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Revista Cubana de Educación Superior

versión On-line ISSN 0257-4314

Rev. Cubana Edu. Superior vol.40 no.2 La Habana mayo.-ago. 2021  Epub 01-Abr-2021

 

Reseña

Calidad en la educación superior cubana: la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas

Quality in Cuban Higher Education: Universidad Central Marta Abreu de Las Villas

0000-0002-4776-2219Pablo Guadarrama-González1  * 

1Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, Cuba.

Ángel Rubio González. (2020). La Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. Centro de conocimientos y ciencias. Editorial Feijóo, Cuba, 552 páginas.

Del mismo modo que la patria no radica en el terreno que pisan nuestros pies, sino que se porta y muestra con orgullo en el corazón, el alma mater no es simplemente la que nos otorga un título universitario, sino algo más trascendente. Ambas constituyen un sentimiento profundo e inefable que nos acompaña toda la vida y en cualquier latitud o circunstancia en que nos encontremos.

Si el Héroe Nacional cubano nos enseñó con su ejemplo que «la patria está hecha del mérito de sus hijos, y es riqueza de ella cuanto bueno haga un hijo suyo, sobre todo si trabaja en lo que ya han trillado otros, y lo de él resulta más útil y completo que lo de sus predecesores» (Martí, 1975, p. 203), el alma mater es la que enaltecemos con tesón en cada labor que desempeñemos, tanto en nuestra actividad profesional como en nuestra conducta personal, en correspondencia con las demandas de cada circunstancia.

Siempre tenemos una impagable deuda de gratitud con todos aquellos que han contribuido a nuestra formación, ya sea en el plano personal, profesional, ciudadano, etcétera. Por ello, en ocasiones nos resulta difícil reconocer de manera equitativa el aporte de diferentes miembros de la familia, amigos, vecinos y, en especial, de numerosos maestros y profesores, desde la educación primaria hasta la superior, así como de sus respectivas instituciones. Todos ellos y cada una de estas han dejado una impronta que a veces se difumina en nuestros recuerdos, de ahí que no sea fácil discernir cuál ha sido la más significativa.

Aunque hayamos experimentado significativas vivencias a partir de estadías prolongadas en distintos países, la patria siempre se mantendrá latiente en cada uno de nosotros. De la misma manera, si bien en nuestra formación profesional, tanto de pregrado como de posgrado, puede que hayan contribuido varias universidades u otras instituciones científicas, el alma mater no se diluye entre todas. Siempre el corazón reserva un lugar especial para aquella que nos dejó de manera más imperecedera su impronta. Con acierto, Pascal (1940) sostenía que «el corazón tiene razones que la razón no conoce» (p. 148), y estas resultan mucho más comprensibles cuando se encuentran también apuntaladas por la experiencia y la razón.

De ahí el impacto que me ha causado la lectura del libro La Universidad Central Marta Abreu de Las Villas. Centro de conocimientos y ciencias (Editorial Feijóo, Santa Clara, 2020), de Ángel Rubio González. A los gratos recuerdos que nos trae se suma la certeza de la indudable calidad académica y científica alcanzada por la educación superior cubana, especialmente a raíz del triunfo revolucionario de 1959. Si recordar significa transitar dos veces (re) por el corazón (cordis), eso implica reinstalar vivencias,1 lo cual ha logrado plenamente esta obra, por su extraordinaria dual dimensión epistemológica, tanto por el objeto como por el sujeto.

Por una parte, el progresivo desarrollo histórico de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas (UCLV) durante sus casi siete décadas de existencia -gracias al cual se ha convertido en un referente imprescindible de la calidad de la educación superior cubana- constituye un objeto epistémico que se revela como fuente inagotable de validación de lo que se propone el autor: demostrar que se trata de un centro de conocimiento y ciencia, justificados calificativos a los cuales ha de añadirse también de pensamiento.

La rigurosidad metodológica del investigador -desde una perspectiva holista, sistémica, dialéctica y compleja- le ha posibilitado realizar un exhaustivo análisis en el que descompone las principales etapas de evolución de la UCLV, y a la vez las articula en su dimensión histórica universal, particular y singular, al valorar el contexto mundial, nacional y regional de cada una de ellas.

Estudia el desarrollo de esta institución desde los antecedentes de su gestación, pero en especial a partir de los inicios de la década de los cincuenta del siglo xx, cuando comienza a dar sus primeros pasos en una adversa situación socioeconómica, política y cultural, marcada por una sangrienta dictadura que, en consecuencia, dio lugar a una digna reacción de una parte sus directivos, profesores y estudiantes al decidir cerrar sus aulas.

Impresiona gratamente en esta obra la minuciosa investigación documental, con la consulta de fuentes primarias, el adecuado aprovechamiento de los estudios anteriores sobre la historia de la UCLV o de algunas de sus facultades y centros de investigación, además de valiosas entrevistas a protagonistas esenciales de los principales momentos de esta institución, con sus luces y sombras, como suele ocurrir en todas.

El hecho de que su autor, un ingeniero mecánico, Doctor en Ciencias Técnicas, haya desarrollado una investigación de tal envergadura, escrita con minuciosa profesionalidad respecto a la presentación estructurada de sus resultados, incluyendo una especial valoración de los logros en las ciencias sociales, así como en la formación filosófica y humanística de los estudiantes, resulta una prueba fehaciente de la calidad de la educación integral que reciben los egresados de la UCLV y, en mayor medida, aquellos que continúan estudios de posgrado o desarrollan su labor académica y científica en la propia institución.

Según Marta Nussbaum (2010), una rigurosa investigación reveló que, con independencia de sus profesiones, los egresados de universidades norteamericanas que recibieron formación humanística demostraban no solo una mejor cultura democrática, sino ante todo capacidad de innovación.1 No se debe olvidar que para Albert Einstein (citado por Martin, 2018), «la imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado, la imaginación rodea el mundo». A su juicio, aquella se desarrolla mejor en el arte y la literatura que en las matemáticas.

En 1991, cuando ofrecí una conferencia en la Johns Hopkins University sobre el desarrollo de la filosofía en Cuba, me llamó la atención la cantidad de ingenieros que asistieron. Al concluir la actividad, le pregunté al decano de ingenierías si sus estudiantes recibían asignaturas de humanidades, y me respondió afirmativamente. Argumentó que así lo tenían concebido porque necesitaban formar no solo un productor y consumidor de electrodomésticos, sino también un activo constructor de los valores de la democracia norteamericana.

A su pregunta de si en Cuba también estas asignaturas se impartían en todas las carreras le respondí que sí, especialmente todos los estudiantes universitarios recibían elementos de filosofía, pues, como expresaba David Truman, el profesional que solo tenga una formación técnica y carezca de una cultura humanista resulta una terrible amenaza (Day, 2005). Agregué que esas disciplinas de humanidades eran muy importantes para la formación de actitudes solidarias propias del socialismo, sobre todo en los profesionales de la salud, para que no consideren a los enfermos como clientes, como sostiene el neoliberalismo, sino como pacientes. La actual pandemia de la COVID-19 ha evidenciado la enorme contradicción existente entre esta misantrópica ideología y los sistemas de Salud Pública en numerosos países.

Una muestra fehaciente de la labor académica integral de la UCLV se expresa en quien escribe el prólogo a este libro: el actual presidente de la República de Cuba, Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, quien fue estudiante, líder estudiantil y profesor en este centro. En dicho prólogo sostiene: «Soy un profundo convencido de que la ciencia y la innovación, la informatización y la comunicación social, son pilares de la gestión de gobierno en nuestra búsqueda de un desarrollo próspero y sostenible, un tema en el que la UCLV tiene mucho que decirnos» (Díaz-Canel, 2020).

Aunque Rubio no se propuso elaborar propiamente una historia de la UCLV, de hecho, lo logra. De esta forma confirma lo que en ocasiones les sucede a muchos investigadores: los resultados de sus estudios superan los objetivos inicialmente planteados. En definitiva, el libro va más allá de una simple descripción historiográfica de esta institución, y ofrece un análisis integral en el cual se conjugan armónicamente perspectivas metodológicas dirigidas a demostrar la interdependencia entre el contexto mundial, nacional y territorial en el que esta universidad surge y se desarrolla en varias etapas bien diferenciadas. En cada una de ellas se realiza un pormenorizado análisis de la estructura de sus facultades, departamentos, centros de investigación, logros científicos, publicaciones, carreras, estudiantes, profesores, personalidades académicas, así como su impacto territorial, nacional e internacional.

Sin embargo, el análisis no se reduce a una información estadística, si bien hace uso de esta para sustentar sus afirmaciones, avaladas cada una de ellas por una sólida argumentación en la que se conjugan adecuadamente la objetividad de los planteamientos con el necesario enfoque ideológico de quien, con razones suficientes, puede ser considerado un beneficiario y, a la vez, un activo protagonista del proceso revolucionario experimentado por el pueblo cubano, especialmente desde mediados del pasado siglo.

Al partir del correcto presupuesto según el cual «en el caso de la ciencia cubana, no caben dudas de que podría hablarse de dos periodos bien definidos: uno prerrevolucionario y otro revolucionario» (Rubio González, 2020, p. 19), el lector puede hacer una mejor comprensión de la trascendencia del radical cambio de circunstancias que ha posibilitado que en la actualidad la UCLV, junto a otras instituciones, pueda mostrarse como un ejemplo de la calidad alcanzada por la educación superior cubana.

Tal vez un breve párrafo del libro sirva para sintetizar las características esenciales de sus primeros años:

La presencia de las carreras de Idioma Inglés y Filosofía y Letras, con una alta proporción en la matrícula, es una consecuencia de los fuertes lazos económicos y políticos con los Estados Unidos y la procedencia de los alumnos, mayoritariamente de la clase media y alta de la sociedad de aquellos momentos. La pobre matrícula en carreras técnicas y vinculadas a la agricultura, así como la ausencia de otras carreras de este corte, responde al escaso desarrollo industrial de la región y a la ausencia de planes para su acometimiento. (Rubio González, 2020, p. 25)

Nunca olvido que, en mi infancia, mientras transitaba por frente a las edificaciones de la universidad con mi padre, un obrero tabacalero, él me comentó que difícilmente yo podría estudiar allí. Por fortuna, el triunfo revolucionario lo hizo posible.

Rubio revela, con la documentación correspondiente, la injerencia de los gobernantes estadounidenses en esa época de recrudecimiento de la guerra fría por medio de una institución, conocida como la oficina del Punto IV, la cual radicaba en la propia universidad y trataba de controlar ideológica y académicamente el incipiente desarrollo de la casa de altos estudios. Ya en esa época los ideólogos del imperio se habían percatado de lo que, con cínica honestidad, la plataforma programática del Partido Republicano -conocida como Documento de Santa Fe II-3 reconocería al referirse a lo sostenido por Antonio Gramsci: la clase obrera por sí sola no puede tomar el poder político, pero con ayuda de los intelectuales sí podría lograrlo. Lógicamente, a las oligarquías siempre les han resultado las universidades mucho más peligrosas que los sindicatos.

Una muestra de tal protagonismo fue la participación de algunos profesores y líderes estudiantiles en el enfrentamiento a la dictadura de Fulgencio Batista, incluso algunos ofrendaron su vida en tales luchas. El hecho de que la UCLV cerrara sus puertas ante tal represión y solo las reabriera tras el triunfo revolucionario de enero de 1959 constituye una evidencia de la incompatibilidad de los universitarios cubanos con los dictadores, como también se había expresado antes, frente al régimen de Gerardo Machado.

Este libro demuestra de modo muy claro el inicio del cambio cualitativo que se produciría con el triunfo revolucionario, ante todo, por la orientación de sus carreras en correspondencia con las necesidades agroindustriales del territorio y del país, así como por la composición social de sus estudiantes, que se vio ampliada por jóvenes procedentes de otros sectores populares: «La Facultad Obrero-Campesina de Santa Clara fue la primera del país. Inició sus actividades en la Universidad y después por su crecimiento de matrícula se trasladó a la ciudad y funcionó en varios lugares, incluyendo instalaciones fabriles. Se inician también cursos nocturnos, dirigidos y por correspondencia de nivel universitario» (Rubio González, 2020, p. 60).

Tales transformaciones estarían motivadas también por las frecuentes visitas de los líderes de la Revolución, en especial Fidel Castro y Ernesto Guevara, muy atentos a los necesarios cambios que comenzaban a producirse en la región central del país y no solo en la otrora provincia de Las Villas, pues ya se vislumbraba el protagónico papel que debían desempeñar la Universidad de La Habana, la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba y la UCLV -las únicas existentes en esa época- en la creación de nuevas instituciones de educación superior en el resto del país.

La UCLV, además de continuar honrando el nombre de la insigne patriota santaclareña Marta Abreu -destacada por su labor benefactora en su ciudad natal y su significativa colaboración con José Martí en la gesta independentista- comenzó a ser considerada también «la universidad del Che», dado el relevante papel de este líder para impulsar su necesaria articulación con numerosas industrias que fomentó en Santa Clara, donde dirigió la heroica batalla que puso punto final a la dictadura.

Sus significativas palabras al recibir el título de Doctor Honoris Causa en esta universidad aún resuenan en aulas y pasillos. En esa ocasión expresó:

Y, ¿qué tengo que decirle a la Universidad como artículo primero, como función esencial de su vida en esta Cuba nueva? Le tengo que decir que se pinte de negro, que se pinte de mulato, no solo entre los alumnos, sino también entre los profesores; que se pinte de obrero y de campesino, que se pinte de pueblo, porque la Universidad no es el patrimonio de nadie y pertenece al pueblo de Cuba, y si este pueblo que hoy está aquí y cuyos representantes están en todos los puestos del Gobierno, se alzó en armas y rompió el dique de la reacción, no fue porque esos diques no fueron elásticos, no tuvieron la inteligencia primordial de ser elásticos para poder frenar con esta elasticidad el impulso del pueblo, y el pueblo que ha triunfado, que está hasta malcriado en el triunfo, que conoce su fuerza y se sabe arrollador, está hoy a las puertas de la Universidad, y la Universidad debe ser flexible, pintarse de negro, de mulato, de obrero, de campesino, o quedarse sin puertas, y el pueblo las romperá y él pintará la Universidad con los colores que le parezca. (Guevara, 1959)

No debe ignorarse que el racismo institucional se podía constatar en el parque central de Santa Clara, dividido por senderos para blancos y negros; situación que en los primeros días tras el triunfo revolucionario cambió y fue remodelado para eliminar físicamente aquella expresión de apartheid tropical, sin que esto significase que el racismo desapareciera automáticamente en la mente de muchos.

En un estudio bien documentado, Rubio demuestra la paulatina transformación que se fue operando en la UCLV con el creciente incremento de las ingenierías y las ciencias naturales y, en la misma medida, tras transitorios vaivenes, finalmente los estudios de las ciencias sociales y las humanidades también proliferarían. Luego de elogiar el favorable papel desempeñado por esta universidad en la creación de otras en las provincias centrales del país, con clara objetividad analiza el debilitamiento del carácter multidisciplinario ocurridos al separar las facultades de Medicina, Pedagogía y Deportes, que quedaron convertidas en centros de educación superior independientes. Examina con rigor las consecuencias negativas de tales fragmentaciones y valora altamente la rectificación de esa medida con el reintegro posterior de las dos últimas, lo cual ha dado lugar a que la UCLV sea en la actualidad la más multidisciplinaria del país.

Luego de avalar sus afirmaciones y valoraciones sobre la radical transformación que se operó en esta institución a partir del triunfo revolucionario, de forma adecuadamente documentada, Rubio concluye:

Los principales campos de la incipiente actividad científica de la Universidad en que se alcanzó un reconocimiento nacional fueron: las ciencias agropecuarias, la industria y agrotecnia azucarera y las ciencias humanísticas. En conclusión, puede considerarse que en este periodo 1959-1969 la Universidad sentó bases organizativas importantes para su desarrollo científico ulterior y comenzar a constituirse en un centro de conocimientos y ciencias. (Rubio González, 2020, p. 92)

A ello se añade algo muy trascendental: «El periodo 1959-1969 se caracterizó, en lo político, por el triunfo de las fuerzas revolucionarias en la Universidad y la liquidación de la injerencia norteamericana en el centro» (Rubio González, 2020, p. 93). A la vez, con clara objetividad señala:

Las principales características de la incipiente actividad científica en este periodo pueden resumirse de la manera siguiente: No existencia de una política científica preconcebida, formalizada y documentada, ni de programas o líneas científicas. Las investigaciones se establecieron a partir de una combinación armónica de iniciativas internas y demandas de los líderes que visitaban el centro, centradas inicialmente, para su ejecución, en los centros científicos y al final del periodo. (Rubio González, 2020, p. 94)

Por otra parte, plantea:

En conclusión, puede considerarse que en el periodo 1959-1969 el modelo de universidad que se construye está caracterizado por el compromiso con el desarrollo del país y el apoyo a la Revolución. Una Universidad con presencia y pintada de pueblo, que trabaja por un modelo multidisciplinario en el cual las carreras tecnológicas y de ciencia tengan una mayor presencia, la actividad científica tenga un peso importante y la superación del claustro sea un interés compartido entre institución y profesores. La Universidad ha sentado las bases, pero aún no está consolidada como centro de conocimientos y ciencias. (Rubio González, 2020, p. 95)

Este hecho no es más que un ejemplo de lo que aconteció en toda la educación superior cubana tras el triunfo revolucionario: un salto cualitativo, tanto en la docencia y la investigación como en la vinculación a las necesidades del territorio y del país. La exigida articulación entre ciencia, docencia y conciencia,4 principal índice de calidad de toda educación superior, se hizo cada vez más patente y evidente en el desarrollo académico de la UCLV.

El autor explica en detalles el desarrollo de las políticas de investigaciones científicas en cada una de las etapas posteriores, lo que permitió superar el carácter espontáneo que estas tuvieron en sus primeros años, hasta encaminarse adecuadamente en correspondencia con las exigencias socioeconómicas territoriales y nacionales, e incluso con las del otrora campo socialista. En ese sentido, con independencia de algunos errores cometidos dada la controvertida división internacional del trabajo que prevaleció durante la época de existencia del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), reconoce el significativo papel que desempeñaron la Unión Soviética y otros países del entonces campo socialista en la formación de doctores, así como en la promoción de líneas y proyectos de investigación científica.

Una prueba de la importancia que el Gobierno revolucionario les otorgó a las universidades consistió en la creación del Ministerio de Educación Superior, el cual ha tenido, desde mediados de los años setenta, un notable papel en el perfeccionamiento de la calidad académica y científica, tanto de los tres centros existentes con anterioridad como de los nuevos5 creados a partir de la orientación socialista elegida por el pueblo cubano.

Rubio aporta suficientes evidencias documentales relacionadas con el proceso de transformación cuantitativa y cualitativa ocurrido tanto en la composición y capacitación de los profesores como en las nuevas instancias académicas que fueron surgiendo con el propósito de perfeccionar el trabajo docente e investigativo.6

Un factor indispensable a tomar en consideración durante estos años de mejoramiento de la calidad de todas las universidades cubanas hasta el presente es el injusto, inmoral e ilegal bloqueo a que han sometido los gobernantes estadounidenses al pueblo cubano, con el objetivo de doblegarlo e impedir la construcción de una sociedad sustancialmente humanista y crítica del enajenante capitalismo.

Diversas formas de agresión ha empleado Estados Unidos hacia nuestro país: militares -como la que les condujo a la vergonzante derrota de sus mercenarios en Playa Girón (Bahía de Cochinos) en abril de 1961, cuando se emprendía la meritoria Campaña de Alfabetización-, sabotajes que han ocasionado centenares de víctimas inocentes de la población civil, como las explosiones en el barco La Coubre, en un avión de Cubana de Aviación en pleno vuelo; la introducción de plagas y bacterias para destruir la producción agropecuaria; los fracasados intentos de asesinato de los líderes de la Revolución, especialmente Fidel Castro; las amenazas y sanciones a bancos y empresas internacionales por comerciar con Cuba, entre otras. Sin embargo, todas las acciones políticas orientadas a obstaculizar el rumbo socialista, desde las más sutiles de Barack Obama hasta las más agresivas de Donald Trump, han fracasado. Los grandes estrategas del Pentágono jamás han podido entender cómo esta pequeña isla, considerada por ellos como un satélite de la Unión Soviética, ha podido continuar su rumbo en órbita propia hasta el presente, luego de la desaparición de la URSS y del campo socialista.

Por supuesto que estas hostiles acciones han incidido también en diverso grado en el desarrollo de la educación superior cubana y, en particular, en el de la UCLV. Así lo constata este libro, donde el autor denuncia:

Un aspecto muy importante que afectó las investigaciones, durante todo el periodo, fue el no disponer de una abundante y actualizada información científico-técnica, sobre todo de países occidentales. De hecho, la pobre capacidad para la reproducción de los materiales disponibles sumó otra dificultad. A partir de las publicaciones propias se intensificó la gestión de canje inter-bibliotecario con numerosas instituciones cubanas y extranjeras para paliar esta falta de información científica. (Rubio González, 2020, p. 151)

En cierta medida, el cruel bloqueo ha hecho que el pueblo cubano desarrolle alternativas de solución a múltiples dificultades en la producción industrial y los servicios públicos, especialmente en sus principales baluartes: la salud, la educación y la seguridad social, del mismo modo que en la atención a las instituciones culturales y deportivas. En esa múltiple labor las universidades han desempeñado un papel protagónico.

La creatividad de las universidades para contribuir al enfrentamiento de las adversidades derivadas de la hostilidad yanqui se revela en numerosos aspectos; entre ellos, la publicación de libros de texto elaborados por los propios profesores, el incremento de la publicación de artículos científicos en revistas de la propia UCLV7 y la realización de eventos científicos de carácter internacional, especialmente a partir de los años ochenta. Sobre el finalizar de esta década, Rubio González (2020) sintetiza:

Los resultados investigativos de la Universidad en ciertos campos científicos, su divulgación y su utilidad social, le dan un reconocimiento tal que en varios de ellos puede considerarse que se ha alcanzado un liderazgo nacional, son ellos: agroindustria azucarera, ciencias agropecuarias, ciencias humanísticas, pensamiento filosófico latinoamericano, tecnologías de construcción de maquinaria, sistemas eléctricos de potencia, telecomunicaciones y computación. Todos estos liderazgos de la Universidad tienen detrás políticas acertadas, pertinencia que asegura relaciones y apoyo de empresas y organismos, esfuerzos colectivos sostenidos y también liderazgos individuales. La Universidad reconoce y apoya la importante labor que realizan los líderes de los grupos científicos y de los centros de investigación que van surgiendo. Esta será una característica constante en todos los próximos periodos, que asegurará éxitos muy importantes con el devenir del tiempo. (pp. 160-161)

Esa acertada política científica y académica es la que posibilitaría que en los difíciles años noventa -conocidos como «periodo especial», dada la severa contracción económica provocada en la Isla por el derrumbe del campo socialista-, a pesar de las enormes dificultades de todo tipo, no solo se mantuviesen las actividades académicas y científicas en la UCLV, sino que, incluso, algunas se incrementaran o surgiesen. Con suficientes razones el autor destaca la significativa transformación cualitativa que se operó en estos años en relación con la superación de sus profesores. Al respecto apunta:

La formación de doctores en la Universidad se inicia en el periodo 1969-1989 y responde a la madurez alcanzada en la formación de profesionales, la actividad científica y la comprensión de la necesidad de superación del claustro para avanzar a niveles académicos superiores y abordar, de manera verdaderamente científica, la solución de los importantes problemas científico-técnicos que se le planteaban a la Universidad, como resultado del avance del desarrollo del país. Es también el resultado de la implementación de varias de las decisiones de la Reforma Universitaria de 1962 que dio una alta prioridad a la investigación. (Rubio González, 2020, p. 164)

Algo que llama poderosamente la atención es que el ritmo de crecimiento del número de doctores en la UCLV en las últimas tres décadas -no obstante el recrudecimiento del bloqueo yanqui y la desaparición de las favorables condiciones de desarrollo que existían antes de la caída del Muro de Berlín- no solo aumentó, sino que también ha favorecido la graduación de numerosos estudiantes de posgrado en maestría y doctorado, procedentes de varios países, en especial de América Latina, el Caribe y África. La vocación internacionalista del proceso revolucionario cubano -reconocida mundialmente en la actualidad con la participación de la Brigada Henry Reeve de trabajadores de la salud en varios países para combatir el ébola, la COVID-19, etcétera-, ha tenido desde hace muchos años múltiples expresiones, sobre todo en el campo educativo.

Por otro lado, la acertada decisión del Gobierno revolucionario, desde sus primeros años, de promover el desarrollo científico en determinados campos esenciales, como la biotecnología y la salud, puede mostrar con orgullo sus resultados desde hace varios años con la producción de nuevas semillas, fármacos, especialmente vacunas, entre otros productos reconocidos internacionalmente. En esa línea la UCLV también ha contribuido de manera significativa. Un ejemplo de ello es que una de las investigadoras participantes en la elaboración de la vacuna Soberana II contra la COVID-19 es egresada de la carrera Farmacia de este centro. Y, de igual modo, podrían presentarse numerosos resultados científicos patentados y premiados internacionalmente producto del arduo trabajo de sus investigadores.

En el libro se demuestra el permanente perfeccionamiento observado en el desarrollo integral de la UCLV desde mediados de la década de los noventa hasta la fecha. En ese sentido, el autor plantea:

Un elemento trascendental fue el cambio de paradigma científico, que pasó de ciencia y técnica a ciencia e innovación tecnológica. La innovación tecnológica y su impronta de introducción de resultados caracterizaron en lo sucesivo el discurso científico, aunque no siempre la acción resultó consecuente. Se introdujo el concepto de trabajo a ciclo completo, que no es más que el concepto de I+D+i, por lo tanto, en buena medida la ciencia cubana se ubicó en el camino de lo que hoy se conoce como sociedad del conocimiento. (Rubio González, 2020, p. 237)

El hecho de que el país se encuentre asediado por el triunfante neoliberalismo, que parecía predestinado a imponerse en todos los confines del planeta con la hipócrita postura del libre mercado -que en verdad no resulta más que una falacia-, no implicó que el pueblo cubano abandonase su proyecto de utopía concreta. Para apuntalar aún más el trascendental proceso revolucionario, la educación superior cubana se irguió virilmente y desafió todos los augurios de fatal declive. En consecuencia, en los últimos tiempos borrascosos, estudiantes y profesores universitarios han sabido continuar navegando en turbulentas aguas apoyándose en los avances científicos y en una praxis pedagógica articulada con la nueva época y con las nuevas circunstancias del mundo globalizado, sin renunciar a sus principios de humanismo práctico.

En esa labor la UCLV, en lugar de replegarse, se multiplicó con el proceso de universalización, el cual ha implicado la creación de nuevas facultades y sedes municipales hasta donde se han trasladado profesores, para desarrollar aquellas carreras que posibilitan su adecuado desenvolvimiento en correspondencia con las infraestructuras académicas exigidas.

Es sabido que lo más difícil para un autor es lograr precisar los términos más adecuados para el título de su libro, pues siempre su contenido desborda los límites semánticos de las palabras que pretenden caracterizar su especificidad, y este de Ángel Rubio no constituye una excepción. A partir de una minuciosa investigación de información bibliográfica, documental y testimonial, logra ofrecer un amplio panorama de la evolución-revolución operada en la UCLV durante sus casi siete décadas de existencia.

Por otro lado, el libro recoge una cantidad considerable de anexos que atestiguan, desde el punto de vista cuantitativo, los diferentes rubros en que se aprecian los pasos de gigantes dados por estudiantes, trabajadores y profesores durante ese tiempo, para hacer de esta institución algo más de lo que enuncia el título del libro, pues no solo constituye un centro de conocimientos y ciencias. También ha sido y continúa siendo un taller educativo de varias generaciones de profesionales axiológicamente comprometidos con la sustancial transformación de la sociedad cubana, además de brindar su colaboración solidaria con las de otras latitudes.

El hecho de que la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas haya sido declarada «Monumento Nacional en reconocimiento a sus valores arquitectónicos, históricos, científicos y educacionales» (Rubio González, 2020, p. 252) evidencia que detrás de la agradable y bella apariencia del campus, cuyas modernas edificaciones se alzan engalanadas por desafiantes árboles y mansos jardines, late el ejemplo de los mártires que enfrentaron la cruel dictadura, resuenan en eco permanente las palabras de Fidel y el Che convocando a emprender una batalla superior a las que ellos habían librado, y en el ambiente académico sobresale la elocuente praxis pedagógica de eminentes profesores, la agudeza heurística de consagrados investigadores, la vehemencia de sus trabajadores por el mejoramiento de sus servicios y la indeclinable decisión de sus estudiantes de superar a todas las generaciones anteriores, con la aspiración de llevar a la práctica la indicación martiana de dar mérito a nuestra patria y a nuestra alma mater.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Notas aclaratorias

11 «El yo pasado, lo que ayer sentimos y pensamos vivo, perdura en una existencia subterránea del espíritu. Basta con que nos desentendamos de la urgente actualidad para que ascienda a flor de alma todo ese pasado nuestro y se ponga de nuevo a resonar. Con una palabra de bellos contornos etimológicos decimos que lo recordamos -esto es, que lo volvemos a pasar por el estuario de nuestro corazón-» (Ortega y Gasset, 1950, p. 159).

33 Véase «Una estrategia para América Latina en los 90: Informe Santa Fe II». (1989).

44 A decir de Guadarrama (2019):

55 «En todo este proceso la Universidad mantuvo el principio de contribuir fuertemente a la formación de nuevos centros, pero evitando cerrar carreras propias, así como no mutilar su estructura multidisciplinaria» (Rubio González, 2020, p. 117).

Notas aclaratorias

22 Según Nussbaum (2010):

Recibido: 11 de Marzo de 2021; Aprobado: 12 de Marzo de 2021

* Autor para la correspondencia: pabloguadarramag@gmail.com

El autor declara que no existen conflictos de intereses.

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