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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión impresa ISSN 0864-2125versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.14 n.4 Ciudad de La Habana jul.-ago. 1998

 

 

Actualidad

El estrés y la habituación alcohólica

Tomás Rodríguez López1

  1. Especialista de II Grado en Psiquiatría. Presidente de la Filial de la Sociedad Cubana de Psiquiatría. Profesor Auxiliar y Jefe de Cátedra de Psiquiatría. Facultad de Ciencias Médicas, Pinar del Río.

Resumen: Se parte del conocimiento y la experiencia acumulada durante más de 10 años de estudio y tratamiento de pacientes alcohólicos; se resalta que cada día con mayor frecuencia «en la botella, la inconformidad busca satisfacción; la cobardía, valor y la timidez, confianza», por lo que es frecuente que las situaciones que generan estrés, inevitables en la vida moderna, determinan las primeras experiencias del alcohólico camino de su habituación. Se destacan las más frecuentes situaciones físicas, sociales y psicológicas que puedan resultar fuente de estrés y los principales estilos de enfrentamiento o respuesta psicológica en la interacción con el medio donde la personalidad se forma y madura, y queda reducida a introvertido, extrovertido y flexible. Después de destacar las múltiples formas en que el estrés puede dar lugar a la búsqueda del alcohol, su utilización, para, amortiguar las condiciones estresantes y constituir el riesgo de que estas experiencias sean el inicio de una habituación de variable gravedad, se formula un grupo de consejos que se recomienda tener muy en cuenta para hacer frente de forma efectiva al estrés inevitable, y se destaca la conducta ideal del hombre sano, maduro y flexible, del que se dice no bebe, si bebe no se embriaga, y si se embriaga, no repite la ingesta.

Descriptores DeCs: ESTRES PSICOLOGICO; ALCOHOLISMO; FACTORES DE RIESGO

Tal vez nada ha sido tan cuestionado, de naturaleza tan compleja y más impredecible que las causas que condicionan las primeras experiencias del sujeto alcohólico en su contacto morboso con las bebidas espirituosas.

¿Qué trató en sus inicios un alcohólico de evadir, buscar, amortiguar? ¿Qué se propuso cuando comenzó a reforzar su voluntad, amortiguar su angustia, a rebasar situaciones para él conflictivas en su momento?. Son estas interrogantes que sólo los alcohólicos pueden responder, pero por regla, éstos no escriben sobre el acoholismo, o son sólo relativamente sinceros al responder encuestas o interrogativas.

La frase de Samuel Johnson1 "En la botella, la inconformidad busca satisfacción, la cobardía, valor, y la timidez, confianza"; resulta a nuestro entender elocuente, por el contenido causal que encierra y que muchos años de investigaciones no se han atrevido a desvirtuar, sino, más bien, a confiar. El problema estriba en convertir ese postulado teórico, conceptual, abstracto, en una condición socioeconómica, en una manifestación concreta de la vida y el quehacer social de quien se vuelve alcohólico, o se encuentra expuesto a esto, por sus relaciones o actitud con respecto al alcohol, contenido en preparados industriales de muy variado sabor, olor, color y concentración, que se le presenta en vistoso envase adornado de medallas que refrendan el mérito a la calidad de la producción histórica, salvadora del náufrago de la voluntad, que es en última instancia la que podría salvarle y no lo hace, ya por apatía, ya por debilidad e ignorancia y complicidad, que no van a estar nunca ausentes.

Por nuestra parte, hemos intentado identificar las motivaciones que se reconocen por los alcohólicos y en su momento planteamos que éstas se pueden expresar como embullo, relaciones amistosas, ambiente festivo, influencia de familiares, malas compañías y problemas de la pareja o el ambiente, sobre todo la actividad laboral.2

Sabemos que autores de nuestro medio como Secades y Guzmán,3 le atribuyen a la habituación alcohólica causas relacionadas con el estrés, que provocan alteraciones en la relación social, familiar y económica de los sujetos expuestos a este riesgo; Fiallo Sanz4 le ha atribuido su causa a trastornos de la personalidad, rechazo al medio y micromedio, evasión de conflictos, inmadurez emocional y condiciones del medio relacionadas a la cultura y las costumbres.

También tenemos que González Menéndez5 ha resaltado la influencia causal de las tensiones generadas en el medio social, las actitudes del individuo, los medios de recreación y los factores relacionados con la personalidad, y ha formulado recomendaciones de perfil preventivo.

Delgado Expósito6 ha sugerido que resultan factores de riesgo de alcoholismo la soltería, la enfermedad de los nervios, la subescolarización y sobre todo los conflictos del matrimonio y las relaciones sociales.

Lo que más llama la atención es la frecuencia de artículos en que destacan la repercusión y las consecuencias del alcoholismo,7-10 sobre todo en relación con la familia y la actividad laboral, y que textos consagrados por su trayectoria y calidad como Kaplan, Noyes y Mayer Gross, que ratifican esos postulados.

Sin embargo, en esta ocasión queremos poner nuestra atención en algo que parece ser una forma práctica de relacionar esas primeras experiencias del sujeto expuesto a riesgo ulterior de habituación alcohólica a los mecanismos psicológicos que en ella puedan intervenir, y al fundamento biológico y socioeconómico que dan lugar a esos mecanismos anormales, o a la interacción de lo psíquico con lo social por intermedio de la respuesta biológica, pues se sabe que la incorporación de una sustancia química como el etanol provoca primero una respuesta placentera (gratificación) que se expresa, tanto en lo psíquico, como en lo biológico, pero que determina a nivel hístico un aumento de la resistencia a la presencia de ésta, lo que da por resultado que al pasar el tiempo, la respuesta (gratificación) se disipa y la cantidad se tenga que aumentar en pos del efecto deseado; y así sucesivamente, hasta llegar a límites insospechables en el momento de comienzo, cuando aún la prevención primaria es posible.

Tratamos por este camino de plantear que nos proponemos abordar la influencia que el estrés puede tener en el consumo de bebidas alcohólicas, práctica tan tolerada como habitual en la sociedad actual, que sin ella no habría riesgo de alcoholismo, pero a la cual ya no se puede renunciar, porque se encuentra insertada en nuestra conducta social, forma parte de nuestros patrones culturales, y es impensable su supresión, por lo que debemos esforzarnos por su comprensión y su manejo adecuado con fines preventivos, cosa que a otros les será difícil, pero a nosotros se nos propicia por la existencia de un médico de la familia preparado y dispuesto (motivado) a llevar adelante esta hermosa tarea, médico que por su ubicación, inmerso en la comunidad como se encuentra, el problema le toca de modo directo y al alcance de la mano.

El estrés reconocido y aceptado por todos es una realidad que se agiganta en la sociedad urbanizada y moderna. El estrés como respuesta biológica y psicológica; psicofisiológica diría De Las Pozas; aparece allí donde las condiciones para ello lo determinan, es decir, en cualquier persona y lugar donde la interacción dialéctica del individuo con su medio exija una respuesta para la cual aún no hay aprendizaje, y por tanto se carece de experiencia previa y formación de hábitos que automaticen la acción adaptativa y evitar la descarga adrenérgica.

El individuo, es decir, cualquier persona, se somete al estrés que sus relaciones sociales y económicas le imponen y como resultado de ello aparece una respuesta que comprende lo físico, lo social y lo biológico. La respuesta a ese estrés puede ser directa o indirecta, pero siempre va a promover un nuevo nivel de adaptación y una respuesta que puede concitar al uso del alcohol como intermediador estimulante que fortalezca la capacidad adaptativa y la respuesta misma. Cuando la respuesta es directa, la conducta inmediata que determina, tiende a amortiguar los efectos, pero no siempre lo consigue sin ayuda, y esa ayuda no pocas veces es el alcohol, respaldado como ya se dijo por la tradición y la cultura, y cuando eso ocurre, el peligro de su repetición y habituación, aparece.

Si por el contrario, la respuesta es indirecta, esos peligros son mayores, porque determinan desajuste emocional, lucha sin resultado y búsqueda de equilibrio, la necesidad de la "ayuda" del alcohol y la probabilidad de apelar a éste, es mucho mayor, y da lugar a mayor riesgo y a una evolución mucho más rápida, porque el restablecimiento artificial y transitorio del desajuste emocional resulta una gratificación mucho más necesaria, mejor recibida y que viene a poner término a una cierta lucha del sujeto por restablecer el equilibrio, perturbado, que luego le resultaría mucho más atractiva su búsqueda, dando lugar a un acondicionamiento que puede volverse habitual, y resultar el camino al alcoholismo.

Así, vemos la relación del estrés con la iniciación del alcoholismo, pero no sólo eso tendría valor, a nuestro juicio, sino que es muy impotante que nuestros médicos primarios reconozcan cuáles son las condiciones que mayor probabilidad de determinar estrés van a encontrar en la práctica, para reconocer en cada una de ellas su peligro específico, concreto, y buscar el manejo adecuado de acuerdo con el caso. Por eso presentamos 3 tipos básicos de esas condiciones, que en nuestra experiencia clínica hemos visto como más susceptibles de relacionarse al inicio de la habituación alcohólica, y hacemos después algunos comentarios sobre ellas.

Condiciones específicas

Estrés físico, que habitualmente tiene su origen en el trabajo o la ocupación, es decir, en la actividad económica del sujeto, y que relacionamos tratando de operacionalizar para su generalización:

  1. Trabajo físico riguroso o pesado.
  2. Agotamiento por falta de descanso o reposición de energía.
  3. Ritmo elevado de la actividad física.
  4. Cansancio fisiológico del final de la jornada.
  5. Agobio de la actividad profesional (propio del hombre público que se ve inmerso en rendiciones de cuentas, actividades comerciales y financieras, reuniones y discusiones).
  6. Agotamiento por rendir pruebas o exámenes (oposiciones, diplomantes, cursos y competiciones).
  7. Malas condiciones de trabajo y de vida familiar.
  8. Factores biológicos personales: dolores, enfermedades, insomnios rebeldes y limitaciones físicas.

Condiciones sociales

Estrés social determinado siempre por factores externos, que es la principal fuente de agresiones a que se enfrenta el hombre moderno, obligado como está a la vida urbana, con su acelerado ritmo de reacciones a respuestas adaptativas, que imponen un precio elevado a su confort y a la realización individual, no enfrentado por nuestros antecesores que se beneficiaron del conservadurismo y las tradiciones de corte feudal propios de la era precedente, tan diferentes a las costumbres impuestas hoy día por la revolucción científico-técnica, con la automatización y atomización de todas las actividades, que suponen de por sí un inevitable estrés.

  1. Búsqueda de pareja (casamiento-divorcio-casamiento).
  2. Búsqueda de empleo (promoción-democión-competencia).
  3. Lucha por alcanzar y mantener el estatus deseado.
  4. Festividades, conmemoraciones y encuentros familiares o amistosos.
  5. Tensión proveniente de relaciones profesionales.
  6. Dificultades económicas y financieras.
  7. Ausencia de recreación y opciones de tiempo libre (tedio y monotonía).
  8. Cambio de patrones socioculturales y transculturalización.
  9. Debilitamiento del sistema de intereses (falta de motivaciones).
  10. Ausencia de convicciones filosóficas o religiosas.

Condiciones psicológicas

Están inducidas por factores internos, se asocian con la naturaleza de las emociones y estados de ánimo que son propios de cada individuo. No pueden desligar de la estructura de la personalidad y el modelo de relaciones sociales que ésta establece, de acuerdo con los procesos psíquicos que tienen lugar en esas relaciones.

  1. Expresiones emocionales (amor-odio-ira-miedo).
  2. Estados afectivos y sentimientos (aceptación-rechazo-abatimiento-alegría).
  3. Falta de flexibilidad. Dificultad adaptativa.
  4. Estructuración inadecuada de la personalidad.
  5. Actitudes sociales morbosas (sociopatía).
  6. Conflictos situacionales (aproximación-evitación).
  7. Estructuración neurótica de la personalidad.
  8. Manifestaciones psicopatológicas (PMD-epilepsia-esquizofrenia-depresiones).

El modelo psicológico de interacción con los demás en la obligada relación social en que se asume, por lo general, una conducta que va a estar en armonía con el carácter o personalidad del individuo, y que obedece a 3 estilos básicos de relación:

  1. Estilo introvertido, llamado también pasivo o no acertivo.
  2. Estilo extrovertido, también llamado agresivo en algunos casos.
  3. Estilo flexible, maduro, adaptado o acertivo.

Ahora podemos comentar la forma en que las diferentes condiciones estresantes se manifiestan al relacionarse con la habituación alcohólica.

En el caso del trabajo físico riguroso puede verse ese vínculo unido a la tan vieja como errónea costumbre de asociar el trago al propio trabajo, como hacen los marineros, sobre todo los pescadores, los trabajadores forestales, mineros y algunos de las ramas de la agricultura o la industria; que el sujeto beba para superar al frío, la fatiga del esfuerzo excesivo, enfrentar el peligro, la soledad o la lejanía que el tipo de trabajo le impone.

En lo relativo a la falta de reposición de energía, vemos que se busca en el efecto euforizante inicial del trago un sustituto para sobreponerse ante un exceso de actividad que no se compensa con el reposo adecuado y por el tiempo suficiente, que sería lo lógico, y que refleja una más de las costumbres erróneas que el uso del alcohol ha condicionado, tomándolo como remedio a un mal que radica en la planificación inadecuada de la actividad y el reposo.

El ritmo elevado de actividad, necesario en algunos empleos, conduce a un cansancio anticipado y para posponer el momento de la lógica claudicación o atenuar sus efectos se acude al alcohol, que vendría a encubrir el error de imponerse un ritmo nocivo que debe ser aceptado sólo por aquellos que estando dotados de cualidades excepcionales, lo toleran y se adaptan sin perjuicio a su salud, y logran el necesario entrenamiento para la óptima utilización de sus capacidades, pero que no son la regla, ni pueden ser imitadas ayudándose con el alcohol.

Es una costumbre tomar en horario de la tarde, después de concluida la jornada diaria, para desarrollar actividades sociales y relacionarse con amistades, superar el cansancio lógico derivado de la tarea acometida con algunos tragos, que estimulan la comunicación, favorecen el entendimiento y los deseos de esparcimiento, pero que a su vez crea una tendencia morbosa a la búsqueda artificial de la solución al estrés físico de cada día.

Los ejecutivos dirigentes y administradores, abrumados como suelen estar con el cúmulo de tareas, el continuo desplazamiento de uno a otro lugar, reuniones interminables, a veces extendiendo su actividad hasta horas avanzadas de la noche, muchas veces se ven en contacto con el alcohol en las propias reuniones, ya sea porque la situación lo aconseja para facilitar la comprensión de financistas, proveedores y otros directivos o porque las reglas de cortesía obligan a tal costumbre o sencillamente, como otro cualquiera desean "relajarse" y a la vez "estimularse" en algún momento de su atareado día y lo hacen con la botella a mano, sobre todo los fines de semana. Los estudiantes y otros que por cualquier razón enfrentan pruebas o exámenes de oposición, para celebrar el resultado, olvidar el cansancio, combatir el sueño por los desvelos a que se sometieron y desconectarse de las temáticas en que se han enfrascado con denuedo largas jornadas, con frecuencia se exceden, y son bebedores de fin de semana, como se señaló en el grupo anterior y como destacan Groutt y Haxcey.11

Todas estas situaciones, indudablemente fuentes de estrés hacen las premisas necesarias para que se produzcan las primeras experiencias de la vida social que con el andar del tiempo devienen habituación y es el estrés que ellas provocan el vibrador que quiebra la voluntad, de acuerdo con factores biológicos relacionados a complejos mecanismo de absorción, metabolismo y degradación de etanol, que son propios de cada sujeto, responden de distinta manera y determinan la habituación sobre todo en los más vulnerables, por su estilo de enfrentamiento a las relaciones sociales, es decir, de naturaleza introvertida, que sienten una mayor necesidad de apoyarse en algo, o en alguien, y lo hacen en el alcohol, la conducta evitativa, los sentimientos de inferioridad y la pasividad que les impide desenvolverse a la medida de sus aspiraciones.

En el grupo de condiciones sociales influyentes en la aparición del estrés desempeña una importante función lo relativo a la búsqueda de pareja, la desarmonía de las relaciones en este marco, el valor que se atribuye al casamiento y la necesidad de una familia propia, estable y segura que garantice la armónica satisfacción de necesidades biológicas, sociales y psicológicas (amor, seguridad, educación, consejo, etc.) que a la familia, como célula fundamental de la sociedad, corresponde satisfacer. Se sabe que la ausencia o las dificultades en la relación familiar, son motivos frecuentes de uso inadecuado del alcohol como reemplazo, pues muchos de los alcohólicos encuestados por nosotros,2 así lo reconocen.

Las demociones, la pérdida del empleo deseado, los traslados forzones y en general la competencia laboral, crea una tensión especial que se alivia con el trago, y lleva así a los primeros pasos del futuro bebedor. Igual ocurre a los que se enfrascan en alcanzar o mantener determinado estatus, el que muchas veces depende del éxito y la eficiencia laboral.

Los encuentros, fiestas y ambientes euforizantes, han sido para muchos, el facilitador de los primeros pasos en el camino de la habituación, porque incitan a la ingestión, y crean una necesidad diferente, pues lo esperado por todos en tal ambiente es eso mismo, y sería anacrónico abstenerse, lo que resultaría mucho más molesto que excederse, como hacen casi todos, aprovechando la tolerancia que la tradición concede a ese ambiente.

Los ejemplos precedentes fueron abordados en relación con la situación derivada de relaciones profesionales, exámenes, oposiciones y situaciones similares. No obstante, aquí resaltamos el valor psicológico, para que se note como una y otras vertientes se relacionan.

El tedio, la monotonía, el aburrimiento, la decepción y otros sentimientos que pueden desencadenarse cuando no se dispone de opciones adecuadas para la utilización del tiempo libre, llevan a la ingestión de alcohol por 2 razones, primera: porque se resuelve la principal opción de utilización del tiempo, dado que no había otra cosa más atractiva que hacer, y segundo: porque es un bálsamo a esa situación transformando en euforia lo que se presenta con tan lúgubres augurios, sobre todo en adolescentes, que son los más susceptibles al aburrimiento por falta de entretenimiento, esta situación es con mucha frecuencia la primera espiral de una ascendente habituación acelerada.

Cualquier cambio en los patrones culturales o transculturación, promueve la necesidad de un nivel superior de adaptación para el cual no lo han preparado sus experiencias previas, y el alcohol ofrece la solución que la preparación para la acción no tiene y condiciona una repetición de esa conducta. Muchos son los factores que suelen intervenir en este caso, pero muy pocos los que se aprestan a la evitación, pues la tolerancia de frustraciones e inseguridad aumenta mucho bajo los efectos del trago, y la sensación que éste proporciona parece librar de una carga inevitable en esos casos, sólo una flexibilidad y madurez muy sólida podría resultar efectiva para rebasar las dificultades que son inherentes a tales cambios.

Tanto el debilitamiento del sistema de intereses como la ausencia de firmes convicciones psicológicas o religiosas, contribuyen a limitar al individuo en sus relaciones y debilitan sensiblemente su tolerancia a cualquier cambio, que por regla suele percibir como amenaza a su personalidad y de lo que se defiende con el uso y el abuso del alcohol.

Esta conducta evasiva, que toma como válvula de escape la bebida, es un antecedente frecuente entre los alcohólicos más dependientes.

Ya se expresaron los 3 estilos básicos de relaciones de la personalidad con el medio social, estos estilos se basan en la educación que la personalidad ha recibido en su proceso de formación y no puede separarse ninguna reacción ante el estrés psicológico de esta educación, y es por eso que la expresión de emociones y estados efectivos pueden crear la necesidad de superar cobardías, angustia, tristeza y otros estados de ánimos con la ingestión de bebidas, y dar lugar al comienzo de un ciclo que no termina hasta la habituación.

Lo que nadie ha de dudar es que el individuo flexible es adaptado y está protegido del peligro de necesitar del alcohol, y su opuesto, el inflexible, necesita de mover con la bebida sus propios resortes para admitirse y admitir el medio y condiciones que le tocan vivir, lo que le empuja a la botella cada nuevo paso que da en la vida.

Todo cuanto se relaciona con racciones anormales de la personalidad (psicopatía, sociopatía y conflictos neuróticos) o expresión psicopatológica, requiere del alcohol para tolerar las situaciones que esas reacciones provocan y son altamente sensibles a su acelerada dependencia a éste4,6 por resultar un complemento necesario, pero artificial, que pronto se vuelve necesidad fisiológica, merced al aumento de la resistencia hística ya comentada.

Como puede verse, las situaciones más variadas relacionan el estrés que determina a la posibilidad de consumo y habituación del alcohol, que se nos presenta en la práctica como un agente «antiestrés» mucho más nocivo que el mal que se desea remediar y que debemos luchar porque se admita como una respuesta lógica de la personalidad y del organismo a las situaciones que en la vida debemos enfrentar, sin temor alguno a sus consecuencias, que en última instancia, serían siempre menos dramáticas que el alcoholismo habitual, si a él se llegara.

Por eso recomendamos tener en cuenta ciertos consejos que ayudan a hacer frente de forma efectiva al estrés:

  1. Aprender a identificar los estresores (los sucesos que provocan estrés y las causas personales que lo motivan).
  2. Establecer un nivel adecuado de tolerancia al estrés.
  3. Comprender la respuesta de la mente y del cuerpo al estrés.
  4. Evaluar objetivamente la causa responsable del estrés y no permitir que las emociones determinen la decisión para enfrentarlo.
  5. Proveer las reacciones o respuestas apropiadas para hacer frente al estrés de acuerdo con la naturaleza de los estresores.
  6. Aceptar que en ocasiones la solución está por encima de la capacidad de tolerar el estrés y requiere consejo y ayuda calificada para reconocer las opiniones y resolver el enfrentamiento a los estresores.
  7. Hay estresores que se encuentran fuera del alcance de una solución, y en ese caso la pelea no es solución. Debe saberse esperar la maduración de las condiciones o la oportunidad necesaria para la solución del problema estresante.
  8. Los problemas no se resuelven preocupándose, sino planeando las respuestas y las reacciones de la personalidad. Se debe seguir viviendo, no esperar por los sucesos.
  9. La realidad debe ser siempre aceptada; no hacerlo, significa añadir estresores a los ya existentes.
  10. Los problemas físicos y mentales son responsables de la incapacidad para enfrentar situaciones problemáticas de la vida cotidiana y de la forma de reaccionar ante ella. Conocerse mejor, ayuda a enfrentar el estrés con acierto y efectividad.
  11. Apelar al alcohol como agente antiestresante lleva en sí un peligro mayor al mal que se pretende remediar.
  12. El hombre sano, maduro y equilibrado, no bebe, si bebe no se embriaga, y si se embriaga no bebe más, y esa es la única conducta lógica que debemos recomendar para alcanzar un nivel adecuado de salud y una cultura antialcohólica apropiada.

SUMMARY: This paper is based on the knowledgement and experiences accumulated for over 10 years of study and treatment of alcoholic patients. It is underlined that ever more frequently «drinking bottle represents satisfaction for nonconformists, courage for cowards and self-confidence for timids», so very often those stress-generating conditions, inevitable in modern life, lead to the first alcohol-taking experiences which may become a habit. Also the paper stresses the most common physical, social and psychological situations that may result in stress and the main styles of confrontation or psychological response in the interaction with the environment where one’s personality is formed and matured and becomes introvert, extrovert or flexible. After pointing out the many forms in which stress may lead to alcohol consumption as a way to alleviate stressing conditions and this may become a risk for the beginning of a variable serious habit, a group of advices are provided which should be taken into account so as to effectively face inevitable stress. The paper also underlines the ideal behaviour of a healthy, mature and flexible man who does not drink; if he drinks he does not get drunk and if he gets drunk, then he never repeats the action.

Subject headings: STRESS; PHYCHOLOGICAL; ALCOHOLISM; RISK FACTORS

Referencias bibliográficas

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Recibido: 26 de noviembre de 1996. Aprobado: 20 de enero de 1997.
Dr. Tomás Rodríguez López. Hospital Provincial Clinicoquirúrgico Docente "Abel Santamaría", Servicio de Psiquiatría, Pinar del Río, Cuba .

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