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Señor Director:
En presencia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 descubierto hacia finales del año 2019, en la ciudad de Wuhan, China, se ha presentado un síndrome respiratorio agudo grave que se propagó de manera rápida e incontrolable.1 Casi la totalidad de las regiones se encuentran afectadas con millones de contagios y cientos de miles de personas fallecidas. Diversas son las medidas llevadas a cabo por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las autoridades sanitarias de los distintos países a fin de detener su propagación y controlar la enfermedad COVID-19.
En Cuba, la atención primaria de salud (APS), como parte de su programa de promoción de salud y prevención de enfermedades, ha incorporado, desarrollado y perfeccionado las acciones de pesquisa activa como medio para el conocimiento de los problemas de salud de la población y ofrecer su solución oportuna. Esta tarea ha sido desplegada principalmente por los estudiantes de pregrado de las ciencias médicas y muchos de sus profesionales.2 En la actualidad esta estrategia ha resultado de gran valor ante el enfrentamiento a la pandemia.
Los estudiantes que se encuentran vinculados a las labores de pesquisa activa realizan visitas diarias a las viviendas en búsqueda de pacientes con síntomas respiratorios y factores de riesgos epidemiológicos.2,3 Otros han dado el paso al frente al brindar su ayuda voluntaria en centros de aislamiento y la red hospitalaria,4,5) por lo que estuvieron en contacto con pacientes sospechosos y positivos a la COVID-19.
Nos encontrarnos frente a un virus de fácil contagio, cuyas principales vías de transmisión son el contacto de las mucosas mediante secreciones nasales (cuando los enfermos tosen, estornudan o hablan), transmisión respiratoria indirecta o por aerosol (contacto indirecto con una persona infectada) y transmisión a través del contacto indirecto con objetos y superficies contaminadas y fómites (las gotas contaminadas con el virus se sitúan en las superficies de los objetos, los cuales al ser tocados, propician el traslado del virus a la mucosa de las cavidades oral, nasal y ocular de la persona y provoca la infección). El periodo de incubación del virus es de 1 a 14 días. En algunos casos, la enfermedad se puede presentar de forma asintomática.6,7 Al señalar estos elementos se puede plantear que los estudiantes de ciencias médicas y demás profesionales vinculados a las tareas mencionadas se encuentran en un riesgo inminente y continuo de contraer la infección y convertirse en fuentes de propagación.
Como medidas higiénicas y sanitarias para evitar el contagio se conoce que el establecimiento de más de un metro de distancia entre personas y el uso obligatorio del nasobuco o mascarilla son muy eficaces durante las labores de pesquisa activa. Por otro lado, en las labores en los hospitales, Díaz Colina8 expone que el empleo de hipoclorito de sodio al 0,1 % para el lavado de las manos, y al 0,5 % para superficies, la utilización del nasobuco de doble cubierta y la sobrebata y el cumplimiento de procedimientos epidemiológicos para el recambio de los medios de protección, han reducido el contagio en personas expuestas, incluso para aquellas que atienden casos positivos.
En sentido general, la presente carta insta a todos los estudiantes y trabajadores de las ciencias médicas a cumplir con las medidas de bioseguridad recogidas en el Protocolo de Actuación Nacional para la COVID-19,7) desarrollado por el Ministerio de Salud Pública. Juntos es la única manera de frenar el azote de la actual pandemia.
