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Revista Médica Electrónica

versión On-line ISSN 1684-1824

Rev.Med.Electrón. vol.40 no.3 Matanzas may.-jun. 2018

 

ARTÍCULO HISTÓRICO

 

Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino, figura ejemplar de la cirugía cubana en tiempos de guerra

 

Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino, an honorable figure of Cuban surgery in war times

 

 

Est. Lázaro Pablo Linares Cánovas, Est. Liyansis Bárbara Linares Cánovas, Est. Luis Alberto Lazo Herrera

Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río. Pinar del Río, Cuba.

 

 


RESUMEN

Numerosas personalidades participaron en las luchas por la independencia cubana, siendo los más reconocidos hombres de la talla de Céspedes, Maceo y Gómez. Un gran número de ellos han ido quedando en el olvido con el paso de los años, a pesar de que dieron todo sin pedir nada a cambio. El presente trabajo tiene como objetivo describir la figura del destacado Dr. Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino, el cual constituye un paradigma para los profesionales de la salud cubanos, y ha permitido que la Historia de la Medicina cubana goce de un merecido prestigio, no sólo por el valioso legado que ha aportado como científico, sino también por su valor humano y por ser hijo fiel y amante defensor de su Patria. Se citaron un total de 21 referencias bibliográficas.

Palabras clave: Enrique Núñez de Villavicencio, historia, Cirugía.


ABSTRACT

Several personalities took part in the battles for Cuban independence, being the most recognized men of the stature of Céspedes, Maceo and Gomez. A large number of them have been left into anonymity over the years, even when they gave everything without asking anything in return. The present work is aimed at describing the figure of the prominent Doctor of Medicine Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino, who is a paradigm for Cuban health professionals, and has allowed the History of Cuban Medicine to have the benefit of a well-deserved prestige, not only for the valuable contribution as a scientist, but also for his human values and for being a faithful son and defender of his motherland. A total of 21 bibliographical references were cited.  

Key words: Enrique Núñez de Villavicencio, history, Surgery.


 

 

INTRODUCCIÓN

José María Pedreiro, presidente del Foro por la Memoria en España escribió: “El pueblo que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo que son otros los que lo hacen por él. Ese dominio se manifiesta en lo ideológico-cultural, en lo económico y en lo político. El desconocimiento provoca falta de comprensión sobre los procesos históricos que han dado como resultado nuestro presente (...) Vivimos en una democracia de bajo nivel y una de las causas es que está sentada sobre el olvido. Estamos construyendo nuestra historia como pueblo no con nuestro guion, sino con el de los que promovieron (y promueven) el olvido. No somos realmente, dueños de nuestro presente, porque solo conocemos nuestro pasado vagamente”.1

En tanto, José Martí dijo: “Lo pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es”.

Como bien refleja el historiador Gregorio Delgado García en su libro En los Dominios de Esculapio, el doctor Núñez constituye unas de las personalidades más importantes en la historia de la medicina cubana, no solo por haber sido cirujano eminente, iniciador de numerosas técnicas quirúrgicas en nuestro medio, por haber realizado una destacada labor docente y ser autor de una abundante bibliografía científica, sino también porque cuando la palabra encendida de José Martí llamó a los cubanos a cumplir con su deber en defensa de la patria, entonces naciente, no vaciló en abandonar una acomodada y holgada posición económica y social y arriesgar su brillante futuro en la cirugía cubana, para formar filas en el Ejército Libertador, dar días de gloria a la sanidad militar mambisa y después, en la paz, con el mismo espíritu patriótico desempeñar importantes cargos en la sanidad nacional hasta culminar su labor como el más honesto y creador de los Secretarios de Sanidad y Beneficencia y Ministro de Salubridad y Asistencia Social en nuestro período histórico republicano.2,3

Cuba, a lo largo de su historia, ha tenido y tiene personalidades de las Ciencias Médicas, con la misma relevancia en el ámbito nacional e internacional. Ellas, a su vez, han permitido que la Historia de la Medicina cubana goce de un merecido prestigio, no sólo por el valioso legado que han aportado como científicos, sino también por su valor humano y por ser en gran mayoría hijos fieles y amantes defensores de su Patria.3

La historia quiso, por razones diversas, que muchos de los iniciadores de nuestra epopeya revolucionaria fuesen abogados o profesionales de la salud, todos con una altísima cultura y vocación humanista y ética.4

La labor de los médicos cubanos en la lucha por nuestra independencia contra el colonialismo español es reconocida en su práctica profesional y también como combatientes y políticos.5

Muchos fueron los médicos que hicieron dejación de sus comodidades para ayudar a la causa de la independencia. Cuba se siente orgullosa por tener galenos que no vacilaron en alistarse en las gloriosas filas del Ejercito Libertador y estuvieron dispuestos a ofrendar hasta sus vidas por una noble causa. La participación de los médicos en la Guerra del 95 fue más notable y por ello Martí la llamaría la Guerra de los Médicos. Basta mencionar entre ellos a Joaquín Albarrán, Guiteras Gener, Gabriel Casuso, Emiliano Núñez y Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino.3

La presente investigación se realizó con el objetivo de describir la figura del Dr. Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino, y este trabajo tratará sobre su labor como patriota, cirujano, e higienista, para que las nuevas generaciones de médicos se apropien de su quehacer y comprendan por qué constituye un paradigma a seguir dentro de las Ciencias Médicas en Cuba.

 

DESARROLLO

Enrique Núñez de Villavicencio y Palomino nació en Madruga (actual provincia de Mayabeque), el 16 de enero de 1872. Su madre fue Adolfina Palomino y su padre Emiliano Núñez de Villavicencio y Álvarez.6

Don Emiliano Núñez de Villavicencio y Álvarez fue uno de los médicos más respetados y queridos de Cuba en su época. Trasladado a La Habana en 1874, cuatro años después es nombrado director del Hospital de San Felipe y Santiago, situado entonces, en una larga provisionalidad de veinticinco años y en condiciones infernales, en los altos de la cárcel de La Habana, explanada de La Punta. Allí comienza una labor de mejoramiento de dicha histórica unidad hospitalaria que termina con la construcción de un bello conjunto de edificaciones unidas por pasillos en terreno delimitado hoy por las calles 21, 23, K y L, Vedado, sitio ocupado en la actualidad por la heladería Coppelia. El día 8 de febrero de 1886 abría sus puertas el moderno hospital con el nombre de Nuestra Señora de las Mercedes y recibía los enfermos del viejo San Felipe y Santiago, del que era continuación.7 Don Emiliano fue pues, el último de los directores de dicho hospital en su etapa de San Felipe y Santiago y el primero de la etapa de Nuestra Señora de las Mercedes o Reina Mercedes y en total estuvo ininterrumpidamente al frente de la institución cuarenta años (1878-1918), hasta llegar a convertirla en uno de los mejores hospitales de América y el mejor de Cuba en su época.

El doctor Enrique Núñez demostró, desde sus primeros años de vida, poseer grandes dotes de inteligencia. Antes de cumplir los cinco años comenzó su enseñanza primaria con la educadora Loreto Macía y al arribar a esa edad ya leía perfectamente. En el colegio laico del destacado pedagogo Melitón Pérez, incorporado al Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, cursa el resto de la enseñanza primaria y toda la preuniversitaria, para graduarse de bachiller en artes el 27 de septiembre de 1886, a los catorce años de edad, con uno de los mejores expedientes de su promoción y en la rica biblioteca paterna, desde entonces, va a saciar sus grandes ansias de saber.

Por seguir el ejemplo de su padre, que fue siempre su modelo ideal, matricula la carrera de Medicina en la Universidad de La Habana, en el curso 1886-1887, para desarrollar una labor de brillantez muy pocas veces lograda, que comprendió en 30 asignaturas, 29 sobresalientes, un notable, 19 premios ordinarios, 3 menciones honoríficas, sobresaliente y premio extraordinario en el grado de licenciado y sobresaliente y premio extraordinario en el grado de doctor. El título de licenciado se le expidió el 27 de junio de 1893 y el de doctor el 7 de septiembre de 1894. La solemne investidura de este último grado se llevó a cabo en el Aula Magna de la Universidad de La Habana el 24 de octubre de 1894, apadrinado por su maestro de siempre, el profesor Gabriel Casuso Roque. Su tesis doctoral constituyó la primera de sus notables monografías, Contribución al estudio del paludismo en el puerperio, La Habana, 1894.7

Estos brillantes resultados académicos iban acompañados de una verdaderamente agotadora labor en las salas y salones de cirugía del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, donde su padre lo hizo ingresar como alumno externo desde el segundo año de la carrera, para continuar más tarde como alumno interno y médico honorario adscripto al Servicio de Cirugía. Allí, dirigido por sus dos grandes maestros, los doctores Gabriel Casuso Roque y Francisco Domínguez Roldán, transita por el largo aprendizaje de la cirugía general y ginecológica. Al terminar el quinto año de la carrera en 1892 asiste al curso práctico de operaciones que impartía el doctor Domínguez Roldán en el propio hospital, en el que se realizaban, con técnicas novedosas, todas las ligaduras, amputaciones y desarticulaciones y se cuenta que al hacer el grado de licenciado, le tocó practicar, ante el tribunal, la ligadura de la arteria femoral en el canal de Hunter. El candidato realizó con gran destreza la flexión y rotación externa del miembro, puso de manifiesto el tendón del abductor, hizo la decolación de la pared anterior del canal y descubrió la arteria. Ante su gran habilidad el presidente del Tribunal, nada menos que el profesor de Anatomía Descriptiva doctor Jorge F. Horstmann y Cantos, hubo de decirle: "eso es nuevo, te lo enseñó el francés", refiriéndose al doctor Domínguez Roldán, que había realizado en París toda su formación médica y quirúrgica.8

En sus días de estudiante comenzó el doctor Núñez su numerosísima bibliografía médica. Al terminar el tercer año, en 1889, publica su primer artículo en la revista de estudiantes La Escuela de Medicina, con el título "Apuntes de técnica anatómica". Ya en el cuarto y el quinto años, en la revista El Progreso Médico, que dirigía el doctor Casuso, aparecen sus artículos: "Decolación del húmero por lesión traumática" y "Pénfigo agudo", en este último nos lleva a su conclusión final después de un minucioso diagnóstico diferencial. Por la brillantez de sus estudios de medicina, el doctor Enrique Núñez no tuvo nunca que pagar matrícula, ni tampoco por los derechos de sus títulos. Su padre, hombre muy práctico, había guardado todo el dinero que su hijo le había economizado y al terminar la licenciatura pudo entregarle una regular suma, que el estudioso joven invirtió en un provechoso viaje de estudios a los hospitales de New York.9

Desde allí, en cumplimiento de un ofrecimiento que había hecho al doctor Casuso de darle cuenta de todo lo que viera de interés quirúrgico, envía una serie de artículos bajo el título genérico de "Correspondencia desde New York", que aparecen en El Progreso Médico, a partir del número de noviembre de 1893. En el primero, que titula "Sobre cirugía en los hospitales (de New York)", hace una descripción general de los salones de operaciones y de algunos de los actos quirúrgicos que presencia en el New York Hospital, Mount Sinai Hospital, Roosevelt Hospital, Woman's Hospital y Manhattan Eye and Ear Hospital. En el segundo, "Sobre las operaciones de hernias en los hospitales de New York", habla del furor operatorio que había en aquellos tiempos en los Estados Unidos y que él califica de “operomanía” y sobre todo de “hernio-manía”. En el tercero, "Sobre las operaciones de apendicitis en New York", con severo juicio crítico califica de intransigentes a los cirujanos norteamericanos que operan todos los pacientes de apendicitis sin confirmar a veces el diagnóstico y sin poner en práctica medios médicos. A éstos les siguen los no menos interesantes: "Sobre la operación de Alexander y la histeropexia en los hospitales de New York", "Sobre la electroterapia en ginecología" y "El Sloane Maternity Hospital de New York".

Desde esta ciudad envía también, como aspirante a miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, su importante estudio "La electricidad en el tratamiento de algunos desórdenes menstruales", en el que recoge su experiencia personal en esa técnica junto al doctor Goelet en Nueva York y que aparece publicado en El Progreso Médico y en Anales de la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana (1894). Atento siempre a lo que se publicaba en la capital de la colonia, polemiza a distancia con el doctor Nicolás Gómez Rosas, quien da a conocer en la Revista de Ciencias Médicas su trabajo "Septicemia antepartum. Microbismo latente" y que el doctor Núñez rebate con dos artículos que titula: "¿Septicemia o Paludismo?" y "Paludismo y no septicemia", que ven la luz en El Progreso Médico. A su regreso a Cuba comienza su carrera docente al ser nombrado, en 1894, ayudante facultativo de la cátedra de Clínica de Obstetricia y Ginecología, en la Facultad de Medicina, y profesor auxiliar de Obstetricia y Ginecología de la Escuela Práctica de Medicina, institución no estatal fundada por el doctor José Pereda Gálvez en La Habana en 1893. De esta última cátedra era profesor titular el doctor Eusebio Hernández Pérez, la más alta figura de la obstetricia cubana de todos los tiempos, que llegaría a alcanzar, en la última de nuestras guerras independentistas contra España, el grado de general de brigada junto al Generalísimo Máximo Gómez Báez.9

En estos primeros años de ejercicio profesional, el doctor Enrique Núñez va a laborar intensamente como ayudante del doctor Casuso en sus intervenciones quirúrgicas, tanto de la clínica privada de éste, situada en la calle Jesús del Monte, como en el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, y en las que hacía el famoso cirujano y ginecólogo en las casas de sus pacientes, que eran muy numerosos, así como médico honorario del Hospital de Mujeres de San Francisco de Paula. El prestigio científico del joven médico se va a consolidar aún más cuando el 4 de abril de 1895 ingresa como miembro titular de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, la más antigua de las sociedades médicas cubanas, con su monografía Consideraciones clínicas sobre la seroterapia en la difteria, en la que da por primera vez en Cuba las reglas precisas para la aplicación del suero antidiftérico.

Cuando se sigue con algún detenimiento la vida científica del doctor Enrique Núñez, se puede llegar a pensar que toda ella la ocupaban sus múltiples tareas asistenciales y docentes y la producción de su importante bibliografía, pero nada más alejado de la verdad. El hogar de los Núñez de Villavicencio y Palomino era un verdadero centro de patriotismo en que se conspiraba activamente por la independencia de Cuba, como lo eran también el Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, bajo la dirección de don Emiliano, la clínica privada del doctor Casuso y la Escuela Práctica de Medicina de La Habana, de la que casi la totalidad de sus profesores salieron para la guerra y para el exilio revolucionario.

Al ser detenido y deportado el doctor José A. González Lanuza, que era jefe de la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en La Habana, fue nombrado en el cargo don Emiliano Núñez de Villavicencio, quien poco tiempo después, cuando se encontraba despachando en la dirección del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, fue detenido por un grupo de militares españoles el 11 de febrero de 1897 y el Capitán General de la Isla, rápidamente, dispuso su deportación a las cárceles de la Isla Fernando Poo, África Ecuatorial, para cuyo destino fue enviado en el vapor Buenos Aires, el 28 de febrero del mismo año.10

De sus hijos, Federico se había marchado ya para la guerra donde alcanzaría el grado de comandante y Enrique, que había hecho un viaje a los Estados Unidos en 1895 con fines revolucionarios, se marchó de Cuba definitivamente a finales de 1896 y salió de San Salvador, Bahamas, en los primeros días de marzo de 1897, en la expedición del vapor Laurada, comandada por el mayor general Carlos Roloff Mialofsky y el general de brigada Joaquín Castillo Duany, conocida en nuestra historia como "La expedición grande de Roloff", la cual llegó a las costas de Cuba por Manopilón, estero de Júcaro, Banes, norte de Oriente, el 14 de marzo de 1897.11

Ya en los campos insurrectos fue incorporado con el grado de comandante al Estado Mayor del Lugarteniente General Calixto García Íñiguez, quien lo nombró Jefe de Sanidad Militar del 2do. Cuerpo de Ejército. A las órdenes de su inmortal jefe participa en todas las acciones de guerra importantes que se realizan, después de su llegada, en las provincias de Oriente y Camagüey. En la batalla de Las Tunas, una de las más sangrientas de la guerra, en que fue gravemente herido su jefe inmediato, el entonces general de brigada Mario García Menocal Deop, le realiza una rápida intervención quirúrgica que le salva la vida; sus efectivos cuidados durante la convalecencia, lo devuelve muy pronto a las filas insurrectas. Por su actuación destacada, el Lugarteniente General Calixto García lo propone para el grado de teniente coronel, con fecha 1ro de diciembre del propio año 1897. Repuesto de sus heridas, el general García Menocal es destinado a mandar un contingente invasor que deberá dirigirse a las provincias occidentales y hacerse cargo, dicho militar, del mando del 5º. Cuerpo de Ejército. Como médico de su Estado Mayor, el teniente coronel Enrique Núñez pasa la Trocha de Júcaro a Morón el 9 de julio de 1898 y hace toda la última campaña de occidente, para terminar la guerra bajo el mando de dicho jefe y alcanzar el grado de coronel de sanidad.12

Pero lo importante de la actuación en campaña del doctor Núñez y esto no se ha recalcado lo suficiente, es haber llevado, junto con su maestro el profesor Francisco Domínguez Roldán, también coronel de sanidad del Ejército Libertador de Cuba, una calidad hasta entonces no soñada a la cirugía de campaña en nuestras guerras independentistas, desde las primeras filas del combate y los hospitales de campaña, a lo cual se adicionaba las intervenciones y re-intervenciones quirúrgicas  realizadas en los Estados Unidos por el doctor Raimundo García Menocal y García Menocal, figura mayor de nuestra cirugía, a los combatientes que de manera casi increíble se le hacía llegar.  

Al propio doctor Enrique Núñez debemos valiosos testimonios de lo que fue esta difícil labor. El 16 de abril de 1899, todavía con el polvo de los combates impregnándole la piel, lee ante la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana su trabajo "Consideraciones sobre la intervención quirúrgica en las heridas producidas por armas de fuego", estudio de un valor histórico-médico incalculable basado en las anotaciones de las hojas clínicas cuidadosamente conservadas por él, de los 334 casos que intervino quirúrgicamente en la guerra y el cual dedica, profundamente emocionado, "A la memoria de los médicos cubanos muertos en campaña". Este trabajo fue publicado en Archivos de la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana (1899) y muchos años después reproducido en Cuadernos de Historia de la Salud Pública No. 38 (1968).13

Aunque Nuñez de Villavicencio ostentaba con orgullo el grado de coronel de la Sanidad del Ejército Libertador alcanzado por su brillante actuación, jamás hizo alarde de ello y siempre enarbolaba el otro, adquirido en la Universidad de La Habana. Un interesante testimonio del doctor Luís Rodríguez Molina, fundador de la Cátedra de Enfermedades de las Vías Urinarias expresa: “Conocimos a Núñez cuando llegaba de la revolución con su grado de coronel. Y no lo oímos hablar más de la guerra, sino cuando en sus clases de Patología Quirúrgica nos hablaba de los aparatos de fractura que improvisaba con los lomos de yaguas, y de sus métodos de tratamiento en campaña […]. Hombre corpulento, de continente agradable, que predisponía en su favor, de cara sonriente y sonrosada, de mirada penetrante. Cuando hablaba lo hacía en voz baja, y después quedaba mirando fijamente a la persona que lo oía, como queriendo observar el efecto que habían hecho sus palabras. De andar pausado, contrastaba con la actividad que imprimía en todo lo que ponía su mano. De una fácil comprensión, temible en la polémica, rápido en la riposta manejaba la ironía con una habilidad sin igual. Al explicar en clase hablaba rápidamente, como si su palabra se empeñase inútilmente en seguir el curso vertiginoso de su imaginación […]. Dotado de una gran memoria se le veía con asombro hacer citas extensas de fechas y de autores con gran facilidad […] escribía mejor que hablaba.”14  

Otras de sus labores durante la Guerra de Independencia que hay que destacar es la expresada por el doctor Eugenio Sánchez Agramonte, Director del Cuerpo de Sanidad Militar del Ejército Libertador de Cuba, quien dice: “Visto el resultado negativo de las innumerables clases de virus vaccinal que recibían de las ciudades y del exterior, en las epidemias variolosas desarrolladas en 1897, el Ejército de Oriente motivó la creación de un Centro de Vacuna Animal por los médicos mayores, doctores Gonzalo García Delta y Enrique Núñez, con los recursos facilitados por los comunicantes del Mayor General Calixto García en 1898. Sus resultados fueron extraordinariamente buenos, obteniéndose una disminución rápida de la terrible epidemia.”10

La actuación y diario bregar de la pléyade de médicos cubanos que participaron en la campaña contribuyeron a una  organización perfecta de los Servicios de la Sanidad Militar. Núñez de Villavicencio, por ejemplo, a pesar de las dificultades de la práctica de la medicina en condiciones de campaña, llevó con rigor el expediente clínico de los casos que personalmente atendió en su periodo de tres años de vida en la manigua. Su disciplina y firmeza profesional le permitieron una digna realización de su misión médica. Cuánto respeto sentía por su profesión y sus pacientes, cuánto amor les profesó, cuánto humanismo desplegó cotidianamente en todo lo que hacía.15

Fue Núñez de Villavicencio quien dejó los más valiosos testimonios científicos de la labor de los cirujanos cubanos en el ejercicio de la medicina militar en la Guerra del 95. En el III Congreso Médico Panamericano, celebrado en La Habana en 1901, presentó dos trabajos que complementaron el anterior citado; el primero se tituló Notas sobre los traumatismos óseos observados en la campaña de Cuba, publicado en la Revista de la Asociación Médico-Farmacéutica y el otro titulado Manera de aplicar la compresión elástica para obtener la hemostasis provisional en las intervenciones sobre el hombro. Este último lo publicó en El Progreso Médico y en él da a conocer un procedimiento propio e innovador empleado en campaña. Existen otros dos trabajos suyos de importancia para la historia de la cirugía en nuestra patria, La evolución de la cirugía en Cuba (1905), en el que destaca hechos y personalidades importantes de las ciencias médicas cubanas y “La cirugía abdominal en 1889” (1916), que fue su último artículo científico.1

Terminada la guerra, el gobierno de los Estados Unidos no reconoció al gobierno de la República de Cuba en Armas y sólo aceptó dialogar con la Jefatura del Ejército Libertador. La parte cubana acordó entonces elegir una Asamblea de Representantes del Ejército Libertador que representara los intereses nacionales en esta difícil situación, creada por las ambiciones expansionistas de un país extranjero que se nos presentó primero como desinteresado aliado en la guerra y se tornaba repentinamente en voraz enemigo de nuestra independencia.13

Para integrar la Asamblea debían elegirse los delegados entre las personalidades de la Revolución cuyo talento, patriotismo y honestidad estuvieran fuera de cualquier duda y los miembros del 5º. Cuerpo de Ejército no tuvieron que meditarlo mucho para elegir como uno de sus representantes al doctor Enrique Núñez. El 24 de octubre de 1898, al constituirse la mesa de edad, se nombró como presidente al Lugarteniente General Calixto García, el miembro de mayor edad y como secretarios a los doctores Enrique Núñez y José Nicolás Ferrer y Mena, ambos médicos y los miembros más jóvenes.

En el seno de la Asamblea, que sesionó primero en Santa Cruz del Sur y más tarde en Marianao y el Cerro, el doctor Núñez va a realizar, como todos esperaban, una viril actuación a favor de los intereses nacionales frente a los enemigos de la patria, durante la corta pero borrascosa vida del organismo revolucionario. El 21 de febrero de 1899 presentó la moción: “La Revolución Cubana victoriosa en su lucha contra España, aún no ha terminado su obra. Crimen de lesa patria cometerían los representantes del pueblo levantado en armas en pro de la independencia si abandonan el campo considerando finalizado los propósitos que motivaron la guerra prolongada y que por fortuna vemos terminada.”16

Unos días antes de celebrarse la tristemente célebre sesión en que fue destituido de sus cargos el Generalísimo Máximo Gómez, el 9 de marzo de 1899 el doctor Núñez renunciaba a su puesto en la Asamblea, en desacuerdo con el rumbo que tomaban los acontecimientos, exaltadas las peores pasiones. Ya se había referido anteriormente al poco o ningún caso que el Gobierno Interventor hacía de la Asamblea. Se retiraba así temporalmente de la vida pública, para reintegrarse nuevamente a sus pacientes y a sus tareas científicas.13

De vuelta a las salas Santa Magdalena y San Felipe, en su querido Hospital Nuestra Señora de las Mercedes, su labor será tan brillante que inscribe para siempre su nombre entre los grandes de la cirugía cubana de todos los tiempos. Al ponerse en vigor un nuevo plan de estudios en la totalidad de las carreras de la Universidad de La Habana, conocido como Plan Lanuza por haber sido su inspirador el entonces Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes y jurisconsulto eminente, doctor José A. González Lanuza, el doctor Enrique Núñez es nombrado catedrático titular de Patología Quirúrgica por recomendación de su maestro, el doctor Gabriel Casuso. El nombramiento de produjo el 30 de diciembre de 1899 y la toma posesión el 1 de enero de 1900.8 La Escuela Cubana de Cirugía sentaría pautas desde entonces en la cirugía del continente.

Junto a su cátedra en la Facultad de Medicina desempeñaba el doctor Núñez otra, muy querida por él, de Ginecología, en la Escuela de Enfermeras del Hospital Nuestra Señora de las Mercedes desde su fundación en agosto de 1899. Un pequeño libro de texto, Nociones de Ginecología, Imp. Rambla y Bouza, La Habana, 1901, recoge sus conferencias en dicha escuela y fue él, entre todos los profesores, el escogido para pronunciar el discurso central en la graduación de las primeras enfermeras cubanas en 1902.

De su faceta de pedagogo, el doctor José A. López del Valle, gran sanitarista y profesor titular de Higiene y Legislación Sanitaria, nos dejó un interesante testimonio: "Era todo un profesor. Tenía vocación decidida por la enseñanza, facilidad de palabras, belleza en la exposición de las ideas y una gran cultura médica. Médico y pedagogo valioso, analizaba el valor intelectual de sus alumnos y aquilataba, con espíritu justo, los méritos de cada uno de ellos. Llegó a formar escuela y sus antiguos discípulos recuerdan con amor al maestro afable y cariñoso, que se esforzaba por inculcarles sus conocimientos y que si en las horas de exámenes era inflexible, procedía con la mayor justicia".17,18

Junto a su labor docente su actividad quirúrgica es verdaderamente deslumbrante e incansable. Él mismo se ha encargado de darla a conocer en sus trabajos, en estudios estadísticos, sobre todo en estos primeros años después de la guerra. Entre sus principales trabajos se encuentran:16

  • "Operaciones realizadas durante el año 1900" (1901);  analiza 254 operaciones de cirugía general y ginecología practicadas por él, con 7 fallecidos.
  • "Operaciones practicadas durante el año 1901" (1902);  comenta 425 intervenciones con 6 defunciones.
  • "Reflexiones sobre 97 laparotomías practicadas durante el año 1902" (1903)
  • "Elección de un proceder quirúrgico en las supuraciones pelvianas de la mujer" (1903) con 218 observaciones
  • "Ciento cuarenta laparotomías practicadas durante el año 1903" (1904).
  • "El ictiol en el tratamiento de la psoriasis" (1894)
  • "Valor de la colpotomía posterior y el drenaje en las inflamaciones pelvianas" (1900)
  • "Tratamiento operatorio de las infecciones periuterinas" (1900)
  • "Cáncer de la matriz extendido a la vagina. Laparo-histerectomía con resección de paredes vaginales. Curación" (1901)
  • "Un proceder de sutura para la laparotomía mediana" (1901)
  • "Observaciones personales sobre el tratamiento de las supuraciones para y periuterinas" (1902)
  • "Contribución al tratamiento de la peritonitis supurada difusa" (1902)
  • "Tratamiento quirúrgico del cáncer uterino" (1903)
  • "La parauretritis blenorrágica en la mujer. Su tratamiento quirúrgico" (1905)
  • "La curabilidad del cáncer" (1908)
  • "Empleo del suero anti estreptocócico en las metrorragias" (1910)
  • "Abocamiento de los uréteres en el recto por destrucción obstétrica de la vejiga y la uretra"(1910).
  • "La evolución de la cirugía en Cuba" (1905)
  • "La cirugía abdominal en 1889" (1916), último artículo científico que salió de su pluma.

En 1905 alcanza el premio Presidente Gutiérrez de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, el más importante de las ciencias en Cuba en la época, con la monografía La cirugía de las manifestaciones filariásicas, tema en el que era un verdadero maestro y que el propio año publicó en folleto de 97 páginas, ilustrado con 50 figuras originales. En esta monografía habla de la historia de la cirugía ginecológica desde 1790 y analiza 120 pacientes intervenidos quirúrgicamente por él.

Hace un viaje de estudios a París, en 1906, para actualizarse en las técnicas de cirugía urológica con el inmortal Maestro de la Urología francesa, nacido en Cuba y de profundos sentimientos patrióticos, profesor Joaquín Albarrán Domínguez, quien al ver operar al doctor Núñez, lo califica de "cirujano de gran valor".14

Fundó en 1910 y dirigió hasta su muerte la revista La Prensa Médica, donde va a convertirse en un defensor tenaz de los intereses del gremio médico y abogará por la creación de un colegio médico nacional. En 1913, fue designado Secretario de Sanidad y Beneficencia bajo la presidencia del General Mario García Menocal, demostrando condiciones excepcionales para el cargo, dada la experiencia adquirida en el Cuerpo de Sanidad del Ejército Libertador y en los anteriores gobiernos republicanos como vocal de la Junta de Sanidad y la Comisión de la Higiene Especial. Todo cargo que desempeñó, cada papel que se le asignó, lo realizaba con responsabilidad y seriedad, y lo defendía con tanta fuerza que era digna de admirar su actitud.  Cuando tomó posesión de la Secretaría hizo la siguiente declaración a los periodistas: “El nuevo gobierno se propone levantar el crédito de la administración cubana, propender el desenvolvimiento de la riqueza pública y procurar el bienestar de todas las clases sociales. A este último propósito socialista de nuestro gobierno hemos de contribuir especialmente en provecho de la clase médica y del pueblo.”2

Priorizó la atención del niño y el adulto mayor al:

  • Organizar los servicios de la higiene infantil
  • Crear el asilo Menocal
  • Fundar los consultorios centrales de higiene infantil
  • Inaugurar el dispensario infantil del Hospital Mercedes
  • Fundar la colonia de defensa sanitaria infantil en el campamento de Tiscornia y bajo su protección estatal se crearon innumerables instituciones privadas en pro de la niñez desvalida
  • Fundar la primera colonia de verano con capacidad para 400 niños, seleccionados entre lo más necesitados y los bancos de leche para suministrar alimentos básicos a niños enfermos de acuerdo con sus necesidades y prescripciones facultativas
  • Establecer las medidas preventivas de los males que afectaban la infancia complementándolo con una enérgica campaña de vigilancia sobre el abasto de leche para evitar la adulteración muy frecuente por mercaderes sin escrúpulos.

Como es evidente, la corrupción y el delito no tenían cabida en ningún lugar donde él trabajara. No le dio tregua al problema de la prostitución, viejo conflicto social que afectó tanto la moral como la higiene del país y fue resuelto con su energía habitual. Combatió este flagelo de modo tan drástico y decisivo que se deroga el sistema de la prostitución reglamentada, haciendo desaparecer la Zona de Tolerancia. Recibió muchas críticas al respecto, pero él estaba convencido de su proceder. No eliminó las causas que lo originaban, pero las atenuó e hizo desaparecer su legalización. Afrontó la epidemia de Peste Bubónica sin vacilación, adoptando importantes medidas para controlar el mal; clausuró almacenes pese a las protestas de los comerciantes, dispuso la clausura de manzanas infestadas y prohibió el tráfico de mercancías y tránsito de personas en ellas. Inundó las manzanas de agua para ahogar las ratas, ya que las pulgas que vivían en estas eran las transmisoras de la enfermedad. El triunfo fue rotundo. Pudo controlar la epidemia y se adoptaron medidas en los comercios para prevenirla.16 Este fue el problema sanitario más importante que confrontó, demostrando una vez más que sólo tenía compromisos sociales con el pueblo y su bienestar.

Muchos cambios que beneficiaron el saneamiento del país y la moral del pueblo marcaron el sello distintivo de su mandato. Un periodista dijo de forma muy certera que: “la época de esplendor de la Sanidad fue la del Dr. Enrique Núñez, porque la salud pública es ley suprema. Casi se llegaba a la manía sanitaria. Las investigaciones domiciliarias, la vigilancia en los alimentos, las fumigaciones, las petrolizaciones, vacunaciones periódicas, colocó así a nuestro país entre los primeros por su salubridad”.16

Otras de las medidas adoptadas como Secretario de Sanidad y Beneficencia, fue la restricción de la venta de fármacos narcóticos, las llamadas “drogas heroicas”, para cortar el aumento de la narcomanía y el auge de los que explotan tal negocio. Se estableció un control estatal de las drogas que se importaban y se comenzó a regular la expedición de recetas médicas.

Entre los conflictos contra empresas norteamericanas radicadas en Cuba, figuraba el de la Coca Cola, que fue clausurada por sus grandes concentraciones de cafeína y ácido fosfórico industrializado y se decomisaron 1000 libras de los mismos. Ante esta actitud los Estados Unidos intervinieron, pero debido a los informes técnicos a su favor, la Secretaría de Sanidad no cedió; no se vendió el producto hasta que el doctor dejó de pertenecer a la Secretaría, y además, utilizaron el producto con la etiqueta que informaba las reales concentraciones de las diferentes sustancias que contenían.

El Dr. Núñez ideó la transformación del Hospital Núm. Uno, el cual contaba con pabellones de madera y presentaba un aspecto desolador. Ello hizo que este incansable y batallador Secretario se propusiera modernizarlo llamándolo Hospital General Calixto García. Según el Dr. López del Valle “...esto constituyó su obra cumbre, su Obra de Piedra”.18

Planificó y discutió con los arquitectos acerca de la reconstrucción, ofreció toda su experiencia para que fuera un buen hospital. Distribuyó los pabellones por especialidades y formuló una propuesta a la Junta Nacional de Sanidad de los nombres que debería llevar cada pabellón, cada sala, cada servicio. Su obra se concretó, aunque no pudo verla terminada. La Revolución y el pueblo le estarán siempre agradecidos por la existencia de tan importante hospital. En la parte posterior de esa institución se alza un monumento dedicado a Núñez de Villavicencio.

Aunque no se llevaron a vías de hecho por los altos créditos que se necesitaban, los proyectos de Núñez de Villavicencio  fueron más allá; planeó la ampliación del Hospital Reina Mercedes con 400 camas y la creación de otros hospitales:

•  Hospital de niños con 250 camas.
•  Hospital para tuberculosos con 400 camas.
•  Manicomio en cada capital provincial con 400 camas.
•  Asilo Nacional para Ancianos con 400 camas.

Durante este periodo, el 19 de agosto de 1915, fallece el doctor Carlos J. Finlay Barrés y al doctor Núñez le correspondió pronunciar las palabras de despedida de duelo del ilustre médico. Además, tuvo el mérito de pronunciar las palabras de presentación al develarse el monumento al sabio cubano en la Secretaría de Sanidad y Beneficencia el 21 de marzo de 1916.19

En visita de trabajo a los Estados Unidos, sufrió un accidente automovilístico en el que se lesionó una pierna, con pronóstico menos grave. La diabetes que padecía le predispuso a un absceso en la herida por lo que fue intervenido quirúrgicamente, pero complicaciones sépticas posoperatorias le provocaron la muerte el 15 de septiembre de 1916, con 44 años de edad. Trasladado a La Habana en el crucero Patria, de la Marina de Guerra Nacional, fue inhumado en la necrópolis de Colón el 21 de septiembre de 1916, con los honores de Coronel del Ejército Libertador muerto en campaña.2,20

El presidente de la República, mayor general Mario García Menocal, en carta pública dada a conocer en la prensa escribió: "Conocía íntimamente a Enrique. En la guerra y en la paz, nos unieron vínculos de acendrado afecto. Fuimos además colaboradores en difíciles empeños. Su muerte me tiene profundamente impresionado. En mi concepto, Cuba ha perdido uno de sus grandes hijos. El pueblo entero está evidenciando su dolor. Y en medio de la desgracia, me alienta un tanto la máxima manifestación de tristeza de todos los cubanos, conscientes de lo que pierde la patria. Aunque hizo mucho, Enrique prometía más. Profesionalmente era una reputación y como ciudadano, una fundada esperanza para la patria".19,21

El ilustre sanitarista profesor José A. López del Valle, cerraba su artículo necrológico en la revista Asclepios con estas hermosas y sentidas palabras: "Sequemos nuestras lágrimas. Levantemos el corazón y tratemos de seguir, para bien de la patria y de la ciencia, el alto ejemplo que nos legara ese compatriota, de sus nobles acciones, de sus desvelos y trabajos y de su devoción en el cumplimiento del deber".18

El 15 de septiembre de 1916 Cuba pierde a uno de sus valiosos hijos: soldado de la guerra, médico cirujano, no sólo de manos hábiles, sino también creador de nuevas técnicas quirúrgicas y gobernador constructivo que dejó una excepcional obra de carácter sanitario. Fue un hombre polémico, combatiente y combativo, que no huía de la lucha sino la enfrentaba con valor y decisión.

 

CONCLUSIONES

El Dr. Enrique Núñez de Villavicencio es un vivo ejemplo de que todavía falta mucho por saber en cuanto a las personas que lo han dado todo por la independencia cubana. En su gran obra aparecen disímiles aportes a la Medicina, tanto civil como militar, que cobran vigencia, así como su proceder en la actividad investigativa, actitud que sirve como paradigma a seguir por los médicos de todos los tiempos. Su afán por adquirir más conocimiento y cultura lo hizo un hombre libre, capaz de defender lo que creía sin vacilar, cuya concepción humanitaria era esencial en el perfil de su profesión. Su ejemplo constituye faro y luz para las futuras generaciones de médicos que se están formando.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Recibido: 30/11/17
Aceptado: 26/3/18

 

 

Lázaro Pablo Linares Cánovas. Universidad de Ciencias Médicas de Pinar del Río. Km 89 Carretera Central. Pinar del Río, Cuba. Correo electrónico: lp.knovas@ucm.pri.sld.cu

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