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Revista Cubana de Investigaciones Biomédicas

versión impresa ISSN 0864-0300versión On-line ISSN 1561-3011

Rev Cubana Invest Bioméd v.14 n.1 Ciudad de la Habana ene.-dic. 1995

 

Alteraciones en la tensión arterial, niveles de colesterol y peso durante una convención de trabajo
Universidad Autónoma de Madrid

Alteraciones en la tensión arterial, niveles de colesterol y peso durante una convención de trabajo

C Prado, R Martínez, AH Nielsen, P. Gómez-Lobo, M. Cantó

RESUMEN

Con el objetivo de conocer los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular en una determinada muestra de población, intentando salvar factores distorsionantes como la edad, la desigualdad en las condiciones del hogar y la presión laboral entre otros, se realiza el presente estudio en el curso de la convención anual de ejecutivos de la empresa farmacéutica Merck, Sharp & Dohme de España, celebrada en 1991. De un universo de 200 asistentes, se seleccionaron 70 varones y 68 mujeres con edades entre 24 y 45 años, a quienes se les realizó una encuesta personal según el formulario (The coronary risk profile program). Las variables somáticas estudiadas fueron los pliegues cutáneos (tricipital, bicipital, escapular y suprailíaco) y el peso. Las variables fisiológicas medidas fueron la capacidad vital, la fuerza dinamométrica, la tensión arterial y el colesterol sérico total. Se utilizó el programa BMDP para el análisis factorial en componentes principales. No se encontró una clara asociación entre la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, aunque dicha asociación es mucho más patente en las mujeres. El sexo sigue siendo uno de los condicionantes básicos sobre el cual se puede realizar una estimación de la morbilidad. Los hombres presentan un acúmulo troncal de la grasa corporal. Las mujeres al parecer son menos receptivas a los factores "no saludables" en relación con el hábito de fumar y el tipo de dieta.

Palabras clave: HIPERTENSION/etiología. HIPERCOLESTEROLEMIA/etiología. AUMENTO DE PESO. ESTUDIOS LONGITUDINALES. FACTORES DE RIESGO.

INTRODUCCION

Las enfermedades cardiovasculares constituyen la principal causa de muerte en el mundo occidental, por ello, en estas últimas décadas, se han dedicado grandes cantidades de recursos materiales y personales para detectar, en la medida de lo posible, las características tanto del individuo como del propio medio que pudieran predisponer a la aparición de dichas enfermedades. Durante este tiempo se evidenció que no había una causa única y que además, la adición de los denominados factores de riesgo no implicaba una suma simple, sino un incremento exponencial cuando en un mismo individuo inciden 2 o más factores.1-5

Se han descrito como posibles causas aditivas todo un cuadro de caracteres que describen la vida en las sociedades industrializadas:

  • Tabaquismo.4,6-8
  • Sedentarismo.3,9,10
  • Dietas desequilibradas y/o excesivas.11-14
Inciden también otras enfermedades como la diabetes, junto a factores más sutiles, menos cuantificables y estudiados como son el estrés, la presión sociolaboral y la propia exigencia del individuo consigo mismo,15,16 sin olvidar una cierta predisposición genética,17,18 de composición corporal,19-22 y sexo.1,10

Resulta pues, necesario intentar abordar de un modo puntual, en el tiempo, salvando factores distorsionantes como la edad, la desigualdad en las condiciones del hogar, la presión laboral, etcétera y al mismo tiempo globalizador, tratando de mantener la multicausalidad del cuadro antes descrito. En este sentido se realiza el presente estudio en el que se cuestiona la importancia del sexo como factor diferenciador de riesgo, la incidencia del estrés socio-laboral y la morfología de los sujetos sobre los valores y modificaciones de los niveles de colesterol sérico y tensión arterial en una muestra de ejecutivos.

MATERIAL Y METODOS

La convención anual de delegados españoles de la empresa multinacional farmacéutica Merck, Sharp & Dohme celebrada en Marbella (Málaga) en octubre de 1991 permitió, durante los 5 días que duró dicho evento, el reconocimiento somatofisiológico de los 200 asisten-tes a la mencionada reunión de delegados y ejecutivos de productos y de ventas. Los individuos fueron estudiados por los autores del presente trabajo. Sobre la muestra inicial sólo se ha juzgado conveniente la inclusión de individuos hasta 45 años. Esta precisión se hizo ya que el colectivo femenino presentaba menores rasgos de variación de edad, así como una edad media inferior a la de los varones. Por lo tanto se excluyeron los varo nes con edades superiores al rango de variación femenina. La muestra efectiva, tras esta reducción, está formada por 70 varones y 68 mujeres.

Los individuos fueron medidos según la normativa del International Biological Program23 para las variables somáticas estatura, pliegues cutáneos (tricipital, bicipital, escapular y suprailíaco) y peso, así como las variables fisiológicas capacidad vital, fuerza dinamométrica, tensión arterial y colesterol sérico total.

Los aparatos utilizados fueron Holtain, esfigmomanómetro de mercurio y Reflotron Boheringuer para la detección del colesterol total.

Por otra parte se realizó una encuesta personal sobre un amplio formulario (The coronary risk profile program)24 en el que se cuestiona a la persona sobre:

  • Antecedentes familiares (enfermedades).
  • Antecedentes personales (enfermedades).
  • HábitoS: tabaquismo, práctica deportiva, nutrición.
  • Aptitud: estrés y personalidad.
De la mayor parte de los individuos estudiados se conocía la tensión arterial y el colesterol previo, bien por chequeos de empresa o personales.

Los datos se procesaron en el Centro de Cálculo de la Universidad Autónoma de Madrid, utilizando el grupo de programas BMDP para el análisis descriptivo y de frecuencias de los datos y un análisis factorial en componentes principales que permitiera una aproximación conjunta de variables e individuos al problema propuesto.

RESULTADOS

Antes de pasar al análisis objeto de este estudio hemos creído necesario proceder a la caracterización de la muestra.

Como se ha indicado en el apartado precedente las edades consideradas se limitaron al tope máximo de 45 años. Así, el perfil de la ejecutiva sería el de una mujer con edad de 29,64 ± 7,1 años, universitaria en el 65 % de los casos y casada en el 51 %. El porcentaje, sin embargo, de madres de familia es tan sólo de 38 % y la práctica de deporte se realiza entre 1 y 2 veces por semana.

En el caso de los varones, la edad es de 32,52 ± 6,2 años, con un porcentaje de universitarios de 49,3 %. Son casados el 68 % y padres de familia, el 32 %. Estos realizan ejercicio físico 1 ó 2 veces por semana, igual que las mujeres.

En ambos casos habitan principalmente ciudades de población superior a 250 000 habitantes y/o capitales de provincia.

Por sus niveles salariales, y aun considerando un cierto rango entre ellos, pueden encuadrarse dentro de la clase media española.

En cuanto a su perfil antropométrico y fisiológico los resultados obtenidos se reflejan en la tabla 1 para las variables morfológicas, y en la 2 para las características que, en cierto modo, están matizando una aptitud fisiológica.

Respecto de los varones, su estatura coincide con la estimada dentro de su generación para el total de la población española,25 aunque el peso es significativamente superior (p < 0,05), lo que determina una morfología más robusta. La distribución del panículo adiposo está claramente decantada hacia un acúmulo troncal, siendo a nivel subescapular donde mayor registro se ha obtenido (forma manzana).

En el caso de las mujeres la estatura es superior en casi 2 cm a la media citada para la población española de 30 años.25 No existen diferencias significativas en el peso y los índices de robusticidad y de Quetelet.

La distribución del panículo adiposo es mucho más uniforme tanto en tronco como en extremidades, siendo a nivel tricipital donde mayor registro graso se ha observado.

Los valores encontrados para capacidad vital y fuerzas dinanométricas son superiores para los varones, que sobrepasan a las mujeres en unos 1 500 cm3 y en, aproximadamente, 35 kp de fuerza con ambas manos (tabla 2).

A partir de los resultados obtenidos respecto a los valores de colesterol y tensión recogidos en el momento del estudio y los previos en el chequeo de empresa, se ha elaborado la tabla 3. El colesterol, tanto entre la submuestra de hombres como en la de mujeres, se eleva durante los días en torno a la convención. Los incrementos son semejantes en varones y en mujeres. No obstante, los valores inferiores de partida en las mujeres hacen menos remarcable esta subida de colesterol sérico que, sin embargo, a los varones los coloca en el umbral de lo "no deseable de superar"26

En cuanto a la tensión arterial, nuevamente se registran mayores valores en los días de la convención tanto entre los delegados como entre las delegadas, pero sin embargo, los patrones de elevación son significativamente diferentes. En las mujeres es la tensión arterial sistólica aquélla que se ve modificada en mayor medida; en los varones, de modo significativo (p 0,001), es la diastólica. Esta elevación está considerada, mayoritariamente, como más peligrosa que la sistólica.27

Para determinar el marco diferencial de algunas de las causas consideradas como claros incidentes de riesgo, se han tenido en cuenta hábitos nutricionales, alcohol, tabaco y tipo de ingesta.

La ingesta calórica estimada tanto para varones como para mujeres es suficiente en una aproximación realizada con los valores de la ingesta de un día elegido al azar según los estudios de la OMS28 y de la FAO29

Sin embargo, en países europeos el peligro de malnutrición o mejor, de nutrición de riesgo, estriba en una ingesta y unos hábitos erróneos. En nuestro estudio, la ingesta de carne rica en grasa como fuente principal de proteína animal supone el 20,5 % de los casos de varones y el 12 % de las mujeres. En ellas es más frecuente una predilección por las carnes blancas y/o de aves. A modo de curiosidad, vale decir que no se ha encontrado ninguna mujer vegetariana mientras que entre los varones ejecutivos el porcentaje es de 2,5. No parece, pues, que éste sea un hábito muy extendido en este grupo social como tampoco lo es en la población española.30

El consumo de frutas y verduras es claramente favorable al colectivo femenino en el que, al menos, en cada una de las comidas del día se ingiere fruta o verdura, frente al masculino en el que el 41 % de los encuestados no comían ni fruta ni verdura, o lo hacían tan sólo una vez al día. Si consideramos que España es un país donde tradicionalmente el postre es de fruta, tampoco las medias de ingesta en las mujeres son excesivamente altas.

En cuanto a los hábitos considerados "poco saludables" se debe reseñar, en primer lugar, que el porcentaje de no fumadores es semejante en ambos sexos y próximo al 25 %. Es notorio el mayor porcentaje de varones que, siendo fumadores, han abandonado dicho hábito. Los grandes fumadores, con más de media cajetilla diaria, representan en nuestra muestra un porcentaje elevado (33 %).

Si bien somos conscientes de la dificultad que entraña estimar el consumo de alcohol -por la tendencia a declarar consumos inferiores a los reales-, en el grupo de no bebedores de nuestra muestra se observaron diferencias significativas entre los 2 sexos, siendo considerablemente mayor el número de hombres que dijo no haber bebido durante el último año. El valor medio en el número de copas entre los bebedores es ligeramente superior, sin embargo, entre los varones, aunque tanto en hombres como en mujeres se sobrepasan los 3 tragos al día.

El consumo de estimulantes tales como la cafeína y la teína, está ampliamente difundido en la muestra. Nuevamente los varones que no ingieren ni café ni té son porcentualmente más importantes que las mujeres con dichos hábitos. Los consumos medios de 2-3 tazas al día son muy semejantes en ambos sexos.

Las características del trabajo desempeñado por los componentes de nuestra muestra (horarios intensivos, entrevistas continuadas, movilidad, etcétera), crea la "necesidad" de realizar en numerosas ocasiones lo que se denominan "comidas rápidas" (fast food). Dicho hábito incide negativamente sobre 2 aspectos: 1) La calidad de los alimentos y 2) el estrés que una ingesta rápida supone. De nuevo se observó que el 6 % de las mujeres encuestadas hacían al menos, una comida rápida al día, pero no se encontró ningún varón que realizase este tipo de comidas todos los días de la semana. El porcentaje mayoritario, tanto en hombres como en mujeres, corresponde a la ingesta ocasional de comidas rápidas.

Los resultados expuestos muestran cómo en las mujeres, los denominados "hábitos poco saludables o nocivos" están incidiendo en la actualidad de un modo más importante que en los varones de su mismo estatus y condición. Este hecho puede ser interesante a la hora de promover campañas de prevención.

El estudio de Helsinki31 y el de Framinghan32 han puesto de manifiesto la multicausalidad de la morbimortalidad cardiovascular, y que todas las causas afectan en su mayor parte por igual manera a los varones y a las mujeres. No es menos cierto que en todos los países las estadísticas muestran una morbilidad menor en el sexo femenino. A nosotros, como antropólogos físicos nos ha interesado conocer la relación de todos los factores aterogénicos relacionados con la morfofisiología en uno y otro sexos. Para ello se aplicó un análisis factorial, en concreto, el de componentes principales que, mediante un enfoque multicausal nos permite una aproximación más real al problema que nos ocupa.

Para dicho análisis se incluyeron:

  • Características morfológicas y fisiológicas del individuo.
  • Antecedentes personales y familiares sobre enfermedades cardiovasculares y/o metabólicas (diabetes).
  • Hábitos nutricionales.
  • Factores de estrés y personalidad.
  • Hábitos nocivos reconocidos: alcohol, tabaco, cafeína.
Con estos grandes apartados se ha intentado la reconstrucción lo más exacta posible de la persona estudiada y su entorno. El porcentaje de variabilidad explicada en ambos sexos es considerable ya que con los 3 primeros factores se alcanza el 50 % de la variabilidad muestral. Si consideramos hasta el quinto factor, en las mujeres se alcanza el 70 % y el 78 % en los varones.

Este análisis evidencia un primer componente de variación, definido por las contribuciones de las variables de forma (pliegues cutáneos e índices de robusticidad y de Quetelet). Sin embargo, difieren las variables que se oponen a éstas en el caso de las mujeres y de los varones, y que en su oposición definen este primer componente. Mientras que en las mujeres es el tamaño, en los hombres es el incremento de tensión junto con el historial de antecedentes familiares sobre enfermedades cardiovasculares los que determinan este primer componente.

Por lo que al segundo componente se refiere, en ambos sexos está determinado por contribuciones de las presiones arteriales tanto las actuales (durante el evento) como por las habituales. Nuevamente sólo en el caso de los varones aparece la asociación con los antecedentes de morbilidad cardiovascular.

A partir del tercer componente se observa un dimorfismo sexual en las contribuciones. En los varones queda definido por las contribuciones del colesterol (antecedentes, pasado e incrementos). A dicha variable se asocian el tabaquismo, consumo de alcohol y el estrés. Opuesto a este grupo encontramos la variable consumo de carnes, cuyos valores mínimos indican una ingesta mayoritaria de carnes rojas de res sin limpiar de grasa y bajo consumo de pollo, aves y pescado.

En las mujeres este componente está perfilado por las contribuciones de las variables psicológicas. La oposición estrés-personalidad enmarca un nuevo plano de variabilidad interesante, pues el colesterol se asocia con el estrés y el hábito de consumir "comidas rápidas".

No aparece entre las mujeres la asociación colesterol-tabaco, ni cuando se analiza de modo bivariado con coeficientes de correlación simple (r = 0,198), ni en el entorno integrador del análisis factorial. En varones esta correlación es muy evidente y significativa (r = 0,429).

El cuarto factor nuevamente difiere en ambos sexos. En las mujeres está definido por las variables de aptitud fisiológica: capacidad vital y dinamometrías, asociadas a la propia envergadura de la mujer. Sin embargo, en los varones este cuarto componente define un tipo de aptitud alimenticia prototípica del ejecutivo: elevado consumo de café, más no consumo de verduras y frutas, fumador y la asociación con los valores de las presiones sistólicas. Las comidas rápidas se oponen al cuadro precedente.

El resto de los factores hallados explican un porcentaje mucho menor de variabilidad, lo que los hace menos relevantes en la explicación de los problemas propuestos. Sin embargo, ante el hecho de que el hábito de fumar no apareciera como factor asociado a las modificaciones de tensión, colesterol ni actuales ni del historial previo, en las mujeres se analizaron el resto de los factores. Tan sólo en el factor 10 (que únicamente explica el 1,9 % de la variabilidad total) aparece dicha variable oponiéndose a la capacidad vital, y de modo menos marcado mostrando cómo entre las fumadoras las variaciones tanto de colesterol como de tensión eran mayores que entre las no fumadoras durante estos días de convención.

DISCUSION

Datos recientes del proyecto WHO-ERICA10 han estimado que la prevalencia de nuestros niveles séricos de colesterol empieza a ser un problema en España. En dicho estudio, al igual que en el estudio de Framinghan,32 se pone de manifiesto el efecto multiplicativo que sobre la morbilidad tiene la incidencia conjunta de varios factores considerados de riesgo. En este sentido creemos de interés los resultados obtenidos en el presente trabajo y, que a modo de conclusiones, pasamos a referir.

En primer lugar, no hemos encontrado en nuestra muestra de población de 24 a 45 años una asociación clara entre la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial. Los coeficientes de correlación entre ambos grupos de variables son bajos.

Unicamente se detectaron correlaciones moderadamente elevadas con la tensión diastólica para los varones. Estos datos son concordantes con el estudio de Framinghan,32 que sugiere, como en nuestro caso, un aumento no dramático de la presión arterial con el incremento de los niveles de colesterol. En nuestras mujeres, la asociación es mucho más patente e importante a nivel estadís-tico, lo que coincide con los resultados del Australian Risk Factor Prevalence Study33 donde la incidencia conjunta de hipertensión e hipercolesterolemia es mucho mayor en las mujeres que en los varones.

Nuestros resultados muestran que cuando se unifican muchos de los factores considerados como "riesgos cardiovasculares", el sexo sigue siendo uno de los condicionantes básicos sobre el cual proceder a realizar un análisis estimativo de la morbilidad.

Las diferentes morfofisiologías masculina y femenina deben ser tenidas en cuenta a la hora de estimar el riesgo mórbido aunque ello suponga una complicación en el entramado clínico preventivo. La constitución, reflejada por medio de variables antropométricas de tamaño y forma ha de ser considerada. Así, la preponderancia del acúmulo graso troncal en los varones frente a la uniformidad de la distribución grasa de las mujeres, hace suponer, en los primeros, un incremento adicional de esfuerzo cardíaco y de riesgo.34,35

Se ha puesto de manifiesto la importancia que el estrés y la propia exigencia personal adquieren sobre los valores de colesterol y tensión arterial en las mujeres. Esta relación, sin embargo, no es tan clara en los varones. Este dato podría reflejar en cierta manera diferentes niveles de presión del medio profesional en uno y otro sexos.

Nuestras mujeres parecen ser menos receptivas a los factores "no saludables". Así, el hecho de ser fumadoras en igual medida que los varones no implica, como sucede en éstos, valores mayores de tensión ni de colesterol. Esta última relación explica, en las mujeres, tan sólo el 2 % de la variabilidad generada (décimo factor).

En cuanto a la relación con la dieta, puesta de manifiesto en estudios tales como el de Huttunen y colaboradores36 y McCarron,37 nuestros datos indican una mayor importancia del tipo de nutrición como factor de riesgo en los varones que en las mujeres. No obstante, se debe hacer constar que la ingesta y los hábitos nutricios son más desequilibrados en la muestra masculina que en la femenina. El alto consumo de grasas, embutidos, huevos y por el contrario, la pobre ingesta de fibras (frutas y verduras) puede ser una de las causas que esté matizando los resultados obtenidos.

Por último, deseamos agradecer a todos los delegados y a MERCK, SHARP & DOHME de España, la infraestructura creada para la realización del presente estudio, que, dados los buenos resultados obtenidos, juzgamos de interés continuar en otros grupos de población y en otros rangos etáreos.

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