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Educación Médica Superior

Print version ISSN 0864-2141

Educ Med Super vol.9 no.1 Ciudad de la Habana Jan.-Dec. 1995

 

Reseña

Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana

Discurso pronunciado en el acto de entrega de los diplomas de la dignidad universitaria1

Dr. Fidel Ilizástigui Dupuy2
  1. Celebrado en el Aula Magna de la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana (antes Escuela de Medicina). 23 de diciembre de 1994.
  2. Doctor en Ciencias. Profesor Titular.
 
Compañeros:

La dirección del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana me ha situado la honrosa tarea que me inflama y embarga de entusiasmo, a la vez que me compromete y enrola históricamente: agradece en unos pocos minutos, a nombre de los homenajeados el recibimiento del Diploma de la Dignidad Universitaria.

Todos nosotros estamos bajo una emoción comprensible pero indescriptible, parecida pero muy superior a aquella experimentada en la oportunidad de recibir, años atrás en la ceremonia de gaduación, el título de médico. Entonces se nos certificaba el haber cumplido con los requisitos académicos que nos permitirían desempeñarnos, casi sin restricciones, en la noble y hermosa tarea, bajo la consigna de "curar cuando se puede, aliviar siempre y consolar en todos los momentos"; hoy se nos convoca por la universidad médica para certificar que fuimos fieles a nuestro juramento cumpliendo con ella, con la Patria y la Revolución, en el empeño de sanear al hombre y educarlo bajo la consigna de "promover salud, prevenir la enfermedad, reparar la lesión y rehabilitar personas, familias y comunidades", sin descuidar el alivio y el consuelo.

Este galardón que hoy recibimos es una gran honra, una inapreciable estima, con el cual la universidad médica patentiza el respeto por la dignidad humana a sus docentes que cumplieron con honor, en momentos tan difíciles de la Revolución, el sagrado deber contraído con la Patria.

Este salón donde estamos reunidos es el mismo, y diferente por su significación actual, a aquel donde recibimos nuestras primeras lecciones de algunas de las ciencias biomédicas, y no podemos dejar de evocar en el recuerdo de la figura de uno que otro profesor de la época, de uno u otro compañero con el cual compartimos momentos felices, al obtener buenas notas, penosos, si los estudios no iban bien y de lucha compartida con otros universitarios y el pueblo contra los males y desmanes del país en busca de adecentar la universidad, forjar un mundo más humano y más hermoso.

La década del 50 fue una etapa muy difícil para Cuba. La etapa de la república mediatizada semicolonial seguía sin saldar aún su cuenta con la historia. La dictadura feroz, donde imperaba la pobreza, el robo, la especulación, la politiquería, los desaparecidos y asesinatos, la dependencia del imperio, la falta de dignidad humana, caracterizaban al desgobierno de la época con sus secuelas de insalubridad, analfabetismo, atención médica poco calificada para las masas populares. Panorama denunciado por Fidel en su memorable alegato en el Moncada "La Historia me Absolverá".

Para entonces la medicina era biologista centrada en la enfermedad, la curación y el individuo. La medicina preventiva prácticamente no contaba.

La atención a la salud era responsabilidad individual, por cuanto el Ministerio de Salubridad y Beneficencia, carente de recursos, solo podía realizar pocas acciones de salud y la atención médica que brindaba era de pésima calidad. Esta última era de carácter privado y bien estratificada según los recursos económicos de las personas. La mayoría de enfermos no tenían acceso a la atención médica.

La educación médica por su parte, era enciclopédica cientificista. Predominaban los métodos de enseñanza-aprendizaje pasivos, las prácticas formadores de la profesión eran escasas.

El médico al egreso, mal equipado profesionalmente, se ajustaba bien como llave a la cerradura para ejercer una medicina biologicista, donde los aspectos sociales, psicológicos, profilácticos promocionales y rehabilitadores brillaban por su ausencia.

Al recibir el diploma de médico, unos se dedicaron a la profesión, otros a actividades académicas, algunos buscaron mejores medios de vida en el extrajero, unos éramos revolucionarios, otros tomaron esta senda posteriormente, pero todos anhelábamos una Cuba mejor y nuestras mentes se ponían en el líder del momento, Fidel, como salvador de la Patria.

La alborada socialista tuvo su primicia con la toma del poder revolucionario el 1ro. de enero de 1959. Con la liberación del país comenzaron las grandes medidas transformadoras económico-sociales en la nación. La alegría popular era infinita y las fuerzas revolucionarias bajo la guía de Fidel, se apretaron en unidad indisoluble para avanzar y conquistar el futuro.

Los obstáculos no se hicieron esperar. La mano opresora del imperialismo, consciente de que se trataba de una auténtica revolución lo que acontecía en Cuba y no de una revuelta popular, en su afán histórico-patológico de mantener atado y esclavizado al pueblo cubano a la metrópoli imperial, reinició tempranamente sus agresiones de todo tipo contra la naciente revolución.

La clase explotadora cubana, burgueses, latifundistas, banqueros, comerciantes, a fin de no perder sus privilegios, sus aliados de siempre: los contrarrevolucionarios, los confundidos de oficio, los aprovechadores y los cubanos tomados mentalmente, ideológicamente por las ideas anticomunistas, comenzaron su labor de zapa contrarrevolucionaria. Desaparición de los autos de lujos los carteles con el lema "Fidel, esta es tu casa".

La dirección de la Revolución y la inmensidad del pueblo que le seguía no se dejaron ni engañar ni confundir, se prestó a la lucha y a la defensa de las conquistas obtenidas.

La guerra era caliente. También se libraba en el campo de las ideas y de las actividades antisociales. A la universidad, que constituía un puntual bastión inconmovible de lucha y de vaguardia revolucionaria, llegaron inevitablemete las brisas portadoras de odio y de contrarrevolución social. Las fuerzas reaccionarias, algunos docentes y estudiantes, se complotaron y comenzaron a tomar acciones negativas, antipopulares y antiuniversitarias. La masa estudiantil y los docentes revolucionarios desbarataron esos planes que tenían como objetivo frenar o revertir el proceso revolucionario en la universidad. La respuesta fue, bajo la orientación de la Revolución, el proceso de depuración de los profesores venales en la Universidad y la creación de la Junta Superior de Gobierno. Comenzó desde entonces la nueva universidad, la universidad de la Revolución y del pueblo cubano.

Así la estampida contrarrevolucionaria de profesores en la universidad deja a la Facultad de Medicina con sólo 16 docentes, que la historia recogerá como héroes, de sus 154 profesores.

Como respuesta a esta vil acción, una gran masa de antiguos residentes, ayudantes de la cátedra, instructores y adscriptos, con fe revolucionaria, para salvar el proceso docente-educativo en la Facultad de Medicina y evitar su paralización, se incorporaron a las diferentes cátedras, previo proceso de selección y lograr el mantener la facultad abierta, sin que sus puertas fueran cerradas ni un solo día.

A los homenajeados presentes pertenece esta meritoria hazaña que señalara en su oportunidad la historia, al cumplir su compromiso sin alardes, ni reclamos, después de aceptar el poder de la Junta de Gobierno de la Universidad de La Habana el 15 de julio de 1960, como legítimo y revolucionario.

Es en esta oportunidad que de esa hazaña se habla, ningún homenajeado ha hecho alarde o reclamado algo. Eso dice mucho de la honestidad de su acto, de lo grande, hecho sencillo, de la pureza de su acción, de su fe de universitario, de su convicción revolucionaria.

Algunos han fallecido, otros se jubilaron o están muy enfermos, otros volvieron a sus países de origen, pero muy pocos tomaron el camino de la vileza o la traición.

Por ese acto viril, valiente, de definición de la conducta humana, social y revolucionaria en momentos difíciles de la universidad, y por la trayectoria mantenida en su conducta permanente, abnegada y de trabajo, con la que sellaron su compromiso con la Patria, es que la universidad médica nos otorga el Diploma de la Dignidad Universitaria.

Pensándolo bien nos preguntamos: ¿quién debe recibir este diploma?; ¿la Revolución o nosotros?, ¿el pueblo o nosotros?, ¿la dirección revolucionaria o nosotros?, ¿cuánto nos correspondería de él?, ciertamente visto en su verdadera significación histórica y sin vanagloriarnos por lo realizado y recibido. Enfoquémoslo de otra manera.

¿Qué seríamos todos sin la Revolución y nuestro pueblo trabajador?, ¿un buen profesional o un buen técnico?, ¿un profesor adocenado con poder económico?, ¿cuánto de dignidad y orgullo profesional puro, puesto al servicio de la Patria tendríamos?, ¿cuánto de calor humano y social poseeríamos?, ¿cuánto significaría nuestra labor para la Patria y en cuánto nos estimaría?

Agradezcamos, pues, en forma infinita, al pueblo y a la Revolución por la Patria que tenemos que nos ha dado la oportunidad inapreciable de hacernos mejores médicos y salubristas.

¿Qué éramos?: médicos con una concepción biomédica e individual de la medicina, enraizada principalmente en la curación de la enfermedad, sin atención apenas de los aspectos sociales y psicológicos, y ni qué decir de la promoción, profilaxis y rehabilitación de aquéllas, en los individuos, la familia y las grandes masas.

La medicina social no era la preocupación de muchos en los éxitos de la medicina nacional.

La insalubridad de la nación y la poca calidad o falta de atención médica de muchos (pobres, campesinos), no era la meta prioritaria. El trabajar en clínicas privadas, consultas lujosas y el ascenso economicosocial nos permeaba a muchos.

¿Qué somos?: la Revolución nos enseñó y educó a:

  • Tener un concepto más amplio de la medicina, la social, la que precave como dijera Martí, la promocional y la rehabilitadora, la integral, y no la curativa y biologicista.
  • La preocupación por las grandes masas y sus problemas de salud e introducirnos en el pueblo, como quería el Ché, para transformar la enfermedad en salud.
Fue la revolución y el pueblo que nos propició la posibilidad de:
  • Llevar nuestro saber y la atención médica a los campesinos en las montañas.
  • Contribuir a la creación del Ministerio de Salud Pública y su organización.
  • Elaborar programas sanitarios.
  • Participar a la puesta en marcha de hospitales rurales, policlínicos, hogares maternos, hogares de ancianos, consultorios del médico de familia.
  • Participar en la ayuda médica internacionalista.
  • Crear el reglamento de ayuda a hospitales.
  • Crear nuevas especialidades.
  • Participar en los programas de desarrollo de las especialidades.
  • Aprender a dirigir instituciones de salud:
·Hospitales
  • Policlínicos.
  • Jefe de grupos.
  • Otras posiciones de dirección.
El al pueblo y la Revolución al que agradecemos por ser mejores educadores médicos.

¿Qué éramos?

-Aprendices de profesores que concebían la educación como impartir clases en el aula, en el laboratorio, en prácticas docentes masivas, donde los estudiantes "oían mucho, veían poco y la mayoría no hacía nada".

Con una educación médica anclada en la teoría, el enciclopedismo y el cientificismo, separada de la práctica y de la salud pública y por lo tanto de las necesidades sanitarias y de salud de la población.

-Muy preocupados en general por ser grandes maestros para el desarrollo de una disciplina científica.

¿Qué somos?

La Revolución y el pueblo nos hizo:

  • Más educadores que enseñadores.
  • Saber fundir bajo el concepto marxista y martiano el trabajo con el estudio.
  • Compartir las tareas docentes con las asistenciales e investigativas.
  • Preocuparnos de los aspectos sociales, psicológicos, promocionales y profilácticos en la formación de alumnos.
  • Participar en su formación político-ideológica.
Y así participamos en:
  • La descentralización de la educación médica en la Ciudad de La Habana y el resto del país, especialmente en el plan de Santiago de Cuba, hospitales, escuelas y la cátedra viajera.
  • La reforma universitaria.
  • La confección de planes y programas de estudio.
  • Impartiendo clases para posgraduados en las montañas.
  • Estancias de 3 a 6 meses en hospitales de otras provincias.
  • Labores productivas junto con los estudiantes.
  • La creación de las facultades de medicina en otras provincias.
  • La formación posgraduada, continuada y permanente.
  • La acreditación a instituciones de salud para impartir docencia.
  • La creación de nuevas asignaturas.
  • Aprender a ser: rectores, decanos, jefes de departamento o profesores principales.
En fin, a participar en la gran tarea de la integración docente-asistencial-investigativa y de convertir cada institución de salud en docente.

Agradecemos a la Revolución y al pueblo por habernos convertido en investigadores, en un país donde no los había, dirigir centros e institutos de investigación, por participar en la política científica del país, realizar investigaciones de nivel nacional e internacional.

Le agradecemos el habernos forjado como políticos y luchadores, no para beneficio personal, sino para defender, fuera y dentro del país, la concepción de la ideología científica de la Revolución en la calle, en cada centro de trabajo docente, atencional o investigativo.

A ser comunistas, marxista-leninistas no de palabras, ni de teoría, sino de hechos, de prácticas, hoy que existen algunos que abjuran de la concepción más científica del mundo, lo que no niega por supuesto, su perfeccionamiento con la revolución social y la cientifico-técnica de la época presente.

A ser soldado de la revolución para defender la obra sagrada de la Revolución, en la crisis de octubre, en Girón, en el internacionalismo militante, en las Milicias de Tropas Territoriales.

Agradecemos al compañero Vela Valdés, hoy rector de la Universidad de La Habana, a quien se le ocurrió este hermoso acto y al Dr. Eduardo Pelayo que lo llevó a su materialización.

Agradecemos al compañero Comandante Machado Ventura, que sabiendo interpretar las orientaciones de la dirección de la Revolución, supo aglutinar a la masa médica, nada fácil para la época y conducirla para la creación y organización de un Ministerio de Salud Pública sólido, fuerte, capaz de afrontar con éxito las necesidades de salud de la población desde los primeros momentos y ser perfeccionable para convertirse en una organización de salud poderosa y ejemplificante para otros países subdesarrollados y desarrollados del mundo, por su valor e importancia en las acciones transformadoras de salud.

Gratitud para el compañero Comandante en Jefe Fidel Castro, y Jefe de la Revolución Cubana, por concebir el proyecto del programa económico-social de la Revolución, por hacer y llevar hacia delante la estrategia y la táctica de la toma del poder y su conducción posterior, que nos permitió crear el socialismo, poner al país a la vanguardia en muchos campos del hacer y del saber, en especial en educación, deportes y atención médica.

Agradecerle por garantizar la voluntad política y el proporcionar los recursos para construir la estructura y mantener estos servicios docente-atencionales e investigativos aun en los momento difíciles. Por darnos la base teórica para no perder el rumbo en las sendas tan complejas, preñadas de dificultades como la salud, la educación y la práctica social consecuente:

  • El estudio y el trabajo.
  • La universalización de la universidad.
  • Cuba como potencia médica mundial.
  • La reforma unversitaria.
  • El desarrollo a nivel mundial de las especialidades médicas.
  • La biotecnología: creación y desarrollo.
  • La medicina general integral como especialidad.
  • Las bases para el nuevo plan de estudios de medicina.
  • El trabajo como el mejor pedagogo.
  • Los complejos de la salud.
Todas estas ideas permean el trabajo de todos nosotros todos los días y a cada momento.

Hoy la Patria y la Revolución se encuentran en momentos difíciles, ante la política agresiva tradicional y reforzada del imperialismo norteamericano, después del derrumbe del campo socialista europeo.

Esto determina que la nación debe luchar con vigor, para proteger y salvar nuestras conquistas por el programa trazado por el Partido y Fidel.

Esta política en un mundo unipolar diseñado por el imperio norteamericano determina que nuestros sueños no pueden cumplirse hoy, pero debe darnos fuerzas y mantenernos firmes para hacerlos cumplir en un mañana próximo; y para la llegada de ese futuro detenido en el momento, pero seguros en el porvenir, luchamos y lucharemos junto al pueblo y Fidel.

Los congratulados con el Diploma de la Dignidad Universitaria continuaremos en el futuro, en sus puestos de trabajo hasta sus últimas fuerzas, con el compromiso eterno sellado por siempre con la universidad médica, con la Patria, la Revolución, el socialismo y con Fidel.

Permítaseme utilizar en mis palabras finales la forma de despedida que empleara el Comandante de la Revolución Fidel Castro en el Encuentro Internacional de Solidaridad con Cuba, al ser excluida ésta en la Cumbre Internacional Latinoamericana, celebrada en Miami hace apenas unas semanas.

Gracias, a la Universidad.
Gracias, al pueblo.
Muchas gracias, a la Revolución y al Partido.
Muchísimas gracias, al artífice y maestro de la Revolución, Fidel.
!Patria o Muerte!
!Socialismo o Muerte!
!VENCEREMOS!