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Revista Cubana de Oftalmología

versión impresa ISSN 0864-2176

Rev Cubana Oftalmol vol.24 no.2 Ciudad de la Habana jul.-dic. 2011

 

REVISIONES

 

Consideraciones actuales sobre la toxicidad retiniana por cloroquina y sus derivados

 

Present remarks on retinal toxicity caused by chloroquine and its derivatives

 

Dra. Yannara Elina Columbié Garbey,I Dra. Odelaisys Hernández Echavarría,II Dra. Yaimara Hernández Silva,I Dr. Ramón Cabal RodríguezI

I Instituto de Neurología y Neurocirugía “Rafael Estrada González”. La Habana, Cuba.
II Instituto Cubano de Oftalmología “Ramón Pando Ferrer”. La Habana, Cuba.

 

 


RESUMEN

La cloroquina y la hidroxicloroquina son drogas que se utilizan en el tratamiento de enfermedades reumáticas. Desde la descripción en 1959 de la retinopatía que pueden ocasionar, se produjo una importante disminución de su uso. La hidroxicloroquina se considera la de menor toxicidad entre ellas, no obstante han sido reportados casos de enfermedad retiniana en personas que han empleado esta droga durante mucho tiempo. El propósito de este artículo es actualizar sobre la efectividad de protocolos de despistaje para la detección de afectación retiniana en consumidores de cloroquina y sus derivados. Se realizó una búsqueda automatizada de artículos científicos relacionados con el tema, en PUBMED e HINARI, que resultó en 27 publicaciones realizadas durante los años 1999-2010. Las investigaciones para la detección de la retinopatía han estado sujetas a controversias. No hay consenso entre reumatológos y oftalmólogos acerca de cómo debe monitorizarse y diagnosticarse la toxicidad ocular. Las pruebas más comunes para descubrir la toxicidad han sido: la agudeza visual, los campos visuales, el test de visión de colores, electrorretinografía estándar y la angiografía fluoresceínica. Estudios recientes demuestran que el electrorretinograma multifocal parece ser muy útil en esta entidad, por lo que pudiera ser empleado en la detección de daño retinal subclínico. Esto sería de inestimable valor para evitar el déficit visual por el efecto tóxico del fármaco. La frecuencia de evaluaciones debe ser individualizada en cada paciente, dependiendo de la presencia o no de factores de riesgo al inicio del tratamiento y la dosis diaria del medicamento.

Palabras clave: Toxicidad retiniana, cloroquina, hidroxicloroquina, detección de daño.


ABSTRACT

Chloroquine and hydroxychloroquine are drugs used in the treatment of rheumatic diseases. Since the description of the retinopathy that theycould cause in 1959, there was a significant reduction in their use. Hydroxychloroquine is considered the least toxic among them; however, there have been reported cases of retinal disease in users of the drug for a long time. The objective of this article is to present updating on the effectiveness of screening protocols for the detection of retinal disease in people taking chloroquine and its derivatives. A computerized search for scientific articles related to the subject was made in Hinari and PUBMED, which resulted in 27 publications during the 1999-2010 period. Research for the detection of retinopathy has been controversial; there is no consensus between rheumatologists and ophthalmologists on how to monitor and diagnose ocular toxicity. The most common tests to discover toxicity were visual acuity, visual fields, the color vision test, standard electroretinography and fluorescein angiography. Recent studies showed that the multifocal ERG seems to be very useful to evaluate the toxicity derived from chloroquine, so it could be used in the detection of subclinical retinal damage. The latter would be of great value to avoid the visual impairement by the toxic effect of the drug. The frequency of evaluations should be customized for each patient, depending on the presence or absence of risk factors at baseline and the daily dose of the drug.

Key words: Retinal toxicity, chloroquine, hydroxychloroquine, damage detection.


 

 

INTRODUCCIÓN

La cloroquina (CQ) y la hidroxicloroquina (HCQ) son drogas conocidas como antimaláricos por su uso durante la segunda guerra mundial para combatir la Malaria. Estas cuatro aminoquinolonas se utilizan en el tratamiento de las enfermedades reumáticas, especialmente en la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico, desde principios de la década del cincuenta (S XX). Estas son derivadas de la corteza del árbol peruano Cincona o Quina, sus agentes activos, la cinconina y la quinina, fueron aislados por Pelletier y Caventau en 1820. Pueden producir una enfermedad iatrogénica dosis dependiente que afecta a la retina, y que fue descrita por primera vez por Hobbs en 1959.1-6

La manifestación oftalmológica que corresponde con la mayor toxicidad de los antimaláricos es la retinopatía, y puede llevar a alterar la agudeza visual. Han sido descritas otras alteraciones como: depósitos corneales, paresias de los músculos extraoculares y disminución de la sensibilidad corneal.2,3

La realización de investigaciones para la detección de la retinopatía ha estado sujeta a controversias. No existe consenso entre reumatólogos y oftalmólogos sobre cómo debe monitorizarse y diagnosticarse la toxicidad ocular. Los últimos estudios coinciden en que no es necesaria la realización de despistaje, cuando las dosis están por debajo de los 3 mg/kg/día para cloroquina y 6,5 mg/kg/día para hidroxicloroquina.2-5 Revisiones de la literatura publicada de estas drogas sugieren que por cada millón de individuos que las usan, solo veinte desarrollan toxicidad largo tiempo después, usando bajas dosis.2 Según lo expuesto anteriormente, la enfermedad continúa siendo reportada como un evento raro, con una incidencia muy baja al menos con los métodos actuales de despistaje. Sería necesario el desarrollo de nuevas pruebas más sensibles y específicas que permitan un diagnóstico en etapas iniciales, cuando el daño retiniano es subclínico.

DESARROLLO

Farmacocinética

La farmacocinética de ambas drogas se caracteriza por una acumulación extensa en los tejidos, con grandes volúmenes de distribución, lo cual las lleva a tener largas vidas medias. Para alcanzar niveles estables en el plasma se necesitan aproximadamente de 3 a 4 meses, lo cual puede explicar su acción terapéutica retardada. Se absorben rápidamente después de su administración oral en aproximadamente un 74 % y el promedio de absorción para una dosis de 200 mg de HCQ varía de 1,9 a 10 horas. La mayoría de la droga se excreta en la orina sin cambios, pero una pequeña porción se metaboliza.

Aproximadamente un 8 % puede ser encontrado en las heces fecales. Pequeñas cantidades de CQ pueden encontrarse en el plasma, células rojas y orina incluso 5 años después de la última dosis. Se han propuesto niveles séricos óptimos para HCQ entre 700 y 2100 ng/mL en la artritis reumatoidea, sin que se haya establecido definitivamente el rango.1,7-11

Mecanismo de acción

La cloroquina y la hidroxicloroquina difieren entre ellas por la sustitución de un grupo hidroxietil por un etil en el amino-nitrógeno terciario de la cadena lateral de la CQ. Los mecanismos por los que se produce la retinopatía tóxica no son bien conocidos, aunque parece que el estrés oxidativo que ocasionan los antipalúdicos a nivel de la retina jugaría un papel importante. Estas drogas tienen efectos agudos sobre el metabolismo de las células de la retina, incluyendo los fotorreceptores; pero no está claro si estos efectos metabólicos a corto plazo, son la causa del lento y crónico daño que caracteriza el estado clínico de toxicidad. Ambos agentes se asocian a la melanina en el epitelio pigmentario retiniano, esta unión concentra los fármacos y contribuye a prolongar sus efectos tóxicos.12,13 Entre los factores que influirían en su toxicidad podrían incluirse la inhibición enzimática y la interferencia con funciones metabólicas de las células del epitelio pigmentario retiniano y/o fotorreceptores.1,3,5,11,12

Histopatológicamente los hallazgos informados son: la presencia de cuerpos citoplasmáticos membranosos y los cambios degenerativos en segmentos externos de los fotorreceptores. Sin embargo, los cambios más tempranos ocurren en las células ganglionares.5

También se ha visto que las mutaciones del gen ABCR (también conocido como ABCA4), relacionado con la enfermedad de Stargardt y con la degeneración macular asociada a la edad, predisponen a desarrollar la retinopatía tóxica.9,14 Se ha propuesto que tanto la CQ como la HCQ incrementan el pH en las vacuolas intracelulares y altera el proceso de degradación de proteínas por las hidrolasas ácidas en los lisosomas, el ensamblaje de macromoléculas en los endosomas y las modificaciones postraslacionales de proteínas en el aparato de Golgi; todo lo cual conduce a una interferencia con el procesamiento antigénico en los macrófagos y otras células presentadoras de antígenos. Los compartimentos citoplasmáticos ácidos, se requieren para que la proteína antigénica sea digerida y se acople con las cadenas alfa y beta del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de clase II. Como resultado los antimaláricos disminuyen la formación de complejos de proteínas del CMH y los péptidos antigénicos que se requieren para estimular a los linfocitos T CD4+, por lo que se produce una disminución en la respuesta inmune contra péptidos autoantigénicos.1,3,11,12

Factores de riesgo

Los casos de alto riesgo estarán determinados por: dosis y tiempo del medicamento, edad y peso del paciente, la patología retiniana asociada y la existencia de neuropatía y/o hepatopatía. 1,3,10

Existe un mínimo riesgo de toxicidad para individuos usando menos de 6,5 mg/kg/día de hidroxicloroquina o menos de 3 mg/kg/día de cloroquina por un tiempo inferior a 5 años. En cualquier caso que se superen estos límites, los pacientes deben ser considerados como de alto riesgo.

Son más vulnerables las personas de mayor edad, al tener mayor riesgo de compromiso renal y/o hepático. Los pacientes que superen los 60 años de edad, tienen mayor riesgo de padecer toxicidad ocular. Es fundamental tener en cuenta el denominado índice de masa corporal (IMC), IMC= peso/(talla)2. Pacientes con un IMC inferior a 20 (delgadez patológica) o superior a 25,5 (obesos), son de riesgo, dado que en los primeros la sobredosificación es fácil y en los segundos porque al acumularse el fármaco a nivel de la grasa corporal hay que sobredosificar al paciente para lograr efecto terapéutico. La HCQ es prescrita habitualmente a dosis de 200-400 mg/día. Una dosis de 200 mg/día es relativamente segura salvo en individuos muy delgados (inferior a 31 kg). Una dosis de 400 mg en individuos con un peso inferior a 62 kg está en categoría de alto riesgo que se incrementa si se elevan las dosis. De forma similar la cloroquina es típicamente prescrita a 250 mg/día. La dosis acumulativa de riesgo es de 300 gramos.

Pacientes con patologías asociadas también se encuentran en riesgo. Destacan las maculopatías o epiteliopatías (degenreación macular asociada a la edad, distrofias retinianas y otras lesiones retinianas. En las neuropatías y hepatopatías ya que la CQ e HCQ son aclaradas por el riñón y el hígado, por lo que severos fallos en estos sistemas pueden producir un aumento de la retención de la droga y su toxicidad.1,3,10

Alteraciones retinianas y síntomas

Clínicamente la retinopatía por CQ o HCQ es caracterizada por una pérdida bilateral y ocasionalmente asimétrica del campo visual paracentral, en forma de escotoma dentro de los 4 a 9 grados de fijación. Esta afectación precede al desarrollo de alteraciones clínicas del fondo y electrorretinográficas y con frecuencia está acompañado de defectos en la percepción del color. Los primeros datos clínicos incluyen un moteado pigmentado leve con pérdida del reflejo foveal para evolucionar, en estadios avanzados, a la típica imagen en diana u ojo de buey (en inglés, bull’s eye), que consiste en un anillo hipopigmentado centrado en la fóvea y rodeado por un área de hiperpigmentación. La agudeza visual se ve comprometida cuando existe afección macular. La media periferia suele presentar alteraciones pigmentadas moteadas, que en casos graves, dan la apariencia de una degeneración tapetorretiniana con adelgazamiento vascular, atrofia del nervio óptico y, por último, ceguera.12,15,16 Las alteraciones si son leves, pueden revertirse tras la suspensión del medicamento. En casos avanzados, es posible que las anormalidades continúen a pesar de la suspensión.6,8,11,12

Recientemente se informó de un caso de una mujer de 42 años con lupus, quien recibió HCQ a la dosis de 4 a 8m/kg/día con una dosis acumulada de 657 gramos y desarrolló una maculopatía en ojo de buey. La droga fue descontinuada; sin embargo cinco años después de cesar la terapia con esta droga, continuó el deterioro de la visión y del campo visual.8 En un estudio realizado a 528 pacientes consumidores HCQ, de ellos 470 por menos de 6 años y 58 por más de 6 años, en el segundo grupo se reportó la maculopatía tóxica solo en 2 pacientes, con una dosis acumulativa de 730 y 700 gramos, respectivamente.17

Otras alteraciones descritas son los depósitos corneales,2,3,15 que algunos autores plantean aparecen en un 90% con la CQ y sólo en un 5 % con la HCQ. Estos son asintomáticos o producen ciertos halos luminosos y no tienen una relación directa con la toxicidad retiniana; pero cuando son muy abundantes pueden alertar acerca de la necesidad de una vigilancia más estrecha de la retinopatía.15

La enfermedad retinotóxica por CQ o HCQ continua siendo reportada como un evento raro, con una incidencia muy baja al menos con los métodos actuales de despistaje. Por lo cual es necesario un seguimiento de estos pacientes con una frecuencia individualizada dependiendo de sus factores de riesgo.

Complementarios diagnósticos

El colegio de oftalmólogos de Gran Bretaña, en su guía para el seguimiento de pacientes que reciben hidroxicloroquina, recomendó una exploración oftalmológica de base al comienzo del tratamiento, incluyendo la mejor agudeza visual corregida, examen de fondo de ojo y campo visual central. Las recomendaciones más recientes de la Academia Americana de Oftalmología establecen que los pacientes que utilizan dosis por debajo de los 3 mg/kg/día para CQ y 6.5 mg/kg/día para HCQ con una dosis acumulativa de 460 g y 1000 g respectivamente, deben realizarse un examen de retina de base. Refieren que incluya biomicroscopia, campo visual automatizado programa 10-2 y dependiendo de la disponibilidad, otros estudios de función visual objetiva como tomografía de coherencia óptica de dominio de frecuencia, electrorretinograma multifocal (ERGMF) y autofluorescencia. Luego el despistaje de toxicidad no debe comenzar hasta después de cinco años de tratamiento. Si el paciente presentara alguno de la factores de riesgo antes descritos, la pesquisa anual debe comenzar inmediantamente.6,10,18

Las pruebas más comunes para evaluar la toxicidad de la CQ o HCQ han sido la agudeza visual, el campo visual automatizado, el test de visión de colores, sensibilidad al contraste, y el ERGMF; recientemente se cuestiona la utilidad del test de color si no se cuenta antes con un estudio de base para descartar anomalías congénitas de la visión de colores.6,10,19-24 La angiografía fluoresceínica puede ser útil para descartar otras patologías concomitantes, pero no ha demostrado ser más sensible que otros métodos no invasivos en la detección precoz de daño por CQ.6,10,17 El electrorretinograma de campo completo podría contribuir a evaluar la función retinal global y determinar cuánto se extiende el daño retinal en pacientes con probable toxicidad, pero no resulta útil para diagnosticar cambios sutiles incipientes, a diferencia del electrorretinograma multifocal.6

Algunos investigadores refieren que la angiografía fluoresceínica ayuda a revelar hipopigmentación epitelial retinal temprana, antes de que sea detectada por biomicroscopia, particularmente en pacientes con fondo de ojo rubio; sin embargo en pacientes con fondos fuertemente pigmentados la biomicroscopia evidencia los cambios epiteliales pigmentarios mucho antes, al igual que la autofluorescencia, que resulta eficaz e inocua.6,18 Un fondo de ojo completamente normal no excluye la enfermedad.3,7,10 Otros autores comprobaron asociación entre el uso crónico de CQ y la alteración en la capa de fibras nerviosas detectada mediante GDx, lo cual hablaría a favor de una afectación temprana de las células ganglionares.5 En relación al estudio de alteraciones retinianas mediante GDx, solo encontramos un artículo, en el cual es sugerido como una prueba rápida y útil para la detección de maculopatía en fase reversible; cuando la suspensión del tratamiento aún puede impedir su progresión.5

Según las tendencias actuales sobre estudios de despistaje para detección de daño retiniano por consumo de CQ y sus derivados, el ERGMF parece ser suficiente para evaluar la toxicidad por cloroquina. Este puede exhibir pérdida central y paracentral de la respuesta mientras que el electrorretinograma estandarizado puede permanecer normal. En un estudio sobre detección temprana mediante ERGMF de la toxicidad retiniana por HCQ, Jonathan y otros, basados en que las lesiones y las áreas de depresión de la amplitud producidos típicamente por su toxicidad toman la forma de anillos pericentrales, realizaron la promediación de los datos en los anillos, proporcionando una medición con disminución del ruido y aumento de la sensibilidad de la enfermedad, al promediar las proporciones de la amplitud del anillo central (R1) a cada una de las amplitudes de los anillos periféricos.8 Para el ERGMF de 61 hexágonos, hay cinco anillos (R1-R5), produciendo cinco medidas para cada ojo: R1, R1/R2, R1/R3, R1/R4, y R1/R5. En este estudio las relaciones que los anillos del ERGMF proporcionaron, definieron claramente una medida cuantitativa para el descubrimiento temprano de defectos funcionales en la toxicidad por HCQ y otros desórdenes caracterizados por lesiones pericentrales.

Lai y otros observaron que pacientes consumidores de HCQ mostraron un declive longitudinal en la función retinal y sugirieron que los ERGMF seriados, podían ayudar a descubrir cambios retinales tempranos asociados con la toxicidad retinal. Mostraron además que el ERGMF proporciona una medida objetiva de la función retinal y puede complementar los hallazgos del campo visual.9 . Marmor plantea que los datos presentados por los autores, evidencian que los cambios tempranos del ERGMF podrían ser reconocidos mediante un examen cuidadoso, pero es muy poco probable que representen toxicidad clínicamente relevante o que requieran de una alteración en la terapia.25 Estos cambios demostrados son muy pequeños en relación con las variaciones normales del ERGMF, además el patrón no es siempre consistente; no obstante es el primer estudio longitudinal sobre cambios precoces en el ERGMF y por tanto un importante paso hacia estudios más específicos y sensibles.25 Varios autores consideran que hasta el momento, la pérdida del campo visual paracentral es el signo clínico más sensible en la detección de toxicidad retiniana.26 Maturi y otros identificaron cuatro modelos de cambios topográficos en la densidad de la respuesta del ERGMF (pérdida foveal, paracentral, periférica y generalizada) e indicó que la pérdida paracentral de la amplitud con el tiempo implícito prolongado era el más específico para la toxicidad por hidroxicloroquina.27

El electrorretinograma multifocal es una herramienta útil en el estudio de pacientes consumidores de CQ y sus derivados, en unión con el resto de los estudios que evalúan la función visual subjetiva y objetiva. Estos estudios incluyen la psicofísica visual (agudeza visual, color y sensibilidad al contraste), campo visual automatizado 10-2 y la documentación del fondo de ojo en cada consulta.

CONCLUSIONES

Después de realizado un examen oftalmológico de base para confirmar la ausencia o existencia de patologías fundoscópicas, debe indicarse el tratamiento con HCQ o CQ, en aquellos pacientes que lo requieran. La dosis máxima diaria debe ser de 6,5 mg/kg para HCQ y 3,0 mg/kg para CQ, con un margen de seguridad de 5 años. Luego deben ser evaluados oftalmológicamente al menos una vez al año, incluyendo examen físico y medios diagnósticos que permitan detectar daño en etapas incipientes, como el ERGMF, unido al resto de los estudios funcionales utilizados para despistaje.

Consideramos que la frecuencia de evaluaciones debe ser individualizada en cada paciente y va a depender de la presencia o no de factores de riesgo al inicio del tratamiento, la dosis diaria del medicamento y la aparición de síntomas visuales. Estos exámenes deben extenderse aún después de suspendida la medicación por reportes de maculopatía tóxica años más tarde de concluido el tratamiento.

 

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Recibido: 4 de mayo de 2011.
Aprobado: 25 junio de 2011.

 

 

Dra. Yannara Elina Columbié Garbey. Servicio de Neuroftalmología. Instituto de Neurología y Neurocirugía “Rafael Estrada González”. Calle 29 esq D #112. Vedado. La Habana, Cuba. Correo electrónico: yannara@infomed.sld.cu

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