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Revista Cubana de Ortopedia y Traumatología

versión impresa ISSN 0864-215Xversión On-line ISSN 1561-3100

Rev Cubana Ortop Traumatol v.9 n.1 Ciudad de la Habana ene.-dic. 1995

 

Hospital Ortopédico Nacional Docente "Frank País". Ciudad de La Habana

Quiste óseo aneurismático de la rótula. Presentación de un caso

DR. GASTON ARANGO GARCIA,<1> DR. EDDY SANCHEZ NODA,<2> DR. RODRIGO ALVAREZ LORENZO<3> Y DR. RICARDO TARRAGONA REINOSO<4>

Resumen

Se presenta un paciente con un quiste óseo aneurismático en la rótula, lo que constituye una localización muy atípica. Se expone la sintomatología clínica, así como la novedosa combinación de la biopsia ósea y la artroscopia para evaluar mejor la articulación y el tratamiento practicado, que consistió en la patelectomía con la técnica de Boyd.

Palabras clave: QUISTES OSEOS ANEURISMALES; ROTULA/patología; ENFERMEDADES OSEAS.

El quiste óseo aneurismático es una lesión que afecta por lo común a niños mayores y adultos jóvenes y, por lo general, se localiza en los huesos largos, pues su localización en los huesos planos y vértebras no es habitual.1-7

El aspecto radiográfico de las lesiones es característico. Cuando se localiza en un hueso largo, se visualiza en la radiografía, en la periferia del hueso, una imagen radiotransparente abultada circunscrita, con rasgos de trabeculación en su interior cubierta por una cortical ósea delgada, a veces incompleta. Esta imagen tiende a parecerse, en ocasiones, a los tumores de células gigantes o fibromas condromixoides, pero éstos no tienen una trabeculación interna tan bien definida como el quiste óseo aneurismático.

Se han reportado algunos quistes óseos que parecen ser subperiósticos e incluso periostales, en los que no se detecta una alteración de la cortical marcada, sino a veces una erosión leve e irregular de la superficie cortical externa. Por esto, Geschitckter y Copeland designaron a esta entidad como un tumor subperiostal atípico de células gigantes.

Jaffe y Lichtenstein, en 1942, según Lange y Kirkpatrick, describieron al quiste óseo aneurismático como una entidad con un cuadro clínico propio.4,7

Este puede estar dado por dolores en el lugar donde se presenta la lesión. Si está cerca de una articulación, a veces se puede palpar una masa tumoral, ya al encontrarse en la parte exterior del hueso es más superficial; si se localiza en las vértebras, a este cuadro clínico pueden añadírsele trastornos neurológicos por compresión.

Macroscópicamente la cortical del hueso se destruye excéntricamente, por lo que se observa un contenido de tejido fibroso en la cavidad quística, con pequeñas cavidades vasculares rellenas de sangre líquida que fluye, pero no pulsa.

En su patogénesis, se considera como un trastorno de la circulación local del hueso que aparece a menudo a consecuencia de una trombosis venosa o de una comunicación arteriovenosa anormal. La proliferación anormal de las células epitelioides conduce a un estrechamiento de la anastomosis arteriovenosa, con la consiguiente incapacidad funcional. A causa de esto, se produce una elevación de la presión que conduce a una atrofia por presión y al desarrollo del quiste en el hueso.4,7

El tratamiento consiste en la extirpación del tumor por curetaje óseo, hasta extirpar todo el tejido afectado o realizar la resección del tumor, a la que seguirá el rellenado con injerto óseo. En el caso de los curetajes, éstos deberán hacerse con hueso esponjo so; cuando se efectúa la resección del tumor en bloque, para llenar el defecto se utiliza un bloque de hueso coxal, que tiene bastante esponjosidad y corticales finas.

Si se trata de una localización con difícil acceso, como las que se observan en las vértebras o en la pelvis, puede realizarse la embolización, la radioterapia o ambos procederes.6

Presentación del caso

Paciente L.C.R., H.C. 257722, de 23 años de edad, chofer, quien refiere comenzó con dolores en la rodilla izquierda, por lo que fue llevado a un hospital, pues los dolores le molestaban para realizar su trabajo. Se le practicó una radiografía simple de la rodilla, en la que se observó una imagen dudosa de la rótula. Con posteriori dad, el paciente acude a nuestro centro, donde se le efectúan nuevas radiografías (figura 1). En ellas se observa una rótula con imágenes radiotransparentes, con múltiples trabeculaciones que recuerdan pompas de jabón y en un área de la cortical anterior de la rótula ésta se observa muy afinada, casi destruida.

Se ingresa al paciente y se le practica una artroscopia de la rodilla, en la cual se observó el cartílago articular de la rótula abombado y deslustrado en algunas áreas. Se decidió entonces hacer una pequeña incisión sobre la piel de la cara anterior de la rótula y se colocó una barrena de barril (figura 2) en la cortical anterior de la rótula que corresponde a la zona de cartílago que se visualizaba abombada por la artroscopia; se tomó un cilindro óseo de la rótula y éste fue enviado al Departamento de Anatomía Patológica. Las vistas microscópicas del fragmento óseo permiten apreciar tabiques de tejido conectivo con depósitos de tejido osteoide, células inflamatorias y células gigantes. Los tabiques separan espacios que contienen sangre, pero sin revestimiento epitelial (figuras 3 y 4).

Ya con el diagnóstico microscópico en nuestro poder, se le realizó una patelectomía total con la técnica de Boyd. El paciente recuperó una movilidad articular aceptable aproximadamente a los 3 meses de su intervención y pudo reincorporarse a su trabajo como chofer nuevamente.

Discusión

La presentación habitual de esta afección en edades tempranas, así como su localización más frecuente en los huesos largos y su semejanza aparente con los tumores de células gigantes o fibromas condromixoides son elementos indispensables que se deben tener en cuenta para establecer el diagnóstico diferencial del quiste óseo aneurismático.

La resección del tumor con una técnica adecuada, de acuerdo con el sitio de su localización y el empleo de tejido esponjoso para rellenar el defecto óseo provocado por la intervención determinan en gran medida el éxito de ésta.

La recuperación temprana del paciente que se presenta, y su posterior reincorporación laboral, demuestran la eficacia del tratamiento aplicado.

<1>Especialista de II Grado en Ortopedia y Traumatología. Artroscopista. Jefe del Servicio de Miembros Inferiores No. 2.

<2>Especialista de I Grado en Anatomía Patológica. Jefe del Banco de Tejidos.

<3>Especialista de II Grado en Ortopedia y Traumatología. Instructor de Ortopedia y Traumatología. Facultad "Finlay-Albarrán". ISCM-H.

<4>Especialista de I Grado en Ortopedia y Traumatología. Servicio de Miembros Inferiores.

Referencias bibliográficas

1. Campbell WC. Cirugía ortopédica. La Habana: Instituto del Libro, 1971;vol2. [Edición Revolucionaria.]

2. De Rosa G, Graziano GP, Scott J. Arterial embolization of aneurysmal bone cyst of lumbar spine: a report of two cases. J Bone Joint Surg 1990;72A(5): 277-80.

3. Mc Donald P, Letts M, Sutherland G, Unruth H. Aneurysmal bone cyst of upper thoracic spine. Clin Orthop 1992;279: 127-32.

4. Lange M. Afecciones del aparato locomotor: enfermedades congénitas y adquiridas. Barcelona: Jims, 1969.

5. Mercer W, Duthie E. Cirugía ortopédica. La Habana, 1985. [Edición Revolucionaria.]

6. Turek S. Ortopedia: principios y aplicaciones. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 1985. [Edición Revolucionaria.]

7. Kirpatrick J, Aegerter E. Enfermedades ortopédicas: fisiología, patología y radiología. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 1985;t1:655. [Edición Revolucionaria.]

Recibido: 23 de diciembre de 1994. Aprobado: 23 de enero de 1995.

Dr. Gastón Arango García. Hospital Ortopédico Nacional Docente "Frank País". Avenida 51 No. 19603, e/ 196 y 202, La Lisa, Ciudad de La Habana, Cuba.

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