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Revista Cubana de Salud Pública

versión impresa ISSN 0864-3466

Rev Cubana Salud Pública vol.37  supl.5 Ciudad de La Habana  2011

 

ARTÍCULO


Intervención en la Conferencia Mundial de Ciencia*

Speech at the World Scientific Conference

Rosa Elena Simeón Negrín

Académica de Mérito. Academia de Ciencias de Cuba. La Habana, Cuba.

 



Muchas gracias señor Presidente

Estimados colegas y amigos

Vengo de Cuba, país latinoamericano, caribeño y tercer mundista que, en los últimos cuarenta años, ha dedicado sostenidos esfuerzos a crear y fortalecer un potencial científico y tecnológico al servicio del desarrollo y el bienestar de su pueblo.

Gracias a este y al nivel educacional masivamente alcanzado, mi país ha podido resistir el enorme impacto de la contracción de su producto interno bruto, de más de un treinta por ciento, consecuencia del brusco colapso de sus relaciones económicas externas y del recrudecimiento de las medidas de bloqueo económico, financiero y comercial que se ejercen contra él desde hace cuatro décadas.

En medio de esta hostilidad, Cuba ha sido capaz de sostener sus principales logros en el campo social e iniciar una progresiva recuperación económica. Baste señalar que mantiene 1,8 científicos e ingenieros por cada 1 000 habitantes; más del 5 % de la población ha completado estudios universitarios; nuestras Ciencias Médicas han logrado índices de mortalidad infantil de sólo 7 por cada mil nacidos vivos y una expectativa de vida por encima de 75 años, similar a la de Estados Unidos. De los 25 000 niños que mueren cada día en el mundo por sarampión, neumonía y desnutrición, ninguno es cubano.

Señor Presidente:

En nuestra opinión, la ciencia y los científicos tienen una gran responsabilidad ante los desafíos que enfrenta hoy la humanidad. En esta situación, la prioridad debería ser la identificación de qué problemas existen y cómo pueden contribuir a enfrentarlos y, a partir de ello, precisar las acciones que corresponden a nuestros gobiernos y sociedades para apoyarlos.

El punto de partida para esta definición son los grandes desafíos que hoy tiene ante si la humanidad. En nuestra opinión, deberíamos salir de esta conferencia con una visión compartida acerca de cómo puede contribuir la ciencia a la solución de estos graves problemas y, a partir de esa clarificación, precisar las acciones que corresponden a nuestros gobiernos y sociedades para apoyar tanto a la ciencia como a los científicos. Invertir los términos de este análisis, no contribuye a fortalecer la apreciación publica ni el apoyo de los gobiernos a la actividad científica, habida cuenta de la penuria que afecta a numerosos pueblos y sectores sociales, y la gravedad de las amenazas globales a la propia existencia de la humanidad.

Los documentos que emanen de esta conferencia deben convertirse en el mejor argumento ante los gobiernos de todo el mundo, en cuanto a la imperiosa necesidad de promover un clima de paz universal. La solución pacifica de los conflictos y la proscripción de medidas de fuerza unilaterales, o adoptadas bajo el manto multilateral, son, a nuestro juicio, premisas indispensables para llevar adelante una agenda de cooperación científica internacional que incluya expresamente un mayor apoyo a los países en desarrollo para el fomento de sus capacidades en ciencia y tecnología.

Todos los presentes coincidimos en la dimensión de sostenibilidad que el futuro desarrollo de la humanidad debe asegurar. A nuestro juicio, la premisa para alcanzar este objetivo es el enfrentamiento mancomunado a la pobreza y la exclusión que hoy afectan a cientos de millones de personas en un mundo, donde al mismo tiempo, se diseñan osadas investigaciones en el espacio extraterrestre y se emplean miles de millones de dólares en la construcción y utilización de centenares de miles de sofisticados armamentos.

En el camino hacia la sostenibilidad es indispensable promover mecanismos eficaces para la transferencia de tecnologías idóneas, en términos verdaderamente preferenciales, hacia los países de menor desarrollo. La ciencia contemporánea se expresa en tecnologías y deberíamos todos hacer honor al consenso universal alcanzado al respecto en la Conferencia Cumbre Medio Ambiente y Desarrollo.

Precisamente, en el plano de la cooperación internacional, es de lamentar la ausencia, en los borradores que se han venido examinando, de toda alusión al necesario aporte que corresponde a los países más desarrollados. Es necesario recordar que la Conferencia de Viena, de 1979, fijó en el 0,7 % anual de su PIB la cuantía de ese aporte. En la práctica, menos del 50 % de esa cifra ha sido movilizada como fondo real en el período transcurrido. De ella, buena parte se quedó en el Norte, financiando diversas actividades supuestamente relacionadas con este fin.

Cabría preguntarse si el curso posterior de los acontecimientos mundiales hace posible la reiterada ignorancia de aquel compromiso y el silencio sobre el tema. En nuestra opinión, sería necesario reiterar la absoluta vigencia de la necesidad de esta contribución por los países desarrollados, no a manera de dádiva, sino como expresión de su cuota de responsabilidad en el enfrentamiento común de los problemas científicos, económicos y sociales que nos afectan a todos.

Por último, desearía compartir con ustedes nuestra preocupación respecto a las desmedidas tendencias a la privatización del conocimiento, originadas en las políticas económicas imperantes en este momento a escala mundial. Ellas tienden a reflejarse, cada vez más, en las normas sobre propiedad intelectual. Esas normas están influyendo progresivamente no solo sobre la configuración de la agenda actual sino también sobre el acceso efectivo al conocimiento científico y, lo que pudiera ser aún más grave, sobre el propio sistema de valores que históricamente ha animado lo mejor del quehacer de los hombres y mujeres de ciencia.



*Budapest 28 de junio de 1999.

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