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ACIMED

Print version ISSN 1024-9435

ACIMED vol.18 no.2 Ciudad de La Habana Aug. 2008

 

PÁGINA DEL EDITOR

Investigación bibliotecaria: es imprescindible saber porqué y cómo

 

Library research: it is essential to know why and how

 

Rubén Cañedo AndaliaI; Julio Cristóbal Guerrero PupoII

ILicenciado en Información Científico-Técnica y Bibliotecología. Departamento Fuentes y Servicios de Información. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed.
IIMáster en Enfermedades Infecciosas. Profesor Auxiliar. Facultad de Ciencias Médicas "Mariana Grajales Coello". Holguín. Cuba.

 

 

 


 

En los albores de la humanidad, cuando nuestros antepasados se irguieron por primera vez, comenzó una batalla que sólo terminará con el último hombre: la batalla por conocer y transformar la Tierra, por conocer y sobrevivir a las fuerzas ciegas y muchas veces hostiles de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento.

LOS AUTORES

Durante milenios el hombre ha luchado por sobrevivir en un medio adverso a donde llegó con algo más que sus escasas fuerzas físicas: su inteligencia y su fe. Poco a poco aprendió a distinguir el peligro, los alimentos, las medicinas; a luchar colectivamente y a preguntarse porqué. Así creció lentamente su conocimiento sobre el mundo y se desarrollaron las primeras herramientas, que extendieron sus fuerzas y habilidades ante no pocos retos de la vida cotidiana.

Sobrevinieron la civilización, los templos, los palacios, las ciudades y las bibliotecas. Estas últimas, rodeadas durante siglos de misterio a los ojos profanos, se desarrollaron lentamente como guardianes fieles del conocimiento acumulado por la humanidad hasta cada momento de su historia. El arte, el conocimiento, las técnicas y la idiosincrasia del bibliotecario y su actividad evolucionaron con pasmosa tranquilidad bajo el amparo del respeto místico hacia el conocimiento.

Transcurrieron cientos de años, vino el Renacimiento y con él experimentó la sociedad un vuelco trascendental que la llevaría hacia la modernidad. Ocurrieron cientos de invenciones, entre ellas una que marcó un hito en la historia de la información: la aparición de la imprenta de tipos móviles. Se sucedieron revoluciones industriales y científicas, y aquella institución, aparentemente inconmovible, comenzó a experimentar los embates del progreso, pues la sociedad había avanzado lo suficiente y le requería que se pusiera a su altura.

El bibliotecario se percató de que la dinámica de su actividad comenzaba a crecer y sintió, tal vez por primera vez, el temor que produce la inminencia de los cambios. El avance de la ciencia y la tecnología durante los siglos XVIII, XIX y finalmente durante la segunda mitad del XX consagró una unión indestructible entre ambas, que penetró cual torrente indetenible en el antiguo castillo para arrancar puertas, paredes y techos de un solo golpe. Maltrecho, sobrevivieron sólo sus cimientos más fuertes. Por su parte, el bibliotecario, irreconocible por sus antepasados y desarmado de sus artes tradicionales, pero convencido de sus principios y con una vocación firme de servicio a la sociedad, luchó y lucha por reconstruir su templo en medio de un espacio virtual novedoso, invadido por múltiples actores importantes.

 

EL BIBLIOTECARIO: UNA ESPECIE AMENAZADA

Casi a diario se realizan intercambios y se expone la creciente preocupación de los bibliotecarios por su presente y futuro. Esto es síntoma de su incertidumbre ante una actividad y una sociedad que cambia con celeridad y donde es necesario observar el cambio como oportunidad y no como amenaza. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), como uno de los repuntes más sobresalientes de la revolución tecnológica actual, golpea sin piedad un área históricamente inmóvil: la biblioteca.

Hoy día, una nueva generación digital, sin nuestro miedo tecnológico, deja cada vez más atónitos a sus padres y abuelos. Ellos no se ahogan en la información disponible y son tan diestros en el manejo de las nuevas armas como lo eran los mejores gladiadores del antiguo circo romano. Ellos nacieron en un nuevo medio y se adaptaron como lo hicimos nosotros al nuestro. Tal vez, como padres y abuelos, nuestra principal misión sea transmitirles a nuestros hijos los más altos valores humanos y la importancia de la misión más que las herramientas.

Un mundo de cambios amenaza a quienes no se adaptan a la galopante inestabilidad de la sociedad moderna. Con la masificación de las tecnologías a partir de su abaratamiento y creciente amigabilidad, es común observar actualmente algunos usuarios con un desempeño igual o superior al nuestro, con un conocimiento avanzado en sitios Web apropiados a sus especialidades o en el manejo de determinados software. Y eso nos lleva a veces sin querer a preguntarnos por nuestro futuro.

Claro que la única especialidad amenazada por el nuevo nivel de información ciudadano no es la bibliotecología. Es común que un paciente increpe a su médico sobre porqué no le receta un medicamento que, según él, es mejor (y a veces lo es) que el que él le indicó. Algo queda bien claro entonces: el ciudadano de hoy conoce mucho más sobre ciencia y tecnología que otro que vivió escasamente dos décadas atrás. De esto se puede inferir que el concepto tradicional de autoridad se tambalea.

El protagonismo de muchos especialistas y la superioridad que otorgaban los títulos académicos obtenidos en el sistema de enseñanza oficial de cualquier país puede quedar en entredicho ante la destreza y la sabiduría de ciertos autodidactas. La información no es ya muchas veces propiedad sólo de un grupo reducido de expertos en una rama, sino de toda una comunidad.

No se trata de que no exista autoridad. Ella existe y existirá; pero sus bases no se soportarán más en un título o un cargo, sino en una sabiduría, que se respetará cada vez más, por las dificultades que implica para estos propósitos el libre flujo de información especializada que se opera en muchas ramas del conocimiento y su accesibilidad.

Las TIC fueron el "volcán" que detonó justo en el centro de gravedad de las ciencias bibliotecarias y de la información, para transformar de repente todo el paisaje en esta área del conocimiento. Se impone entonces actuar cada vez con más profesionalidad, con más flexibilidad e iniciativa, con más altos valores y con más humildad, porque los tronos son débiles y pueden caer estrepitosamente en cualquier momento.

En una sociedad de la información y del conocimiento, todos deben estar debidamente alfabetizados. Eso significa que cada cual sea capaz de identificar sus necesidades de información y formularlas adecuadamente; buscar, evaluar y seleccionar las fuentes apropiadas, así como procesar, almacenar, recuperar, utilizar y diseminar éticamente la información obtenida y hacer públicos sus nuevos hallazgos. Hasta hace muy poco tiempo, esto era sin duda un atributo casi exclusivo del conocimiento y la habilidad de bibliotecarios, periodistas, editores y de algunos otros profesionales de la información. Pero ya no es así, porque para vivir satisfactoriamente en esta nueva sociedad dichos conocimientos y habilidades deben formar parte del patrimonio personal de cada individuo que aspire a hacer valer sus derechos y respetar sus deberes para con los demás.

Por otra parte, la docencia, la investigación y la dirección han dejado de ser patrimonio de profesores, investigadores y gerentes. Hoy cada especialista debe tener un poco de profesor, investigador, gerente y ejecutor. Las necesidades y la nueva cultura de las organizaciones modernas así lo exigen.

En las condiciones actuales, es difícil imaginarse la formación autodidacta de médicos sin contacto alguno con las academias y establecimientos médicos. Si bien esto puede darse en casos aislados, la mayoría considera que es casi imposible llegar a dominar por sí solo el arte y la ciencia de un área tan compleja como la medicina, mucho más si se considera la dimensión de los conocimientos y tecnologías acumulados por esta rama del saber humano a través de los tiempos. Pero este no es precisamente el caso de muchas disciplinas del área de las humanidades y las ciencias sociales, como la bibliotecología y su actividad práctica, donde el conocimiento y el arte atesorado es mucho menor y más fácil de dominar que el aprehendido, por ejemplo, por las ciencias exactas y naturales.

¿Y por qué no es el caso? ¿Dónde radica la diferencia? Estas no son interrogantes de fácil respuesta, por cuanto las diferencias son realmente muchas. El estudio de la salud y la enfermedad es algo tan natural, que golpea tanto y es tan inseparable del hombre como este y su medio. Casi todos los seres humanos han visto morir a sus familiares y amigos de alguna enfermedad, para la cual la ciencia no tenía o no tiene aún respuesta. Esa es una fuerza inagotable para los estudios médicos difícil de igualar por otra ciencia o disciplina. El volumen de conocimientos médicos acumulados y las tecnologías desarrolladas son bastos. Pero en esto ha sido imprescindible la investigación concienzuda y sistemática, la búsqueda incesante de la verdad, de la realidad, de cada detalle y de cada parte de los mecanismos que actúan en el proceso salud enfermedad. Y esta es una diferencia sobresaliente.

 

LA INVESTIGACIÓN EN EL SECTOR BIBLIOTECARIO

La investigación bibliotecaria ha sido criticada más de una vez por su debilidad, por su incapacidad para responder ante los problemas diarios del quehacer práctico y para conformar una teoría amplia y sólida que soporte ese quehacer. Es común que, ante sus inconformidades, muchos bibliotecarios ni siquiera se detienen a reflexionar con cuidado sobre la realidad que los rodea, a preguntarse ¿por qué? Y sin saber ese porqué, es decir, sin explicación, no hay ciencia. La ciencia debe, para constituirse como tal, ser capaz de responder porqué. Y nosotros no somos capaces a menudo de probar con evidencias científicas el valor de nuestras respuestas, pues muchas veces esas respuestas son el producto de apreciaciones subjetivas y obedecen a presunciones locales. Somos incapaces de generalizar hallazgos y de responder con solidez a ciertas interrogantes realizadas incluso por nuestros propios usuarios. Esta es una diferencia clara e importante.

No investigamos con la sistematicidad necesaria, sobre todo, porque muchos no consideramos el valor de la investigación en el crecimiento de nuestra profesión y de nuestra profesionalidad y porque no estamos preparados para hacerlo con efectividad. Y al no dominar el método científico, sus técnicas y herramientas, desaprovechamos una oportunidad maravillosa de construirnos un espacio sólido en la ciencia actual.

 

EL ENFOQUE CLÍNICO-EPIDEMIOLÓGICO

En la investigación clínica, con la que estamos cotidianamente tan relacionados los bibliotecarios del sector de la salud, se utilizan profusamente los estudios con enfoque epidemiológico. Estos estudios se caracterizan, en primer lugar, por la conformación del objeto de análisis con grupos y poblaciones y, en segundo, por la forma de poder determinar las posibles causas de cierto evento estudiado, que es la comparación entre grupos-poblaciones expuestas y no expuestas a la presunta causa.1-2

Hace alrededor de una década, defendimos la idea de lo beneficioso que podría ser el dar un enfoque ecológico y epidemiológico a la actividad bibliotecaria y, sobre todo, en lo concerniente de la investigación.3

La epidemiología como ciencia se sitúa en la intersección de las ciencias sociales y biomédicas.4 Esta posición ha sido un factor determinante en la influencia que ejerce sobre ellas y, por tanto, ha permitido responder numerosas interrogantes a partir del uso sistemático de sus diseños y herramientas metodológicas.

Sin embargo, la aplicación de sus propuestas es en extremo escasa o está ausente en el campo de la bibliotecología y las ciencias de la información en el área de la salud. Y esto es algo que siempre nos ha parecido paradójico porque resulta que, al menos teóricamente, es concebible su empleo en el estudio de grupos, comunidades y poblaciones de usuarios donde aparezcan eventos de interés bibliotecario o informacional.

El método clínico y el clínico - epidemiológico son simplemente particularizaciones para unas condiciones específicas de la metodología empleada por las ciencias empíricas. Pero con frecuencia, por el desconocimiento, su aplicación se encierra en ciertas áreas del conocimiento, disciplinas o ciencias. Esta apropiación limitada del aparato metodológico de las ciencias y de la ciencia en general conduce en muchas ocasiones a que métodos potencialmente útiles a diversas disciplinas experimenten un uso muy limitado. Por esta misma causa, con regularidad se abre un abismo entre investigación cuantitativa y cualitativa, así como entre metodología de la investigación y uso de la estadística para la investigación (Cañedo Andalia R, Cruz Font J. Comunicación personal.17 de julio de 2008).

Tal vez sea hora de preguntarnos: ¿no sería mucho mejor poder determinar cuanti-cualitativamente cómo influye la escasez de transporte público en la asistencia a una biblioteca algo lejana pero bien equipada, a decir simplemente que a los usuarios potenciales "no les gusta pasar trabajo" o que "no les interesa aprender"? Una respuesta sólida en este sentido pudiera sentar las bases para el diseño de un nuevo servicio que redujera los efectos indeseables de un factor que actúa en forma negativa sobre la actividad de un grupo de usuarios.

¿Cuánto influye el tiempo de respuesta del comité editorial de una revista a un autor sobre la aceptación/rechazo de su trabajo en su disposición de hacerle llegar nuevas contribuciones o en su deserción definitiva como autor potencial para dicha revista? No los sabemos. Sólo nos imaginamos que influye negativamente, pero no sabemos cuánto.

¿Cuáles son los factores que hacen a nuestros autores emigrar con sus contribuciones a revistas extranjeras? Podemos especular mucho, pero no tenemos datos fiables en nuestras manos como para tomar decisiones acertadas.

¿Cuáles son las razones por las cuales muchos de nuestros usuarios no utilizan bases de datos de incalculable valor en el campo de la medicina, aunque estén disponibles gratuita y libremente y accesibles las 24 horas del día?: ¿conexión?, ¿motivación?, ¿desconocimiento?

¿Cuál es la situación inicial, el efecto inmediato de cierto evento en materia de alfabetización en información? ¿Cuál es la situación una vez transcurridos tres meses de su realización? ¿Existe descalificación nuevamente después de cierto tiempo de la celebración del evento en cuestión? ¿Qué factores contribuyen a esta descalificación?

Estas son simples interrogantes; pero si tuviéramos respuestas sólidas a cada una de ellas, es indudable que estaríamos en mejores condiciones de tomar decisiones correctas y de modificar nuestro curso de acción para lograr resultados más favorables en nuestro quehacer.

Investigar no es sólo un "entretenimiento de quienes tienen tiempo para hacerlo y nada que hacer en sus vidas". Más que eso es una práctica que profesionaliza a especialistas y especialidades, los hace crecer y posibilita un mejor desempeño en cualquier campo. Sin investigación, cualquier área del conocimiento está condenada a desaparecer.

 

CLASES DE INVESTIGACIONES

En el campo bibliotecario, por ejemplo, los estudios descriptivos a menudo comprenden estrechos sectores o comunidades reducidas de usuarios; se realizan sin la aplicación de técnicas de muestreo que aseguren su representatividad con respecto a su población y son incapaces de generalizar sus resultados más allá de la muestra estudiada.

Un estudio descriptivo debe caracterizar con detalle un problema o un comportamiento inapropiado en una población determinada: magnitud, distribución, dinámica, severidad, complejidad, costos, impacto, etcétera. Una buena descripción —donde puedan observarse diferencias en la frecuencia de un evento, su distribución geográfica y temporal, así como las características de los individuos o grupos— suele ser una base sólida para plantearse hipótesis bien razonadas sobre las causas de un problema o conducta digna de estudio.

Combinados estos estudios, que podemos considerar cuantitativos, con otros del tipo cualitativo —que buscan respuesta a fondo sobre lo que piensan las personas acerca de determinado fenómeno y sus sentimientos con respecto a este— aplicados a personalidades, expertos relevantes en el área problemática estudiada y usuarios avanzados, de seguro complementarán muy bien los datos acumulados y facilitarán obtener una imagen más completa del problema.1 Tanto los estudios cuantitativos como los cualitativos se pueden aplicar en un momento determinado y, transcurrido un espacio de tiempo prudencial, se pueden repetir con vista a conocer la evolución del fenómeno estudiado.

Ambos tipos de estudio, sin embargo, son incapaces de explicar las causas de un fenómeno, dar solución a un problema o mostrar la efectividad, eficacia y fiabilidad de dicha solución y son sólo el escalón inicial de la investigación donde no debemos quedarnos si aspiramos a hacer realmente ciencia, si deseamos encontrar evidencias para explicar el fenómeno descrito.

Por su parte, la observación, una variedad de estudios no experimentales, posibilita muchas veces verificar cierta hipótesis sin necesidad de llegar a realizar un experimento propiamente dicho.1 Se basa en la idea de que los individuos de una población —una comunidad de usuarios, por ejemplo— por voluntad propia o de modo involuntario se exponen o no a cierto factor considerado hipotéticamente causal del problema o el comportamiento analizado. Entonces se trata de determinar la variación que se produce con el tiempo en el efecto estudiado, tanto en los grupos expuestos como en los no expuestos a dicho factor y la fortaleza de la relación entre la exposición al aparente factor causal y su efecto. Esta clase de estudio se puede realizar en dos formas básicas: una, con un grupo de estudio y otro control, y dos, con una cohorte o grupo expuesto que se sigue en el tiempo para conocer los efectos que experimenta como resultado de la exposición en comparación con otro no expuesto.1,2

En el nivel más alto se sitúan, por su rigor, los estudios cuasi-experimentales y los experimentales, entre los cuales figuran los denominados ensayos aleatorios. En el primer caso, falta la asignación aleatoria o el grupo control, presentes en el segundo. Se trata de responder a la pregunta: ¿consiguió la intervención producir alguna diferencia? Las intervenciones a realizar pueden ser diversas. En los estudios cuasi-experimentales se realiza una primera medición, a continuación una intervención y posteriormente una segunda intervención. En este caso se puede utilizar un solo grupo: el experimental, o dos, con un control.2

Los ensayos aleatorios, por su lado, son experimentos propiamente dichos, donde el investigador no se limita a actuar como un simple observador, sino que interviene para distribuir en forma aleatoria los individuos en grupos(s) de estudio y control, introducir intervenciones y determinar sus efectos con el mínimo de sesgo posible.

Tanto los estudios observacionales como los cuasi-experimentales y experimentales buscan explicar las causas de un fenómeno o comprobar el efecto de cierta intervención.

 

CONSIDERACIONES FINALES

¿Podremos defender a "capa y espada" la importancia de nuestra actividad bibliotecaria y nuestra relativa superioridad en el conocimiento y en el manejo de la información (…) sin un conocimiento sólido, imposible de alcanzar, sin el despliegue de una actividad de investigación amplia y profunda? Les aseguro que no y, más que eso, si no investigamos como debemos hacerlo: ¡caeremos!

Aprehender y dominar el método científico, los tipos de investigaciones, sus diferentes propuestas y diseños, las variables y sus clases, los indicadores y su desarrollo, las diferentes técnicas de muestreo… puede llevar muchos años de estudio y aplicación y requerir la cooperación de especialistas de otros campos. De seguro a muchos les costará trabajo, pero sin este esfuerzo hoy condenaremos el mañana de una bella profesión.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Toledo Curbelo G. Fundamentos de salud pública. La Habana: Editorial Ciencias Médicas. 2005.T1.p.119.
2. Burgos Rodríguez R. Metodología de investigación y escritura científica en clínica. Granada: Escuela Andaluza de Salud Pública. 1998.
3. Cañedo Andalia R. Por un enfoque ecológico y epidemiológico en la actividad científico informativa. Acimed. 1997;5(3). Disponible en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S1024-94351997000300001&script=sci_arttext&tlng=es [Consultado: 5 de julio de 2008].
4. Wikipedia. Epidemiología. Disponible en: http://es.wikipedia.org/wiki/Epidemiologia [Consultado: 5 de julio de 2008].

 

 

Recibido: 18 de julio de 2008.
Aprobado: 24 de julio de 2008.

 

 

Lic. Rubén Cañedo Andalia. Departamento Fuentes y Servicios de Información. Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas-Infomed. Calle 27 No. 110 e/ N y M, El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. Correo electrónico: ruben@infomed.sld.cu

 

 

Ficha de procesamiento

Términos sugeridos para la indización

Según DeCS1
BIBLIOTECAS; BIBLIOTECOLOGÍA; BIBLIOTECÓLOGOS; CIENCIA DE LA INFORMACIÓN; INVESTIGACIÓN.
LIBRARIES; LIBRARY SCIENCES; LIBRARIANS; INFORMATION SCIENCE; RESEARCH.

Según DeCI2
BIBLIOTECAS; BIBLIOTECOLOGÍA; BIBLIOTECARIOS; CIENCIAS DE LA INFORMACIÓN; INVESTIGACIÓN.
LIBRARIES; LIBRARY SCIENCES; LIBRARIANS; INFORMATION SCIENCES; RESEARCH.

1BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.

Disponible en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htm

2Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://cis.sld.cu/E/tesauro.pdf

 

 

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Cita (Vancouver): Cañedo Andalia R, Guerrero Pupo JC. Investigación bibliotecaria: es imprescindible saber porqué y cómo. Acimed. 2008;18(2). Disponible en: Dirección electrónica de la contribución. [Consultado: día/mes/año].