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Señor editor:
Los autores del artículo “Formación pedagógica de los estudiantes de medicina en la Facultad de Ciencias Médicas Manuel Fajardo” afirman que una gran mayoría del profesorado universitario en salud, a nivel mundial, no cuenta con una formación para acceder a la docencia; igualmente, hacen énfasis en la necesidad de una formación pedagógica para un ejercicio más eficiente de la labor educativa, y, de acuerdo con las dimensiones analizadas, concluyen que los conceptos pedagógicos son conocidos, pero pocos estudiantes manifiestan dominio en la elaboración de material didáctico, la educación continua y el aprendizaje autónomo.1
En el texto se explica que no existen planes de estudio, asignatura o contenidos temáticos con respecto a la preparación pedagógica que deberían recibir en la formación médica. Esto concuerda con la realidad cuando se afirma que muchos especialistas que ejercen la labor educativa en salud no tienen suficientes conocimientos sobre aspectos didácticos para la enseñanza. Frente a estas carencias es pertinente sumar estrategias pedagógicas a dichos hallazgos, entendidas como una serie de operaciones orientadas a la consecución de objetivos académicos en el marco de una situación pedagógica bien delimitada; es decir, que los docentes deben asegurarse de que sus estudiantes cumplan íntegramente con los objetivos de aprendizaje.2
Para el logro de estos propósitos, como soluciones inmediatas y prácticas que contribuyan de manera efectiva a la formación pedagógica de los estudiantes de medicina, deben considerarse la implementación de programas curriculares y extracurriculares de capacitación, y el acompañamiento pedagógico especializado y diferenciado en el ejercicio docente, para su correspondiente efecto multiplicador durante la formación del estudiante de pregrado, con un enfoque integral, clínico y epidemiológico.
Se conoce, a partir de estudios realizados sobre políticas de capacitación dirigidos al aprendizaje autónomo, horizontal y colaborativo, que para lograr mejoras en las prácticas de enseñanza resulta más efectivo el diseño de nuevas estrategias y herramientas didácticas. A esto se adiciona el acompañamiento como una mediación con soporte especializado para que los docentes, a través de la reflexión metacognitiva, asuman los desafíos y las demandas de aprendizaje en diferentes contextos; por ejemplo, las clases virtuales en el escenario de la pandemia por COVID-19. De esta manera, se logra enriquecer e innovar de forma continua el proceso enseñanza-aprendizaje.3,4
Un programa de capacitación para docentes formadores de pregrado en educación médica requiere de un proceso sistemático y sostenible en el tiempo, desde la etapa de inducción y el desarrollo de cada ciclo académico, orientado a la consolidación de la formación pedagógica del profesional en salud, al entenderse que una capacitación eficaz llevará al docente a una reflexión y sensibilización sobre el impacto de su labor en el aprendizaje de los estudiantes.3 Al respecto, se conocen experiencias como la del Grupo de Apoyo Pedagógico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia, que demuestran que la implementación de un curso de formación pedagógica en el área de ciencias de la salud posee efectos positivos y significativos sobre el quehacer docente, desde la planificación hasta la evaluación de sus actividades.5
El acompañamiento pedagógico en la educación médica, realizado por un especialista en todo programa de capacitación, resulta fundamental, dado que contribuye al fortalecimiento de la gestión curricular y de las actividades de enseñanza y aprendizaje, con lo cual se posiciona como una estrategia formativa que promueve la práctica reflexiva, a través de la propia identificación de sus debilidades y fortalezas,3 para estimular la mejora continua de su desempeño pedagógico, por su lado, y el desarrollo de competencias, por parte de los estudiantes.
En conclusión, al reflexionar sobre la importancia de la formación pedagógica de los profesionales de las ciencias de la salud, no se debe dejar de reconocer que esta posee un componente humano determinante, puesto que las funciones profesionales están relacionadas con la prestación de servicios sanitarios a la persona, la familia y la comunidad.6 Por ello se precisa de acciones que fomenten el desarrollo de la vocación de servicio humanizado, la práctica basada en evidencia científica y la ética profesional, como ejes transversales durante el proceso formativo.
