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Revista Cubana de Enfermería

versión impresa ISSN 0864-0319versión On-line ISSN 1561-2961

Rev Cubana Enfermer v.23 n.2 Ciudad de la Habana abr.-jun. 2007

 

Colaboración extranjera

Universidad de Antofagasta. Chile.

Actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta, Chile. Noviembre 2001- enero 2002

Carmen Collao1

RESUMEN

El niño que es hospitalizado, independientemente de la causa que origine la internación, está expuesto a sentir dolor. La forma más común de expresión de desagrado en el niño es mediante el llanto. A él se atribuyen variadas causas, pero casi nunca se le relaciona como manifestación de dolor, principalmente por el desconocimiento de sus fundamentos fisiológicos, fisiopatológicos y farmacológicos. El propósito de este estudio estuvo dirigido a identificar la actitud del personal de enfermería del servicio de pediatría del Hospital Regional de Antofagasta, Chile, hacia el niño con dolor y caracterizar algunos factores que se relacionan con esta actitud. En este sentido los objetivos generales de la investigación abarcaron la identificación de la actitud que tiene el personal de enfermería hacia el niño con dolor: favorable o desfavorable, y relacionar esa actitud con algunos factores sociodemográficos del personal: edad, tipo de familia de origen, creencias religiosas, estado marital, maternidad, felicidad personal, profesión u oficio (auxiliares de enfermería y enfermeras) años de ejercicio profesional, experiencia laboral con niños, satisfacción laboral, experiencias familiares de niños con dolor, capacitación primaria (durante la formación) y secundaria (en la vida laboral) en esta materia. Se realizó un estudio descriptivo con un diseño de tipo correlacional transversal durante los meses de noviembre del 2001 a enero del 2002 en la ciudad de Antofagasta. El universo estuvo constituido por 48 Enfermeras y Técnicos Paramédicos que laboran en el Servicio de Pediatría del Hospital Regional de Antofagasta, 43 de ellas, conformaron la muestra poblacional seleccionada. Los resultados obtenidos han permitido relacionar solamente las variables de capacitación con la actitud del personal hacia el niño con dolor.

Palabras clave: Niño, dolor, profesionales de enfermería, actitud ante el dolor.

Cada persona aprende el significado de la palabra dolor a través de su propia experiencia personal, porque tiene múltiples causas, y además, porque con él están interrelacionados aspectos psicológicos y culturales que hacen difícil de traducir este conjunto en una definición. La International Association for the Study of Pain (IASP) define el dolor como "una experiencia sensorial y emocional desagradable, con daño tisular actual o potencial, o descrito en términos de dicho daño”.1 El dolor constituye uno de los elementos que conforman nuestra identidad como sujetos humanos, por ello toda sociedad articula un sistema de cognición, comprensión y sobre todo de acción ante este fenómeno.

El niño que es hospitalizado, independiente de la causa que origine la internación, está expuesto a sentir dolor, ya sea por los procedimientos médicos o de enfermería específicos para enfrentar la enfermedad, como también por actividades rutinarias, debiendo someterse a menudo, a pruebas y tratamientos que causan dolor. De algún modo aprenden a afrontar la experiencia dolorosa, pero puede ocurrir también que la vivencia le afecte profundamente, especialmente a aquel niño que está iniciando su proceso de desarrollo.2 El paciente pediátrico pocas veces puede decir lo que siente, principalmente por su incapacidad para expresarse verbalmente debido a su etapa de desarrollo; la forma más común de expresión de desagrado del niño es mediante el llanto, a él se atribuyen variadas causas, pero casi nunca se le relaciona como manifestación de dolor, y a los que pueden expresarse, poco se les cree. La enfermera pediátrica debe estar conciente que el llanto y el fruncimiento de la frente de los más pequeños, son indicadores de dolor, así como sus verbalizaciones.3

Existen profesionales que piensan que el niño por su inmadurez no siente dolor. Dos de los principales mitos se refieren a que los nervios de los niños son distintos respecto a la transmisión del dolor, y el otro es el temor irreal sobre los narcóticos, que incluyen la posibilidad de provocar adicción y depresión respiratoria, miedos que provienen tanto del médico como de los padres,4 por lo tanto, su actitud hacia el dolor será desfavorable, lo que traerá como consecuencia que no lo traten en forma suficiente, dejando, por ejemplo, la analgesia pre- renata y no por horario como se hace con los adultos.5 Hoy es reconocido que desde el período de recién nacido el niño es capaz de experimentar dolor y esto incluye al prematuro.6 La enfermera debe tener siempre presente que una persona y en particular un niño se sentirá realmente satisfecho, cuando el proveedor de sus cuidados, ha manejado efectivamente el dolor.7

La formación académica de la enfermera contempla innumerables aspectos que van dirigidos a la promoción, recuperación y rehabilitación de la salud. Sin embargo, se tratan superficialmente aquellos tópicos que tienen relación con el “bien morir”, y sobre todo con el alivio del dolor del paciente. Es probable que la influencia de la formación biomédica tenga su cuota de responsabilidad, porque al igual que el médico, muchas enfermeras realizan todos los procedimientos y acciones posibles para recuperar la salud o salvar la vida, sin importarles en muchas ocasiones si con ello están provocando un sufrimiento mayor que lo que ocasiona la enfermedad en sí misma. Generalmente son enfermeras las que forman al personal auxiliar, y su modelo de actuación invariablemente se trasmite a estos trabajadores de la salud. En la mayoría de las unidades y servicios, es el personal de Enfermería el que realmente permanece las 24 horas del día junto al paciente, y a menudo desestiman que su dolor sea real y no hacen ningún intento por aliviarlo. A lo expresado anteriormente se añade que subyacen también todas las creencias, mitos e incluso, supersticiones que las personas traen consigo; algunas son vivencias que han ido adquiriendo a lo largo de sus vidas, y que en definitiva serán la base de la actitud que posteriormente tendrán hacia el niño que padece dolor. Un estudio realizado en los servicios de urgencia, reveló las diferencias que existen entre el tratamiento del dolor de adultos y el de los niños: el 60 % de los pacientes adultos recibieron una analgesia adecuada, pero sólo el 28 % de los pacientes pediátricos.8 En el mismo sentido, Helgadottir9 indica que sólo con el 38 % de los recién nacidos la medicación prescrita corresponde a la dosis terapéutica, la que disminuye al 32 % cuando se administra. El tratamiento del dolor debe satisfacer cuatro condiciones básicas: continuado, completo, combinado y preferentemente preventivo, es decir, que el dolor debe prevenirse y no esperar que el niño lo padezca para actuar. De igual forma una vez instalado debe tratarse y controlarse con todos los niños, independiente de la edad, madurez o severidad de la enfermedad.10 La incorporación y el apoyo de los padres del niño expuesto a sufrir dolor, resulta fundamental para su tratamiento, porque lo tranquilizan y le dan seguridad, haciendo más llevadera esta experiencia para el niño y mejorando su relación con el personal de enfermería.11

La manera como el personal de enfermería perciba las cosas, dará origen a que sus actitudes sean con una dimensión favorable o desfavorable hacia el sujeto de actitud, es decir, hacia el niño que siente dolor. Es probable que personas dedicadas a una misma tarea tengan percepciones y actitudes diferentes, influidas por factores propios, como también por los sentimientos que le provocan la edad del niño, su sexo, o la enfermedad que sufre, y por último por algunos factores propios de la organización de la atención. El propósito de este estudio ha sido identificar la actitud que tiene el personal de enfermería del servicio de pediatría del Hospital Regional de Antofagasta hacia el niño con dolor y caracterizar algunos factores que se relacionan con esa actitud.

Métodos

Estudio descriptivo, correlacional, transversal realizado durante los meses de noviembre a enero de 2002 en la ciudad de Antofagasta, Chile. El universo estuvo constituido por las enfermeras y los técnicos paramédicos que laboran en el Servicio de Pediatría del Hospital Regional de esa ciudad, compuesto por 48 personas, se trabajó con 43 de ellos, que respondieron afirmativamente la carta de consentimiento.

La recolección de datos se realizó a través de un cuestionario, compuesto de dos partes: un cuestionario con los datos sociodemográficos y del quehacer de Enfermería y una Escala de Actitud hacia el niño con dolor, elaborada por la autora. El instrumento recolector de los datos fue aplicado en el lugar de trabajo. Para verificar la comprensión del instrumento se realizó la prueba piloto con 24 personas, entre enfermeras y técnicos paramédicos del Hospital Clínico Guillermo Grant Benavente de Concepción. Para medir la actitud se desarrolló una escala tipo Likert de 18 ítems con tres alternativas de respuesta, que conservó la proporcionalidad en las áreas Cognitiva, Emoción y Acción, basada en el Modelo de Hovlan y Rossemberg (Ajzen 1980),12,13 con un puntaje máximo de 54 puntos y uno mínimo de 18. La confiabilidad de esta escala medida con el Alfa de Cronbach fue de 0,54. El procesamiento de datos para su análisis se realizó con el programa computacional Statística 4.0. El análisis de los datos contempló una etapa exploratoria descriptiva donde las variables se resumieron en tablas estadísticas y se utilizaron medidas de frecuencia y porcentaje para las variables cuantitativas. La relación entre variables se estudió mediante Pruebas de Chi Cuadrado, con Corrección de Fisher. El nivel de significación estadística utilizado fue de 5 %.

RESULTADOS

En el estudio participaron 43 personas integrantes del equipo de Enfermería del Servicio de Pediatría del Hospital Regional de Antofagasta. El grupo estuvo mayoritariamente formado por técnicos paramédicos, en edades entre 36 y 55 años y con más de 10 años de ejercicio. Poco más de la mitad vive en pareja y el 72 % tiene hijos. La mitad de los encuestados tiene antecedentes de un hijo o familiar cercano con dolor. Pertenecen en su mayoría a familias nucleares, manifiestan tener credo religioso, estar felices con la vida y sentir satisfacción laboral. En relación con su capacitación en dolor, poco más de la mitad (51 %) ha recibido capacitación en su formación técnica o profesional, pero no siguió recibiendo capacitación post-graduada en temas relacionados con el dolor sufrido por el niño (58 %). Respecto a la experiencia laboral con niños, casi un 70 % lleva trabajando más de seis años en la atención de niños hospitalizados.

El 72,09 % del personal estudiado posee actitudes desfavorables hacia el niño con dolor. (Tabla 1)

TABLA 1. Distribución numérica y porcentual del personal del Servicio de Pediatría, según su Actitud hacia el niño con dolor. 2002

Actitud

%

Desfavorable

31

72,09

Favorable

12

27,91

Total

43

100

Fuente: Encuesta aplicada por la autora para explorar actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta 2002.

El personal Técnico Paramédico es el que mayoritariamente tiene una actitud negativa hacia el niño con dolor, 82,76 %, mientras que el 50 % de las enfermeras exhibe una actitud positiva. Esta diferencia fue estadísticamente significativa con un valor de p < 0,05. La corrección con Fisher corrobora la signifcación. (Tabla 2)

TABLA 2. Distribución del personal de Enfermería del Servicio de Pediatría, según su Actitud hacia el niño con dolor y su profesión u oficio. 2002

 

T. Paramed.

Enfermera
Total

%

%
%

Desfavorable

24

82,76

7

50

31
72,09

Favorable

5

17,24

7

50

12
27,91

Total

29

100

14

100

43
100

Fuente: Encuesta aplicada por la autora para explorar actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta 2002. Chi cuadrado 5,036 d f = 1 p = 0,024

Sólo un tercio de los adultos jóvenes y de los adultos maduros tienen una actitud favorable hacia el niño con dolor, mientras que el total de los adultos mayores expresa tener una actitud desfavorable ante este hecho. Sin embargo, el análisis estadístico no mostró diferencias. Al aplicarle corrección de Fisher, sigue no existiendo una relación estadísticamente significativa. (Tabla 3).

TABLA 3. Distribución del personal de Enfermería del Servicio de Pediatría, según su Actitud hacia el niño
con dolor y su edad

 

A. Joven

A. Medio

A. Mayor

%

%

%

Desfavorable

9

69,23

18

69,23
4

100

Favorable

4

30,77

8

30,77
0

0

Total

13

100

26

100
4

100

Fuente: Encuesta aplicada por la autora para explorar actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta 2002. Chi cuadrado 1,707 d f = 2 p = 0,4258

El mayor porcentaje de quienes tienen poco, regular o muchos años de ejercicio presenta una actitud desfavorable hacia el niño con dolor y sólo el 23,3 % de los funcionarios con muchos años de servicio presentan una actitud favorable.

La gran mayoría de las personas que tienen o han tenido pareja, tienen una actitud desfavorable hacia el niño con dolor. Esta misma actitud se evidencia en menor porcentaje en el caso del personal soltero.

De acuerdo a la condición de tener hijos, se observa que las personas que no han sido madres (80,65 %) presentan en mayor porcentaje una actitud desfavorable hacia el niño con dolor, que aquellas que han tenido hijos. El 50 % de las personas con esta última condición presenta una actitud positiva. Existe una relación estadísticamente significativa entre estas variables, corroborado al realizar la corrección con Fisher. (Tabla 4)

TABLA 4. Distribución del personal de Enfermería del Servicio de Pediatría, según su Actitud hacia el niño con dolor y su maternidad. 2002

 

Con pareja

Sin pareja

%
%

 

Desfavorable

18

78,26
13

65

31
72,09

Favorable

5

21,74
7

35

12
27,91

Total

23

100
20

100

43
100

Fuente: Encuesta aplicada por la autora para explorar actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta 2002. Chi cuadrado 4,038 d f = 1 p = 0,044

El 75 % de las personas que declaran un alto grado de satisfacción laboral, y el 57,14 % de quienes declaran un bajo grado presenta actitud desfavorable hacia el niño con dolor.

Las personas que no han recibido capacitación secundaria (durante su vida laboral) en temáticas del dolor, son las que mayoritariamente muestran actitudes desfavorables frente al niño con dolor. Las actitudes favorables se evidencian en quienes han asistido a cursos o han recibido capacitación en servicio (60 % y 55,56 %, respectivamente). Esta diferencia es estadísticamente significativa, lo que se corrobora al efectuar la corrección con Fisher. (Tabla 5).

TABLA 5. Distribución del personal de Enfermería del Servicio de Pediatría, según su Actitud hacia el niño con dolor y capacitación secundaria en dolor

 

Curso

 

En servicio

Otro

No ha tenido

%
%
%

Desfavorable

2

40

4

44,44

3

75

22
88
31

72,09

Favorable

3

60

5

55,56

1

25

3
12
12

27,91

Total

5

100

9

100

4

100

25
100
43

100

Fuente: Encuesta aplicada por la autora para explorar actitud del personal de enfermería hacia el niño con dolor. Antofagasta 2002. Chi cuadrado 9,140 d f = 3 p = 0,0274

DISCUSIÓN

El estudio realizado con el personal de enfermería del Servicio de Pediatría del Hospital Regional de Antofagasta, indica que: un alto porcentaje del personal estudiado posee actitudes desfavorables hacia el niño con dolor. El personal técnico paramédico es el que mayoritariamente tiene esta actitud desfavorable, 82,76 %, mientras que el 50% de las enfermeras exhibe una actitud favorable. Esta diferencia fue estadísticamente significativa con un valor de p < 0,05. Tal vez esta actitud esté relacionada con las percepciones. Estudios realizados por Twycross,14 afirman que existen factores que inciden en que las enfermeras no siempre perciban a sus pacientes con dolor y ello se asocia invariablemente a la valoración que esta haga del dolor. Fuller15 concluye que para valorar el dolor del niño no sólo es importante observar al niño sino también tomar en cuenta el contexto en el proceso, dado que se puede correr el riesgo de subvalorar el dolor del niño cuando todos los factores no son considerados. Por otra parte, Jacobs16 concluye que no hay evidencia en los registros clínicos que las enfermeras desarrollen herramientas apropiadas para valorar el dolor y evaluar las respuestas de los niños hacia las estrategias de manejo, lo que de alguna manera también constituye una actitud desfavorable. Estudios realizados por Rush17 indican que la enfermera pediátrica está profundamente influenciada por tradiciones y rituales y que la persistencia de mitos con respecto al dolor de los niños interfiere su manejo, haciendo que adopte una actitud desfavorable. Las personas tienen sus propias percepciones del dolor y las enfermeras no siempre son capaces de percibir el dolor que sus pacientes sienten. En este estudio sólo un tercio de los adultos jóvenes y de los adultos maduros tienen una actitud favorable hacia el niño con dolor, mientras que el total de los adultos mayores expresa tener una actitud desfavorable ante este hecho. El mayor % de quienes tienen poco, regular o muchos años de ejercicio presentan una actitud desfavorable hacia el niño con dolor, situación que difiere de los resultados de Salantera18 quien exploró el punto de vista y la actitud de enfermeras que estaban realizando la especialización en pediatría, sobre la atención al niño con dolor, encontró que las estudiantes tienen puntos de vista y actitudes favorables hacia el cuidado del niño con dolor, sin embargo, estos puntos de vista y actitudes difieren con la edad. El mismo autor indica que cuando se trata sólo de conocimientos acerca del manejo del dolor, no hay diferencia ni por edad, ni por experiencia laboral.

Un aspecto explorado en este estudio fue la relación entre la condición marital y la actitud hacia el niño con dolor, pensando que una persona que establece una relación de pareja, sea legal o no, pudiera estar emocionalmente más plena, lo que le permitiría percibir de mejor forma el dolor del niño y tener una actitud favorable, sin embargo la gran mayoría de las personas que tienen o han tenido pareja, tienen una actitud desfavorable hacia el niño con dolor. Planteamientos similares se establecieron respecto, tanto de la condición de maternidad, como del antecedente de haber tenido un hijo o familiar niño que haya sufrido dolor. En ambas situaciones se suponía que las funcionarias con esas condiciones tendrían una actitud favorable hacia el niño con dolor, sin embargo, las personas de este estudio, que han sido madres (80,65 %) presentan en mayor porcentaje una actitud desfavorable hacia el niño con dolor y en relación con la experiencia de haber tenido un hijo o un familiar niño que ha sufrido dolor, no se aprecia diferencia estadística entre las variables. El tener o no un credo religioso no hace variar significativamente la actitud hacia el niño con dolor, ya que es muy similar en uno y otro grupo. Al relacionar el tipo de familia del cual proceden las encuestadas, se presumía que aquellas personas provenientes de familias extendidas tendrían una actitud más favorable hacia el niño con dolor, por el modelaje que habitualmente imprime la presencia solidaria de los abuelos en este tipo de familia, sin embargo, no existe relación estadística entre las variables. Se observó que el 80% de las personas que provienen de familias extendidas y el 72,97 % de las pertenecientes a familias nucleares presentan una actitud desfavorable hacia el niño con dolor. Otro aspecto que llama la atención en este estudio es la relación con el grado de felicidad y de satisfacción laboral que declaran los funcionarios. Se espera que las personas que son felices y que están satisfechas en su trabajo presenten una actitud favorable hacia el niño con dolor.19 En este estudio, el 75 % de las personas que declaran un alto grado de satisfacción laboral, y el 57,14 % de quienes declaran un bajo grado presentan actitud desfavorable hacia el niño con dolor, lo cual evidencia que no existe relación estadística entre estas dos variables, como tampoco hay diferencia estadísticamente significativa entre el grado de felicidad que declaran tener los encuestados y su actitud hacia el niño con dolor. Apenas el 28,21 % de las personas que indica ser muy felices, tiene actitudes favorables.

El dolor es el síntoma más común por el cual una persona, y en particular un niño es llevado a un médico, sin embargo, la formación en medicina ofrece escaso entrenamiento en el área de la valoración, manejo y tratamiento del dolor. Estudios recientes han demostrado que la mujer, los niños y los ancianos son las personas que reciben un peor tratamiento en caso de dolor. La situación observada en la formación de los médicos no es muy distinta de la formación recibida por las enfermeras. Sólo mejorando las prácticas de manejo del dolor se pueden dominar las complicaciones adversas o efectos colaterales, augurando una evolución satisfactoria de los pacientes, y esto se logra fortaleciendo la enseñanza del tema del dolor durante la formación técnica profesional, la que debe continuar durante la vida laboral.

En este estudio el 76,2 % de las personas que no han recibido capacitación primaria, así como el 68,18% de quienes sí la han recibido presentan una actitud desfavorable hacia el niño con dolor, se evidenció que no existe relación estadística entre estas variables. No obstante, Twycross14,20,21 aún cuando no relaciona la actitud hacia el dolor, concluye que derivado de la inadecuada educación recibida por las enfermeras pediátricas, tanto en el pre grado como en el post grado, los niños continúan sufriendo innecesariamente durante la hospitalización, esto hace que las enfermeras no prioricen el manejo del dolor tanto como otras actividades de su rol, por lo tanto, los currículos de pre grado deben evaluarse y ajustarse introduciendo contenidos que permitan el conocimiento y manejo adecuado del dolor, principalmente en las asignaturas de pediatría.

Las personas que no han recibido capacitación secundaria (durante su vida laboral) en temáticas del dolor son las que mayoritariamente muestran actitudes desfavorables frente al niño con dolor. Las actitudes favorables se evidencian en quienes han asistido a cursos o han recibido capacitación en servicio (60 % y 55.56%, respectivamente). Esta diferencia sí es estadísticamente significativa. Que la evolución de un niño sea positiva y que su estadía en el hospital se acorte depende en gran medida del manejo que el personal haga de su dolor, es por ello que la capacitación continua es relevante, quizás uno de estos aspectos lo constituya el conocimiento del manejo farmacológico y no farmacológico del dolor, temática que por el rápido avance de los conocimientos debe ser contemplada como parte de la formación continua. Salantera22 concluye en uno de sus estudios que las enfermeras cuando utilizan estos métodos a menudo lo hacen en un rol muy activo pero con pasividad por parte del niño, por lo tanto las enfermeras necesitan información permanente acerca de estos métodos que permitan al niño ser participante activo de su propio cuidado.

El mayor % de las personas que tienen mucha, regular o poca experiencia laboral con niños, tiene una actitud desfavorable hacia el niño con dolor, lo cual evidencia que no existe relación estadística entre estas variables, estos resultados coinciden con Salantera, quien aun cuando no midió actitud, sino conocimientos, concluye que no hay diferencias significativas de acuerdo a la experiencia laboral.

Coincidiendo con Zavala puede concluirse que todos los miembros del equipo de salud deben hacerse cargo del dolor del niño, ya que cada uno manejará un aspecto y momento en la evolución de la enfermedad o del procedimiento, por ello, no debería enfrentarse como un hecho aislado. La filosofía de trabajo debería ser: la analgesia es buena porque reduce los trastornos metabólicos secundarios al dolor y la estadía hospitalaria al disminuir las complicaciones, acortando el tiempo de recuperación, disminuyendo las secuelas psicológicas, por tanto, mejora la calidad de vida de los niños y ahorra costos a la familia, favoreciendo la imagen que tiene la población de la atención de salud. Al equipo de salud, y en particular el personal de enfermería, no le basta con conocer estos aspectos, es fundamental la actitud que tengan hacia el niño con dolor, que parte de tener presente que todo dolor es real, por lo tanto, se debe escuchar al niño y creerle cuando llora o se queja por dolor.

Summary

Attitude of Nursing staff toward child  with pain. Antofagasta, Chile. November 2001 – January 2002

Hospitalized child, independently of the cause originating its admission, is exposed to pain. Commonest expression of displeasure in child is by means of crying, to which different cuases are attributed, but hardly ever is considered as pain manifestation, mainly by ignorance of its physiologic, physiopathologic, and pharmacologic basic principles. Aim of this study was to identify attitude of Nursing staff in Pediatrics Service of Regional Hospital in Antofagasta, Chile, toward child  with pain, and to characterize some factors related to this attitude. In this context, general aims of research included identification of Nursing staff attitude toward child with pain: favourable or unfavourable, and to relate that atitude with some sociodemographic factors of staff: age, type of origin family, religious beliefs, marital state, motherhood, personal happiness, profession or trade (Nursing assistant and nurses), professional experience, laboral experience caring children, laboral satisfaction, family experiences of children with pain, primary training (during training), and secondary training ( in laboral life) in this matter. A descriptive study was conducted with a transversal and correlation design from November 2001 to January 2002 in Antofagasta city. Sample included 48 nurses and Paramedical technicians working in Pediatrics Service of Regional Hospital in Antofagasta, 43 of them were included in selected sample. Results obtained allow us to relate only training variable with staff attitude toward child  with pain.

Key words: Child, pain, Nursing professionals, attitude in the face of pain.

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Recibido: 20 de febrero de 2006 Aprobado: 2 de junio de 2007.
Carmen Collao. Departamento de Enfermería. Facultad de Ciencias de la Salud.Universidad de Antofagasta. Chile

1Licenciada en Enfermería. MSc. en Bioética. MSc. en Enfermería.

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