Introducción
La situación económica mundial requiere de prácticas de manejo eficaces para mejorar la rentabilidad de los establecimientos de producción de leche. Aunque los sistemas de manejo de los rodeos lecheros comerciales difieren en distintas partes del mundo, el principal propósito que se debe tener en cuenta en cualquier granja lechera es gestar las vacas lo más rápido posible después del parto (Bó et al., 2012).
En América Latina, la actividad ganadera es la que más favorece y aporta al producto interno agropecuario de los diferentes países (Barragán-Hernández et al., 2015). A través del tiempo, como parte del manejo de la ganadería, se han combinado entre sí varias razas de bovinos, basado el enfoque de los cruzamientos (Bos taurus y Bos indicus) en la obtención de un animal de doble propósito, con lo cual ha aumentado su rusticidad y adaptación al medio ambiente.
A pesar del trabajo genético, no se han obtenido los mejores resultados en la eficiencia reproductiva de los rebaños bovinos. Dicha ineficiencia es atribuida a prácticas inadecuadas de manejo reproductivo, los factores ambientales, el genotipo y las enfermedades reproductivas; aunque lo más importante son los factores nutricionales (Álvarez et al., 2015), que afectan negativamente la rentabilidad (Balarezo et al., 2016).
Un ejemplo de factor negativo lo constituye el anestro, que es la mayor causa de las bajas en la tasa de producción en los bovinos, y generalmente es provocado por deficiencia en la ingestión de nutrientes, que trae como consecuencia el agotamiento de las reservas corporales de los animales (Ferreira el al., 1999).
El presente trabajo tuvo como objetivo evaluar el efecto de la condición corporal (CC) sobre la actividad ovárica de las vacas en la granja genética Guayabal, provincia Mayabeque.
Materiales y Métodos
Localización del estudio. La investigación se realizó en la granja genética Guayabal, perteneciente a la Universidad Agraria de La Habana (UNAH) -Mayabeque, Cuba-, ubicada en la latitud 22.9613895 y la longitud -82.1511078, en el hemisferio norte.
Animales y manejo . Se utilizaron vacas vacías de cuatro vaquerías productoras de leche (022, 023, 024 y 025), sometidas a condiciones similares de manejo y alimentación y declaradas epizootiológicamente libres de enfermedades infectocontagiosas. Las vaquerías estaban integradas por vacas de diferentes cruces de Holstein x Cebú. En todas las vaquerías el sistema de crianza de terneros era artificial (los terneros amamantaban junto a su madre hasta los siete días y después eran trasladados para la recría, con alimentación artificial), y se realizaban dos ordeños: el primero de 5:00 a 6:30 a.m. y el segundo de 3:30 a 5:00 p.m.
Manejo y sistema de alimentación . El sistema de alimentación en las cuatro lecherías era semintensivo. Las vacas pastoreaban de 6:30 a 10:00 a.m. y de 5:00 a 7:00 p.m. Permanecían en las naves de 10:00 a.m. a 5:00 p.m. y de 7:00 p.m. a 6:30 a.m. Se alimentaban con pastos mejorados en el pastoreo. En las naves recibían agua ad libitum y forraje. En el ordeño, a partir del segundo litro, se les suministraba 400 g de concentrado.
Procedimiento experimental
Los animales se dividieron en tres grupos, según la escala de condición corporal (CC) para el ganado de leche bovino (1-5 puntos): grupo I: < 2,5; grupo II: 2,5-3,5; grupo III: > 3,5. A todos los animales de estos grupos se les realizó una inspección clínica y se procedió al examen ginecológico. Se consideraron como hembras en anestro las que tenían los ovarios lisos (con folículo cavitario no palpable); mientras que las que estaban ciclando presentaron folículos cavitarios desarrollados en los ovarios, además de cuerpo lúteo.
Análisis estadístico . Para el procesamiento de los datos se utilizó el paquete estadístico Statgraphics plus® versión 5.1, para la comparación de las proporciones.
Resultados y Discusión
En la tabla 1 se muestran los resultados después de la palpación rectovaginal de las vacas. En la menor condición corporal se ubicaron, de manera general, la mayor cantidad de hembras con ovarios con características compatibles a anestro, o sea, sin estructuras palpables.
Estos resultados indican que hubo un alto porcentaje de vacas en anestro (sin estructuras ováricas palpables) con CC menor que 2,5 (p ≤ 0,001). Asimismo, hubo un bajo porcentaje de vacas que estaban ciclando, o sea, que presentaban estructuras ováricas palpables, en este grupo en las cuatro lecherías estudiadas (p ≤ 0,001). Al respecto, Grigera y Bargo (2009) refirieron que cuando las vacas tienen una CC < 2,5, generalmente no presentan manifestación de estro, por lo que se catalogan como animales en anestro.
Por su parte, Stahringer (2012) señaló que, en vacas altas productoras de leche o que puedan estar amamantando a su ternero, ocurre después este problema reproductivo, el que se clasifica de tipo lactacional aunque tengan CC > 2,5. Bó y Cutaia (2009) reportaron un grupo de vacas que no estaban en proceso de lactación o amamantando, pero que sí tenían CC menor que 2,5; se trataba de un grupo afectado por un anestro causado por deficiencias nutricionales (proteínas, vitaminas, minerales y lípidos). También Stahringer (2012) planteó que el cuadro clínico de anestro se puede desarrollar en vacas obesas. En un estudio realizado en vacas de razas carniceras, se observó la existencia de anestro con quitosis ovárica (Brito et al., 2000).
En la tabla 2 se muestra un resumen de toda la unidad. Se presentaron valores de anestro de 48,0; 51 y 0 % para los grupos I: < 2,5; II: 2,5-3,5 y III: > 3,5, respectivamente; mientras que en las diagnosticadas como hembras que estaban ciclando después de la palpación rectal y que pudieron ser incorporadas a la reproducción fue del 16; 79 y 4 % para los grupos I, II y III, respectivamente.
Morales y Cavestany (2012) señalaron que todas las hembras, principalmente las que están en la fase de posparto, pueden pasar por un balance energético negativo; y que cuando la CC es menor que 2,5 no debe manifestarse ningún signo de estro; no obstante, en el presente estudio por el tiempo que transcurrió desde que fueron separadas como hembras problema, se presume que ese no sea el diagnóstico y que se deba mayormente a la nutrición, tanto en calidad como en cantidad. Sin embargo, Baruselli et al. (2007) plantearon que las vacas altas productoras de leche de tipo Bos taurus no acumulan grasa en los tejidos como las Bos indicus, por lo que las primeras pueden manifestar el estro de manera clínica y subclínica después del parto.
Se concluye que en la granja en estudio se presentó un alto porcentaje de hembras con características compatibles a anestro, que pudiera atribuirse a la nutrición por su relación con la condición corporal. Se recomienda profundizar en el estudio de las causas que producen el anestro posparto en las vacas.