INTRODUCCION
La práctica clínica de los estudiantes de Medicina es muy importante para su formación profesional; por ello estos debe pasar por la mal llamada “etapa de fuego”: el internado médico, el cual resulta obligatorio ya consolida e integra los conocimientos adquiridos previamente.1,2,3 Sin embargo, se sabe que no todas las experiencias en esta etapa suelen resultar agradables por las numerosas exigencias durante este año -tanto cognitivas como prácticas-; además, en un ambiente laboral, los internos pueden padecer algún tipo de abuso o maltrato por parte del personal de salud. Estos problemas, percibidos desde hace tiempo por los alumnos, afectan seriamente su salud mental, y pueden generar o aumentar una depresión y el síndrome de desgaste/deshumanización.4,5,6
Este acoso es una forma ofensiva que causa lesiones físicas, psicológicas y fuerza a realizar acciones que el estudiante no desea.7 Actualmente también se le denomina acoso laboral y, según muestran varios estudios, los alumnos de Medicina lo han percibido en algún momento de su vida estudiantil.8,9,10,11 El maltrato tiene múltiples fuentes, pero se convierte en un tema delicado cuando proviene del personal de salud de la propia institución, responsable de formar académicamente a los internos; pero, en lugar de eso, sus acciones y trato al alumno terminan siendo un tipo de abuso o violencia.12,13,14,15
Existen reportes aislados sobre este tema, es por ello que se plantea el objetivo de determinar la relación entre el acoso y el maltrato de los médicos asistentes y residentes hacia el interno de Medicina en diferentes hospitales de Perú.
METODOS
Se realizó una investigación transversal-analítica, basada en un análisis secundario de datos. La población objeto de estudio estuvo constituida por un grupo de médicos peruanos recién egresados y colegiados durante el período marzo-abril de 2017, que habían culminado su internado médico un par de meses atrás en distintos hospitales de todo el territorio nacional. Se realizó el cálculo para la obtención de un tamaño muestral mínimo -proveniente de un estudio piloto-, con una diferencia también mínima de 6 % (36 % vs. 30 %), una potencia estadística de 87 %, un nivel de confianza de 95 % y una muestra única. Se halló que se requerían al menos 590 encuestados.
Se incluyó a los participantes que habían culminado su internado médico hasta diciembre de 2016 en algún hospital peruano y que dieron su consentimiento. Se excluyeron las respuestas incoherentes y las planillas en las que no se rellenaron las preguntas que medían la variable principal de la investigación: el acoso. Se tuvo una exclusión de menos del 1 % de las encuestas.
Se evaluó la variable principal con el test NAQ-R, con 9 preguntas sobre las conductas negativas en el trabajo, donde se identificó la frecuencia a la que se sometió cada conducta planteada sobre la base de una escala de Likert.16 Para determinar los estudiantes acosados se usaron los terciles: en esta clasificación se hallaron los que estaban en el tercil superior según el puntaje obtenido, que se compararon con los que aparecían en el tercil medio o inferior.
Como variables secundarias se tomó la percepción de acoso -la evaluación fue dada por la pregunta directa de si percibió o no acoso- y la percepción de maltrato por parte de los médicos residentes y los asistentes -evaluada mediante 9 preguntas para cada caso, también con respuestas de tipo Likert-, las cuales se habían usado en investigaciones previas.14,17,18,19 También se consideraron otras variables como la edad, el sexo, la universidad de procedencia -Lima/provincia y privada/nacional-, y el tipo de hospital donde se realizó el internado -Ministerio de Salud (MINSA), seguridad social (EsSalud), fuerzas armadas (FFAA), clínicas privadas y otros.
Para la realización de la encuesta se necesitó del apoyo de los delegados de las promociones de las diferentes universidades a nivel nacional, a los cuales se les explicó el objetivo de la investigación, para que pudieran hacer llegar la encuesta virtual a sus demás compañeros durante los meses ya mencionados. Toda la información se recolectó de forma virtual para proteger el anonimato de los encuestados y para que estos pudiesen brindar con mayor confianza las respuestas a un tema tan sensible. Luego se descargaron todas las respuestas en una hoja del programa Microsoft Excel (versión 2010), se introdujeron los datos al programa estadístico (Stata versión 11.1) y, por último, se realizó un control de calidad de la información.
Para el análisis descriptivo se extrajeron las variables categóricas en frecuencias y porcentajes, y para la descripción de la variable edad se usaron la mediana y su rango intercuartílico -por su comportamiento no normal, evaluado con la prueba Shapiro Wilk.
Para la estadística analítica se usó la prueba de chi cuadrado -en el cruce de la variable principal vs. las variables cualitativas- y la suma de rangos -en el cruce de la variable principal vs. la edad-. En la evaluación final se desarrolló el análisis mediante modelos lineales generalizados, para lo cual se usaron la familia de Poisson, la función de enlace log y los modelos robustos, con lo que se obtuvieron las razones de prevalencias crudas (RPc) y ajustadas (RPa), con sus intervalos de confianza (IC) del 95 % y los valores p (se consideró estadísticamente significativo p < 0,05).
Esta investigación respetó la ética en todo momento y dio a conocer el objetivo específico de la investigación a todos los encuestados y responsables; además, la encuesta fue totalmente anónima y transmitida por un medio virtual, lo cual ayudó a que la identidad se mantuviese en secreto.
RESULTADOS
De los 617 internos encuestados, el 61 % (379) fue del sexo femenino, la mediana de edades resultó de 25 años (rango intercuartil: 24-27 años), la gran mayoría realizó su internado en Lima y el 70 % lo hizo en un hospital del MINSA (Tablas 1 y 2).
En la figura se observa que la mayor causa de acoso fue la exposición a una excesiva carga de trabajo (16 %), seguida por la orden de realizar un trabajo que está por debajo del nivel de competencia y la presión para no reclamar algo a lo que tiene derecho (8 %). A pesar de que es un porcentaje pequeño, hay que mencionar que el 3 % de la población se sintió acosada sexualmente en el hospital donde realizó su internado.
En el análisis multivariado del reporte de acoso por test tuvieron un mayor número los internos que habían percibido maltrato por los médicos residentes (RPa: 2,40; IC 95 %: 1,75-3,30; valor p < 0,001) y los médicos asistentes (RPa: 2,08; IC 95 %: 1,57-2,75; valor p < 0,001). Según la percepción de acoso, la cifra más alta la reportaron los internos que habían realizado su internado en más de una sede hospitalaria (RPa: 1,96; IC 95 %: 1,25-3,07; valor p = 0,003), entre los que aparecen los que habían percibido maltrato por los médicos residentes (RPa: 2,41; IC 95 %: 1,71-3,39; valor p < 0,001) y los médicos asistentes (RPa: 1,80; IC 95 %: 1,32-2,44; valor p < 0,001) (Tablas 3 y 4).
DISCUSION
El internado constituye una etapa que consolida los conocimientos adquiridos durante toda la carrera, para lo que se necesita un medio académico y social adecuado; pero esto a veces no ocurre. En el análisis bivariado se encontró que fueron las mujeres las que percibieron mayor frecuencia de acoso, y anteriormente se había reportado la vulnerabilidad de este grupo a algunos tipos de maltrato,19 más aún si eran estudiantes.17 Pero existe poca denuncia al respecto, ya que, muchas veces, si se quejan del acoso suelen tener problemas con su calificación, como lo describen algunas investigaciones.13,20 Sin embargo, esto no fue estadísticamente significativo al usar el modelo multivariado, por lo que se debe evaluar en futuras investigaciones; además las universidades pueden generar programas de vigilancia/ayuda para brindar respaldo a los grupos estudiantiles que lo requieran.
Asimismo, uno de cada seis internos muy a menudo fue expuesto a un excesivo trabajo y cuatro de cada diez resultaron muy supervisados en su trabajo, lo que resulta “justificado” debido a que las competencias que tiene el interno de Medicina son muy altas, por lo que se requiere un desempeño “laboral” mayor de lo normal. Una revisión en diferentes revistas de Latinoamérica mostró estándares elevados en cuanto a lo que se le exige al interno, por lo que los alumnos sienten mucha más presión al momento de realizar su internado.1,2,15 Esto debe de servir como base para que en lo adelante se apoye más a los internos, con normas y procedimientos que delimiten su actividad, ya que esta debe ser integral -en algunas sedes hospitalarias se les obliga a realizar papeleo o gestiones-. También hay que basarse en la docencia, la realización de procedimientos que estén en su nivel de pericia y otros que complementen la realización de labores de apoyo.
Se encontró que los internos de Medicina percibieron más acoso por parte de un médico residente -su frecuencia fue mayor a la que provino de los asistentes-; dicha tendencia se encontró también en otros estudios.7,12,14 Esta situación puede estar basada en que, en la práctica, los residentes cumplen el símil a “un jefe superior o encargado”, lo que muchas veces resulta un acto laboral no regulado, por el hecho de que muchas universidades y sedes hospitalarias no poseen reglamentos que determinen los derechos y deberes de los internos de Medicina frente a sus superiores.21 Hay que mencionar que no todos los residentes se muestran “abusivos”, pero se han encontrado estudios en los que, usualmente, los más “abusivos” son aquellos que recibieron maltratos en su etapa de formación -como estudiantes o como residentes-, lo que genera un círculo vicioso.22 En los últimos meses, esto ha sido traído nuevamente a la luz por una reciente conferencia que muestra “el lado oscuro de la Medicina” y donde se menciona, entre otras cuestiones, que “[…] un médico que ha sido maltratado transmitirá ese maltrato […]”.23 Lo más grave de estos estudios radica en que algunos médicos opinan que las nuevas generaciones también deben sufrir como ellos lo hicieron, ya que les forma “carácter”. Esto se tiene que regular/mejorar, si no estaría generándose una costumbre insana de transmisión del padecimiento como medio de aprendizaje. Se recomienda que las instituciones responsables tomen cartas en el asunto para buscar soluciones desde el ámbito de la salud mental laboral.
También se encontró que los internos de Medicina percibieron acoso por parte de los médicos asistentes, que se debió a que muchas veces los asistentes confunden la enseñanza estricta con el castigo o el abuso, por ejemplo: si el interno se confundió en pedir un examen, el médico asistente tiende primero a “gritarle” delante del personal de salud que se encuentra en ese momento y, posterior a ello, a castigarlo con más guardias o con trabajos excesivos. Una investigación en Chile describe que tiene mucha influencia el modelo de médico que los docentes suelen inculcar a sus alumnos y que la percepción del médico docente se da mucho antes de que el alumno ingrese a la facultad de Medicina: lamentablemente, es la de un médico renegón, gritón y sin capacidad de escuchar, lo cual hoy día debe cambiar, según los nuevos modelos de enseñanza.24
Por otro lado, el comportamiento del médico asistente hacia los internos de Medicina y los residentes suele deberse a su alta carga legal, administrativa y social, ya que sobre ellos recae la vida de muchos pacientes; de este modo, ellos también sufren maltrato y acoso por parte de sus directivos -lo que es un síndrome de desgaste.25,26,27,28 Esto no intenta justificar el accionar de los médicos, solo mostrar que estamos inmersos en un sistema imperfecto, donde se sabe a voces qué está fallando, pero son muy pocas las veces que esto llega a oídos del público o al debate.23 Por ello se necesita que las universidades se preocupen por el bienestar físico, psicológico y ambiental/laboral de sus docentes y alumnos, porque de ellos depende la formación adecuada de los estudiantes de Medicina y, en especial, de los internos.
Asimismo, 20 de cada 100 alumnos realizaron su internado en más de una sede y percibieron más acoso -a diferencia de otros que lo hicieron en una sede única-, lo cual nos podría indicar que a más sedes los internos suelen percibir mayor acoso. Esto se debe a que al momento de ingresar a un nuevo centro son más acosados/castigados debido a la adaptación al entorno laboral, a diferencia de otros internos que ya conocen el sistema y cómo funciona.8 Esto también se podría identificar con otros factores no evaluados, ya que existen sedes donde se practica un mayor maltrato; del mismo modo ocurre en algunos servicios y con personas específicas, por lo que se espera que se realicen más investigaciones que ayuden a dilucidar esta realidad.
Dentro de las limitaciones del estudio se declara que se presenta el sesgo de selección, ya que la muestra evaluada no se puede extrapolar a todas las situaciones hospitalarias del Perú; sin embargo, este resulta mínimo, ya que nunca fue intención del estudio extrapolar los resultados a todos los internos o sedes, pero sí buscar asociaciones específicas. También la investigación presenta sesgo de información, debido a que no se contemplaron algunas otras variables importantes en la relación de acoso, por la naturaleza de análisis secundario de datos que tuvo la investigación. Sin embargo, a pesar de dichas limitaciones, esta investigación aporta información sobre la relación existente entre el maltrato de los residentes/asistentes y el acoso a los internos, y se espera que estos resultados puedan servir como línea de base o análisis situacional para que se puedan realizar mayores esfuerzos y se brinden resultados confirmatorios a nivel nacional, con lo que se genere un cambio paulatino pero sostenido.
Para concluir, se encontró una importante frecuencia de acoso y de percepción de acoso entre los internos de Medicina, asociada a la percepción de maltrato por parte de los médicos asistentes, los residentes y los que habían realizado su internado en más de una sede.
Se recomienda que en lo posterior se evalúen los reglamentos de los internos de Medicina de diferentes universidades del Perú para identificar si estos cuentan con un ítem que los proteja de este tipo de problemas, que en la actualidad los hace vulnerables en su propio ámbito laboral. Hay que considerar que, aunque los internos aún no sean trabajadores de la institución, están desprotegidos por la normativa legal.