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Revista Cubana de Higiene y Epidemiología

Print version ISSN 0253-1751On-line version ISSN 1561-3003

Rev Cubana Hig Epidemiol vol.48 no.1 Ciudad de la Habana Jan.-Apr. 2010

 

ARTÍCULO DE REVISIÓN

 

Leishmaniasis. Aspectos de interés sobre un parasitismo exótico para Cuba

Leishmaniasis: Interesting features on exotic parasitism for Cuba

Ana Margarita Montalvo ÁlvarezI

I Investigadora Auxiliar. Profesora Auxiliar.


RESUMEN

Leishmania es un protozoo parásito causante de la leishmaniasis, enfermedad de variada presentación clínica y de amplia distribución mundial. La Organización Mundial de la Salud la considera una enfermedad re-emergente y no controlada, y sus patrones de transmisión se han visto afectados en los últimos años por la acción humana, entre otros aspectos. El diagnóstico varía de acuerdo con la forma clínica de presentación y actualmente se recomienda la identificación de la especie infectante como elemento de mucha utilidad para indicar un tratamiento adecuado, realizar el monitoreo clínico y como aspecto importante en estudios epidemiológicos, que incluyan el estudio de vectores y/o reservorios. El tratamiento oportuno es, hasta el momento, una de las pocas medidas de control disponibles, ya que a pesar de los esfuerzos realizados, no existe vacuna contra esta afección. En este trabajo se presenta una revisión de la literatura que incluye aspectos importantes de la leishmaniasis, en el contexto internacional actual.

Palabras clave: Leishmania, leishmaniasis, epidemiología.


ABSTRACT

Leishmania is a parasitic protozoon causing Leishmaniasis, disease with a varied clinic presentation and a wide world distribution. WHO considers it as a non-controlled and re-emergent disease and its transmission patterns have been affected in past years by the human action among other features. Its diagnosis change according to the clinical way of presentation and nowadays it is recommended the identification of infectious species like a very useful feature to prescribe a appropriate treatment, to perform the clinical monitoring and the most important in epidemiologic studies including the vector and or reservoirs study. The timely treatment is until now one of the few available control measures since despite the efforts performed there isn't a vaccine against this affection. The aim of present paper is to present a literature review including significant features of Leishmaniasis in the present international context.

Key words: Leishmania, Leishmaniasis, epidemiology
.


 

 

INTRODUCCIÓN

Leishmaniasis es un término que define un conjunto de enfermedades de muy variada presentación clínica, cuya característica común es ser producida por la infección con parásitos pertenecientes al género Leishmania.1

En Cuba no se han detectado casos autóctonos de la enfermedad, lo que no debe restar interés al conocimiento sobre los mismos. Variadas razones, que abarcan la importancia de la leishmaniasis en el contexto internacional, la posición geográfica de Cuba, los avances científico-técnicos de la última década, que en muchos casos han impuesto novedades en el manejo de aspectos esenciales de la enfermedad no resueltos aún, así como el principio internacionalista de nuestro sistema social, apoyan este interés.

En los últimos años, y al nivel internacional, se han hecho análisis que compendian extensas investigaciones bien diseñadas y monitoreadas por expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que vinculan esta enfermedad con los sectores más pobres de la población global, y relacionan las consecuencias de la pobreza extrema con el aumento en la morbilidad y mortalidad de la leishmaniasis, principalmente en los grupos más débiles: las mujeres y algunas etnias.2 La falta de acceso a los servicios médicos, los elevados costos de diagnóstico y tratamiento, las condiciones de insalubridad, y la carencia de políticas de salud que conduzcan a mejorar o controlar la situación, hacen un llamado a invertir en soluciones que favorezcan el tratamiento y el control, como vías para disminuir la presencia de casos de esta parasitosis.2

Esta revisión se enfoca en algunos aspectos actualizados de esta compleja enfermedad que pudieran resultar de interés o alerta para profesionales, higienistas, epidemiólogos o salubristas con responsabilidad en la conducción y manejo de posibles casos importados en nuestro país. Paralelamente, médicos cooperantes internacionalistas serían beneficiados con el conocimiento de los aspectos aquí tratados, que pudieran aplicarse en las funciones de salud y educación sanitaria que llevan a cabo en los diferentes países endémicos donde laboran.

ASPECTOS GENERALES DEL AGENTE ETIOLÓGICO Y LA ENFERMEDAD

Existen en la naturaleza alrededor de 30 especies de Leishmania, de las cuales aproximadamente 20 se conocen como patógenas al hombre.1 En todos los casos, el ciclo de vida alterna entre la forma promastigote (extracelular), presente en el vector transmisor, y la amastigote (intracelular), que invade los macrófagos del hospedero vertebrado y se replica por fisión binaria en sus fagolisosomas.3,4 Recientemente, se demostró que la reproducción sexual de Leishmania puede ocurrir en los vectores,5 posibilidad que venía siendo postulada por varios autores en el estudio de parásitos híbridos.6,7

La infección en humanos por parásitos del género Leishmania puede conducir a un amplio espectro de manifestaciones clínicas, que son principalmente zoonosis en las que el hombre resulta infectado de forma accidental,8 y algunos marsupiales, roedores, edentados y carnívoros, constituyen los principales reservorios naturales.9,10

La variedad en las formas clínicas depende por lo general de varios factores, entre los cuales la susceptibilidad genética del hospedero,11 el contexto inmunológico en que se produce la infección 12 y la especie de Leishmania infectante,13-15 son los más importantes. Esta variedad de presentaciones, que comprende formas cutáneas, mucocutánea y visceral, aparecen resumidas en la tabla 1.

Tabla 1. Resumen de las formas clínicas fundamentales de la leishmaniasis y sus características más generales

Forma clínica

Características generales

Referencias

recomendadas

Leishmaniasis cutánea localizada

Una o  varias lesiones localizadas en cualquier zona de la superficie corporal, con predominio de las áreas expuestas. Eritema que evoluciona a pápula y posteriormente a úlcera, con bordes bien definidos, elevados, hiperémicos e indurados, donde se presenta, por lo general, la mayor carga parasitaria. Lesiones en forma de placas planas, pápulas o nódulos predominan en el Viejo Mundo, las ulcerosas en el Nuevo Mundo. Puede curar espontáneamente. Tratamiento diverso. Producida por diversas especies de los Subgéneros Leishmania y Viaña

Peters y Killick- Kendrick, 1997;

Gonzáles y Zerpa, 2004

Leishmaniasis cutáneo difusa

Forma crónica y progresiva. Se manifiesta con lesiones dérmicas no ulcerativas, en forma de pápulas, placas o nódulos con un alto número de amastigotes, que pueden persistir indefinidamente. Representa el polo anérgico de la enfermedad. No hay cura espontánea. Rebelde al tratamiento. Producida por parásitos del subgénero Leishmania, fundamentalmente del complejo mexicana

Herwaldt, 1999; Baile y  Lockwood, 2007

Leishmaniasis cutánea diseminada

Lesiones múltiples, generalmente ulceradas o eritematosas,  distribuidas por todo el cuerpo en áreas distantes del sitio de inoculación primaria. Producida por L. braziliensis o L. amazonensis

Marzochi, 1992; Carvalho et al, 1994

Leishmaniasis mucocutánea

(espundia)

Es la manifestación más severa de la enfermedad cutánea. Ocurre diseminación hematógena o linfática de los parásitos desde la piel hasta la mucosa oro-nasofaríngea. Los síntomas nasales crónicos  pueden preceder a la destrucción progresiva de la cavidad bucal y nasofaríngea. Causada por parásitos del subgénero Viannia en la mayoría de los casos (L. braziliensis, en mayor proporción, L. guyanensis y L. panamensis). No hay cura espontánea, difícil de tratar, potencialmente fatal. Fuera de América Latina reportes escasos, relacionados solo con la especie L. aethiopica

Prescot et al, 1993; Cuervo et al, 2000; Murray  et al, 2005

Leishmaniasis cutánea recidivante

Lesión papular en la cara, no ulcerativa, que persiste por muchos años. Se caracteriza por una repetición alrededor del borde de una lesión previamente curada. Causada en lo fundamental por L(L) tropica en Irán, Iraq y sus áreas vecinas

Herwaldt, 1999; Marks  et al, 2007

Leishmaniasis visceral

(Kala-azar)

Forma severa que compromete la vida del paciente si no se trata adecuadamente. Produce fiebre, linfoadenopatía generalizada, hepato-esplenomegalia intensa, caquexia severa, daños al hígado, bazo, médula ósea y ganglios linfáticos, pueden verse afectados los pulmones y la mucosa intestinal. L. donovani, L. infantum y L. infantum (syn. chagasi) son las especies implicadas. Resistencia al tratamiento de primera línea. Marcada asociación con pobreza extrema

Herwaldt, 1999; Berman, 2006; Alvar et al, 2007)

Leishmaniasis dérmica pos- Kala-azar

Presencia de lesiones dérmicas de diferentes tipos  que inicialmente son más prominentes en la cara, que aparecen tras la enfermedad visceral. Nódulos cargados de parásitos en algunas zonas del cuerpo, que convierten a las personas en verdaderos reservorios. Buen pronóstico

 Herwaldt, 1999

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y FRECUENCIA

La leishmaniasis está considerada por la OMS en la categoría I de las enfermedades infecciosas (situación emergente e incontrolada), y se reporta endémica al menos en 88 países (66 del Viejo Mundo y 22 del Nuevo Mundo) de todos los continentes, excepto Australia.16 Se calcula que viven en zonas activas de leishmaniasis alrededor de 350 millones de personas, reportándose alrededor de 2 millones de nuevos casos cada año.8

Algunos reportes indican que el número global de casos se ha incrementado en la última década, según lo reportado en Brasil,17 Bolivia,10 Colombia,10,18 Perú10 y Afganistán.19 Tal incremento se explica en parte por el desarrollo de medios diagnósticos y el aumento en la notificación de casos,20 pero en lo fundamental, es el resultado del inadecuado control de vectores y reservorios en las zonas endémicas, de la mayor detección de leishmaniasis cutánea asociada con infecciones oportunistas, en particular con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH),21 así como de la emergencia en la resistencia al tratamiento,22 entre otros factores.

TRANSMISIÓN

El vector responsable de la transmisión natural de Leishmania es la hembra hematófaga de insectos dípteros de los géneros Phlebotomus en el Viejo Mundo (Europa, norte de África, Medio Este y Asia), y Lutzomyia en el Nuevo Mundo (sur de Estados Unidos hasta el norte de Argentina),23 que popularmente tiene otras denominaciones en los distintos países.

Se ha demostrado que existe una especificidad significativa en la interacción entre el parásito y el insecto vector. Así, ciertas especies de Leishmania solamente pueden ser transmitidas por determinadas especies de Phlebotomus o Lutzomyia.23,24 Aproximadamente,30 especies o subespecies de estos vectores transmiten el parásito y se especula que alrededor de 40 especies adicionales están probablemente implicadas en la transmisión.23,25

La forma infectiva del parásito recibe el nombre de promastigote metacíclico,26 y es inoculada en el mamífero mediante la picadura del insecto.

La leishmaniasis constituye un ejemplo típico de antropozoonosis, y se conocen varios ciclos epidemiológicos: ciclo selvático primitivo, donde la infección humana es accidental y ocurre la transmisión en focos salvajes (Ej. L. braziliensis); ciclo peridoméstico, donde el reservorio es un animal peridoméstico o doméstico y el parásito se transmite al hombre por vectores antropofílicos (Ej. L. infantum); y ciclo estrictamente antroponótico, en el que desaparece el reservorio (o no se ha identificado) y los vectores son exclusivamente antropofílicos (Ej. L. donovani).1

Sin embargo, algunos factores de la transmisión suman mayor complejidad a esta parasitosis, como el desconocimiento de reservorios para especies de gran importancia médica como L. braziliensis, principal responsable de la forma mucocutánea en el nuevo continente.27 También se ha documentado la presencia de varias especies de Leishmania en un mismo foco, y a veces, en un mismo hospedero.28,29

Otros aspectos más relacionados con la conducta humana están provocando la dispersión de la enfermedad hacia áreas donde previamente no ocurría transmisión, como la urbanización y destrucción de los bosques,30 la ocurrencia de conflictos armados,31 y el incremento del turismo,32 los que provocan la migración de población susceptible hacia áreas endémicas.

Ocasionalmente, también se ha reportado la infección por el contacto con sangre contaminada (amastigotes), o por trasplante de órganos.32,33

En la coinfección con el VIH se demostró que la transmisión por vía parenteral es posible entre adictos a drogas34 y se considera que ambos patógenos actúan de forma sinérgica, favoreciendo la infección recíproca, lo que trae como consecuencia una mayor inmunosupresión y la progresión más rápida de ambas enfermedades.35

LUTZOMYIA EN CUBA Y SU RELACIÓN CON LEISHMANIA

Debid a que no existen casos autóctonos de leishmaniasis en Cuba, se ha inferido que no existen vectores probables para esta enfermedad, o que la transmisión, si ocurriera, no es eficiente. Sin embargo, en décadas pasadas se realizaron estudios encaminados a conocer con mayor profundidad estos aspectos, de una gran importancia epidemiológica.

En 1920, se reportó para Cuba e Islas Caimán la presencia de 2 especies del género Lutzomyia (Lu.) Lu. cubensis y Lu. orestes.36 En la década de los 80, González y García reportaron otras 2 especies y una nueva subespecie para Cuba: Lu. novoae y Lu. diazi y Lu. cayennensis cruz, respectivamente, siendo solamente Lu. orestes la que presenta hábitos antropofílicos y hematófagos. Al mismo tiempo, se realizó la caracterización biológica y ecológica de estos vectores, cuya distribución se reportó para todas las regiones de la geografía cubana.37

De forma contraria a como sucede en América Latina, donde la mayor actividad de los flebótomos es nocturna, Lu. orestes tiene hábitos diurnos, con picos de actividad hematofágica a las 10:00h y 17:00h, que se relacionan con cambios en la temperatura, humedad y luminosidad, y tal como ocurre en otros casos, el ataque de las hembras se produce en oleadas,38 todo lo cual amplifica, teóricamente, su potencialidad vectorial.

En años posteriores, este grupo de trabajo ejecutó estudios encaminados a demostrar las posibilidades de transmisión experimental de Leishmania mediante este vector.39 Como resultado de un experimento que involucró ejemplares de Lu. orestes capturadas en cuevas cubanas y que luego fueron alimentadas sobre lesiones experimentales producidas por Leishmania en hámsters, estos autores describieron la posibilidad de infestación de los ejemplares cubanos, así como su capacidad de mantener la patogenicidad, al lograr infectar nuevos hámsters, por lo que describieron a Lu. orestes como un vector potencial de la leishmaniasis cutánea para nuestro país y también como una especie útil para el xenodiagnóstico.39

Tomando en cuenta los rigores metodológicos establecidos actualmente para incriminar a una especie como vectora de Leishmania, sería imprescindible demostrar que Lu. orestes cumple los requisitos establecidos23 para poder ser incriminada como especie potencialmente vectora (tabla 2) y afirmar, de manera fehaciente, que en Cuba existen posibilidades de transmisión de este parásito.

DIAGNÓSTICO

El amplio espectro clínico de la leishmaniasis dificulta su diagnóstico, por lo tanto, el paso principal en todos los casos es el aislamiento o la identificación de parásitos en los tejidos adecuados, lo que continúa siendo el método de referencia para esta enfermedad.

El diagnóstico diferencial en las formas cutáneas es imprescindible, ya que otras enfermedades como lepra, cáncer de piel, tuberculosis, micosis cutáneas,40 así como picaduras de insectos sobre-infectadas, impétigo, sarcoidosis y neoplasmas,41 pueden producir lesiones similares, y son también padecimientos comunes en áreas endémicas de leishmaniasis.

Los métodos parasitológicos son de alta especificidad. Los más utilizados se resumen en la tabla 3. Estos son los más ampliamente utilizados en los distintos niveles de salud en las áreas endémicas, que generalmente disponen de bajos recursos. Sin embargo, la sensibilidad tiende a ser muy baja,42-44 y varía en dependencia de numerosos factores: el número y la dispersión de los parásitos en la muestra, fundamentalmente en los casos del Nuevo Mundo;42,45 la contaminación frecuente del cultivo por la presencia de elementos bacterianos o fúngicos en la muestra biológica,46 y el hecho que distintas especies del parásito pueden tener diferentes requerimientos para su cultivo.46

Tabla 3. Métodos de diagnóstico más empleados según la forma clínica

       

Método diagnóstico

Forma clínica

Comentarios

Referencias

recomendadas

Parasitológico de muestras clínicas cutáneas

(examen microscópico, histopatológico y cultivo)

L. cutáneas

L. mucocutánea

Pueden utilizarse diversas  muestras clínicas.

Son específicos. Requieren  experiencia técnica.  Frecuentes contaminaciones de cultivo

Escobar et al, 1992; Bailey et al 2007; Reithinger et al, 2007

 

Detección de anticuerpos

(IFI, ELISA)

    L. cutáneas

Títulos bajos y poco específicos

Romero et al, 2005; Reithinger y Dujardin, 2007

 

Reacción de Montenegro

(test de hipersensibilidad tardía)

L. cutáneas

L. mucocutánea

No diferencia infecciones pasadas o recientes. Aplicable fundamentalmente en estudios epidemiológicos

Weigle et al, 1991; Reithinger y Dujardin, 2007

Parasitológico de la  forma visceral

(Examen  microscópico  del aspirado de bazo, médula ósea y nódulos linfáticos)

L. visceral

Riesgoso para el paciente. Complicaciones  derivadas de hemorragias. Requiere de alta pericia en la toma de muestra

Herwaldt, 1999; Ziljstra et al, 1992; Babiker et al, 2007

  

Test de aglutinación directa (DAT)

L. visceral

Ensayo semi-cuantitativo. Buena sensibilidad y especificidad. Requiere incubaciones, disponibilidad de equipamiento

Harith et al, 1986; Boelaert et al 2007; Chappuis et al, 2007

Detección de anticuerpos mediante el polipéptido recombinante rK39

L. visceral

Existe en formato de tira reactiva. Buena sensibilidad y especificidad en diversas zonas en la actualidad

Badaró et al, 1996; Sundar et al, 2006; Chappuis et al, 2006

Detección de antígeno en orina

         

L visceral

Sensibilidad baja a moderada. Buena especificidad. Problemas en la reproducibilidad.

Attar et al, 2001; El-Safi et al, 2003; Sundar 2005

Reacción en cadena de la polimerasa (PCR)

Aplicable a todas las formas clínicas

Elevada sensibilidad y especificidad. Numerosos blancos genéticos y cebadores empleados. Aplicaciones diversas

Reithinger y Dujardin,  2007

En las formas cutáneas también se emplea el diagnóstico indirecto (tabla 3). Algunos autores reportan la utilidad de la detección de anticuerpos específicos por medio de métodos sensibles y estandarizados.47 Sin embargo, los anticuerpos circulantes en las presentaciones cutáneas tienen niveles bajos y la especificidad de los ensayos puede ser también variable, particularmente en áreas donde puedan ocurrir reacciones cruzadas con otros parásitos, como Trypanosoma cruzi.48 Esto, unido con el hecho de que los anticuerpos representan la huella de una infección no siempre reciente, son razones por las cuales no se utilizan con frecuencia.

La respuesta de hipersensibilidad tardía, como manifestación de la respuesta inmune mediada por células, también se utiliza como método diagnóstico (test cutáneo de Montenegro o Leishmanina), aunque su aplicación mayor se centra en estudios epidemiológicos y ensayos de vacunas, debido a que no diferencia infecciones pasadas o recientes. 48 Asimismo, la detección de ADN del parásito por métodos moleculares es factible, principalmente mediante amplificación a través de la reacción en cadena de la polimerasa (PCR, del inglés polymerase chain reaction), para lo cual se han utilizado diferentes blancos genéticos.49

La manifestación visceral de esta parasitosis también requiere de diagnóstico diferencial. Este incluye malaria, síndrome de esplenomegalia tropical, esquistosomiasis, cirrosis con hipertensión portal, tripanosomiasis africana, tuberculosis, brucelosis, fiebre tifoidea, endocarditis bacteriana, histoplasmosis, malnutrición, linfoma y leucemia.42

En los casos viscerales, la muestra para el examen parasitológico directo se toma del aspirado de bazo, médula ósea, y nódulos linfáticos.42 Usualmente, la biopsia se realiza del esternón en los adultos y de la cresta ilíaca en los niños, lo que constituye un método muy invasivo. La sensibilidad mayor se alcanza con el aspirado de bazo (93-99 %), en comparación con médula ósea (53-65 %) y nódulos linfáticos (53-65 %).49-51 En este último caso, pueden ocurrir complicaciones derivadas de hemorragias, por lo que se requiere alta precisión técnica y otras facilidades.

Finalmente, el ADN del parásito puede detectarse también en aspirados y sangre periférica, mediante la PCR.

En los últimos años se ha sustentado que el proceso diagnóstico debe incluir la identificación de la especie infectante,48 lo que responde a la demostración de que tanto la imposición de tratamiento, el monitoreo clínico de la enfermedad, así como algunos aspectos epidemiológicos, resultarían beneficiados de este hecho, aunque las herramientas para ello están disponibles fundamentalmente en laboratorios de investigación o de algunos centros de referencia.

En este sentido, nuestro laboratorio ha trabajado con vistas a la futura implementación de la técnica de PCR-RFLP (polimorfismo en el tamaño de los fragmentos de restricción de productos amplificados mediante PCR), en la tipificación de la especie de Leishmania que parasita52,53 y se encuentran en ejecución investigaciones encaminadas al uso de un solo blanco genético para este fin.

TRATAMIENTO

Los antimonios pentavalentes: estibogluconato de sodio (Pentostam®, Glaxo Wellcome, Reino Unido) y antimoniato de meglumina (Glucantime®, Rhone-Poulanc Rorer, Francia), continúan siendo, desde los años 40, las drogas de primera línea utilizadas para tratar las leishmaniasis.41,54 Estos compuestos pueden causar serios daños, que son generalmente reversibles, y se reportan entre los efectos colaterales: dolores musculares, fallo renal, hepatotoxicidad y cardiotoxicidad.41,54

Tanto las drogas utilizadas como la atención médica que requiere su administración, encarecen el tratamiento, y los reportes de pacientes no respondedores se incrementan, ya sea por estar infectados con cepas resistentes55 o por inmunosupresión (por ej. causada por HIV).56 Por estas razones, en la pasada década se prestó la mayor atención al desarrollo de alternativas para la dosificación, esquemas de administración, o modos de aplicación de los tratamientos.

A pesar de esto, una cuidadosa revisión de los datos acumulados en los últimos años evidencia que los antimoniales pentavalentes, administrados de forma parenteral o intralesional, continúan siendo la terapia de elección para las formas cutáneas.41,54,57

La administración intralesional puede ser muy efectiva para tratar formas cutáneas localizadas causadas por L. major,58, L. braziliensis59 y L. panamensis,60 lo que representa una ventaja por cuanto hay una concentración más alta de la droga en el sitio de infección, minimizando así los efectos tóxicos sistémicos, y reduciendo, en consecuencia, el tiempo de curación y los costos.

Otras alternativas terapéuticas incluyen la anfotericina B, en especial para la forma mucocutánea.41 Algunas de sus formulaciones lipídicas (AmBisome, Amphocil), que resultan menos tóxicas, se han aplicado en estos casos, y también para tratar la enfermedad visceral en diversas regiones.61

Sin embargo, el alto costo de las drogas, la necesidad de administración parenteral y el seguimiento hospitalario que requiere su administración, hacen poco práctico su uso para la mayoría de los pacientes en los países endémicos, por lo que algunas asociaciones de pacientes y organismos no gubernamentales, han asumido en varios casos su administración.62,63

En América Latina, el 60 % de los casos con enfermedad cutánea recurren a la aplicación de remedios tradicionales como alternativa de cura, lo que ha conducido a la investigación científica de numerosos principios activos naturales para este fin, como el aceite esencial de Chenopodium ambrosoides,64 actualmente en estudio por nuestro grupo de trabajo, entre otros compuestos.

También es importante señalar que hay evidencias de que la respuesta al tratamiento de las formas cutáneas, depende de la especie infectante, lo que se ha demostrado tanto in vitro65 como in vivo.66

CONTROL

Las medidas preventivas y estrategias de control de la leishmaniasis han estado principalmente enfocadas al tratamiento de la enfermedad, más que a la eliminación de vectores o la reducción del contacto entre el hospedero vertebrado y el vector.67 Esto se debe a que las estrategias disponibles son muy costosas y la mayoría de los acercamientos científicos en este sentido se han limitado a estudios pilotos, y no se han aplicado a escala operacional.68

Sin embargo, los vectores son altamente susceptibles a los insecticidas, por lo que su aplicación en casas y dependencias peridomiciliares, y el empleo de materiales impregnados (mosquiteros, cortinas, ropas), pudiera ofrecer una alternativa en lugares de poca infraestructura, donde la transmisión sea peridoméstica.69 No obstante, la sostenibilidad del uso de estos materiales se encuentra en debate, por limitaciones logísticas y económicas.

De otra parte, debe tenerse en cuenta que el uso indiscriminado de insecticidas podría, incluso, causar daños al medio ambiente,70 y que por sus características biológicas y ecológicas, el acceso a los vectores en sus habitats naturales puede ser muy difícil. Todo lo anterior sugiere que a largo plazo, la sostenibilidad del control de esta enfermedad debería integrarse a estrategias dirigidas a otras enfermedades transmitidas por vectores, como malaria o enfermedad de Chagas.69

A pesar de los múltiples intentos realizados en la búsqueda de un inmunógeno eficaz contra esta parasitosis,71,72 no existen vacunas disponibles para ninguna de las formas de la enfermedad, aunque al parecer esta podría constituir la solución al problema. Es posible que el completamiento del estudio del genoma del parásito y su vector, pudiera conducir a una nueva estrategia que tome ventaja del progreso actual en la biología molecular, la inmunología y la posgenómica.

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Recibido: 20 de enero del 2010.
Aprobado: 12 de abril del 2010.

Lic. Ana Margarita Montalvo Álvarez. Departamento de Parasitología, Instituto de Medicina Tropical "Pedro Kourí" Autopista Novia del Mediodía Km 6 y ½, La Lisa, Ciudad de la Habana. Cuba. Apartado 601, Marianao 13. Tel: 202-0650. e-mail: amontalvo@ipk.sld.cu/mmontal@infomed.sld.cu

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