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ACIMED

versión impresa ISSN 1024-9435

ACIMED v.17 n.3 Ciudad de La Habana mar.-mar. 2008

 

ARTÍCULOS

 

 

El profesional de la información ante la medicina basada en evidencias

 

The information professional before evidence-based medicine

 

 

Aloyma Casas Valdés I ;Jehová Oramas DíazII ;Ileana Presno QuesadaIII ;José Antonio López EspinosaIV

ILicenciada en Bibliotecología y Ciencia de la Información. Centro de Innovación Tecnológica del Medio Ambiente (CITMA). Ciego de Ávila. Cuba.
IIEspecialista de II Grado en Medicina Interna. Profesor Consultante. Subdirector del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. La Habana. Cuba.
IIILicenciada en Bibliotecología y Ciencia de la Información. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. La Habana. Cuba.
IVLicenciado en Información Científico-Técnica y Bibliotecología. Investigador Auxiliar. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. La Habana. Cuba



RESUMEN

Se realiza un breve recorrido en el tiempo respecto a la evolución experimentada por el profesional de la información en su función ostensible, debido a la necesidad de satisfacer exigencias cada vez de mayor envergadura. Se fundamenta la influencia ejercida por las circunstancias cambiantes de cada época en la transformación y enriquecimiento del papel de este profesional ante la sociedad. Se razonan las tareas tradicionales que aún debe desempeñar por su naturaleza y se justifican las que ha tenido que asumir desde tiempos lejanos hasta la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Se enfatiza la alta responsabilidad que corresponde en particular al profesional de la información en el ámbito de la salud, como integrante de un equipo multidisciplinario con la función fundamental de gestionar información y conocimientos basados en pruebas y orientados a la conservación, promoción y recuperación de la salud.
y a la prolongación de la vida humana.

Palabras clave: Medicina basada en evidencias, gestión de la información, gestión del conocimiento, profesional de la información, profesional de la salud.


ABSTRACT

The evolution experienced with the course of time by information professionals in their ostensible function, due to the need to satisfy demands of growing importance is dealt with.  An analysis is made of the influence exerted by the changing circumstances of each epoch on the transformation and improvement of the role of these professionals in society.  The traditional tasks that these professionals should still perform according to their nature are analyzed as well as the justifications for those tasks they have had to assume for a long time, up to the appearance of new information and communication technologies. Emphasis is given to the high responsibility that corresponds particularly to information professionals within the health field, as members of multidisciplinary teams with the main function of negotiating evidence based information and know-how directed to the conservation, support and recovery of health and the prolongation of human life.

Key words: Evidence-based medicine, information management, knowledge management, information professional, health professional.


 

 

El desarrollo de las tecnologías de la información y la comunicación (TICs) ha generado un cambio vertiginoso en el nivel de desempeño del profesional de la información. Este constituye el enlace entre los suministradores de información y sus usuarios. Por eso sus competencias laborales tienden a evolucionar y a entrar en una constante reevaluación de sus características, comportamiento y capacidad; además de aumentar las exigencias en relación con sus destrezas, actitudes, aptitudes, valores y conocimientos. El desarrollo de las TICs es pues un factor importante que ha ayudado a "desinstitucionalizar" a este profesional, o sea, a que pueda realizar su trabajo fuera de la biblioteca propiamente dicha, y lo ha conducido hacia la realización de tareas que garanticen mayor utilidad de los servicios y a que los usuarios reciban información de mayor calidad por una vía más económica y rápida.1

Shera afirma que "una profesión emerge como un instrumento imperfecto del orden y el propósito en una cultura que cambia constantemente".2 En este contexto, el profesional de la información cuenta con un saber especializado en correspondencia con la información, el cual pone a la disposición de otros,3 con el propósito de optimizar las labores intelectuales de las personas, para que ellas puedan realizar su trabajo con rapidez y eficacia. Es "un profesional capaz de resolver con su actividad la contradicción producida entre la accesibilidad y la disponibilidad de los recursos de información y las necesidades (expresadas o no) de información y de formación de diferentes personas o grupos sociales.4

Hoy día la información es la base para el proceso de toma de decisiones de cualquier índole. Por esto, la tarea del profesional de la información como ente principal en el manejo y difusión de la información es la de proporcionar la más certera y válida, la que pueda ofrecer nuevos conocimientos y desarrollar la capacidad de posibilitar el acceso a ellos por una vía rápida y económica, para lo cual la disponibilidad y el uso de las TICs es primordial para su práctica bibliotecaria.

Sin embargo, el convulso mundo de la información en el que se tiene que desarrollar hoy día este profesional, debe contar con criterios y herramientas que le permitan discriminar la información relevante de la que no lo es; debe saber cuál es la que genera conocimientos útiles a los usuarios a la hora de buscar respuesta a sus demandas.

Dentro de la sociedad de la información y del conocimiento, el profesional de la información es un mediador entre los viejos paradigmas informacionales y los nuevos retos que plantean los cambios implicados en esa sociedad. Es un líder de los procesos de gestión y aprendizaje del conocimiento, entre cuyos papeles se distinguen:

Actuar como orientador del aprendizaje organizacional.

Ser proveedor de fuentes de información para la generación de nuevos conocimientos.

Protagonizar el proceso de formación de competencias en información que posibiliten el desarrollo personal y profesional.

Promover el cambio producido en los métodos de aprendizaje.

Crear vías que posibiliten a los usuarios interactuar con las herramientas que los ayuden a satisfacer sus necesidades de información, lo que lo convierte en mediador entre estos y las fuentes de información.

Ser maestro en el aprendizaje del manejo de las fuentes de información con la influencia de las TICs para desarrollar en los usuarios la capacidad de generar sus propias estrategias para la recuperación de la información.

Orientar el desarrollo de habilidades en los usuarios, que faciliten el manejo y aprovechamiento de las facilidades que ofrecen las nuevas herramientas de acceso al conocimiento.

Responsabilizarse con la disminución de la brecha digital que existe entre el nivel de información de los usuarios ricos y el de los usuarios pobres, con la facilitación del acceso a fuentes de información y de conocimiento equitativas y asequibles para todos por igual, de manera que puedan convivir realmente en la sociedad de la información.

Ser comunicador del conocimiento.

 

ENFOQUES TRADICIONALES VERSUS NUEVAS PRÁCTICAS BIBLIOTECARIAS

El desarrollo de la escritura trajo consigo el surgimiento de las bibliotecas, las cuales fueron coleccionando siglo por siglo la creación humana, ya fuera de carácter pictórico o escrito, con sus distinciones según la época de realización. El nacimiento de la actividad bibliotecaria como tal se remonta a 2750 a.n.e. y, desde su mismo surgimiento, existe el profesional de la información. El filósofo chino Lao Tse (570-490) fue el primer bibliotecario del cual se tienen noticias hasta ahora. Se sabe también que los primeros bibliotecarios fueron líderes intelectuales, aun cuando nada más se dedicaban a custodiar los documentos oficiales y otros entremezclados. Estudios realizados al respecto indican que algunos de esos bibliotecarios eran sacerdotes y hombres cultos.1

Con el transcurso del tiempo, el profesional de la información pasó de una formación con predominio de la práctica a otra que, por necesidad, requería la adquisición de ciertos conocimientos sistematizados. Esto tuvo lugar a partir del sigo XIX, cuando el movimiento de bibliotecas públicas implantó una nueva concepción en este tipo de institución que exigía un profesional renovado. Era pues necesario capacitar a un personal calificado para que realizara el trabajo bibliotecario de manera más profesional y auténtica.

A medida que las funciones y el lugar de las unidades de información evolucionaron en virtud de las circunstancias cambiantes de cada época, el proceso de formación de profesionales de la información se transformó y enriqueció a partir de las necesidades de los usuarios. Claro que este enfoque de acuerdo con las necesidades de los usuarios se desarrolló gradualmente. Primero se crearon servicios dirigidos a satisfacer necesidades de información en una disciplina específica. Ejemplo de ello son los Chemical Abstracts. Con el tiempo, se comenzaron a desarrollar servicios orientados a apoyar ciertas misiones, como lo fue el hecho de mandar al hombre a la luna. Luego el diseño de los servicios dio prioridad a la solución de problemas de orden medio ambiental, como la necesidad de ahorrar energía y la contaminación del ambiente. Al fin llegó el momento en que los servicios se comenzaron a concentrar en los usuarios, principalmente los relacionados con la industria y los negocios. Asimismo surgieron vías mediante las cuales se identificaban las necesidades de los usuarios, así como las formas de mercadeo y de venta de productos y servicios de información. Todo ello, unido a los nuevos avances tecnológicos, generó otros retos y habilidades por adquirir, por lo que surgieron nuevas direcciones para la educación.

Esta evolución en el ámbito informacional conllevó, para el profesional de la información, la necesidad de actualizar sus habilidades y establecer técnicas laborales que se pudieran adecuar a las nuevas circunstancias. En esto tiene aplicación la afirmación de la doctora Gloria Ponjuán de que "toda profesión es, en gran medida, expresión de las necesidades y urgencias de cada momento histórico" (Ponjuán Dante G. El profesional del la información del nuevo milenio. Observaciones no publicadas).

Con los grandes cambios ocurridos con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, la actuación del profesional de la información comenzó a ser más extensa y profunda, dada la explosión científico-documental producida desde entonces y en virtud de la cual se requería un personal con mayor calificación para dar tratamiento a toda esa nueva masa informacional. Esto condujo al surgimiento de nuevas concepciones y modos de actuación dentro de la profesión, que dieron un vuelco al pensamiento predominante hasta ese momento, al tiempo que obligó a este profesional a asumir responsabilidades nuevas y a incorporar otros procedimientos a su práctica para poder solucionar el problema existente con la información, o sea, procesar y almacenar un gran cúmulo de documentos, para lo cual no se disponía de criterios que abarcaran tanto volumen de información.

Después, en la década de 1960, aparecieron factores que favorecieron ciertos cambios y que trajeron como consecuencia la reformulación de esta disciplina desde la perspectiva de las Ciencias de la Información, como:5

El paso al primer plano del concepto de información.

El énfasis puesto hasta el momento en los soportes de la información.

La revolución tecnológica producida por las computadoras y los nuevos procedimientos reprográficos.

La ciencia de la información surgió en los Estados Unidos de América con el calificativo de Information Science. En 1968 Borko la identificó como la "ciencia interdisciplinaria que investiga las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su flujo y utilización, así como las técnicas manuales o mecánicas que se aplican en el proceso informativo para el más eficaz almacenamiento, recuperación y diseminación…".5

Antes fue la Documentación, con el objetivo de dar respuesta a ciertos cambios generados y acumulados en el transcurso del siglo XIX, como el aumento de la producción y la bibliografía científica, así como el interés de los científicos por ella. Esto generó el desarrollo de técnicas y procesos específicos, propios de la Documentación, cuyos resultados se pueden traducir en:

La formulación del concepto general de documento como soporte de información.

La demostración de que el trabajo en este campo necesitaba de la cooperación internacional.

El inicio del estudio científico - social de la producción y del consumo de la literatura científica.

La década de 1980 trajo también consigo el nacimiento de una nueva disciplina: la gestión de la información o Information Management que, según el criterio de Valle Muñoz, se puede considerar una nueva aplicación práctica de la ciencia de la información.5

La revolución de la información, acaecida por el desarrollo de las nuevas TICs a partir de la última década del siglo XX, matizó al profesional de la información con múltiples características, redimensionadas en dirección a los presupuestos de la sociedad de la información.

Sánchez Díaz y Vega Valdés afirman que las funciones esenciales no perdidas, o sea, que se han mantenido invariables, en la evolución del profesional de la información son:6

La identificación de los recursos.

La organización de esos recursos.

La capacidad de brindar respuesta a las necesidades de los usuarios.

Y para ello es necesario que domine:

Las fuentes de información.

Las necesidades de información.

Los flujos generados por los distintos proveedores.

Los diversos procesos de información.

La sistematización de los recursos de información.

La representación, gestión, creación y difusión de productos y de servicios de información con valor agregado.

No obstante, habría que agregar más funciones y habilidades cuando se trata de las expectativas para el nuevo profesional del siglo XXI, por cuanto, unido a esta situación, se están modificando los entornos organizacionales en los que este se desenvuelve y ejerce sus funciones.

Con el surgimiento de Internet se ha producido un cambio sustancial, tanto en el manejo como en la significación de la información, al tiempo que se han tendido a reevaluar los procesos de gestión de la información y del conocimiento. Esto ha traído aparejado que el profesional de la información, quien tradicionalmente había concentrado su labor en el manejo de soportes impresos, ha tenido que replantearse como gestor no sólo de información y conocimiento, sino también del aprendizaje, para responder de manera adecuada a su compromiso con los usuarios y con la sociedad en general. Por ello ha tenido que aprender a detallar su espacio de trabajo, a "contextualizarse" y a agregar categorías conceptuales de nuevo tipo acordes con su entorno y contexto. Dado que en la sociedad del conocimiento es a él a quien corresponde gestionar el conocimiento, debe estar consciente del nivel de responsabilidad a la que está sujeta esta función.

Algunos autores han planteado que ciertas "aristas" de este profesional irían "desapareciendo" a medida que la información electrónica fuera tomando auge. Otros afirman que no es así totalmente, ya que sus cualidades tradicionales son también necesarias en este convulsivo contexto de las nuevas tecnologías.6 Los dos criterios tienen su razón, aunque sería más propicio no utilizar el término "desapareciendo", sino más bien "enriqueciéndose", a medida que la demanda de los usuarios aumentara y se diversificara. Por otra parte, vale aclarar que el hecho de que hayan cambiado y se hayan diversificado los formatos y modos de representar la información, no implica la desaparición del libro como modalidad impresa.

En este sentido no se debe pasar por alto que las funciones y habilidades de los profesionales del sector de la información han estado ligadas a las siguientes variables:

La cantidad y el tipo de información existente.

El contexto político, social, y sobre todo, cultural de la época.

La tecnología disponible para procesar, almacenar y difundir información.

Las demandas de información de los usuarios, de acuerdo con sus características.

Hacia los primeros años de la década de 1990 se hablaba del profesional de la información como un gestor de información y, desde los primeros años del siglo XXI, se hace referencia a él como gestor del conocimiento.6 Esto se debe a la profunda revolución de enfoques, contenidos y procedimientos de trabajo que se ha producido en el sector informativo. Estos cambios se pueden apreciar en los siguientes aspectos:

Introducción de las concepciones mercadológica y gerencial en la actividad.

Adopción de sistemas de calidad.

Utilización de modelos matemáticos para la representación de los procesos de generación, transmisión y consumo de la información, etcétera.7

Lo que más distingue a esta revolución de información es la amplia concurrencia de concepciones y formas de trabajo procedentes de otras disciplinas, situación que se manifestó de forma muy clara en la década de 1990 en el sector con el desarrollo de una amplia infraestructura tecnológica; la adopción de un enfoque mercadológico en la actividad; el suministro de productos y de servicios de información con alto valor agregado; la evaluación de los productos y servicios de información; el diseño funcional de la organización; la reorganización de los recursos humanos; la introducción de una concepción gerencial; la creación de sistemas de calidad; la formación de fondos y la organización de los recursos orientados al usuario; así como con el desarrollo de la educación permanente y de las investigaciones.

Si bien la mayoría de estos cambios ocurrieron primero en otros sectores de la sociedad como el industrial y el comercial, entre otros, acontecimientos como el desplazamiento de la economía hacia el área de los servicios, aparejado a las progresivas demandas políticas, económicas y sociales, condujeron a que estos adoptaran iguales enfoques para su funcionamiento, entre ellos, por supuesto, los servicios de información.7

Las funciones tradicionales de los profesionales de la información han sufrido transformaciones, han enriquecido su manera de operar y de trabajar con la información y también han surgido nuevas tareas. "Los bibliotecarios de hoy día son consultores, imparten cursos de formación y diseñan sistemas informáticos. Con la aparición de Internet se han convertido en expertos de la búsqueda en la red, en webmasters y hasta en diseñadores de páginas web y de intranets.8 Por tanto, en este nuevo contexto el profesional de la información debe:

Orientar las nuevas tendencias que ofrece la sociedad de la información y sus preceptos.

Formar hábitos entre sus usuarios acerca de el qué, cómo y para qué usar la información.

Ayudar a los usuarios en el aprendizaje a transformar la información en conocimiento.

Transferir conocimientos.

Mantenerse actualizado en cualquier nivel de información, ya sea de carácter social, político, cultural, tecnológico, etcétera, que pueda afectar o beneficiar su práctica.

Basar su práctica laboral en la ética y la honradez.

Proceder acorde con los principios e intereses de su profesión.

Cooperar con el intercambio de información y de conocimiento, traspasando fronteras internas y externas.

Hacer una labor de excelencia, con productos y servicios de información de alto valor agregado.

Tener habilidades que vayan al paso de las nuevas TICs.

Saber las fuentes a utilizar, según el tipo de información a encontrar.

Saber qué información es relevante y está sustentada en fuentes fidedignas.

Regirse por las políticas y normas establecidas siempre y cuando estén actualizadas y respondan a los intereses de la organización.

Su labor tradicional, más que haberse vuelto obsoleta, se encuentra más bien en el contexto actual ante el conflicto de adecuar las técnicas que domina a las nuevas tecnologías y de conjugar los papeles de servidor, facilitador y agente del cambio de los nuevos paradigmas informacionales.

Sobre esto afirma Márquez que "el rol del bibliotecario, cada día transformado, exige más capacidades y preparación, demanda acciones mayores de impacto y responsabilidad social (…). Se ha convertido en un agente social constructor de información dejando de ser, aunque nunca lo fue, un mero facilitador de libros y enciclopedias".9

Para Vaquero, "ser profesional de la información en el siglo XXI significa ser un camaleón que se adapta constantemente a los cambios, con conocimientos multidisciplinares, idiomáticos e informáticos, pero que no olvida que su esencia de ser es dar respuesta a los usuarios que solicitan sus servicios, tanto en el departamento de una empresa como detrás del mostrador de una biblioteca." Él es, según afirma, "el único capaz de utilizar la información como proceso físico -conocimiento codificado donde entra a tomar parte su utilidad, aprovechamiento empleando los medios informáticos y tecnológicos- y como fenómeno -conocimiento tácito que modifica o influye en el estado de conocimiento del ser humano.10

Se puede decir entonces que el profesional de la información del siglo XXI ha sufrido cambios en su desempeño laboral por la influencia de las nuevas TICs y, por consiguiente, ha tenido que reestructurar todo su perfil, con la adaptación de nuevos conocimientos, habilidades y técnicas que le permitan estar al nivel de las exigencias informacionales de los usuarios y desempeñarse en ambientes nuevos.

 

PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN Y GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO EN EL ÁMBITO DE LA SALUD

La adquisición de nuevas habilidades y de la capacidad para resolver problemas referentes al uso de la información por parte del profesional a ella dedicado, es propiciada por las versátiles circunstancias de los mercados y entornos laborales en los que se desempeña, los cuales le exigirán a éste metas y tareas cada vez más complejas, en dependencia del grado de desarrollo de cada entorno. Es por esta razón que se pueden identificar disímiles facetas que caracterizan la labor del profesional de la información del siglo XXI. La actividad informativa que éste desarrolla tiene lugar en un ambiente multidisciplinario. Esto no sólo ocurre en el sector bibliotecario. Muchos de los principios que han aplicado los bibliotecarios durante décadas y siglos, rigen hoy el tratamiento que se le da a la información y se aplican cada vez más en otras profesiones, en tanto se vive en un mundo de información globalizada. Además de desempeñar su trabajo en un ambiente multidisciplinario, el profesional de la información "tiene la ventaja intelectual de ser el que mejor conoce la esencia de los procesos informativos; sólo le queda entonces apropiarse de la herramienta tecnológica".11

Se sabe que la gestión de la información y del conocimiento son la base del desarrollo informacional y que es el soporte para la gerencia de las necesidades intelectuales y espirituales de las personas y organizaciones.12 El profesional de la información, como gestor de información y de conocimiento, es el encargado de la planificación estratégica y de la coordinación de todo recurso que tenga que ver con la información. Su participación debe entonces ser constante en el diseño e implantación del sistema de información de la organización. Sobre esto el doctor Sánchez Calas afirma que "si consideramos el carácter multidisciplinar del conocimiento y el lugar que se reserva a la información y al conocimiento, en cuanto a los recursos fundamentales para poner en marcha el proceso hacia una organización inteligente, se deduce que entre los protagonistas en grado de operar la gestión del conocimiento, aparezcan en primer lugar los bibliotecarios documentalistas en su calidad de expertos en la ciencia de la información".13

La literatura científico - médica invade hoy día y se postula en los espacios de más relevancia en el ciberespacio. Estudios realizados indican que 1 de cada 5 personas con acceso a Internet busca información sobre salud. El 80% de los médicos al nivel mundial realiza consultas por Internet.14 Sin embargo, el rigor de la información publicada en la red no es de fiar generalmente, por no estar avalada científicamente, y ello constituye un problema de particular importancia para el sector de la salud, donde, tanto pacientes como los médicos, especialistas y otros profesionales de esta rama acuden a esas fuentes para satisfacer sus necesidades de información.

 

PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN Y GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO EN LA MBE

La medicina basada en evidencias (MBE) y los procesos que esta supone en lo concerniente a la gestión del conocimiento, contribuyen a que los profesionales de la información apliquen nuevas estrategias dirigidas a fortalecer el proceso de aprendizaje de los profesionales de la salud, como por ejemplo, en calidad de consultores de información de grupos multidisciplinarios, a fin de respaldar sus decisiones con información de eficacia comprobada. De este modo se convierte en un protagonista de la gestión del proceso de aprendizaje organizacional, al promover una relación sistémica entre la información explícita, tácita e implícita, para producir y difundir nuevos conocimientos entre los operadores de la salud y al garantizar que estos conocimientos se verifiquen en la práctica clínica.13

El aprendizaje es un concepto que se puede asociar sólo a personas, grupos u organizaciones, porque es un proceso mediante el cual se integran conocimientos, habilidades y actitudes para lograr modificaciones en la conducta. Por lo tanto, el aprendizaje organizacional requiere herramientas o mecanismos que posibiliten convertir el conocimiento de las personas individuales o de grupos de personas de una empresa en un conocimiento colectivo.15

En el ámbito de la salud, la gestión del aprendizaje organizacional, en el cual el profesional de la información desempeña un papel protagónico, es resultado de la activación de herramientas por él manejadas para difundir el conocimiento que ha extraído de una información validada desde el punto de vista de su relevancia para la toma de decisiones por parte del profesional de la salud. Dos de las capacidades que poseen los profesionales de la información para llevar a cabo el proceso de aprendizaje organizacional son:13

La capacidad de comunicar y compartir la información y el conocimiento, con la personalización del acceso para satisfacer exigencias específicas de las diversas tipologías de clientes/usuarios.

La capacidad de comprender los modos de comunicación entre las personas, de determinar sus necesidades de información y de verificar el uso que éstas le dan a la información recibida.

Para una adecuada práctica de la MBE es imprescindible el acceso y utilización de información basada en pruebas de eficacia clínica, que permita disminuir el margen de error en las decisiones tomadas por los profesionales de la salud y ayude a aumentar la calidad de los servicios sanitarios. Si el profesional de la información está capacitado para identificar, procesar y facilitar el acceso a la información que se adecue a las necesidades de los usuarios, debe ser también la persona indicada para poner en manos de los profesionales de la salud lo que propone la MBE. En otras palabras: como conductor de los procesos de gestión de información y de conocimiento, se debe encargar de los procesos vinculados al uso y diseminación de información y conocimiento en la práctica de la MBE.

Gestionar la información y el conocimiento siguiendo las pautas que establece la práctica de este nuevo paradigma médico, contribuye notablemente al aumento de la calidad de los servicios en esta esfera, pues con ello se garantiza que las decisiones tomadas por los profesionales de la salud se apoyen en las mejores evidencias clínicas localizadas, organizadas y comunicadas por el especialista en información.

Como ya se ha visto, la práctica de la MBE supone cuatro pasos fundamentales, a saber, la formulación de una pregunta clara a partir del problema a analizar; la búsqueda sistemática de las evidencias para identificar entre ellas a las mejores y más relevantes; la evaluación científica de la evidencia para determinar de una forma crítica la validez y utilidad de los resultados descritos; así como la puesta en práctica de los hallazgos obtenidos.13 Para el cumplimiento de dichos pasos, es imprescindible la participación del profesional de la información, sobre todo en los tres últimos, lo cual se verá en detalle a continuación:

Búsqueda sistemática de las evidencias

El especialista de información es la persona más capacitada para buscar y hallar las fuentes de información más relevantes, donde se encuentren las evidencias clínicas y sus diversas vías de acceso. Si bien es capaz de manejar las técnicas y las herramientas novedosas para la localización, organización y difusión de la información, este profesional debe contar además con conocimientos de medicina para poder utilizar con destreza los términos propios de esta área y aplicarlos a los metabuscadores y otros recursos disponibles para la localización de las evidencias. En la búsqueda de la información relevante, es conveniente revisar en principio las revistas científicas, las publicaciones secundarias especializadas y ciertas bases de datos.

Evaluación científica de evidencias

Para demostrar la validez y utilidad de las evidencias encontradas se requiere:

Analizar si el artículo es válido, es decir, en qué medida es fiable la información que contiene, según sus posibles sesgos. La validez de un artículo depende en gran medida de los materiales y de los métodos empleados en su desarrollo, pero sobre todo de su diseño, porque cada diseño responde a determinadas necesidades.

Determinar la cantidad, calidad y trascendencia de los resultados hallados. Para lograrlo es necesario disponer de información recolectada de manera sistemática, para estar al tanto de su caducidad y mantener la válida y útil para la toma de decisiones. Para ello se necesita disponer de herramientas que posibiliten sintetizar las evidencias de forma sistémica y sobre la base de criterios explícitos y reproducibles. Un ejemplo de estas herramientas es el metanálisis.

Definir la posibilidad de aplicación de los resultados al ejercicio clínico.

Los conocimientos requeridos para realizar estos tres pasos no forman directamente parte de la formación del profesional de la información en Cuba. Los graduados de las carreras de medicina, estomatología y enfermería también carecen a menudo de la preparación necesaria en este sentido. Los profesionales de la información, aunque no poseen los conocimientos necesarios para realizar una evaluación directa de la validez de la información médica, se encuentran equipados con otras técnicas, como las métricas, para realizar evaluaciones indirectas de la información que consultan.

Para evaluar las evidencias encontradas, el profesional de la información cuenta con habilidades aprendidas durante su preparación. Las herramientas y los indicadores de las que se vale la MBE para la evaluación científica se basan en los principios de búsqueda y recuperación de información por ella practicadas, mejoradas con la influencia de las nuevas TICs. La preparación de tecnólogos de la salud con un perfil orientado a estos fines pudiera ser una solución en el escenario cubano. Otra, el desarrollo de diplomados y maestrías en información para médicos destacados como expertos y en la labores investigativas.

 

PUESTA EN PRÁCTICA DE LOS HALLAZGOS OBTENIDOS

Aunque la puesta en práctica de las evidencias obtenidas corresponde más bien al profesional de la salud, el especialista en información debe acompañar en todo momento el proceso como parte de los grupos o equipos multidisciplinarios constituidos con diferentes objetivos en el espacio clínico médico. En cada momento deberá estar atento a la aparición de nuevas necesidades en el orden informativo.

La inserción del profesional de la información en la práctica de la MBE supone el cumplimiento de los siguientes objetivos:13

Permitir el acceso y la utilización de aquella información que esté basada en pruebas de eficacia clínica.

Poner en marcha y explotar al máximo el proceso de gestión de información en salud, para aumentar el conocimiento clínico de los profesionales de la salud y sus pacientes.

Esta última idea propuesta se puede materializar mediante la puesta en práctica de proyectos de alfabetización informacional -uso de la información, así como de recursos informativos avanzados. Valdría además considerar otro objetivo como la detección de las necesidades potenciales de información de los profesionales de la salud para establecer a priori servicios de alta calidad para ellos, con el fin de que puedan desempeñar una práctica clínica basada en evidencias.

Esto conduce a la formación de un profesional con distintas habilidades que le permiten comprender:

Las necesidades de información planteadas.

Los recursos disponibles.

Las estrategias para encontrar la información.

La necesidad de evaluar los resultados.

El mejor modo de trabajar con los resultados y de explotarlos.

La ética y la responsabilidad en su utilización.

La forma de comunicar y compartir sus resultados.

La táctica para gestionar lo que ha encontrado.

 

REPENSANDO EL PAPEL DEL PROFESIONAL DE LA INFORMACIÓN PARA LA PRÁCTICA DE LA MBE

Como resultado de la explosión de la información con el devenir del desarrollo científico-social y, posteriormente con el surgimiento de Internet en las últimas décadas, se hace cada vez más imprescindible la aplicación de mecanismos y herramientas que posibiliten la decantación de la calidad de los recursos de información.16 En esto se aplica que "es el tipo de conocimiento relevante el que interesa, más que el conocimiento en general".17 Es decir, que lo importante no es tanto conocer todo lo que exista escrito en materia de conocimiento científico, sino más bien lo acertado y, dentro de lo acertado, lo más relevante.

El desarrollo científico - médico va aparejado a la acumulación de información, sea esta pertinente o no, sobre los logros alcanzados en el devenir de la práctica médica. El profesional de la salud no se puede quedar atrás y se debe mantener actualizado para lograr la eficiencia en la práctica médica. Sin embargo, existen factores que retardan o anulan este proceso, como el gran cúmulo de literatura científica que se genera cada año; la incapacidad de los médicos de evaluar esa literatura con ayuda de una metodología científica, que les permita determinar la validez de los hallazgos y aplicarlos en la práctica clínica;18 el desconocimiento de resultados de investigaciones que permanecen inéditas y la falta de tiempo para actualizarse, debido a la rapidez que exige el proceso de toma de decisiones en el campo de la salud.

Se conoce que la mayoría de los profesionales de la salud no realizan aún las búsquedas por su cuenta y que en pocos casos piden ayuda a los profesionales de la información. Aunque en realidad ha habido cierta mejoría en tal sentido, no se han resuelto todos los problemas existentes, por lo que quedan sin respuesta muchas interrogantes que surgen a diario en la práctica clínica. Las causas son las siguientes:

1. Toda la evidencia publicada requerida por los médicos clínicos se encuentra dispersa en miles de revistas, libros de texto, monografías y reportes guías que no siempre son catalogados.

2. Muchas veces no es la mejor la forma en que están clasificados o indizados electrónicamente los artículos. La información médica, al igual que cualquier información científica, es muy compleja y para su obtención y recuperación se requiere el uso de términos muy específicos. Por otra parte, las técnicas de búsqueda son o pueden ser complejas para un profesional de la salud o, tal vez, hasta anticuadas, lo que resulta contraproducente cuando se busca relevancia en todo ese mar de información médica, publicada o no.

3. Los profesionales de la salud no adquieren en su práctica las habilidades para la indagación, investigación y evaluación de la literatura durante la etapa de aprendizaje en el campo médico.

4. Suponiendo que los médicos sepan cómo utilizar los sistemas de recuperación de información, que encuentren la información relevante y cuenten con las habilidades requeridas para su validación y les resulte pertinente, es mucho el tiempo que deben invertir para ello, lo que conspira con la rapidez y certeza con la que deben tomar decisiones para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de las enfermedades, puesto que de ellas depende la salud de los pacientes.19

La solución de estos problemas es lo que persigue la MBE y es, precisamente el profesional de la información, la persona fundamental que cubre la retaguardia informacional de cada profesional de la salud. Sobre esto se afirma que "(…), la entrega de información como medio para elevar la calidad de los cuidados de salud, el requerimiento básico de medicina moderna, precisa ineludiblemente de la participación del especialista en información en las tareas de orden clínico".20

Ya se ha dicho que los profesionales de la salud no están del todo capacitados, o sea, no cuentan con todas las habilidades que se requieren para la búsqueda, selección y síntesis de la información científica pertinente para la toma de mejores decisiones con respecto a un problema o pregunta, traducida en una necesidad de información, sobre el pronóstico, diagnóstico o tratamiento de las enfermedades. Por lo tanto, la necesidad de reenfocar el papel del profesional de la información en el ámbito biomédico surgió de la imposición del nuevo paradigma que constituye la MBE. A este nuevo profesional que se origina se le llama informacionista clínico, pues en su quehacer confluyen la Bibliotecología, la Ciencia de la información y las ciencias clínicas.

Es necesario que se comprenda el papel del profesional de la información dentro del proceso de transferencia de conocimientos relevantes para la práctica clínica por medio de la información; además de las herramientas de análisis y de gestión que este debe manejar frente a las distintas fuentes de información. Aunque la sociedad en su conjunto subvalora el papel del profesional de la información, en ocasiones por la carencia de una cultura informacional, no cabe lugar para la duda sobre la importancia de su trabajo en la construcción de la sociedad de la información y del conocimiento.

En relación con la necesidad de aparición de esta nueva figura, se ha planteado que se requiere un nuevo componente en la cadena de comunicación científica, capaz de determinar científicamente los estudios sólidos, de analizar, integrar y sintetizar los resultados para potenciarlos, de convertir a un formato apropiado y transcribir a un lenguaje comprensible, tanto para clínicos como para dirigentes de la salud, la información consultada, procedente con frecuencia de informes de investigación escritos por investigadores para investigadores. En este sentido se ha subrayado también el nuevo reto que significa formar profesionales capaces de gestionar información y conocimiento para cubrir las exigencias propias del contexto clínico moderno mediante el diseño y entrega de productos y servicios de información con alto valor añadido.12

Para esto es indispensable que el profesional de la información desarrolle y aplique habilidades en la búsqueda y recuperación de la información, que esté dispuesto a compartir con sus colegas. De la misma circunstancia de que el bibliotecario documentalista juega todavía un papel de proveedor de información como gestor de productos y servicios en el contexto de la práctica médica,13 ha surgido la necesidad de que este desarrolle la capacidad de analizar, evaluar y gestionar la información, de forma tal que pueda integrar equipos clínicos multidisciplinarios, con la tarea fundamental gobernar el flujo de conocimientos relevantes para la práctica clínica.21

 

CONSIDERACIONES FINALES

Se afirma que "la conciencia que una mayor comunicación entre la investigación y la práctica clínica podría mejorar la calidad de la asistencia médica y favorecer la distribución de los recursos, confirmaría la certeza que cada médico -además de estar poco habituado para advertir la necesidad de información- no ha sido adecuadamente formado para investigar e interpretar de modo crítico la literatura biomédica, las dos competencias núcleo para la práctica de la MBE".22

En su práctica clínica, los profesionales de la salud deben basar sus decisiones en la mejor evidencia disponible dentro del amplio mundo de las publicaciones científicas concernientes al área de la salud. Las revistas biomédicas, las bases de datos bibliográficas y a texto completo, así como los servicios de indización son ejemplos de fuentes documentales sobre las que se soportan las decisiones de los médicos para su práctica clínica.

El proceso de toma de decisiones en la asistencia médica se realiza de forma constante. Sin embargo, pocas veces el profesional de la salud reflexiona sobre las decisiones tomadas, por lo habitual con que lo hace. Entonces, si la mayoría de estas decisiones no tienen un basamento científico, son el resultado de un proceso de análisis realizado de forma inconsciente e incomprensible.23

Es por estas razones que se hace necesario incluir al profesional de la información en la práctica de la MBE, con nuevos enfoques en cuanto a su práctica bibliotecaria tradicional, que le permitan gestionar la información y el conocimiento que requieren los profesionales de la salud para desarrollar de forma eficiente y eficaz el proceso de toma de decisiones y así elevar la calidad de los servicios sanitarios y el nivel de salud de la población a escala mundial.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 9 de febrero de 2008. 
Aprobado: 15 de febrero de 2008.

 

 

Lic. José Antonio López Espinosa. Universidad Virtual de Salud de Cuba. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. Calle 27 No. 110 e/ N y M, El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. Correo electrónico: jale@infomed.sld.cu

 

 

Ficha de procesamiento

Clasificación: Artículo docente.

Términos sugeridos para la indización

Según DeCS1

MEDICINA BASADA EN EVIDENCIA; GERENCIA DE LA INFORMACIÓN; BIBLIOTECÓLOGOS.

EVIDENCE-BASED MEDICINE; INFORMATION MANAGEMENT; LIBRARIANS.

Según DeCI2

GESTIÓN DEL CONOCIMIENTO; BIBLIOTECARIOS.

KNOWLEDGE MANAGEMENT; LIBRARIANS.


1BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.

Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm

2Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf

Copyright: © ECIMED. Contribución de acceso abierto, distribuida bajo los términos de la Licencia Creative Commons Reconocimiento-No Comercial-Compartir Igual 2.0, que permite consultar, reproducir, distribuir, comunicar públicamente y utilizar los resultados del trabajo en la práctica, así como todos sus derivados, sin propósitos comerciales y con licencia idéntica, siempre que se cite adecuadamente el autor o los autores y su fuente original.

Cita (Vancouver): Casas Valdés A, Oramas Díaz J, Presno Quesada I, López Espinosa JA. El profesional de la información ante la medicina basada en evidencias. Acimed 2008;17(3). Disponible en: http://bvs.sld.cu/revistas/aci/vol17_3_08/aci05308.htm [Consultado: día/mes/año].