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Revista Cubana de Salud Pública

versión impresa ISSN 0864-3466versión On-line ISSN 1561-3127

Rev Cubana Salud Pública v.28 n.3 Ciudad de La Habana sep.-dic. 2002

 

Debate

Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana

Ubicación de la ética, la bioética y la ética médica en el campo del conocimiento

Ubaldo González Pérez1

Resumen

Las barbaridades de la llamada civilización occidental, el mercantilismo y el individualismo ilimitados, las distintas formas de violencia y hasta el uso deshumanizado de la ciencia y la tecnología, junto a resultados positivos del desarrollo, han sido distribuidos por el mundo por el fenómeno de la globalización; poniendo en peligro, en algunos casos, hasta la existencia de la vida en el planeta. Esto ha conducido a una crisis moral de la sociedad basada en el orden económico y jurídico de la explotación. El pragmatismo como filosofía de los monopolios ha distorsionado la moralidad y no solo predica que lo útil es lo verdadero, sino también que lo útil es lo moral. Esta ha sido la justificación del individualismo más feroz que ha conocido la humanidad. Ante esto es necesario desencadenar una fuerte batalla moralizadora que tenga como principio rector la necesidad de un orden económico y jurídico con equidad y participación social de las mayorías; que solo así se puede llegar a conquistar el humanismo moral que necesitan los hombres para salvarse. Una moral que priorice la paz, la solidaridad entre los pueblos, y la consideración con el prójimo, sea una cultura o un individuo. Una moral que motive a gobernantes, a la comunidad, a la familia y al individuo a disfrutar el placer de ayudar al progreso del otro. Para iniciar este diálogo y estas reflexiones impostergables, ganando claridad y domino de los términos y conceptos relacionados con la moral y las éticas, propongo este modesto intento en forma de conferencia. Saber las diferencias elementales entre moral, moralidad, ética, bioética, ética médica y otros términos afines, así como reflexionar sobre las características de la bioética, de su nacimiento y alcance, puede ayudar a descubrir los usos mal intencionados que algunos hacen de ella y lo imprescindible de convertirla en arma de educación y lucha ideológica, para beneficio de los explotados y discriminados del tercer mundo y para millones de personas que teniendo un buen nivel de vida, no lo pueden disfrutar por los conflictos morales y la enajenación a que los ha conducido el mundo de violencia, individualismo, desconfianza y de falsas necesidades de consumo como sinónimo de felicidad, y a una cifra aterradora de conductas evasivas que se refugian en el creciente consumo de alcohol y drogas. Los hombres de pensamiento progresista tienen que asumir posiciones de compromiso en la denuncia ética contra la deshumanización y el hegemonismo del mercado y la violencia, empecinado en someter a la humanidad a sus propósitos egoístas.

DeCS: PRINCIPIOS MORALES; CONFLICTOS DE INTERESES; BIOETICA; CONDUCTA DE AYUDA; ETICA PROFESIONAL/educación; ETICA MEDICA; MUNDO OCCIDENTAL; PAISES EN DESARROLLO/economía.

 

El abismo creado entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas, los problemas globales, las decisiones erróneas en la tecnificación de la vida, el uso deshumanizado de la tecnología, la distorsión del concepto de felicidad, la violencia y la impunidad de las naciones poderosas para ejercerla o combatirla a su manera, como lo demuestra lo sucedido a partir del 11 de septiembre, pone de manifiesto de forma incuestionable, el deterioro de la moral y los valores morales a que han llegado los grupos de poder que persisten en generalizar el dominio del mercado, no solo sobre las economías de los países del sur, sino sobre las necesidades, los sentimientos y la actividad de todo el género humano.

No es extraño que estemos enfrentados a una lucha en el plano moral, y que la fuente de conocimientos y de sentido moral que aportan las clases y grupos progresistas, que recoge y elabora la ética, se hace imprescindible para enfrentar las ideas y estilos de vida enajenantes, y nos compele a actualizarnos en esos ideales de progreso para poder usarlos en la búsqueda de soluciones al agotamiento político, económico y moral del individualismo irracional que ha generado el régimen de privatización extremo y el individualismo que dirige los derroteros de la humanidad desde la consolidación de los monopolios que dio inicio a la fase imperialista de la sociedad burguesa.

Entre los enfoques que han invadido con rapidez los círculos intelectuales y ha suscitado esperanza en sus aportes al debate y la búsqueda de soluciones a los apremiantes problemas que sufre la humanidad al inicio del siglo XXI, no cabe duda que está la bioética, con su pretensión de disciplina científico-humanistica, y ante esa esperanza, bienvenida sea la iniciativa de Potter, de crear una disciplina que deba constituirse en punto de confluencia de las ciencias y las humanidades en la creación de una nueva cultura y enfoque ético, en relación con la responsabilidad del hombre ante los resultados de su propia obra. Solo habría que sugerir que para su desarrollo y aplicación, no podemos conformarnos con el concepto de hombre genérico utilizado para el enunciado, porque el desastre manifiesto en la posmodernidad, solamente lo pueden crear los hombres que integran los grupos de poder o las clases dominantes. Porque como ha sido expresado ya, rasgar la epidermis de los verdaderos problemas de la humanidad, necesariamente nos conduce al cuestionamiento del orden económico y jurídico establecido por la globalidad posmoderna.

Los profesionales con posiciones revolucionarias ante los problemas, ante lo caduco y ante lo nuevo, deben tomar posiciones frente a la bioética, al estilo de lo que ha predicado Fidel desde los inicios de la Revolución, ante la posibilidad de que los enemigos de la Revolución ocuparan los espacios en cualquier manifestación de la lucha ideológica y social, cuando dijera: la calle tiene que ser de los revolucionarios. Los espacios y el debate en bioética, también tienen que estar ocupados por el pensamiento revolucionario. Más aún, cuando desde esta disciplina se pueden enfrentan los problemas globales, los problemas entre norte y sur, los de las masas desposeídas, los del tercer mundo, entre derechos y deberes, los de la vida, la muerte, la salud y la felicidad.

Quiénes van a defender mejor las necesidades del tercer mundo, los derechos de los que no los tienen, la vida de los que mueren por falta de empleo, de higiene, por falta de servicios médicos elementales o viven más como vida biológica animal, que como seres sociales con conocimiento de sus necesidades y participación social para luchar por ellas en los foros internacionales; que el pensamiento revolucionario que los represente?. Pero para comenzar a andar este camino hay que prepararse delimitando conceptos y criterios que todavía no han alcanzado un mínimo de consenso entre los especialistas, ya que la ética constituye una disciplina que se confunde con la conciencia moral, con la moralidad y con sus objetivos normativos, hasta el punto de referirse a ellas como sinónimos. También se ha usado el término ética para referirse a la "filosofía moral" y a la "teoría moral". También aparecen confusiones entre la ética como disciplina filosófica, como ciencia y las éticas particulares o aplicadas y las deontologías. A contribuir con el intento de rescatar la ética y la bioética de las manipulaciones de los ideólogos conservaduristas o sus crédulos para inducirnos a creer que su bioética recoge los intereses de todos los hombres y países por igual, como si existiera una sola concepción histórico-filosófica o un mundo con un mismo nivel de desarrollo para todos, está dedicada esta ponencia.

Aunque en obras de Homero, Empédocles y Heráclito aparece el término ethos, no es hasta la obra de Aristóteles donde aparece el término ethica, y en el siglo IV ane la ciencia que estudia la moral se le reconoce como ética.

Al separarse la moral como forma especial de la conciencia social de la moralidad, pudo ser delimitada como objeto de estudio de la ética, y esta empieza a evolucionar en la medida que interactúa con la concreción y definición de las normas morales abstractas, en correspondencia con las formas que va tomando la actividad real de las personas. La ética se va conformando como disciplina en tanto estudia la subordinación que se va produciendo en los criterios valorizadores históricos de las clases a formas universales abstractas y de cómo estas se nutren de forma mediata y selectiva de las nuevas actividades y motivos reales de los grupos humanos.

La ética en cada época estudia la interpretación particular de la moralidad que hace la moral de esa época, para estudiar sus vínculos con los criterios universales y poder comprender la evolución histórica de las manifestaciones de la moral. La ética debe mantener una mayor imparcialidad, al comportarse como una ciencia que estudia un objeto que tiene la particularidad de ejercer una actividad justificativa de las acciones y los valores, y de la concepción sobre la moralidad imperante en cada periodo, por representar a la ideología o a los intereses de los grupos más poderosos que presionan el rumbo de la sociedad.

La ética se puede concebir como posible disciplina, cuando se acepta el desmembramiento (por fuerza de la evolución social) de la contradicción entre las exigencias morales universales abstractas y la conducta real de los hombres y sus motivos particulares en cada período social. Esta situación creó objetivamente, la necesidad de buscar conocimientos nuevos para explicar este hecho inminente, tarea propia de una ciencia.

Cuando la sociedad se encamine a desactivar paulatinamente los intereses de clase y liberar la evolución de la estructura económica, entiéndase las formas de propiedad, hacia formas cada vez más socializadas, estará permitiendo no solo el desarrollo sino también el progreso económico, lo que estimulará el progreso social y por tanto moral. El estancamiento de las formas de propiedad crea un conflicto o contradicción entre las posibilidades que la sociedad va creando para su transformación económica y moral y la imposibilidad de permitir la evolución de esas formas de propiedad, por la fuerza del Estado, de la ley, de la ideología, del imperativo moral de las tradiciones y la inercia de la actividad educativa y las instituciones conservadoras que alientan los grupos dominantes; todo lo cual expresa la violencia que llevan implícitos el modo de producción y el modo de vida que este determina. Pero por suerte, la individualidad humana permite que no todos los hombres y grupos se plieguen ante estas fuerzas.

Es tarea de la ética y de sus cultivadores progresistas, calar en la esencia de los problemas morales de cada época y evidenciar las insuficiencias de la moral y los conflictos de valores, para buscar sus determinantes y permitir que las nuevas ideas morales puedan ser reconocidas por la sociedad y estimuladas y llevadas por la educación a la apropiación por el individuo y el grupo. Pero esto, cuando no es bien entendido o recibido por los especialistas o representantes de los grupos de poder, a la vez que posibilita el desarrollo cognoscitivo y valorativo de la ética, le pone en riesgo su existencia como profesión.

Esta contradicción entre lo bueno que puedan reflejar los aportes de la ética y lo malo de que estos descubran las insuficiencias de la moralidad, los conflictos de valores y los errores de la actividad económica y social que los determinan, es evidenciada por la actuación de la ética como ciencia, que actúa en nombre de universales de un ideal moral concebido como generalización a partir de la actividad concreta más racional, humanitaria y socializada de los hombres, que está por encima de las costumbres reales y coincide con ellas solo en la medida que estas reflejen las escalas valorizadoras del progreso social y no del desarrollismo ni de voluntarismos idealistas. Todas las tendencias de la moralidad que aspiran a que los hombres sean educados para la moral imperante como algo estático, eterno u obligatorio, y no que se reconozca la evolución de la moral y sea conformada y educada para el bien del hombre; ven en la ética un peligro, como lo han demostrado la ideología burguesa, el dogmatismo religioso y la distorsión del marxismo realizada por el fracasado socialismo de enfoque estalinista o de oportunismo político.

La sociedad que logre hacer evolucionar las formas de propiedad y a la legislación que la protege de cualquier intento de modificación, hacia formas cada vez más socializadas y centradas en el hombre, en las mayorías y en su participación social: habrá liberado a la actividad humana y a la moral de las fuerzas retrógradas que la constriñen, habrá liberado el movimiento hacia el progreso. Comenzará entonces un proceso de formación de valores en relación con la actividad concreta y en correspondencia con criterios valorizadores universales en función del colectivo humano y del individuo, sin contradicciones antagónicas. Esta sociedad podrá usar los aportes de la ética como ninguna otra conocida hasta hoy, a la vez que irá desvaneciendo los fantasmas que alientan los que no confían (o esconden intereses personales) en que puede existir un hombre y un mundo mejor, como ha venido recalcando Fidel en los foros internacionales.

La moral como forma de la conciencia social y la moralidad son estudiadas también como parte de los objetos de estudio de otras disciplinas, como la Sociología, Psicología Social y de la Personalidad, Pedagogía, Etnografía y otras. La Ëtica estudia la moral, la moralidad y las relaciones humanas, su fundamentación económica, histórica, filosófica, lógica, mundividencial y existencial. Por esta razón, la ética como disciplina nacida de la Filosofía tiene un doble comportamiento, como la ciencia en la búsqueda de conocimientos sobre la moralidad, la moral y sus determinantes; y como las Humanidades en la valoración y estimación del comportamiento humano histórico-concreto, para descubrir su grado de correspondencia y subordinación a los universales y sus posibilidades de superar los conflictos del desarrollo moral de cada época.

La moralidad lleva implícita la justificación conceptual de los principios, las ideas, las normas y acciones consideradas morales por un grupo humano y en una época específica. La moralidad es a la vez el sector de la conciencia moral más influido por la ideología dominante. La moralidad es la expresión práctica de la conciencia moral en la vida cotidiana.

Las éticas particulares y las deontologías son expresión de un período histórico y de una actividad concretas, porque tienen objetivos, principios, reglas e interpretaciones de la moral propios de ese período o exigencias de ese tipo de actividad, institución o profesión. Este es el caso de la ética médica y la deontología médica. Esto no impide que asuman posiciones progresistas en defensa de lo que se debe hacer, pero siempre dentro del contexto moral e ideológico vigente dentro de la formación socioeconómica, institución o profesión donde se generan. Por tales razones, cuando tratan de ser consecuentes con los ideales de progreso, dentro de un contexto que trata de frenar a ultranza la evolución del modo de producción y la moralidad que intentan defender, reciben los embates de los sectores retrógrados, como le está sucediendo a los planteamientos progresistas de algunos bioeticistas en relación con las transnacionales de los medicamentos, los contaminadores del medio y la globalización irracional. El alcance y capacidad transformadora de las éticas particulares está limitada por la especificidad y particularidad de su objeto de estudio y su sistema conceptual tomado o influido por los paradigmas y las ideologías vigentes en cada época y que se torna en limitante para la comunicación y freno para el trabajo de conceptualizar nuevos conocimientos y sentidos morales.

La bioética, por tanto, se comporta como la expresión ética del posmodernismo, a partir del momento en que los daños al ecosistema y al hombre fueron tan graves y generalizados que ponen en riesgo la existencia misma de esa sociedad; pero no porque en sus teorías y objetivos se hayan declarado intenciones de estudiar o transformar los determinantes económicos de esa sociedad y de esa moral, por lo que propone enfrentarlos con un sistema de principios para dialogar la búsqueda de soluciones a necesidades y problemas propios del mundo desarrollado sin hacer referencia a las relaciones de propiedad ni al orden jurídico que impide su evolución. Por esta razón, hay que corregir la función edulcorante y retrógrada que se ha querido dar a la bioética en muchas publicaciones y sustituirse por el deber de enfrentar el cataclismo de los valores, la violencia extrema, la destrucción de la vida, el incremento de la pobreza relativa y el sufrimiento humano a que ha llevado la privatización, la comercialización y el individualismo extremos que permiten las relaciones económico-jurídicas vigentes en esa sociedad. Pero sus representantes conservaduristas proponen que las transformaciones se hagan solo a través del diálogo y dentro del marco insuficiente de cuatro principios rectores. Pero como esto no es factible, intentan hacer creer que el discurso dialógico es todopoderoso y suficiente, y lo más ingenuo de todo: que los poderosos lo van a aceptar.

La historia de la humanidad se ha encargado de confirmar que la riqueza y el poder en raras ocasiones o en algunas excepciones se han entregado por la motivación del deber moral. Además, la limitación de los principios y de expresiones conceptuales propias de épocas pasadas no permite valorar problemas contemporáneos con los conocimientos y criterios morales actuales. Sin principios como la participación social, el derecho priorizado de las mayorías, la equidad para las condiciones de vida, libertad como conocimiento de la necesidad y posibilidad de satisfacerla, la conciliación de deberes, derechos y posibilidades, el Estado como garante del progreso de las mayorías y no del desarrollismo, y otros principios que pueden concebirse; no se pueden enfrentar problemas vitales del mundo actual. Entre los insuficientes principios de la bioética los hay que requieren precisión, como es el caso de justicia; qué es lo justo? tiene diversas respuestas en épocas, modos de producción y culturas, por tanto puede convertirse en un conjunto de abstracciones sobre fenómenos de causas diferentes, evadiendo el análisis histórico-concreto de los problemas, de los hombres y la moral que los enfrentan.

Uno de los puntos más débiles de la bioética de los conservaduristas es no hacer referencia a los determinantes socioeconómicos de la moral, por lo que reducen las intervenciones de la bioética a modificar la moral desde la moral. Desde los aportes de los grandes economistas y filósofos del siglo XIX se sabe que la moral es una resultante mediata del modo de vida de cada estructura económica y su función es proteger y armonizar el orden social y ennoblecer la condición humana. Por tanto, el pensamiento progresista no puede permitir que la bioética sea uitlizada para confundir a los desposeídos con promesas de diálogos ensalmadores.

Todo esto demanda de los estudiosos de la bioética la orientación de esta a las necesidades histórico-concretas de la sociedad que se analiza, subordinación a un conjunto de principios e incorporación de conceptos actualizados que amplíen las posibilidades del análisis ético y subordinación a criterios universales en función de la protección del hombre, del ecosistema y el progreso de la sociedad y no de la ideología o la moralidad de los grupos de poder. Esto evitaría la penosa situación de ver a intelectuales del tercer mundo convertidos en defensores y propagadores de la bioética que necesita el mundo desarrollado para resolver sus problemas, necesidades y objetivos que tienen poco que ver con los de las sociedades subdesarrolladas. Este enfoque de la bioética persigue la evasión de las causas, la confusión y la resignación de las masas.

El problema de la desactualización de conceptos que se utilizan en muchos debates éticos merece párrafo aparte, pues impide la comunicación y hacen eterno el debate. En tal situación se encuentra el concepto de "vida humana" que continúa restringido a "vida biológica" y con el no se pueden analizar los problemas de la vida psíquica, de la personalidad, de la vida consciente, de la vida social. Otro tanto pasa con el concepto de "felicidad" que ha sido convertido en posibilidad de atesorar riquezas materiales. La ética filosófica, la Lógica, la Dialéctica y la Ciencia sí tienen herramientas para enfrentar la conceptualización y construcción del sistema de categorías para estudiar la moral, pero en la bioética no se ha hecho, porque está limitada por su condición de ética particular y porque no los ha tomado de esas disciplinas para construir su teoría y su sistema de categorías. Porque ha predominado el lenguaje literario y no la necesidad del lenguaje científico, el interés por construirla más cercana a un credo que como una disciplina científica. La culpa no es de Potter ni de la bioética, sino de los que la han tomado como una moda de las humanidades para enfrentar las dificultades que ha creado el modo de producción capitalista sin cuestionarle la necesidad de su sustitución. La bioética es una conquista recién nacida del pensamiento progresista que los revolucionarios deben desarrollarla y usarla para el progreso social y no permitir que sea convertida en un edulcorante o estupefaciente moral para los desposeídos o para los intelectuales ingenuos.

De ser así, la bioética está encaminada a actuar sobre la conciencia moral y la moralidad, de forma orientadora, educadora y normativa, compartiendo esta tarea con la moralidad, aunque en esto no coincida con la ética como ciencia. Este no sería su punto débil, sus limitaciones radican en que los problemas que se pretenden resolver están dentro del marco económico e ideológico de esa época histórica y sin embargo, los principios proclamados hasta ahora, no contemplan "el derecho a la participación social de las masas", "el deber de proteger la vida y la salud de todas las personas", "el deber de educar e instruir a todos los individuos para convertirlos en personas que conozcan sus necesidades y tengan posibilidades de luchar por ellas", para que puedan responder realistamente ante un debate, un discurso dialógico o un consentimiento informado. Estas limitaciones han propiciado que la bioética haya alcanzado más desarrollo en el terreno de las ciencias de la salud y casi nulo en el cuestionamiento de la explotación del hombre y de las naciones subdesarrolladas, así como en el cuestionamiento de las raíces económicas de la violencia, tan desmesurada en esta sociedad posmodernista, desde la que se aplica a la niñez y a la mujer, hasta la que se ha puesto de manifiesto con los sucesos del 11 de septiembre y las masacres subsecuentes, para evitar la violencia.

Al poder basado en las diversas formas de la violencia le estorba la ética; no es extraño que la intención de globalidad y de cuestionamiento moral de los problemas del mundo actual que Potter propusiera para el enfoque de la bioética, choquen con esta vieja realidad. No obstante la incompatibilidad de los intereses de los propugnadores del mercado irracional y hegemónico con los planteamientos de Potter, el surgimiento de la bioética ha sido tomado por muchos representantes del pensamiento retrógrado y de derecha como una oportunidad de aparentar que al orden económico del mercado le quedan capacidades para un intento de resolver problemas sociales y morales que se han hecho insoportables para todos. Lo que ha provocado que en ocasiones, el discurso de determinados autores o publicaciones esté más cerca de un catecismo moral o de una desiderata ingenua, que de una ética verdaderamente revolucionadora de la sociedad posmoderna y fundamentada en los progresos del pensamiento científico y humanista. Por esto, insistimos en que los intelectuales progresistas tienen que asumir los espacios y las propuestas que le corresponden a los desposeídos y los discriminados en los discursos y diálogos que propone la bioética. De igual forma, los países que no supeditan sus planteamientos en los foros internacionales a los préstamos del Banco Mundial o a las amenazas de las superpotencias, tienen el derecho y el deber de desarrollar una bioética para el progreso de los explotados y del tercer mundo y difundirla por todos los medios.

Un problema al que se le ha dedicado poco esfuerzo es a la elaboración de una teoría para la bioética, ya que hasta ahora carece de ella, así como de una descripción más delimitada de su objeto de estudio. También resulta imprescindible ir sustituyendo el exceso de abstracciones y giros lingüísticos que aparecen en muchas publicaciones, por una terminología que sea el resultado de un mayor y mejor trabajo de conceptualización que permita un acercamiento progresivo al lenguaje de la ciencia y a la construcción del sistema de categorías de la bioética. Para ello debe salir del exceso de argumentación kantiana, pues si bien es cierto que Kant superó las éticas precedentes, también lo es que sus teorías fueron superadas y criticadas por otros filósofos como Hegel, Feuerbach, Fichte, y Marx. Se sabe que Kant no enfrentó las debilidades de la moral de la joven burguesía, lo evadió operando con postulados abstractos y universales independientes de las relaciones sociales concretas, que llevaban implícitos aspiraciones de la clase dominante, y argumentando la moralidad como ley apriorística de la razón que intenta explicar por los vínculos de los hombres con el reino de la libertad el cual situaba en un orden sobrenatural.

Lo planteado no invalida el papel progresista o revolucionador que puede jugar la bioética si en sus espacios toman partido los representantes de las corrientes progresistas para influir sobre la moralidad, ya que esta puede enlentecer o acelerar el desarrollo social; porque la modelación de la subjetividad y la moralidad progresista son un momento interno muy importante del desarrollo de las transformaciones sociales. Entre los primeros trabajos en asumir posiciones progresistas en el análisis de los problemas de la salud, se encuentran trabajos de Berlinguer, Zorrilla y otros que han tratado los problemas de la salud pública y la justicia sanitaria.

Pero si los revolucionarios le regalan las posiciones de lucha que deben ocupar en la bioética a los representantes de la ideología burguesa y la excluyen de los recintos del conocimiento, entonces los reaccionarios y los ingenuos conducirían a la bioética a tomar el camino de poner un atractivo ropaje moral a conductas y valores que actuarían como verdaderos paliativos frente a los graves problemas que el mercado y el neoliberalismo han creado a través de la globalización. Si esto sucediera la culpa no se le podría echar a la bioética, sino a los revolucionarios del mundo que no han sabido ocupar sus puestos, o en nuestro caso, a los que no supieron interpretar la consigna de Fidel en la década del 60, "la calle tiene que ser de los revolucionarios"; como hoy debe hacerse con el espacio que nos pertenece en la bioética.

En ética, desde un punto de vista marxista, se considera a la moral como un componente revolucionario interno de la conciencia moral, utilizable para mover a las masas a luchar por las conquistas de sus derechos y el progreso de sus condiciones de vida, el reconocimiento de su identidad, de sus motivos y sus ideales. La bioética puede ser llevada por el pensamiento progresista a preparar el terreno para esta batalla, tanto desde dentro de las instituciones y disciplinas de la sociedad posmodernista como desde los foros internacionales de discusión.

El otro concepto que se presta a ambigüedades es la confusión de la ética con la ética filosófica o la filosofía de la ética. Ante esto debe quedar claro que existen filosofías que parten de una posición ética (valorativa, como se diría en teoría del conocimiento) para elaborar su concepción del mundo, en vez de partir de una posición cognoscitiva [como el caso más reciente del pragmatismo que parte de la utilidad (tomada de Bentham) para aceptar la verdad, lo cual lograron al cambiar la razón pura por la razón práctica (que tomaron de Kant) para terminar subordinando la verdad a lo ideológico-moral como la esencia del pragmatismo]. Al igual que la ética como disciplina científica asume una posición o fundamentación filosófica ante el fenómeno del conocimiento, como su posición ante el ser y la conciencia, el ser y el deber ser, el sentido de la vida y la responsabilidad frente a ella. No debe confundirse la función valorativa y estimativa propias de la Teoría del Conocimiento y de la Etica, con la función normativa de las tecnologías, el derecho y las éticas particulares o aplicadas.

La ética asumida como ciencia, para ser fiel a su condición no puede dedicarse a elaborar normas y justificaciones, si lo hiciera se convertiría en una ética particular o aplicada, en moralidad, al desarrollar su tarea aleccionadora y justificativa. Desde un punto de vista marxista y ateniéndose al principio de la actividad, no se puede admitir que la moral sea dictada por una ciencia, ni por cualquier fuente desde fuera de las relaciones sociales concretas, de la actividad social de una época y su cultura. La moral surge de la actividad social como una necesidad del orden social, de la necesidad de bienestar y del mejoramiento humano; no la pueden dictar ciencias, ni mesías, ni aceptarse como proveniente de un orden sobrenatural.

Una vez delimitadas las diferencias entre estas disciplinas se hace más claro que la bioética es una ética particular, pero más abarcadora que la ética médica, ya que esta última se ocupa de una profesión, de la enfermedad y la muerte como objeto de estudio, en su concepción tradicional. Al comercializarse la medicina hasta llegar al ensañamiento terapéutico, al alquiler de úteros, la venta de órganos y de niños, y permitir que se introduzcan insecticidas y hormonas en los comestibles y llegar a atentar contra el ecosistema y dejar morir indolentemente a una parte del Sur por la explotación; la ética médica no podía ya abarcar toda esa problemática. Como consecuencia de esta limitación, apareció la necesidad de una ética más globalizadora y Potter la propuso: la Bioética. Esta nueva disciplina que propone abarcar el estudio ético de los problemas relativos a la vida y al ecosistema propios de la época posmodernista (consecuencias de la revolución tecnológica mal aplicada, el desarrollismo, la desigualdad y la globalización), si puede enfrentar, divulgar las causas de los nuevos problemas éticos, dialogar soluciones y normar procedimientos y conductas.

Tanto la bioética como la ética médica comparten funciones orientadoras, normativas y prescriptivas, las cuales se encargan de diferenciarlas de la ética como ciencia, que no se limita a una profesión ni a una época y que los conocimientos que delimita los estructura en categorías que puedan interactuar con el pensamiento filosófico y en conceptos generales que permitan interactuar con las éticas particulares o aplicadas, así como con las demás ciencias y las disciplinas humanísticas.

Summary

The atrocities of the so-called western civilization, the unlimited mercantilism and individualism, the different forms of violence and the dehumanized use of science and technology, together with the positive results of development, have been spread all over the world by the phenomenon of globalization, endangering in some cases the existance of life in the planet. This has led to a moral crisis of society based on the economic and juridical order of exploitation. Pragmatism as a physlosophy of the monopolies has distorted morality and not only preaches that what is useful is true, but that what is useful is moral. This has been the justification of the most ferocious individualism humanity has ever known. To face it, it is necessary to wage a strong moralizing battle having as a ruling principle the need of an economic and juridical order with equity and the social participation of the masses, which is the only way to conquer the moral humanism men need to save themselves. A moral giving priority to peace, to solidarity among the peoples and to consideration with the neighbor, be a culture or an individual. A moral that encourages the rulers, the community, the family an the individual to enjoy the pleasure of helping others to progress. To initiate this dialogue and these unpostponable reflexions and to clarify and to have a thorough knowledge of the terms and concepts related to moral and ethics, I suggest this modest attempt in the form of essay. Knowing the elementary differences between moral, morality, ethics and bioethics, medical ethics and other related terms, as well as reflecting on the characteristics of bioethics, its origin and scope may help us to find out the ill-intentioned use some made of it and how important it is to turn it into an instrument of education and ideological struggle for the benefit of the exploited and discriminated of the Third World and of millions of people that having a good living standard cannot enjoy it due to the moral conflicts and alineation they have been led to by a world of violence, individualism, distrust and false needs of consumption as a synoym of happiness, and by a terrifying figure of evasive behaviors taking refuge in the increasing use of drugs and alcohol. Progressive men should commit themselves with the ethic denounce against dehumanization and the hegemonism of market and violence, which persist in subjecting humanity to their selfish purposes.

Subject heading: MORALS; CONFILCT OF INTEREST; BIOETHICS; HELPING BEHAVIOR; ETHIC, PROFESSIONAL/education; ETHICS, MEDICAL; WESTERN WORLD; DEVELOPING COUNTRIES/economics.


Recibido:2 de noviembre de 2002. Aprobado: 2 de diciembre de 2002.
Prof. Ubaldo González Pérez. Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana.
ubaldo@infomed.sld.cu

1 Profesor. Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana.

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