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Revista Médica Electrónica

versión On-line ISSN 1684-1824

Rev.Med.Electrón. vol.41 no.2 Matanzas mar.-abr. 2019

 

Artículo Histórico

Un Premio Nobel para la medicina cubana

A Nobel Prize for Cuban medicine

Est Luis Alberto Pérez Ramírez1  * 

Est Dalina Laritza Rodríguez Rodríguez1 

Dra Élida Yadira Ramírez Pacheco2 

1 Universidad de Ciencias Médicas de Holguín. Holguín, Cuba.

2 Policlínico Docente de Levisa. Holguín, Cuba.

RESUMEN

Se realizó una revisión bibliográfica con el objetivo general de identificar los cubanos que por su excepcional obra merecieron la nominación al Premio Nobel, así como también de describir las semblanzas de su vida y obra, para lo cual se trabajó con un total de 24 bibliografías.

Muchos han desfilado por el podio de premiación para recibir tan alto reconocimiento a su esfuerzo, orientados al descubrimiento de los secretos de la naturaleza para proteger la salud. Aunque sin lograr dicho premio, los cubanos también han aportado relevantes hallazgos, destacándose aquellos estrechamente relacionados con la medicina, que marcaron una pauta a nivel mundial y merecieron nominaciones junto a personalidades de renombre universal.

Palabras clave premios Nobel; medicina; fisiología

ABSTRACT

A bibliographic review was carried out with the general objective of identifying Cubans who, for their exceptional work, deserved the Nobel Prize nomination, as well as describing the portrayals of their life and work, for which a total of 24 bibliographies were worked on.

Many have marched through the award podium to receive such high recognition of their efforts, aimed at discovering the secrets of nature to protect health. Although not achieving this award, Cubans have also provided relevant findings, highlighting those closely related to medicine, which set a pattern worldwide and deserved nominations along with personalities of universal renown.

Key words Nobel prizes; medicine; physiology

INTRODUCCIÓN

El Premio Nobel constituye en el mundo de las ciencias, de la literatura y de la política, uno de los mayores reconocimientos que puedan alcanzarse en vida a escala internacional, sin embargo, muy a pesar de las intenciones de su creador, el insigne científico sueco Alfred Nobel, algunos de ellos han estado viciados por ilícitas presiones políticas, injustos favoritismos y dolorosos olvidos.

Aunque no se ignora tampoco que dicho premio se ha conferido con justicia en muchas ocasiones, como en los casos de Alexander Fleming, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Gabriel García Márquez, Rigoberta Menchú o Nelson Mandela.

Ningún cubano, hasta el presente, ha tenido la suerte de lograr alguno de esos premios, los de Fisiología o Medicina, Física y Química en la actualidad casi exclusivamente al alcance de investigadores de países de alto desarrollo científico, pero sí siete de nuestros compatriotas, a lo largo de casi un siglo, han sido nominados para los premios de Fisiología o Medicina, Literatura y la Paz, son ellos en orden cronológico: Arístides Agramonte Simoni, Carlos J. Finlay Barrés, Joaquín Albarrán y Domínguez, Agustín Castellanos González, Raúl Pereira Valdés, Alejo Carpentier Balmont y Eduardo Boza Masvidal; a los que se suma como candidato al premio Nobel de la Paz 2015 al Contin gente Internacional “Henry Reeve”.

Se hace necesario el desarrollo de esta revisión bibliográfica por ser un tema poco conocido por los estudiantes y profesionales de la salud.

El objetivo es identificar las personalidades e instituciones representantes de la medicina cubana que han sido nominadas al Premio Nobel.

DESARROLLO

Hablar de la historia de los Premios Nobel es una ocasión ineludible para hablar de su mentor, el científico e inventor sueco Alfred Nobel. Con 30 años, Alfred Nobel crea su propia fábrica de nitroglicerina.

Precisamente, perfeccionando sus estudios sobre la inestabilidad de los éteres nítricos de la glicerina, estudios con los que se jugó la vida, al sufrir alguna peligrosa explosión que destruyó gran parte de su primera fábrica y provocó la muerte de su hermano Emilio, Alfred Nobel descubrió la manera de manipular de forma más o menos segura la nitroglicerina y, posteriormente, la dinamita en el año 1867.1 La patente sobre sus inventos dotó a Alfred Nobel de una grandísima fortuna pero también se fue engendrando en él la idea de que la utilización práctica de sus descubrimientos conllevaría la aniquilación de muchas vidas humanas, dado que los conflictos bélicos serían mucho más cruentos y devastadores. Ese complejo de culpa fue creciendo hasta que concibió la idea de destinar la mayor parte de su fortuna a incentivar los mejores esfuerzos del hombre en diversos campos de la ciencia, las artes o la diplomacia, cultivadas en favor de la humanidad.

Así, el 27 de noviembre de 1895, Alfred Nobel firmaba en París un testamento que recogía expresamente la creación de la Fundación Nobel. Un año después, el 10 de diciembre de 1896, Alfred Nobel fallecía en su residencia de San Remo. Esta fecha, el 10 de diciembre, estará siempre ligada a la Historia de los Premios Nobel, ya que la ceremonia de entrega se celebra precisamente ese día, para conmemorar la muerte del creador y mentor de dichos galardones.3

Dr. Arístides Agramonte Simoni

El doctor Arístides Agramonte Simoni fue el primer cubano en ser nominado para un premio Nobel. Su padre, el licenciado Eduardo Agramonte Piña, médico y primo segundo del mayor general Ignacio Agramonte Loynaz, fue igualmente un héroe legendario que ocupó altos cargos en la Guerra de los Diez Años como miembro de la Cámara de Representantes de la República en Armas, Secretario del Interior y Secretario de Estado en el gobierno del presidente Carlos Manuel de Céspedes y López del Castillo, murió el 8 de marzo de 1872, cuando ostentaba el grado de general de brigada.

La carrera de medicina la cursó en la Universidad de Columbia de la propia ciudad, donde obtuvo el doctorado en junio de 1892, con honores especiales como el premio Harsen.

En New York de 1892 a 1898 desarrolló una brillante labor médica y logró una sólida formación científica: médico interno, por oposición, del Hospital Roosevelt, en el Servicio de Medicina (1892-1893) y en el Servicio de Cirugía (1893-1894); médico de visita del Departamento de Enfermedades de la Infancia del Hospital Bellevue y del West Side Dispensary (1894-1898); inspector médico por oposición del Departamento de Sanidad de la ciudad de New York (1895-1897) y bacteriólogo del Departamento de Sanidad de la ciudad de New York, por oposición (1897-1898).

Ya en Cuba se le nombró encargado del Laboratorio de Anatomía Patológica y Bacteriología de la División de Cuba establecido en el Hospital Militar Número Uno, actual Hospital Clínico Quirúrgico Docente “General Calixto García” y en esta misma institución se le nombró médico de visita del Servicio de Enfermedades Tropicales en agosto de 1900.

En la Universidad de La Habana revalidó sus estudios y el 25 de enero de 1900 recibió el título de licenciado en medicina. El 30 de julio de 1900 realizó los ejercicios para el grado de doctor, en los que presentó su tesis "La parasitología del paludismo en el hombre".

Al crearse la IV Comisión del Ejército Norteamericano para el Estudio de la Fiebre Amarilla y al quedar establecida en los cuarteles de Columbia, Quemados de Marianao, el 25 de junio de 1900, se le nombró patólogo de la misma y participó ininterrumpidamente en todos los trabajos de investigación de la Comisión, que dieron como resultado la confirmación del descubrimiento del doctor Carlos J. Finlay del agente transmisor de la fiebre amarilla. Obtuvo por oposición la plaza de profesor auxiliar jefe del Laboratorio de la Cátedra de Bacteriología y Patología Experimental de la Facultad de Medicina de la Universidad de La Habana, el 13 de septiembre de 1900 y el 9 de abril de 1901, fue ascendido a profesor titular.1-3

Publicó libros de texto para sus dos asignaturas, Lecciones de Patología Experimental, La Habana (1922) y Compendio de Bacteriología. Técnica Bacteriológica, La Habana, (1924). Fue académico de número de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana.

Para el tercer Premio Nobel de Fisiología o Medicina que se otorgaría en 1903 fueron propuestos los doctores Walter Reed, Arístides Agramonte y James Carroll, miembros de la IV Comisión del Ejército Norteamericano para el Estudio de la Fiebre Amarilla que vivían en esos momentos, pero la prematura muerte del doctor Reed en noviembre de 1902 impidió tal otorgamiento pues el Comité del Premio interpretaba que los doctores Agramonte y Carroll solamente eran colaboradores y no coautores de los trabajos de confirmación del descubrimiento de Finlay, de cuyo descubrimiento erróneamente el Comité reconocía como autor al doctor Reed.

Las próximas nominaciones del doctor Agramonte se realizaron conjuntamente con el doctor Carlos J. Finlay.1-3

Dr. Carlos Juan Finlay Barrés

El doctor Carlos J. Finlay Barrés, al igual que el doctor Agramonte, nació en la ciudad de Santa María del Puerto Príncipe, actual Camagüey, treinta y cinco años antes, el 3 de diciembre de 1833 y a diferencia de éste en el seno de una familia extranjera, sin arraigo en este país.

Estudió la carrera de medicina en el Jefferson Medical College de Philadelphia, Estados Unidos de Norteamérica, en Cuba es que se formó como investigador y donde realizó toda su obra científica. Los resultados de sus investigaciones, que aportaron descubrimientos de la importancia de la teoría metaxénica del contagio de enfermedades, el agente transmisor de la fiebre amarilla y las medidas epidemiológicas para la erradicación de la propia enfermedad, descubrimientos por los que fue propuesto para el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, así como la confirmación de la transmisión hídrica del cólera, fueron presentados ante las dos más importantes instituciones científicas del país, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana y la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana y se publicaron en las principales revistas médicas cubanas de la época.1,2

Lo más esencial de sus descubrimientos fue presentado en eventos internacionales tan importantes como:

Lla V Conferencia Sanitaria Internacional, Washington en 1881; el Congreso de Climatología, Chicago en 1893; el VIII Congreso Internacional de Higiene y Demografía, Budapest en 1894; el III Congreso Pan-Americano, La Habana en 1901; el Congreso Sanitario Internacional, La Habana en 1902; la Conferencia de las Juntas de Sanidad de los Estados y de las Provincias de la América del Norte, New Haven, Conn en 1902; la I Convención General Sanitaria Internacional de las Repúblicas de América, Washington en 1902; la XXXI Reunión Anual de la Asociación Americana de Salud Pública, Washington en 1903; el IV Congreso Médico Pan-Americano, Panamá en 1905 y el XIV Congreso Internacional de Higiene y Demografía, Berlín en 1907.

La más reconocida autoridad europea en fiebre amarilla, el doctor Louis J. Béranger-Féraud, comentó ampliamente y en forma elogiosa la obra del doctor Finlay en varios capítulos de su clásico libro Teoría y clínica de la fiebre amarilla, París, 1890.

El doctor Finlay llegó a ocupar los más destacados cargos de la salud pública cubana de su época: Director Nacional de Sanidad, Presidente de la Junta Nacional de Sanidad y Jefe de la Junta Municipal de Sanidad de La Habana. En 1907 recibió la medalla "Mary Kingsley", la más alta condecoración de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, Inglaterra, indiscutiblemente la más importante institución de la infectología en aquella época en el mundo, al reconocerlo como descubridor del agente de transmisión de la fiebre amarilla; un año después el gobierno francés le otorgó la Orden de la Legión de Honor de Francia y el gobierno interventor de los Estados Unidos en Cuba lo nombró Presidente de Honor de la Junta Nacional de Sanidad y Beneficencia al jubilarse en 1908.

En 1904 el doctor Ronald Ross, médico inglés, que había recibido el Premio Nobel en 1902 por su descubrimiento del agente transmisor del paludismo, lo propuso para el premio de 1905, al genial investigador camagüeyano y al doctor Henry R. Carter, descubridor del período de incubación extrínseca de la fiebre amarilla. El premio se le concedió al doctor Robert Koch, bacteriólogo alemán, junto a Louis Pasteur, las dos más grandes figuras de la bacteriología mundial de todos los tiempos, descubridor entre otros de los bacilos de la tuberculosis y del cólera y de los postulados, que llevan su nombre, sobre si un agente biológico es capaz o no de producir una enfermedad infecciosa.

El coronel doctor John W. Ross, jefe de sanidad de la Armada de los Estados Unidos propuso el 27 de noviembre de 1905 al doctor Finlay para el premio de 1906 y un poco después el 9 de enero de 1906 incluyó al doctor Henry R. Carter. El premio se otorgó compartido a los doctores Camillo Golgi, histólogo italiano y Santiago Ramón y Cajal, histólogo español, por sus aportes al conocimiento de la estructura del sistema nervioso.

El doctor Carl Sundberg, miembro del Comité del Premio, repitió la propuesta de los doctores Finlay y Carter para el premio de 1907, pero ese año se le concedió al doctor Charles Louis Alphonse Laveran, inmortal médico francés, por su descubrimiento de uno de los hematozoarios o plasmodium del paludismo en 1880.4,5

Para el premio de 1912 el profesor Braut Paes Lewe, de la Facultad de Medicina de Río de Janeiro, Brasil, propuso nuevamente al doctor Finlay y para ese mismo premio el doctor Laveran propuso a los doctores Finlay y Agramonte, a este último por ser el único sobreviviente en esos momentos de la IV Comisión Americana. Lo obtuvo ese año el doctor Alexis Carrell, fisiólogo y cirujano francés, por sus procedimientos hemostáticos de suturas de los vasos sanguíneos, sus tratamientos de las heridas, tratamiento para fijar injertos sobre una superficie ulcerada y por sus estudios sobre injertos de tejidos en general.

El doctor Laveran repitió su propuesta de los doctores Finlay y Agramonte para los premios de 1913, 1914 y 1915. La muerte del sabio cubano el 20 de agosto de ese último año hizo que el sabio francés cesara en sus propuestas y que el descubrimiento del agente intermediario de la fiebre amarilla dejara también de ser posible motivo de un premio Nobel.4,5

En 1913 se le concedió a Charles Robert Richet, fisiólogo francés, por sus estudios sobre anafilaxia, regulación térmica de los animales homotermos y por sus descubrimientos de las propiedades diuréticas de los azúcares; en 1914 al doctor Robert Bárány, otólogo y patólogo austríaco, por sus aportes en el estudio del aparato vestibular y los procesos o cuadros patológicos radicados en el mismo y no se concedió por la primera guerra mundial en 1915, ni tampoco en 1916, 1917 y 1918.

Cargado de legítimas glorias científicas y con el reconocimiento agradecido de su pueblo y de la humanidad falleció en La Habana el 20 de agosto de 1915.4,5

Dr. Joaquín María Albarrán y Domínguez

Al médico cubano Joaquín Albarrán y Domínguez se le tiene como símbolo de las generaciones de especialistas hoy dedicadas a la Urología. Hace 145 años que nació el 9 de mayo, en Sagua la Grande, Villa Clara, esta ilustre personalidad mundial de las Ciencias Médicas. Aunque de vida relativamente corta, su trabajo investigativo fue muy intenso. Sus conocimientos enciclopédicos aplicados a un dominio especial de la Medicina hicieron que fuera considerado el más completo de los urólogos modernos.6

En 1873 en la Universidad Literaria se gradúo cuatro años más tarde de Licenciado en Medicina con notas de sobresaliente.7

Fue discípulo del doctor Félix Gullón, pionero de la urología quirúrgica y fundador del prestigioso Instituto Necker, a quien Albarrán sucedió en la cátedra de clínica de enfermedades de las vías urinarias donde sus conocimientos histológicos unidos a la rica tradición anatomoclínica francesa, le permitieron alcanzar un excelente nivel científico. Fue el primer médico francés en realizar una prostactecmía radical perineal.

Está reconocido como el inventor de un instrumento para el ajuste del cistoscopio durante la caterización del uréter: uña de Albarrán. Fue además el primer profesor español de Cirugía en Francia en el siglo XIX, además de profesor titular de la cátedra de enfermedades de las vías urinarias de la Universidad de París.3

Su extensa obra científica comprende la invención de 21 instrumentos, aparatos y piezas de técnica de cirugía urológica; los libros, todos publicados en París: "Estudio experimental de la retención de la orina" (1890); "Los microorganismos del cáncer" (1890); "Los tumores de la vejiga" (1892); "Enfermedades quirúrgicas del riñón y de la uretra" (1899); "Enfermedades de la próstata y estrechez de la uretra" (1900); "Los tumores del riñón" (1907).8

Entre sus más de 300 obras y artículos se encuentran Tumores del riñón (1903), Exploración de las funciones renales (1905), y Medicina operatoria de las vías urinarias (1909), para muchos su creación maestra.9,10

Solo 51 años tenía el excepcional clínico, urólogo, histólogo y bacteriólogo cuando falleció en París el 17 de enero de 1912, como consecuencia de una tuberculosis. Había contraído la enfermedad en el Hospital Necker al terminar una nefrectomía a un paciente joven que padecía de tuberculosis renal. El mismo año de su fallecimiento, Albarrán había sido nominado para el Nobel de Medicina.11-13

Dres. Agustín W. Castellanos González y Raúl A. Pereira Valdés

Al igual que los doctores Finlay y Agramonte, los doctores Castellanos y Pereira fueron propuestos juntos para el Premio Nobel de Fisiología o Medicina, por lo que expondremos sus semblanzas biográficas y sus nominaciones en un mismo capítulo.

El doctor Agustín W. Castellanos González nació en La Habana, el 12 de septiembre de 1902, con rasgos fisonómicos de la raza amarilla, pues aunque sus padres eran habaneros, su abuelo paterno, Antonio Castellanos, nació en China y fue de los agricultores traídos de dicha nación engañosamente a Cuba.

Este inmigrante chino fundó, sin embargo, una familia de médicos cubanos, algunos de prestigio internacional: Agustín Castellanos González, figura relevante de la cardiología mundial; Israel Castellanos González, uno de los mejores médico-legistas y policiólogos de América; Agustín Castellanos Sánchez, como su padre, cardiólogo eminente, con importantes investigaciones sobre arritmias cardíacas, con publicaciones en el New England Journal of Medicine y el American Journal of Medicine.14

Se graduó el doctor Agustín Castellanos González de bachiller en letras y ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana, el 28 de julio de 1919 y pudo graduarse de doctor en medicina, como segundo de su curso, sin pagar matrícula ni derechos de grado, el 14 de julio de 1925.15

Por sus trabajos desde 1937, aunque ya venía laborando desde 1931, con sus colaboradores principales los doctores Raúl Pereira Valdés y Argelio García López, se le considera por muchos el creador de la angiocardiología, por aportes como la angiocardiografía radiopaca, la cavografía superior, la cavografía inferior y la aortografía retrógrada.1,2

Su extensa e importante bibliografía producida en Cuba comprende un libro, cardiopatías congénitas de la infancia, La Habana, 1948 y 250 monografías y artículos científicos.

La realizada en los Estados Unidos de Norteamérica desde 1960 comprende otros 85 trabajos publicados. En 1951 fundó principalmente con recursos económicos aportados por él y dirigió hasta su cierre en 1960, la Fundación Agustín Castellanos para el estudio de las cardiopatías congénitas, en el segundo piso del Hospital Municipal de la Infancia de La Habana, hoy Hospital Infantil “Pedro Borrás”. De esta última institución fue también director fundador en 1935 y director de 1946 a 1959.15

En 1967 presidió el I Congreso Mundial de Angiocardiografía que tuvo lugar en la ciudad de Panamá. Ese mismo año el Colegio Americano de Radiología lo reconoció como descubridor de la angiocardiografía y lo premió con la Medalla de Oro de dicha institución, honor que sólo había recibido otro extranjero, madame María Curie, por su tratamiento del cáncer por medio del radium.

En 1970 recibió el Premio Anual de Medicina del Departamento de Salubridad, Educación y Bienestar Social de Washington y en 1973 tres altas distinciones:

- Miembro de Honor de la Sección de Cardiología de la Academia Americana de Pediatría, honor que se confería por primera vez.

- Miembro del Colegio Internacional de Pediatría, con sede en Suiza.

- Miembro de la Asociación Médica Mundial, con sede en New York.

Propuesto por las Sociedades de Cardiología de Europa, Asia, África, América Central y Suramérica recibió el Premio Fundación Pedro Cossio durante el Congreso Mundial de Cardiología celebrado en septiembre de 1974, en Buenos Aires, Argentina, quizá el más alto reconocimiento que se le ha otorgado.

En sus casi 60 años de estudios y logros, el profesor de Medicina de la Universidad de Miami (UM), junto a otros profesionales, creó distintos marcapasos que en la actualidad se usan con regularidad.

“El doctor Castellanos contribuyó de forma inconmensurable al campo de la electrocardiografía y la electrofisiología clínica, y será recordado tanto en EEUU como en otros países por todas sus contribuciones. Era un formidable intelectual que estimulaba a sus colegas y estudiantes para que pensaran de forma creativa”, dijo el médico Robert Myerburg, profesor de Medicina y Fisiología de la Escuela de Medicina Miller de la UM.15-17

El doctor Raúl A. Pereira Valdés nació en La Habana, el 5 de mayo de 1904. Se graduó de bachiller en letras y ciencias en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santa Clara, el 24 de septiembre de 1924.

De gran vocación por los estudios médicos en general, matriculó ese mismo año en la Universidad de La Habana para cursar, simultáneamente, las carreras de Farmacia y Medicina.1,2

Con nota de sobresaliente en los ejercicios de grado finalizó los estudios para el doctorado en Farmacia y se le expidió el título el 7 de agosto de 1928. Con igual nota finalizó los de Medicina y se le extendió el título de doctor en dicha facultad el 26 de abril de 1934.15

En 1932 verán la luz en la revista Crónica Médica Quirúrgica de La Habana, fundada y dirigida por el eminente oftalmólogo cubano doctor Juan Santos Fernández Hernández, sus artículos "La estrechez mitral muda" y "La enfermedad mitral".

Años después varias personalidades e instituciones científicas y docentes de América propusieron al Comité del Premio Nobel de Fisiología o Medicina la candidatura de los doctores Castellanos y Pereira: la Sociedad de Radiología de Panamá el 11 de enero.

Ese año se le otorgó el premio al doctor Severo Ochoa de Albornoz, médico asturiano nacionalizado en Estados Unidos de Norteamérica, profesor de Farmacología y Bioquímica de la Facultad de Medicina de la Universidad de New York y al doctor Arthur Kornberg, profesor de la Universidad de Stanford, California, por sus trabajos sobre síntesis biológica de los ácidos nucleicos.

Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epi demias, Henry Reeve.

En agosto de 2005, se conforma una brigada médica para brindar ayuda a la población afectada por el Huracán Katrina en Nueva Orleans. Este ofrecimiento de ayuda del Gobierno Cubano fue rechazado por el Gobierno de los Estados Unidos. Esta brigada fue denominada Fuerza Médica “Henry Reeve”, en memoria de aquel excepcional joven combatiente norteamericano que murió luchando por la independencia de Cuba.18

Pocos días después, el 19 de septiembre, queda constituida por el Comandante en Jefe una organización que hasta hoy no tiene precedentes en el mundo: El Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastres y Graves Epidemias "Henry Reeve".

Sus objetivos fundamentales de trabajo apuntan a lograr un despliegue territorial extenso en las zonas de desastre, con el establecimiento de los hospitales Integrales de Campaña, capaces de dar amplia respuesta a las exigencias asistenciales de la población damnificada. La inmediata cobertura epidemiológica por los Médicos Generales Integrales de la brigada, es otro de los principios de trabajo del contingente.

El contingente, especializado en situaciones de desastres, no se alzó con el Nobel pero cuenta con el prestigio internacional el 26 de mayo de 2017 recibió de manos de la doctora Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el premio de salud pública que entrega la OMS, en reconocimiento a la labor solidaria en materia de salud de la Mayor de las Antillas.18

El premio a la Brigada Henry Reeve "confirma el compromiso de seguir con este trabajo, de ir a los lugares del mundo más difíciles, y de servir a las personas que están en gran necesidad. Queremos continuar haciendo esto, y salvar más vidas, no importa cuán difícil sea", subrayó el médico cubano.18

CONCLUSIONES

El papel de los cubanos en el proceso de nominación los Premios Nobel ha marchado con pasos seguros desde los inicios del anhelado galardón. Con la realización de esta investigación se identificaron aquellos cuyo aporte en la medicina los hizo merecedores de tan alto honor. Cuba cuenta con un potencial humano competente que iguala a los países desarrollados.

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Recibido: 09 de Marzo de 2018; Aprobado: 11 de Abril de 2019

*Autor para la correspondencia: lpalberto@estudiantes.hlg.sld.cu

Conflicto de intereses

: El autor declara que no existen conflictos de intereses

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