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Revista Cubana de Medicina Tropical

versión impresa ISSN 0375-0760

Rev Cubana Med Trop vol.64 no.2 Ciudad de la Habana Mayo-ago. 2012

 

ARTÍCULO ESPECIAL

Oración Gustavo Kourí Flores In Memoriam*

 

Prayer Gustavo Kourí Flores In Memoriam

 

 

Lic. Luis Enrique Ramos Guadalupe

* Palabras de homenaje al Profesor Gustavo Kourí, en ocasión del aniversario de su nacimiento y en la jornada por el Día de la Ciencia realizado en el Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kourí", 11 de enero de 2012.

 

 


Primero, resulta imprescindible agradecer a la dirección del Instituto de Medicina Tropical «Pedro Kourí», la deferencia de ofrecer a la presidencia de la Academia de Ciencias de Cuba la oportunidad de sumarse al homenaje que se ofrece al doctor Gustavo Kourí Flores, Vicepresidente de la institución a la que represento.

Segundo, decirles que el lugar que ocupo hoy ante ustedes no me corresponde en modo alguno. Debió ser el doctor Ismael Clark Arxer, Presidente de la Academia, quien les dirigiese la palabra. La circunstancia de hallarse él fuera del país, en cumplimiento de una misión institucional, motivó mi designación para este acto y el que ustedes se priven de su presencia y su discurso. Se que quedaré lejos de él en mi desempeño, y que ustedes sabrán perdonar cualquier imprecisión de mi parte. Si ello llegara a ocurrir, será mi responsabilidad y no suya.

Conmemoramos hoy el aniversario 76 del natalicio del profesor Gustavo Kourí, mientras percibimos sutilmente su presencia entre nosotros, porque algo de él nos toca a todos los que tenemos el privilegio de haberlo conocido, y de haber sido sus discípulos. Sabido es que en materia de ciencia, la relación entre maestro y alumno implica una clase especial de vínculo filial que nos coloca entre su descendencia intelectual. Tal vez por ello, cabría a ustedes hoy citar estas rimas de Heredia:

Cuando feliz tu familia
Se dispone, caro padre,
A solemnizar la fiesta
De tus plácidos natales,
Yo, el primero de tus hijos,
También primero en lo amante,
Hoy lo mucho que te debo,
Con algo quiero pagarte.

Lejanos están los días de los inicios del siglo XIX, cuando la naciente comunidad científica cubana, liderada por la vanguardia médica, gestaba la formación de una Academia de Ciencias en Cuba. Entonces, Nicolás José Gutiérrez, el joven médico impulsor del proyecto, y que sería su primer presidente, tenía 26 años; como 26 años de vida tenía Gustavo Kourí al recibir su título en la Universidad de La Habana, hoy ya cercana a ser tres veces secular.

Atrás en el tiempo quedan las mañanas de 1833, cuando La Habana despertaba estremecida por cañonazos disparados desde todas sus fortalezas, no para batir bajeles enemigos o incursiones de corsarios y piratas, sino para purificar la atmósfera de las imaginarias miasmas mefíticas que infectaban el aire y llenaban a la ciudad de horror ante la epidemia de cólera, una infección que otros ingenuos supusieron derivada del paso de un cometa que amenazante desplegaba su cola luminosa en el cielo de las tardes.

Los tiempos cambian, los saberes también. Se suceden los métodos y procederes más avanzados, se sustituyen técnicas arcaicas por otras nuevas, sobre la base de dispositivos que exceden la más audaz ficción de los años pasados. Sin embargo desde ayer hasta hoy no ha cambiado la fuerza motriz de tales transformaciones: los recursos infinitos de la mente humana.

Así, de la ciencia y la conciencia de Gustavo Kourí como expresa el conocido concepto vareliano, nos hablan los resultados de este centro que contó con su liderazgo durante muchos años, y que en la contemporaneidad sigue la huella de sus pasos. Así resultan casi 2 900 artículos y contribuciones que, contadas desde 1979 hasta hoy, han visto la luz en revistas de amplia difusión y prestigio; muchas de ellas clasificadas e indexadas como «de impacto». Lo mismo puede aseverarse del número de premios otorgados por la Academia de Ciencias a varias decenas autores cuya filiación corresponde a este Instituto: 111 galardones hasta el pasado año.

Biología, Química, Estadística, Microbiología, Climatología, Física y decenas de ramas y especialidades más coexisten en este colectivo. Si se pidiera ejemplificar la esencia de una transdiciplinariedad funcionalmente exitosa, la ciencia generada en este Instituto, y los resultados que de ella se derivan, pueden dar fe de su viabilidad y pertinencia.

Fue necesario que adelantara el tiempo, y que hombres como Pedro Kourí fundasen el centro que lleva su nombre, dedicado al estudio y la investigación de las enfermedades tropicales, algunas de ellas, efectivamente, circunscritas a las latitudes donde el sol apunta casi verticalmente; todas, sin embargo, siempre presentes allí donde las aguas son mal empleadas y la pobreza endémica constituye un factor que mina la vida de millones de personas.

Nadie hubiera dicho, hace 112 años, que en aquella ciudadela nombrada Port Au Prince, capital de Haití, ciudad donde eventualmente nació don Pedro, se hallaría el escenario de trabajo y de batalla por la vida, adonde cientos de médicos cubanos irían pertrechados, entre otras cosas, de las valiosas contribuciones emanadas de aquel instituto que él mismo llegaría a forjar.

Multiplicado en sí mismo, en lo humano y en lo material, el Instituto de Medicina Tropical estaría llamado a servir de crisol para moldear especialistas e investigadores cuyo desempeño reconocen hoy tanto la UNESCO como la Organización Mundial de la Salud. Y es que los hombres y mujeres no valen por la institución a la que pertenecen, sino que son las instituciones las que valen por los hombres y mujeres que las integran y edifican.

Los grandes proyectos necesitan que la gestación y el desarrollo de sus bases estén sustentados por un núcleo de mujeres y hombres de pensamiento, que después deben hacerlo crecer y diversificarse, pero en ello resulta indispensable la presencia de una mano conductora en la cual esa misma comunidad reconozca una incuestionable capacidad de guía y una inteligencia descollante.

Un ejemplo incuestionable de tal argumento es la obra del profesor Gustavo Kourí, graduado como Doctor en Medicina en 1962: el mismo año en el que la Revolución fundó la Academia de Ciencias de Cuba; el mismo año en el que se reformó la Universidad, acontecimientos todos de los que nos separa ya medio siglo de distancia. Kourí sellaría esa triple conjunción de eventos, sintetizando en su persona los títulos de Profesor de Mérito de la Universidad Médica de la Habana, y el de académico de mérito y Vicepresidente de la Academia de Ciencias de Cuba. A lo largo de los 5 decenios siguientes, otras universidades y academias, desde La Habana a Praga; de New York a Galicia, de Guatemala a Santo Domingo, le premiarían con sus más altos grados y reconocimientos.

Por otra parte, su condición de académico de mérito y su alto cargo en la Academia de Ciencias no significan otra cosa sino el testimonio indudable y pleno de la comunidad científica cubana representada allí, sobre el autorizado magisterio y la atura científica de Gustavo Kourí.

Recipiendario de la orden Finlay, Héroe del Trabajo, no alcanzarían las jornadas de esta tarde para señalar todos sus méritos, los méritos que nunca ostentó para obtener un solo privilegio, sino para comprometerse una y otra vez con un nuevo trabajo, sin alzar la voz, con modestia incontrastable, como siguiendo aquella frase de Pasteur: "Vivid en la serena paz de los laboratorios y las bibliotecas".

Durante los últimos cinco años si me permiten una nota personal, tuve el privilegio de sentarme muy cerca de él, en los Consejos Directivos de la Academia de Ciencias. Allí le escuché hablar con afecto y pasión de este Instituto, y de muchos de ustedes; de sus tiempos en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas, y de un futuro congreso en preparación. Allí, le oí también expresarse con preocupación sobre el futuro y el destino del continente africano, y de su disposición a atender a una estudiante que quería interrogarle sobre la presencia árabe en Cuba, y sobre miles de asuntos más, ya grandiosos, ya pequeños.

Omnia vincit labor improbus, rezaba el antiguo proverbio latino que parece ser el reflejo pretérito de su obra cotidiana: el trabajo constante todo lo vence. Te honramos pues, querido profesor, siguiendo el concepto martiano de que honrar honra, o quizá, mejor decirte que encarnas eso que el Apóstol definió como la utilidad de la virtud.

Cuando el Comandante en Jefe enunció, hace casi 52 años, que el futuro de Cuba sería un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento, Gustavo Kourí era un estudiante. Estudiemos, pues, nosotros, esta su obra, y hagámonos el propósito de dar continuidad a otros 5 decenios y más de logros en esta ciencia y esta institución que él mismo guió con mano sabia.

Gracias a todos ustedes ¡Gracias Gustavo! ¡Gracias a Cuba!

 

Luis Enrique Ramos Guadalupe
Secretariado de la Academia de Ciencias de Cuba, La Habana.
Correo electrónico: luisenrique@academiaciencias.cu

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