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Revista Cubana de Educación Superior

versión On-line ISSN 0257-4314

Rev. Cubana Edu. Superior vol.37 no.3 La Habana set.-dic. 2018

 

Artículo Original

Consideraciones acerca de la teoría de la Situación Social del Desarrollo y la concepción de la Complejidad

Views on the Concepts of Social Situation of Development, and Complexity

Daniel David Carvajal Rivadeneira1  * 

Adrián Oscar Macías Loor1 

Sebastián Guillén Freddy Humberto Morales1 

Guillermo Antonio Vaca Caspi1 

1Universidad Técnica de Manabí Portoviejo, Ecuador.

RESUMEN

Debido a la formación compleja de las configuraciones psicológicas, la complejidad de las relaciones sociales, la transformación, desarrollo y evolución de la sociedad y la interacción entre individuo-sociedad-medio, en este trabajo se argumenta las fortalezas que ofrece la teoría vigotskiana de la Situación Social del Desarrollo y su relación con la formación de la personalidad desde la perspectiva de la Complejidad. Se argumentan cuatro unidades de análisis que revelan la complejidad de la formación de la personalidad desde la psicología y la filosofía marxista, como son: a) la dimensión espacio-temporal; b) la relación entre vivencia, la ley dialéctica de la negación de la negación y la complejidad; c) la relación entre el estilo de vida, desarrollo de la personalidad y la complejidad, y, por último, d) la formación de valores, su complejidad.

Palabras claves: complejidad; formación de la personalidad; individuo; psicología marxista; Situación Social del Desarrollo

ABSTRACT

Due to the complex formation of psychological configurations; complexity in social relations; transformation, development, and evolution of society; and individual-society-environment interaction, this work examines the strengths of Vygotsky´s concept of Social Situation of Development, and its connection with personality development from a Complexity perspective. Four units of analysis showing the complexity in personality development are analyzed on the basis of psychology and Marxist philosophy. The units are as follows: 1) space-time continuum; 2) the relation between experience, the law of negation of the negation, and complexity; 3) the relation between lifestyle, personality development, and complexity; and finally, 4) value formation, its complexity.

Keywords: complexity; personality development; individual; Marxist psychology; Social Situation of Development

INTRODUCCIÓN

El enfoque histórico cultural bajo la instrumentación de la filosofía marxista se encuentra dirigido a la personalidad en desarrollo como objeto de estudio de la psicología, implicando esto tres direcciones (vistos desde la epistemología de la complejidad), según expresara Fariñas (2005): a) La de asumir el objeto de estudio como un todo, sin su desmembramiento en partes; b) Tomar en consideración las peculiaridades del objeto y no solo su caracterización general. Donde la personalidad tiene dos acepciones fundamentales en psicología. Una se refiere a ella como el todo o la formación psicológica más compleja a estudiar en el desarrollo y la otra se refiere al estilo único e irrepetible de cada persona y c) asumir el tiempo como algo inherente y no externo al objeto de estudio, pues tanto la personalidad como el desarrollo son asumidos como conceptos históricos.

Argumentar las implicaciones anteriores no es trivial por la complejidad del desarrollo humano, aunque desde el enfoque histórico cultural y desde la situación social del desarrollo como uno de los constructos teóricos de L. S. Vygotski se ofrece una aproximación a esta justificación, como se argumentará a continuación.

Según Vygotski, al referirse a la Situación Social del Desarrollo (SSD), «al principio de cada período etario se establece una relación peculiar, única e irrepetible, específica para esta etapa de la vida, entre el niño y su medio, ante todo social. A esta relación la denominamos Situación Social del Desarrollo» (Vygotski, 1987, p. 264) y más adelante señalaba: «esta relación significa […] un nuevo carácter de la percepción de la realidad externa y de la actividad en esta, un nuevo carácter de la percepción psíquica es el momento de partida para todos los cambios dinámicos, que ocurren en el desarrollo durante un período dado» (Vygotski, 1982, p. 266). Así, el desarrollo de la personalidad está determinado histórica y culturalmente. El desarrollo consiste en la llegada a una nueva SSD en la que se sostiene, genera y desenvuelve el desarrollo humano posterior.

La SSD, como afirman Mejías (2014); Villamañan (2016) y Caicedo, Sánchez y Tejeda (2017), no se refiere solo al ambiente, sino a la interacción construida por el sujeto con este y consigo mismo, por lo que en el desarrollo de la persona se debe prestar atención a la relación entre las condiciones interpersonales o externas y las intrapersonales o internas. Es una elaboración subjetiva del individuo donde el ambiente es uno de los puntos de partida, ya que la interacción con los demás individuos es lo que permite al sujeto una nueva percepción de sí mismo, así como de los distintos contextos donde tiene lugar su evolución.

El automovimiento del sujeto no es lineal como se puede analizar en la afirmación de Vygotski cuando expresaba: «el hombre crea él mismo estímulos que determinan su reacción y los utiliza en calidad de medios para dominar los procesos de la propia conducta […] el proceder del hombre está determinado, no por los estímulos presentes, sino por una situación psicológica nueva o distinta creada por el propio hombre» (Vygotski, 1982, p. 3-7). Esto significa que es la situación psicológica individual de cada sujeto, la visión que tiene de sí mismo y su relación con el medio, lo que conduce a ese desarrollo de la pesonalidad; su posición activa y creativa es determinante en este proceso ya que es lo que determina su propio desenvolvimiento pasando la determinación del desarrollo como prospectiva y compleja.

Lo expresado hasta el momento delimita que el desarrollo de la personalidad se puede enunciar por: «la potencialidad del sujeto para la realización próxima de las capacidades, de las actitudes hacia los demás, hacia la familia, la cultura, la naturaleza y hacia sí mismo, realizándolas con estilo propio en condiciones histórico culturales concretas, agregándose además la relación del tiempo autobiográfico con el histórico generacional» (Fariñas, 2005, p. 7). Este expresión afirma la relación existente entre individuo-sociedad e individuo-historia-cultura, donde no solo se identifica la individualidad del sujeto, sino también su relación con el medio que le rodea en un momento histórico cultural determinado.

Desde el punto vista psicológico no es posible conocer el estilo de vida presente en un individuo, ni como ha sido la formación de su personalidad sin una comprensión sociológica y antropológica del modo de vida de la sociedad y sus características; lo cual permite a la psicología la integración de esta con la historia personal-generacional.

Así mismo, si desde la sociología se desestima la subjetividad, la interiorización y la construcción psicológica en general de los procesos de la subjetivación, entonces no se contribuye a la formación de la personalidad desde la complejidad, ya que no se tiene en cuenta el papel de la vivencia íntima del sujeto, delimitándose en ocasiones al resultado de la socialización.

La SSD permite una integración disciplinaria entre la filosofía, la antropología, la sociología y la psicología, al referirse a dos constructos básicos como son el de enraizamiento cultural y la subjetivación, ya que el ser humano nace como sujeto social, por lo que en la ontogenia este se relaciona y convive con la cultura que le rodea y va formando su individualidad a traves de la subjetivación.

De forma general la SSD está delimitado por tres tesis fundamentales:

  1. La convergencia dinámica entre lo personal y lo intrapersonal construida por el sujeto (la unidad de lo cognitivo y lo afectivo). Esto implica que los procesos cognitivos-afectivos operen en diferentes niveles jerárquicos y de complejidad, desde la selectividad de los procesos perceptuales hasta la personalidad; donde el ser humano actúa, no solo a partir de la comprensión de un fenómeno, sino debido al grado de motivación que provoca esa comprensión. No significa que exista una relación de subordinación entre ellos, sino que el sujeto intercambia constantemente afecto e información con el medio y en esta función radica lo esencial de la personalidad; identificándose en esta unidad de los procesos cognitivos y afectivos el principio que explica la significación de la autoconciencia y el carácter mediatizado de la personalidad.

  2. La referencia a la personalidad en sus dos acepciones, según Abulkjanova Slavskaya, el todo más complejo y el estilo único de cada persona. Como afirma L.I. Bozhovich: «el desarrollo de la personalidad se produce entre otras vías, a través de la asimilación de modelos existentes en una sociedad dada en la medida en que el sujeto surja la necesidad de actuar conforme a esos modelos» (Bozhovich, 1985, p. 11). Esto implica el carácter irrepetible de la personalidad del sujeto, ya que cada cual puede subjetivizar de forma diferente lo externo en interno. Al hablar de la personalidad, se debe abordar que es una realidad subjetiva, psicológica, de modo que no se puede apreciar de modo directo su expresión, solo la conducta, el comportamiento, las expresiones verbales; pero a su vez supone un reflejo activo, mediatizado, construido de la realidad objetiva y también subjetiva. De forma general esto significa que en cada sujeto la individualidad se ve reflejada en su personalidad única, creada a través del paso del tiempo, que es dinámica, y que se encuentra en constante cambio y desarrollo.

  3. El movimiento evolutivo, genético de los fenómenos, no el estudio de las dinámicas subjetivas automatizadas (el análisis genético, entendido como el estudio de la historia y surgimiento de las funciones psicológicas). Vygotski expresaba al respecto: «Estudiar algo históricamente significa estudiarlo en movimiento. Esta es la exigencia fundamental del método dialéctico. Cuando en una investigación, se abarca el proceso de desarrollo de algún fenómeno en todas sus fases y cambios, desde que surge hasta que desaparece, ello implica poner en manifiesto su naturaleza, su esencia» (Vygotski 1982, p. 11). La personalidad es un concepto histórico cultural, donde la sociedad juega un papel importante al propiciar al sujeto de una cultura donde enraizarse y de mecanismos para efectuar la subjetivación, como son la actividad y la comunicación.

El enfoque dado por Vygotski legó la afirmación de la determinación histórica cultural de lo psíquico y el principio de la actividad (expresado por un continuador suyo, Leontiev), entendida como la forma en virtud de la cual lo social se transforma en psicológico en un tránsito de lo externo a lo interno a través de la interiorización.

La complejidad de la formación de la personalidad radica, entre otros aspectos, en que lo social no es algo externo; es algo que cobra significado en la medida en que posee sentido para el sujeto. El desarrollo de la conciencia y la autoconciencia es la vía a través de la cual aparece lo externo con un sentido propio, irrepetible, dinámico, aunque estable. Según Leontiev, el proceso de interiorización de lo externo en lo interno no cobra sentido en el proceso de socialización meramente, sino más bien que depende del sentido que adquiere la actividad para el sujeto, donde lo social aparece como su condicionante.

La esencia del ser humano es social, derivada del complejo sistema de interrelaciones que caracterizan la vida en sociedad. Se considera al ser humano como producto del desarrollo histórico de la naturaleza y la humanidad, además de que el ser humano no puede ser separado del contexto social en que ha interactuado e interactúa. El ser humano y la historia son una unidad indisoluble. Lo social deviene como lo histórico individual en la personalidad del sujeto, quien articula de modo activo los sentidos psicológicos de los diferentes sistemas de influencia con los cuales interactúa.

Visto desde la complejidad, la personalidad no es meramente producto de la socialización, sino que para su formación se requiere de determinantes biológicos, socioculturales y psicológicos, donde la educación es fundamental para el desarrollo de la personalidad.

Desde el enfoque histórico cultural se subraya la importancia de la educación en el desarrollo, entre otros, de la conciencia idiomática, el pensamiento teórico, las aspiraciones, y los valores como resultantes de la interrelación educación-aprendizaje-desarrollo, ya que para conocer el desarrollo de la personalidad desde la complejidad también es necesario estudiar como la persona se educó y se educa.

La socialización sin tener en cuenta el enraizamiento cultural y la subjetivación que ocurre durante este proceso no presupone un desarrollo de la personalidad visto desde la complejidad, ya que desde la teoría de la SSD la influencia social tiene que ser individualizada, personalizada, para que se integre a la personalidad.

De forma general, desde la psicología basada en el enfoque histórico cultural con base en la filosofía marxista, no existe un desarrollo de la personalidad visto desde la complejidad si no existe la subjetivación, al igual si no existe la cooperación en la sociedad de la misma manera la conjunción dialéctica de lo social y lo emergente individual, la relación enculturación-subjetivación y el papel de la educación, ya que constituyen fuerzas motrices del desarrollo.

La naturaleza refleja de la subjetividad humana, el carácter activo del ser humano, las relaciones sociales, la naturaleza interactiva del ser humano, así como la actividad y la comunicación como categorías que posibilitan explicar dicha naturaleza son los postulados básicos en la que se sustenta la psicología desde la filosofía marxista para explicar desde el enfoque histórico cultural el desarrollo de la personalidad, marcando las pautas para el pensamiento complejo.

Lo social se constituye y existe en el individuo en su subjetividad; es la vía que existe y expresa lo social subjetivado individualmente. Lo social no se agrega a lo individual como en ocasiones se tilda al concepto de socialización, sino que debe adquirir sentido individual para permitir al sujeto (en su construcción) expresarse socialmente; influyendo no solo la historia social sino también la individual y la naturaleza contradictoria de los valores que dependen en gran medida de la cultura de una determinada sociedad.

En los escritos de Vygotski no se encuentra una teoría terminada sobre la formación de la personalidad, sin embargo, sí formulaciones valiosas que critican a la psicología infantil tradicional por la carencia de un enfoque integral. Al respecto escribió:

Solo una salida decidida más allá de los límites metodológicos de la psicología infantil tradicional, puede llevarnos a la investigación del desarrollo de aquella síntesis psíquica superior, que, con toda justificación, debe ser denominada personalidad del niño. La historia del desarrollo cultural del niño nos conduce a la historia del desarrollo de la personalidad (Vigotsky, 1982, p. 12).

Según esta afirmación, para entender el desarrollo de la personalidad se debe tener en cuenta la cultura en el que se encuentra el individuo y el desarrollo (asimilación) que ha adoptado este sobre la cultura que le rodea en un momento histórico determinado. La SSD posee un valor metodológico por cuanto parte del análisis de la dialéctica entre lo interno y lo externo en el desarrollo individual en los distintos períodos de la vida, situándolo desde una perspectiva histórica.

La actividad dinámica de la sociedad como organismo vivo, la variabilidad de las distintas formas de comunicación y de actividad que establece el individuo con los demás sujetos que lo rodean, la complejidad del pensamiento, la psiquis humana y el comportamiento y la conducta humana son premisas que brindan la noción de la no linealidad del desarrollo de la personalidad del individuo y de la complejidad del mismo, donde el concepto de SSD brindado por Vygotski traza un camino a seguir para potenciar su estudio desde la integración interdisciplinaria y transdisciplinaria de las ciencias sociales.

En el desarrollo complejo de la personalidad del individuo se encuentra el aprendizaje humano. Según Castellanos Simons: «aprender […] representa uno de los fenómenos más complejos de nuestra existencia. Se trata de un proceso dialéctico de cambio, a través del cual cada persona se apropia de la cultura socialmente construida, y tiene una naturaleza multiforme, diversa» (Castellanos Simons, 2006, p. 12). Lo anterior expresado delimita algunos principios de la complejidad, como son:

  1. La naturaleza múltiple y diversa de lo estudiado, que expresa desde un enfoque psicológico la naturaleza activa, diferente e irrepetible de la personalidad del individuo, donde cada sujeto se apropia y asimila de forma parecida, en algunos casos, pero diferente, los conocimientos, habilidades, hábitos, valores, convicciones y capacidades que se les trata de desarrollar y potenciar desde la educación. Como expresaran Castellanos y Castellanos (1999, p. 8): «Cada persona se apropia de una cultura socialmente construida que tiene una naturaleza multiforme, la que es expresada a su vez en la diversidad de sus propios contenidos». Por lo que el aprendizaje humano no puede ser medido o controlado en toda su amplitud por el carácter complejo de la personalidad.

  2. La presencia de lo imprevisto: Consciente de la complejidad de la realidad y la existencia de situaciones imprevistas pueden marcar el desarrollo del aprendizaje del sujeto y por consecuencia la formación de la personalidad, ejemplos de esto pudiera citarse: a) la aparición de enfermedades psiquiátricas que deterioran la memoria y la construcción del pensamiento lógico, y b) las situaciones socioeconómicas que brindan una ruptura de la presencia del individuo en la enseñanza escolarizada, incidiendo en su formación.

La educación escolarizada, vista como proceso que tiene como propósito incidir en el desarrollo de la personalidad de los individuos y en su crecimiento personal bajo ciertos principios pedagógicos, posee una tarea difícil, ya que la formación del sujeto no es lineal, sino dinámica, en correspondencia, entre otros aspectos, a las características personológicas de cada cual, las vivencias personales, el sentido de vida, proyección de vida y la zona de desarrollo próximo, el cual se expresa como: «la distancia entre el nivel de desarrollo efectivo del alumno (aquello que es capaz de hacer por sí solo) y el nivel de desarrollo potencial (aquello que sería capaz de hacer con la ayuda de un adulto o un compañero más capaz)» (Pozo y Scheuer, 2006, p. 7) y que a su vez estas características mencionadas son variables en el tiempo, por lo que provee a la educación de cierta incertidumbre en la forma de que se debiera educar, capacitar y formar al individuo eficientemente.

La educación como proceso debe incidir en el crecimiento personal de los individuos, donde este crecimiento personal se define como:

el proceso de cambio y transformación que se produce en los contenidos y funciones psicológicos de la personalidad, que permite un nivel superior de regulación y autorregulación comportamental e implica, a partir de las exigencias de la sociedad, una mejor relación con su medio, con las otras personas y consigo mismo (Pérez, 2004, p. 22).

Cuando se habla del proceso de cambio o transformación de los contenidos y funciones psicológicos de la personalidad, se refiere a la complejización o enriquecimiento que se produce en dichos contenidos y funciones o en la aparición de nuevos que no existían antes.

La complejidad de la formación de un crecimiento personal en los individuos a partir de la educación, vista desde la teoría de Vygotski, se pudiera decir que está basada en cuatro dimensiones: los cambios en los contenidos psicológicos, la relación adecuada consigo mismo, la relación activa con el medio y la interrelación positiva con los otros.

Los cambios en los contenidos psicológicos expresan los cambios en el sentido de que se produzca la aparición de las nuevas particularidades o características mostrando una integración de sus elementos. Es decir, el estudiante no solo debe vencer el modelo de egresado, independientemente del grado escolar en que se encuentre, sino también los que se exige en su formación como personas; aquí deviene la moral, la ética, la estética y la responsabilidad ante las exigencias sociales. El profesor debe determinar los parámetros que permitan hacer una valoración de los cambios tanto cualitativos como cuantitativos que se hayan producido en estos contenidos a partir de la influencia educativa, instructiva, transformadora ejercida por él:

  1. La relación adecuada consigo mismo expresa la seguridad del estudiante ante sus decisiones, comportamientos, autoaceptación y autoestima. El escolar debe ser consecuente y responsable ante sus decisiones, diseñándose de manera independiente metas propias y vías para lograrlas. Debe ser capaz de defender sus ideas, y a la vez tener en cuenta las opiniones de los demás, adecuándolas según proceda en el perfeccionamiento de su aprendizaje y el modo de alcanzar sus metas cognitivas.

  2. La relación activa con el medio: esta dimensión se refiere a las posibilidades del estudiante de movilizar sus recursos personales (cognitivos afectivos) y participar de modo efectivo, consciente y personal en el logro de sus metas, así como el enfrentamiento y solución de los problemas (dificultades) que se le presente, transformando la realidad y superando sus dificultades a través de la reflexión y su implicación personal. Debe ser activo y transformador ante la solución de dichos problemas.

  3. Por último, la interrelación positiva con los otros, se refiere al nivel de integración que tiene el individuo ante las demás personas que le rodean. Entre sus principales características se encuentran: saber escuchar, relacionarse, respetar el derecho ajeno y la privacidad y criticar sin ofender.

Todas estas dimensiones forman un sistema, donde el crecimiento personal y su incidencia en la formación de su personalidad deben estudiarse de forma integral y visto desde la transdisciplinariedad. De forma general el desarrollo de la personalidad visto desde la SSD es complejo y dinámico por su interacción con la sociedad y su mediación cultural, como afirmara Bozhovich:

la combinación especial de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas, que es típica en cada etapa y que condiciona también la dinámica del desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas, cualitativamente peculiares que surgen hacia el final de dicho periodo (Bozhovich, 1985, p. 11).

Según esta afirmación y las ideas de esta seguidora de Vygotski, la SSD se divide en dos componentes: la posición social determinada por las exigencias planteadas por las condiciones de vida y la educación, y la posición interna, que se determina por la actitud que adopta el niño ante las exigencias mencionadas anteriormente. Entre ambos componentes de Bozhovich, como afirma Raquel Bermúdez y Lorenzo Miguel Pérez, «existe una relación dialéctica que determina las características que se manifestarán en el niño en cada etapa de su formación» (Bermúdez y Pérez, 2004, p. 11), debido a que la actitud (dinámica, estable, aunque no rígida de la personalidad ya que puede cambiar en el tiempo en dependencia de las diversas situaciones) que asume una persona es diferente a la que asume otra, el desarrollo de la personalidad de los distintos individuos recorre caminos diferentes, dotándola de una posición compleja y dinámica.

LA SITUACIÓN SOCIAL DEL DESARROLLO Y LA COMPLEJIDAD DEL DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

Hay al menos dos sentidos en que se puede entender el término «complejo», según el Manual de Iniciación Pedagógica del Pensamiento Complejo (Velilla, 2002), publicado por la UNESCO: uno psicológico, que se refiere a la incapacidad de comprender un objeto que nos desborda intelectualmente; y uno gnoseológico, como una relación de entendimiento con algo de lo que, a pesar de nuestro desconocimiento, podemos tener una comprensión parcial y transitoria. Esto quiere decir que, en el primer sentido, algo es complejo porque es complicado o confuso, y en el segundo sentido lo es porque tenemos una comprensión distinta, que no podemos llevar a un entendimiento simple, reducible a una composición clara y distinta (Ayrado, Batlle y Sánchez, 2008).

Lo anteriormente dicho expone que la complejidad permite describir por completo el estado de un sistema en un cierto grado de detalle y precisión, aunque provee al mismo tiempo cierto «desorden» en correlación con lo dinámico de las unidades complejas de las relaciones cultura-naturaleza y la transformación que realiza la sociedad.

El entendimiento del desarrollo de la personalidad de un individuo es por el momento imposible de comprender y de conocer de forma completa, debido a la incapacidad que posee el ser humano de entender de forma precisa y objetiva las formaciones psicológicas que posee un sujeto y por qué están configuradas de esa manera, así mismo por la complejidad del proceso de internalización que efectúa el individuo a través de la enculturación, como afirmara Vygotski (1987).

La personalidad es entendida como: «sistema de formaciones psicológicas de distinto grado de complejidad, que constituye el nivel regulador superior de la actividad del individuo» (Hart, 2000, p. 8). Se encuentra caracterizada por lo dinámico, la individualidad, la autenticidad, por la integración cognitiva afectiva, la relación consciente-inconsciente, la unidad de lo objetivo y subjetivo, de lo externo y lo interno, expresa el carácter activo del sujeto y su determinación histórico-cultural, ya que es procesal, es decir, transcurre en el tiempo por etapas o fases.

Al realizar un análisis de la SSD de Vygotski se puede alegar que esta brinda una aproximación teórica en cuanto a la formación de la personalidad, visto desde la complejidad de la subjetividad que realiza el sujeto ante las relaciones que posee con el medio, la sociedad, su vivencia y lo inconsciente. Para una mejor comprensión de la complejidad de la formación de la personalidad a luz de la SSD se han identificado cuatro unidades de análisis que justifican esta formación:

Dimensión espacio-temporal

El estudio de los fenómenos naturales, vistos desde las teorías físicas como el Campo Electromagnético y la Teoría de la Relatividad, expone que dependen, dentro de otros factores, del estado de movimiento del observador, por lo cual es relativo o convencional. Así mismo sucede con las ciencias sociales, donde los fenómenos sociales no se pueden analizar si no se selecciona una determinada etapa histórica-social y sus condicionantes culturales. Desde la psicología marxista, la SSD promueve la idea que el hombre se va formando por el resultado de la relación del individuo y su medio, transformando el objeto y transformándose a sí mismo; pero esta relación está delimitada por el tiempo en una etapa histórica cultural determinada; determinando como una dimensión que permite al psicólogo identificar el desarrollo de la personalidad en las diferentes fases o etapas de la vida del individuo.

Todas las personas interactúan con el medioambiente y con la sociedad, pero la interiorización que realiza cada persona es diferente aun en el mismo tiempo y espacio, ya que las configuraciones psicológicas son diferentes para cada sujeto, donde esta individualización no procede de un modo lineal, suavemente continuado.

F. Engels manifestó la relación individuo-tiempo de esta manera: «Las formas fundamentales de todo ser son: el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo como lo sería un ser concebido fuera del espacio» (Engels, 1960, p. 14). De lo cual se identifica que ningún sujeto se encuentra fuera de su tiempo, ni fuera de su momento histórico-social. La SSD de Vygotski determina, al igual que el pensamiento de Engels, que el ser humano está condicionado por una o varias etapas histórico-sociales en un tiempo determinado y que el resultado de su relación con el medio y consigo mismo determinará un peldaño más en la formación de su personalidad.

Ahora bien, varios individuos pueden actuar, reflejar e interiorizar de forma diferente un mismo fenómeno social, histórico, político, ideológico o cultural efectuado en el mismo lugar y en un mismo tiempo, individualizándose de forma diferente por cada individuo, por lo que las condiciones histórico-culturales y la relación que establece es compleja, dinámica y poco probable. De modo general la SSD provee al psicólogo investigador de una aproximación teórica de cómo se forma la personalidad del individuo y de unidades complejas para su estudio.

La SSD identifica que el estudio del desarrollo de la personalidad debe de verse como el resultado de las relaciones e interacciones que posee el sujeto ante el medio y la sociedad y como este personaliza e individualiza la cultura, en una etapa o fase histórico social determinada, donde el hombre debe estar acorde a su tiempo, con el fin de influir y transformar la realidad acorde al desarrollo social.

Relación entre vivencia, la ley de la negación de la negación y la complejidad

Bozhovich (1985) expresaba sobre las ideas de L. S. Vygotski con respecto al concepto de vivencia, que esta constituye la unidad de análisis de la situación social del desarrollo que integra el medio, lo experimentado por el niño (o cualquier individuo de cualquier edad) y lo que este aporta a esta vivencia, determinado por el nivel ya alcanzado anteriormente.

Desde una perspectiva conceptual Bozhovich expresaba: «el carácter de la vivencia debe definirse por el carácter y el estado de las necesidades presentes en el sujeto y, evidentemente, mientras más esenciales sean estas necesidades, más fuertes y profundas resultan estas vivencias» (Bozhovich, 1985, p. 102). Más adelante comentaba: «por el carácter de las vivencias se puede juzgar a cerca de la estructura motivacional del niño y por el contrario conociendo las aspiraciones y necesidades del niño, así como las posibilidades de su satisfacción, se puede predecir con gran probabilidad, el carácter de las vivencias» (Bozhovich, 1985, p. 283).

Lo expresado por Bozhovich permite entender que la vivencia es una unidad de análisis de la personalidad y de la formación de esta en el individuo, por lo que al conocer el carácter de la vivencia se hace imprescindible conocer las aspiraciones y necesidades del sujeto y como estas se pueden satisfacer. Para que las vivencias sean constituidas un hecho en la realidad y subjetividad de los individuos, el proceso de valorización, individualización, e interiorización está dado por una integración cognitivo-afectiva que determinará su aceptación o no por el sujeto.

Ahora bien, la vivencia se obtiene y se desarrolla a partir de la relación del medio, la sociedad y el individuo. Aquí el individuo transciende a una nueva situación social del desarrollo donde el sujeto al recordar lo vivido anteriormente y basado en su experiencia histórico cultural transforma el medio y se transforma a sí mismo a la hora que se le presente una situación parecida a la sucedida en el pasado, donde al no estar de acuerdo o insatisfecho ante esta situación, toma medidas preventivas, acciones y decisiones que le permitirán enfrentar dichas situaciones de modo diferente, permite que sus vivencias sean perfeccionadas, transformadas y confirmadas, llevándolo a otra nueva SSD.

Lo anteriormente expresado es un reflejo de la ley de la negación de la negación de Marx descrito por Engels en 1878, donde el desarrollo es la negación de lo viejo por lo nuevo, y a través de la negación de la negación de lo viejo por lo nuevo, donde esta contradicción existente entre la vivencia, la toma de decisiones y la realidad objetiva permitirán ascender en el desarrollo de la personalidad.

Pero, ¿la experiencia histórico-cultural asimilada por el individuo cuya formación de la personalidad está vigente, pudo ser diferente en dependencia del estado emocional o sentimental en que se encontrara en ese momento? ¿Cuán variable puede ser la formación de la personalidad tomando en cuenta la integración cognitivo afectivo y su influencia en el intercambio social que posee un individuo con la sociedad y el medio en un momento determinado? ¿Las aspiraciones y necesidades del individuo se pueden cuantificar de manera efectiva conociendo que estas son variables en el tiempo en dependencia de una etapa histórica en el tiempo de vida del sujeto? ¿En qué medida las alucinaciones, las ilusiones y las percepciones, los límites entre el sueño y la vigilia, lo imaginario y lo real pueden afectar el desarrollo de lo vivencial y por consiguiente el desarrollo de la personalidad? ¿Existen unidades de análisis y criterios de calidad que permitan medir los efectos de estas características o formaciones psicológicas del órgano complejo del cerebro humano? Estas son interrogantes que da lugar a las imprecisiones en cuanto al conocimiento certero del carácter de la vivencia desde la situación social del desarrollo. Aunque la teoría de Vygotski provea de un acercamiento al entendimiento de la vivencia, aún existen lagunas que no permiten un conocimiento certero de esta y dan lugar a la incertidumbre y complejidad del desarrollo humano.

Relación entre el estilo de vida, desarrollo de la personalidad y la complejidad

Desde la filosofía, la sociología y la psicología marxista se define el estilo de vida como una categoría subsumida al modo de vida, lo cual se ha entendido como:

  • La elección libre que hace la personalidad entre el conjunto de posibilidades sociales que le ofrece su modo de vida (Potrony, 1990).

  • Modo individual de estructuración, jerarquización y desarrollo de actividades (Cárdenas, 1992).

  • La asunción de un conjunto de actividades y relaciones en las distintas esferas de la vida del hombre: la producción, la actividad social, vida cotidiana, tiempo libre, entre otros, y el sistema de hábitos que expresa el sujeto: alimentarios, de cultura física, sueño, hábitos tóxicos (Darío y Knapp, 1993).

  • Según Gloria Fariñas:

El estilo de vida, dicho de una manera sencilla, es la forma en que la persona estructura y dinamiza su espacio y su tiempo biográficos y el modo en que le estampa su sello personal. El tiempo biográfico se acopla o no con el tiempo histórico, y esto nos dice por dónde va el camino de la vida de una persona. El estilo de vida se orienta a partir de la escala de valores y necesidades, que tiene una persona o familia (Fariñas 2003, p. 11).

De modo general el estilo de vida es una expresión de la personalidad y es una condición importante para su desarrollo, pues es donde el sujeto muestra de forma única y personal su proceder en su espacio y tiempo biográfico. Se entiende como espacio la subjetivación hecha por el sujeto ante la cultura con que interactúa y el tiempo biográfico se refiere a la generación de seres humanos a que pertenece.

Se puede aludir que la concepción del mundo, la naturaleza de los valores, el tiempo biográfico, la cultura que rodea al individuo, su sentido de la vida, el modo en que organiza y realiza la vida a través de la actividad y la comunicación, sus hábitos de vida y su activismo ante la naturaleza social o hacia lo personal son características que brindan una noción del estilo de vida de un individuo y aporta a su desarrollo. El estilo de vida permite identificar cómo el sujeto se ubica de forma activa en una época determinada, así como en la cultura y sociedad que le tocó vivir, ya sea para trascender en el tiempo o quedar rezagados. La SSD permite identificar cómo ha sido la internalización del individuo ante la sociedad que le tocó vivir y bajo unas circunstancias histórico-culturales determinadas.

El estilo de vida expresa el modo de vida y la proyección del individuo en correspondencia al desarrollo de la sociedad donde vive, el cual está condicionado por la subjetividad del individuo ante la realidad objetiva, la cual no es estática, sino dinámica, pues, aunque es estable en ciertos periodos de tiempo, puede cambiar en dependencia de las condiciones socioeconómicas del individuo, su actitud y sentido ante la vida, los valores y su filosofía, por mencionar algunos determinantes. Esto identifica que no es posible predecir el estilo de vida de una persona en el futuro, aunque sí una probabilidad de proyección, pero dotada de incertidumbre que ciega a la psicología por la falta de instrumentos y teorías de aplicación.

La complejidad del pensamiento, así como de la elaboración y implementación de los proyectos de vida, la naturaleza cambiante de los valores, la relación dinámica entre lo cognitivo-afectivo y la existencia de nuevas SSD son muestras de la complejidad de las formaciones psicológicas de los estilos de vida, donde solo es observable una parte de esta, ya que, el cómo fue creado e individualizado el estilo de vida y cuáles fueron sus condicionantes son temas de complejidad donde el psicólogo solo conoce una parte, ya sea por el estudio de comportamientos aislados, la poca visión de la interdisciplinariedad y la transdisciplinariedad de la psicología con otras ciencias humanísticas y sociales como la antropología, la sociología y la filosofía, la escasez de constructos teóricos y prácticos, el uso de técnicas incorrectas o inconclusas o el fenómeno de la doble moral y sus causas.

Independientemente que la SSD posee una aproximación teórica sobre elementos que permitan identificar como ha sido el desarrollo de la personalidad del individuo y por consiguiente la formación de su estilo de vida a través de la enculturación y la subjetivación, no ofrece todos los constructos y vías necesarias para su estudio y análisis.

Formación de valores, su complejidad

La ética adquiere sentido en el ámbito de la concepción del mundo, pues tiene su fundamento a partir de las ideas y percepciones sobre la sociedad, la naturaleza, el hombre, su conciencia y su conducta moral. El aspecto valorativo de la ética es reflejo y producto del carácter valorativo de la conciencia moral.

Se pude aseverar que el regulador de la actividad moral del hombre es la conciencia moral y es una forma social de interrelaciones entre las personas. Como afirmara López Bombino: «Es el conjunto de sentimientos con que el hombre juzga su comportamiento y actos morales. Es como el juez interno de sus acciones» (López, 2004, p. 20). Analizando esta afirmación se puede expresar que la conciencia moral está basada en complejas vivencias emocionales que posee el hombre en su responsabilidad ante la sociedad y que está condicionada de un modo histórico cultural.

La formación de la conciencia moral depende fundamentalmente de las condiciones y relaciones socioeconómicas de las que forma parte el individuo, el grado de educación que posea, así como de autoeducación, temperamento, carácter, cultura moral; condiciones de vida, estilo de vida y sentido de la vida; así como de la posición social de la persona. Por lo que en dependencia de cómo sea la vida material y espiritual de una sociedad se determinan las relaciones morales de los hombres y el contenido de su conciencia moral, aunque depende de su proceso de subjetivación y enculturación que el individuo realice.

Para que el valor o los valores sean incorporados a la subjetividad individual y forme parte de la regulación del comportamiento, el individuo debe comprender el contenido y significado de estos valores y que a su vez sean considerados significantes para el sujeto, provocando en él emociones, sentimientos, placer, disfrute y la necesidad de aplicarlos, pues tiene como fin su felicidad. En la configuración psicológica individual del valor, el individuo debe partir de sus conocimientos y vivencias para que adquieran un sentido para él, pues de lo contrario, se convertirán en expresiones y comportamientos acorde a la doble moral y por consecuencia disminuye la función reguladora del valor.

La individualización de los valores es producto en gran medida por la compleja interacción que este tiene con la realidad, entendiendo la realidad como la interiorización que hace el individuo con la sociedad, el medio y consigo mismo en un momento histórico cultural. Es un proceso de análisis y reflexión compleja que pasa por la satisfacción de las necesidades del sujeto.

A medida que el individuo pasa por cada etapa de su vida, este va mediatizando las influencias que recibe desde la sociedad y el medio en que se encuentra. La existencia de contradicciones entre los valores que son transmitidos desde la familia, la educación escolarizada, las organizaciones políticas, la sociedad y el medio específico en que interactúa el sujeto pueden conllevar a malestar emocional, conflictos internos, confusión e inconformidad, incidiendo en la vivencia del sujeto y su autorregulación del comportamiento.

Cada individuo puede tener o no una concepción del mundo diferente por cada etapa de su vida, en dependencia sus creencias, convicciones y conocimientos que vaya adquiriendo, por lo que se puede identificar una relación y unidad cognitivo afectiva que posee el individuo ante los profundos y contradictorios procesos de la vida social y de la cultura respectiva. En cada decisión del individuo y en su conducta existe el presente, la realidad y la convicción de lo que es significativo o no ante esa realidad, por lo que no es posible concebir el desarrollo moral individual sin la transferencia de la experiencia moral acumulada, donde la conducta humana es moral cuando se corresponde con el interés social, se internaliza por el sujeto y se convierte en una decisión libre y consciente.

La posición activa del hombre en las relaciones sociales visto desde la psicología y de la SSD permite identificar que el hombre a medida que acumula y profundiza en su experiencia social-moral se desarrolla su potencial psíquico-moral.

Aunque la SSD no utiliza el término de la moral o la ética, desde la percepción de esta teoría se permite identificar cómo ha sido el proceso de interiorización del individuo acerca de los valores con que interactúa y se forma, ya sea en la educación escolarizada o no.

El ser humano posee una naturaleza de valores dinámicos, hasta se podría decir mutantes, pues depende de disímiles factores, como las creencias, la concepción del mundo, la educación, la preparación científica-técnica, los paradigmas filosóficos, la adquisición de nuevos conocimientos, la dinámica de la vida con sus interacciones sociales, y las condiciones socioeconómicas por mencionar algunos, los cuales son interiorizados y asimilados por el sujeto de forma personal.

Desde la sociología y la antropología, la sociedad es un organismo que se encuentra en constante transformación y movimiento, donde el individuo como parte de esa sociedad se encuentra transformándola y transformándose a sí mismo en una interacción dialéctica, utilizando para ello el trabajo, la actividad y la comunicación; por consecuencia desarrollando y perfeccionando la cultura, las relaciones sociales, la interacción individuo-sociedad-medio, la ciencia, la técnica y la tecnología. Esto significa que en el paso del tiempo la sociedad va creado principios y normas por los cuales regirse sea jurídicamente o no, donde el individuo se encuentra dentro de este proceso de forma activa, consciente y responsable. La formación de valores vista desde la psicología es un proceso complejo y dinámico pues depende en gran medida de la relación sistémica entre individuo y sociedad ya sea desde la complejidad de la formación de valores, desde la subjetividad o desde la complejidad de la evolución de la sociedad y su influencia con el individuo.

Lo expresado hasta el momento afirma la concepción que el individuo debe ser estudiado desde los procesos de enculturación y subjetivación de la apropiación de la experiencia acumulada histórica y culturalmente, identificando no solo su desarrollo y crecimiento personal, sino también su papel activo, consecuente y transformador en la sociedad, bajo un paradigma filosófico, sociológico, antropológico, psicológico y pedagógico determinado.

CONCLUSIONES

El conocimiento de la experiencia histórico cultural que ha tenido un individuo a través de la SSD y cómo ha sido su proceso de interiorización puede servir de base para entender cómo ha evolucionado y formado su personalidad, pero no quiere decir que desde la psicología solamente se pude explicar este proceso, pues es necesario romper las barreras académicas de una disciplina o ciencia, así como la de una concepción filosófica determinada, obviando otras concepciones del mundo como es el caso de las ciencias teológicas. Cada vez más se acrecienta la relación interdisciplinaria, multidisciplinaria y transdisciplinaria que permita un estudio más certero, real, objetivo e integral sobre la formación de la personalidad del individuo y no el estudio aislado por cada ciencia.

El enfoque histórico cultural de Vygotski y su concepción de la SSD basado en la filosofía marxista, permite trazar un camino que permita acercarse al estudio de la formación de la personalidad del individuo, pero está lejos de ser una panacea, ya que con el estudio transdisciplinar de las ciencias a partir de la teoría de la complejidad permitirá completar, perfeccionar y evolucionar dicha teórica en pos de la integración filosófica y disciplinaria de la ciencia.

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Recibido: 02 de Marzo de 2018; Aprobado: 07 de Mayo de 2018

*Autor para la correspondencia. ddcarvajal100@hotmail.com

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