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Estimado Sr. Director:
La lepra ha afligido a la humanidad desde tiempos inmemoriales. Es una de las enfermedades más ancestrales e interesantes de nuestro planeta; ha sido inspiración para leyendas, cuentos, miedos y embustes.
No se conoce con exactitud su origen histórico debido a las limitaciones para diagnosticar o registrar las enfermedades en la antigüedad y a los pocos hallazgos que se han descubierto en momias y esqueletos.
Ha sido caracterizada como una afección mutilante, incurable, repulsiva, estigmatizante y ha generado un trato inhumano hacia las personas que la padecen. Su presencia, en todos los continentes, se vio acompañada de rechazo y exclusión social. La persecución, discriminación y desamparo a los enfermos a través de la historia, propiciaron la desastrosa calidad de vida de estos, quienes fueron marginados por la humanidad.1
Esta milenaria enfermedad sigue siendo hoy en día un problema sanitario en 24 naciones, sobre todo de la franja intertropical, con alta prevalencia en países como la India, Brasil y algunos de África. Constituye a escala mundial un problema de salud prioritario por ser la principal causa de neuropatía; tan es así que en la actualidad se estima que existen dos millones de personas afectadas por discapacidad relacionadas con la lepra.2
Resulta alentadora la visión optimista del Dr. Rivero Reyes3 sobre las expectativas cubanas de eliminar la enfermedad definitivamente a través del cumplimiento del programa nacional de control y tratamiento de la lepra. Es admirable, además, el trabajo arduo que están desarrollando en la provincia de Artemisa a través de la implementación de un Proyecto de Estudio Preclínico para la lepra, mediante la pesquisa epidemiológica por el test de MicroElisa; auspiciado por el centro municipal de higiene y epidemiología y la colaboración de la institución extranjera Fundación Orden de Malta, de Italia, con el único fin de poder hacer realidad la meta de lograr la erradicación de la Lepra como problema de salud a nivel local y mundial.3
Es una meta del programa cubano lograr la detección temprana de los casos e imponer tratamiento oportuno, para así prevenir las discapacidades asociadas a la enfermedad. Como el diagnóstico de la lepra se basa en el empleo del método clínico, queremos resaltar la importancia de una útil herramienta diagnóstica que el binomio médico-enfermera, el dermatólogo, el estudiante de Medicina y todo profesional de la salud tiene a su alcance: el examen neurodermatológico.
Mediante la práctica del mismo podemos detectar alteraciones en piel y nervios periféricos, sugestivas de la enfermedad. Es una técnica muy ventajosa ya que es bien aceptada por los pacientes; inocua e indolora, no es invasiva; tiene disponibilidad garantizada, o sea está al alcance de todos; es gratuita, no tiene costo alguno; es de fácil y sencilla implementación, puede ser aplicada en el consultorio o intradomiciliaria en las actividades de terreno; no requiere para su ejecución de un local o de reactivos especiales que necesiten ser importados de otros países; su práctica tiene una vigencia imperecedera por lo que nunca va a estar en desuso.
Es por ello que consideramos el examen neurodermatológico como el método clínico imprescindible para el diagnóstico oportuno de la lepra; sin embargo, es lamentable decir que existen galenos que desconocen no solo su importancia, sino también el modo de realizarlo.
Esta técnica “olvidada” por algunos e ignorada por otros, necesita ocupar un lugar cimero en el quehacer asistencial cotidiano de los médicos cubanos si queremos ganar la batalla contra la lepra. No basta con tener los conocimientos, lo más importante es aplicarlos.
Los profesionales de la salud somos los principales protagonistas de esta encomiable tarea que es la lucha contra la lepra, flagelo que azota a los más desfavorecidos.
