SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.13 número3Informatización de la red de bibliotecas de las unidades de la atención primaria en CubaToma de decisiones: el imperativo diario de la vida en la organización moderna índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.13 n.3 Ciudad de La Habana Mayo-jun. 2005

 

La formación bibliotecaria en Cuba: una mirada a través de los documentos

MsC. Nuria E. Pérez Matos1

Resumen

Se esbozan históricamente los primeros intentos realizados para la formación profesional del bibliotecario cubano hasta llegar a los cambios sociales que experimentó Cuba en los inicios de la Revolución donde se crearon las primeras escuelas de nivel medio de bibliotecología y la creación de la carrera universitaria. Se analizan las investigaciones desarrolladas, tanto en el nivel medio del bibliotecario público como en los estudios universitarios, a partir de los trabajos finales presentados para sus respectivas graduaciones.

Palabras clave: Formación profesional, tesis de grado, literatura bibliológico-informativa.

Library training in Cuba: a look through the documents

Abstract

The first efforts made for the professional training of the Cuban librarian up to the social changes experimenteed by Cuba at the beginning of the Revolution, when the first middle level library schools and the university career of this discipline were created, are historically outlined. The investigations developed at the middle level of the publilc librarian and at the university level are analyzed, starting from the final papers presented for their graduations.

Key words: Professional training, degree thesis , bibliological-informative literature.

Copyright: © ECIMED. Contribución de acceso abierto, distribuida bajo los términos de la Licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Compartir Igual 2.0, que permite consultar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente y utilizar los resultados del trabajo en la práctica, así como todos sus derivados, sin propósitos comerciales y con licencia idéntica, siempre que se cite adecuadamente el autor o los autores y su fuente original.

Cita (Vancouver): Pérez Matos NE. La formación de bibliotecaria en Cuba: una mirada a través de los documentos. Acimed 2005;13 (3). Disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol13_3_05/aci08305.htm Consultado: día/mes/año.

Antecedentes de una formación eventual

La creación de las primeras instituciones de información en Cuba (archivos y bibliotecas) como en el resto del mundo, no marcó la aparición de las ciencias que estudian las leyes, principios y estructura de sus actividades. La historia muestra, al principio, la fundación de las instituciones y, más adelante, con el desarrollo de sus procesos y legislación, la aparición de la literatura, la formación del profesional y finalmente, el surgimiento y consolidación de las ciencias de la información.

La primera noticia que se tiene de una biblioteca en Cuba se halló en el testamento del presbítero Nicolás Estebes Borges, vicario general del obispado de La Habana, fallecido a inicios del año 1665, en una de cuyas cláusulas decía: "declaro que tengo una librería de mil cuerpos de libros poco más o menos, quiero y es mi voluntad que esta se coloque en la Iglesia Parroquial de esta Ciudad en la parte y lugar donde más bien les pareciese a sus Señorías Ilustrísimas y dicho Señor Maestro de Campo Gobernador, entregándola con cuenta y razón a algún eclesiástico que cuide de ella para que se valgan los requeridos y amados predicadores y teólogos y si hubiese Iglesia Catedral en esta ciudad se mude para ella para dicho efecto".1

Las primeras bibliotecas en el país aparecieron en medio de la situación de atraso y la pobreza intelectiva en que vivían sus pobladores, en la etapa erudita de la actividad bibliotecaria en el mundo, y del Siglo de Oro de la cultura española. Constituían bibliotecas particulares denominadas "librerías" por sus dueños y carecían de uso social, en sus volúmenes predominaba el tema religioso. Por otra parte, se trataba de libros extranjeros, mayormente españoles y, en otros casos, en lengua latina, porque en Cuba todavía no existía una imprenta. A pesar de las referidas características, que matizaron la casi nula actividad bibliotecaria en los siglos XVI y XVII, existe información que manifiesta el interés de España por conservar los documentos antiguos de la Isla.

El siglo XIX fue para el universo bibliotecológico, época de grandes renovaciones. Muchos autores consideran el año 1850 como el principio de la catalogación moderna, así surgieron las noventa y una reglas de Antonio Panizzi (1839), Charles A. Cutter creó las reglas para el catálogo diccionario (1876), Melvil Dewey elaboró la Clasificación Decimal (1876) y aparecieron grandes clasificaciones como la del British Museum. (Herrero Pascual, 1989) Mientras que el mundo bibliotecológico celebraba congresos y se respiraban aires diferentes de renovación técnica, en Cuba se vivía aun bajo un pleno régimen colonial en cuyo ambiente los avances de la actividad informativa, aunque recibieron cierto impulso, eran lentos en comparación con sus progresos en otras latitudes. La vida económica había pasado paulatinamente a depender de la prosperidad de la industria azucarera. Vilá describía que, en 1844, "sólo había en Cuba 286 escuelas a las que asistían 11,053 alumnos o un diez por ciento de la población en edad escolar del país en el que, además, la proporción de adultos analfabetos era aterradora". 2

La situación de la colonia se hizo tan insoportable que el único camino fue el de la guerra para poder alcanzar la libertad de Cuba. En 1898, sólo faltaba darle tiempo a las guerras independentistas de casi treinta años para derrocar a la colonia española, pero la explosión del acorazado Maine, en febrero del propio año, acarreó la intromisión de los Estados Unidos en la guerra contra España, con el único fin de intervenir en la isla. Con la culminación de las guerras independentistas y la intervención norteamericana, nació una república moribunda cargada de ideas patrióticas frustradas por la corriente anexionista y limitadas al punto de la censura y el hostigamiento, para aquellos pensadores que intentaran luchar contra los intereses americanos en la isla.

A pesar de todo lo que acontecía en la isla, un grupo de intelectuales y patriotas, que habían estado años en el exilio, formaron la Junta Organizadora de la Biblioteca y Museo Nacionales de la Isla de Cuba. Existen también varios trabajos que han estudiado las causas del surgimiento de la Biblioteca Nacional de Cuba. Aunque existía la Biblioteca de la Sociedad Económica de Amigos del País, que sirvió de núcleo a las bibliotecas nacionales en la gran mayoría de Iberoamérica, en 1901 se fundó la Biblioteca Nacional de Cuba con carácter independiente. Es su primer director, el patriota y bibliógrafo cubano Domingo Figarola Caneda.

La creación de esta institución, además de lo que representó y representa para la identidad y la cultura nacional, constituyó un eslabón más en el desarrollo bibliotecario cubano. Su historia la ubica en diferentes momentos.

Durante todo el siglo XX, las principales actividades informativas: actividad bibliotecaria, actividad archivística y actividad bibliográfica, se desarrollaron paulatinamente, condicionadas por su propio comportamiento. Es a principios de este siglo que se tiene el primer antecedente sobre la formación profesional del bibliotecario a partir de dos proyectos de ley.

El primero data de 1919, presentado al Senado por el Dr. Cosme de la Torriente, entonces senador de la República. La proposición de ley perseguía tres objetivos: "Primero: Dotar a la Biblioteca Nacional, a la Biblioteca de Matanzas y al Archivo Nacional de edificios adecuados para que estas instituciones puedan llenar cumplidamente su alta misión educativa y social; Segundo: Promover la creación de Bibliotecas Públicas en toda la extensión de la República por ser de absoluta necesidad su establecimiento para la educación y cultura del pueblo y; Tercero: Formar el personal técnico, debidamente preparado para el servicio de estas Bibliotecas Públicas y de las demás que dependen del Gobierno, a cuyo fin se propone la creación de una Escuela de Bibliotecarios y Archiveros". 3

El segundo proyecto de ley se presentó en 1927 sobre una reforma del plan de estudios de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, pero que no llegó a materializarse, mediante el cual se crearía en dicha Facultad el Instituto de Técnica de Bibliotecas que hubiera expedido un diploma de Bibliotecario a sus futuros graduados.

El proyecto de Cosme de la Torriente manifestaba tendencias europeas, sobre todo francesa, al considerar unidas la bibliotecología y la archivonomía. Se le concedía un crédito de doce mil pesos y se exigía como requisito de ingreso el título de Doctor en Derecho, en Filosofía y Letras, en Ciencias, o Pedagogía, de la Universidad de La Habana; el título de Bachiller de los Institutos de Segunda Enseñanza de la República, o el diploma de maestro(a) de las Escuelas Normales. Los cursos durarían un año, serían gratuitos y se ofrecerían estudios como: organización, catalogación, clasificación y servicio público de bibliotecas; la paleografía, la bibliografía general y especial; la organización de departamentos para niños; la historia del libro y nociones de tipografía, encuadernación, caligrafía y mecanografía.

El segundo proyecto requería de un bibliotecario con una sólida formación en literatura, historia y otras disciplinas humanísticas. En este sentido, se impartirían once disciplinas con fines eminentemente culturales.

Ambos proyectos muestran preocupaciones sobre la enseñanza de la bibliotecología en Cuba por parte de cubanos ilustres interesados en priorizar la labor de las bibliotecas públicas y del bibliotecario como principales difusores de la cultura.
Se conoce que a finales del siglo XIX y principios del XX, la propia producción editorial en Cuba condujo a un movimiento bibliográfico que se desvinculó del trabajo bibliotecario propiamente dicho, como sucedió en épocas anteriores en otras latitudes, porque la actividad bibliográfica tiene su propia identidad. Por otra parte, las bibliotecas continuaron el fomento de las técnicas de recuperación y centraron su atención en los problemas referentes a los edificios de las bibliotecas y el almacenamiento del gran cúmulo de documentos. Pero no es hasta las décadas de los años 30 y el 40 del siglo XX, que se inicia el tratamiento teórico de los problemas bibliotecológicos en Cuba y que se imparten los primeros cursos de formación bibliotecaria.

Es en la década de los años 30, que se inicia la publicación sistemática de literatura sobre la especialidad y que se inicia el primer curso de bibliotecología en Cuba. En el campo de la literatura, aparece el Anuario Bibliográfico Cubano (1937-1958) que surge como primera publicación bibliológico informativa en Cuba y que responde al movimiento bibliográfico que se desató en Cuba a finales del siglo XIX y que marcó cierto predominio en los primeros 30 años del siglo XX en la literatura "informativa". Le continuó el Boletín Bibliotécnico (1938-1941) al que le sucedieron el Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios (1949-1959) y la revista Cuba Bibliotecológica (1953-1960). En la formación profesional se inicia el primer curso de bibliotecología en Cuba, en el 1936, organizado por María Villar Buceta.

El Curso de Iniciación Biblioteconómica, que así se le denominó, se ofreció en el Lyceum de La Habana con dos clases por semana, de una hora de duración, en 24 lecciones orales y prácticas de junio a agosto. Se impartieron asignaturas técnicas como clasificación, catalogación, etcétera, hasta psicología del lector, encuadernación, lenguaje y escritura, musicalia, mapoteca y otras. 4

También se impartieron conferencias, cursillos y se editaron publicaciones dirigidas de alguna manera a la superación profesional en aquel entonces. Por ejemplo, el 31 de enero de 1937, el Dr. Homero Serís, ofreció una conferencia en la Institución Hispanocubana de Cultura titulada "El arte de manejar los libros", que se publicó en forma de folleto por la Biblioteca Municipal de La Habana y el propio autor elaboró una bibliografía mínima de biblioteconomía que se registró en el primer número del Boletín Bibliotécnico. Se impartió otro cursillo de biblioteconomía por el archivero y bibliotecario del Ateneo de Madrid, Jenaro Artiles, en la Sociedad Económica de Amigos del País, que incluía diez lecciones y se inició el 9 de enero de 1940. Aunque existieron intentos esporádicos y proyectos de leyes desde principios del siglo XX, no es hasta que se celebran las primeras asambleas de bibliotecarios de Cuba y se crea la Asociación que los representa, que sus miembros deciden acometer la creación de una Escuela de Bibliotecarios de carácter permanente.

El primer curso de la Escuela de Servicio de Biblioteca, que fue el resultado de todas estas preocupaciones, realizó sus primeras clases de marzo a mayo de 1940. Las asignaturas aparecieron diferenciadas por vez primera, puesto que en intentos anteriores se englobaban frecuentemente en títulos generales como el de técnicas bibliotecarias y fue un grupo de bibliotecarios de prestigio los que actuaron como profesores. Por ejemplo, la asignatura de clasificación y catalogación la impartió el Dr. Jorge Aguayo, Obras de consulta y referencia, la Dra. María Teresa Freyre de Andrade, Organización de bibliotecas, el profesor Isaac T. Cabrera, etcétera.

En enero de 1941, la Dra. María Teresa Freyre de Andrade impartió un cursillo titulado "Lecciones preliminares sobre manejo y apreciación del libro y uso de bibliotecas". Aparecieron también en esa fecha, noticias sobre un cursillo de prácticas bibliotecarias impartido por Jenaro Artiles, de la Institución Hispanocubana de Cultura, que según María Teresa Freyre no se pudo constatar en los mensajes de la Corporación de Bibliotecarios y Archiveros, creada por Fermín Peraza en la misma época. (Freyre de Andrade, 1949). 5 Por otra parte, la Escuela de Servicio de Biblioteca volvió a funcionar desde octubre de 1942 a marzo de 1943, con la diferencia de que separaban la asignatura de catalogación y clasificación siendo la profesora de la última Josefina Mayol.

Otro de los intentos aislados de superación fue "Prácticas de Clasificación y Catalogación de Bibliotecas" impartido por el Dr. Fermín Peraza del 26 de mayo al 25 de junio de 1942 en las oficinas del Historiador de la Ciudad, el entonces Dr. Emilio Roig. En 1942, se celebró el "Primer Congreso Internacional de Archiveros, Bibliotecarios y Conservadores de Museos del Caribe" en La Habana, que impulsó el movimiento bibliotecario y los aspectos relacionados con la superación del profesional y la edición de libros para estos fines. De esta forma, José Antonio Ramos publicó el "Manual de biblioteconomía: clasificación decimal, catalogación metódico-analítica y organización funcional de bibliotecas". En el propio año, Fermín Peraza inauguró su "Seminario de bibliografía cubana", anexo a la cátedra de Historia de Cuba del Dr. Elías Entralgo, y que los doctores Ramos, Artiles y Peraza organizaron un curso en la oficina del Historiador de la Ciudad con 10 asignaturas: Historia del libro y la escritura, Introducción a la clasificación, Sistema Decimal de Clasificación, Generalidades de catalogación, Bibliografía aplicada a la catalogación, entre otras.

Existió otro frustrado intento de crear un curso teórico-práctico de biblioteconomía en 1943. El primero con carácter formal en un centro privado, la Academia Bravo, pero razones económicas lo llevaron al fracaso. En 1944, Peraza continuó con el Seminario en la cátedra de Entralgo y en 1945, organizó el "Curso de generalidades bibliográficas" como parte del curso oficial de Archivonomía del Archivo Nacional de Cuba del 4 de abril al 8 de junio.

En 1946, se iniciaron los cursos de Ciencia bibliotecaria en la Escuela de Verano de la Universidad de La Habana. Estos cursos llenaron un poco el vacío y la falta de sistematicidad con que se mantenía la enseñanza bibliotecológica en Cuba hasta entonces. Sin embargo, no resultaron ser el ideal que pretendían los profesionales dedicados a la enseñanza. No era la primera vez que dicha escuela se interesaba por estos tipos de estudios. En 1943, se ofrecieron cursos especiales de educación por iniciativa de la Asociación Cubana de Bibliotecarios. Se impartieron materias como: Bibliografía y Referencia, por la Dra. María Teresa Freyre de Andrade, Catalogación y Organización de bibliotecas escolares por el Dr. Jorge Aguayo, entre otros.
Los cursos de esta escuela se componían de cuatro asignaturas en tres sesiones de duración. Las asignaturas eran Catalogación y Clasificación por Jorge Aguayo, Obras de referencia por María Teresa Freyre, Bibliografía cubana por Fermín Peraza y Organización y Administración por Raquel Robés.

Lograr una escuela sistemática era el objetivo de los profesionales que durante todo el siglo pasado intentaron crearla de alguna forma. A finales de 1944 y principios de 1945, se trató de interesar al gobierno del Dr. Ramón Grau San Martín en el proyecto de creación de una escuela oficial. No fue hasta el 29 de mayo de 1947, que la Facultad de Filosofía y Letras aprueba el plan para la creación de una escuela de Bibliotecarios anexa a la Facultad, pero hasta junio de 1950 no se aprueba definitivamente. Por otra parte, el 13 de septiembre de 1950 se inició el curso de la Escuela Cubana de Bibliotecarios que funcionó en la Sociedad Económica de Amigos del País. Estuvieron en la inauguración, el presidente de la Sociedad, Dr. Antonio M. Eligio de la Puente, el Dr. Cosme de la Torriente, autor del primer proyecto para crear una escuela semejante, y el presidente de la Junta de Patronos de la Biblioteca Nacional Emeterio S. Santovenia, entre otros. Como asesor, visitó Cuba el Dr. Jerrold Orne, director de las Bibliotecas de la Washington University de la ciudad de Saint Louis.

El comienzo de los estudios sistemáticos

La formación del bibliotecario estuvo fuertemente condicionada por las transformaciones sociales a que estuvo sometida Cuba a partir del triunfo de la Revolución, cuando enfrentó una serie de iniciativas para fortalecer el sistema bibliotecario cubano, entre ellas, la fundación del Instituto de Información Científica y Técnica (IDICT), la creación de escuelas y programas para formar técnicos para las bibliotecas y otros tipos de instituciones de información, hasta llegar a la institución de una nueva carrera universitaria acorde con la actualidad bibliotecológica e informativa a nivel mundial. Linares plantea que la formación del bibliotecario en Cuba tiene dos grandes etapas: la primera caracterizada por la preparación de los especialistas únicamente en el campo bibliotecológico, que comenzó alrededor de la década del 40, y se extendió hasta la década del 70, y la segunda etapa, que se mantiene hasta nuestros días donde las concepciones de la enseñanza universitaria cambiaron significativamente.6

Los primeros pasos de la revolución triunfante se dirigieron, sin lugar a dudas, hacia el nivel educacional y cultural de la población. En este sentido, diversos fueron los esfuerzos hasta lograr crear a para el nivel medio tres escuelas fundamentales en la formación del técnico medio bibliotecario: la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas (ENTB) del Ministerio de Cultura para la Red de Bibliotecas Públicas, la Escuela de Bibliotecarios Escolares del Ministerio de Educación y la antigua Escuela de Técnicos de Bibliotecas del Ministerio de Salud Pública, que dejó de funcionar a finales de la década de los 80.

Los estudios del nivel medio

La ENTB se fundó el 7 de junio de 1962 por el Consejo Nacional de Cultura ante la necesidad de formar personal técnico especializado, capaz de impulsar el desarrollo de las bibliotecas públicas y ser partícipe de la actividad propuesta por el Gobierno Revolucionario. Inicialmente, los cursos se organizaron para la capacitación del personal que laboraba en la Red de Bibliotecas Públicas y otros centros de trabajo, donde una vez graduados, los alumnos contribuyeron a la creación y organización de colecciones especializadas de las primeras unidades de información que hoy forman parte del Sistema Nacional de Información Científico Técnica: bibliotecas especializadas y centros de información y documentación.

A partir de 1966, inició un proceso ininterrumpido hasta hoy, de "Perfeccionamiento de Planes y Programas de Estudio" donde se revisan periódicamente dichos planes y programas con el objetivo de actualizar y perfeccionar gradualmente la formación integral de los técnicos egresados. En este proceso, no sólo intervienen los profesores de la escuela sino que además, participan especialistas de diferentes instituciones de información del país con sus experiencias, orientaciones y colaboración.
Actualmente, las Asignaturas Básicas Específicas y del Ejercicio de la Profesión, permiten preparar personal para laborar en bibliotecas públicas, especializadas, docentes, centros de información y archivos, del Sistema Nacional de Información, capaces de participar en:

  • La planificación, organización y control de la actividad; en el análisis de la eficiencia y efectividad de los servicios; y la formación y completamiento de los fondos de distintos tipos de instituciones de información.
  • El procesamiento analítico sintético de las distintas categorías de documentos, así como la organización y conservación de los fondos activos y pasivos.
  • La búsqueda, recuperación y diseminación de la información con precisión y exhaustividad.
  • La difusión, divulgación y promoción de los servicios informativos mediante exposiciones, charlas sobre el uso y manejo de los instrumentos de los centros de información y bibliotecas, así como en la promoción de la lectura por medio de actividades de libro-debates, revistas orales, entrevistas a escritores y artistas, entre otros.

Desde el curso 1983-84, la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas comenzó a realizar las Jornadas Científicas Estudiantiles con el objetivo de que los educandos expusieran y defendieran sus proyectos de grado como resultado de las investigaciones realizadas en sus centros de inserción durante la práctica preprofesional. Posteriormente, para cumplir con la Resolución Ministerial 400/91 del MINED, a partir del curso 1992-93, cada alumno tiene derecho a escoger entre la realización de: examen estatal, informe de la práctica preprofesional o un proyecto de grado, según el índice general promedio obtenido al finalizar sus estudios. Jaime Ruiz, en su tesis de grado, realizó un estudio del flujo documental de informes técnicos y proyectos de grado de la Escuela Nacional de Técnicos de Bibliotecas, donde presentó un total de 678 trabajos desde el año 1984 hasta el 2000 (figura 1) Jaime Ruiz A. El flujo ascendente de información en la Esuela Nacional de Técnicos de Biblioteca: 1984-2000. Estudio bibliométrico. [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).

Fig. 1. Comportamiento anual de proyectos de grado e informes técnicos de la ENTB.

La investigación científica en el nivel medio

En los últimos años, frente a la posibilidad del estudiante de escoger el informe de la práctica pre-profesional como ejercicio de graduación, la producción de proyectos de grado en la escuela disminuyó a tal punto, que en el año 2000 no se presentó ningún proyecto de grado. Esto llevó al establecimiento de un indicador sobre la naturaleza investigativa para los trabajos de graduación de este nivel, que utilizó como variables las categorías: investigativo, descriptivo, teórico y práctico, para ofrecer una visión general del carácter del documento, al margen de su contenido temático. Este análisis es importante, si se considera que, por lógica, la preparación de investigaciones científicas, teóricas o experimentales, orientadas a estudiar con determinada profundidad objetos o fenómenos y a revelar las leyes o regularidades que los caracterizan y que realizan aportes científicos, es propia de profesionales y universitarios, no de técnicos medios, como es el caso que nos ocupa, cuyos estudios los preparan para el trabajo técnico (práctico). Con independencia de esto, el comportamiento del flujo muestra una curva descendente en el número de los proyectos, un tipo de documento que por sus características constituían investigaciones.

Los trabajos denominados como teóricos son aquellos que se limitan a reseñar aspectos teóricos estudiados en clases y que tratan de mostrar el trabajo realizado durante la práctica preprofesional, pero que sólo llegan a lo que pudiéramos llamar "repetitivos". Se consideran descriptivos, aquellos que, al intentar valorar las tareas realizadas en el período de la práctica, no lograron los objetivos reales de dichos trabajos. Algunos proyectos de grado se limitaron a describir el objeto de estudio -por ejemplo, los medios audiovisuales- y los informes técnicos, describen, en general, la tarea práctica fundamental realizada, pero no realizan valoraciones adecuadas que puedan garantizar, incluso, el desarrollo del trabajo informativo y de su preparación como técnico. En la categoría "práctico", se incluyeron aquellos trabajos que investigaban aspectos específicos propios de la práctica bibliotecológico-informativa.

Los trabajos investigativos constituyeron estudios científicos que aportaron un nuevo conocimiento a pesar del nivel medio de sus autores. Los descriptivos no aportaban nuevo conocimiento, se limitaban a describir la actividad o procesos que tratasen. Los teóricos y prácticos podían constituir o no investigaciones científicas, por lo que podían ser investigativos o prácticos a su vez y para el caso que fueran investigaciones científicas, se clasificaron como investigaciones básicas o aplicadas. (figura 2).

Fig. 2. Naturaleza de los trabajos.

El mayor número de trabajos que constituían investigaciones científicas, considerados de naturaleza investigativa, fueron los proyectos de grado, mientras que los informes técnicos mantuvieron su naturaleza descriptiva. Pero lo interesante de este análisis, es que hubo informes que clasificaron como de la naturaleza investigativa, aunque fueron una minoría, hubo también una minoría de proyectos de grado que resultaron descriptivos. (figura 3).



Fig. 3. Distribución de los proyectos e informes según la naturaleza de su trabajo.

El análisis permitió determinar que el carácter de investigación científica de los trabajos de graduación de nivel medio no sólo se observa en proyectos de grado, sino también en los informes de la práctica preprofesional, aunque en menor cantidad, debido mayormente, a las políticas de las instituciones donde los alumnos se insertan. Se observa, en general, una disminución de la producción de proyectos, porque los trabajos investigativos en ese nivel disminuyen y ello manifiesta un debilitamiento en la preparación del estudiante para enfrentarse a las investigaciones actuales. Y, mientras tanto, ¿Qué sucedió en el nivel superior?

La formación universitaria

En cuanto a los estudios superiores, en 1970, nació la carrera de Información Científico-Técnica y Bibliotecología con asignaturas nuevas, dirigidas a fortalecer el marco teórico de la profesión que agonizaba en medio de criterios diversos y modalidades de nombre. A partir de la década de los años 80 y hasta la actualidad, se crearon diversos planes de estudios que se corresponden con el universo investigativo y teórico-práctico que enfrenta la profesión de forma universal. Para la década de los años 90, se produjo un salto cualitativo en la enseñanza en Cuba al cambiar la carrera su nombre por el de Bibliotecología y Ciencia de la Información.

En los estudios universitarios, el trabajo de González Mesa, describió el flujo documental de proyectos de diploma de la Licenciatura en Información Científico Técnica y Bibliotecología, actual Bibliotecología y Ciencia de la Información, desde su primera graduación en el año 1975 hasta el 2000. Dicho trabajo compiló un total de 919 trabajos investigativos. El quinquenio de mayor producción de documentos de este tipo fue el de 1985-1989. (figura 4) (González Mesa E. El flujo documental de tesinas y tesis de grado de la especialidad de Ciencia de la Información y Bibliotecología. [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).



Fig. 4. Comportamiento por quinquenio del flujo documental de los trabajos de diploma de la especialidad de bibliotecología y Ciencia de la información.

Las tesis de la universidad fueron objeto de estudio por parte de diferentes autores. Entre ellos, se destaca el estudio realizado por Issel Soto y Beatriz Reyes, que comparó, a pesar de las diferencias en la tipología documentaria, los resultados obtenidos por Mesa en las tesis, con la muestra de ponencias compiladas por ellas, en igual período de tiempo y considerando los eventos más significativos ocurridos en el mundo bibliológico informativo en Cuba: Los Talleres de Bibliotecas Universitarias y los INFO. (Reyes Hernández B, Soto Encinosa I. Comportamiento del flujo documental de ponencias presentadas en eventos celebrados en Cuba. Estudio de una muestra. . [Trabajo de Diploma para optar por el título de Licenciada en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2001).

Ambos trabajos declaran clases generales temáticas donde incluyen cada documento de la muestra utilizada para el estudio. En la descripción temática de los diplomas y ponencias, los documentos por sus características específicas difieren en los descriptores. A los diplomas corresponden 19 y a las ponencias, 22. Entre los dos grupos de temáticas, las diferencias están determinadas por los objetivos seguidos en cada tipo de documento. Es evidente la presencia en los diplomas de temas referentes a la bibliotecología, a partir de la formación profesional destinada a las normas tradicionales de organización y presentación de la información. En tanto las ponencias, reflejo vivo del postgraduado, muestran a la tecnología como rúbrica principal.

A los índices de frecuencia de los descriptores comunes en ambos tipos de documentos se les aplicó el coeficiente de correlación de Pearson con vistas a establecer su grado de asociación temática (tabla 1).

Tabla 1. Distribución temática de ponencias y tesis

Temáticas
Ponencias
Diplomas
Productos informativos
9
133
Conservación
13 3
Desarrollo de colecciones
47
19
Estudios de usuarios
54
43
Estudios métricos de la información
37
85
Estudios teóricos
45
128
Evaluación y diseño
39
31
Formación profesional
50
8
Gestión
75
46
Organización y representación de la información
49
135
Promoción
41
15
Servicios de información
76
91
Tecnología de la información y sistemas de comunicación automatizados
79
48
Unidades y sistemas de información
68
47
Totales
682
832

          Coeficiente de correlación, r = 0.006538177

No existe correlación temática entre ponencias y diplomas. Es decir, si las ponencias aumentan el tratamiento de la tecnología, como muestra la tabla, los diplomas, en cambio, continúan dirigidos a la organización y representación del conocimiento.

Puede afirmarse entonces que la literatura postgraduada se inclina hacia temas muy diferentes a la generada por el estudiante de la carrera. Varios factores condicionan este comportamiento. Primeramente, es indiscutible que la tipología documentaria responde a determinados objetivos temáticos. Son muy diferentes las intenciones de una tesis a la de una ponencia pero cabe señalar, que a pesar de las diferencias, ambos documentos presentan relaciones.

Si bien es cierto que las tesis tienen como objetivo realizar una investigación para alcanzar una meta y las ponencias, que reflejan sólo el acontecer actual de lo que sucede en el mundo profesional, tienen sólo la prima intención de divulgarse en un marco específico, indiscutiblemente, la formación profesional no debe marchar tan alejada de lo que acontece en el mundo profesional, porque esto demuestra la existencia de una formación profesional aislada de su propia práctica. En este sentido, los estudios buscan crear un profesional general, el propio Radamés plantea que el objetivo fundamental de la capacitación universitaria es "formar profesionales capaces de acometer labores informativas en uno u otro campo del complejo bibliotecario?informativo". 6

Observemos este comportamiento temático específicamente en las tesis, en aras de explicar su controvertida relación (figura 5).

Fig. 5. Distribución temática de las tesis según años.

Desde la década de los años 90, se comenta sobre la necesidad de un enfoque prospectivo entre los profesionales de la información, 7 así como de crear un especialista capaz de enfrentar el nuevo entorno dinámico y cambiante. Como el gráfico muestra, la "organización y representación" es la temática de mayor tratamiento en las tesis de grado de los estudiantes universitarios de la carrera pero su declinación en la última década del siglo XX y el surgimiento acelerado de tratamientos temáticos diferentes a las disciplinas tradicionales, lleva a nuevas reflexiones al respecto.

En los primeros años de la carrera en Cuba, constituían los temas principales de investigación en la tesis, la organización y representación de la información, que incluye las asignaturas clásicas de catalogación, indización, etcétera. Las bibliografías o compilaciones bibliográficas se hicieron frecuentes, a partir de la segunda mitad de la década de los años 80 y primera mitad de la década de los años 90. La causa de esta explosión fue la ejecución de una serie de trabajos liderados por el Departamento de Bibliografía de la Biblioteca Nacional, sobre la obra de Trelles. Esta explosión bibliográfica entre las tesis produjo ciertas repeticiones de trabajos y, como en cualquier proyecto, la realización de trabajos de calidad alta y baja. A partir de la segunda mitad de los años 90, quedó prohibida la presentación de bibliografías como tesis en los estudios universitarios, una polémica que mantienen hasta el momento, las entidades de formación profesional del nivel superior y los centros fundamentales de gestión bibliográfica en el país.

Los estudios teóricos en los años 80 irrumpieron con fuerza entre las investigaciones en los estudios universitarios. Varios factores causaron llevaron a ello, su presencia penetró temáticamente la producción de tesis y la literatura bibliológico-informativa en general. (Pérez Matos NE. La literatura bibliológico-informativa en Cuba. Siglo XX: Estudio histórico-métrico". [Tesis para optar por el título Máster en Ciencias de la Información y Bibliotecología]. Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana: La Habana, 2004).

Es un hecho, que el inicio del tratamiento teórico de las disciplinas estuvo favorecido también por la aparición de sus portadores (revistas especializadas), pero su etapa de madurez, en la década de los años 80, tuvo dos antecedentes fundamentales, el primero enmarcado dentro de las Ciencias de la Información y el segundo, en la teoría propiamente bibliotecológica. En primer orden, no es hasta la aparición de la influencia europea, fundamentalmente soviética, que la teoría bibliológica informativa retoma un lugar primordial en la literatura hasta alcanzar su madurez en los años 80, con las obras de Mijailov, Chiornii, Guiliarevskii y otros teóricos soviéticos bajo la denominación de Informática.

Asimismo, se inició también el tratamiento de la psicología en la información por diferentes teóricos como Yu Novikov y el doctor Israel Núñez Paula y que marcó, más adelante, una época de estudios de usuarios y necesidades de información en la literatura, enmarcados dentro de la temática de los servicios. Toda esta literatura tiene su espacio en "Actualidades de la Documentación", primero, y más tarde, en "Actualidades de la Información Científica y Técnica", que, con su cambio al nombre actual, "Ciencias de la Información", muestra el propio desarrollo en la literatura de las diferentes temáticas que la representan.

En segundo lugar, a partir de los años 80, se inició un programa de investigaciones científicas en el campo bibliotecológico que tiene una de sus expresiones en los Encuentros Científicos Bibliotecológicos. Es en este año precisamente que el doctor E Setién desarrolla sus estudios sobre las disciplinas bibliológico - informativas. Los dos campos científicos fuertes, por llamarlos de alguna manera, la ciencia de la información y la bibliotecología, interactúan, por primera vez, en las investigaciones y generan un marco teórico conceptual que va a desembocar en la producción de documentos referentes a estudios teóricos en la década de los años 80, un campo que irrumpe igualmente en la formación profesional y de hecho, en la producción de sus documentos.

El despegue que tienen las temáticas como la gestión, los medios de comunicación y las tecnologías de información en los últimos años de la década de los 90, brinda una visión que, como predicción, indica un comportamiento completamente nuevo en la producción de documentos en los estudios universitarios y que, sin dudas, se asocia a una formación diferente a la ofrecida durante el terminado siglo XX a los profesionales de la información en Cuba. Dichas temáticas coinciden con el tratamiento descrito anteriormente para las ponencias presentadas en eventos. Por ello, puede afirmarse que el referido divorcio temático no es absoluto si se analiza el marco histórico social en que se desarrolla la producción de documentos. Quedaría pendiente realizar un estudio similar en los os primeros 5 años del presente siglo, para demostrar que hoy, las tesis, con independencia de su objetivo específico de formación general, marchan hacia el entorno cambiante actual donde el paradigma tecnológico, la gestión del conocimiento, el desarrollo de nuevos servicios y la percepción de un nuevo orden informativo, que reclama formas diferentes de conservación y organización, constituyen los principales temas de investigación del estudiante de la carrera.

Consideraciones finales

A pesar de que la formación profesional, primero del bibliotecario cubano y ahora del profesional de la información, tiene en Cuba 86 años desde el primer intento de proyecto hasta los estudios técnicos profesionales y universitarios actuales y de que de los primeros cursos y escuelas creadas antes del triunfo revolucionario no se conserva trabajo alguno de estudiantes como requisito de graduación (aunque se sabe que existieron), y existen referencias de sus programas de clase; sólo se puede hablar de formación profesional continua a partir de la creación de las escuelas formadoras de nivel medio de bibliotecarios y de la creación de la carrera universitaria en la década de los años 70. Estos esfuerzos iniciadores contribuyeron a lo que es hoy, la formación profesional del bibliotecario cubano, que siempre ha contado con un exquisito grupo de formadores y amantes del libro y la lectura.

Hoy, el sistema educacional cubano vive un momento lleno de alternativas y cambios alentadores, donde la enseñanza superior no puede obviar el acontecer mundial del sistema educativo, cada vez más vinculado con la internacionalización de la educación. En ese sentido, a partir del año 2000, los estudios superiores del bibliotecario entraron en una nueva etapa de desarrollo que incluye las primeras convocatorias de la Maestría en Bibliotecología y Ciencias de la Información, la culminación de una serie de doctorados, la inclusión de la carrera en el proceso de universalización de la enseñanza y, más recientemente, la convocatoria al primer programa de doctorado en Ciencias de la Documentación que se dictará en Cuba por parte de la Universidad de Granada, España, como una de las tantas alternativas y respuestas a los cambios cruciales que la educación cubana enfrenta en la actualidad.

Referencias bibliográficas

1. Le Roy y Casá J. Historia del Hospital San Francisco de Paula. La Habana: s.e, 1958. p.30-1.

2. Portell Vilá H. Historia de Cuba en sus relaciones con los Estados Unidos y España. La Habana: J Monter, 1941. T-I, p.352.

3. "Primer Proyecto de una Escuela de Bibliotecarios en Cuba". Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1952;4(1):13-6.

4. Rovira C. Formación profesional del bibliotecario". Primeras Jornadas Bibliotecológicas Cubanas, La Habana, 15 al 18 de abril de 1953. Recomendaciones y trabajos. La Habana: Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, 1953. p.II-1,II-21[ STANDARDIZEDENDPARAG]

5. Freyre de Andrade MT. La enseñanza Biblioteconómica en Cuba. Boletín de la Asociación Cubana de Bibliotecarios 1949;(3-4):93-7.

6. Linares Columbié R. La investigación científica en la formación del profesional de la información. Experiencia cubana. Ciencias de la Información 1991;22(1):6-10.

7. Hernández Mondragón AR, Voutssás Márquez J. Escenarios prospectivos para el profesional moderno de la información. Ciencias de la Información 1995;26(4):150-61.

Recibido: 28 de abril del 2005.
Aprobado: 11 de mayo del 2005.
MsC. Nuria E. Pérez Matos.
Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales, Bibliotecológicas y Bibliográficas.
Biblioteca Nacional "José Martí". Ave. Rancho Boyeros y 20 de Mayo. Plaza de la Revolución.
La Habana, Cuba. Correo electrónico:ihcb@bnjm.cu, cesar.matos@infomed.sld.cu

1 Máster en Bibliotecología y Ciencias de la Información. Profesora Asistente Adjunta de la Universidad de La Habana. Departamento de Investigaciones Histórico-Culturales, Bibliotecológicas y Bibliográficas. Biblioteca Nacional "José Martí"

Ficha de procesamiento

Términos sugeridos para la indización

Según DeCS 1

ESCUELAS DE BIBLIOTECOLOGIA/historia
LIBRARY SCHOOLS/history

Según DeCI 2

ESCUELAS DE BIBLIOTECOLOGIA/historia; ESCUELAS DE BIBLIOTECOLOGIA/desarrollo; FORMACION PROFESIONAL; TESIS
LIBRARY SCHOOLS/history; LIBRARY SCHOOLS/development; VOCATIONAL TRAINING; THESES

1 BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.
Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm
2 Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf