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Revista Cubana de Salud Pública

versión impresa ISSN 0864-3466versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.23 n.1-2 Ciudad de La Habana ene.-dic. 1997

 

DE LA PRENSA MÉDICA ENTRANJERA

Recreando la educación de salud pública en los Estados Unidos de América*

* Reinventing US Public Health Education. Lancet, vol, 344, núm 8916 (1996).

Las primeras escuelas de salud pública en los Estados Unidos se establecieron a inicios del siglo XX y abarcaban a un número de prestigiosas instituciones académicas (Johns Hopkins, Harvard, Yale y Columbia). Al comienzo, la educación de salud pública se vio principalmente como un entrenamiento de la especialidad para los médicos, pero este modelo demostró no ser realista. Era difícil reclutar médicos debido a que el trabajo se percibió como poco estimulante e inapreciado; para aquellos médicos que sí deseaban emprender la carrera en salud pública, el entrenamiento formal no era por lo general un prerrequisito en tal empleo y algunas de las disciplinas emergentes en la salud pública, tales como la ingeniería sanitaria y la bioestadística exigían habilidades que no se encontraban comúnmente en los graduados médicos. Sin embargo, aunque ampliaron su rango de admisiones, estas escuelas funcionaron fundamentalmente como centros de entrenamiento para profesionales de la salud pública durante la primera mitad de este siglo.

El carácter de las escuelas en los EE.UU. cambió significativamente en las 3 décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Durante aquel período, las investigaciones de salud pública habían conducido al control de muchas enfermedades infecciosas y aportaron puntos de vista relacionados con los factores que contribuyen con las enfermedades crónicas. Estimulados por estos éxitos, el gobierno de los Estados Unidos hizo grandes inversiones en la esfera de la investigación. Ante esto, las escuelas reaccionaron con el cambio de sus prioridades dirigidas también hacia esa dirección y los cuerpos docentes se hicieron populares al contar con científicos quienes en su mayoría no tenían una experiencia directa en la práctica de la salud pública. Los curriculum también se ajustaron. Por ejemplo, en los cursos de epidemiología se dedicó más tiempo a los métodos de la investigación etiológica y se prestó menos atención a la función orientada hacia la práctica con respecto a la vigilancia de la enfermedad. Mientras la educación de salud pública se sometía a estas transformaciones, el sistema de los EE.UU. enfrentaba retos persistentes. Desafiado por la escasez crónica de fondos, el entrenamiento inadecuado, las crecientes demandas para la entrega de servicios y las nuevas epidemias, en 1988 un comité del Instituto de Medicina caracterizó al sistema como un desorden. Entre las recomendaciones de aquel comité estaba la sugerencia de vínculos más estrechos entre las escuelas de salud pública y los profesionales activos en este campo.

En 1994 existen pruebas de que la situación está cambiando. Con el apoyo de la administración de los servicios y los recursos de la salud y los centros para el control y la prevención de las enfermedades, se estableció un forum de la Institución/Claustro de la Salud Pública para promover los vínculos entre las escuelas de salud pública y las instituciones. El forum incluyó a igual número de docentes y prácticas de la salud pública extraídos de 11 escuelas y 20 instituciones, respectivamente. Mediante el trabajo conjunto, los miembros del claustro y los prácticos definieron las habilidades universales para todos los estudiantes de salud pública, los claustros y los profesionales, así como también las habilidades específicas de cada disciplina en 4 áreas centrales. El documento consenso que resultó de estas deliberaciones se publicó en 1992 y se creo un grupo de trabajo para establecer prioridades a partir de las recomendaciones y con el objetivo de aplicarlas.

Dos de las escuelas de salud pública creadas a partir del informe del Instituto de Medicina de 1988 tienen vínculos estructurales que unen a la educación y a la práctica de la salud pública. La escuela en la Universidad Estatal de Nueva York en Albany trajo a la mayoría de su claustro del Departamento Estatal para la Salud de New York. La escuela en la Universidad de Emory, Atlanta, se beneficia de un gran claustro adjunto de profesionales de la salud pública provenientes de los centros para el control y la prevención de las enfermedades. Pruebas recientes sugieren que los medios educacionales e investigativos de estas escuelas se ven favorablemente influidos por la participación de los prácticos del servicio de salud.

Los criterios de acreditación para las escuelas de salud pública, comprobados hace muy poco tiempo, también reflejan un mayor énfasis en las dimensiones prácticas de la educación. La excelencia educacional se define por la competencia en la práctica de los graduados de una escuela y las escuelas se evalúan de acuerdo con la disponibilidad y el uso hecho por los estudiantes de las experiencias en la esfera y con la presencia de recursos para facilitar las asociaciones con las comunidades.

El apoyo de las fundaciones privadas también han posibilitado el fomento de vínculos. En 1992, la Fundación Kellog financió una serie de consorcios locales en una iniciativa de salud pública basada en la comunidad. Entre las 7 escuelas de salud pública financiadas a través de este programa se encuentran algunas de las más antiguas (por ejemplo, la John Hopkins) y algunas de las más recientes (como la Emory) y todas ellas están explorando nuevas vías para alcanzar la entrada de la comunidad y las instituciones en el curriculum, para observar cómo las actividades científicas pueden ser influidas por la comunidad y las prioridades de las instituciones y para ver cómo la provisión directa de servicios a las comunidades y a las instituciones por parte del claustro puede ser evaluada y recompensada.

Las presiones para concentrarse en la investigación aún existen -en 1992, el 83 % de los $248 millones de dólares del financiamiento federal, para las escuelas de salud pública se dirigió a la subvención de investigación- y la producción de nuevos conocimientos todavía serán una parte indispensable de la misión de estas instituciones. Sin embargo, lo que está emergiendo es un sentido renovado de la necesidad y el valor de la educación vinculada con la aplicación profesional. En ningún otro momento esto puede ser más crucial que en la era de la reforma de la atención a la salud. Sin tener en cuenta cómo se reconforma la entrega de la atención a la salud, existirá una demanda de la información fiable basada en al disponibilidad, la aceptabilidad, la efectividad y la costeabilidad de los servicios. Con toda seguridad, serán los profesionales de la salud quienes acumularán, analizarán e interpretarán esta información y las escuelas de salud pública tendrán que asegurar que estos individuos sean capaces de emprender tal tarea.

Referencias bibliográficas

  1. Fee E. The origins and development of public health in the United States. In: Holland WW, Detels R, Knox G, eds. Oxford texbook of public health: vol 1. Oxford University Press, 1991:3-22.
  2. Committee for the Study of the Future of Public Health. Summary and recommendations. In: The Future of Public Health. Washington, DC: National Academy Press, 1988:1-18.
  3. Sorensen AA, Bialek RG. The Public Health Faculty/Agency Forum: linking graduate education and practice. Gainesville, Florida:University Press of Florida,1992:1-4.
  4. Council on Education for Public Health. Acreditation criteria: graduate schools of public health. Washington, DC: Council on Education for Public Health, 1993:1-22.
  5. Levin M. US schools of public health: data report on applicants, new enrollments and students, fall 1992: Washington, DC: association of Schools of Public Health, 1993:67.

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