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Educación Médica Superior

Print version ISSN 0864-2141

Educ Med Super vol.21 no.2 Ciudad de la Habana Apr.-June 2007

 

Escuela Nacional de Salud Pública

Dr. Ricardo Portilla Sánchez (1913-1990), eminente urólogo cubano contemporáneo*

Dr. Gregorio Delgado García1

La práctica urológica tiene sus orígenes en Cuba en la primera mitad del siglo XIX, cuando el legendario cirujano doctor Tomás Montes de Oca, resultó ser el primero en llevar a cabo la operación de hernia inguinal en 1822; por esos mismos años realizaba en La Habana ensayos satisfactorios en la litotricia, para lo que utilizaba, de su invención, una algalia o sonda uretral hueca; trataba las estrecheces de la uretra con el tallo de una planta llamada Parasolillo y también según el bibliógrafo Carlos M. Trelles Govín (1866-1951), efectuaba la talla hipogástrica de manera usual.1

Entre 1840 y 1850, otros grandes cirujanos cubanos, los doctores Nicolás J. Gutiérrez Hernández (1800-1890), fundador de la prensa médica en Cuba (1840) y de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana (1861), José Atanasio Valdés Arango (1812-1882) y Esteban González del Valle Cañizo (1813-1876), practicaban con éxito la talla hipogástrica y la uretrotomía interna.2

La llegada a La Habana, a finales de 1863, del doctor Casimiro J. Sáez García (1831-1897), graduado en la Universidad de París y verdadero precursor de la urología en Cuba, le da a la futura especialidad su innegable primer impulso.3

En 1880, al crearse en la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, por iniciativa del doctor Carlos J. Finlay Barrés (1833-1915), una comisión para el estudio de la fiebre amarilla, se incluyen en su sección de clínica experimental dos médicos que practican la urología en el Hospital de “San Felipe y Santiago”, los doctores Francisco Cabrera Saavedra (1850-1925), después eminente clínico y Raimundo García Menocal y García Menocal (1856-1917).4

En el último cuarto del siglo XIX y primera década del XX aparecen en la prensa médica cubana numerosos trabajos sobre enfermedades de las vías urinarias, de los principales cirujanos de la época, doctores Jorge Federico Horstmann Cantos (1832-1901), Gabriel Casuso Roque (1851-1923), Raimundo García Menocal, Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino (1872-1916), Ignacio Plasencia Lizaso (1843-1913), Francisco Domínguez Roldán (1864-1942), Pedro Albarrán Domínguez (1854-1911), Joaquín Diago y Du Bouchet (1865-1924) y Nicolás Gómez de Rosas Entenza (1870-1944).5

Pero, es indiscutible que la grandeza alcanzada por el inmortal doctor Joaquín Albarrán Domínguez (1860-1912) en la urología mundial, desde su cátedra en París, va a constituir el mayor impulso recibido para esta especialidad en Cuba. Su extraordinaria personalidad científica hace que todo cirujano cubano quiera en alguna forma ser coparticipe de su gloria.

Al implantarse un nuevo plan de estudios en la Universidad de La Habana en 1900 (Plan Varona), se incluye como asignatura potestativa el curso especial de Enfermedades de las Vías Urinarias, que lamentablemente solo se impartió dos años, por el doctor Raimundo García Menocal.

Al pasar el Hospital Militar “Alfonso XIII” a Hospital Civil “Número Uno” en el propio año 1900, el doctor Pedro Albarrán funda el primer servicio de urología en Cuba en dicha institución con el nombre de Sala "Sáez". Dos años más tarde al inaugurarse el Dispensario "Tamayo", primer policlínico docente en el país, se organiza una consulta externa de enfermedades de las vías urinarias atendida por los doctores Francisco Domínguez Roldán y Enrique Portuondo Portuondo.4

En 1914 cambia de nombre el antiguo Hospital "Número Uno" por el de "General Calixto García”; se construyen nuevos pabellones de mampostería en sustitución de las viejas casetas de madera, entre ellos, el Pabellón “Albarrán”, con la intención de dedicarlo a cirugía general, pero, finalmente se inaugura en parte de él, el nuevo servicio de urología, dirigido por el doctor Luis F. Rodríguez Molina (1879-?).6

Por estos mismos años el doctor Gonzalo Pedroso Montalvo (1884-?), urólogo eminente, organiza el suyo en el Hospital Municipal “General Freyre de Andrade” y el doctor José Hernández Ibáñez inaugura el de la Casa de Salud del Centro de Dependientes del Comercio de La Habana. Posteriormente, se extienden los servicios de urología a los principales hospitales estatales y centros mutualistas del país.

Con la Reforma Universitaria de 1923 se crea la cátedra No. 37, Enfermedades de las Vías Urinarias con su Clínica y un curso que tiene como local el Pabellón “Albarrán”. Sus primeros profesores serán los doctores Luis F. Rodríguez Molina, Titular; Arturo García Casariego (1885-1935), Auxiliar y Juan B. Ruiz Mesa, ayudante graduado.7

En 1937 al ponerse en vigor nuevos estatutos para la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana, se transforma el cargo de ayudante graduado en el de Profesor Agregado, se crea la carrera profesoral con sus períodos preparatorios de Adscriptos e Instructor y se reglamenta la carrera hospitalaria en sus etapas de alumno interno y médico interno, residente y asociado. Todo ello, en los dos únicos hospitales docentes de La Habana: “General Calixto García” y “Nuestra Señora de las Mercedes”. En 1940 se funda la Sociedad Cubana de Urología.8

Éste a grandes rasgos, es el ambiente científico en la especialidad de Enfermedades de las V ías Urinarias en el que se va a formar el doctor Ricardo Portilla Sánchez, una de las figuras más notables de la urología cubana contemporánea.

En el poblado de Cruces, actual provincia de Villa Clara, nace el doctor Portilla el 7 de febrero de 1913. Cursó sus estudios primarios en el Colegio de los Hermanos Maristas de Caibarién y se graduó de Bachiller en Letras y Ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas el 9 de marzo de 1934.9

Los estudios de Medicina los realizó en la Universidad de La Habana, en el convulso período posterior a la caída del dictador Machado. De brillante expediente académico, obtuvo 28 notas de sobresaliente en 32 asignaturas cursadas y tres premios ordinarios. Llevó a cabo los ejercicios para el grado de Doctor en Medicina con nota de sobresaliente, el 2 de julio de 1940, ante un tribunal presidido por el eminente profesor de Obstetricia, doctor Sergio García Marrúz (1886-1947) y se le expidió el título al siguiente día.9

Durante sus estudios médicos fue alumno interno del Instituto del Cáncer de La Habana. Ya graduado ocupó los cargos de médico interno, cirujano-urólogo y jefe de administración en dicha institución hasta 1947, en que se trasladó a la plaza de cirujano-urólogo de la Casa de Salud del Centro de Dependientes del Comercio de La Habana, donde se mantuvo hasta 1960.9

El doctor Portilla ingresó en la carrera profesoral, período de adscripción, en la cátedra No. 37, Enfermedades de las Vías Urinarias con su Clínica, el 22 de octubre de 1941. Su tesis de adscripción la presentó dos años más tarde. Después pasó por las categorías de Instructor y médico asociado a la cátedra con funciones docentes. Además de estas actividades universitarias, impartió diferentes cursos de cancerología práctica en el Hospital “Curie” de La Habana (1953 y 1954) y un curso práctico de Urología auspiciado por el Colegio Médico Nacional a principios de 1960.10

Cuando se produjeron las renuncias masivas de profesores de la Facultad de Medicina a mediados de 1960, ascendió por concurso a Profesor Titular, jefe de la ya entonces Cátedra de Urología, en septiembre de ese año. Al proclamarse la Reforma Universitaria el 10 de enero de 1962 era Profesor Jefe del subdepartamento de Urología, del departamento de Cirugía de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de La Habana.

Allí, junto a un grupo de entonces jóvenes profesores que integraban los doctores Mariano Valverde Medel (1921-2006), Enrique Pernas Echemendía, Hugo Benítez Pérez, Miguel de la Cruz Sánchez, Vicente Osorio Acosta, Fidel Presmanes Fernández y Julio C. Morales Concepción, pasa a formar parte de los forjadores de la moderna urología cubana en el período revolucionario socialista.

En 1963, fue nombrado decano de la Facultad de Ciencias Médicas y ocupó también la presidencia de la Junta Superior de Gobierno de dicha facultad hasta 1965. En 1967 se le confirió el título de Especialista de II Grado (grado superior) en Urología. En 1981 recibió el Doctorado en Ciencias Médicas en acto solemne en el Aula Magna de la Universidad de La Habana y se le otorgó la categoría de Investigador Titular.

Autor principal del libro de texto de su cátedra, la calidad de su obra científica ha sido reconocida dentro y fuera del país. Le otorgaron la Orden Nacional “Carlos J. Finlay”, máximo reconocimiento científico en Cuba; el premio internacional “T. León Howard” (EUA), por su aporte original sobre regeneración vesical después de cistectomía total e implantación de un molde plástico y que sociedades médicas de Estados Unidos de Norteamérica, México, Perú, Guatemala, Francia, España y Checoslovaquia lo llamaran a integrar sus filas como miembro correspondiente extranjero.

Fue miembro titular de la Sociedad Nacional de Cirugía de Cuba, presidente de la Sociedad Cubana de Urología, por primera vez en 1954 y participó en 53 congresos médicos, nacionales e internacionales, donde siempre puso muy en alto el nombre de la urología cubana.

Su completa consagración al trabajo científico y su holgada posición económica, no le impidieron cumplir con todas sus obligaciones patrióticas y abrazar la causa del socialismo junto a lo mejor de su pueblo trabajador. Presente en las movilizaciones por la invasión a Playa Girón (1961) y la Crisis de Octubre (1962), fundador de los Comités de Defensa de la Revolución y las Milicias Nacionales Revolucionarias, prestó su concurso a las más disímiles tareas que le solicitara la Revolución, hasta ingresar tempranamente en el Partido Comunista de Cuba.

Al morir en La Habana el 3 de noviembre de 1990, desempeñaba el cargo de Profesor Principal del subdepartamento de Urología de la Facultad de Medicina “General Calixto García”, del Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana, con sede en su querido Pabellón “Albarrán” del Hospital Universitario “General Calixto García” y poseía entre otras condecoraciones: la orden “Frank País” de Segundo Grado, las medallas “Pepito Tey”, “Comandante Manuel Fajardo”, “25 Años en la Docencia”, “250 Aniversario de la Universidad de La Habana”, XV Aniversario del MININT”, XX Aniversario del MININT” y el “Sello de Seguridad Personal del MININT”.10

Referencias bibliográficas

1. Trelles Govín CM. Contribución de los médicos cubanos a los progresos de la medicina. La Habana: A. Dorrbecker; 1926:73.

2. Trelles Govín CM. Biblioteca Científica Cubana. Tomo I. Matanzas: Juan F. Oliva; 1918:86.

3. Rodríguez Molina LF. El doctor Pedro Albarrán Domínguez. Su vida y obra. Rev. Vida Nueva. 1952;69(2):3-22.

4. Rodríguez Molina LF. Breve reseña histórica de la urología en Cuba. Gaceta Sanitaria. 1956;11(1):39-41.

5. Delgado García G. Los profesores Presno: ochenta años de historia de la cirugía cubana. En: Delgado García G. Temas y personalidades de la historia médica cubana. Cuad Hist Sal Púb. 1987;72:285-315.

6. Delgado García G. Hospital Clínico-Quirúrgico Docente “General Calixto García”: recuento histórico en su centenario. Bol Epid Hosp Doc Gen Calixto García. 1996-1997;11-12 (1-2):4-20.

7. Memoria Anuario correspondiente al curso académico de 1924 a 1925. Universidad de La Habana: Imp. y Papel. Rambla, Bouza y Cía.; 1926:90-91.

8. Ley Docente de la República de Cuba de 1937. Ley Pub. No. 2. La Habana, Cuba: Gaceta Oficial Extraordinaria; 1937. (Enero 9, 1937).

9. Universidad de La Habana. La Habana: Archivo Histórico. Exped. Est. 23168.

10. Portilla Sánchez R. Curriculum vitae. Copia mecanografiada en Archivo de Oficina del Historiador. La Habana: Ministerio de Salud Pública.

Recibido: 12 de febrero de 2007. Aprobado: 20 de febrero de 2007.
Dr. Gregorio Delgado García. Escuela Nacional de Salud Pública. Calle I esq. Línea. Ciudad de La Habana, Cuba. E-mail: gregodg@infomed.sld.cu

1Historiador del Ministerio de Salud Pública. Profesor Jefe del Departamento de Historia de la Salud Pública.

*Trabajo escrito con motivo de su fallecimiento, que ha permanecido inédito.