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Revista Cubana de Enfermería
On-line version ISSN 1561-2961
Rev Cubana Enfermer vol.13 no.1 Ciudad de la Habana Jan.-June 1997
Editorial
XX aniversario del inicio de la enseñanza universitaria de enfermería en Cuba
La invasión tecnológica en el campo de las ciencias de la salud, ocurrida a partir del inicio de la década de los años 70, propició el surgimiento de nuevas funciones para la enfermera al nivel mundial; sin embargo, sólo los países altamente industrializados, con un gran crecimiento económico, venían siendo favorecidos, desde mediados del siglo, con la incorporación de nuevas tecnologías que habían obligado a la formación universitaria de sus recursos humanos en enfermería, mientras que los países en desarrollo sólo podían aspirar, como máximo, a la formación técnica.Cuba no era una excepción, aun cuando su estructura socioeconómica diferente redundaba en un crecimiento económico mayor al del resto de los países del continente. Pero la diferencia cualitativa descansa en el principio de equidad en la redistribución de las riquezas, premisa del modelo económico cubano.
Esta premisa de justicia social, evidenciada, desde la misma gestación del proceso revolucionario, en el reconocimiento explícito de que "la salud es un derecho de todos y un deber del estado", obligaba a este último, no sólo a poner, a disposición de todos, los recursos materiales y humanos con los que se contaba en esos momentos, sino que demandaba la necesidad de ir al mejoramiento de éstos, en aras de incrementar la calidad de los servicios de salud y con ello el grado de satisfacción de la población.
Es en este contexto histórico en el que la bicentenaria Universidad habanera conoce de la estrategia política de incrementar la fuerza calificada del país, a expensas de la formación universitaria, en correspondencia con el grado de desarrollo alcanzado en diferentes ramas de la economía, tanto de la producción como de los servicios.
A mediados de 1973, el alto centro docente solicita de los Organismos Centrales del Estado, empleadores de la fuerza calificada del país, que hicieran propuestas de nuevas carreras universitarias, relacionadas con las necesidades surgidas al calor del desarrollo cientificotécnico al nivel mundial y en el propio país.
Es así como el entonces Decano de la antigua Escuela de Medicina, doctor José Llorens, convoca a una reunión, el 11 de noviembre de 1973, en la que participa un pequeño grupo de distinguidas personalidades de medicina y enfermería:
Doctor Roberto Douglas Pedroso, Profesor de Fisiología del ICBPC "Victoria de Girón", con larga trayectoria docente y amplia experiencia en la elaboración de planes y programas de estudio en medicina.
Doctor Roberto Hernández Elías, Director Nacional de Docencia Médica Media.
Doctor Sergio García Marruz, Profesor prestigioso, especialista en Ginecología y Obstetricia.
Doctor Boris Klaindorf, representante de los Servicios Médicos de las FAR.
Enfermera Silvia Gómez Castro, docente de experiencia que ocupaba en esos momentos el cargo de Funcionaria del Departamento Nacional de Enfermería.
Los objetivos de la reunión fueron precisados desde su inicio: definir el propósito de la formación universitaria de enfermeras, e identificar los conocimientos y habilidades que debían poseer las enfermeras universitarias.
Más tarde, la señora Nilda Bello Fernández, enfermera docente que había viajado a Colombia con el objetivo de formarse como Licenciada en Enfermería, regresaba a Cuba convertida en su primera enfermera universitaria y en esa condición se incorpora al trabajo del grupo. Poco después, este grupo inicial contó con el asesoramiento de la doctora Huguette Lavell, Jefa de Enfermeras Nacional de Canadá y Presidenta de su Colegio Nacional.
En noviembre de 1974, una comisión de enfermeras, presidida por la entonces Jefa de su Departamento Nacional, señora Dora Rodríguez Arriba, docente de larga experiencia y reconocido prestigio, viajan a Canadá para conocer de la formación de licenciadas en Enfermería, a partir de enfermeras básicas. El grupo, integrado además por las enfermeras Silvia Gómez Castro y María Fenton Tait, y la licenciada en Enfermería, Nilda Bello Fernández visita 6 ó 7 universidades canadienses.
Durante todo el año siguiente los Grupos de Trabajo, por perfiles o especialidades, integrados por las enfermeras docentes Nilda Zamora, Águeda Ramos, Gladys Pérez y Rita Rico, y la psicóloga Margarita Neyra, profesora del ICBPC "Victoria de Girón", trabajaron en las ideas generales para la elaboración del primer Plan de Estudio de Licenciatura en Enfermería, a partir de enfermeras básicas. Más tarde se incorporaría también la enfermera docente Eloína Hernández.
Después de un viaje a Canadá, en 1976, realizado por 2 de las enfermeras que ya lo habían hecho anteriormente, con el objetivo de entrenarse sobre el método problémico, utilizado en la enseñanza del Proceso de Atención de Enfermería, se recibe en Cuba la visita de las doctoras Lavell -ya conocida- Helen Mussalem, Directora del Colegio Nacional de Enfermeras y Josephine Flahert, Decana de la Universidad de West Ontario.
La matrícula ofrecida fue de 40 plazas, cuyas aspirantes serían seleccionadas entre las enfermeras que cumplieran los siguientes requisitos, sin límite de edad:
- Tener aprobado el Bachillerato, Preuniversitario o Facultad Obrero-Campesina.
- Hallarse activa como enfermera.
- Poseer 10 años de experiencia profesional, como mínimo.
- Ser graduada de algún curso posbásico.
- Ser liberada de sus funciones en su centro laboral, durante los 4 años de duración de la carrera.
Este primer curso lo integraron 11 estudiantes: 10 mujeres y un hombre, Néstor Blanco. Una de las mujeres era una enfermera mejicana residente en Cuba, Gloria Popoca Ortega, quien había venido al país en los primeros años de la Revolución triunfante, a prestar su ayuda solidaria. En el grupo, 2 enfermeras eran internacionalistas, una de las cuales, Sara Rodríguez Díaz, lo había sido en 3 oportunidades (Argelia, Viet-Nam y Tanzania) y 2 eran militantes del Partido Comunista de Cuba. El promedio de edad fue de 37 años. Precisamente la mayor del grupo, Gladys Pérez Suárez, fue Diploma de Oro, primer expediente del curso. Ella y María Fenton Tait fueron profesoras-estudiantes. El grupo estuvo integrado además por Anayda Varela, Célida Camot (la única que no llegó a graduarse), Nancy Yenoschik, Eduarda Ancheta, Yasmina Marrero y Gladys González. De los 10 graduados, 3 están actualmente jubiladas.
Así, el curso académico 1976-1977, marcaba un importante hito en la historia del desarrollo de la enfermería profesional en el país, se iniciaba la formación de enfermeras al nivel universitario. De este modo, Cuba se ponía a nivel de su tiempo.
Se acababa de constituir el Ministerio de la Educación Superior y, coincidentemente, el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, subordinado al Ministerio de Salud Pública, con 4 Facultades de Medicina y una de Estomatología en Ciudad de La Habana, y Facultades de Medicina en Pinar del Río y Matanzas.
La licenciada Nilda Bello Fernández debería asumir la función de Decana de una nueva Facultad, la de Enfermería. No obstante, al resultar pequeña la matrícula de este primer curso, se decidió no constituir en ese momento una Facultad, sino adscribir el colectivo docente de esa especialidad, como un departamento, a la recién creada Facultad de Medicina No. 1, que abarcaba los hospitales "Calixto García" y "Manuel Fajardo". Es así que la licenciada Bello Fernández asume la dirección de ese departamento, al propio tiempo que se desempeña como docente en el curso.
Desde aquel primer paso en la marcha impetuosa de formación de recursos humanos de enfermería de nivel superior han transcurrido ya 20 años, de grandes avances y pequeños retrocesos, de éxitos y dificultades, de incomprensiones y tolerancias; pero, indudablemente, el saldo ha sido realmente positivo. Baste mencionar que en estos 20 años se han formado ya 10 625 licenciados en Enfermería en todo el país, lo que constituye el 6,6 % del total del personal de enfermería en activo.
La enfermera de la Cuba actual tiene ante sí el más importante reto de su quehacer profesional, imprimir el sello de su profesionalidad en el nuevo modelo de atención primaria del médico y la enfermera de la familia, en el cual tiene un inapreciable campo de actuación para sus acciones independientes.
Trabajar con el individuo sano, la familia y la comunidad, proponerles nuevos estilos de vida que promuevan su salud y prevengan enfermedades requiere de sólidos conocimientos científicos, dominio de las técnicas de comunicación humana, e indudablemente de grandes cualidades morales.
Para hacer el bien y contribuir a la eliminación de sufrimientos evitables hace falta competencia y desempeño profesional, acorde al nivel del desarrollo cultural de la población y de la Salud Pública cubana actual. En este sentido, la enfermera universitaria tiene un gran espacio por cubrir.
La Revista Cubana de Enfermería, especialmente su Comité de Redacción, y muy particularmente su Directora, desean sumarse a los testimonios de gratitud, expresados por la Junta de Gobierno de la Sociedad Cubana de Enfermería y por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, hacia los profesores y estudiantes de aquel primer curso, que hace 20 años encendieron la llama eterna del interés por la superación profesional y marcaron el despegue hacia la enfermera del siglo XXI.
FUENTES ORALES
.Testimonios ofrecidos por las licenciadas Silvia Gómez Castro y Nilda Bello Fernández; la enfermera docente Dora Rodríguez Arriba y el doctor Roberto Douglas Pedroso.
FUENTES DOCUMENTALES
.Anuario Estadístico del Minsap, 1980 y 1995.
.Tesis de Grado para optar por el título de Licenciada en Enfermería, de Jovita Páez Armenteros.
Lic. María del Carmen Amaro Cano.
Profesora de la Facultad de Ciencias Médicas "Calixto García".
Secretaria de la Sociedad Cubana de Historia de la Medicina.