SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.19 número2La sencillez como cualidad moral en las exposiciones científicas oralesDr. Alberto Germán Mora Docampo: ejemplo de integridad y dedicación al servicio de la medicina cubana índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

  • No hay articulos citadosCitado por SciELO

Links relacionados

  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO

Compartir


MEDISAN

versión On-line ISSN 1029-3019

MEDISAN vol.19 no.2 Santiago de Cuba feb.-feb. 2015

 

RESEÑA DE LIBROS

 

 

Crítica del libro El Che se viste de blanco

 

Criticism to the book Che dresses of white

 

 

Dr.C. Ricardo Hodelín Tablada

Hospital Provincial Docente Clinicoquirúrgico "Saturnino Lora Torres", Santiago de Cuba, Cuba.

 

 


 

 

El 5 de diciembre de 1956, tres días después del desembarco del yate Granma, en medio de la sorpresiva batalla de Alegría del Pío, el Che tuvo ante sí un interesante dilema: dedicarse al ejercicio de la medicina o continuar con su deber de soldado revolucionario, al tener delante una mochila llena de medicamentos y una caja de balas. Como las dos eran de mucho peso para transportarlas juntas, él se decidió por la caja de balas.

Si bien marcó, así, el inicio de su destacada labor como guerrillero, no puede olvidarse su desempeño como médico, del cual escribió en sus Pasajes de la guerra revolucionaria: "En aquella época tenía que cumplir mis deberes de médico, y en cada pequeño poblado o lugar donde llegábamos, realizaba mi consulta. Era monótona, pues no tenía muchos medicamentos que ofrecer y no presentaban una gran diferencia los casos clínicos de la Sierra; mujeres prematuramente avejentadas, sin dientes, niños de vientres enormes, parasitismo, raquitismo, avitaminosis en general eran los signos de la Sierra Maestra".

Hago este preámbulo porque les confieso que al leer el título del libro que reseño: El Che se viste de blanco, imaginé que se trataba de un texto que reflejaba una faceta poco conocida del Guerrillero Heroico, su trabajo como médico asistencial. Sin embargo, para mi sorpresa descubrí que se trata de interesantes crónicas sobre la labor de los médicos cubanos que, con mucho sacrificio y siguiendo el ejemplo altruista del propio Che, laboran en tierras bolivianas.

Este magnífico ejemplar me hizo recordar la frase del educador brasileño Paulo Freire "leer un texto no es pasear en forma licenciosa e indolente sobre las palabras", y es que precisamente se trata de uno de esos libros capaces de atrapar al lector desde la primera página, obligándolo a pensar y a reflexionar sobre los diferentes planteos que realiza su autor José Antonio Fulgueiras. Nacido en Sagua la Grande, en 1952, como reza en la contracubierta, Fulgueiras es periodista de profesión, preside la Unión de Periodistas de Cuba en la provincia de Villa Clara, es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, tiene varios libros publicados, y ha recibido, entre otras distinciones, la Réplica del Machete Mambí del Generalísimo Máximo Gómez.

Publicado por la Editorial Pablo de la Torriente Brau, el libro estructuralmente se divide en un pórtico y cuarenta pequeñas crónicas agrupadas en 153 páginas. En el pórtico titulado "Libro de los médicos para su médico", el autor asegura que "de cariño, humor y ternura han llenado los sitios de la Gran Bolivia los médicos de Cuba. No hay lugar por donde cruzó la guerrilla que ya no hayan pasado los galenos martianos".

He aquí un volumen trascendente; lo es en razón de la singular figura que lo motiva y de la forma fervorosa, sencilla y documentada en que se produce la exaltación del trabajo que realizan los galenos cubanos. Con verdadera pericia técnica, el documento histórico se interpola al testimonio original, y ambos nos llevan de la mano en una lectura amena que permite transitar con facilidad entre los diferentes relatos contados.

Particularmente relevante es la crónica dedicada a Rosalía Quispe, una niña que presentaba una grave malformación de la columna lumbosacra (raquisquisis), semejante a una cola de cerdo, como la descrita por Gabriel García Márquez en Cien años de soledad. El neurocirujano Orestes López, después de estudiar el caso, decidió el tratamiento quirúrgico. Un equipo multidisciplinario logró operar a Rosalía, que luego de una compleja intervención y de intensivas sesiones de fisioterapia, pudo incorporarse a la vida social y poner fin a esta triste historia garciamarquiana.

Merece consignarse el relato titulado "Tania, la nueva guerrillera", donde se cuenta sobre la Dra. Tania Cruz, neurocirujana, quien simultaneaba sus labores quirúrgicas con la dirección de la Clínica del Colaborante, institución en la que una veintena de especialistas cubanos brindaban sus servicios a cientos de personas, entre ellos al presidente Evo Morales. La especialista señaló que esos propios galenos que cuidaban de la salud de los bolivianos, extendían su trabajo a la comunidad y construyeron un Laboratorio de Microbiología, a pie de obra junto con los constructores.

Conmovedora es la crónica dedicada al Dr. Miguel Ángel Borges, pediatra guantanamero, quien tuvo que ascender uno de los cerros más altos de Cochabamba para atender dos casos complicados. Por el camino los campesinos lo confundían con un sacerdote y le pedían la bendición para sus cosechas, en el nombre de San Ernesto de la Higuera. Después de una larga travesía, el médico llegó a un bohío donde pudo constatar que la fiebre alta se adueñaba de la madre y de la niña. Eso lo comprobó con solo palpar las mejillas de las asistidas. En pocos minutos diagnosticó que, por falta de higiene en el parto, estaba frente a una sepsis puerperal; proceso infeccioso que desencadena una respuesta inflamatoria general. Tres días pasó el Dr. Miguel al cuidado de sus pacientes, él mismo realizaba las curas locales y le administraba los antibióticos. Resuelta la situación de salud, regresó al hospital con la satisfacción del deber cumplido.

El volumen refleja además interesantes y novedosos testimonios de muchos de los protagonistas que estuvieron junto al Che en su histórico paso por Bolivia. Destaco aquí el texto sobre Juan Enrique Coronel Quiroga, el hombre que en diciembre de 1969 trasladó las manos del Che desde la Paz hasta Moscú, y allí vio frustrado su anhelo de entregarlas al Comandante Fidel Castro, cuando quedó anclado en la ciudad moscovita por una redecilla de injustas tribulaciones. El lector interesado puede así aprender sobre este aspecto poco conocido de la historiografía guevariana.

Interesante es el testimonio de Antonio Peredo, militante comunista desde hace más de cincuenta años, luchador clandestino y, hasta hace poco, senador en el gobierno de Evo Morales. Antonio, hermano de Inti y Coco, héroes de la guerrilla del Che, dice: "La imagen del Che es tan importante en Bolivia que está en todas partes. Pensé que ya Ernesto Guevara era un extraño para los campesinos contemporáneos, pero en mis campañas electorales me percaté de que es algo tan entrañable que todos los dirigentes agrarios cargan en su tarjeta la imagen del comandante guerrillero".

Asimismo, aportan elementos novedosos los testimonios de Nila Herrera, ministra de salud y deportes; Salustio Choque, primer prisionero de la guerrilla del Che; Mary Maemura, hermana de Freddy -- identificado en la guerrilla como Médico o Ernesto --; Loyola Guzmán, dirigente juvenil que se entrevistó con el Che en Ñancahuazú; y Santos Espada, quien expresó emocionado: "Yo tenía ocho años cuando vi muerto al Che en la lavandería del hospital de Valle Grande. Pasé por debajo de la gente y logré ponerme muy cerca de donde él estaba tendido. En ese momento para mí fue como si mirara a un Dios; tenía los ojos abiertos como si estuviera vivo, y desde ese instante lo empezamos a ver como a un Cristo".

Otro mérito de este libro es la referencia trascendental con la que contribuye René Cadina, a quien le llaman el fotógrafo que retrató a Dios. Postrado sobre una cama, con la mitad del hombre que antes fue, Cadina muestra el negativo original de la foto que le hizo al Comandante Ernesto Guevara, ya sin vida y con el torso desnudo, en la lavandería del hospital Señor de Malta, en Valle Grande, los días 9 y 10 de octubre de 1967. El legendario fotógrafo, con amputación de ambas piernas, quien ahora recibe el cuidado de los médicos cubanos, aseguró que "nomás era un comandante de carne y hueso que murió con los ojos abiertos para seguir mirando y haciendo por los pobres del mundo".

Este compendio de marcada intención ética y humanista nos revela -- sin desdorar el ilustre periodista que es su autor -- la elevada prosa poética de José Antonio Fulgueiras, que se basa en una voz intensa a nivel idiomático, comprensible por todos y escrupulosa en su estilo. En consecuencia, nos regala una exposición apasionante, donde desfilan los internacionalistas cubanos, que alejados de la familia y de la tierra que los vio nacer, escriben cada día gloriosas páginas de heroísmo y ponen muy en alto la bandera de la estrella solitaria.

Escrito con un lenguaje sencillo, comprensible por el amplio público, auguro que este libro va a tener muchos admiradores. Primero, por abordar una temática muy sensible para el cubano de hoy: la práctica del internacionalismo proletario, y segundo, por recrear la figura de uno de los más grandes paradigmas del siglo XX americano, el Guerrillero Heroico Ernesto Guevara de la Serna. Este texto que se lee de corrido, avanzando en él como quien navega entre agradables descubrimientos, es sin dudas una notable contribución a la destacada labor que desde el mismo triunfo de la Revolución cubana, han desempeñado los galenos cubanos en múltiples países.

Se trata de un material que puede ser de utilidad para los médicos, para los hombres amantes del saber, para los estudiantes a los que les está reservada la dirección del futuro y para todos aquellos que deseen conocer otros aspectos de la solidaridad brindada por los cubanos. Esta obra, donde se trasmiten valores, es un ejemplo alentador y de alto estímulo, en esta época en que tanto prima lo material sobre las cualidades del espíritu.

Hay todavía otros argumentos para animar a la lectura de El Che se viste de blanco (figura), me refiero a la organicidad que existe entre cada uno de los tópicos abordados a pesar de su variedad, y a las interesantes fotografías que se muestran al final en el testimonio gráfico. En este volumen el periodista nos muestra, una vez más, la habilidad que posee para otorgar a sus observaciones una profundidad vivencial, pues en cada tema se refleja una de las principales virtudes que debe acompañar a un periodista, y es su capacidad de informar sin dejar de asombrar al lector. Finalmente, invitamos a disfrutar, con verdadero placer y provecho, del Che vestido de blanco a través de este libro tocado por la lucidez.

 

Recibido: 1 de octubre de 2014.
Aprobado: 6 de octubre de 2014.

 

 

Ricardo Hodelín Tablada. Hospital Provincial Docente Clinicoquirúrgico "Saturnino Lora Torres", avenida de los Libertadores s/n, entre calles 4ta y 6ta, reparto Sueño, Santiago de Cuba, Cuba. Correo electrónico: rht@medired.scu.sld.cu

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons