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Revista Cubana de Medicina General Integral

versión impresa ISSN 0864-2125versión On-line ISSN 1561-3038

Rev Cubana Med Gen Integr v.22 n.4 Ciudad de La Habana oct.-dic. 2006

 

Página cultural

El aura humana

Miguel Lugones Botell,1 Luis Alberto Pichs García 2 y Marlen García Hernández 3

Desde la antigüedad, el hombre se ha preguntado a qué era debida cierta luminiscencia corpórea o emanaciones luminosas que podían ser observadas en determinados personajes de gran relevancia, sobre todo, en aquellos considerados de procedencia divina o iluminados.1 Así, ya en el antiguo Egipto, se podía observar cómo determinadas figuras de diosas o dioses, eran representados con una especie de aureola en la parte superior de la cabeza, tal sería el caso de la diosa Sekmek, así como también alrededor de los dioses Isis y Osiris.2 Esta cualidad se fue manteniendo con el paso de los tiempos, y en todas las culturas conocidas, se podía observar cómo dicho fenómeno se seguía representando en los distintos grabados, pinturas y bajorrelieves, donde a determinados personajes de tipo religioso, como Buda, Mahoma, Moisés y sobre todo Jesús, por poner algunos ejemplos, son representados con un fulgurante halo de luz que les rodea la cabeza.

Hasta en México, en uno de los templos de Chichen Itza, existe un grabado muy famoso de un supuesto sacerdote maya rodeado de una emanación lumínica. Siempre llamó la atención la insistencia que tuvieron esos artistas, como si se hubieran puesto de acuerdo, en representar esas emanaciones luminosas en personajes que consideraban divinos o iluminados.1 Pero, ¿porqué ocurre ese fenómeno? Esta emanación, que como hemos señalado, aparece desde tiempos remotos, en la actualidad se denomina aura humana.1,2 Pero, ¿qué es el aura? La palabra aura procede del griego aura, que significa viento suave y apacible.3 El aura siempre ha sido un tema de polémica y debate, ya que los estudiosos del tema no han llegado a ponerse nunca de acuerdo en su composición ni en el origen de su procedencia, lo que ha motivado dispares opiniones, si bien está generalmente aceptada la existencia del fenómeno, el cual ha sido objeto de exhaustivos estudios por parte de la comunidad científica, a fin de encontrar la explicación a la visualización de un fenómeno que parecía reservado a individuos con la capacidad de clarividencia, o a personajes religiosos en estado de trance místico.

Estudios científicos

Es a partir del siglo XVI que Paracelso, médico y alquimista, lo define de forma científica, describiendo al aura como algo que se asemeja a una esfera de fuego y que llamó “globo ígneo” o “munia”, una luminosidad visible en la medida que el avance espiritual de la propia persona lo permitía.1 Posteriormente, cada vez son más las personalidades científicas que estudian el fenómeno, así dos siglos después es Franz A. Mesmer, quien realiza los estudios que le llevan a presentar la teoría del magnetismo animal, descrita como una energía de tipo electromagnética, la cual posee la facultad de poder ser transmitida de un ser a otro, demostrando excelentes facultades para la sanación. Como muchas veces ha sucedido, los escépticos de aquel tiempo, lo atacaron vilmente hasta que terminaron por aniquilarlo y tuvo que cerrar su clínica por los ataques desmedidos que sufrió.

Ya en pleno siglo XIX, se desarrollan varios experimentos encaminados a demostrar físicamente el aura. Así en el año 1845, el químico alemán Barón Karl Von Reichenbauch, publicó un libro describiendo un experimento sobre el aura, en el que aludía a las percepciones por él recibidas, procedentes de ciertos tipos de cristales, así como de los polos de los imanes, llevándolo a cabo con varias personas, las que, encontrándose a oscuras en una habitación, visualizaron emanaciones lumínicas de energía, procedentes de las extremidades de las personas que allí se encontraban, ocurriendo de forma similar con animales y plantas. Las emanaciones lumínicas eran de diferentes colores, destacándose el rojo, el violeta, el naranja y el verde. 4

Inmediatamente después, ya en el siglo XX, durante el año 1911, el doctor J. Kilner, gran estudioso electricista, y encargado del área de electroterapia del Hospital de Santo Tomas, en Londres, sirviéndose de unas láminas de cristal preparadas con dicianina, pudo demostrar la existencia física del aura de los seres vivos, al descubrir cómo es posible observar el aura humana a través de la luz ultravioleta. El doctor Kilner, gracias a la observación que realizó sobre el aura, pudo formular un método que le permitiría diagnosticar las enfermedades, incluso antes de que apareciesen. El sistema que el doctor Kilner siguió para visualizar el aura con las mencionadas placas fue el siguiente:

"La persona a la que se pretende visualizar el aura, debe de situarse delante de una tela de fondo blanco (aunque también lo realizó con el fondo negro) dentro de una habitación oscura. Es imprescindible que el sujeto se encuentre desnudo en la parte del cuerpo que se desea visualizar, ya que la ropa impide ver el aura. Llegados a ese punto, el observador deberá de mirar a través de la lámina tratada con el producto químico llamado dicianina, a la luz del día, para posteriormente cerrar los ojos y, con la persiana bajada, a fin de que la habitación se encuentre totalmente a oscuras, visualizar el aura". 4

Así fue como el doctor Kilner pudo demostrar al mundo de que el aura humana existía y era posible su visualización, considerándose un hecho probado de forma científica. 4

Gracias a este descubrimiento sobre el aura, se pudo conocer cada vez con mayor exactitud su composición.4 Así, tendríamos que el aura está compuesta por varias capas, cada una superpuesta sobre la anterior, y que partiendo del contorno del cuerpo físico, se va extendiendo hacia el exterior del mismo, llegando a percibirse con total claridad hasta tres de estas capas, y a las cuales se les denominó de acuerdo con la siguiente descripción:

Primera capa o doble etéreo: en dicha capa se puede observar una pequeña franja oscura de un color gris claro, extendida por todo el cuerpo, ajustándose con total exactitud a la forma corporal.

La segunda o aura interior: en esta segunda capa se observa que su anchura es de unos 6 cm , e igual que la primera también se ajusta al contorno del cuerpo, presentando una mayor coloración o no, dependiendo del estado de salud de la persona, tanto a nivel físico como psíquico o emocional.

La tercera o aura exterior: esta capa comienza donde termina la segunda capa o aura interior, y su anchura comprende de 8 a 15 cm.

Un dato curioso fue al comprobar que en las mujeres, esta tercera capa, era mucho mayor que en los hombres, desconociéndose el motivo de tal fenómeno. Así, mientras que en todos los hombres en los que se basó el estudio, aparecían las mismas características áuricas, en las mujeres estas eran diferentes, variando sus auras conforme tenían más edad y adquiriendo un tono más suave y sutil.4

Otro fenómeno de gran importancia al que el doctor Kilner le prestó atención, fue el comprobar cómo, cuando coincidían 2 tipos de auras, unas fuertes y sanas, y las otras auras, débiles sin apenas energía, estas últimas débiles, absorbían la fuerza de las otras fuertes y sanas.4

De ahí que muchos clarividentes y psíquicos, cuando detectan a ese tipo de auras débiles, evitan el contacto con ellas a toda costa, ya que en caso contrario, no solo pierden parte de su energía positiva, sino que pueden tardar mucho tiempo en volver a recuperar sus facultades. De la misma manera, los clarividentes y psíquicos, que pueden observar el aura, manifiestan que las emanaciones de luz provienen desde el interior del cuerpo, penetrando en la materia desde distintas dimensiones.

Poco después, en 1920 los esposos Kirlian descubrieron por accidente una cámara que se ha bautizado con su nombre y que tiene la facultad de fotografiar el aura de los seres vivos.1 Esta cámara ha ido perfeccionándose, no solo para demostrar que las emanaciones eran luminosas y provenían del ser humano, sino también para lograr avances mucho más profundos en otros campos de la ciencia y la metafísica.1 Todo esto es debido a que -como ya es reconocido por la ciencia- cualquier tipo de padecimiento o enfermedad que se produzca en el ser humano, se ve reflejado en un primer lugar en los cambios producidos en los puntos y flujos energéticos de la persona afectada, para después verse reflejado en la materia.1,4,5 Estos desequilibrios de la energía se manifiestan en coloraciones predominantes cerca de los órganos afectados, e identifican el tipo de padecimiento. Así, por medio de la cámara Kirlian, es posible el control continuo del aura humana, y por tanto, conocer con exactitud su estado evolutivo, en sus diferentes facetas: espiritual, emocional y físico. Esto es así, debido a que la coloración del aura no es permanente, es decir, va modificándose de acuerdo con el estado de ánimo de la persona, por lo que un color determinado en un momento dado, por ejemplo, el violeta, no indicaría que la persona en cuestión está altamente elevada a nivel espiritual, pero sí, que su ánimo está sufriendo importantes cambios con respecto al tema espiritual. De esta forma es como se puede hacer un seguimiento en todos los distintos niveles del aura humana, al poder comparar a través de la fotografía Kirlian, los diferentes matices del color del aura. 4

Gracias a la cámara Kirlian, y a la posibilidad de fotografiar el aura, hoy día es aceptada a nivel mundial su existencia, así como conocer una amplia gama de los colores que la componen.

Actualmente funciona un equipo computarizado de video del aura. Es un sistema de imágenes que utiliza la ciencia de la biorretroalimentación, utilizado en terapias de color y medicina energética para medir, analizar y mostrar una representación precisa del estado emocional-energético del aura. Cada color tiene una frecuencia vibracional diferente, asociada con los chakras o centros energéticos del cuerpo (anexo). 1

De entre todos lo matices de colores posibles, a continuación conoceremos una representación de los más determinantes y su simbología en el carácter de la persona que lo posee, con una pequeña descripción de lo que generalmente los entendidos del tema tienen reconocido, sirviendo de guía para todos aquellos que decidan estudiar y conocer con mayor detalle el fenómeno del aura humana.

Aplicaciones

En el campo de la medicina: como ya señalamos, se han obtenido importantes logros a través de la coloración del aura. Se ha descubierto que se pueden diagnosticar padecimientos con mucha exactitud, incluso mucho antes que estos se presenten en síntomas físicos de dolor o molestias en el cuerpo. Ya está probado que cualquier enfermedad que se geste en el ser humano, aparece primero en la energía y en el flujo energético del individuo, y luego en la materia. Estos desequilibrios de la energía se manifiestan en coloraciones predominantes cerca de los órganos afectados y con colores también que identifican el tipo de padecimiento.1,5

Como prueba de honestidad: se plantea que servirá como detector de mentiras importantes, ya que si se toma una fotografía en determinados cuestionamientos que nos hagan, la coloración del aura mostrará si se dice la verdad o no. También para casos criminales de descubrimiento de robo, asesinato, etcétera. 5

Para aplicaciones metafísicas: tiene innumerables aplicaciones; se puede determinar la alta espiritualidad, intelectualidad, comprensión, etcétera. 5

Anexo

Conozca los colores de los chakras.

Blanco: representa la pureza y la virtud y representa a la persona virtuosa y pura. Son personas a las que les atrae la vida tranquila y familiar.

Rosa: representa al sentimiento más profundo o el amor a la humanidad. La persona cuyo color predominante del aura es el rosa, mostrará un carácter especialmente sensible y sentimental. El color rosa lo encontraremos en las personas cariñosas y enamoradizas, no en vano es el color del amor.

Amarillo: se identifica con el intelectual, el maestro. Son personas que están muy capacitadas para ser excelentes educadores o profesores.

Naranja: identifica al ser humano en el que puede confiarse y que siempre dice la verdad. Poseen una gran sensibilidad y capacidad de adaptación, demostrando su sinceridad hacia las personas amadas. Tienen gran capacidad de sociabilidad.

Verde esmeralda: distingue a médicos, enfermeras y a todo aquel que se sacrifica por atender a otros.

Verde oscuro: identifica a los que vibran en baja frecuencia, con odios, envidias, angustias y temores importantes.

Azul: representa a seres creativos como el artista, arquitecto, etcétera.

Azul oscuro: refleja a aquellos con enfermedades crónicas y a los que son fanáticos religiosos.

Violeta: identifica a personas de alto desarrollo espiritual, sabios, maestros espirituales y guías.

Dorado: color del aura del maestro, del mago, del iniciado. Denota sabiduría e iluminación. La persona cuya aura predominante es de color dorado, presentará una gran capacidad de energía y fuerza de voluntad, marcándose sus objetivos como metas muy elevadas que suele conseguir. La persona con el aura de color dorado, resulta altamente convincente y despierta admiración hacia su capacidad de conseguir sus propósitos.

 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Aguiar R. El aura humana. Revista Juventud Técnica. 2005;324:8-10.

2. Giménez JL. El aura humana. Disponible en: http://www.extrasensorial.com/aura_humana.htm

3. Diccionario Enciclopédico. 2da. ed. Madrid. Tomo II. Salvat Editores SA; 1954.p.573.

4. Giménez JL. El aura humana. Disponible en: http://www.extrasensorial.com/aura_articulo.htm

5. El aura humana. Antecedentes. Disponible en: http://www.infonegocio.com/unoasisparaelalma/Aura_Humana.htm

Recibido: 9 de noviembre de 2005.    Aprobado: 20 de diciembre de 2005.
Dr. Miguel Lugones Botell. Policlínico Docente “26 de Julio”, municipio Playa, Ciudad de La Habana, Cuba. E mail: lugones@infomed.sld.cu

1 Especialista de II Grado en Ginecología y Obstetricia. Profesor Auxiliar.
2 Especialista de I Grado en Medicina Interna Verticalizado en Cuidados Intensivos. Profesor Asistente.
3 Licenciada en Psicología y Pedagogía. Profesora Auxiliar.

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