar la identidad nacional.11

En el presente trabajo, como parte de un proceso de investigación más amplio que se lleva a cabo en la Universidad de Oriente, la memoria histórica ha sido valorada como un proceso de apropiación, debido a que si al estudiante no se le enseña a apropiarse de ella no podrá, a su vez, trasmitirla. Esta valoración parte de la formación de un compromiso con la emergencia de cualidades humanas en el sujeto, pero no como objeto de investigación solamente, sino como protagonista de las transformaciones sociales. Ello posibilitará el desarrollo y la difusión de la cultura desde una flexibilidad ética comprometida con los contextos. La visión de la apropiación de la memoria histórica con connotación formativa parte de una apropiación histórica contextual e individual de los contenidos históricos, lo que permitirá su sistematización, apropiación y comprensión.

Es necesario también relacionar los conceptos "cultura" y "cultura histórica". Lo histórico de la cultura humana es algo inherente a su origen, a la necesaria preservación de lo acumulado por el hombre para dejarlo como herencia a otras generaciones, no es más que el reflejo del avance social.12 Este legado se diferencia en cada región de Cuba por expresar las peculiaridades de diferentes sectores sociales en un contexto tiempo-espacial con características distintivas. La cultura histórica es un aspecto teórico metodológico medular para lograr un proceso de apropiación de la memoria histórica en la formación profesional.

La cultura histórica y la memoria histórica se vinculan con la apropiación desde la comprensión de los hechos históricos como parte de la conciencia individual, por tanto, la relación entre lo objetivo y lo subjetivo es esencial, pues la memoria histórica es imposible de interpretar sin la cultura histórica.

El debate sistemático de la educación en general y de la apropiación de la memoria histórica en particular, a partir de la relación objeto-sujeto -que hemos analizado-, rompe con el esquema conceptual positivista de que la historia es colectadora de datos, con desprecio de la teoría y, en menor medida, de las nuevas investigaciones de la historiografía y la metodología, que promueven la condición humana, no solo desde la mirada de la realidad exterior, sino desde la subjetividad de los estudiantes universitarios. La apropiación de la memoria histórica a partir de la didáctica forma un proceso eminentemente histórico-social, holístico, continuo, dialéctico y complejo, y está marcado por el proceso de socialización, en el que el hombre a lo largo de toda su vida aprende de las generaciones anteriores (cultura en sociedad).

En las investigaciones pedagógicas se aprecia otra perspectiva de análisis: la referida a la recuperación de la memoria histórica. Esta perspectiva privilegia lo que es propio, autóctono del acervo cultural de cada pueblo y que lo distingue del resto porque refleja su identidad cultural. La memoria histórica tiene como base un proceso de apropiación que, a su vez, implica una recuperación a través de la memoria individual y de la tradición, base de la personalidad colectiva de un pueblo. Vivimos en y por el recuerdo, y nuestra vida espiritual no es en el interior sino el esfuerzo que hacemos para que nuestros recuerdos se perpetúen y se vuelvan esperanza, para que nuestro pasado se vuelva futuro.

La apropiación y rescate de la memoria histórica forma parte de la conciencia individual. Esta viene dada de la experiencia concreta que cada grupo social, que cada colectividad ha acumulado. Son los puntos de vistas, ideas, valores y criterios que sobre la historia forman los hombres en el propio desarrollo de una sociedad y que expresan el grado de identificación de un pueblo con su historia total, reflejada implícita, y a veces hasta explícitamente, en el nivel de conciencia histórica de un país.

Las especificidades a tomar en cuenta para la formación profesional en la educación superior permiten distinguir la memoria histórica como la facultad que se tiene para conservar acontecimientos, fenómenos, sentimientos, ideales, normas, costumbres y valores autóctonos genuinos que caracterizan a una nación, y trasladarlos al plano de la conciencia histórica.

Sin memoria histórica no hay conciencia ni cultura histórica. El esfuerzo de una nación para no olvidar sus orígenes, desentrañar sus hilos conductores, a veces complejos, significa darle el justo lugar a todos los que en su conjunto han aportado en la formación, desarrollo y consolidación de la nación. La interiorización de sus valores históricos no se puede lograr al margen de develar el protagonismo individual y colectivo de su pueblo, y mucho menos, sin tener en cuenta que la vida espiritual posee enormes posibilidades de crecimiento y promoción, a un plano más alto, el papel de la educación y la cultura. Si entre todos se preserva y construye la identidad de la nación, no se pueden desechar todas las fuentes que nutren de información y de fortaleza espiritual. Si el proceso de apropiación de la memoria histórica combina lo objetivo con lo subjetivo, su nivel de rescate emergerá a un nivel cualitativo superior.

Conclusiones

Desde su propia conservación, la formación de valores profesionales, el rescate y apropiación de la memoria histórica, exigen de nuestros docentes y estudiantes universitarios la capacidad de valorar a la universidad como institución formativa. Solo a partir del ser humano y de su cultura histórica, la realidad puede llegar a adquirir sentido, y la esencia humana se convertirá en expresión directa de los cambios producidos en la sociedad.

La formación profesional e integral, la apropiación y rescate de la memoria histórica desde una perspectiva didáctica, no se logra solo con sensibilización y capacitación, hay que superar la forma en que muchos docentes se atan a los currículos de forma dogmática y se aislan del proceso formativo, lo que conduce a posiciones mecanicistas y acríticas, y tiende a formar en los estudiantes una actitud reproductiva. La perspectiva didáctica posibilita un análisis en el que la memoria histórica se estudia como sistema de procedimientos, como parte de la formación del profesional, y tiene en cuenta la sistematización del contenido histórico, su comprensión a partir de una contextualización universal e individual y su inserción en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

De esta manera queda claro que uno de los problemas básicos que debe resolver el profesional de la Historia está direccionado hacia el rescate de la memoria histórica, como vía para la divulgación de la tradición nacional y local. En este aspecto no se puede obviar que en nuestras aulas existen estudiantes de diferentes territorios del país con especificidades marcadas por el rescate de sus tradiciones.
Se impone realizar acciones formativas enmarcadas en las exigencias que la sociedad cubana demanda. Para el logro de lo anterior es necesaria una revisión del modelo del profesional que integre de forma coherente el objetivo práctico y diverso que tiene un historiador en las esferas económica, política y cultural, en contextos espaciales diferentes. Solo así se podrá contribuir a la conservación de la memoria histórica como expresión de la asimilación de la cultura cubana.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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RECIBIDO: 14/2/2014

ACEPTADO: 28/7/2014

 

 

Aimé Teresa Ortiz Blanco. Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, Cuba. Correo electrónico: aime@csh.uo.edu.cu

 

 

NOTAS ACLARATORIAS

1. Cfr. Ministerio de Educación Superior (MES): "Sistema universitario cubano".

2. Ídem.

3. Rosa María González Tirado y Viviana González Maura: "Diagnóstico de necesidades y estrategias de formación docente en las universidades", p. 2.

4. Ibídem, p. 3.

5. Cfr. Aimé Ortiz Blanco: "Memoria histórica y formación del historiador: un reto de la Universidad de hoy", ponencia.
6. Ídem.
7. Cfr. Lourdes Rizo Lugo: "Formación integral: desarrollo intelectual, emocional, social y ético de los estudiantes".

8. Rosa María González Tirado y Viviana González Maura: "Diagnóstico de necesidades y estrategias de formación docente en las universidades", p. 18.
9. Antonio Moclus: La enseñanza de la Historia, la Geografía y las Ciencias Sociales, p. 67.
10. Entre las perspectivas de análisis de la memoria histórica se destacan los estudios y acciones que realiza la Asociación de recuperación de la memoria histórica de España. Además, el Centro de Memoria Histórica de Colombia cuenta con diversos estudios sobre la lucha de mujeres y campesinos, y entre sus objetivos está el de recuperar testimonios, documentales y materiales que reflejen la lucha contra la violencia.
11. Cfr. Ismael Peñate y Ramón Pla: "La selección de los contenidos históricos como habilidad profesional: su importancia en la formación inicial de los docentes".

12. Cfr. Aimé Ortiz Blanco: Ob. cit.

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