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¿Cómo la educación superior puede influir en los modos culturales de comunicación de jóvenes habaneros?

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Revista Cubana de Educación Superior

versión On-line ISSN 0257-4314

Rev. Cubana Edu. Superior vol.42 no.3 La Habana sept.-dic. 2023  Epub 25-Oct-2023

 

Artículo original

¿Cómo la educación superior puede influir en los modos culturales de comunicación de jóvenes habaneros?

How Higher Education can influence the cultural modes of communication of young Havanans?

0000-0001-5114-7609Naisvel González Herrera1  *  , 0000-0002-1353-4429Elaine Chuco Morales2 

1Dirección de Ciencia y Técnica de la Universidad de La Habana, Cuba.

2Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», Cuba.

RESUMEN

El propósito del presente estudio fue explorar las tendencias de continuidad, ruptura y emergencia en la identidad cultural de jóvenes residentes en La Habana; en especial, se profundizó en la subdimensión comunicativa, es decir, en los modos culturales de comunicación. Los resultados revelaron que en los cuatro indicadores estudiados predominaron los contenidos vulgares, fuera por el lenguaje empleado, las señas realizadas, así como por una apariencia física y vestimenta desfachatada o lujuriosa. Aunque se hicieron referencias a comportamientos con tendencia a lo sencillo y educado, estos fueron marcadamente escasos. Además, aparecieron elementos de desigualdades sociales basados especialmente en la adquisición económica. A modo de conclusión, se advirtieron elementos de continuidad en la centralidad de la socialidad y las relaciones interpersonales, ruptura en los contenidos que los caracterizan, con la emergencia de besos y toqueteo de las nalgas entre los hombres como tipicidad en el saludo.

Palabras-clave: identidad cultural; joven urbano; lenguaje hablado; comunicación no verbal; vestuario

ABSTRACT

The purpose of the present study was to explore the trends of continuity, rupture and emergence in the cultural identity of young residents in Havana, with a special emphasis in the communicative subdimension, that is, in the cultural modes of communication. The results revealed that in the four indicators studied the vulgar contents predominated, whether by the language used, the signs made, as well as by a physical appearance and shameless or lustful dressing. Although references were made to behaviors with a tendency to the simple and educated, these were markedly scarce. In addition, elements of social inequalities appeared, based especially on economic acquisition. In conclusion, elements of continuity in the centrality of social and interpersonal relations were noticed, rupture in the contents that characterize them, with the emergence of kisses and buttocks touching among men as typicity in the greeting.

Key words: cultural identity; urban youth; spoken language; nonverbal communication; clothing

INTRODUCCIÓN

Adentrarse en el ámbito de las identidades culturales, conlleva asumir su proximidad con otros términos relevantes, tales como identidad nacional, étnica y territorial, unido a las expresiones y componentes de todas ellas. Tal articulación es justamente el elemento distintivo del mapa conceptual; sus vínculos van desde fusiones y homologaciones hasta diferenciaciones percibidas con claridad. Las elaboraciones concernientes a la identidad cultural no replican de manera automática las formulaciones generales, aunque sí se adscriben al condicionamiento histórico, al carácter dinámico y relacional, para luego mostrar particularidades en los indicadores, contenidos y contextos de construcción.

Entre los autores que reportaron más utilidad para el estudio se encuentran algunos enmarcados en la producción y crítica de los estudios culturales (Hall y Gay, 2003; Martín Barbero et al., 2017; Mattelart y Neveu, 2004) y otros adscritos a una visión más liberadora (Colombres, 2014; Giménez, 2004; Valenzuela, 2004). Como antecedentes teóricos de especial significación por su pertenencia al Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello», concentración en la identidad cultural y enfoque sociológico que colinda con la visión sociopsicológica del presente estudio, se retoman las producciones de Rolando Zamora Fernández (2000), Maritza García Alfonso (2002) y Fernando Martínez Heredia (2008).

Las concepciones de estos autores se retomaron en el análisis de las nociones generales en torno a las identidades, para precisar algunas ideas de partida con vista a los estudios empíricos (Morales, 2017):

  • La identidad es una construcción subjetiva multideterminada; está condicionada por el contexto político, socioeconómico e histórico cultural; y por tanto, es social y cultural en sí misma. La distinción de un tipo de identidad responde a exigencias investigativas.

  • La identidad supone articulación estable de aquellas identidades existentes a nivel individual y grupal. Se configura y expresa en interrelación con las características y contenidos correspondientes a esos niveles de existencia de la subjetividad. Esta complejidad y diversidad conduce a reconocer la existencia de identidades.

  • Se configuran en torno a una amplia variedad de elementos objetivos y subjetivos, que configuran una imagen densa, estable, compartida y reconocida al interior y al exterior del grupo.

  • Se distinguen como elementos centrales las autopercepciones que aportan homogeneidad sobre y heterogeneidad con respecto a otros, unido al sentido de pertenencia y la identificación con un grupo.

  • Se reconocen identidades asociadas a clase, género, generación, territorio, condición racial, religión, así como a gremio, ocupación, formación profesional, ideología, entre otras. Cada una de ellas cuenta con niveles de expresión y complejidad. Del mismo modo, se observan identidades de grupos pequeños, reconocidos por su condición psicosocial.

  • Implica una relación con otro, ya sea en función de complemento u oposición, de lo cual deriva su vínculo con los procesos de inclusión o exclusión social.

  • Evoluciona, es dinámica y contextual.

  • Su construcción ocurre a partir de la influencia de diversos agentes y mecanismos que emergen diferenciadamente según contextos y oportunidades de interacción y diálogo.

  • Constituyen un aspecto clave en la formación y expresión de ideologías.

  • Se pueden estudiar en grupos nominales y en grupos psicosociales. Se puede estudiar mediante los propios recursos que marcan las diferentes dimensiones, es decir los símbolos y significados.

Este artículo tiene como objetivo develar las tendencias de continuidad, ruptura y emergencia en la identidad cultural de jóvenes residentes en La Habana, durante el período de enero de 2019 a febrero de 2020. La continuidad alude a los contenidos identitarios semejantes a generaciones anteriores; la ruptura, a los que tuvieron claras diferencias, ya fuera por ausencia o por transformaciones sustanciales y, lo emergente, a aquellos portados por generaciones anteriores, pero con innovaciones poco extendidas o solidificadas.

La identidad cultural se estudió en sus dimensiones cognitiva -integrada por las subdimensión comunicativa, valorativa y asociativa- y afectiva. Los resultados de investigación aquí presentados son los concernientes a la subdimensión comunicativa, que devela los aspectos verbales y no verbales, integrada por los indicadores: frases comunicativas, gestos y señas, apariencia física y estilo. El recorrido por este tópico obedece al reconocido lugar de lo comunicativo en la identidad cultural en Cuba.

METODOLOGÍA

El estudio de los contenidos de la identidad cultural de diferentes grupos de jóvenes de La Habana se realizó a partir de un diseño mixto de triangulación concurrente, de manera que se emplearon multimétodos para la recolección de datos cuantitativos y cualitativos y el análisis e interpretación de los resultados fue producto de toda la información en su conjunto. No obstante, es importante destacar que se le otorgó más importancia a la perspectiva cualitativa. El propósito central de la integración fue la triangulación, complementación y explicación de la información recabada.

El estudio se estructuró en dos fases. En la primera etapa se aplicó el «Cuestionario de identidad cultural» de Elaine Morales (2011), validado para el contexto cubano e integrado por 14 preguntas abiertas. La muestra, seleccionada a través de un muestreo guiado por propósitos, estuvo integrada por 187 jóvenes, con edades comprendidas entre los 14 y 30 años, pertenecientes a cinco subgrupos en función del nivel de enseñanza: escuela secundaria básica urbana (ESBU), nivel medio en música (NM), politécnico (PT), instituto preuniversitario (IP) y Escuela de Barbería y Peluquería del proyecto comunitario Artecorte. En la segunda fase del estudio se aplicó el grupo de discusión, para el cual se eligieron 13 jóvenes pertenecientes al proyecto Artecorte, a través de una muestra multiniveles.

RESULTADOS

El recorrido por los cuatro indicadores de este tópico obedece al reconocido lugar de lo comunicativo en la identidad cultural asumida en nuestro país. A continuación, se presenta lo referido por los sujetos en cuanto a formas verbales, no verbales, apariencia física y estilo.

Frases utilizadas por los jóvenes para comunicarse

Las palabras y frases mencionadas por los jóvenes para comunicarse se agruparon en cuatro categorías: chabacano (61 %) -descortesías y ordinarieces-; Formal (15 %) -respuestas relativas al deber ser que apuntaron a un uso convencional o estereotipado del lenguaje, más que educado y adecuado, instituido como práctica comunicativa habitual-; Negativo (14 %) -palabras obscenas y de incitaciones a conductas nocivas- y Situacional (10 %) -lenguaje emparentado a lo contextual, que en el ámbito actual parecieron estar vinculadas a frases de letras musicales populares y de series, así como a los códigos propios de los team. .1

Se presentaron de manera independiente las tres categorías que hicieron referencias a un lenguaje pobre e impropio (chabacano, negativo y situacional), en tanto, dichos contenidos mostraron sutiles diferencias cualitativas en la intención y el significado con que se emplearon en la comunicación, como ilustran las siguientes narrativas:

Chabacano: «Dímelo matatán», «Oye que fula te pones», «Me voy pal gao».

Negativo: «Manda pinga, esta mierda», «Asere, sabgistan, cochineo».

Situacional: «Tixxa», «To durako», «To lendo»; «Me voyyyy, pa’ mi casa».

De manera que, en otra variante igualmente válida, estas tres categorías se pueden agrupar quedando solo dos modalidades: Chabacano (85 %) y Formal (15 %). A partir de lo cual, se señala que en general, predominó entre los jóvenes el uso de un lenguaje vulgar, grosero y descortés. Este aspecto resaltó significativamente la contraposición entre lo dañino y lo enriquecedor detectado en la formación identitaria.

Por otra parte, las tablas de contingencia indicaron que las mujeres emplearon con más frecuencia frases formales, situacionales y negativas; en tanto los hombres sobresalieron en el lenguaje chabacano.

Gestos y señas empleados por los jóvenes para comunicarse

Los gestos y señas percibidos como característicos de la comunicación no verbal y que emergieron en el cuestionario se agruparon en cinco categorías: Manual (44 %), Facial (25 %), Negativo (15 %), Corporal (8 %) y Verbal (8 %). Predominaron los contenidos que aludieron al cuerpo como instrumento en la comunicación no verbal -manual, facial y corporal, sumando 77 % en total-. Se analizaron las apoyaturas corporales de manera independiente para resaltar las diferencias cualitativas entre aquellos gestos realizados con las manos, el rostro u otras partes del cuerpo. Un resultado revelador se obtuvo de las narrativas, las que dieron pistas de cambios en las maneras del contacto físico entre los hombres, con la presencia estable de besos y nalgadas en el saludo:

  • Manual: «Saludos largos con las manos, el gesto de la paz y demás con la mano»; «Manotear al hablar, prácticamente todos gesticulamos».

  • Facial: «Guiñarse el ojo»; «Besos indiferentemente al sexo»; «Se chifla».

  • Corporal: «Darse abrazos y palmadas fuertes»; «Tocarse las nalgas entre los hombres».

Asimismo, algunos jóvenes pusieron nuevamente la mirada sobre la cualidad Negativa (15 %) de algunos gestos y señas que realizan sus coetáneos, que deslucen la imagen y la estética de la interacción. Al respecto resaltaron: «Señas desagradables como el dedo corazón y los índice y meñique (tarros)»; «Gestos para faltar el respeto como sacar el dedo del medio o realizar un corte de mangas»; «Muescas con la boca, muestran con las partes íntimas».

Los contenidos de la categoría Verbal (8 %) ‒«te interrumpen; te gritan»‒, no se ajustaron al enunciado de la pregunta. No obstante, su emergencia reveló la imbricación de los componentes de la expresión verbal y no verbal para los jóvenes; y, ratificaron la presencia de comportamientos reconocidos como típicos en el contexto cubano.

El análisis de las tablas de contingencia indica que las mujeres resaltaron marcadamente en las expresiones corporales y con menos énfasis en lenguaje facial y en el negativo. Por otra parte, los estudiantes del PT se agruparon como tendencia en la categoría Negativo en los indicadores Frases y Gestos (40 % y 41 % respectivamente), lo que sugirió que en este segmento es más pronunciada la depauperación de la comunicación.

Apariencia física de los jóvenes

Los contenidos que emergieron en este indicador hicieron referencia a la estética en las prácticas de vestir, al aspecto físico, la imagen corporal y los hábitos de higiene. Como se aprecia en la Figura 1, en primer lugar, se ubicó la categoría Adecuada (23 %), que hizo referencia a la importancia otorgada por los jóvenes a diferentes elementos que conforman su imagen personal, entre ellos, la educación formal. En segundo orden resaltó lo Inadecuado (18 %), que aludió en varias ocasiones a los reparteros o a las prendas que este grupo viste, por lo que se presupuso un relativo rechazo a la imagen que proyectan las personas que asumen este estilo. Cabe considerar que la percepción polarizada de los jóvenes, reflejada en el antagonismo de este dueto (adecuada-inadecuada), expuso la marcada heterogeneidad en los modos de vestir, calzar, peinarse y lucir, como cualidad de la identidad cultural. A continuación, se mencionan algunas líneas del discurso:

  • Adecuada: «Los jóvenes andamos mayormente limpios y arreglados para presumir»; «Una persona debe ser respetuoso para tener una buena apariencia física».

  • Inadecuada: «Facha increíble»; «Cochinos»; «Los hombres como quiera».

Fuente: elaboración propia.

Figura 1 Apariencia física como forma comunicativa no verbal según jóvenes encuestados. 

En la tercera posición se hallaron las categorías uso de Tatuaje (13 %), de Piercing (12 %) y Excéntrica (12 %), en alusión, respectivamente, al uso de prendas, a la pigmentación de figuras en distintas partes del cuerpo y a las conductas exacerbadas, propias y esperadas en la adolescencia, a través de las cuales estos intentan satisfacer necesidades de reconocimiento y aceptación. Según las percepciones, los varones sobresalieron por las maneras llamativas en la que portaron el cabello: «Pelo de llamativos colores»; «Peinados extravagantes en los hombres», «Usan prendas extravagantes»; «Uñas largas con colores llamativos».

Luego, aparecieron con menos notabilidad las categorías Físico (10 %) y Diversidad (10 %). En la primera, se mencionaron rasgos corporales -color de la piel y de los ojos, complexión física- y se destacó, nuevamente, la importancia del cuerpo para estar a la moda y ser aprobados por el grupo. En la segunda se reconoció, con proyección favorable, la heterogeneidad que caracterizó la apariencia física en los jóvenes, donde coexisten en armonía diversos estilos estéticos y, en cierta medida, ideológicos (africano, friki, micky, hippie y repartero).

  • Físico: «Delgados, pretenden estar en forma, sino no serán aceptados», «Todos se ponen flacos para que les sirvan los pantalones estrechos».

  • Diversidad: «Todos no somos iguales»; «Friki, micky, hippie, repa y otros andan flow psychos».

Por último, sin relevancia estadística apareció la categoría Imitación (3 %), en la que se agruparon las descripciones a la reproducción de proyecciones estéticas de personas provenientes del extranjero, así como artistas y/o cantantes de moda: «Parecerse a los modelos o personalidades famosas que ven en Internet», «La moda que se usa en países extranjeros».

Al igual que en los indicadores precedentes se apreció la crítica de los propios jóvenes hacia algunas conductas de sus coetáneos; en este caso se dirigieron a las incluidas en las categorías Inadecuada, Excéntrica e Imitación.

Vestuario de los jóvenes

La estética en el vestir que percibieron los jóvenes, como ilustra la Figura 2, fue mayoritariamente Informal (56 %), cuyos contenidos fueron más relativos al marcado uso de atuendos impropios, que en los hombres denotaron despreocupación -«al como quiera»- y en las mujeres excesivo erotismo -descrito por los propios jóvenes como extravagante, vulgar y provocador-; que a la típica ropa deportiva. Este indicador exhibió una visible fractura al interior del grupo estudiado, con respuestas elaboradas en tercera persona, recalcando que son otros quienes no se ajustan a las normas sociales conocidas y visten sin pudor. Así lo ilustraron algunos textos del cuestionario: «Los hombres short abajo del calzoncillo, botas de agua, el desmangado»; «Empercudidos, ancho, ripiados, se visten deportivamente», «En las mujeres cosas cortas y un poco bastante obscenas y desagradables».

Fuente: elaboración propia.

Figura 2 Vestuario como forma comunicativa no verbal según jóvenes encuestados. 

Por otra parte, en Moda (20 %) se agruparon aquellas opiniones que hicieron referencias directas a marcas comerciales o que quedaron en la simple mención de «a la moda». Se diferenciaron los contenidos de esta categoría de la precedente, para destacar la tendencia en esta a la ética del tener y al consumismo de productos que simbolizan en el contexto cubano un elevado poder adquisitivo. En general, predominó la mención de marcas deportivas (Fila, Adidas, Nike, Supreme, Gucci) y, por consiguiente, el uso de ropa sport con una evidente preocupación por el porte y aspecto, a diferencia de los contenidos mencionados en la categoría anterior.

En contraste, en Adecuada (9 %), se agruparon las opiniones de una minoría de encuestados que describieron elementos asociados a la elegancia, al buen gusto hacia el vestuario o, como mínimo, a lo decente, apropiado y sencillo: «Elegante y bonita (europea) »; «muy alta calidad», «blusas y pantalones adecuadamente», «algo sencillo que no llame mucho la atención, nada caro».

Una minoría de jóvenes señaló que el vestir no solo es una cuestión de estilo o preferencias, sino también de Posibilidad (6 %), refiriéndose a las diferencias en cuanto al poder adquisitivo, sustentadas en las desigualdades sociales existentes hoy en el país. En esta categoría se agruparon personas de piel negra (40 %) y mestiza (40 %), hombres (60 %) y estudiantes del PT (60 %), pincelada que expusieron los perfiles típicos de los sectores vulnerables. Se apreció al leer lo siguiente: «Lo que se puede comprar, lo que nos mandan»; «Algunos se visten bien y otros mal depende de la economía de las personas».

La categoría Imitación (5 %), en cierta medida, fue una crítica hacia aquellos jóvenes cuyos atuendos reprodujeron acríticamente cánones portados por personas o grupos provenientes de otros países. Se refirieron en especial a los que imponen determinados artistas y cantantes -«Marcas que los artistas pongan de moda, monos, pantalones tubo»; «Depende del género de música que escuche»-.

Sobre la categoría Uniforme (5 %), solo mencionar que hizo alusión de manera concreta al uso del uniforme escolar que distingue a los estudiantes cubanos en dependencia del año escolar que cursen. Por último, significar que resultó curioso que no emergiera en este indicar el uso de vestuarios o prendas religiosas, en especial de la corriente africana o yoruba, teniendo en cuenta la fuerza que esta práctica tiene en la población cubana en general, en la cual se insertan de manera naturalizada niños, adolescentes y jóvenes.

DISCUSIÓN

Los códigos de interacción verbal empleados por los jóvenes evidenciaron la diversidad de modos de ser y hacerse notar existentes hoy entre la juventud habanera. Percibieron como atributos comunes el uso de un lenguaje verbal pobre y soez, reforzado en lo extraverbal con ademanes corporales del mismo tipo. Resaltó la gestualidad particularmente manual, evidente, espontánea y con claros fines de comunicar simpatías o antipatías, aprobación o desaprobación. En general, destacó la afectividad como rasgo distintivo de las formas comunicativas, expresada en el contacto físico -besos, apretón de manos, abrazos- sin distinción de géneros.

Asimismo, en la apariencia física se reconocieron como elementos comunes la preocupación por el aseo y el arreglo personal, acompañada por la fisionomía llamativa y la incorporación de los símbolos corporales. En el vestuario, privilegiaron un estilo informal marcado por la moda y diferenciado por el poder adquisitivo, que condujo al uso predominante de piezas deportivas y eróticas, que no distinguieron ocasiones, y suelen subordinarse al estilo de lo que esté en boga y a modelos foráneos. A la par, emerge la heterogeneidad de estilos (africano, friki, micky, hippie y repartero) que matizan la apariencia física y el vestuario, así como los consumos musicales -esto último no objeto de esta investigación-. Otras investigadoras cubanas han revelado características similares en estudios más profundos, que indagaron además en las desventajas socioeconómicas (Espronceda y Lavielle Pullés, 2013; Morales, 2010; Pulgarón, 2016).

Las características sociodemográficas matizaron los contenidos, y se pudieron detectar algunas tendencias generales:

  • Los adolescentes -que son básicamente estudiantes- tienen un comportamiento diferente a los jóvenes -que se desempeñaron mayormente como trabajadores-. Ello se apreció en los códigos comunicativos verbales y no verbales y en la inclinación de los más jóvenes por tatuajes y piercing.

  • Las mujeres se distinguieron de los hombres, sobre todo en el menor uso de un lenguaje chabacano, en una mayor preocupación por la apariencia y el vestir, dejando a ellos más excentricidad, aspecto desagradable y conductas imitativas. Ambos grupos se asemejan en el uso de besos y abrazos en los saludos.

  • Las diferencias trascendieron lo sociodemográfico y dieron indicios de desigualdades sociales, que afectaron más a los sectores vulnerables, en especial personas negras y mestizas, y asociadas a baja escolaridad.

En cuanto a la dimensión afectiva, en el área de la subdimensión comunicativa se constataron al menos tres tendencias. Una que respaldó la autoimagen, mostró sentido de pertenencia y aceptación. La segunda se relacionó con las expresiones verbales inelegantes y mostró implicaciones afectivas un tanto desfavorables, pero no explicitó distanciamiento ni crítica con respecto a las manifestaciones chabacanas y vulgares.

La tercera, marcadamente minoritaria, expresó de modo transparente su crítica al describir en tercera persona conductas inadecuadas -son ellos y no yo-, reprochar explícitamente tales manifestaciones y aportar ejemplos favorables sobre el deber ser en términos de lenguaje verbal y no verbal, el cuidado de la imagen personal, la apariencia física y el vestuario. Al colocar fuera del grupo de pertenencia, el uso de palabras, frases y gestos obscenos, así como la apariencia y el vestuario ordinario, dejaron ver no solo heterogeneidad en la identidad cultural, sino distanciamiento y descalificación de los rasgos más extendidos.

Resultados similares han sido descritos por de la Torre (2001) en sus estudios sobre identidades en jóvenes cubanos, en los que se han reconocido la presencia de características negativas, tales como agresividad y mala educación, percibidas en calidad de transformaciones circunstanciales, a tono con los cambios en el país y los problemas de la vida cotidiana, pero que no fueron admitidas como imágenes definitivas («estamos siendo, no somos») con lo cual emerge cierta crítica a la identidad.

Las descripciones condensadas permitieron presentar la configuración aproximada de la identidad cultural en los grupos de jóvenes estudiados, tomando en cuenta las autopercepciones reveladas. Destacaron la sociabilidad y las relaciones afectivas, donde se advirtió continuidad en lo que se reconoció como identidad cultural cubana. Las formas comunicativas que se reconocieron como propias y que fueron vehículos para expresar agrados y desagrados marcaron distancia con generaciones anteriores: expresiones verbales y no verbales que en calidad y cantidad remarcaron códigos intrageneracionales y dificultaron nexos con generaciones precedentes; besos entre hombres, vestuario en función de marcas comerciales que legitimaron estatus socioeconómico, erotismo en el vestuario y signos corporales reforzaron los contenidos de las verbalizaciones.

Los rasgos distintivos de la identidad cultural se encuentran en construcción, debido a las características sociopsicológicas que acompañan a su edad biológica. Están fuertemente impactados por el contexto socioeconómico contentivo del incremento de las desigualdades, la pobreza y las exclusiones. Los grupos de jóvenes estudiados no mostraron diferencias sustanciales en atención a las características demográficas, ocupacionales o territoriales; de manera que la heterogeneidad constatada no agrede la homogeneidad identitaria. La pertenencia a diferentes grupos socioclasistas apareció como el sustrato esencial de las distinciones, y del reconocimiento de la pluralidad de apropiaciones y manifestaciones de la identidad cultural.

Los rasgos de la identidad cultural hasta aquí comentados pueden estar asociados también a regularidades de la edad: conductas rebeldes, llamativas y transgresoras, que viabilizan el ser aceptado en el grupo de coetáneos. También a otras tendencias comportamentales que han emergido en años recientes referidas a la autonomía en el manejo simbólico del cuerpo, como expresión de un estado sentimental significativo, una práctica de moda y/o la adscripción a grupos políticos, culturales, sociales, generacionales y/o económicos.

CONCLUSIONES

A modo de conclusión, los modos de comunicarse que imbricaron elementos de lo verbal y no verbal, proyectaron entre los jóvenes una imagen y estética personal diversa, con tendencia al desenfado, deterioro y vulgaridad, que desplazó al segundo plano las maneras más comedidas, respetuosas y aceptadas socialmente; lo que supuso la existencia y expresión de varias formas identitarias.

La autopercepción de los encuestados develó el deterioro del lenguaje en las prácticas comunicativas juveniles, con un uso más bien llano y escueto, en contraste con la riqueza del idioma castellano. Asimismo, fue explícita la relevancia otorgada por los jóvenes al contacto físico y a la gesticulación en saludos, conversaciones y en el establecimiento de las relaciones interpersonales, lo que ponderó los elementos de la comunicación no verbal en la identidad cultural.

También fue importante preponderar la discreta, pero constante presencia de un grupo minoritario que, en tercera persona, en representación de un otro y a modo de protesta y resistencia a la vulgaridad verbal y no verbal, criticó las conductas de la mayoría de sus coetáneos en cuanto al incorrecto uso del lenguaje, de los gestos, del vestuario y, en general, de la apariencia física.

La dimensión afectiva se distinguió por la aceptación de las características comunes, incluyendo posturas acríticas ante los elementos negativas, que contrastó con el minoritario y disperso cuestionamiento o distanciamiento con respecto a los rasgos más extendidos.

Por último, la estrecha relación que guardaron los contenidos de los cuatro indicadores estudiados -frases, gestos, apariencia física y vestuario- expresaron la consistencia y coherencia de los resultados obtenidos en la investigación.

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Notas aclaratorias

11 Nuevas formas de culturas juveniles en las que se agrupan muchos jóvenes cubanos (Pañellas, 2019).

Recibido: 31 de Enero de 2023; Aprobado: 10 de Abril de 2023

*Autor para la correspondencia: naisvel86@gmail.com

Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.

Naisvel González Herrera: profundizó en los elementos metodológicos y empíricos de la identidad cultural, participó en la aplicación de los cuestionarios y el grupo de discusión, realizó el procesamiento y análisis de la información cualitativa, así como el estadístico de los datos cuantitativos, elaboró el informe de investigación.

Elaine Morales Chuco: profundizó en los elementos teóricos, metodológicos y empíricos de la identidad cultural a partir de la revisión bibliográfica, elaboró el Cuestionario de Identidad Cultural, participó en la aplicación de los cuestionarios, revisó el informe de investigación.

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