SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.9 número2La Colaboración Cochrane Iberoamericana en CubaDe cara a la era global: las nuevas tecnologías aplicadas a la traducción índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.9 n.2 Ciudad de La Habana Mayo-ago. 2001

 

Conferencias*

Globalización, lengua universal y traductores

Gisela Odio Zamora1

El tema principal de la presente ponencia se deriva de un acercamiento que hiciera en el año 1998 a lo que me parece son los desafíos que se levantan ante el traductor/intérprete en los albores del tercer milenio; entre los cuales figura, por supuesto, la globalización. Esta vez me acerco al tema globalizador desde la perspectiva de su enlace con las lenguas, inspirada, inicialmente, en el interesante artículo La dimensión cultural: el eslabón perdido de la globalización, de Juan Carlos Moneta -secretario permanente del SELA.

En la búsqueda preliminar no encontré ninguna referencia que abordara esa arista de la globalización y su vínculo con los idiomas y nuestro gremio. Por otra parte, la mundialización es un proceso que se está definiendo todavía por lo que aún presenta contradicciones. De ahí que las ideas que expondré son mis aproximaciones y nunca conclusiones definitivas. Creo, sin embargo, que podrían despertar el interés y la reflexión de quienes vivimos el mundo de las lenguas en estos tiempos globalizados.

Globalización

Luego del debate inicial, casi todos los autores coinciden en señalar que el proceso de mundialización es resultado de leyes y tendencias relativas al funcionamiento de la economía mundial, y que la desintegración del campo socialista constituyó un elemento acelerador importante en dicho fenómeno, cuyo impulso básico es el progreso técnico y su capacidad de reducir los costos económicos que genera el movimiento de bienes, servicios, dinero, personas e información.

Para algunos lo abarca todo, por lo que en la práctica la asocian a la gradual desaparición del estadonación. Otros, todavía reservan alguna función a las políticas nacionales, que en estas nuevas circunstancias deben limitarse a promover la construcción de un «estado competitivo». Los primeros encuentran el rechazo de quienes subrayan las especificidades nacionales como características dominantes en el sistema internacional actual basado aún en la supervivencia del estadonación.

Una de las contradicciones más importantes que presenta la globalización es la creciente disparidad entre las estructuras políticas basadas en el estadonación y el carácter global de las interacciones que vinculan cada vez más a las distintas economías nacionales. Ello, por supuesto, menoscaba la autonomía y plantea desafíos a la soberanía nacional, porque se tiende a reforzar los mecanismos supranacionales, y se intenta convencer a la opinión pública de que los estados deben ceder "para el bien colectivo" parte de su soberanía. De esto, se desprende que el efecto de la globalización no es sólo económico, sino que tiene diversas dimensiones, entre ellas una cultural.

Aquí, podría entenderse la globalización, según Moneta, "como el pasaje de identidades culturales tradicionales y modernas de base territorial, a otras modernas y posmodernas de carácter transterritorial"… "Las identidades culturales de la globalización no se estructurarán desde la lógica de los estados- naciones, sino de los mercados; en lo esencial, no se basan en comunicaciones orales y escritas, sino que operan mediante la producción industrial de la cultura, su comunicación tecnológica y el consumo diferido y segmentado de los bienes. Por tanto, los países de la periferia están sometidos a un intenso bombardeo, por la vía de los medios masivos de comunicación y los flujos de bienes simbólicos, que genera nuevas actitudes y preferencias en los individuos y las comunidades."

También existen criterios dispares en cuanto a las vertientes de homogeneización o heterogenización culturales que exhibe la globalización. Quienes sostienen que los efectos mayores son de homogeneización, enfatizan en el impacto que produce la acción de las empresas transnacionales y de los países industrializados más importantes, en tanto que constituyen fuentes emisoras de mensajes vinculados al consumo y a la cultura de mercado. Quienes argumentan en favor de elementos diferenciadores, lo hacen subrayando los procesos de apropiación y modificación de mensajes y símbolos que se producen en los niveles nacionales y subnacionales, sin embargo, Moneta plantea que "pone en marcha mecanismos que actúan en ambas direcciones retroalimentándose entre sí. Desde los primeros contactos entre civilizaciones se ha producido una mutua fertilización cultural, aunque la de ahora presenta ciertos cambios importantes: dimensión planetaria -gran velocidad de la propagación y creciente simultaneidad de los impactos, ampliación del espectro y la capacidad de influencia de los flujos de bienes, mensajes e ideas que circulan e interactúan en el mundo-, mayor especialización de los circuitos de comunicación- la distancia temporal y de contenido de las respuestas locales, nacionales, etc. Moneta concluye en plantear que ese constante ir y venir de mensajes e ideas, provoca alteraciones en la cultura y la identidad y afecta los intentos encaminados a lograr una homogeneización interna de los estados-naciones. De ahí que en el marco de la cultura global, la identidad y la ciudadanía, se van transformando y de hecho se va transitando gradualmente de lo nacional a lo regional, a lo global. Por ello, las políticas culturales nacionales no deben limitarse a la tradición y a centrar su esfuerzo en la preservación del patrimonio histórico, sino que deben ser creativas.

Lengua universal

De lo anterior es fácil deducir que, en tanto que forma principal de expresión del pensamiento y vehículo de la cultura, el lenguaje no podrá escapar a los efectos del fenómeno que nos ocupa. Además, la historia ha demostrado que las lenguas cambian y que la evolución es inconsciente, colectiva, y producto del instinto de sociabilidad del ser humano y sus necesidades, sin embargo, ahora no sólo tenemos el instinto natural de socialibilidad del ser humano que, junto con sus necesidades origina y transmuta los distintos idiomas, sino que se constata un marcado interés consciente e intencional de lograr la homogeneización del pensamiento, esta vez, a escala mundial y mediante un avance tecnológico sin precedentes.

Las lenguas, como se sabe, distinguen a los pueblos, son portadoras de su sistema de valores culturales, constituyen un elemento importante de la nacionalidad como concepto, y son factor unificador, tanto al interior de una nación multiestado como la árabe, por ejemplo, o al interior de un grupo de estados que se sirven de una misma lengua, como es el caso de América Latina.

Si la globalización continúa su marcha actual predominante, esa que apunta a imponernos modelos unificados de pensamiento y de actuación; si lo abarcara todo y desaparecieran las estructuras estatales nacionales, podría pensarse que nuestro futuro lingüístico, ante realidades y necesidades globalizadas, sería el del idioma universal tantas veces soñado por filósofos y pensadores.

La idea de una lengua universal no es nueva y ha descansado más bien en el paralelismo ideológico, es decir, en la unicidad del pensamiento del ser humano cuyo precursor fue Ramón Lull, filósofo y teólogo catalán (1235-1315) y autor de Ars Magna o Art general, donde propuso un método para encontrar la verdad. Lull no soñó propiamente con crear una lengua universal, pero sus proyecciones sociales le llevaron a proponer la universalización del latín como medio para promover la unificación del lenguaje humano. En su novela Blanquerna planteó su aspiración de que desapareciera la diversidad de los lenguajes humanos y prevaleciera como idioma único el latín que la iglesia había elevado a instrumento de relación universal, sin embargo, el apogeo de los intentos por establecer una lengua universal llegó con el siglo XVII; se sabe que su representante mayor fue Godofredo Guillermo Leibniz, filósofo y matemático alemán (1646-1716), quien desarrolló el tratado sobre el entendimiento humano que había iniciado Lulio. Según Leibniz todos los seres están constituidos por sustancias simples (mónadas) entre las cuales existe una armonía preestablecida; de ahí que soñó con el proyecto de establecer una lengua universal que dedujo de su "Arte combinatoria o Arte inventiva". Planteaba que la reducción de los conceptos complejos a sus términos simples conduciría a descubrir el "alfabeto de los pensamientos humanos" que son el punto de partida para todo razonamiento.

Según nos refiere Joaquín Carreras y Artau, Leibiz desarrolló en su "Dissertatio de Arte combinatoria", el primero de sus proyectos, una escritura que cualquier persona culta, cualquiera que fuere su idioma, podría leer sin dificultad. Por combinación de los términos simples se originan los términos complejos binarios, ternarios, cuaternarios etc. que resultan, a su vez, de la agrupación de varios elementos. Además de esas combinaciones de términos, debe encontrarse, decía Leibniz, un sistema de expresiones, que sea el más propio y natural tanto para los elementos como para sus combinaciones, es decir, su proyecto se basaba en las ideas y no en las palabras.

En un tercer intento Leibniz transformó el Ars signorum vulgo caracter universalis et lingua philosophica (1661), de los escoceses Juan Wilkins y Jorge Dalgarno, en lengua hablada y le atribuyó la excelencia de la lógica y las matemáticas. Así la creyó no sólo lógica y precisa, sino incluso armónica y adaptable a las necesidades expresivas de la poesía y de la música. Luego se dio cuenta de que la lengua universal por él soñada no podía lograrse a partir de la eliminación de las lenguas vivas, y planteó entonces el estudio empírico de las lenguas históricas como requisito previo a cualquier ensayo para construir una lengua universal (estudio empírico, elaboración de una gramática racional y construcción de la lengua universal). Leibniz eligió el latín como lengua de base por considerarlo adaptable a los usos y exigencias de la ciencia y la filosofía, pero no aspiró a universalizarlo. Más bien intentó sustituir las lenguas de entonces por una de nueva creación, más sencilla en sus elementos y de fácil estructura pero no lo logró.

Se conocen de otros muchos intentos y ensayos entre los que se destacan el idioma volapuk, de John Martín Scheleyer, sacerdote alemán (1879), y el esperanto De Lazarus Zamenhof (1887). También se han hecho versiones simplificadas del latín y del inglés, mas ninguno ha llegado a alcanzar el objetivo soñado.

Samuel Huntington, politólogo norteamericano, sostiene que en el mundo del futuro, los principales conflictos se derivarán del choque entre civilizaciones. Su hipótesis central es que la fuente fundamental de conflictos no será esencialmente económica ni ideológica, sino cultural. Su definición de civilización es la siguiente:

"Una civilización es una entidad cultural (…) el más elevado agrupamiento cultural de gente y el más amplio nivel de identidad cultural que la gente tiene aparte de todo aquello que distingue a los humanos de otras especies. Se define tanto por elementos objetivos comunes como la lengua, la historia, la religión, las costumbres, como por la autoidentificación subjetiva de la gente (…)."

Además, considera que esas diferencias de siglos no desaparecerán pues a pesar de que el mundo se torna cada vez más pequeño, la interacción que genera provoca una profundización de la conciencia de la gente acerca de su civilización y un reforzamiento de sus diferencias, lo cual entronca, en parte, con el planteo de Moneta.

La gran interrogante podría formularse de distintas maneras: ¿qué provocará la globalización en el lenguaje, homogeneización o heterogeneidad?, ¿conseguirá el ser humano su ideal soñado, es decir, la lengua universal?, ¿sobrevivirán sólo las lenguas de las civilizaciones vencedoras o se afianzarán las existentes? Varias podrían ser las respuestas, mas ninguna podría desconocer el hecho de que la globalización es un fenómeno objetivo. Si se tomara a Huntington como punto de partida para el vaticinio, tal vez concluiríamos en enfatizar que en el mundo del futuro cada civilización trataría de preservar su(s) lengua(s), en la medida en que sus condiciones objetivas determinen. Creo que las lenguas "de poder" serían candidatas a perdurar.

La historia de la civilización demuestra que la cultura universal es el resultado de experiencias y conocimientos compartidos y de préstamos entre civilizaciones. Las lenguas, claro que sí, están interactuando desde ya con la globalización primaria. Son cada vez más los préstamos, asimilaciones, calcos o adaptaciones que se hacen, influidos sobre todo por el inglés; y son cada vez más también las personas que utilizan más de un idioma en un mismo discurso. La internet está abriendo cierto camino, y si bien es cierto que la inmensa mayoría de los habitantes del planeta no pueden ni siquiera soñar con acceder a la "red mágica", donde predomina el inglés, también lo es que cada vez más una parte considerable de la población del planeta necesita insertarse en ella.

De cualquier manera, el predominio absoluto del inglés o cualquier otro idioma "universal" no sería cosa tan fácil porque una lengua es algo más que vocabulario. Los accidentes gramaticales se han formado por decantación histórica, y no siempre según normas racionales, aunque la lingüística ha descubierto relaciones lógicas de índole muy variada que la mente acostumbra a establecer entre las cosas, sin embargo, no puede negarse que la formulación de una gramática racional y el estudio empírico de las lenguas, que propugnaba Leibniz, en la nueva realidad globalizada en que se apunta hacia la unicidad del pensamiento, basamento de estudio del filósofo alemán, esta vez con un progreso técnico inimaginable entonces, tal vez conduzca ahora a mejores resultados que en el siglo XVII.

Traductores

Ante la interrogante de que nos toca hacer frente a esta situación en tanto que somos depositarios de nuestro legado lingüístico, y parte del mercado, la respuesta por ahora, es defender nuestras lenguas nacionales de los intentos lingüísticos globalizadores que las empobrezcan, y enriquecerlas creativamente, porque las ideas y conceptos primarios de la globalización se originan, desarrollan y expresan en las lenguas de quienes dominan; así aceptar un término para su empleo habitual, es aceptar una idea por más que el sujeto la rechace en su plano intelectivo; utilizar un código expresivo, es de por sí abrirse a toda la carga de sentido y actitud que encierra como producto cultural. Las palabras adquieren en su seno un sentido que no tendrían aisladamente o en otro contexto mental. Cuando una palabra o locución verbal "se pone de moda" en el lenguaje habitual, lo hace por lo general con un sentido diferente o con implicaciones nuevas. Es nuestra obligación ser conscientes de ello, de esta forma nos defenderemos como identidad cubana, en nuestro caso, y también como profesionales. Tenemos la obligación moral de contribuir a preservar, en lo que podamos, una de las profesiones más antiguas y lograr, desde nuestra posición, «estados competitivos», para lo cual se necesitará también de «lenguas competitivas".

En conclusión, siempre se ha discutido sobre la génesis del lenguaje y su papel en el pensamiento. Tanto si se pretende un origen convencional como onomatopéyico, la controversia es especulativa, de ahí que se llegó a sostener la necesidad de un primer lenguaje revelado por Dios para que se forjara el entendimiento. En la Biblia se lee: "Era entonces toda la tierra de una lengua y unas mismas palabras…. Y los hombres se dijeron: Edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Y descendió Jehová y dijo: …Todos tienen un lenguaje y han comenzado a obrar y nada les retraerá ahora de lo que han pensado hacer…. Confundamos aquí mismo su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero. Y así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de la tierra, y dejaron de edificar la ciudad… Por eso se le nombró a ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra…" Esto quiere decir que el lenguaje original le fue arrebatado al hombre por la vía del castigo. Luego entonces, ¿vendría la globalización a quitarnos la penitencia? ¿Llegará el hombre a construir su torre y su ciudad hablando un idioma universal que facilite sus relaciones? Podríamos hacer grandes ejercicios mentales, pero les recuerdo que el lenguaje no está ni al servicio ni de la razón pura, ni del arte puro, sino de la vida y sus necesidades; por eso prefiero invitarlos a disfrutar de la sentencia que nos legara Gabriela Mistral en 1945: "El habla es la segunda posesión nuestra, después del alma, y tal vez no tengamos ninguna otra posesión en este mundo."

Referencias bibliográficas

  1. Vazquez- Ayora, G. Introducción a la traductología. Washington D.F: Georgetown University Pres, 1997.
  2. Baró Herrera, S. Globalización y tendencias en las relaciones políticas internacionales. Centro de Estudios Europeos, 1996.
  3. Moneta, JC. La dimensión cultural: el eslabón perdido de la globalización. Capítulos (47).
  4. Secretaría Permanente del SELA. "Cambio y continuidad en el proceso de globalización internacional: escenarios de fin de siglo" Riesgos y oportunidades de la globalización. Montevideo, SELA, 1996.
  5. Mesa, L. Posguerra fría: ¿choque de civilizaciones? Temas 1999; (julio-dic).
  6. Taller de análisis de coyuntura. El desafío de la globalización. Santo Domingo, 1995.
  7. Parrilla, MJ. Estudio sobre el origen y desarrollo del pensamiento, San Juán, 1948.
  8. Gambra, R. El lenguaje y los mitos. Madrid: Speiro, 1983.
  9. Carreras Artau, J. De Lull a los modernos ensayos de formación de una lengua universal. Barcelon: Consejo Científico de Barcelona, 1946.
  10. Lull R. Blanquerna. Madrid, M. Aguilar, 1944. Cap. 94; p. 490-503.
  11. Sociedad Bíblica Trinitaria. La Santa Biblia, Londres.

Recibido: 26 de abril del 2001. Aprobado: 23 de mayo del 2001. Lic. Gisela Odio Zamora Asociación Cubana de Traductores e Intérpretes (ACTI). Línea 507, esq. D. El Vedado. Plaza de La Revolución. Ciudad de La Habana, Cuba.

1 Licenciada en Historia. Presidenta de la Asociación Cubana de Traductores e Intérpretes (ACTI). Equipo de Servicios de Traducción e Interpretación (ESTI). Cuba.

* Los artículos que integran esta sección son conferencias impartidas durante el III Encuentro de traductores e intérpretes iberoamericanos y caribeños el cual fue organizado, por la Editorial José Martí/Arte y Literatura. Este evento se desarrolló en Ciudad de La Habana del 31 de enero hasta el 2 de febrero del 2001.