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Cultivos Tropicales

Print version ISSN 0258-5936On-line version ISSN 1819-4087

cultrop vol.38 no.3 La Habana July.-Sept. 2017

 

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Diagnóstico de seguridad de semillas. Parte II. Diversidad de alimentos básicos producidos por pequeños agricultores

 

Seed safety diagnosis. Part II. Diversity of basic foods produced by small farmers

 

 

M.Cs. Regla M. Cárdenas-Travieso,I M.Cs. Irene Moreno-Moreno,I Víctor D. Gil-Díaz,II Yunior Bruzón-PupoIII

IInstituto Nacional de Ciencias Agrícolas, gaveta postal 1, San José de las Lajas, Mayabeque, Cuba. CP 32 700.

II Centro de Investigaciones Agropecuarias de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, Santa Clara, Cuba.

IIIUnidad de Extensión, Investigación y Capacitación Agropecuaria de Holguín, Velasco, Holguín, Cuba.

 

 


RESUMEN

El trabajo se desarrolló en los municipios Bahía Honda, Manicaragua y Gibara, ubicados en el occidente, centro y oriente de Cuba, respectivamente. Se visitaron fincas de pequeños agricultores vinculados al Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL). Para la recopilación de la información se empleó una encuesta presencial, estructurada con preguntas abiertas y cerradas. Se estudió la diversidad de especies básicas para la alimentación cubana como son: arroz, frijol, maíz, tomate, yuca y plátano, cuyas producciones dependen de un adecuado suministro de semillas. Los resultados mostraron que en Bahía Honda se registró una diversidad mayor de variedades y que generalmente, en los tres municipios, se utilizaron un promedio de tres variedades de cada una de las especies básicas en la alimentación. La diversidad varietal decreció potencialmente con el incremento de la superficie cultivada. El estudio demostró la coexistencia de variedades locales y mejoradas en las fincas de occidente y oriente del país, mientras que en las fincas ubicadas en la región central la producción de alimentos se sustentó fundamentalmente en el cultivo de variedades locales. El análisis de la distribución espacial de cada especie, con vistas a conocer sus potencialidades y desafíos para la producción de semillas en la proyección estratégica agroalimentaria local, mostró  que coincidentemente el maíz se cultiva en pequeñas áreas en la mayoría de las fincas de los tres municipios, lo que constituye una oportunidad para su diversificación productiva, en tanto, se le debe prestar más atención al cultivo del tomate con la finalidad de incentivar su producción en mayor número de fincas.

Palabras clave: arroz, frijol, maíz, tomate, yuca.


ABSTRACT

The work was developed in Bahía Honda, Manicaragua and Gibara municipalities, located in the western, central and eastern Cuba respectively. Smallholder farms linked to the Local Agricultural Innovation Programme (PIAL, according its acronyms in Spanish) were visited. For the collection of information a face survey, structured with open and closed questions was used. Basic varietal diversity of species studied for Cuban food such as: rice, beans, corn, tomato, cassava and banana, whose productions depend of an appropriate supply of seeds. The results showed that in Bahía Honda a greater diversity of varieties and generally recorded in the three municipalities, an average of three varieties of each of the basic food species are used.  The varietal diversity potentially decreased with the increase in cultivated surface. The coexistence of local and improved varieties was demonstrated in the west and east farms of the country, while in the farms located in the central region food production is based mainly in planting local varieties. Analysis of the spatial distribution of each species, in order to know their potential for seed production in local agrifood strategic projection showed that coincidently maize is grown in small areas in most of the farms in the three municipalities which is an opportunity for diversification, meanwhile, it should be paid more attention to the cultivation of tomato in order to encourage their production as many farms.

Key words: rice, beans, corn, tomato, cassava.


 

 

INTRODUCCIÓN

La diversidad varietal le confiere a las especies cultivadas una plasticidad que permite extender su cultivo a nuevas áreas y responder a los cambios en su entorno. Además, constituye la mayor riqueza de las comunidades agrícolas y la fuente para programas de mejoramiento genético.

Contradictoriamente, durante el proceso de domesticación de las plantas comestibles, el hombre realizó una selección basada en características productivas deseables (1) que se refleja en la actualidad en la proliferación de material vegetal homogéneo.

Esta situación, se corresponde con la corriente de pensamiento económico dominante que defiende la producción empresarial o agroindustrial como la única capaz de responder a exigencias de competitividad y calidad propias de un mundo globalizado (2), donde se observa una cierta homogeneización de la alimentación con la consecuente pérdida de diversidad de los repertorios alimentarios (3).

No obstante, hay autores que consideran a los alimentos entre las ramas que son irreductibles a la globalización, debido a la existencia de una fuerte predisposición de la población al consumo de productos específicos y locales, vinculados con su cultura e identidad (3-5).

En este contexto, han surgido múltiples desafíos ante las exigencias de nuevos referentes que tributen a la seguridad alimentaria en términos de disponibilidad, acceso, calidad y estabilidad de los alimentos. Entre las estrategias para enfrentar los desafíos de la seguridad alimentaria, se ha sugerido que los países deberían alcanzar la soberanía alimentaria, que consiste en producir los alimentos básicos necesarios en su propio territorio, para reducir la dependencia de importaciones y la volatilidad de los precios del mercado (6).

Por supuesto, este objetivo no se logra si no se garantiza la producción segura de semillas de las especies consideradas como alimentos básicos para la población.

En el caso de Cuba, país en vías de desarrollo, la seguridad alimentaria ha sido declarada por la máxima dirección del gobierno como una prioridad nacional (7), no obstante, se considera que su logro está aún pendiente (8).

Sin embargo, en los últimos años ha habido una evolución gradual desde enfoques principalmente tecnológicos de la producción alimentaria hacia otros que toman en consideración factores ambientales, sociales, culturales que inciden en la calidad de la alimentación de la población, que en cierto modo, van tributando a lograr la seguridad alimentaria.

Indudablemente, producir alimentos de forma armónica con el ambiente, entraña un reto que solo se puede solucionar implementando estrategias que permitan aprovechar las oportunidades que se generan, para la producción de alimentos, en el ámbito territorial local.

En este contexto, estudios realizados dan cuenta de la relación de la alimentación con la realidad sociocultural (5), así como con aspectos económicos y políticos, que usados adecuadamente pueden garantizar el acceso a los alimentos de forma segura y estable (9).

Es conveniente aclarar que la cultura alimentaria cubana se ha conformado a partir de la influencia de grupos de inmigrantes, fundamentalmente españoles y africanos y en menor grado asiáticos, y que este proceso de transculturación ha tenido un papel importante en sus actuales hábitos alimentarios, representados por un elevado consumo de alimentos elaborados con maíz, arroz, frijoles, malanga, boniato, papa, lechuga, aguacate y tomate (5).

Como consecuencia de esta transculturación, la producción de alimentos básicos puede no ajustarse a los requerimientos del clima y a los recursos del suelo, llegando a convertirse en fuente de contaminación ambiental y de uso excesivo de recursos naturales, como sucede con los elevados volúmenes de agua que se requieren para el cultivo del arroz.

En este sentido, el Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) liderado por el Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas (INCA) tiene entre sus propósitos fortalecer la resiliencia del sistema alimentario cubano, a través de la diversificación interespecífica e intraespecífica de los cultivos. Para ello se ha propuesto revitalizar el sector agrícola a través de la participación de los agricultores en el sistema de producción de alimentos y protección ambiental gestionando alternativas para adecuar las producciones a los agroecosistemas locales (10).

Teniendo en cuenta estos antecedentes, se realizó el presente trabajo con el objetivo de evidenciar aspectos relacionados con la diversidad, potencialidades y desafíos de las especies utilizadas para la producción de alimentos básicos en fincas de pequeños agricultores vinculados al PIAL, ubicadas en los municipios Bahía Honda, Manicaragua y Gibara.

 

MATERIALES Y MÉTODOS

El trabajo da continuidad al estudio Diagnóstico de Seguridad de Semillas. Parte I: Resultados del análisis de los sistemas agrícolas en CCS y CPA ubicadas en tres municipios de Cuba (11) que se desarrolló durante el año 2014 en los municipios Bahía Honda, Manicaragua y Gibara pertenecientes a las provincia Artemisa, Villa Clara y Holguín (Figura 1) respectivamente, vinculados al Programa de Innovación Agropecuaria Local (PIAL).

Para la colecta de información se utilizó una encuesta presencial estructurada con preguntas abiertas y cerradas. Además se realizaron entrevistas a informantes clave (representantes de las esferas de la agricultura a nivel municipal) y discusiones en grupos focales compuestos por  campesinos con conocimientos amplios del agroecosistema en estudio.

En el análisis previo para determinar el tamaño de la muestra a estudiar se demostró la similaridad entre los totales de la población rural por municipios y se determinó el tamaño de muestra entre 22 a 34 fincas por municipio, para lo que se tuvo en cuenta las limitaciones en términos de presupuesto, recursos humanos y el contexto social de comunidades campesinas (dispersión de las fincas y dificultades con la transportación). Igualmente, la estrategia de muestreo para la encuesta se basó en la selección de fincas de manera dirigida para asegurar la representación adecuada de la diversidad de alimentos básicosB producidos en las fincas agrícolas.

Como alimentos básicos se estudiaron: arroz (Oryza sativa L.), frijol (Phaseolus vulgaris L.), maíz (Zea mays L.), tomate (Solanum lycopersicum L.), yuca (Manihot esculenta Crantz.) y plátano (Musa x paradisiaca L.).

Para cada municipio se calculó:

  • Porcentaje de superficie cultivada en la muestra diagnosticada.

  • Porcentaje de fincas que siembran alimentos básicos.

  • Número de variedades de cada especie cultivada.

  • Tipo de variedad (local, mejorada).

Se consideró como variedad local a aquella variedad tradicional que, según la especie, se ha seleccionado localmente, se incluyen las variantes locales, razas geográficas, variedades mejoradas acriolladas e híbridos interraciales que se han cultivado por varios años y que los agricultores conservan y siembran a partir de lotes de semillas (12).

Como variedad mejorada se tuvo en cuenta a aquella proveniente de los programas de mejora de los centros de investigaciones que tienen cierto nivel de uniformidad y características bien definidas, generalmente mayor rendimiento que las variedades locales, así como condiciones favorables de calidad, precocidad, resistencia a plagas y enfermedades y un potencial de uso para las regiones para las que se recomienda (13).

Es conveniente aclarar que generalmente, los agricultores no están familiarizados con los nombres comerciales de las variedades que siembran en la finca. Dada la incertidumbre que genera esta situación, cuando se pretende registrar la diversidad varietal basada en los nombres de las variedades, se optó por el análisis numérico de las diferentes variedades que se cultivan en el sistema local.

Se realizó además, una evaluación para conocer las potencialidades territoriales de cada especie, para la producción de semillas y de alimentos, con base en su distribución espacial a partir de dos criterios: cantidad de fincas que cultivan alimentos básicos y tamaño de la superficie en que se siembran.

Para discernir entre los términos muchas fincas o pocas fincas se utilizó la fórmula n/2+1, donde n es el número total de fincas en la muestra encuestada por municipio, considerándose una especie cultivada en muchas fincas cuando su presencia en la muestra respondiera a la ecuación (≥ n/2+1)y en pocas fincas (<n/2+1).

Para el tamaño se consideró como área grande cuando el cultivo se sembrara en 1,0 ha o más y como área pequeña cuando este se sembrara en menos de 1,0 ha.

La evaluación se basó en la ubicación de las especies en un esquema similar a una matriz DAFO (esquema 1) donde cada cuadrante responde a una combinación específica de criterios que resultan en una cualidad estratégica (fortaleza, debilidad, oportunidad, amenaza).


Los datos obtenidos durante el estudio se tabularon y archivaron en hoja de datos de Microsoft Excel 2013. Para cumplir con el supuesto de distribución normal los datos de conteo relativos a la diversidad varietal y número de fincas se transformaron mediante la expresión √x+1, mientras que la superficie cultivada se transformó por la expresión log (x) y los de porcentaje por 2 arc sen √%. Los análisis se realizaron con ayuda del paquete estadístico STATGRAPHICS Centurión XV versión 15.2.14 (14).

 

RESULTADOS y DISCUSIÓN

No se detectaron diferencias estadísticamente significativas en la superficie total cultivada ni en la superficie cultivada con alimentos básicos por municipio (Tabla I).

Esta similaridad entre los diferentes municipios en la superficie cultivada, tanto total como con alimentos básicos, es una clara evidencia de que las políticas agrarias cubanas han facilitado el acceso equitativo a la tierra en las diferentes regiones del país.

El análisis detallado del resultado anterior (Figura 2) mostró que en Gibara existió una proporción alta de fincas y superficie dedicada al cultivo de alimentos básicos, mientras que en Manicaragua y Bahía Honda aunque en gran número de fincas también se cultivan alimentos básicos, la superficie dedicada a ellos es menor. Esto se debe a que en estas localidades el 35 y 56 % respectivamente, de la superficie agrícola de las fincas se destina a otros cultivos comerciales como caña, café y frutales.


En Gibara no existe registros de cultivo de arroz, pues las condiciones de aridez típica de este municipio no son favorables para su establecimiento (15). No obstante, en este territorio las áreas agrícolas están ubicadas fundamentalmente en terrenos llanos donde tradicionalmente la presión antrópica es mayor pues en las llanuras se dan mejores condiciones para el establecimiento de una agricultura tecnificada (mecanizada y comercial) con predomino del monocultivo como el frijol (16).

En la Figura 3 se observa que el número de variedades por municipio describe una linea de tendencia potencial decreciente con respecto al incremento de la superficie cultivada en lo que influye precisamente, la tecnificación agrícola promovida en superficie mayores de 1 ha y que atenta contra la diversidad de especies y variedades a causa de la especificidad de los paquetes tecnológicos que suelen contener principalmente semilla certificada, fertilizantes y agroinsumos para determinadas variedades.


En la mayor parte de la superficie cultivada con alimentos básicos (68 %), se siembran como promedio tres variedades de las especies básicas para la alimentación (Tabla II), si bien se detecta una variabilidad relativamente alta que puede justificarse con las especificidades propias de cada región que hacen que en Bahía Honda se maneje un número mayor de  variedades (Figura 4).




El resultado puede estar condicionado a la persistencia de problemas serios con la transportación hacia y desde las diferentes localidades. La cercanía de Bahía Honda a la institución sede del PIAL, ha favorecido una mejor gestión de la diversidad y mayor adopción de nuevas variedades procedentes de los programas de investigación de institutos nacionales e internacionales. Sin embargo el trabajo del PIAL ha sido transversal en todas las localidades de incidencia, en cuanto a la diseminación de nuevas variedades de las especies alimenticias.

No se detectaron diferencias significativas en el número de variedades de los cultivos con respecto al promedio general; sin embargo, los cereales: maíz y arroz presentaron valores por debajo del promedio (Figura 5), lo que refleja una peligrosa dependencia de unas pocas variedades en estas dos especies de cereales, quizás bien adaptadas a las condiciones locales y a los gustos y necesidades de los agricultores y sus familias, pero esta base genética limitada las coloca en una situación difícil para enfrentar los cambios adversos del ambiente y la incidencia de plagas que pudieran afectar a estas pocas variedades.


Cabe argumentar sobre el status varietal y alimentario de las especies estudiadas, en el contexto local. En el caso del maíz, es un planta alógama, por lo que en condiciones de campo, se produce la recombinación genética de las poblaciones existentes, lo que obviamente resulta en la existencia de conglomerados genéticos en las fincas (17), que hace difícil distinguir a una variedad pura.

Estos conglomerados suelen denominarse maíz criollo, local, tradicional o nativo. No obstante, los agricultores año tras año seleccionan las semillas de los fenotipos con mejor comportamiento por lo que es posible que emerja una nueva variedad, la cual es claramente distinguible y apreciada por los agricultores (12) como sucede en el caso de la variedad “Felo” oficializada en el registro de variedades comerciales cubanasC, donde se han inscrito 41 materiales de maíz (entre variedades, líneas e híbridos simples y dobles).

El maíz, se emplea fundamentalmente para consumo humano, destacándose la aceptable calidad nutricional de las accesiones cubanas por lo que constituye un excelente complemento en la dieta (18). También se emplea para la alimentación de ganado, como componente de los piensos criollos.

Por otro lado, el arroz forma parte de la ingesta diaria de la población cubana, se han registrado 37 variedades comerciales en el registro citado. Su cultivo requiere condiciones especiales como suelos que permitan retener una capa de agua suficiente para su desarrollo, lo que tiene consecuencias adversas debido, entre otros efectos, a la generación de metano a la atmósferaD que además se estimula de manera no intencional con la aplicación de agroquímicos (19), por lo que es importante el conocimiento sobre la magnitud de las emisiones de los distintos factores de manejo (variedad, riego, fertilización).

En el caso del plátano, constituye un complemento energético importante en la alimentación de la población. Generalmente se cultiva en las fincas, para el autoconsumo familiar, no con fines comerciales. Dada su cualidad de especie permanente no arbórea (16), las plantaciones locales suelen permanecer durante años inalteradas con respecto a la adquisición de nuevas variedades.

Las especies con valores en diversificación varietal superiores a la media general resultaron ser el frijol, la yuca y el tomate.

En Cuba, el frijol es un fitorecurso de importancia para la seguridad alimentaria. Se destina casi exclusivamente a la alimentación humana. Constituye un excelente complemento en la dieta diaria al combinarse su consumo con el arroz. Por su importancia en la alimentación está involucrado en la sustitución de importaciones. De esta especie se han registrado más de 41 variedades comerciales.

Por su parte, la yuca es un alimento con un alto valor energético, se emplea no sólo para el consumo humano, sino también en la alimentación animal, fundamentalmente cerdos y aves. Desde el punto de vista agronómico es muy apreciada por su fácil y amplia adaptabilidad a diversos ambientes, el poco trabajo que requiere para su cultivo y su elevada productividad. Además puede prosperar en suelos poco fértiles y en condiciones de poca pluviosidad.
Se han registrado 10 clones que permiten disponer de esta especie durante los 12 meses del año, que lo convierten en un cultivo muy competitivo de extraordinario valor para garantizar la seguridad alimentaria.

El tomate ocupa el primer lugar en importancia en la producción de hortalizas en Cuba. En el año 2015 alcanzó una producción de 551,0 miles de toneladas (20), de esta producción más de la mitad se destinó al consumo en fresco para la población y el resto al procesamiento industrial, pero las actuales  producciones no satisfacen aun la demanda de ninguno de los dos destinos.

Se ha informado que las condiciones climáticas que prevalecen en Cuba están tan cerca de los límites de tolerancia biológica de esta especie, que las pequeñas diferencias en las variables climáticas (radiación solar y temperaturas) repercuten grandemente en los resultados productivos (21), por lo cual los agricultores necesitan de un mercado de seguros para eventos climáticos catastróficos que son muy difíciles de generar sin intervención gubernamental, dado su impacto sistémico (6). De esta especie se han registrado 137 variedades comerciales.

En los países en desarrollo, donde las dietas consisten fundamentalmente en alimentos ricos en almidón, se ha demostrado que la falta de diversificación es crucial. Sin embargo, se alerta (22) acerca de que la diversificación de los sistemas productivos en sí misma no es un factor que determina un incremento de la productividad, sino el diseño de la biodiversidad funcional en términos de la utilización de recursos como los nutrientes, el agua y la energía.

El estudio de la diversidad varietal con base en el número de variedades y sus tipos mostró que coexisten variedades locales y mejoradas en Bahía Honda y Gibara, y que se registra un mayor número de variedades por cultivo en Bahía Honda, mientras que en Manicaragua se reconocen fundamentalmente variedades locales (Tabla
III).

El análisis para conocer las potencialidades de las diferentes especies en la producción de alimentos en el ámbito territorial (Tabla IV) mostró que la mayoría de las especies se cultivan en área pequeñas (menos de 1 hectárea) con propósito fundamental de autoconsumo familiar.

Entre ellas destacan el maíz que además se siembra en la mayoría de las fincas estudiadas en los tres municipios, lo que evidencia que entre los agricultores existe cultura para manejar esta especie, que ha sido estimulada con la realización de ferias de agrobiodiversidad (10,18, 23) que fomentan la selección, adopción, intercambio y diseminación de nuevas variedades, adaptados a las localidades (24).

Sucede lo contrario con el tomate que desafortunadamente se siembra en pocas fincas y en áreas pequeñas, a pesar de tener una demanda alta. Esta situación se debe a la vulnerabilidad de este cultivo a los efectos negativos de las variables climáticas que determinan su baja productividad, a lo que se le suma la incidencia de plagas y enfermedades características de las condiciones tropicales, el empleo de semillas de baja calidad, variedades poco adaptadas a las condiciones de la localidad y uso de tecnologías de cultivo no apropiadas a las características agroecológicas del sitio de siembra (25).

No obstante, esta situación puede revertirse con ayuda de aquellas personas capacitadas, que han intervenido en la realización de ferias de agrobiodiversidad en las diferentes localidades, lo que permitirá instruir e involucrar a un número mayor de agricultores en el cultivo del tomate con la finalidad de fortalecer los sistemas locales de semillas e incrementar la diversidad de la especie.

Generalmente los agricultores de Bahía Honda siembran la yuca en parcelas mayores de 1 ha, así como frijol en Gibara. En el primer caso se justifica por el hecho de este municipio tiene una tradición ganadera, siendo la yuca empleada también como complemento en la alimentación del ganado (26). En el caso de Gibara por sus tierras agrícolas predominantemente llanas, es el principal productor de frijol en la provincia Holguín (27), aunque en los últimos años la región oriental  ha sido afectada por la sequía, lo que ha generado una disminución en su producción (28).

El arroz y el plátano  muestran un comportamiento territorial diferenciado, que apunta hacia la necesidad de transformaciones  particularizadas en los contextos locales.

 

CONCLUSIONES

Se concluye que la diversidad varietal de los cultivos destinados a la producción de alimentos básicos, decrece potencialmente con el incremento de la superficie cultivada y su producción se realiza, generalmente, en áreas pequeñas de las fincas. En este contexto, los pequeños agricultores utilizan un promedio de tres variedades por cultivo, pero coexisten variedades locales y mejoradas lo que favorece, en el caso del maíz, la diversidad de poblaciones adaptadas a las diferentes localidades y necesidades que permite realizar su cultivo en muchas fincas, mientras que el tomate representa desafío por su vulnerabilidad ante estreses bióticos y abióticos que da lugar a que se cultive en pocas fincas.

 

RECOMENDACIONES

Teniendo en cuenta los resultados de este estudio se recomienda realizar ferias de agrobiodiversidad con énfasis en el cultivo del tomate con la finalidad de incentivar la conservación y uso de semillas de variedades locales y mejoradas, y favorecer su cultivo por número mayor de agricultores.

 

NOTAS AL PIE

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Recibido: 11/07/2016
Aceptado: 28/03/2017

 

 

M.Cs. Regla M. Cárdenas-Travieso, Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, gaveta postal 1, San José de las Lajas, Mayabeque, Cuba. CP 32 700. Email: rmaria@inca.edu.cu

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