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Cultivos Tropicales

versión impresa ISSN 0258-5936

cultrop v.30 n.2 La Habana abr.-jun. 2009

 

Transformaciones agrícolas y experiencias de innovación a escala local

 


Lucy MartínI

I
Investigadora Auxiliar del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), Calle B 352 esq. 15, Plaza de la Revolución, Ciudad Habana; Email: lucy@cips.cu

 


Resumen

A partir de experiencias de investigación-transformación en sistemas agrícolas en Cuba, el trabajo examina áreas relevantes en una concepción de desarrollo rural sustentable, como el fortalecimiento y la diversificación de los sistemas agropecuarios y las economías locales, la articulación de actores y participación en los procesos de desarrollo, que evidencian el movimiento desde un enfoque eminentemente tecnológico hacia una propuesta más social e integradora. Evidencias que emanan de la investigación-acción en el contexto agrícola avalan los beneficios y la posibilidad de: a) combinar el mejoramiento de los cultivos con el mantenimiento de la diversidad genética; b) la participación de lo(a)s campesino(a)s en la actividad del mejoramiento genético; c) la necesidad de ampliar los criterios de selección de variedades más allá de los estrictamente económicos; d) los beneficios del proceso de aprendizaje de doble vía y e) la ampliación de los criterios de sustentabilidad no referidos a tecnologías específicas sino a los contextos particulares en que estas se insertan, potenciando la relación entre la investigación agrícola y las condiciones reales de los distintos sistemas productivos. Se argumenta la necesidad en el contexto cubano de una mayor presencia en los diseños de desarrollo rural de concepciones, centradas en las potencialidades de autotransformación y autodesarrollo de los actores locales, para la conformación de un modelo de desarrollo más endógeno y sostenible.

Palabras clave: desarrollo rural, sostenibilidad, participación, agricultores, clases sociales[/keyword][/keygrp]


Abstrac

Starting from some investigation-transformation experiences on agricultural systems in Cuba, this paper studies outstanding areas within a sustainable rural development conception, such as the strengthening and diversification of agricultural systems and local economies, actors´ organization and participation in developing processes that make evident the movement from an eminently technological approach towards a more social and integrating proposal. Evidences emanating from investigation-action within the agricultural context endorse the benefits and possibility of: a) combining crop improvement with genetic diversity maintenance; b) making male or female farmers participate in breeding activity; c) needing to enlarge varietal selection criteria beyond the strictly economic ones, d) obtaining benefits from the double-way learning process and e) widening sustainability criteria which are not referred to specific technologies but to particular contexts in which they are inserted, so potentiating the relationship between agricultural research and the actual conditions of different productive systems. Besides, this study shows the need of a greater presence in the rural development conception designs within Cuban context, focused on local actors´ self-transforming and self-developing potentialities, to conform a more endogenous and sustainable development model.

Keywords: rural development, sustainability, participation, farmers, social classes

 


Introducción

En el debate actual sobre la nueva ruralidad, que cuestiona la clásica dicotomía urbano-rural y plantea nuevos alcances y contenidos de lo “rural”, la realidad cubana, a la vez que reproduce rasgos comunes con otros contextos, debido a la conexión con lógicas más generales de inserción económica y social, evidencia particularidades derivadas del signo diferentes del modelo de desarrollo asumido.
En Cuba, dada la existencia de servicios sociales universales que asegura el acceso masivo a elementos esenciales para el desarrollo humano, no se asocia pobreza con exclusión y desamparo. Estudios sobre el Índice Territorial de Desarrollo Humano (ITDH) evidencian que las dimensiones económicas (volumen de inversiones, circulación mercantil) y condiciones de vida (estado de la vivienda, acceso a agua potable y electricidad) son las que están marcando la brecha de la desigualdad territorial (1), a la vez que quizás como rasgo particular del modelo de desarrollo cubano, estos procesos de desigualdad transcurren con un alto grado de homogeneidad en un grupo de indicadores básicos del bienestar humano, tales como la tasa de escolarización, esperanza de vida al nacer, tasas de mortalidad infantil y materna.
Las estrategias de desarrollo rural y agrícola implementadas en Cuba han alcanzado sustantivos éxitos en áreas que plagan la realidad de la generalidad de los países de Latinoamérica y el Caribe; en particular, la dignificación y el fortalecimiento del campesinado y la reanimación de los sistemas agrícolas campesinos. Sin embargo, no se han podido eludir los factores de naturaleza histórica vinculados a una experiencia de capitalismo dependiente, la inserción de Cuba en una economía global y las imperfecciones en los procesos de planificación del desarrollo.
Los procesos de fragmentación de la estructura social conviven con los de fortalecimiento socio-económico diferenciado y las brechas territoriales no han dejado de existir, viéndose incluso compromete-doramente reforzadas en estos años de crisis. A las zonas rurales las ha seguido caracterizando la cada vez menor proporción de población, debido a las migraciones, la mayor concentración de población con niveles bajos de educación y calificación, y los menores niveles relativos de acceso a los servicios de electrificación y agua potable, entre otras desventajas sociales.
Este trabajo examina la ruralidad desde las principales transformaciones que están teniendo lugar en el sector agropecuario, para concluir sustentando la necesidad de la progresiva valoración de las comunidades y los sistemas agrícolas locales en los procesos de desarrollo agropecuario, y de un mayor protagonismo de la escala local y sus actores, en una articulación más efectiva entre investigación y desarrollo agrícola.
METODOLOGÍA EMPLEADA
Este trabajo, producido desde la disciplina sociológica, parte de la necesidad de enfocar los sistemas de producción agrícola de forma sistémica y defiende la importancia de una perspectiva sociológica, para trabajar en pos del diseño y manejo sostenible de los recursos.
Desde este enfoque, los sistemas agrícolas son entendidos como ecosistemas donde intervienen variables o dimensiones no solo biofísicas y técnicas, sino también económicas, sociales y culturales.
No se trata esencialmente de maximizar la producción, sino de optimizar el agroecosistema como un todo (2) y, en este sentido, lograr su sostenibilidad tanto ecológica, como económica, social y cultural, a la luz de la integración de las ciencias de la naturaleza con las ciencias sociales y humanas.
Los resultados que se exponen sobre las experiencias de la investigación participativa con énfasis en abordajes multidisciplinarios ha privilegiado la observación, entrevista con diferentes actores y el análisis de documentos, como técnicas de obtención de información, donde las dimensiones sociales y ecológicas cobran especial centralidad.
RESULTADOS
Comoquiera que el eje estructurador de la ruralidad cubana continúa siendo la producción agropecuaria en la compleja coyuntura actual del país, caracterizada por el proceso involutivo del sector agropecuario, crecimiento de los precios de los alimentos a nivel mundial y la reciente devastación provocada por los tres huracanes que azotaron la isla, la agricultura deviene en problema de seguridad nacional y es componente medular en una perspectiva de desarrollo sostenible. Los especialistas concuerdan en que las transformaciones a realizar requieren de un abordaje sistémico, con altos grados de creatividad y determinados niveles de ruptura con las prácticas y concepciones al uso.
La urgencia de elevar la eficiencia agropecuaria, tanto en términos de rendimientos como productividad, se plantea como tarea de primer orden y el despegue de la agricultura es asumido como cuestión de sobrevivencia del socialismo cubano, desde el ángulo de la cobertura de las necesidades de alimentación de la población, sustitución de importaciones y diversificación de exportaciones de origen agropecuario, tributando a un mejoramiento sustancial de la balanza comercial.
Múltiples y documentados estudios sobre esta problemática ilustran fehacientemente la considerable desestabilización de los sistemas productivos agrícolas, debido al nivel de tecnificación y la elevada dependencia externa en que se asentaba el sector agropecuario. Un dato ilustrativo consiste en la caída del valor agregado agropecuario en un 52 %, en comparación con el decrecimiento del PIB en un 35 % entre 1989 y 1993 (3).
En la década de los años 90, tuvo lugar una primera etapa de cambios en la agricultura, para reactivar el sector agropecuario; entre dichas medidas sobresalen:
Y creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC) a partir de las grandes empresas estatales, lo que implica cambios en la forma de tenencia de la tierra y gestión de los recursos
entrega de tierras en usufructo a los interesados en hacerlas producir
apertura del mercado libre para las producciones destinadas a la alimentación, una vez cumplidos los planes de entrega a la empresa estatal
apertura a la inversión extranjera; en la actualidad existen varias asociaciones con capital extranjero en la actividad tabacalera, citrícola y también en los cultivos de arroz y hortalizas
elevación de los precios de compra de las producciones del sector
desarrollo de la agricultura urbana en todas las ciudades y cabeceras municipales, y en todos los agrupamientos urbanos
aplicación de sistemas de estimulación en divisas para producciones destinadas a la sustitución de importaciones y exportación.
El impacto más evidente de estas medidas se evidenció en el incremento de los grupos vinculados a la producción agropecuaria, que pasó del 24,9 al 27,1 % entre 1991 y 2000. En la estructura de la ocupación a nivel nacional, el grupo de trabajadores vinculados a la propiedad privada transitó entre 1989 y 2000 de un 4,3 a un 13,4 %, o sea, se triplicó2, junto a una resignificación del espacio cooperativo, que se movió del 1,7 al 8,4 %, como consecuencia de la creación de las UBPC en el anterior espacio estatal agropecuario y de una pérdida del peso de los trabajadores estatales.
Por supuesto que estos movimientos en la estructura social obedecen a cambios en la estructura de la propiedad agrícola.
En 1990, el estado administraba el 75 % de las tierras agrícolas; en el 2007 lo hizo en el 35,8 %, en tanto el sector no estatal aumentó su presencia del 25 al 64,2 % (Tabla I).



El surgimiento de las UBPC en antiguas tierras estatales es la variable fundamental que explica este tránsito. La forma privada de tenencia y gestión ha ido ganando espacio, sobre todo a partir de la entrega de tierras en usufructo y por el retorno de familiares a las labores agrícolas.
Otro comportamiento que caracteriza estas transformaciones, y que desde el ángulo del desarrollo de la estructura social agrícola constituye algo no deseado, es la sostenida pérdida de peso del grupo de campesinos cooperativistas, que se expresa también en números absolutos y en la generalidad de los indicadores: unidades de producción, socios y tierras (Tabla II).

Sin embargo, después de discretos resultados en la recuperación del sector y avances en un manejo más agroecológico de los sistemas productivos, el comportamiento de importantes indicadores plantea un estado de emergencia en el ámbito de la producción agropecuaria, provocando desde mediados del 2007 que el tema de la agricultura retome espacios de debate y reflexión en la sociedad cubana, y ya comienzan a verse resultados, como la eliminación de los prolongados impagos a los productores por parte de las empresas estatales y los cambios en el sistema de cobro de las producciones vendidas, que favorecen a los agricultores, la batalla contra el marabú para convertir tierras ociosas en productivas, cambios y facilidades en la producción de carne vacuna, y el sistema de estimulación a la producción de leche y carne a escala local, por solo citar algunos ejemplos conocidos.
Algunos elementos pueden ilustrar el creciente deterioro de la base agrícola y la tendencia hacia una recuperación de las formas estatales de producción en el sector agropecuario, en detrimento de formas más autogestoras y demostradamente más eficientes en la producción de alimentos y el manejo de los recursos:
disminución de la proporción de ocupados en la actividad agropecuaria: entre el 2000 y 2006 esta proporción varió del 27,1 al 20 % (4)
significativo deterioro de la tierra agrícola: la proporción de tierra cultivada en el país ha disminuido del 37,6 en el 2000 al 23,2 % en el 2007 (5) y los suelos presentan elevados niveles de afectación como drenaje (40,3 %), erosión (43,3 %), salinidad (14,9 %), bajo nivel de materia orgánica (68,7 %), acidez (40,3 %), fertilidad (44,8 %) y compactación (23,9 %) (6)
pérdida de peso de la forma cooperativa de producción expresada en una disminución del número de cooperativas, cooperativistas y la cantidad de tierra en manos de este sector; para el período 2000-2006 la cantidad de CPA pasó de 1146 a 1102, en tanto la proporción de campesinos cooperativistas (CPA) pasó del 2 al 1,5 % y la de miembros de UBPC disminuyó desde 6,6 a 2,7 % del total de ocupados en la economía. La proporción de superficie agrícola en las CPA descendió del 9 al 8,8 % entre el 2002 y 2006 (7)
tendencia a la estatización de la actividad agropecuaria, sin que esto indique un mejor aprovechamiento; la proporción de superficie agrícola en manos del estado ha pasado del 34,7 en el 2002 al 35,8 % en el 2007, y la serie histórica 1990-2007 visibiliza un continuado y creciente deterioro del uso del área agrícola3 en el sector de propiedad estatal, que transita en este período de 69,1 % de área cultivada a 29,2 % (5)
desestímulo de la fuerza de trabajo; en un contexto general de aumento de ingresos de la población entre el 2001 y 2006, los grupos cooperativistas y campesinos han sido los menos favorecidos y exhiben un menor crecimiento en los ingresos. Las UBPC han experimentado incluso una disminución en estos (8). La pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores agrícolas, el deterioro de los precios reales, las dificultades en la comercialización, el incremento de las labores manuales y la presencia de otras fuentes de empleo más atractivas en otras labores han conllevado a la sostenida disminución de la fuerza de trabajo agrícola (9)
baja disponibilidad del recurso agua por la descapitalización de los sistemas de riego y el efecto de los cambios climáticos en los últimos años, alternando sequías continuas con intensas lluvias (9)
descapitalización gradual de la maquinaria agrícola, las instalaciones como vaquerías, sistemas de riego y carencia de insumos básicos como fertilizantes o herbicidas (9)
incremento de los gastos por concepto de compra de alimentos; en la estructura de las importaciones del 2006, los alimentos constituyeron el 11 %, distribuidos en cereales (45 %), cárnicos (22 %), lácteos (17 %), granos (15 %) y 1 % otros productos (MINCEX). Cuba está importando más de mil millones de dólares en alimentos anualmente. En el 2007, esta cifra fue de 1 600 millones de dólares y se prevé su ascenso por la subida vertiginosa de los precios en el mercado internacional.
Especialistas cubanos afirman que ante el deterioro de los índices de precios de las exportaciones e importaciones de alimentos por los altos precios de nuestras importaciones, la estimulación a la sustitución de importaciones de alimentos (leche, frijoles y arroz) constituye una de las medidas más importantes de política económica que habrá que acometer de inmediato (10).
Los objetivos que se plantea esta nueva etapa de reestructuración agropecuaria, se encaminan a incrementar la eficiencia y los volúmenes de la producción agropecuaria nacional y, consecuentemente, la oferta en los mercados, con el propósito de bajar los altos precios existentes, elevar los resultados productivos a través de la recuperación del poder de compra y sustituir las importaciones de alimentos. Las nuevas medidas y orientaciones de trabajo están encaminadas al destrabe de las fuerzas productivas en la agricultura.
Aunque no han sido publicadas de forma íntegra las medidas del proceso iniciado en abril del 2008, los cambios más significativos se orientan al beneficio de los productores y a una mayor descentralización de la agricultura, y pueden inferirse cuatro direcciones fundamentales:
descentralización administrativa
entrega de suministros a los campesinos
elevación de los precios de los productos que el estado compra a los productores
entrega en usufructo de tierras a cooperativas y particulares que lo soliciten.
Entre las principales medidas4 se identifican las siguientes:
± entrega de tierra en usufructo gratuito a campesinos individuales, cooperativistas o empresas estatales para ponerlas a producir
± establecimiento de 168 delegaciones municipales de la agricultura para acercar las soluciones a la base
± entrega de recursos materiales y técnicos a cooperativas campesinas, con el objetivo de que se conviertan en cooperativas punteras en la producción
± nueva resolución gubernamental que avala el pago por productividad en el tabaco
± apertura de tiendas provinciales del MINAGRI y MINAZ, para la venta de insumos productivos a los campesinos como machetes, alambre, limas, botas, ropas de trabajo y herbicidas
± perfeccionamiento del trabajo de dirección y los servicios del MINAGRI; se han cerrado 104 empresas ineficientes y tres de los 11 grupos empresariales (cultivos varios, leche y ganadería, y proyectos agropecuarios) existentes
± estudio de la reestructuración del sistema de comercialización de los productos del campo.
La comercialización se identifica en la actualidad como uno de los componentes más importantes en el destrabe de las fuerzas productivas en el sector. Las modificaciones de precios para estimular producciones de interés social, planteadas entre las principales direcciones en la política económica de la agricultura, está tributando resultados palpables, en particular en el sector pecuario, donde el incremento del precio de la leche y la carne, así como la venta directa de leche está posibilitando un considerable fortalecimiento de las producciones, los sistemas productivos y este sector del campesinado.
Las medidas adoptadas impresionan en su generalidad como adecuaciones y amplificaciones de medidas anteriores, y apuntan a la necesaria descentralización y el incremento de los niveles de participación de las poblaciones locales en los procesos de desarrollo. La existencia de delegaciones municipales de la agricultura es probablemente la que encierra mayores posibilidades de transformación, por el nuevo espacio que representa para la inclusión de la actividad agropecuaria en el diseño y la implementación de estrategias locales, basadas en un mayor conocimiento y compromiso con los problemas reales de la localidad.
Queda por establecer el alcance real de la potencial capacidad liberadora de estrategias locales de desarrollo, que estas medidas parecen favorecer, teniendo en cuenta las prácticas al uso en la gestión de la actividad agropecuaria en el país y el tratamiento diferenciado, que desde las políticas sociales exige la conocida heterogeneidad de formas de organización y gestión de la producción agropecuaria, tipos de productores y formas de mercado existentes.
Desde el ángulo de la estructura de la ocupación en las zonas rurales, pueden considerarse como tendencias generales del proceso de reestructuración agropecuaria, las siguientes (11):
pérdida del peso relativo de los trabajadores vinculados a la propiedad estatal
incremento del peso de las formas cooperativas de producción por la emergencia de las UBPC
decrecimiento del grupo de campesinos cooperativistas (vinculados a las CPA), asociado a una disminución del número de socios, cooperativas y tierras
emergencia y crecimiento sostenido de los campesinos usufructuarios en tierras estatales
fortalecimiento del grupo de campesinos privados, tanto en su peso numérico como en cantidad de tierras e ingresos percibidos.
Las transformaciones de la agricultura cubana iniciadas en los años 90, hacia una mayor diversificación de formas de tenencia de la tierra, formas de organización y realización de la producción, cultivos y también de actores sociales, han provocado a la vez que un mayor dinamismo de la actividad agropecuaria, la complejización del mundo rural. Tienen lugar procesos de fragmentación y polarización de las estructuras sociales territorial, ocupacional, etc., que acusan la existencia de grupos de productores altamente exitosos y con evidente bienestar material (sobre todo en la región occidental del país y en producciones de cultivos varios y la ganadería, con importantes espacios de mercado), y grupos en franca desventaja social (más manifiesta en las zonas orientales y en cultivos como el café), que no han podido insertarse adecuadamente en estos espacios y que evidencian una situación de precariedad.


PERMANENCIA DE LAS DESVENTAJAS RURALES Y APRENDIZAJES PARA IMPLEMENTAR ALTERNATIVAS DE TRANSFORMACIÓN


La transición socialista cubana hereda una fuerte desigualdad entre el campo y la ciudad, en términos de desarrollo económico y oportunidades de bienestar, en detrimento del espacio agrario y rural, evidenciando los conocidos vínculos entre espacialidad y desigualdad.
Las diferencias territoriales actúan como efectivos reguladores de oportunidades (trabajo, ingreso, educación, etc.) de los grupos poblacionales que contienen.
En esta perspectiva de la desigualdad, la dinámica de las diferencias entre los espacios urbanos y rurales resultan claras expresiones, a nivel macro, de las desiguales estructuras de oportunidades, para los grupos poblacionales de espacios territoriales diferentes, por sus peculiaridades ambientales y de recursos naturales, el tamaño y la capacitación de sus recursos humanos, sus tradiciones y costumbres, el grado de desarrollo de su estructura económica y funcionamiento de relaciones y redes.
Este posicionamiento posibilita ubicar el debate sobre las desventajas rurales, en un ámbito de políticas sociales contrastante con las políticas de ajuste estructural en Latinoamérica, y evidenciar los alcances diferentes de estrategias y conceptos en un contexto, donde el desarrollo rural es parte sustancial de un diseño nacional de desarrollo.
En Cuba, se evidencia una tendencia general al fortalecimiento del campesinado y, en particular, del grupo privado, que no transita hacia la depauperación, tanto por las políticas estatales implementadas, como por su demostrada capacidad de encontrar alternativas y aprovechar de forma más efectiva las oportunidades, en un contexto de políticas universales de equidad.
En la reflexión acerca de la permanencia de la situación de desventaja relativa de las zonas rurales, aún en presencia de políticas activas de equidad, nos inclinamos a considerar junto a la imposibilidad de eliminar en los años de revolución las enormes desigualdades heredadas, deficiencias en nuestros procesos de planificación del desarrollo asociadas a la débil presencia de una concepción, centrada en la sustentabilidad y el autodesarrollo a partir de la potenciación del desarrollo local endógeno y sus actores socioeconómicos como agentes de cambio.
Ante la incapacidad de la producción agropecuaria, para satisfacer las demandas alimentarias de la población así como los requerimientos nutricionales establecidos, la elevada dependencia externa, existencia a nivel local de reservas considerables de recursos y capacidades que pueden permitir soluciones más definitivas a los problemas que agobian hoy a la economía cubana, y la existencia de nuevos enfoques de desarrollo rural, que implican la progresiva valoración de las comunidades y los sistemas agrícolas locales en los procesos de desarrollo agropecuario, resulta evidente que el desarrollo rural está demandando una reorganización de elementos conocidos en una visión más integrada del desarrollo.
Entre las líneas básicas de transformación de la actividad agropecuaria, que identifica la generalidad de los estudios realizados en esta área, se encuentra junto a la introducción de tecnologías sustentables en la producción y aplicación de sistemas de gestión de la actividad agropecuaria, con énfasis en los métodos de regulación económica, el diseño y la aplicación de un sistema de reconocimiento y estimulación a la actividad de innovación agropecuaria (12).
Se reconoce también la necesidad de un mayor protagonismo de la escala local y los escenarios comunitarios de micro-prácticas con un elevado peso de la autogestión, en lo que llamamos una política afirmativa-direccionada de base territorial, centrada en la articulación educación-trabajo-hábitat (13). No se trata de clausurar los instrumentos de universalidad, sino de complementarlos con este tipo de focalización integrada territorialmente.
Para orientar el enfoque de las políticas de promoción de equidad, teniendo en cuenta el carácter multidimensional del fenómeno y el efecto de acumulación diferencial de las ventajas, así como las desventajas, es necesario profundizar en qué tipo de procesos en las estructuras de oportunidades están reforzando los efectos diferenciadores en la estructura social. El enfoque latinoamericano de producción de la pobreza5 para entender la permanencia de determinados grupos sociales en condiciones de desventaja, ofrece interesantes pistas para la reflexión sobre los vínculos entre políticas públicas y producción de pobreza, y escudriña cómo emergen o se consolida un conjunto de prácticas y mecanismos, que conducen a una débil participación ciudadana y fenómenos de transmisibilidad y reproducción intergeneracional, que condicionan determinados niveles de exclusión política, con capacidad para empobrecer a los grupos sociales con menor poder relativo (14).
Debido a particularidades de nuestro modelo de desarrollo, referidas a una lógica de gestión o administración con elevada dosis de centralización en la agricultura y desvalorización del mercado, se ha producido un insuficiente despliegue de la capacidad autogestora y autorganizativa de los actores sociales en el ámbito rural, para emprender acciones de desarrollo y la consiguiente sujeción del desarrollo de las fuerzas productivas.
Cuba posee, quizás como pocos países, potencialidades para desarrollar una agricultura sostenible. Las estrategias a adoptar requieren necesariamente de concepciones bien flexibles, en contraposición con el modo de hacer que ha caracterizado el desarrollo agrícola en todos estos años, que se adecuen a las diferentes realidades y donde convivan elementos de los paradigmas tradicional y convencional, de alta tecnología y de los sistemas más rudimentarios, del llamado conocimiento científico y el saber popular, de la propiedad estatal, cooperativa y privada, como algo consustancial a la heterogeneidad socioestructural existente en la agricultura y no como elementos circunstanciales (como se concibe a algunos de ellos) en contextos de crisis.
Diferentes resultados de investigación-transformación en sistemas agrícolas posibilitan delinear elementos que dan lugar al desencadenamiento de procesos de desarrollo de más largo alcance (no solo agropecuarios) y que implican la articulación de diferentes actores locales. Con importantes lecturas para el empoderamiento de los productores agropecuarios, el desarrollo sostenible y la reconstrucción, desde la base de nuestro proyecto social, estos elementos pudieran nutrir propuestas de desarrollo rural.
Desde el inicio de los 90, en el país se han desarrollado, de forma creciente, disímiles experiencias de innovación agropecuaria apoyadas por diferentes programas, proyectos y organizaciones, entre los que sobresalen el programa de agricultura urbana (UNIFAT-MINAG), sistema de campesino a campesino (ANAP), proyecto de faros agroecológicos (PNUD-SANE), proyecto de fitomejoramiento participativo (INCA-MES), programa de arroz popular (IIA-MINAG), así como otras importantes iniciativas realizadas por las ONG, tales como la fundación “Antonio Núñez Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre, y el Consejo de Iglesias (DECAP).
En el desarrollo de estas prácticas, en las que participan agricultores, comunidades rurales y técnicos del sector formal, se han evidenciado las capacidades y posibilidades de los actores locales para diseñar y ejecutar procesos de desarrollo sostenible, a la vez que se plantean nuevas interrogantes y desafíos en el terreno de la innovación agropecuaria, para el manejo de los recursos naturales.
Exhiben como rasgos distintivos: a) ser conducidas por los propios productores y actores locales, a partir de innovaciones en el manejo de los recursos naturales; b) ubicarse en el centro mismo de los intereses comunitarios (pertinencia) y c) la construcción de sistemas propios de conocimiento, a partir de sus particulares condiciones de existencia, experiencias, sistemas de intereses, motivaciones y códigos de comunicación, y evidencian las potencialidades de articulación de estrategias locales en las más generales de desarrollo rural, incorporando una sensibilidad más respetuosa con los recursos naturales y humanos.
Entre las evidencias más relevantes que pueden tributar al diseño de estrategias, para una más efectiva inserción de la innovación agropecuaria local, que involucra diversos actores y sitúa en un papel protagónico la actividad de campesinos/as y productores/as agropecuario/as, en general, en el desarrollo del sector, sobresalen las siguientes:
ambientalmente hay un aumento de la agrobiodiversidad en los sistemas productivos, una promoción del germoplasma local en el mejoramiento de variedades adaptadas a ambientes locales (conservación in situ), aumento de los controles naturales de plagas y enfermedades, y se protege el medioambiente al reducirse el uso de agroquímicos y difundir prácticas de mejoramiento de suelo y manejo de los recursos más amigables con la naturaleza
aporte de las prácticas campesinas a la reducción de emisiones de gases efecto invernadero (GEI), fincas altamente diversificadas, cultivo de arroz en secano
capacidad local para la conservación y el fortalecimiento de los recursos naturales y las posibilidades y ventajas de conservación de germoplasma in situ, en las propias fincas de los productores que constituyen verdaderos bancos
combinar el mejoramiento de los cultivos (monopolio casi exclusivo de los centros de investigación y el mundo académico) con el mantenimiento de la diversidad genética (posibilidad hasta ahora confinada a productores/as campesinos/as) y cómo hacer más efectiva la relación sistema institucional-sistema local, en una propuesta y accionar que potencie las ventajas y minimice las limitaciones de cada uno
validar la capacidad de los sistemas campesino y comunitario en la actividad del mejoramiento genético, a través de la participación de productores/as, y en una movilización de más largo alcance, de los actores locales, en un movimiento hacia la descentralización del sistema formal de semillas y manejo de los recursos
necesidad de ampliar los criterios de selección de variedades más allá de los estrictamente económicos y de la racionalidad masculina
al contar con variedades mejoradas y adaptadas a su ambiente productivo, los productores/as reducen costos, incrementan rendimientos, producciones e ingresos, favoreciendo el fortalecimiento económico de las familias rurales
mayores niveles de equidad de género, por la creciente incorporación de las mujeres, en tanto estas perciben beneficios para ella, su familia y sus sistemas agrícolas, el reconocimiento social de sus capacidades (en la selección y el manejo de variedades, en la experimentación, formulación y participación en talleres y proyectos de investigación), y de su aporte a la construcción e implementación de estrategias de desarrollo locales
acercamientos institucionales para favorecer la relación entre la investigación agrícola y las condiciones reales de los distintos sistemas productivos en Cuba (tanto privado como cooperativista o estatal): nueva concepción del extensionismo agrícola
beneficios del proceso de aprendizaje de doble vía6 y la novedosa presencia de campesinos con carácter de expertos en tribunales docentes universitarios
ampliación de los criterios de sustentabilidad no referidos a tecnologías específicas, sino a los contextos particulares en que se insertan
formas de conectar la actividad de conservación y mejoramiento ambiental, con los sistemas de estimulación vigentes a nivel nacional (reforestación, mejoramiento de suelos)
articulación de cadenas de producción y comercialización a nivel local, que tributan a la sostenibilidad interna de la innovación
experiencias que revelan las múltiples determinaciones sociales del fenómeno tecnológico; estas movilizaciones de cambio, que comienzan por algún elemento como puede ser el manejo de la semilla, va implicando cada vez más áreas como las mejoras agronómicas en general (suelo, nutrientes, plagas y enfermedades, agua), económicas (mercado, insumos), sociales y comunitarias (formas de organización, programación de acciones y actividades que involucran a otros productores, pobladores y actores locales, apoyo institucional, presencia de la mujer, etc.), deviniendo en propuesta de gestión del desarrollo
formas novedosas de articulación entre productores, y entre estos y el sistema formal, que generan procesos de desarrollo rural.

CONSIDERACIONES FINALES


En los cambios de paradigmas que se operan en diferentes ciencias, incluidas las sociales y naturales, en desafío a los modelos reduccionistas y mecanicistas, sobresalen por su fuerza y capacidad de transformación las siguientes claves:
valor de la cooperación por sobre la competencia, acentuando la «energía social», que se manifiesta cuando los individuos y grupos unen sus esfuerzos en un objetivo común (15)
pluralismo metodológico, a base de aprendizajes flexibles y continuos, y en la admisión de juicios personales, las múltiples realidades y la fortaleza de la diversidad
centralidad de lo local en la capacidad para manejar la continua adaptación que exige el cambio
Estas importantes convergencias adquieren dimensiones concretas en el sector agropecuario y la ruralidad cubana, a través de la necesidad de la articulación de los diversos actores sociales en los espacios particulares, el fortalecimiento y la diversificación de las economías locales, y la necesidad de participación más efectiva de los productores y productoras en los procesos de toma de decisiones. Estos elementos están llamados a asumir un rol central en nuestras propuestas de desarrollo rural.
La experiencia de trabajo con productores/as agrícolas en las diferentes formas de organización de la producción en las más diversas zonas del país y la constatación del conocimiento, capacidad crítica y propositiva que estos poseen, avalan el criterio de que existen fuertes reservas dinamizadoras de la actividad del sector. Con elementos particulares que caracterizan su desempeño, los productores/as manifiestan una elevada capacidad de trabajo y compromiso real, con el mejoramiento de la situación agropecuaria, que posibilita escalar niveles más altos en la cooperación, articulación y el establecimiento de sinergias en la gestión del desarrollo agropecuario territorial y nacional.

REFERENCIAS

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Recibido: 17 de abril de 2009
Aceptado: 16 de julio de 2009