Introducción
Desde una perspectiva integral, el acoso escolar no solo es un tipo de violencia, sino que implica un desequilibrio de poder; además, es una conducta sostenida en el tiempo y tiene carácter de síntoma.1) Este fenómeno está asociado a factores de riesgo psicosociales en el adolescente, tales como ansiedad, depresión, consumo de sustancias tóxicas;2 y factores familiares como alcoholismo de los padres y violencia intrafamiliar.3
La victimización por acoso escolar ocasiona serias consecuencias en la salud y calidad de vida del adolescente, como depresión, ansiedad,4 suicidio y síntomas psicosomáticos como dolor de cabeza, dolor abdominal,5 miedo de ir al colegio, baja autoestima y problemas de aprendizaje. En este sentido, es prioritario que la enfermera genere evidencia sobre esta problemática para proponer estrategias integrales con abordaje multisectorial para la prevención, control y mitigación del daño.
En cuanto a victimización por acoso escolar, un estudio que analizó información de una encuesta mundial realizado en 68 países de bajos y medianos ingresos reportó una prevalencia de 33,3 %.6 Otro estudio que sistematizó información de 33 países de Europa y América del Norte encontró una prevalencia de 29,2 %.7 Asimismo, una investigación realizada en cinco países de América Latina estimó que aproximadamente uno de cada tres adolescentes fueron víctimas de acoso escolar en los últimos 30 días; resalta que los escolares peruanos presentan la tasa más alta (47,8 %) en comparación con los estudiantes de los otros países evaluados.5
Por otra parte, en el Perú, las víctimas, espectadores o cualquier persona que tome conocimiento de una situación de violencia escolar puede reportarlo en el Sistema Especializado en Reporte de Casos sobre Violencia Escolar (SiseVe) que pertenecen al Ministerio de Educación;8 además, por tratarse de un acto que vulnera los derechos de los niños, también puede acudir a la Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente (DEMUNA). Aunque el SiseVe reporta el número de casos periódicamente; no se han encontrado estudios que evalúen cuántos de los escolares conocen y acceden a esta plataforma.
Principalmente los estudios sobre acoso escolar se enfocan en la diada agresor-victima;5,7 sin embargo, en esta problemática se debe considerar el rol del espectador; aspecto relevante en investigaciones recientes. Un espectador u observador es alguien que está presente durante una situación de violencia escolar y su presencia influye en los diferentes tipos de agresión.9 Al respecto, una revisión sistemática señala que en el 80 % de las situaciones de acoso escolar el espectador está presente y en los casos en que él interviene, puede detener el acoso escolar en 10 segundos;10 en ese sentido, la investigación sobre el comportamiento que asumen los espectadores podría permitir implementar estrategias efectivas en la prevención del acoso escolar.
Respecto al rol del espectador, el 81 % de los escolares espectadores en Reino Unido intervino directamente con la persona que realiza la agresión y el 42 % informó a un adulto de esta situación.11 Entre los factores asociados a este rol se han reportado aspectos individuales como el género, la empatía y el año de estudios;12 características contextuales, la relación con los maestros, las actitudes hacia el acoso y la preocupación por ser acosado,13 experiencias previas de victimización.14 Sin embargo, no se han encontrado estudios que analicen estos factores en el contexto peruano.
Sustentado en lo expuesto con anterioridad y para que la información que genere el estudio sirva a las enfermeras durante el cuidado del adolescente víctima de acoso escolar, el objetivo del presente estudio fue describir los conocimientos sobre los sistemas de denuncia del acoso escolar y tipo de intervención del adolescente espectador en escuelas públicas de Lima.
Métodos
Estudio cuantitativo, descriptivo y de corte transversal, realizado entre agosto y diciembre del 2019, en escuelas que tienen entre 750 y 1500 estudiantes al año, de tipo mixto (varones y mujeres), ubicadas en áreas urbano marginales de ocho distritos de la ciudad de Lima, Perú.
La población estuvo constituida por 3966 escolares que registraron matrícula regular en 10 escuelas públicas de nivel primaria y secundaria. Los criterios de inclusión fueron: escolares que asisten regularmente a clases, que crucen entre el sexto grado de primaria a el tercer año de secundaria, con edades comprendidas entre 11 y 16 años. Se excluyó a los escolares que podrían tener dificultad en completar el cuestionario debido a alguna discapacidad física o mental.
Se realizó un muestreo no probabilístico por conveniencia de donde quedó como tamaño muestral 668 estudiantes, debido a las restricciones en el acceso a las aulas de clases; sin embargo, este tipo de muestreo contempló el salvaguardar la existencia de estratos con similar proporción en cuanto a hombres-mujeres y años de estudios con el fin de realizar procedimientos estadísticos que permitan establecer la existencia o no de diferencias estadísticamente significativas entre grupos. Igualmente, se procuró que todas las escuelas se parezcan entre sí en cuanto al estrato que atienden.
Para obtener la información se empleó un cuestionario autoadministrado, que contenía dos secciones, en la primera sección se formularon preguntas sobre las características sociodemográficas (edad, sexo, año de estudios, tenencia de una red social, y haber recibido alguna orientación sobre acoso escolar, tipo de convivencia familiar); y para establecer el rol en el involucramiento en violencia escolar se empleó el cuestionario EBIP-Q que fue validado en escolares peruanos.15
En la segunda sección del cuestionario se indagó acerca del conocimiento que tienen sobre los sistemas de denuncia del acoso escolar (SiseVe y la DEMUNA) y el tipo de intervención frente a una situación de acoso escolar; para la segunda variable se formularon dos preguntas: 1. ¿Alguna vez has visto que un(a) compañero(a) que fue insultado(a), amenazado(a) o golpeado(a) por compañeras o compañeros de tu salón o por otros(as) alumnos(as) del colegio? En caso de que respondieran afirmativamente, se formulaba la siguiente pregunta abierta. 2. ¿Qué hiciste cuando sucedieron esas situaciones que una compañera o un compañero fue insultada(o), amenazada(o) o golpeada(o) por compañeras o compañeros de tu salón o por otras(os) alumnas(os) del colegio?
Se realizó juicio de expertos para validar el contenido del cuestionario mediante consulta a psicólogos, enfermeras y profesores; durante este proceso, una pregunta del cuestionario EBIP-Q fue modificada. Asimismo, se realizó una prueba piloto con la finalidad de evaluar la comprensión de las preguntas y alternativas de respuesta en 20 estudiantes de una escuela con características similares y diferente a las que se ejecutó la investigación y la información no fue considerada para el análisis de los datos.
Las fechas para la recolección de datos se establecieron en coordinación con el director de la escuela. Antes de la recolección de datos, se explicó objetivo, importancia y procedimientos del estudio a los participantes; y se les entregó el consentimiento informado para que fuera firmado por su padre o apoderado, en caso acepte la participación del menor en el estudio.
El día de la recolección de datos, a los estudiantes que contaban con el consentimiento informado firmado por sus padres, se les solicitó que firmaran el asentimiento informado en caso de desearan participar del estudio. Al inicio, se explicó el propósito del estudio y que el cuestionario fue anónimo. Además, se les indicó que no hay respuestas buenas ni malas, ni correctas o incorrectas. Después, en el aula de clases se entregó el cuestionario a cada estudiante para que lo complete de manera individual. El tiempo que emplearon los participantes para completar el cuestionario fue de 18 minutos en promedio.
La información fue procesada en el programa estadístico IBM SPPS versión 25.0. Las variables cualitativas fueron presentadas en porcentajes y números absolutos. Para el análisis bivariado se empleó la prueba estadística de Chi Cuadrado de Pearson con un nivel de significancia de p < 0,05. El estudio fue aprobado por el Comité de Ética de la Universidad María Auxiliadora (acta N° 03-2019) y se ejecutó teniendo en cuenta los principios bioéticos.
Resultados
De las 10 instituciones educativas que participaron del estudio se invitaron a 703 escolares, de los cuales 668 completaron el cuestionario (tasa de aceptación 95 %). Se excluyeron 98 casos debido a que tenían más del 5 % de omisión de respuestas en sus cuestionarios.
El promedio de edad de los escolares fue de 12,96 años con una desviación estándar ± 1,29. En la tabla 1 se presentan las características sociodemográficas de los escolares, se destaca que 80,86 % refirió tener una cuenta en alguna red social y 69,95 % recibió orientación sobre acoso escolar en la institución educativa o en un establecimiento de salud. En cuanto a la composición de la muestra según sexo y año de estudios fueron similares.
Respecto al involucramiento en el acoso escolar, 24,16 % no se había involucrado en una situación de violencia escolar; el principal rol con el que se involucraron en el acoso escolar fue como agresor victimizado (39,78 %), es decir fue víctima y a la vez agredió a un compañero (tabla 1).
Del total de escolares entrevistados, 341 (59,82 %) presenciaron que un compañero fue víctima de violencia escolar por compañeros de su salón o por otros alumnos de la institución educativa. Asimismo, del total de escolares que refirieron haber presenciado un acto de violencia escolar entre pares, 216 (63,34 %) realizaron algún tipo de intervención frente a esta situación (Tabla 2).
En relación a los escolares que reportaron haber presenciado una situación de violencia escolar, principalmente tenían una cuenta en alguna red social (85,89 %), recibieron orientación sobre violencia escolar (72,07 %), vivían con ambos padres (66,96 %) y fueron agresores victimizados (45,37 %). En el análisis bivariado, reportó únicamente que hubo diferencias estadísticamente significativas según la tenencia de una cuenta en alguna red social (p < 0,001) y el rol que asumen en el acoso escolar (p < 0,001) (Tabla 2).
El mayor porcentaje de los que espectadores que intervinieron fueron los que tuvieron con alguna cuenta en una red social (84,43 %), recibieron orientación sobre acoso escolar (72,95 %), vivían con ambos padres (69,77 %) y fueron mujeres (52,31 %). En el análisis bivariado, se encontraron diferencias estadísticamente significativas según sexo (p < 0,001) y año de estudios (p = ,003), el mayor porcentaje fue entre los estudiantes del sexto año de secundaria en comparación con los otros años evaluados (Tabla 2).
Tabla 2 Distribución de escolares según características sociodemográficas y presenciaron una situación de violencia escolar entre pares e intervinieron (porcentajes)

En cuanto al tipo de intervención de los espectadores frente a una situación de violencia escolar, la principal fue que defendió a la víctima o conversó con el agresor para detener la agresión (51,38 %), seguido de comunicar a alguien de la institución educativa como el profesor, auxiliar o tutor (43,52 %), en tercer lugar, fue que comunicó a un adulto, familiar o amigo (13,43 %) y solo el 5,09 % brindó apoyo emocional a la víctima. Al comparar el tipo de respuesta según sexo (Tabla 3) se encontró que las mujeres (19,47 %) comunicaron a un adulto, familiar o amigo en mayor porcentaje que los escolares varones (6,80 %); estas fueron diferencias estadísticamente significativas (p = 0,006). No se encontraron diferencias estadísticas en los otros tipos de intervención.
Tabla 3 Distribución de escolares según tipo de intervención de los espectadores ante una situación de acoso escolar por sexo, (n = 216)

* Chi Cuadrado de Pearson.
Del total de escolares que respondieron el cuestionario, 24,21 % conocía que los casos de acoso escolar se pueden reportar al SiseVe. En relación a la DEMUNA, 64,73 conoce o ha escuchado de esta institución pública, fueron las escolares mujeres (75,48 %) quienes conocen más el sistema en comparación con los escolares hombres (55,66 %); estas fueron diferencias estadísticamente significativas (p < 0,001) (Tabla 4).
Tabla 4 Distribución de escolares según conocimiento y acceso a sistemas de reporte de violencia escolar (SiseVe y DEMUNA) por sexo

SISEVE = Sistema Especializado de Atención de casos de Violencia Escolar, DEMUNA = La Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente. * Chi Cuadrado de Pearson.
En la tabla 5 se muestra que del total de casos que conocen el SiseVe, 10,86 % lo ha utilizado; principalmente las victimas (20,93 %) en comparación con los agresores victimizados (9,09 %); estas diferencias fueron estadísticamente significativas (p = 0,045). Del total de escolares que conocían la existencia de la DEMUNA, 16,26 % ha ido alguna vez a esta institución, coincidentemente también las víctimas de violencia escolar (19,72 %) fueron las que acudieron en mayor porcentaje en comparación con los escolares que desempeñan otros roles en el acoso escolar; estas diferencias fueron estadísticamente significativas (p = 0,049).
Tabla 5 Distribución de escolares según conocimiento y acceso a sistemas de reporte de violencia escolar (SiseVe y DEMUNA) por el rol que desempeñan en el acoso escolar

SISEVE = Sistema Especializado de Atención de casos de Violencia Escolar, DEMUNA = La Defensoría Municipal del Niño y del Adolescente. * Chi Cuadrado de Pearson
Discusión
En el estudio, se encontró que el escolar espectador ante una situación de violencia escolar interviene principalmente defendiendo a la víctima o conversando con el agresor, resultado que coincide con un estudio realizado en escolares del Reino Unido,11 pero difiere con otro realizado en Estados Unidos,16 discrepancia que puede deberse a las diferentes características sociodemográficas y contextos educativos de los escolares, ya que comprende estudios realizados en diferentes países. Además, si se considera que 63,3 % de los escolares que presenciaron, intervinieron; se puede señalar que predominan los observadores proactivos o asertivos que buscan la forma de evitar el acoso escolar entre sus pares.17) Este hallazgo sugiere a la enfermera que brinda cuidado a los adolescentes en las instituciones educativas debe identificar la dinámica del acoso escolar, para priorizar su intervención con los escolares espectadores.
En relación al involucramiento en el acoso escolar, cerca de tres cuartos de los escolares fueron víctimas o agresor victimado. Esta proporción es elevada en relación a lo que reporta ENARES 2019, en el cual señalan que 47,4 % de los escolares de 9 a 11 años de edad fueron víctimas de violencia psicológica y física en el entorno escolar.18 Es importante considerar que el alto porcentaje de victimización reportado en el estudio puede ser debido a que el estudio se realizó en instituciones educativas públicas de zonas urbanas.
Concordante con estudios previos se encontró que las escolares mujeres intervienen en una situación de acoso escolar en mayor porcentaje que los escolares varones.19 En este mismo sentido, un estudio realizado en Colombia determinó que el sexo está relacionado con la conducta prosocial y el rol que asumen los escolares en situaciones de acoso.20 Al respecto, una investigación cualitativa que exploró las razones del rol que asumen los espectadores en situaciones de intimidación escolar destacó que mayormente los escolares varones experimentan indiferencia en comparación a las mujeres, además señalan que ellos se muestran indiferentes cuando no conocen a la víctima o no consideran grave la agresión.21
Al respecto, un estudio basado en la teoría de procesamiento de la información social y modelo transaccional de evaluación y afrontamiento realizado en escolares de China reportó que la preocupación es un factor predictor del comportamiento de los observadores que defienden a sus pares en situaciones de acoso escolar; el género y los años de estudios fueron los factores asociados con el rol de participación de los espectadores.12)
SiseVe fue la primera plataforma virtual creada en el mundo que se registra, atiende y se da seguimiento a los reportes de casos de violencia escolar de manera interconectada en todos los niveles desde el Ministerio de Educación peruano, hasta las instituciones educativas.8 Sin embargo, en el estudio se encontró que aproximadamente la cuarta parte de los escolares conocen este sistema, de ellos solo uno de cada 10 hizo uso de esta plataforma. Esto evidencia que las estrategias emprendidas por el gobierno peruano para dar a conocer esta plataforma son insuficientes y se sugiere desarrollar campañas de difusión masivas en todo el país.
Por otra parte, se encontró que la mayoría de los escolares conoce a la DEMUNA. Es importante señalar que la Defensoría del Pueblo indicó que entre las causas relacionadas a la poca accesibilidad que tiene la población a los servicios brindados por la DEMUNA fueron las debilidades en relación a la señalización, horario de atención, actividades de promoción, entre otros.22
También se encontró que los escolares que fueron víctimas de violencia escolar acceden a SISEVE y la DEMUNA en mayor porcentaje comparado con los escolares que asumen otros roles. Asimismo, una encuesta en Perú reportó que el 48,9 % de los menores de edad víctimas de violencia buscó ayuda y de ellos, 97,4 % recibió ayuda.18 Este hallazgo tiene sentido debido a que mayormente las víctimas tienen más acceso a sistemas de apoyo. En ese sentido incrementar el acceso a plataformas o sistema de apoyo a las víctimas de violencia escolar permitiría tener más oportunidad de apoyarles a enfrentar esta situación.
Es necesario resaltar la necesidad de un abordaje integral y multidisciplinario ante la complejidad del problema de la violencia escolar, realizando un trabajo multisectorial, liderados por los Ministerios de Educación y de Salud. En este contexto es fundamental el rol que cumple el profesional de enfermería que labora en el primer nivel de atención, quien articula y desarrolla intervenciones integrales en la prevención, detección oportuna y tratamiento de las situaciones de acoso escolar, ejerciendo su labor educadora y de abogacía en beneficio de los adolescentes, fomentando la participación de los grupos de interés involucrados y de la sociedad en su conjunto.23) Es conveniente resaltar que en el año 2017 se presentó al congreso de la república peruana un proyecto de ley que propone declarar de interés nacional la inclusión de la Enfermera Escolar en las instituciones educativas para labores de promoción, prevención y cuidado integral de la salud de los estudiantes, como parte del deber de protección del estado con la persona, la familia y la sociedad, que hasta el momento no se ha aprobado.
Se conoce que la enfermera mantiene una interacción cercana con los adolescentes, en especial con los que sufren agresiones, el cuidado que les realiza no se debe limitar a la atención de las lesiones o problemas psicológicos; sino que debe valorarse el conocimiento que tienen los estudiantes sobre el acceso a los sistemas de denuncia y apoyo de violencia escolar, para que puedan instrumentarlos y motivarlos a que comuniquen este tipo de conductas. De esta manera recobra mayor importancia la necesidad de que la enfermera asuma un rol ampliado sobre todo en el primer nivel de atención.
Entre las limitaciones del estudio se tiene que al haber elegido un tipo de muestro no probabilístico generó algunos sesgos que se debe tener en cuenta en la interpretación de los resultados; además, formular una pregunta abierta para determinar el tipo de intervención que tuvo el escolar espectador podría ser afectado por el sesgo de recuerdo, sin embargo, permitió que el escolar detalle el tipo de intervención realizada a diferencia de estudios con preguntas que proponen alternativas de respuesta pre establecidas.
En conclusión, el principal tipo de intervención de los escolares que fueron espectadores ante una situación de acoso escolar fue defender a la víctima o conversar con el agresor; además se observaron diferencias del porcentaje de escolares que intervienen según sexo y año de estudios. Por otra parte, existe entre los escolares escaso conocimiento de la existencia de SiseVe, aunque la mayoría conoce la DEMUNA. Se requiere que la enfermera se empodere en su rol educador y promotor de conductas preventivas que permita a los adolescentes hacer uso efectivo de los sistemas formales de denuncia y apoyo a las víctimas de violencia en las instituciones educativas.