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ACIMED

Print version ISSN 1024-9435

ACIMED vol.19 no.2 Ciudad de La Habana Feb. 2009

 

CONTRIBUCIONES CORTAS


Orígenes del cine científico médico*



Origin of medical scientific movie





Eglis Esteban García Alcolea

Especialista de I Grado en Oftalmología. Cátedra de Cirugía Experimental Oftalmológica. Facultad Cubana de Oftalmología. Instituto Superior de Ciencias Médicas "Victoria de Girón". La Habana, Cuba.




RESUMEN

El cine científico es desde sus orígenes un instrumento de investigación, docencia, comunicación y documentación. Sin embargo, en la mente de muchos de nuestros cineastas, tan sólo existe una idea vaga de que el cine nació de la ciencia. Se exponen algunas definiciones relacionadas con el tema, sus antecedentes y cómo ha influido en el campo de la medicina.

Palabras clave: Cine científico médico, cine de enseñanza, cine de divulgación, historia.


ABSTRACT

Scientific cinema is from its origin an instrument of investigation, teaching, communication and documentation; nevertheless, in minds of many Cuban film makers, only exist a faint idea that movie was born from science. Some definitions related to this topic, its backgrounds and how it has influenced on medicine field are exposed.

Key words: Medical scientific cinema, teaching movie, divulgation movie, history.




En la historia del hombre, la transmisión oral y la representación de imágenes preceden al lenguaje escrito. Son muy numerosas las representaciones anatómicas y de patología traumática que pueden observarse en el arte rupestre de culturas muy diferentes.1-3

Tan pronto como comienza a desarrollarse el lenguaje escrito, se produjeron también textos sobre las enfermedades y los procedimientos para remediarlas. Una preocupación constante por la vida, la muerte y la enfermedad se aprecia en las inscripciones, pinturas y jeroglíficos que se han podido conservar de Mesopotamia, Egipto, Grecia, Roma, el Lejano Oriente y las civilizaciones precolombinas de América. En muchas de ellas es clara la intención docente, pero casi siempre se trataba de información privilegiada, reservada a los círculos de poder, en la que se solapan conocimientos secretos, arte y magia.1,2

Habrían de transcurrir muchos siglos para que aparecieran los primeros incunables, se perfeccionara la imprenta, se produjera un desarrollo científico amplio y una industria artesanal adecuada, capaz de ofrecer los instrumentos y procedimientos que pudieran servir de apoyo a la docencia médica y otros conocimientos en sus respectivas épocas.1

El libro es la primera memoria externa del hombre, con capacidad suficiente para acumular y transmitir conocimientos en texto y en imagen estática. Desde la Edad Media hasta la época de la ilustración, experimentó importantes modificaciones. Así, dejó de ser un privilegio restringido de reyes, monjes y cortesanos eruditos; se constituyó en soporte enciclopédico de todo el conocimiento; empezó, finalmente, a ser accesible a un sector cada vez más amplio de población y a transformarse progresivamente, además, en un vehículo de entretenimiento.1-3

Palabra, pizarra, cuadernos y libros fueron hasta el siglo XIX los útiles exclusivos del profesor; el siglo XX traería nuevas posibilidades para la comunicación y la docencia, entre ellas: el cine científico.1 A continuación, se pretende mostrar algunas definiciones relacionadas con el tema, los antecedentes de su surgimiento y cómo ha influido en el campo de la medicina.



EL CINE CIENTÍFICO MÉDICO

Según los criterios internacionales, el cine es un registro del movimiento independientemente del soporte que utilice, película, banda magnética, videodisco o discos ópticos. El cine científico puede ocuparse de cualquier tema, pero procura evitar siempre introducir en su realización contenidos ideológicos, políticos, religiosos o comerciales ajenos a los intereses propiamente académicos.3 Una primera clasificación de este pudiera ser:

  • Cine de investigación: Es aquel en el que el propio procedimiento se utiliza como instrumento de investigación de un proceso.

  • Cine de enseñanza: Se ocupa de comunicar conocimientos; aprovecha con frecuencia secuencias procedentes del cine de investigación.

  • Cine de divulgación: Es esencialmente idéntico al de la enseñanza superior; pero procura adecuar la narración al nivel de conocimientos de un público más amplio.

Los medios de comunicación han creado la cultura de la imagen. La mayor parte de los espectadores pueden desconocer a qué se denomina un fundido de cierre, un fundido de apertura, un encadenado, un zoom o un primer plano; pero entienden perfectamente de forma intuitiva lo que el realizador pretende con esos recursos, que el cine científico utiliza de forma muy sobria.1-3

Los antecedentes más remotos de equipamientos del cine científico que habrían de ser importantes complementos para la docencia son: el de la cámara oscura, de Leonardo Da Vinci, del siglo XV, y la linterna mágica, del jesuita Atanasius Kircher en el siglo XVI.4

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, se perfeccionaron los instrumentos ópticos, que permitieron avances sólidamente relacionados con el mundo del audiovisual que hoy conocemos, y en esta historia la medicina y los médicos tuvieron un especial protagónico.3-5

Fueron físicos y médicos quienes descubrieron el fenómeno de persistencia de las imágenes en la retina. Las primeras observaciones documentadas, a este respecto, fueron las presentadas por el caballero D'Arcy, en 1765, en la Academia de Ciencias de París. Él estudió el tiempo necesario para que una brasa ardiendo, fijada en una rueda que giraba, dejara de percibirse como tal para pasar a observarse como un círculo. Muchos años después, un médico inglés, Peter Mark Roget (1779-1869) presentó, en 1824, en la Royal Society, sus observaciones sobre la ilusión óptica que se produce al mirar el movimiento de los ejes de una rueda de un carro a través de una valla. Analizó el fenómeno, lo reprodujo experimentalmente con un disco de cartón perforado y una tira de papel móvil y utilizó esta ilusión para calcular la duración de las impresiones de las imágenes en la retina. Otros dos médicos ingleses, William Harvey Fitton (1780-1861) y John Ayrton Parish (1785-1856), se disputaron en aquella época la invención del Taumatropo, un juguete muy popular que consiste en un disco con un dibujo en el anverso y otro en el reverso, que al hacerlo girar perpendicularmente al plano del papel permite observar cómo se superponen las dos imágenes.6

Fisiólogos y ópticos fueron los que demostraron la posibilidad de generar la ilusión del movimiento. Esto fue descubierto de forma independiente y simultánea por un fisiólogo belga, Josef Antoine Ferdinand Plateau (1801-1883), y un matemático austríaco, Simon R. Von Stampfer (1792-1864). En el mismo año, 1833, Plateau dio a conocer su fenaquistiscopio, y Stampfer su estroboscopio. Con estos inventos nacía el cine de dibujos animados.3

El primero que aplicó estos inventos en la docencia de la medicina fue el fisiólogo checo Jan Evangelista Purkinje (1787-1869), quien perfeccionó un estroboscopio al que llamó "Forolit" y dibujó distintos discos para mostrar a sus alumnos diversos movimientos, como el de los latidos del corazón.2,3

Todo esto sucedía en una época próxima; pero anterior al desarrollo de la fotografía, por Joseph Nicéphore Niepce (1765-1833) y Louis Jacques Daguerre (1789-1851), en la que —con la revolución industrial— se producían casi al mismo tiempo el descubrimiento del telégrafo, por Samuel Finley Breese Morse (1791-1872), la luz eléctrica y el fonógrafo, por Thomas Alva Edison (1847-1931) y con todo esto la posibilidad de grabar, reproducir imágenes y sonidos y de transmitir sonidos.1,2

Los descubrimientos e inventos se aprovecharon con prontitud para el entretenimiento; pero sus primeras aplicaciones tuvieron intenciones científicas y docentes y, en una buena parte de los casos, directamente relacionados con la medicina. El mejor ejemplo al respecto es el de las extraordinarias aportaciones de Étienne Jules Marey (1830-1904), médico que dedicó toda su vida al estudio del movimiento.3 Él diseñó y construyó numerosos equipos para analizar los movimientos de humanos y animales: los sistemas gráficos neumáticos (1870), el fusil fotográfico (1882), el cronofotógrafo de placa fija (1884) y el cronofotógrafo de papel (1888). Aplicó sus inventos al estudio de los movimientos del hombre, el vuelo de las aves, así como al movimiento de los peces y de los seres microscópicos. Marey inventó el cine y muchas de sus técnicas especiales, como la cámara de espejos —que más adelante sería la base de los procedimientos de filmación en alta velocidad— y la intervalometría para el estudio de los fenómenos lentos. Todos ellos, muchos años antes de que los hermanos Auguste y Louis Lumière pusieran a punto y dieran a conocer su cinematógrafo en la sesión que tuvo lugar en el gran café de Paris el 28 de diciembre de 1895. Marey nunca comercializó sus descubrimientos; tampoco mostró interés por filmar escenas de la vida cotidiana y no le dio importancia a la posibilidad de proyectar hacia un gran público sus inventos; sólo le interesaban las aplicaciones científicas. En su Instituto de Fisiología se formaron numerosos profesionales, como Lucien Bull, quien inventó la cámara rápida; Carvallo, quien inventó la roentgen-cinematografía, o Comandon, que perfeccionó y aplicó la cinefotomicrogafía al estudio de microbios, parásitos y procesos fisiológicos en numerosos campos de la medicina.1-3

El cinematógrafo se popularizó vertiginosamente y, a principios del pasado siglo, junto al cine espectáculo, se multiplicaron sus aplicaciones en todos los campos de la ciencia: biología, botánica, etnografía, antropología.2,3

En la medicina comenzó el auge del cine quirúrgico. El primer cirujano que filmó sus intervenciones fue Eugène Louis Doyen (1859-1916). Dada la escasa sensibilidad de las películas, debía operar con luz solar y hacerlo muy rápido porque las mejores cámaras de su época sólo aceptaban películas para pocos minutos. En el Congreso Internacional de Cirugía, que se celebró en Madrid en 1903, Doyen destacó el gran interés que tenía el cine, "porque permite la comunicación precisa a otros profesionales de las técnicas empleadas; es un instrumento muy valioso para que el cirujano mejore sus propias intervenciones y es el mejor procedimiento para la enseñanza de las técnicas quirúrgicas".3 Se ha perdido gran parte del material quirúrgico filmado por los pioneros; pero entre las películas que se han podido conservar figuran las intervenciones de un quiste hidatídico pulmonar y la de una hernia, realizadas por el Dr. Alejandro Posadas, prestigioso cirujano argentino quien rodó en 1900, a plena luz del día en el patio de su hospital, con la colaboración de Eugenio Py, quién fue el primer operador cinematográfico de su país. Como Doyen, Posadas, estaba convencido de la importancia que tendría el cine para la comunicación profesional y la docencia en la cirugía.1-3

La popularidad del cine de espectáculo relegó a un segundo plano el interés científico y docente de los procedimientos que se habían desarrollado con los descubrimientos de Marey y, en determinados ambientes académicos, los registros audiovisuales y las proyecciones de cine se aceptaron con reticencia, porque la imagen y el sonido se identificaban con la diversión. Ese sentimiento existió durante muchas décadas, de manera que hasta hace muy pocos años, gran parte de las academias de medicina de España no admitían en los discursos de sus socios la utilización de imágenes de esta clase. Sin embargo, en otros países, los personajes más famosos de las ciencias, la medicina, el arte y las humanidades se encontraban suscritos a las publicaciones científicas sobre imágenes en movimiento, a las que prestaban especial atención las publicaciones más prestigiosas de fines del siglo XIX y principios del XX.1

En el siglo pasado, uno de los fenómenos que más influyó el quehacer cotidiano del médico fue la demanda de imágenes diagnósticas: la fotografía, la radiografía, la termografía, la ecografía, la tomografía computarizada, la resonancia magnética, la fibroscopía y los numerosos estudios dinámicos (endoscópicos, radiológicos, ganmagráficos), se consideraron como una necesidad absoluta en la práctica hospitalaria.7-9

La auscultación, la determinación de la tensión arterial, la electrocardiografía o la radiología convencional siguen siendo procedimientos insustituibles, que se han perfeccionado con las nuevas tecnologías para posibilitar, por ejemplo, el seguimiento sistemático de los pacientes y la telecomunicación de los registros.3,4 Sin minimizar la importancia que estos recursos tienen, es indudable que en la segunda mitad del siglo XIX, se produjo un desarrollo exponencial en el perfeccionamiento y utilización de las técnicas de imagen en la mayor parte de las especialidades médicas y de modo particular en el ámbito de la cardiología.4

En el fondo no puede sorprendernos este desarrollo exponencial de los procedimientos de imagen dinámica para el diagnóstico y la investigación médica en general, porque en ella se produce una estrecha correlación entre forma y función a todos los niveles: orgánico, tisular, celular o molecular. Por todo esto, cabe esperar que la demanda de imágenes en medicina continúe creciendo y ocupe un espacio y un tiempo más amplios en la docencia.3

Sin embargo, en muchos países, los audiovisuales científicos en general y los médicos en particular se han realizado a título individual, y no existen apoyo institucional ni estructuras oficiales que faciliten técnicas sofisticadas, información o condiciones asequibles fuera de los circuitos comerciales. En esta situación se han producido muchos audiovisuales en los que el médico es, a la vez, productor, asesor científico, guionista, director, cámara, técnico en imagen y sonido, locutor y comunicador. En muchas ocasiones, el contenido científico es elevado; pero como en la mayor parte de los casos se rueda en formatos domésticos, no es posible siquiera una posproducción profesional para aprovechar la imagen. Por otra parte, el realizador autodidacta no se encuentra familiarizado con las normas del audiovisual científico, desconoce el lenguaje de imagen y sonido y aplica mal la música, los recursos técnicos y los efectos. Frecuentemente intercala sus imágenes y sonidos con otras que graba de un programa de televisión, sin percatarse de que conculca ciertos derechos de autor.10,11

La importancia de los medios audiovisuales hizo que en los países avanzados se desarrollaran muy pronto centros para facilitar la realización de audiovisuales científicos de investigación, enseñanza y divulgación, así como asociaciones científicas profesionales, festivales y certámenes de audiovisuales científicos, entre ellas:

  • La International Association for Media in Science (IAMS) (1992).

  • La Asociación Española de Cine Científico (ASECIC) (1967).

  • La Semana Internacional de Festival Unicaza.

  • La Bienal de Cine Científico Español de Zaragoza (1983).

  • VIDEOMED-Badajoz (1985), que, actualmente, se celebra en distintas ciudades de muchos países como Argentina, Cuba, Ecuador, México o Uruguay.10

Entre septiembre y octubre de 2008, La Habana, la capital de todos los cubanos, fue sede de otra magna cita con los audiovisuales científicos médicos con resultados satisfactorios y grandes expectativas para el futuro: VIDEOSALUD 2008. Muestra internacional del audiovisual en Ciencias de la Salud. Cuba.

El aprovechamiento adecuado de los profesionales y recursos es especialmente importante en una época en la que se ha producido una auténtica revolución médica audiovisual. Finalmente, en las tres últimas décadas, el desarrollo de la informática, los avances en materia de telecomunicación, la organización de bases de datos, la posibilidad de digitalización de imágenes y sonido, así como de transmisión entre los lugares más remotos del mundo por medio de las autopistas de telecomunicación y la creación de redes de usuarios, han abierto nuevas posibilidades a la transmisión de conocimientos a todos los niveles.11

 

CONSIDERACIONES FINALES

Hace ya muchos años que en la docencia de la medicina se cambiaron las pautas, y que se pasó de intentar enseñar todo a tratar de enseñar a buscar. Hoy, el docente debe proporcionar al alumno no sólo referencias de libros y trabajos, sino también de audiovisuales y direcciones de bases de datos. En este, como en otros muchos campos de la ciencia y la técnica, existe el privilegio de contemplar avances que continuamente nos desbordan. No se deben desaprovechar unos recursos que hacen más fácil y grato el aprendizaje; pero tampoco se puede olvidar que todos estos medios seguirán siendo tan sólo un complemento de la labor que debe promover y coordinar el profesor.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Álvarez Rodríguez Y. Cine y medicina: más de 150 años de comunicación e investigación. Barcelona: Hospital Vall D'Hebron. 1996;17:8-10.

2. Menéndez A, Medina R. Introducción: cine, historia y ciencia. Disponible en: http://www.dsp.umh.es/conecta/cmh/intro.htm [Consultado: 3 de mayo de 2008].

3. Álvarez Rodríguez Y. El cine como instrumento de investigación y docencia en cardiología. Disponible en: http://www.fac.org.ar/scvc/llave/edu/alvarez/alvareze.htm [Consultado: 3 de mayo de 2008].

4. Loo SK. Fabric of life: the design of a system for computer-assisted instrucction in histology. Medical teacher. 1995;17(3):269-76.

5. McArtur JR. A survey of videodisc and interactive videodisc project in North America. Journ Audiov Med Med. 1992;15:61-72.

6. Salinas J, Cabero J, Cebrián M, Loscertales F, Martínez F, Sureda J. Redes de comunicación, redes de aprendizaje. Palma: Universidad de las Islas Baleares. 1996.

7. Sánchez Navarro JD. El camino fácil a Internet. Madrid: Mc Graw Hill Interamericana. 1996.

8. Vaughan T. Todo el poder del multimedia. Madrid: McGraw Hill Interamericana. 1996.

9. Otero Carvajal LE. La destrucción de la ciencia en España. Las consecuencias del triunfo militar de la España franquista. Disponible en: http://www.ucm.es [Consultado: 15 de mayo de 2008].

10. Puyal A. Gonzalo Menéndez Pidal o el cine como documento. En: Poyato Sánchez P (coord.). El documental, carcoma de la ficción. X Congreso de la Asociación Española de Historiadores del Cine, 2004, feb 12-14. Córdoba: Filmoteca de Andalucía. 2004.

11. Elena A. Ciencia, cine e historia. De Méliès a 2001. 2002. Disponible en: http://www.centros5.pntic.mec.es [Consultado: 15 de mayo de 2008].


 

Dr. Eglis Esteban García Alcolea. Cátedra de Cirugía Experimental Oftalmológica. Facultad Cubana de Oftalmología. Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana "Victoria de Girón". Edificio Focsa. Calle 17 esq. M. El Vedado. Plaza de la Revolución. Ciudad de La Habana. Cuba. Correo electrónico:elierortiz@infomed.sld.cu


 

Ficha de procesamiento

Términos sugeridos para la indización

Según DeCS1
CINE COMO ASUNTO/historia; MATERIAL AUDIOVISUAL; MEDIOS AUDIOVISUALES; MEDICINA.
MOTION PICTURE AS TOPIC/history; AUDIOVISUAL MATERIAL; AUDIOVISUAL AIDS; MEDICINE;

Según DeCI2
MATERIAL AUDIOVISUAL; MEDIOS DE COMUNICACIÓN; MATERIALES DE ENSEÑANZA; BIOMEDICINA.
AUDIOVISUAL MATERIAL; COMMUNICATION MEDIA; TEACHING MATERIALS; BIOMEDICINE.

1BIREME. Descriptores en Ciencias de la Salud (DeCS). Sao Paulo: BIREME, 2004.
Disponible en: http://www.decs.bvs.br/E/homepagee.htm
2Díaz del Campo S. Propuesta de términos para la indización en Ciencias de la Información. Descriptores en Ciencias de la Información (DeCI). Disponible en: http://www.cis.sld.cu/E/tesauro.pdf

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Cita (Vancouver): García Alcolea EE. Orígenes del cine científico médico. Acimed 2009;19(2). Disponible en: Dirección electrónica de la contribución. [Consultado: día/mes/año].


*Es una versión revisada de la conferencia del mismo título, ofrecida por el autor durante la celebración de Videosalud 2008, realizado en el Cine 23 y 12, de La Habana, entre los días 29 de septiembre y 3 de octubre del año 2008.