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Revista Cubana de Higiene y Epidemiología

versión On-line ISSN 1561-3003

Rev Cubana Hig Epidemiol vol.51 no.1 Ciudad de la Habana ene.-abr. 2013

 

IN MEMORIAM

 

Abelardo Ramírez Márquez, un paradigma de la salud pública cubana*


Abelardo Ramírez Márquez, a paradigm of the Cuban public health







Cuando se cerró la tapa del féretro cubierto con la bandera cubana donde se encontraba el cuerpo sin vida del Dr. Abelardo Ramírez Márquez el 28 de diciembre de 2002, por los misterios de la mente humana recordé aquella memorable frase de Fidel pronunciada el 8 de enero de 1959 en el antiguo campamento de Columbia, el día de su entrada triunfal a La Habana, cuando expresó "… quizás en lo adelante todo sea más difícil".

¿Por qué pensé así hace diez años y por qué mantengo en la actualidad esa línea de pensamiento? Porque al desaparecer físicamente el Dr.
Abelardo Ramírez Márquez, se cerraba la vida de un hombre que, sin ser infalible como todo ser humano, se dedicó en cuerpo y alma a la construcción y consolidación de un sistema nacional de salud dentro de un proyecto de justicia social en una Cuba por la cual hemos trabajado y lo seguimos haciendo para que sea definitivamente "con todos y para el bien de todos", como la soñó el Apóstol José Martí.

Porque
Abelardo, como lo llamábamos con respeto y admiración, en sí mismo era un misterio, una leyenda, un símbolo, un paradigma nacional e internacional de la Escuela Nacional de Salud Pública y del Sistema Nacional de Salud de Cuba, y esos paradigmas no suelen fabricarse en laboratorios ni en las aulas, sino que surgen del pueblo, de las condiciones históricas concretas del desarrollo de un país y de la práctica social de la salud pública a lo largo de los años.

Porque
Abelardo fue un hombre de su época —al igual que lo fueron, y son, otros hombres y mujeres de su generación— que tenía dentro de sí el don del liderazgo, el poder de convocatoria que motiva a enfrentar con convicción los más complejos problemas de la sociedad en general y de la salud pública en particular, convencido de que se tiene la razón sin dogmatismo alguno y de que se poseen y conocen los mecanismos para llevar adelante en forma exitosa las acciones necesarias para solucionarlos de manera sostenible, proclamando la verdad por dura o desagradable que fuera en todo momento en correspondencia con aquella frase de nuestro Martí que sentenciaba "La palabra no es para encubrir la verdad, sino para decirla".

Porque transcurridos diez años de su fallecimiento, en mi apreciación personal, no vislumbro en un futuro inmediato en las actuales generaciones, paradigmas que sustituyan a la figura histórica del Dr.
Abelardo Ramírez Márquez en toda su magnitud, cual brújula ética y sanitarista de la salud pública cubana que propicien que "en lo adelante todo no sea más difícil".

Los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos primero, y después sus colaboradores, sus compañeros, sus amigos, aprendimos de
Abelardo desde los primeros encuentros que todas las personas son importantes, no importa su posición en la escala social, y que es preciso escucharlas y tratarlas siempre con respeto, con paciencia, teniendo siempre muy presente que la condición humana es algo inherente e inseparable del hombre como especie en todas sus facetas. Su código ético basado en sus convicciones solidarias y humanas, en su estricto apego a la verdad, a la lealtad, al valor educativo de la crítica y a la dignidad plena del ser humano, siempre estuvo presente en su vida en su interactuar con las personas. Es por todo eso que no resultó una casualidad que Abelardo fuera uno de los coautores del programa de estudios y el libro de texto de la asignatura "Ética y Deontología Médicas" junto a Varán Von Smith y Ana Ortega con Daniel Alonso Menéndez como principal promotor de este acontecimiento que propició que en el curso académico 1978-1979 por primera vez en la historia de la educación médica cubana se impartiera la referida asignatura independientemente para todas las carreras de las ciencias de la salud. Es un imperativo histórico destacar que hasta ese momento los contenidos de ética médica se enseñaban básicamente como lecciones al final del curso de Medicina Legal, que desde la década de 1960 contó con la acertada dirección del inolvidable Profesor Francisco Lancís y Sánchez.

Igualmente, interiorizamos de las enseñanzas del Dr.
Ramírez Márquez que "la satisfacción de la población sobre los servicios de salud constituye un indicador importante que mide la calidad de la atención institucional recibida" y que en este empeño la motivación del personal de salud en la realización de sus actividades constituye un elemento fundamental a tomar en consideración.

Por la vigencia plena de sus palabras quisiera citar en este momento lo expresado por
Abelardo, siendo Viceministro Primero del Ministerio de Salud Pública, en el Taller Nacional de Vigilancia en Salud el día 25 de octubre de 1994:


"En estos últimos años, muy particularmente en Latinoamérica y el Caribe, zona geográfica donde nos encontramos y con la cual se incrementan nuestras relaciones en todos los campos, enfermedades como el cólera, paludismo y dengue han elevado extraordinariamente sus tasas de morbilidad y mortalidad, con el consiguiente riesgo potencial de introducción en nuestro país de estas en algunos casos o la reintroducción de otras ya erradicadas o controladas… Era necesario que el "pensamiento epidemiológico" formara parte integrante de las acciones, tanto del médico como de los diferentes profesionales y técnicos de la rama de la Salud Pública, donde el médico y enfermera de la familia como
piedra angular, deberían jugar un rol mucho más activo en la transformación y perfeccionamiento de la práctica sanitaria a nivel de la comunidad, en el contexto de los Consejos Populares que cada día representan un eslabón fundamental en el trabajo de la Salud Pública. Por otro lado, el método epidemiológico en su aplicación universal debería tener una mayor utilización tanto al nivel de policlínicos y de hospitales, como de otras instituciones del sector salud… Nos convoca a realizar análisis profundos y serios que, conjugados con el nivel tecnológico alcanzado en la actualidad, permitan alcanzar los niveles de eficacia y eficiencia que exigen estos tiempos y que nuestro pueblo espera, elevando los niveles de disciplina y exigencia en que cada problema de salud detectado tenga una respuesta rápida y adecuada".

El último recuerdo que tengo de Abelardo, ya en su etapa final de la vida en los últimos meses de 2002, es un encuentro fortuito que tuve con él en la misma entrada de su casa en el Vedado habanero, cuando me dirigía caminando hacia una reunión de trabajo en la sede de la Organización Panamericana de la Salud. Estaba apoyado en la puerta de su carro, tratando de bajarse con mil dificultades, y preocupado al verle así le pregunté: "¿Abelardo, como se siente Ud.?"

Con la angustia que vi reflejada en su rostro y llevándose las manos al abdomen, con voz entrecortada me respondió: "Luisito, tengo un dolor intenso que me está destruyendo, pero no me voy a dejar derrotar sin luchar hasta el final".

Acudió a mi memoria en aquel momento, y acude de nuevo ahora en que escribo estas líneas como un modesto homenaje a Abelardo en este 27 de diciembre de 2012 en que se cumplen diez años de su fallecimiento, las palabras del viejo Santiago, el protagonista de la novela "El Viejo y el Mar", de Ernest Hemingway, Premio Nobel de Literatura 1954: "El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado".

El Dr. Abelardo Ramírez Márquez nunca estará derrotado mientras seamos capaces de preservar su memoria histórica en este país, que como expresó recientemente el Dr. Eusebio Leal Spengler, Historiador de la Ciudad de La Habana, quien fue homenajeado por el Instituto Cubano del Libro en el espacio El Autor y su Obra, es un país de grandes olvidos, y donde lamentablemente en correspondencia con esta apreciación del Dr. Leal que personalmente comparto, existen frecuentes olvidos de figuras de la salud pública tanto de su etapa prerrevolucionaria como de la revolucionaria.

¿Quién se acuerda de
Oscar Amoedo Valdés, de Arístides Agramonte Simoni, de Mario García-Lebredo Arango, de Pedro Azcuy Henríquez, de Roberto Hernández Elías, de Manuel Becerra Troya, de Felipe Soto Padrón, de Luis Rodríguez Rivera, de Néstor García Calella, de Luis Córdova Vargas, de José Otero Molina?, por solo citar algunos ejemplos y no hacer más extensa la lista de aquellos, poco o nada recordados, que transitan aún entre las brumas de sus leyendas y las páginas de la historia que contienen la obra de sus vidas comprometidas con el tiempo y las circunstancias que les tocó vivir, de las cuales quizás apenas se ha escrito para conocimiento de las actuales y nuevas generaciones de sanitaristas.

"La memoria de los hombres se disuelve… Cronos devora a sus hijos… el tiempo se desvanece". Así se afirma en los poemas épicos que narran la historia de la caída de Troya y las gestas de sus héroes en fecha tan remota como los siglos XII o XIII, después de un cerco de diez años por los ejércitos griegos.

Es un imperativo del momento actual del desarrollo histórico de la sociedad cubana y de su salud pública revolucionaria lograr que la memoria histórica de los troncos fundacionales y de los continuadores de esta obra no se pierda y que el Dios Cronos no devore a sus hijos y los desvanezca en el olvido.

El Dr.
Abelardo Ramírez Márquez podrá estar destruido como ente viviente ante la muerte inexorable, pero jamás será derrotado en sus convicciones, en sus ideas, en sus enseñanzas, porque él, como el viejo Santiago, el de "El Viejo y el Mar", y el hombre como especie, no fue hecho para la derrota.

Muchas gracias.

DR. LUIS SUÁREZ ROSAS
Profesor Titular
Escuela Nacional de Salud Pública.
La Habana, Cuba.



*Palabras pronunciadas en la sesión de la Cátedra "Dr. Abelardo Ramírez Márquez", de la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSAP). La Habana, Cuba. Diciembre 21 de 2012.