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Pastos y Forrajes

Print version ISSN 0864-0394

Pastos y Forrajes vol.34 no.4 Matanzas Sept.-Dec. 2011

 

ARTICULO DE INVESTIGACIÓN

 

 

 

La Innovación y la transferencia de tecnologías en la Estación Experimental "Indio Hatuey": 50 años propiciando el desarrollo del sector rural cubano (Parte I)

 

Innovation and technology transference at the Experimental Station "Indio Hatuey": 50 years propitiating development in the Cuban rural sector (Part I)

 

 

Taymer Miranda, Hilda Machado, J. Suárez, Tania Sánchez, L. Lamela, J. M. Iglesias, A. Suset, A. Pérez, Milagros Milera, G. J. Martín, Maybe Campo, O. López y L. Simón

Estación Experimental de Pastos y Forrajes "Indio Hatuey". Central España Republicana, CP 44280, Matanzas, Cuba
E-mail: taymer.miranda@indio.atenas.inf.cu

 

 

 


Resumen

Con el triunfo de la Revolución cubana, el Ministerio de la Agricultura creó un sistema centralizado de gestión e innovación tecnológica, que generó cambios sustanciales en las condiciones de vida y trabajo del campesinado. Sin embargo, este impulso tuvo limitaciones de tipo estructural que provocaron consecuencias económicas y ambientales desfavorables, las que determinaron la necesidad de un cambio tecnológico en la agricultura cubana de los años 90. Esta problemática obligó a los centros de desarrollo de conocimiento a buscar nuevas vías para la aplicación efectiva de las innovaciones, asunto que fue prioridad de la EEPF "Indio Hatuey" desde su fundación. El mayor impacto que generó la Estación, en términos de generalización de resultados, estuvo asociado a las oportunidades originadas por el MINAGRI con la creación de un sistema de extensión agrícola en el quinquenio 1976-1980. Los resultados científicos se centraron en la conservación de forrajes, como estrategia para aliviar el déficit alimentario que se producía cada año, durante la estación seca. Con la crisis económica de los 90 del siglo XX comenzó un proceso de reconversión de las tecnologías de explotación del ganado lechero. A mediados de los 90 surgió la tecnología del silvopastoreo, que fue introducida de forma gradual en 16 provincias del país, con la asesoría de un grupo multidisciplinario encargado del monitoreo y la retroalimentación entre el centro de investigación generador y los receptores. Sin embargo, para garantizar la sostenibilidad de la diseminación de estos sistemas un factor limitante lo constituía la disponibilidad de semillas de pastos. A pesar de lo novedoso de las tecnologías generadas por la Institución, el grado de adopción no se correspondía con las necesidades reales y el esfuerzo que hacía Cuba para revertir la situación de la ganadería. La Institución buscó una nueva forma de enfocar la transferencia de tecnología, al visualizarla como un componente del desarrollo territorial rural que ha determinado la apropiación de nuevos conceptos y construcciones sociales. Se realizaron investigaciones en seis municipios de la provincia de Matanzas, con resultados relevantes para las localidades.

Palabras clave: Innovación, sector agrario, tecnología.


Abstract

With the triumph of the Cuban Revolution, the Ministry of Agriculture (MINAGRI) created a centralized management and technological innovation system, which generated substantial changes in the farmers' living and working conditions. However, this enhancement had structural limitations that caused unfavorable economic and environmental consequences, which determined the need for a technological change in the Cuban agriculture of the 1990's. This problem forced the knowledge development centers to search for new ways for the effective application of the innovations, an issue that was priority of the EEPF "Indio Hatuey" since its creation. The highest impact generated by the Station in terms of generalization of results was associated to the opportunities originated by the MINAGRI with the creation of a system of agricultural extension in 1976-1980. The scientific results were focused on forage conservation, as strategy to relieve the feed deficit occurred every year, during the dry season. With the economic crisis of the 90's, a reconversion process began in the dairy cattle exploitation technologies. In the mid 90's, the silvopastoral system technology emerged, gradually introduced in 16 provinces of the country, with the advisory of a multidisciplinary group in charge of monitoring and feedback between the generating center and the receptors. Nevertheless, to guarantee the sustainability of the dissemination of these systems, the availability of pasture seeds was a limiting factor. In spite of the novelty of the technologies generated by the Institution, the adoption rate was not in correspondence with the real needs and the effort made by Cuba to reverse the situation of livestock production. The Institution searched for a new way to approach technology transference, visualizing it as a component of the rural territorial development which has determined the appropriation of new concepts and social constructions. Studies were conducted in six municipalities of Matanzas province, with relevant results for the localities.

Key words: Innovation, livestock production sector, technology.


 

 

INTRODUCCIÓN

Durante la década de los 70 a los 80 del siglo XX, la agricultura cubana sufrió grandes transformaciones que llevaron a un rápido desarrollo en el campo mediante la extensión de la propiedad estatal a un 70% de las tierras del país. Esto determinó la eliminación del sector privado de la economía, posibilitó la producción estatal en empresas socialistas y, con posterioridad, la creación de las cooperativas de producción agropecuaria (CPA) y las cooperativas de créditos y servicios (CCS) a partir de 1977. Mediante un sistema de gestión centralizado desde el Ministerio de la Agricultura, se generaron cambios sustanciales que mejoraron aceleradamente las condiciones de vida y trabajo del campesinado.

Este proceso viabilizó un desarrollo en el contexto rural, entendido «como riqueza, evolución, progreso, crecimiento económico e incluso, como industrialización» (Tejera, 1996); sin embargo, este impulso tuvo las siguientes limitaciones: 1) no le confirió suficiente peso a las variables de tipo sociocultural que intervenían en los procesos de desarrollo; 2) supuso que se trataba de impulsar el crecimiento y que la distribución de los recursos sería casi natural; 3) no consideró la importancia de la participación de los propios productores y campesinos; 4) ocasionó consecuencias desfavorables en los ecosistemas por la aplicación de las tecnologías intensivas. Dichas desventajas no permitieron definir este colosal esfuerzo como desarrollo real, a pesar de los grandes recursos empleados para ello.

Se estima que el monto de las inversiones en el sector agropecuario en la década de los 80 creció significativamente, el consumo de insumos por hectárea se elevó de una manera considerable y los gastos totales alcanzaron cerca de mil millones de dólares como promedio anual, lo que representó el 30% del valor total de las inversiones del país (Averhoff y Figueroa, 1999; Nova, 1999).

En este sentido, a finales de esta década el 40% de los insumos eran importados y el 52% de los fabricados en Cuba eran producidos con materias primas procedentes de fuentes externas; asimismo, el componente adquirido en el extranjero para la producción de fertilizantes era de 94%, y en el caso de los herbicidas y los alimentos concentrados para la alimentación animal de 97 y 98%, respectivamente.

Según Díaz (1997) y González (1999), el predominio del crecimiento extensivo, los bajos rendimientos agrícolas y la poca eficiencia productiva (a pesar de la gran cantidad de insumos disponibles), así como la lentitud en la aplicación de los resultados científicos, fueron solo algunas de las fatales consecuencias de tal modelo. La pérdida de la biodiversidad, la degeneración de las prácticas productivas tradicionales, así como el creciente deterioro de los suelos (Suset et al., 1999) constituyeron las razones que determinaron la necesidad de un cambio tecnológico en la agricultura cubana de los años 90 (Martín, 2000).

Este cambio solo se hizo una necesidad cuando ocurrieron los drásticos acontecimientos en Europa del este, relativos a la desintegración de la URSS y la desaparición del campo socialista, con el cual Cuba mantenía más del 85% de su comercio, lo que provocó una reducción severa de los insumos, que en su mayoría eran importados. Con estos sucesos se demostró la inviabilidad de la implementación de este modelo de desarrollo económico y comenzó un período de crisis económica que se agudizó en los años 1993 y 1994.

En esta etapa se redujeron las compras al 40%, las importaciones de combustible a un tercio, los fertilizantes a un 25%, las de concentrados al 30% y todas las demás actividades agrícolas se vieron seriamente limitadas (Funes, 1997; 2001).

La ganadería no quedó exenta de esta situación tan devastadora; se produjo una alta mortalidad de la masa ganadera, principalmente de los rebaños lecheros mejorados genéticamente, que trajo aparejada una reducción en la producción de leche y carne, con consecuencias desfavorables para la población.

En este contexto se emprendieron una serie de medidas para la recuperación de la base alimentaria del ganado, con el empleo de prácticas alternativas y la aplicación de sistemas sostenibles de producción animal, las cuales tenían como principal objetivo el aumento de la producción, aun con pocos recursos (Nova, 1999; Robert, 1999).

Se produjo la ruptura del paradigma basado en la dependencia de importaciones del campo socialista y se hizo necesario comenzar a construir un nuevo modelo técnico-económico sobre la base del desarrollo endógeno. Ello exigía el fomento de una capacidad de innovación y el conocimiento de las bases de la gestión de tecnologías ecológicamente sanas; pero también económica y financieramente atractivas, socialmente pertinentes y técnicamente viables (Simón et al., 2005).

Esta problemática obligó a los actores sociales relacionados con el desarrollo rural, en especial a los centros de desarrollo de conocimiento, a buscar nuevas vías para la aplicación efectiva de las innovaciones en los contextos sociales, mediante adecuados procesos de extensión rural. El objetivo de este trabajo es dar a conocer cómo se han desarrollado los vínculos entre el sector productivo y la Estación Experimental de Pastos y Forrajes "Indio Hatuey".

 

La EEPF "Indio Hatuey" y sus vínculos con el sector productivo

La idea de que existieran estrechos vínculos entre el centro de investigación y el sector productivo estuvo presente desde la concepción misma de la fundación de la EEPF «Indio Hatuey». La conciencia de la necesidad de vincularse determinó, desde el inicio, la búsqueda de vías para lograrlo. Así surge la asesoría, la cual estaba directamente relacionada con la aplicación de los resultados o conocimientos y tecnologías, producidas por la Estación y por otros centros científicos del país, con marcado énfasis en el desarrollo ganadero.

El mayor impacto que generó la Estación, en términos de generalización de resultados, estuvo asociado a las oportunidades que se originaron por el Ministerio de la Agricultura (MINAG) con la creación de un sistema de extensión agrícola en el quinquenio 1976-1980, compuesto por una red de comisiones de aplicación de resultados. El sector ganadero contaba, entre otras, con las comisiones de pastos y forrajes y de manejo y alimentación, donde participaban investigadores de Indio Hatuey.

Las propuestas de extensión se presentaban, por lo general, en forma de proyectos. Las comisiones, una vez aprobadas las ideas, designaban la empresa y la unidad donde se iba a introducir el resultado o logro, lo cual era de obligatorio cumplimiento para la empresa elegida desde el MINAG. Los centros de investigación y las empresas debían darle seguimiento a dicha introducción.

Dentro de los resultados positivos de la asesoría brindada por la Estación, en sus inicios, a las empresas, según lo informado por Blanco et al. (2007), se destacan los siguientes:

  • Obtención de semilla de pastos para más de 2 000 ha (16% del área ganadera de la provincia de Matanzas), con una proyección que permitiría sembrar más de 6 500 ha.
  • Se recomendó la política de variedades para las empresas ganaderas Gusev, Martí y Genética de Matanzas, en las que se asesoró la siembra, el manejo de los pastizales y la producción de alimentos.
  • Utilización de conservantes químicos en la fabricación de ensilajes.
  • Sistemas de producción de leche basados en pastos con segregación y conservación, en forma de ensilaje y/o heno, de los excedentes de primavera para la alimentación en el período seco.
  • Metodología para la fabricación del ensilaje sin melaza de caña de azúcar, extendida a todo el país.
  • Metodología de fabricación de heno.
  • Métodos de utilización del ensilaje en la producción de leche (formulación de raciones a partir de productos conservados).
  • Utilización de la levadura torula en la alimentación del ternero lactante.
  • Manejo y atención de terneros en pastoreo.
  • Sustitución de heno por forraje verde en la dieta del ternero lactante.
  • Introducción de nuevas variedades de pastos para la producción animal, tales como guinea (Panicum maximum cv. Likoni), buffel (Cenchrus ciliaris cvs. Formidable y Biloela), rhodes gigante (Chloris gayana cv. Callide), andropogon (Andropogon gayanus cv. CIAT 621), brachiaria o pasto señal (Brachiaria brizantha), pasto estrella (Cynodon nlemfuensis cvs. Jamaicano y Tocumen), así como leucaena (Leucaena leucocephala cvs. Cunningham y Perú).

Los resultados científicos aprobados para su generalización no fueron casuales; representaban las preocupaciones e intereses del sector ganadero en esos momentos, mayoritariamente estatal. En esta etapa se centró la atención en la conservación de los forrajes, como estrategia para aliviar el grave déficit alimentario que se producía cada año, durante la estación seca.

En la década de los 80 surgió una nueva etapa del proceso de difusión y adopción de tecnologías, denominado transferencia de tecnologías o extensionismo, el cual estaba más relacionado con el interés y la formación del cliente, la interacción entre este y el oferente, así como con la capacidad, la experiencia y los conocimientos del equipo humano de transferencia. También influía el precio y las propias características de la tecnología, el grado de autonomía que poseían los clientes en la toma de decisiones y los recursos de que estos disponían, entre otros aspectos (Lamela et al., 2002; Suárez et al., 2002; Suárez y Pérez, 2003). En esta etapa era evidente la necesidad de tecnologías viables y sostenibles, con poca dependencia de insumos externos y que fueran capaces de mantener niveles medios de producción.

 

Cambios en el orden mundial fuerzan cambios tecnológicos en el desarrollo ganadero cubano

Después de la crisis económica de los 90 del siglo XX se produjo un decrecimiento en las importaciones, en las exportaciones y en el producto interno bruto de Cuba, lo que agudizó la crisis en la agricultura y la ganadería. En este contexto, y para tratar de salir de esta situación tan desalentadora, comenzó un proceso de reconversión de las tecnologías de explotación del ganado lechero.

En ese momento se conocía que al utilizar pastos naturales o mejorados sin fertilizar, la producción de leche podía ser de 6 kg/vaca/día cuando la carga no fuera mayor a una vaca por hectárea. Sin embargo, las cargas superaban los dos animales por hectárea y conducían a una caída en el rendimiento lácteo, una baja reproducción y elevados índices de mortalidad.

En esas condiciones, Guevara (1999) reportó una producción de leche entre 3-4 kg/vaca/día a escala comercial, en pastizales de gramíneas y con el empleo (o no) de suplementación (1 kg diario de concentrado criollo por vaca). La inclusión de las leguminosas herbáceas en las áreas de pastoreo, tanto en bancos de proteína como asociadas a las gramíneas, demostró la posibilidad de obtener resultados de producción de leche y carne superiores a los encontrados con gramíneas, pero la carga en el sistema no debía ser superior a dos animales por hectárea; no obstante, en la mayoría de las investigaciones se observó que la población de leguminosas disminuía con la explotación del pastizal (Iglesias et al., 1997; Iglesias, 2003).

Los bancos de proteína, tanto de leguminosas herbáceas como con leñosas forrajeras, fueron introducidos y evaluados desde la década del 80. Las gramíneas representaban el 70-80% del área de pastoreo y el resto estaba dedicado a las leguminosas (20-30%); inicialmente se empleó fertilizante en las gramíneas y los resultados en la producción de leche fueron de alrededor de 9 a 10 kg/vaca/día (Milera et al., 1994; Iglesias, 1996). Posteriormente a 1990, las limitaciones para adquirir los fertilizantes químicos impidieron la fertilización de los pastizales, lo que causó una disminución en los rendimientos de materia seca, una reducción de la calidad del alimento y una menor producción láctea (5-8 kg/vaca/día). Además, hubo un efecto negativo en la reproducción, pues se incrementaron las vacas vacías, debido al bajo contenido de proteína bruta de los pastos (Soler et al., 1996).

En este contexto, las investigaciones realizadas a finales de la década de los 80 (Hernández et al.,1986; Hernández et al., 1987) demostraron que la presencia de los árboles y los arbustos en toda el área de pastoreo contribuyó a elevar los indicadores productivos, con relación al empleo del banco de proteína; sus valores potenciales se encontraban entre 450 y 600 g/animal/día para la cría de hembras de reemplazo y la ceba vacuna, respectivamente, y eran de 8 a 10 L/vaca/día en los sistemas de producción de leche (Hernández et al., 1992; Hernández et al., 1996).

De esta forma, a mediados de los años 90 surgió la tecnología del silvopastoreo como una opción tecnológica que involucraba la presencia de los árboles y los arbustos, en interacción con los componentes tradicionales (pasto y animal) en toda el área de pastoreo. Este conjunto fue sometido a un sistema de manejo integrado, con tendencia a incrementar la productividad y el beneficio neto del sistema a largo plazo (Ruiz y Febles, 2006).

 

Diseminación y adopción de la tecnología del silvopastoreo

En 1995 se inició la transferencia de la tecnología del silvopastoreo al sector productivo, que en sus inicios concibió una estrategia de motivación a los productores, mediante la demostración práctica de los resultados de las investigaciones validados en la producción; a ello le siguió un proceso de capacitación y divulgación de los diferentes pasos del proceso tecnológico. Con este propósito se realizaron visitas a las áreas experimentales y de validación y se organizaron cursos cortos de capacitación, en los que se demostró, de forma teórica y práctica, las posibilidades de la tecnología, las formas y estrategias que se debían seguir y el papel que desempeñaban los productores directos en su implantación y consolidación.

Posteriormente, se elaboró un plan de acción por provincias y empresas pecuarias (tabla 1), en conjunto con los investigadores que poseían experiencia en la tecnología; se seleccionaron las unidades de producción y se procedió a su preparación para iniciar el trabajo de extensión.

Con el objetivo de garantizar la correcta extensión de la tecnología se creó un grupo multidisciplinario para la asesoría y la supervisión del trabajo, encargado del monitoreo de la actividad y de lograr, además, una retroalimentación entre el centro de investigación generador la EEPF "Indio Hatuey" y el sector productivo.

En la medida en que se introducían las tecnologías y sus diferentes variantes, se organizaron visitas a las unidades en fomento para lograr el intercambio y la vinculación de productor a productor, cuyos principales resultados permitieron el logro de una mayor motivación de otros productores y el intercambio de iniciativas y experiencias. Las instancias a nivel provincial, empresarial y cooperativo desempeñaron un papel activo y decisivo en este proceso.

Las limitaciones de recursos materiales y humanos eran un obstáculo para ampliar el trabajo de extensionismo y la generalización de la tecnología en los lugares más distantes del país por la vía que se utilizaba, por lo que se recurrió a la capacitación del personal técnico-profesional, mediante la impartición del Diplomado en Silvopastoreo. Esta modalidad de posgrado ofrecía la posibilidad de lograr una formación básica en términos teórico-prácticos y fue impartida en las provincias de Matanzas, Camagüey, Villa Clara, Granma y Holguín.

La tecnología se introdujo en numerosas empresas, entre ellas la Empresa Pecuaria Genética del "Este", "El Cangre", Empresa Genética "Nazareno", "Valle del Perú", "Guaicanamar", "Santa Cruz", "Babiney", "Ariguanabo", "Bacuranao", "Niña Bonita", "Los Naranjos" y la Empresa Pecuaria del Oeste, todas de la antigua provincia de La Habana. En Matanzas se introdujo y aplicó en la Empresa Genética de Matanzas, en la vaquería "El Rancho" de la Empresa de Cítricos "Victoria de Girón" del municipio de Jagüey Grande, en la Empresa Pecuaria "Martí" y en varias granjas de la Empresa Agropecuaria del MININT. En el oriente cubano fue acogida por la Empresa Genética "Comandante Manuel Fajardo" de la provincia de Granma y por la Empresa "Hermanos Sartorio" en Holguín. En Pinar del Río, se aplicó en la Empresa Genética "Camilo Cienfuegos".

Como resultado de la introducción de la tecnología y de los procesos de innovación realizados por los empresarios y campesinos involucrados en el proceso de adopción, se lograron mejoras sustanciales en la producción de leche y carne vacuna, así como en los procesos de reproducción y crianza de animales en desarrollo de diferentes genotipos y razas (Iglesias y Hernández, 2005; Mejías, 2008; Sánchez et al., 2008; Lamela et al., 2009; Lamela et al., 2010). Sin embargo, para garantizar la sostenibilidad de la diseminación de estos sistemas, continuaba siendo un factor limitante la disponibilidad de semilla de pastos.

 

Tecnologías de producción de semilla

Durante más de 25 años de investigaciones, la EEPF "Indio Hatuey" desarrolló un conjunto de tecnologías para la producción, beneficio y conservación de semillas (Blanco et al., 2007), las que se validaron en unas 20 fincas semilleras siguiendo una metodología (fig. 1) que logra una participación más amplia de todos los actores, desde los dirigentes científicos y administrativos hasta los técnicos y obreros.

Su adecuada aplicación permitió obtener un producto rentable, cuyos costos de producción eran inferiores a los existentes en el mercado internacional. Asimismo, el establecimiento de los pastizales a partir de la semilla botánica resulta significativamente más económico que mediante semilla agámica, a la vez que se pueden lograr altos rendimientos de semilla de calidad. Tal es así que una hectárea de semilla botánica permite sembrar entre 15 y 80 ha de pastizales, según la especie, y con un aporte adicional de forraje (70-100 t/ha/año), mientras que con semilla agámica solo es posible establecer entre 7 y 10 ha (Suárez y Pérez, 2003).

La constitución de las fincas de semillas fue un proceso que se extendió desde la década de los 80. En ello desempeñaron un importante papel los cursos de capacitación y los entrenamientos organizados por la EEPF "Indio Hatuey" y por la Asociación Cubana de Producción Animal, con el apoyo de organizaciones extranjeras, en los que participaron técnicos e ingenieros de las 14 provincias del país y de 20 fincas productoras de semillas (Suárez y Pérez, 2003).

A mediados de los 90, como producto de la crisis, se deprimió considerablemente la producción; funcionaban establemente solo dos fincas en las provincias de Matanzas y Cienfuegos, todo lo cual exigía una nueva estrategia para la recuperación de la producción de semilla de pastos y el cambio de la estructura de los pastizales del país (Pérez, 2009).

A partir del 2001, en la EEPF "Indio Hatuey" se diseñó un nuevo enfoque estratégico dirigido a recuperar la producción de semilla (Suárez y Pérez, 2003), el cual consideró los siguientes principios: 1) poner como centro a la finca de semilla; 2) utilizar métodos y herramientas de la Gestión de la Tecnología y la Innovación; 3) incentivar la participación de los productores; 4) enfatizar en la capacitación y en la interacción productor-oferente tecnológico; 5) apoyarse en la cooperación entre diferentes instituciones científicas y empresariales; 6) promover la producción sostenible y su diversificación; y 7) lograr la inserción en el Programa Nacional de Producción de Semillas de Pastos.

Este nuevo enfoque estratégico tuvo como soporte organizativo y económico dos proyectos de transferencia financiados por la Dirección de Ciencia y Técnica del MINAGRI. En estos participaron las fincas en explotación de numerosas provincias del país, entre las que se priorizaron: 1) "La Rioja", perteneciente a la Empresa Pecuaria Martí, en Matanzas; y 2) "La Maravilla", de la Empresa Pecuaria Aguada en la provincia de Cienfuegos. Como parte de la extensión de este trabajo se recuperaron o crearon 37 fincas (Pérez, 2009):

  1. En Matanzas: Empresa Pecuaria "General Gusev" y la Empresa Genética de Matanzas.
  2. En Villa Clara: Empresas Pecuarias "La Vitrina", "Placetas", "Macún", "La Sierra", "Remedios", "Camajuaní", la AGROFAR "Manicaragua", las Agropecuarias del MINAZ en Santo Domingo, en Sagua La Grande y en Manicaragua, así como la Granja Agropecuaria MINAZ "Antonio Finalet" en Sagua la Grande.
  3. En Cienfuegos: Empresa Pecuaria "El Tablón", la Granja "Don Lino" de la Empresa Pecuaria "Rodas", las Granjas Agropecuarias del MINAZ en Aguada ("1ro. de Mayo"), en Rodas ("Marta Abreu") y en Cruces ("Ramón Balboa"). También se logró la producción participativa de semillas por pequeños productores en los municipios de Lajas, Cruces, Palmira, Aguada y Cumanayagua.
  4. En Holguín: Empresa Pecuaria "Hermanos Sartorio" y Unidad de Extensión, Investigación y Capacitación Agropecuaria de Holguín (UEICAH).
  5. En Pinar del Río: Empresa Pecuaria "Mil Cumbres".
  6. En Camagüey: Finca de semilla de la Estación Experimental de Pastos y la Empresa Pecuaria "El Rectángulo".
  7. En Las Tunas: Finca de semilla de la Estación Experimental de Pastos.
  8. En Guantánamo: Estación de Pastos, Facultad de Montaña de Sabaneta, Empresa Pecuaria de Guantánamo "Iván Rodríguez" y Empresa Pecuaria del MINAZ.
  9. En Isla de la Juventud: Áreas dedicadas al proyecto de investigación de Leucaena cv. X para suelos ácidos.
  10. En Granma: Empresa Pecuaria "Hermanos Lotti" y Empresa Pecuaria Genética "Manuel Fajardo".

Paralelamente a la recuperación de las fincas de semilla se trabajó en la diversificación de sus actividades productivas; se integró la producción de viandas y hortalizas, así como la producción de carne de varias especies de animales.

Así, por ejemplo, en la finca de semilla «La Rioja» de la Empresa Pecuaria Martí se alcanzaron en un ciclo económico 3,6 t de semilla, más de 8 t de carne bovina (con pastoreo en las áreas de semillas cosechadas), 350 kg de carne de conejo, más de 24 t de viandas y hortalizas, más de 150 t de heno y cerca de 2 000 t de forraje, lo que determinó que la finca tuviera una favorable relación costo/peso de 60 centavos por cada peso invertido (Pérez, 2009).

Sin embargo, todavía esta modalidad extensionista era «empujada por la ciencia», a pesar del interés mostrado por los productores en el proceso, lo cual se acentuó por la inestabilidad de los técnicos y obreros calificados de las empresas y la poca preparación de estas para asumir los procesos de innovación y reconversión tecnológica que requería el nuevo escenario de los 90.

 

El giro en el sistema convencional de transferencia tecnológica

A pesar de lo novedoso de las tecnologías generadas por la Institución, el grado de adopción no se correspondía con las necesidades reales y el esfuerzo que hacía Cuba para revertir la situación de la ganadería. Los sistemas de extensionismo priorizaban el sector estatal y la tecnología, sin considerar que el sector privado tenía un papel preponderante en la producción de leche y carne del país. Aunque existía en Cuba un movimiento que promovía la agricultura de bajos insumos, congruente no solamente con la necesidad de proteger el medio ambiente, sino con la situación socioeconómica que atravesaba el país, todavía prevalecía la cultura de altos insumos en el proceso agrícola, lo cual producía inercia en los productores que esperaban por el regreso de esas tecnologías.

El movimiento de agricultura ecológica fue acogido por una parte de los pequeños agricultores y en la agricultura urbana, pero no en aquellos que poseían el mayor porcentaje de la tierra cultivable, como las CPA, las unidades básicas de producción cooperativa (UBPC) y las granjas estatales. Igualmente se observaba el predominio de la cultura de altos insumos en la tecnoburocracia, lo cual se manifestaba en la falta de contextualización de la asistencia técnica que se ofrecía (Machado, 2009).

Por todo ello, la Estación adoptó dos premisas para la extensión agraria y el desarrollo local rural: 1) la necesidad de cambiar valores, conceptos, enfoques, modelos y paradigmas, como principios orientadores para moldear la forma de pensar y actuar de los actores sociales, económicos, políticos e institucionales que aportaban al proceso de desarrollo y a la conservación del patrimonio natural; y 2) la necesidad de priorizar el cambio relativo en las personas para que cambiaran las cosas.

Así, la Institución buscó una nueva forma de enfocar la transferencia de tecnología, visualizarla como un componente del desarrollo territorial rural que determinó la apropiación de nuevos conceptos y construcciones sociales. Se consideró el concepto de desarrollo sostenible, según el cual se concibe el desarrollo como un proceso armónico, donde la explotación de los recursos, la dirección de las inversiones, la orientación del cambio tecnológico y las transformaciones institucionales deben estar a tono con las necesidades de las generaciones presentes y futuras. Así, se presenta el desarrollo como un proceso que requiere un progreso global tanto en materia económica y social, como en los órdenes ambiental y humano (Pichs, 2002), de forma tal que se buscan tres objetivos: el crecimiento económico, la equidad (social, económica y ambiental) y la sustentabilidad ambiental (Dourojeanni, 2000).

Desde el punto de vista de las ciencias agropecuarias, que aspiraban al desarrollo rural, este paradigma requería la modificación del enfoque reduccionista, el cual las afectaba desde su surgimiento en el siglo XIX, al adoptar los métodos usados por las ciencias físicas y biológicas en ese momento (Snow, citado por Núñez Jover, 2001). Se trataba entonces de aplicar un enfoque de sistema en las investigaciones, para lo cual fue necesario tener en cuenta que una empresa agropecuaria es un sistema no solo con dimensiones tecnológicas, sino también socioeconómicas y ambientales (Machado et al., 2007).

Esto justificó que la EEPF "Indio Hatuey" desarrollara un grupo de transformaciones con respecto al objeto de sus investigaciones, e incorporara a la creación de tecnologías el estudio de los procesos a través de los cuales se pretende llegar al desarrollo agrario sostenible. Para ello puso en el centro del análisis la evaluación de la sostenibilidad en áreas rurales a través de indicadores, lo cual permitió hacer recomendaciones y tomar decisiones desde una posición más contextualizada. Por otra parte, estudió el papel de los directivos en el proceso productivo y las relaciones comunidad-entidad productiva-gobierno local, a partir del comportamiento social de los sujetos involucrados en el proceso de desarrollo.

En investigaciones realizadas en el municipio Martí se evidenció que una de las causas de la lentitud en la recuperación de los indicadores del nivel de vida era el comportamiento social, tanto en las comunidades como en las entidades productivas, dependientes del contexto externo. Estas últimas no consideraban, dentro de su entorno relevante, a los centros de capacitación e investigación agropecuaria como oportunidades para acompañarlos en la gestión de su desarrollo, lo cual explicaba su poca capacidad innovadora y de aprendizaje y sus bajos resultados productivos. Además, se pudo constatar que la falta de percepción de la responsabilidad de la entidad productiva respecto a la comunidad que la sustentaba, alejaba sus posibilidades de desarrollo, por cuanto la entidad era la que tomaba las decisiones respecto al uso de la tierra y de los recursos naturales que conforman el patrimonio de la comunidad; estas decisiones respondían a un enfoque de desarrollo sectorial (de producción) y no territorial (Machado et al., 2009).

Al estudiar otros seis municipios de la provincia de Matanzas se obtuvieron resultados similares (Machado et al., 2007). En cuanto a los aspectos sociales se constató que, en la economía familiar, variables tales como ingreso, consumo y liquidez, y ahorro de la población se encontraban en niveles insostenibles o casi insostenibles; mientras que solo en uno de los municipios estudiados la economía estuvo representada por una gran empresa socialista, con una alta eficiencia empresarial y salarios elevados, y se desarrollaban diversos programas de la Revolución que reactivaron la economía. Los indicadores relacionados con la educación, la salud y la asistencia social presentaron altos valores de sostenibilidad; sin embargo, otros mostraron la depauperación de la economía territorial, lo cual repercutió de forma negativa en las condiciones de vida y en los bajos niveles de sostenibilidad.

Los aspectos económicos, medidos por indicadores como la productividad, la rentabilidad y la producción mercantil por habitante, resultaban insostenibles, con la excepción del municipio antes señalado. La falta de recursos financieros, de equipamiento y de estímulo al trabajo, unidos a la falta de capacidad para administrar recursos escasos, se consideraban las causas fundamentales de la falta de eficiencia en las empresas, lo cual indicaba la urgente necesidad de realizar un proceso de aprendizaje que permitiera a los factores locales un cambio en la cultura de la administración de recursos no siempre disponibles, como ocurría en los años anteriores a la crisis económica de los 90. También se requería la ampliación del marco económico legal en que operaban los municipios.

Esta investigación, que abarcó un período de 10 años y que en la actualidad continúa, permitió afirmar que la productividad del trabajo es uno de los factores que deben ser recuperados con urgencia, ya que se manifiesta directamente en la economía, tanto familiar como estatal, a través de los salarios y de la producción mercantil, total y por habitante, lo cual hace insostenible la economía de los municipios. Se evidenció que cualquier programa de desarrollo de los municipios tenía que comenzar, necesariamente, por una mejora sustancial de la actividad económica y la productividad.

Con relación al desarrollo de la economía local, se observó como principal fortaleza la disponibilidad de tierra y de personas que deseaban trabajarla. Los aspectos ambientales estudiados evidenciaron, de manera generalizada, una disminución de la productividad de los suelos, que se manifestaba en el bajo rendimiento de los cultivos por hectárea, lo cual no estaba provocado solamente por la falta de recursos, sino por la erosión que habían sufrido debido al monocultivo y a las tecnologías inadecuadas utilizadas y que aún se mantenían. Es válido resaltar que todos los municipios tenían programas de educación ambiental, pero no en todos se alcanzaban los mismos resultados.

Como un intento para aliviar esta situación se realizaron importantes experiencias con la participación de los actores sociales municipales, en particular en el municipio Martí, mediante programas de capacitación y planificación participativa, que involucraban a todos los sectores de la sociedad.

Para dar cumplimiento al Programa de Desarrollo Agropecuario del municipio Martí, cuya misión es contribuir a la innovación tecnológica y social del sector agropecuario de dicho municipio y a la elevación de la seguridad y soberanía alimentaria de la población a través de procesos sostenibles, en lo económico, lo social y lo ambiental, fue preciso elaborar una carpeta de proyectos que permitieran gestionar los fondos necesarios para la transformación. Hasta el 2011 en el territorio se elaboraron 13 proyectos, entre ellos ocho dirigidos a la producción de alimentos, tres al mejoramiento de la infraestructura, uno encaminado a la formación de capacidades en el personal técnico y profesional y uno orientado a potenciar la producción artesanal. Hasta la fecha se financiaron tres propuestas y una de ellas muestra resultados alentadores al incrementar la producción de carne bovina en 85 400 kg, en el período de enero a noviembre del 2010, con respecto a igual etapa del año anterior.

La metodología de trabajo se basó en los principios de la participación, la enseñanza de los adultos y el empoderamiento para la toma de decisiones, a través de los métodos de la educación popular y la realización de talleres y actividades colectivas; mientras que la gestión del conocimiento se propuso fundamentalmente en los lugares donde este sería utilizado. Además, se promovieron los enfoques del pensamiento ecológico e interactivo, así como la participación de la mujer en la toma de decisiones, y se espera que ello se revierta en el aumento de la capacidad de los usuarios y los grupos locales para solucionar sus propios problemas, como expresión de la autonomía y la sostenibilidad que debe caracterizar a los procesos de desarrollo.

 

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Recibido el 22 de noviembre del 2011
Aceptado el 5 de diciembre del 2011