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Señor Editor:
Resultó gratificante haber leído el artículo: «La participación de los estudiantes en las publicaciones científicas»,1) donde el editor jefe de «Medicentro Electrónica» propuso a sus árbitros no rechazar más los artículos de estudiantes en la revista.
La investigación científica constituye la piedra angular en la formación médica, además de estar vinculada a los nuevos avances de la ciencia. El conocimiento del método científico es de vital importancia para la labor asistencial, pues el método clínico, como uno de sus exponentes fundamentales, constituye la herramienta investigativa más útil de todo profesional de la salud.
La actividad científica dentro de la comunidad de pregrado ha tenido un alza significativa en América Latina desde hace varias décadas, fenómeno evidenciado en el nacimiento de diversas revistas científicas y en la existencia, en los planes de estudio, de asignaturas y talleres que fomentan el dominio del método científico.2
En Cuba, la Revista «16 de abril» constituye el órgano científico de los estudiantes de las ciencias médicas. Aunque sus editores han hecho un esfuerzo evidente por elevar la visibilidad y calidad de sus artículos científicos, aún no posee el sello CITMA, ni está indexada en prestigiosas bases de datos, por lo que es comprensible que el estudiante busque otras revistas de mayor impacto para enviar sus manuscritos. Esta opción queda frustrada al encontrarse con la negativa de algunos editores que menosprecian la calidad científico-metodológica de los resultados de investigaciones estudiantiles. Esta situación no constituye un hecho casual y ha sido informada con anterioridad.3
Entonces sería oportuno preguntar: ¿cómo aspiran estos árbitros lograr una alta calidad en los artículos científicos de los profesionales si no sustentan una cultura de publicación desde el pregrado?
Hernández García y colaboradores3 plantearon que el problema de la publicación científica estudiantil va mucho más allá de los muros de la institución, es una situación que requiere concientización por parte de todos los profesionales involucrados en la docencia médica y el proceso editorial. Es necesario transformar la mentalidad de los árbitros, las normas editoriales de las revistas científicas y reflexionar sobre la importancia de la publicación científica en la formación de los estudiantes de pregrado y el futuro impacto en su vida como investigadores.
Pese a esta situación desfavorable, los estudiantes de ciencias médicas de Cuba no abandonan su interés por la investigación y la publicación. En cambio, resulta cada vez más evidente su participación en eventos científicos, congresos, becas de investigación y talleres de publicación, lo que demuestra continuamente el impacto y calidad de sus investigaciones. Existen revistas médicas, como «Mediciego» y «Edumecentro», que aceptan en su proceso editorial manuscritos en los que figuran estudiantes como el primer autor, siempre y cuando cumplan con la política editorial establecida.
La Universidad de Ciencias Médicas de Villa Clara cuenta con un movimiento científico estudiantil de avanzada (llevan cinco años con el primer lugar en el Fórum Científico Nacional), dotado de las habilidades suficientes para desempeñar con calidad esta labor.4 Sin dudas, la decisión de «Medicentro Electrónica», resultado del arduo reclamo estudiantil, es consecuente con los logros antes mencionados.
Ciertos autores como Negrín Jurajuria y colaboradores,5 advierten que la actividad científica estudiantil, como indiscutible precursora de los futuros editores, revisores y autores de artículos científicos, no debe estar al margen de las revistas biomédicas provinciales («Acta Médica del Centro», «Medicentro Electrónica», «Edumecentro» y «CorSalud»), sino que debe ser reconocida y potenciada a través de ellas. Se impone la necesidad de retomar estudios como el de González-Argote y colaboradores,6 en el que se evidenció la escasa participación estudiantil en las revistas médicas cubanas. Medir nuevamente la ciencia estudiantil en dichas revistas y realizar una comparación en espera de mejores resultados constituye tarea futura del autor.
Por último, se hace un llamado a las revistas médicas cubanas que aún mantienen la conservadora idea de negar la aparición de un estudiante como autor principal de un manuscrito, las cuales deben ponerse en sintonía con las que sí premian el trabajo estudiantil y sacan a la luz sus investigaciones. Se impone abrir, de esta forma, un merecido «paso a la ciencia joven».7
