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ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.12 n.2 Ciudad de La Habana mar.-abr. 2004

 

El primer trabajo científico publicado por el doctor Carlos J. Finlay

José Antonio López Espinosa1

Resumen

Se exponen algunos antecedentes en relación con el surgimiento de la Endocrinología como ciencia y se describen las características y síntomas más visibles del bocio exoftálmico como enfermedad endocrina. Se indican los años de aparición de las referencias bibliográficas más antiguas conocidas a nivel universal acerca de esta afección y del primer trabajo publicado en Cuba en relación con un padecimiento de las glándulas endocrinas. Se hace un breve comentario respecto a un comunicado presentado en 1863 en la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana por el doctor Carlos J. Finlay y Barrés, el cual tiene la doble significación de haber sido el primer trabajo científico publicado por el sabio cubano y el primer artículo sobre bocio exoftálmico que vio la luz en una revista científica editada en la isla.

Clasificación: Artículo histórico
Descriptores (DeCS): ENDOCRINOLOGÍA/historia; ENFERMEDAD DE GRAVES; BIBLIOGRAFÍA DE
MEDICINA; PUBLICACIONES PERIÓDICAS; PERSONAJES; CUBA
Descriptores (DECI): BIBLIOGRAFIA DE MEDICINA; BIBLIOGRAFÍA RETROSPECTIVA; PERSONAJES; ENFERMEDAD DE GRAVES; CUBA

ABSTRACT

Some antecedents related to the arising of endocrinology as a science are exposed. The main features and symptoms of exophtalmic goiter as an endocrinological disease are decribed. The years of appearance of the oldest bibliographic references known all over the world on this disease were also indicated as well as the first research published in Cuba related to this condition of endocrinological glands. A brief comment on a communication presented in 1863 at the Academy of Physical, Natural and Medical Sciences of Havana by the doctor Carlos J. Finlay was provided. This communication had the strong significance of being the first scientific research published by the Cuban wise and the first article on exophtalmic goiter published in a scientific journal edited in the island.

Classification: Historical article
Subject headings (DeCS): ENDOCRINOLOGY/history; GRAVES'DISEASE; BIBLIOGRAPHY OF MEDICINE; PERIODICALS; FAMOUS PERSONS; CUBA
Subject headings (DeCI): BIBLIOGRAPHY OF MEDICINE; BIBLIOGRAPHY, RETROSPECTIVE; FAMOUS PERSONS; GRAVES' DISEASE; CUBA


La Endocrinología (del griego endon (interior); krinein (segregar) y logos (estudio) es una disciplina biomédica, cuyos antecedentes como ciencia datan de mediados del siglo XIX, cuando en 1849 el alemán Arnold Adolph Berthold (1803-1861) demostró que el trasplante de testículos en la cavidad abdominal de los gallos castrados impedía el posterior desarrollo del síndrome de poscastración, con lo que fue el primero en demostrar la existencia de la secreción interna. Ese mismo año el francés Charles Edouard Brown-Séquard (1817-1894) estableció la importancia de esas glándulas para la vida. En 1854 Moritz Schiff (1823-1896) observó la inevitable muerte de animales sobre los que practicó la tiroidectomía y, 20 años después, con el trasplante de la tiroides a animales que habían sido tiroidectomizados, se evitó su fallecimiento, con lo que se afirmó el papel de esta glándula como órgano de secreción interna.1

El bocio exoftálmico es una enfermedad endocrina, caracterizada por la hipertrofia de la glándula tiroides con protrusión o proyección anormal del globo del ojo, acompañada de anemia e hiperfuncionamiento cardíaco. Entre sus síntomas más visibles se encuentran el temblor, la irritabilidad mental, la debilidad muscular y los trastornos orgánicos en general. Se considera que este padecimiento es consecuencia de una actividad tiroidea excesiva o pervertida.2

La referencia bibliográfica más antigua que se conoce acerca de esta afección se remonta a la cultura egipcia, pues en el Papiro de Ebers, escrito hacia 1550 a.n.e. con un texto de 22 líneas y 108 columnas,3,4 se hizo una descripción del bocio y hasta se recomendó como posible tratamiento la resección quirúrgica, o bien la ingestión de sales de un determinado lugar del Bajo Egipto.5 Esto demuestra no sólo que el mal era ya conocido en la época de los faraones, sino también que desde entonces se sugerían procedimientos para enfrentarlo.

Otro documento histórico donde se describió la mencionada enfermedad fue la obra de André Du Laurens [Laurentius] (1558-1609) titulada De mirabili strumas sanadi, publicada en París en 1609,6 a la que siguieron en orden cronológico algunas más durante los siglos XVII y XVIII y el primer cuarto del XIX hasta que, en 1825, Caleb Hillier Parry (1755-1822) hizo la que se considera la reseña clásica del bocio exoftálmico.7 Diez años después Robert James Graves (1797-1853) publicó la que por muchos se tiene como la primera descripción exacta del mal8 y en 1840 Carl Adolph von Basedow (1799-1854) dio a la luz un extenso artículo acerca de los resultados de sus investigaciones en relación con el modo de tratarlo.9 La trascendencia de la labor de los tres últimos autores mencionados ha conllevado que el bocio exoftálmico se identifique indistintamente como enfermedad de Parry, enfermedad de Graves o enfermedad de Basedow.

Si bien la primera publicación en la isla de Cuba de un trabajo sobre un padecimiento de las glándulas endocrinas tuvo lugar el 12 de mayo de 1813, fecha en la que el célebre sabio habanero, el doctor Tomás Chacón (1764-1849) hizo público en el Diario del Gobierno de la Habana un artículo sobre hermafroditismo en un marinero,10 no fue hasta transcurridos algunos años de la segunda mitad del siglo XIX que apareció el primer trabajo científico en relación con el bocio exoftálmico propiamente dicho.

Este trabajo, que constituye el objetivo central del presente artículo, fue dado a conocer por el célebre médico cubano Carlos J. Finlay Barrés (1833-1915) en la sesión celebrada el 8 de febrero de 1863 en la sede de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.11

LA BIBLIOGRAFÍA ACTIVA DE FINLAY

Con su genial descubrimiento del agente transmisor de la fiebre amarilla, el doctor Finlay abrió un nuevo capítulo en la patología tropical, a saber, el de la teoría metaxénica de la transmisión de enfermedades por vectores biológicos; con independencia de que contribuyó también de modo considerable al desarrollo de disciplinas tales como la Entomología y la Virología. De todos es sabido que el científico cubano consagró la mayor parte de su vida al estudio de esta enfermedad y que, por ende, la abordó en un gran porcentaje de su amplia producción científica publicada.12 Sin embargo, un examen detenido de su bibliografía activa demuestra que a su abundante obra sobre la fiebre amarilla, ascendente a un aproximado de 90 documentos procesados desde el punto de vista editorial, se agregan cerca de 100 más en los que trató acerca de otros aspectos. Destacan entre ellos los relativos a las enfermedades de la visión, pues fue la Oftalmología la especialidad con la que dio inicio a su ejercicio profesional; así como a los asuntos de salud pública (desde mayo de 1902 hasta diciembre de 1908 aparecieron cada mes y año en el Informe Sanitario y Demográfico de la República de Cuba, tanto en español como en inglés, sus observaciones como Jefe de la Sanidad Cubana).

Otras dolencias humanas objeto de sus investigaciones reflejadas en su bibliografía activa fueron la filariasis (a él corresponde también el mérito de haber descubierto la existencia de este mal en Cuba), el cáncer, la lepra, el tétanos infantil, la malaria, el beriberi, la corea, la tuberculosis y el absceso hepático, por sólo citar algunas. También dedicó sus esfuerzos al estudio de la patología vegetal, principalmente a las afecciones de los cocoteros, y animal, sobre todo al muermo.

BOCIO EXOFTÁLMICO. OBSERVACIÓN

Con este encabezamiento puso Finlay a la consideración de sus colegas académicos en la fecha antes indicada su comunicado sobre el trastorno, que luego se publicó con el mismo título en el primer número de los Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana,11 revista surgida en agosto de 1864 como órgano oficial de esa corporación. Procede informar de paso que la publicación se mantuvo durante casi un siglo divulgando principalmente las contribuciones de los miembros de la Academia, además de las de otras personalidades de las ciencias y que ha sido hasta ahora la más trascendental y la de más larga vida entre todas las revistas científicas cubanas (su último número salió en 1958).

Finlay dio inicio a su comunicado sobre el bocio exoftálmico con mención al interés que habían suscitado en Europa las discusiones de la Academia de París respecto a la entonces extraña enfermedad, lo que le sirvió de motivación para recoger los apuntes de un caso, el primero detectado en Cuba, ocurrido en la ciudad de Matanzas en diciembre de 1862. En su intervención hizo el sabio una exhaustiva descripción de los síntomas de la paciente objeto de sus observaciones, una negra partera de 37 años llamada Inés Sosa, coincidentes todos con los descritos por Graves8 y Basedow.9

En ese trabajo hizo Finlay un pormenorizado recuento del examen y de las pruebas que practicó a la enferma, así como de los signos que halló, con los que llegó a la conclusión de que se trataba del bocio exoftálmico. Asimismo informó en detalle acerca de la estrategia terapéutica que puso en práctica y de los favorables resultados que obtuvo al cabo de las tres semanas con su aplicación. Finalmente, dedicó gran una parte del texto al análisis y discusión de los resultados, sobre la base del pronóstico de la evolución de la enfermedad observada por sus colegas de Europa. En esa discusión fundamentó y defendió su criterio de clasificar el mal entre las neurosis del nervio gran simpático, a partir de los fenómenos por él observados tales como la dilatación de los vasos y la elevación de la temperatura del cuello y de la cara; las palpitaciones del corazón; la prominencia del globo ocular y la dilatación de las pupilas. Otra circunstancia que alegó para defender su posición acerca del origen nervioso del trastorno fue la posibilidad de curación de la dilatación hipertrófica del corazón.

CONSIDERACIONES GENERALES

Con este interesante bosquejo del bocio exoftálmico hizo Finlay un importante aporte al conocimiento de la enfermedad en Cuba, por cuanto llamó la atención de sus compatriotas en relación con su existencia en el territorio nacional y puso sobre aviso la necesidad de su estudio, ya no como un objeto de mera curiosidad, sino como una exigencia impuesta por los nuevos tiempos de su época.

A la prioridad que con justicia le corresponde como descubridor del agente transmisor de la fiebre amarilla, que lo hizo merecedor de ocupar para la posteridad un lugar en el selecto grupo de los benefactores de la humanidad, se agregan otras importantes contribuciones al bienestar de sus semejantes que también constituyen primicias de la medicina cubana, entre ellas el trabajo objeto de este comentario. Ese comunicado, expuesto por el sabio cubano en febrero de 1863, tiene además, desde el punto de vista bibliográfico, la doble significación de haber sido el primer trabajo científico que él publicó y el primer artículo sobre bocio exoftálmico que vio la luz en una revista científica editada en el archipiélago cubano.

En ocasión del aniversario 170 de su natalicio, se ha redactado este modesto artículo para honrar su memoria con la divulgación de una faceta poco conocida de su fecunda vida científica.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Potiomkin VV. Endocrinología. Moscú: Editorial Mir, 1981. p. 9-10.
  2. Diccionario terminológico de Ciencias Médicas. T1. La Habana: Editorial Científico-Técnica; 1984. p. 146. (Edición Revolucionaria).
  3. Grapow H. Grundriss der Medizin del Älten Ägypter. Berlin: Akademie Verlag; 1962. p. 1954 -1963.
  4. Maul S, Westendorf W. Primeras teorías médicas entre la magia y la razón. En: Schott H. Cró-nica de la Medicina. T1. 2 ed. Barcelona: Plaza & Janés, 1994. p. 26-29.
  5. Amaro Méndez S. Bocio. En: Breve historia de la Endocrinología. La Habana: Editorial Cientí-fico-Técnica, 1975. p. 67-73.
  6. Du Laurens A. De mirabili strumas sanadi. Parisiis: M. Orry, 1609.
  7. Parry CH. Enlargement of the thyroid gland in connection with enlargement or palpitation of the heart. Collections from medical writings of C H Parry. T2. London, 1825. p. 3-29.
  8. Graves RJ. Palpitation of the heart with enlargement of the thyroid gland. Lond Med Sur J 1835;7:516-517.
  9. Basedow CA von. Exophthalmos durch Hypertrophie des Zellgewebes in der Augenhöhle. Wchschr Ges Heilk 1840;6:197-220.
  10. Romay Chacón T. Descripción de un hermafrodita. Diario del Gobierno de la Habana 1813; 7(1017):1-3.
  11. Finlay CJ. Bocio exoftálmico. Observación. An Acad Cien Fis Nat Habana 1864;1:21-27.
  12. López Sánchez J. Finlay. El hombre y la verdad científica. La Habana: Editorial Científico-Técnica, 1987. p. 477-489.

Recibido: 27 de febrero del 2004. Aprobado: 15 de marzo del 2004.
Lic. José Antonio López Espinosa.
Universidad Virtual de Salud de Cuba. Red Telemática de Salud en Cuba (Infomed).
Calle 27 No. 110 entre M y N, El Vedado. Habana 4. Correo electrónico: jale@infomed.sld.cu

1 Licenciado en Información Científico-Técnica y Bibliotecología. Sección de Humanidades Médicas. Universidad Virtual de Salud. Red Telemática de Salud en Cuba (Infomed). Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas.