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ACIMED

Print version ISSN 1024-9435

ACIMED vol.4 n.3 Ciudad de La Habana Sept.-Dec. 1996

 

EDITORIAL

Fuentes personales y documentos no publicados: las "ovejas negras" de los sistemas de descripción bibliográfica

La práctica de reconocer, mediante citas bibliográficas, el aporte que ofrecieron diversas fuentes y medios de información a la realización de un trabajo en particular se instituyó en el siglo xix.

A lo largo de este tiempo, se desarrollaron múltiples sistemas de descripción bibliográfica y un número infinito de normas particulares, con el propósito de facilitar, a partir de una presentación uniforme, tanto la identificación como la búsqueda y la recuperación de las fuentes y medios de información que así lo requieran.

Ahora bien, el examen de muchos de ellos permite inferir la tendencia creciente a aceptar sólo como fuentes citables las fuentes documentales y los documentos publicados, fenómeno que parece obedecer, entre otras causas, al intento que realiza la propia ciencia por impedir que millones de comunicaciones y experiencias, llamadas científicas quizás con un poco de precipitación y sin suficiente solidez en sus fundamentos, se diseminen y formen parte del cuerpo de conocimientos de la ciencia.

Sin embargo, tanto los especialistas en información como los propios científicos reconocen la existencia y la importancia que para el trabajo de la ciencia poseen dos categorías de fuentes de información: las personales y las institucionales u organizacionales, y dos tipos de canales de información, los documentos no publicados y los documentos publicados.

Las fuentes de información personales están representadas generalmente por expertos en distintas áreas del conocimiento, aun cuando esta condición puede ostentarla cualquier especialista en su área de trabajo. Los documentos no publicados forman un amplio conjunto de materiales que circulan sin transitar previamente por un proceso de arbitraje como el que implementan las editoriales científicas.

Los expertos, los colegas de la actividad, los profesores y otros profesionales representan para cualquier especialista una fuente de información de interés vital con independencia de que la trasmisión de sus mensajes se realice a través de canales formales -donde media el arbitraje- o informales de la comunicación científica.

En algunas áreas de la ciencia en general, tal y como ocurre en el caso del sector de las investigaciones y otros en particular, como en el caso del sector clínico-asistencial de la medicina, la comunicación informal representa la vía más importante para el intercambio de los conocimientos y las experiencias más necesarias entre los especialistas.

¿Cuán importante puede resultar para un investigador la información que aporta un material no publicado o una comunicación personal con un experto a la hora de tomar una decisión o de solucionar un problema en el curso de la investigación que realiza?, por ejemplo. Todos los que una vez enfrentaron la ejecución de una investigación conocen cuán válidos, decisivos y necesarios les resultaron para su trabajo muchos expertos, abordados quizás en un pasillo cualquiera, para obtener aquel consejo o aquel dato que en ninguna publicación aparecía hasta ese momento.

El impedir la diseminación de conocimientos y experiencias sin suficiente solidez científica constituye, ciertamente, una tarea de enorme importancia para la ciencia. Sin embargo, reconocer la significación que para la realización del trabajo científico poseen las fuentes personales y los documentos no publicados parece no poseer tanto valor, o, al menos, así lo demuestra la práctica de muchas normas de descripción bibliográfica.

Resulta útil recordar que la pobre calidad científica -de contenido, metodológico y formal- de cientos de miles de trabajos publicados resulta hoy una realidad que, aunque nos cueste trabajo reconocerlo, se deriva, en muchas ocasiones, de la propia presión exagerada que ejercen las instituciones modernas sobre sus trabajadores para que publiquen, y del desarrollo de sistemas de evaluación del trabajo de los científicos basados en estadísticas cuantitativas de publicación, de asistencia a eventos, u otros.

Cuando tratemos de hallar la solución correcta a este problema debemos recordar la célebre frase: "No son todos los que están, ni están todos los que son" (entre los documentos publicados).

Lic. Rubén Cañedo Andalia
Departamento de Recursos Informativos
CNICM